
Me adelanto al lunes 22 -día habitual en el que publico la entrada semanal- pues no puedo hacerlo ese día. Escribo sobre un tema, en relación a la adopción, que me interesa mucho y al que vengo dandole vueltas desde hace un tiempo. Es algo delicado y sobre lo que nadie tiene la última palabra. Lo expongo con todo el respeto. Nada más lejos de mi intención que adscribirme a posturas radicales. Mi propósito, como acostumbro, es suscitar el debate, que nos paremos todos a reflexionar un rato (y si este blog sirve para eso, me daría por satisfecho. El día a día, las numerosas ocupaciones que nos absorben y el tener que funcionar, no nos permiten parar y pensar con detenimiento) y ofreceos mi punto de vista, el cual sustento en mis conocimientos y experiencia en psicoterapia con niños y jóvenes adoptados. Pienso, además, que sobre el tema de hoy todos (familias adoptivas, profesionales, adoptados...) estamos llamados a opinar y contar nuestras experiencias para poder ayudarnos los unos a los otros en la tarea de acompañar a nuestros niños y hacerlo lo mejor posible con ellos.
Hecha esta necesaria introducción, voy con el tema que, en la entrada de hoy, quiero desarrollar.
Algunas familias decidieron -o deciden- en un momento determinado (unos años después de incorporarse el niño a la familia adoptiva) contactar con la familia biológica (se tienen o se pueden conseguir datos de la misma, evidentemente) y emprender un viaje al país de origen con el fin de que el menor de edad (y la familia adoptiva) puedan saber de ellos e incluso retomar la relación. Creo que lo denominan adopciones abiertas. Me corregís si no es así.
Los niños y las familias adoptivas se han preparado psicológicamente con profesionales y han valorado que ese viaje y reencuentro con los orígenes (lugar, pais, costumbres, familia biologica...) puede ser positivo en su proceso y para su trayectoria vital, con el fin de favorecer la integración y trabajar dichos orígenes. Los niños, ya más mayores, son capaces de poner palabras con más precisión y pueden comprender muchos aspectos que con anterioridad no se podían asimilar, dada su corta edad. Éstos se hacen más preguntas y, claro, buscan respuestas.
En algunos casos, ademas, se ha valorado la conveniencia de que los niños vean y se relacionen con los padres (o la madre, o el padre; a veces también con los abuelos, si éstos tuvieron un papel relevante en la crianza del niño) biológicos con el fin de confrontarles mediante preguntas (preparadas con anterioridad) que los niños desconocen -o quieren saber- acerca de los motivos por los cuales no pudieron cuidarles u otros aspectos vitales e importantes de su biografía, cada uno según su historia de vida y circunstancias familiares y sociales. En algunos de estos casos, el niño encuentra -por parte de la familia biologica- respuestas y una adecuada acogida; y, en otros, lo contrario. Algunas familias adoptivas refieren que incluso hasta en los casos en los que el menor de edad no recibe un relato o explicación, ha merecido la pena porque han observado que ayuda a que el niño pueda trabajar su historia desde lo real.
Mi dudas son las siguientes, y son las que quiero compartir con vosotros/as: en los casos de familia biológica con incompetencias parentales (que han abandonado y/o maltratado física y emocionalmente al niño) es decir, carentes de capacidades básicas como la empatía, padres o madres con trastornos del apego que no pueden mentalizar al niño (verlo como una mente independente con deseos, necesidades e intenciones) y con déficit en las habilidades de crianza, ¿es positivo confrontar al niño con ese tipo de progenitores pudiendo prever que corre un riesgo alto de no encontrar reparación? ¿Puede resultar retraumatizante para el niño contactar con esa cruda realidad? En un libro llamado "Padres que odian" -lo leí con un entusiasmo increíble, en su momento. Es un libro totalmente practico, autoterapeutico para quienes han sufrido maltrato y con un planteamiento valiente y empatico con las víctimas- la autora refiere que una confrontación con padres maltratadores es muy delicada, y hay que ser muy maduro y mostrar mucha entereza (estar preparado psicológicamente, y aún así es dolorosisimo) porque aquellos podrían negar, justificar, proyectar o ignorar la experiencia maltratante. Y esta autora se refería a adultos. ¿Esto mismo, con niños, es conveniente? ¿No sería más prudente, primero, una psicoterapia -durante el tiempo que sea necesario- para que el niño se reconozca como víctima, pueda ir elaborando la experiencia dura de maltrato -interiorizar que los padres fueron incompetentes y no demonizarlos o idealizarlos- procesando emocionalmente el dolor, y posteriormente, más mayor, con mas madurez, que decida si quiere y/o puede hacer ese viaje, reflexionando con mas conciencia sobre el impacto psicológico que tendría?
