lunes, 28 de febrero de 2011

Pin y Pon, un cuento resiliente

Una paciente, joven de 12 años, que acude a mi consulta desde hace año y medio, nos sorprendió enseñándonos este cuento que ella había escrito. Le propuse publicarlo en el blog porque me gustó mucho (su trabajo y esfuerzo merece la pena darlo a conocer, es un premio que quisimos ofrecerle, y aceptó) Es una historia de superación con un mensaje claro de que en la vida, hay que luchar. Ana (su seudónimo con el fin de preservar su intimidad) es la autora de este relato llamado Pin y Pon. Con la literatura, Ana está descubriendo una actividad que puede ayudar a transformar el dolor en una obra creativa. Y, en concreto, con esta historia nos dice -y se dice a sí misma- que la lucha forma parte del proceso resiliente, para poder vencer y crecer desde la adversidad. ¡¡Enhorabuena, Ana!! ¡Por cierto!, dejadle -si tenéis a bien- comentarios sobre vuestras opiniones, porque creo que le van a servir de motivación y ánimo para seguir adelante en su proceso personal.

Pin y Pon

El 23 de julio de 1998, en el famoso circo de El Sol, en Paris (Francia), había dos payasos llamados Pin y Pon. Eran dos hermanos muy distintos y además no se llevaban nada bien. Tenían grandes diferencias. Por ejemplo: Pin era rubio, alto, delgado, forzudo… En cambio, Pon era moreno, bajo, gordo, inofensivo… Pero tenían algo en común: los dos querían hacerse populares en todo el mundo. Un día se levantaron con el pie izquierdo y tuvieron una discusión muy fuerte, entonces el director del circo los expulsó del circo definitivamente. Se quedaron en paro, sin casa… viviendo en la calle. Un día decidieron ir a la montaña a dar una vuelta por ahí y vieron que había gente esquiando, entonces ellos se fabricaron sus propios esquís con maderas, hierros… que se encontraban por ahí. Desde entonces empezaron a esquiar todos los días con sus nuevos “esquís”, hasta que un día aparecieron unos ojeadores de la famosa y querida marca Rossignol. Entonces fue cuando les dijeron de entrar en su club, que les buscarían alojamiento y lo que les hiciese falta. Como estaban en paro, sin casa… aceptaron la oferta. Les buscaron un alojamiento por esa zona, como el que Rossignol les había dicho antes. Pin y Pon estaban contentísimos porque después de tanto tiempo ya tenían hogar y “trabajo” Les pagaban bien y encima se harían populares por todo el mundo como ellos querían.

Al cabo de unos días les llamaron para ir a una competición de España en Astún (Huesca), era una pista bastante difícil porque la nieve estaba muy dura, resbalaba mucho pero aún así Pin consiguió ganar, dejando en 2ª posición a su hermano Pon, le ganó por unas centésimas de segundo. Los dos, orgullosos de haber subido al pódium lo celebraron a lo grande con su club, se fueron por ahí de cena con sus compañeros de club y tomaron unas copas en un bar cercano de sus casas, era bastante caro pero lo pagó el club porque sus dos recientes fichajes ya habían logrado su primera victoria en su 1ª carrera. Todos estaban muy satisfechos excepto July, un compañero suyo del club, que se había puesto celoso porque hasta entonces había ganado todas las competiciones a las que había asistido. Había sido campeón del mundo 3 veces consecutivas, 8 veces campeón de España y 7 veces campeón de Europa, era un esquiador buenísimo y famosísimo en todo el mundo, le patrocinaban muchas marcas conocidas como por ejemplo, Roxy. Le querían y le conocían en todos los lugares del mundo, le conocían hasta en algunas partes del famoso desierto del Sahara.


Al cabo de dos semanas los llamaron para competir por el famoso título Europeo. Era en los famosos y peligrosos Alpes Franceses, esas pistas son muy difíciles porque son muy empinadas y hay muchas rocas, por eso hubo algún herido pero no se paró la competición y siguieron compitiendo con normalidad. Ese título era bastante difícil, Pin y Pon y July iban muy igualados hasta la recta final que Pon los adelantó y se colocó líder en la competición Europea, y así fue como Pon ganó su primer título en el club. Al día siguiente les llamaron los de Roxy a Pin y a Pon para decirles a ver si querían pertenecer a su club y competir en el campeonato mundial que era dentro de un mes en Canadá, ellos aceptaron la oferta y se alegraron muchísimo porque les pagarían bastante más y porque se harían populares por todo el mundo como ellos querían. Los dos satisfechos de haber aceptado la oferta se fueron a tomar unas copas a una discoteca cercana que era conocida por sus peleas, líos…

Pin y Pon iban a salir de la discoteca cuando de repente Pin se tropezó con un hombre y le tiró la copa al suelo; entonces fue cuando el hombre le dio una paliza y lo dejó paralítico, le inmovilizó dos piernas y sólo podía moverse en silla de ruedas.

Su hermano Pon se quedó muy dolido por dentro porque no pudo hacer nada y había visto a su hermano sufriendo…

Quedaba tan sólo tres semanas para el campeonato y Pon no sabía si competir o no porque decía que le daba pena que su hermano no estuviera compitiendo y él sí.

Su hermano Pin le decía a Pon que compitiera y que intentase ganar la competición porque era su sueño y no tenía que desaprovechar esa oportunidad. Los de Roxy como habían visto que los dos eran muy buenos y que los dos querían competir por el título mundial, pues le dijeron a Pin para competir en la modalidad de minusválidos. Pin muy satisfecho, aceptó la oferta y se puso muy alegre porque se cumpliría su deseo de hacerse popular por todo el mundo. Empezó a entrenarse duro aunque fuese distinta modalidad para el gran día igual que su hermano Pon.

Aunque fuese otra modalidad y le fuese todo muy bien tuvo algunos problemas físicos porque acababa de salir del hospital y se le hacía todo muy raro, pero gracias a la ayuda de su hermano y su ilusión por competir en ese campeonato le dieron la vuelta a todos sus problemas y decidieron que lo mejor para todos era que compitiesen para conseguir la victoria.

Más tarde se enteraron de que July también iba a pelear por el título.


Llegó el gran día, era el momento, les tocaba luchar por el título y darlo todo. Primero, competían los minusválidos y luego los no-minusválidos. Era la hora de que Pin lo diese todo, había llegado la hora. Tras el disparo de salida, Pin salió como un rayo a por el oro, no fue tan fácil como él pensaba. A pesar de todo lo consiguió, el oro era suyo, había cumplido su sueño, se haría popular por todo el universo.

A continuación, salió Pon, iba de los últimos pero cuando por megafonía anunciaron que su querido hermano había conseguido el oro, esto le dio fuerzas para adelantar a todos y colocarse líder como su hermano. Los dos se subieron al pódium y lo celebraron a lo grande, se había cumplido su sueño y ya eran populares. July se alegró y les dio la enhorabuena a pesar de ponerse celoso, sabía que eran compañeros de club y sobre todo amigos, que era lo que más importaba.

Con todo esto, Pin y Pon aprendieron que aunque la vida sea dura puedes conseguir lo que más desees, casi todos tus sueños se harán realidad con el esfuerzo necesario.

Y July aprendió que lo importante no es ganar, sino luchar

lunes, 21 de febrero de 2011

Cómo potenciar el apego seguro en los niños (III y final)

La reparación de las disrupciones en la conexión. Este elemento, explicado por Siegel en "La mente en desarrollo", consiste en la tarea educativa y emocional que los padres y cuidadores han de poner en práctica con niños que presentan un apego desorganizado. Reparando esas conexiones comunicacionales, es como el niño podrá ir avanzando hacia representaciones seguras de sus nuevos progenitores.