Cuando el menor contacta con las figuras de apego primarias que le maltrataron, su mente recuerda la experiencia y las emociones y contenidos -tanto explícitos como sensoriales y emocionales- que quedaron registrados en la memoria. Y son recuerdos dolorosos. Esos recuerdos puede que no estén integrados, siendo posible que se produzca un desbordamiento emocional o, al contrario, una disociación; y cuando las emociones exceden el margen de tolerancia, el cerebro no puede procesar la información.
No pretendo alarmar a ningún padre o madre adoptivo que este leyendo esta entrada y se vea reflejado en una experiencia de este tipo. También hemos de considerar que los niños cuentan antes y después -así suele ser- con el refugio, cariño, comprensión y contención de sus padres adoptivos. Ademas, es deseable y necesario que los menores trabajen después, en psicoterapia, sobre estas experiencias que pueden procesarse y repararse. Y, finalmente, no es menos cierto que los niños pueden hacer un proceso resiliente si tienen los contextos y los entretejidos interpersonales apropiados que permitan que éste vaya emergiendo. Además, cada niño es un universo propio y cada caso se valora de manera individual. Y, finalmente, no todos los niños que vivieron estas experiencias de maltrato tienen que presentar matematicamente un trauma de apego. Hay casos en los que presentan problemas o alteraciones menos graves que el trauma de apego y pueden afrontar la experiencia sin desbordarse. Los que presentan apego desorganizado o trauma de apego pienso no deberían pasar por ello. Es muy probable que los padres biologicos tengan, a su vez, un apego no resuelto, con lo cual no pueden mentalizar al niño.
Mis interrogantes son si ésta es la secuencia y la edad apropiada para plantear este tipo de viajes y reencuentros. No lo tengo del todo claro por las razones que os he expuesto. Creo, en efecto, que es un viaje físico y mental que muchos adoptados emprenden o emprenderán, no exento de dudas, miedos, inseguridades, ambivalencias, dolor y posible retraumatización en algunos casos. Cada caso hay que estudiarlo muy bien. Es su derecho decidir libremente si necesitan ese viaje o encuentro con el ayer para poder descubrir un sentido y rehacer y reconstruir su vida; con el fin de experimentar con plenitud el presente y poder proyectarse al futuro. Pero, en general, pienso que para hacer esto se necesita una madurez, a mi modo de ver. Madurez que aún no se posee en la infancia.
Cyrulnik cuenta en su libro "Me acuerdo..." sus memorias a partir de su viaje a los lugares donde residió de niño, acogido por diversas personas, pues quedó huérfano por la crueldad nazi. Este autor comenta que a la sociedad le ha costado mucho escuchar los relatos de las víctimas y darles estatus de credibilidad, han sido necesarios muchos años para poder encontrar esa disposición a aceptar socialmente estas experiencias. Todavía hay quienes dudan (por desconocimiento) de los relatos de las víctimas o no pueden tolerar su escucha y las emociones que suscitan. Estos niños presentan historias, a veces escalofriantes, y hemos de ser conscientes de ello para saber acompañarles adecuadamente en su propio viaje. Sobre cuándo y cómo plantearlo he expuesto mi personal punto de vista. Ahora me gustaría conocer el vuestro. Por eso espero, como siempre, vuestros comentarios.
Hasta el próximo lunes 29, cuidaos / zaindu