¿Qué son las disrupciones en la conexión cuidador-niño? Son típicas de progenitores con apego desorganizado o no resuelto. Padres desorientados, desorganizados y/o perturbados que no han establecido conexiones sintonizadas con sus hijos. Al contrario: han provocado severas disrupciones (rupturas bruscas) en esta conexión. Siegel nos lo explica con este ejemplo: Pensemos en un hombre (que es padre actualmente) que fue objeto de los estallidos alcohólicos, en su niñez, de su padre borracho y furioso. Su distante madre era incapaz de protegerlo, y él era vulnerable a los imprevisibles caprichos de su padre. Este hombre como decimos, tiene actualmente una hija, y ésta, como hacen a menudo los niños, insiste en que las cosas se hagan a su manera. Al padre de esta niña le costaba ser flexible (como consecuencia de su historia con su padre alcohólico). La irritación de su hija hacia él (irritación infantil normal) le hacía sentirse rechazado, y ponía en marcha los patrones de cambios abruptos en su estado mental y las reacciones de ira que establecieron el patrón de apego desorganizado. La percepción de la respuesta de su hija iniciaba una cascada de activaciones en la memoria implícita (la que contiene los recuerdos de sensaciones, emociones… y de la que no somos conscientes que estamos recordando, no supone un recuerdo activo y consciente) Él se veía inundado por una respuesta emocional que rápidamente cambiaba su estado mental. En algunos casos, tal cambio podía parecer la entrada en un estado de mente congelado o equivalente al trance. En otros casos, el cambio podía revelar la repentina aparición de una ira explosiva. En esta situación, se sentía superado por las memorias implícitas y repentinamente cambiaba al estado mental infantil en el que se encontraba con la vieja y familiar sensación de rechazo, miedo, ira y desesperación. La subsiguiente percepción de la irritación de su hija como ira hacia él le inducía a sentirse humillado. Antes de poder salir de esta avalancha, se enfurecía, y este estado de alteración le llevaba a comportarse de un modo terrible con su hija. Literalmente se encontraba fuera de control.

Con estos cambios (como el padecido por esta hija) en la conexión con el adulto, no contingentes, nos dice Siegel, la mente del niño puede ser incapaz de desarrollar transiciones suaves y mostrará también cambios abruptos y, a veces, caóticos de estado, los cuales se observarán ya desde el primer año. Adicionalmente, el niño puede comenzar a reproducir un estado desorganizado como un patrón repetido y aprendido de activaciones neuronales. El niño aprende a recrear la conducta incoherente del progenitor sintonizándose con los cambios caóticos en el estado parental.

Por ello, los padres adoptivos y educadores que tienen hijos o cuidan de niños con patrón de apego desorganizado se asombran y asustan, también sienten desconcierto y sensación de incontrolabilidad, cuando el niño (que no ha podido reparar con otras experiencias) muestra cambios repentinos y abruptos de comportamiento: de repente, se escapa, sin que sepamos muy por qué. Pasa de abrazarnos y decirnos que nos quiere y ser los mejores padres, a en breves minutos, mostrarnos un odio, ante una situación de frustración, enorme. "Solamente le dije que no dejara el plato sucio encima de la mesa, con una leve elevación de voz, y ello desencadenó una respuesta violenta: tiró los platos, los cubiertos al suelo, gritaba, nos amenazaba…"

Situaciones de este tipo pueden ser explicadas (también habría otras causas) desde el apego desorganizado.

¿Cómo ayudamos a tratar de pasar de un modelo de representación mental desorganizado a otro más seguro? Cada caso requiere una evaluación individualizada, es difícil dar pautas generales. Suelen ser los perfiles más graves de apego y los más vinculados a la psicopatología (la evaluación también requiere determinar si concomitantemente existe psicopatología asociada o no), pero no por ello debemos desalentarnos y pensar que no se puede hacer nada. El mismo Siegel y otros autores nos dicen que es posible pasar de un apego desorganizado a uno seguro porque el cerebro muestra su plasticidad a lo largo de toda la vida. Al menos podrán coexistir dos modelos mentales: el desorganizado, que siempre puede activarse, mucho más cuanto menos tiempo de buenos tratos lleve el niño, con el seguro, que progresivamente se irá instalando en la mente del menor con nuestras pautas educativas y nuestros cuidados.

Lo que recomiendo, en base a mi experiencia de tratamiento, son las siguientes orientaciones. Reflexionad sobre ellas para vuestro caso concreto y hacedlas vuestras, si os convencen. No olvideis que cada niño es un mundo:

- Predecibilidad y consistencia en las respuestas comunicativas en la educación del niño y en las pautas normativas. Adelantar y hacer predecible qué se espera de él y qué se puede y no se puede hacer.

- Cuidar en la comunicación los cambios de rutina, las modificaciones en los planes. Generan gran inseguridad y pueden desatar una respuesta desorganizada caótica, agresiva, irascible e incluso en algunos niños, desconectada (disociada), como si no estuvieran presentes, distanciados de sus procesos mentales.

- Cuidar los tonos de voz, los gestos, los movimientos… suaves, calmados, tranquilos pero firmes. Firmes no es duros, sino seguros, asertivos. Hacer predecibles nuestras acciones y anticiparlas en voz alta al niño.

- Las situaciones de intolerancia a la frustración: son las más complicadas y las que pueden disparar una respuesta disruptiva. Ser flexibles cuando hay que serlo y firmes cuando no. Normalmente lo más adecuado es mantener la firmeza y la autoridad en cuestiones cotidianas relevantes.

- En los momentos de agresividad, es cuando más miedo probablemente siente el niño. Tratar de calmarle con las palabras y no entrar en la discusión. Afirmar que sentimos que no le guste lo que le proponemos (si es una norma) pero que se debe hacer por la razón que esgrimamos. Pero no entrar en la discusión. Hay que evitar entrar en la escalada que el niño nos propone. Si se desata ante nuestra consistencia y firmeza una respuesta agresiva, entonces es necesario contener al niño físicamente, lo cual no significa hacerle daño, sino sujetarle físicamente para que evite dañar o dañarse. Un contenedor físico es un precursor de un contenedor emocional que necesitan vivir. Anticiparle de antemano que cuando haya una situación en la que se muestre con rabia y pueda hacer daño o dañarse, se le sujetará pero para pararle, nunca para hacerle daño. Evitar los castigos físicos (tortas, etc.) Gatillan más la cólera del niño y le confirman en su modelo mental de que el adulto es maltratador (lo que han vivido en su pasado) Hay que sujetarles hasta que suelten toda la rabia interna y se calmen o rompan a llorar.

- A veces, nuestra consistencia la agradecen. El hecho de que nos vean consistentes y firmes pero no entrando en su espiral de maltrato (la cual activan en los cuidadores por los modelos parentales inadecuados interiorizados) es un comienzo para ganar en contención y confianza.

- Precisamente, de confianza se trata. Cuando la vayan interiorizando, mejorará la relación con nosotros y puede aparecer el afecto.

- A veces, transmitirles que están muy alterados (y nosotros también) y que vamos a serenarnos parando un momento (no dejándole yéndonos de la habitación porque pueden vivirlo como abandono) y esperando a calmarnos, puede resultar con algunos niños. Por ejemplo: “No te quieres poner las zapatillas e ir a clase hoy. Bueno, yo me voy a enfadar y tú también. Algo te debe de pasar hoy, así que esperaremos aquí sentados con calma a que estemos tranquilos y te pongas el calzado” A veces, tenemos prisa porque nos puede el día a día, pero yo siempre insisto en lo mismo: si hay que llegar tarde se llega, lo importante es no caer en esa espiral de “pelea” con el niño. Este no está seguro del adulto muchas veces y aferrarse en sus percepciones y tomar el control es lo que le da seguridad. Cuanto menos tiempo de convivencia lleve con nosotros, más desconfiará y no estará seguro de cómo le trataremos porque en su mente está representada la imagen de un progenitor dañino junto sentimientos de ira, miedo, dolor… Hace falta años para llegar a confiar.

- Comprender y tener presente siempre que las conductas negativas del niño derivadas de un apego desorganizado son producto de un sufrimiento, y que fueron sus mecanismos de adaptación en un entorno hostil. La biografía del niño y sus experiencias son determinantes en la aparición de estos comportamientos, no hay nada malo interno en el niño. Ayudarle al menor a que haga esta lectura para evitar la gestación de un autoconcepto de “niño malo”

- Paciencia, paciencia, paciencia…. (seguid hasta el infinito) Y perseverancia, perseverancia, perseverancia (seguid hasta el infinito) E incondicionalidad (seguid hasta el infinito) A pesar de todo, hay que evitar el sentimiento expulsivo que estos niños pueden llegar hacernos sentir y transmitirles que sus conductas no nos gustan porque son dañinas (vamos a trabajar con él para que aprenda otros comportamientos, no olvidemos que los suyos son propios de un aprendizaje en un contexto de supervivencia) pero siempre le vamos a querer y aceptar, ayudarle y estar ahí. Precisamente esta es la fórmula que propone, entre otras muchas valiosísimas cosas, en su libro "Indómito y entrañable. El hijo que vino de fuera” el autor José Ángel Giménez Alvira que cuenta su experiencia de crianza y vinculación con su hijo adoptado a los nueve años víctima de malos tratos antes de la adopción. Magnífico libro y guía que recomiendo desde ya.

Hay más pautas y orientaciones que se pueden proponer para este perfil de niños con apego desorganizado con rasgos punitivos, espero con interés las que queráis plantear en los comentarios para que todos nos beneficiemos de las mismas. Previa reflexión, claro está.

Termino esta trilogía sobre cómo potenciar el apego seguro en los niños y la semana que viene estoy aquí de nuevo con una delicatessen: un cuento hecho por una niña que acude a psicoterapia conmigo, ejemplo de narrativa resiliente.

lunes, 14 de febrero de 2011

Cómo potenciar el apego seguro en los niños (II)

Co-construir la narración. Un tercer elemento que define un apego seguro es la construcción de una narración integradora que dé sentido al sí mismo. Siegel nos dice que las narraciones se han podido originar como una parte fundamental del discurso social. El proceso mismo de la narración es inherentemente social. Los procesos fundamentales implicados en la narración facilitan la integración de la coherencia de la mente (un apego seguro crea una mente coherente)

Las personas, prosigue Siegel, tratan de dar sentido al self (sí mismo) en el pasado, el presente y anticipar el futuro. La capacidad de la mente para crear el mapa global de uno mismo a lo largo del tiempo es una característica esencial y necesaria para lograr tal coherencia de la mente.

El hemisferio izquierdo es quien fundamentalmente comprende las relaciones causa-efecto, necesarias para el proceso narrativo y su comprensión. En él reside la capacidad del lenguaje, instrumento a través del cual tenemos la gramática de la narración. Pero para que una narración sea coherente necesita de la participación del hemisferio derecho (que es el hemisferio que participa en la función reflexiva que describimos la pasada semana, la que es capaz de atribuir al otro deseos, emociones, intenciones y comprender las motivaciones humanas, esto es reconocer al otro como una mente independiente)

El hemisferio izquierdo es el mediador principal para codificar nuestra autobiografía (los hechos, los datos, las circunstancias…) y el derecho es el responsable del recuerdo y nos da la habilidad para hacer el viaje mental a través del tiempo y gracias al él nos representamos a nosotros mismos en el pasado, en el presente y en el futuro. El hemisferio derecho contiene además el recuerdo de las emociones, las sensaciones (olores, sabores, visiones…) almacenadas en la memoria llamada implícita.

¿Qué ocurre con los niños y adultos que soportan en sus espaldas historias de vida cargadas de periodos en los que han estado presentes los malos tratos, el abandono? ¿Qué ocurre con los niños que han cambiado de cuidadores varias veces? ¿Qué sucede cuando los sucesos tóxicos le sobrevienen cuando es muy pequeño, tiene 1 ó 2 años? ¿Qué le sucede al niño que no tiene una narración resiliente de su adopción/acogimiento? Que no desarrolla una narrativa que integre y de coherencia a todos esos sucesos, con lo cual su identidad y sentido de sí mismo no están construidos. Su mente estará más desorganizada.

El relato que él tenga y se haya hecho de sí mismo puede estar lleno de fantasía. O presenta lagunas: sabe algunas cosas, otras no quiere saber (o no sabe) y se inventa él mismo los elementos. Hay que comprender esto y proceder muy despacio y con sensibilidad. Esto son mecanismos adaptativos que hay que comprender y no censurarle al niño por ello. "Cuando no sabemos bien qué nos ha pasado o lo que vivimos es duro y duele, es normal que nos inventemos cosas para calmarnos o encontrar una explicación", les suelo decir yo, aliándome con su mecanismo para tranquilizar la angustia de sentirse con un sentido difuso de uno mismo, de no saber muy bien qué les ha pasado pero intuir y sentir que es malo y duele, que es como un espejo roto de elementos verbales y no verbales dolientes que hay que recomponer como se restaura una obra de arte: con mucha mucha delicadeza. Crecer así es muy desorganizador. Los niños comienzan con preguntas a los padres adoptivos, de acogida o a los educadores. O de repente, "sueltan" algunos aspectos de lo que han visto, oído, vivido o padecido, a veces de una manera deslavazada, suelta, un tanto descarrilada, mostrando angustia, pena y/o rabia. O no expresando emociones, también. Otros no quieren hablar de ello, nunca preguntan. A veces lo sueltan como si a ellos no les hubiera ocurrido eso, como si fuera a otros a quienes les ha pasado. "La primera vez que solté a mis padres que habían abusado de mí en la infancia, viendo un reportaje en la televisión, hablaba como si no fuese a mí a quien le hubiera pasado. Tuve que trabajar en terapia para vencer esa suerte de disociación" - me dijo un día un joven contando su experiencia.

Por lo tanto, un trabajo necesario, ineludible y sanador para el niño es la co-construcción de una narrativa porque ello le dará sentido de sí mismo a lo largo del tiempo y organizará su mente. Le proporcionará la seguridad de construir su identidad y fomentará un apego seguro a los cuidadores.

No hay que tener miedo a que el niño acceda a su historia, si se hace bien. Tarde o temprano se enterará de una manera abrupta o se inventará él mismo cosas peores que lo real. "El horror de lo imaginario es terrible, el horror de lo real tiene un punto de esperanza", nos recuerda siempre Cyrulnik. Los padres se asustan muchas veces, es comprensible pues tienen miedo de que eso dañe a su hijo o les aleje de ellos. Pero suele ser al contrario. Todos necesitamos saber quiénes somos y qué nos ha pasado. E integrarlo en una narrativa coherente y con sentido. Hay que ir explicando al niño con mucho tacto y mucha empatía lo que demande saber (pero no sólo esperar a que él pregunte, sino nosotros mismos adelantarnos y hacerle saber que se puede hablar con naturalidad, decirle que habrá muchas cosas sobre él y su vida que estaríamos dispuestos a explicarle, tomar la iniciativa como adultos, porque hay niños que pueden preguntar pero otros no lo hacen por muchos motivos) y crear una narración. Pienso que es necesario hablar de ello con naturalidad, creando un clima en el que el niño sienta que puede hablar con sus padres y sentirse comprendido por ellos, su disponibilidad incondicional ante lo que le ha pasado y sufrido. Y el adulto debe estar preparado para escuchar y contener lo que surja. Esto es muy importante pues si el niño nos percibe seguros, él dará el paso con seguridad. Los climas familiares en los que el niño adoptado o acogido siente que no sienta bien a sus padres o cuidadores hablar o preguntar sobre su vida e historia, generan niños que van desarrollando síntomas y malestar que puede exteriorizarse o interiorizarse de muchas maneras.

Por ello, con la información que disponemos (a veces, sabemos muy poco; hay que narrar lo que sabemos y lo que no se sabe, decirle al niño que lo desconocemos y sobre todo transmitirle que lo sentimos, que sentimos mucho el dolor que ello le pueda generar. La empatía y calmar el dolor emocional es muy sanador. De todos modos, recomiendo estudiar cada caso concreto para elegir bien cuándo se le transmite y qué se le transmite, a cada etapa del desarrollo hay que ir adaptando la explicación) yo suelo proponer crear una historia (incluso escenificarlo con personajes, poniéndoles nombres, con casitas, árboles, lugares que recreen sus circunstancias...) que refleja la vida del niño pero a través de los personajes. Esto ayuda a que éste se proyecte en un tercer elemento y no se traumatice. También es bueno que el niño participe en la historia para que desarrolle sentimientos de control. Es fundamental que sienta
que sentimos lo que siente, empatizar, para ayudarle a contener y manejar la angustia y que la libere.

También hay una técnica que mi amiga y colega, mi maestra en psicoterapia, Maryorie Dantagnan propone a los padres adoptivos que es la creación del álbum de historia de vida en el que se van consignando con fotos, textos, palabras y dedicatorias de los padres, billetes de avión y otros documentos el álbum cronológico de la historia del niño. En este contexto se aprovecha para contarle su historia y hacer la narración que dé sentido a su vida. Para mí la empatía es clave en todo el proceso: apega al niño al cuidador. Cómo se dicen las cosas, la seguridad y comprensión que despertemos en el niño son vitales. Si éste siente la empatía, sentirá la seguridad y podrá manejar la angustia o los sentimientos negativos que le surjan.
Si la historia de vida a trabajar es muy dura y traumática, es necesario recurrir a la ayuda profesional donde el niño o el adulto tenga un espacio contenedor y de seguridad para hacer este proceso en colaboración con los padres, educadores... Yo he ayudado en este trabajo terapéutico a muchas personas, es muy duro porque sufren mucho pero a la vez es tremendamente liberador y curativo -si se hace bien, insisto- Con las personas severamente traumatizadas hay que obrar según unas pautas de tratamiento. Es importante proveer al niño de las herramientas que le faciliten y le den seguridad para este trabajo: unos se manejan mejor con las palabras, otros con el juego u otras técnicas no verbales. Y es un requisito imprescindible hacerlo si el niño o el adulto muestran estabilidad emocional, la relación terapéutica está construida y es sólida y confiable y tiene personas que le acompañen, cuiden y satisfagan sus necesidades. Asimismo, hay que atender a las emociones que surjan y ayudar a la persona a que las integre. Porque inundar a alguien de emociones desbordantes referidas a su dura historia es dañino y no es el objetivo. El objetivo es la integración. Previamente hay que haber trabajado con la persona recursos psicológicos para el manejo de las emociones, para saber regular el malestar. Y no se trata de inundar sino de que aprenda, como decimos, a integrar regulando las emociones que se elicitan.

Termino con Siegel: “La escritura de un diario o la comunicación íntima con los demás, que suelen ser procesos narrativos, tienen efectos poderosamente organizativos sobre la mente: nos permiten modular nuestras emociones y dar sentido al mundo”

Continuaré en una tercera parte, hablando del último elemento que define un apego seguro la semana que viene.

lunes, 7 de febrero de 2011

Cómo potenciar el apego seguro en los niños (I)

Daniel Siegel, en “La mente en desarrollo”, nos explica magistralmente cuáles son los cuatro elementos que componen un apego seguro en el niño: la sintonización emocional; el diálogo reflexivo; la co-construcción de la narración y la reparación de las disrupciones en la conexión. Hoy me dedicaré a las dos primeras y la semana próxima al resto. Y procuraré exponerlas de una manera sencilla para luego comentaros cómo se puede aplicar en el día a día con los niños.

La sintonización emocional. Consiste en la comunicación de un niño con un adulto que sea capaz de alinearse contingentemente con los estados mentales del primero (principalmente sus emociones…) y hacerle sentir que los siente. Estas comunicaciones son conexiones hemisferio derecho del cerebro del adulto con hemisferio derecho del cerebro en desarrollo del niño. Esta comunicación sintonizada emocional actúa como un potente regulador del niño y como un filtro estabilizador.

Los niños con apegos inseguros no han tenido suficientes experiencias óptimas de sintonización emocional: estas han sido intermitentes y/o no contingentes con el estado interno del niño (su primer cuidador se comunicó de manera salteada y/o lo hizo cuando el niño necesitaba recogimiento interior y no se le respetaba) También pudieron ser comunicaciones de naturaleza invasiva, contradictoria y hostil. En este caso, el niño pudo desarrollar y mantener cambios abruptos en su estado de mente (de repente, de estar tranquilo, puede pasar a enfurecerse terriblemente sin motivo aparente o por un motivo nimio)

Es muy importante para fomentar un apego seguro con los niños que no lo han desarrollado utilizar la sintonización emocional. Yo lo hago a diario en la terapia con todos y de, por ejemplo, esta manera: (1) En el juego, reflejando su felicidad con palabras: “Siento que estás feliz con eso”, acompañándolo con una sonrisa (2) Si han tenido un mal día y se han peleado con alguien o han tenido problemas de comportamiento, trato de reflejar su sentir a modo de hipótesis: "Siento que algo te tiene que pasar para comportarte hoy así” (3) Si me hacen una revelación importante, les devuelvo feedback: “Has sido un valiente, siento que ha sido difícil para ti pero has podido hacerlo” ; “me imagino que habrá sido duro para ti vivir todo eso, siento que has tenido que sufrir mucho solo” (4) Ante cualquier comportamiento, reflejándolo y devolviendo cómo se puede sentir y hacerle notar que uno lo siente también: “Has cogido el cuento de las caras, siento que es algo que te gusta mucho, yo también me siento así” "Quieres que deje entrar a tu amiga a la terapia (una adolescente) y siento que te enfadas pero no puede ser porque este sitio es sólo privado para ti"

El niño tiene que notar que nos conectamos con su sentir y su mundo interior. En el caso de las conductas negativas, es importante esta devolución junto con la calma y la firmeza: “No me ha gustado que hagas eso de tirar las cosas al suelo, siento que estabas enfadado pero no debes sacar tu enfado así"

Hacer esta sintonización es algo intuitivo y hay que elegir bien el momento en el que se hace, que intuyamos que el niño se puede mostrar receptivo al mensaje de conexión. Si el niño está muy alterado y fuera de sí de manera agresiva, será necesario primero que le hagamos una contención física (sin dañar) y luego devolver a modo de hipótesis lo que creemos que sentía y le pasaba, de manera indirecta, diciéndole si a él le podría o no pasar eso. Pero sobre todo que sientan que sentimos que se sientan así (No olvidemos que los niños con apego inseguro cuanto más agresivos se muestran en realidad más vulnerables y más miedo tienen interiormente; por ello, es clave que como adultos nos tranquilicemos y no entremos en el castigo rápido o en la "escalada de poder" ni en la discusión sino en calmar o contener físicamente y después, cuando sea el momento, reflejar, sintonizar con qué pudo ocurrirle. Sintonizar también es saber elegir el momento y lo que se dice y saber si la persona, el niño en este caso, está dispuesto y preparado)

Lo que transmitimos fundamentalmente es un mensaje de empatía, de que nos ponemos en sus zapatos.

Diálogo reflexivo. Las mismas palabras lo dicen: hablar con otra persona pensando detenidamente, indagando en los estados internos del sujeto. En otra ocasión he explicado este concepto desarrollado por Peter Fonagy en su libro “Teoría del apego y psicoanálisis”

Es un concepto muy relacionado con el elemento anterior, pues cuando se dialoga también se entra en sintonización emocional.

La función de la madre o del cuidador es la de reflejar el estado interior del niño sin invadirlo y a la par, poner palabras reflexivas a lo que el niño siente, piensa, hace. La madre se lo comunica contingentemente a lo que siente que el niño puede sentir o pensar, pero sin invadir, sin imponer, respetando al niño porque le reconoce como una mente independiente, que tiene deseos, emociones, intenciones… Ella o él (si el hombre es el cuidador) le ayuda a desarrollar esa mente y a comprender y comprenderse. Aquí están, pues, los fundamentos de la persona y de las primeras herramientas que son la base para de adultos, entender los fundamentos de la cognición social, del relacionarnos y entender y regularnos interpersonalmente con los demás. Y he aquí una de las principales causas por las que los niños con problemas de apego tienen tantas dificultades en las relaciones sociales posteriores.

“¿Sientes frío mi niño?” “Te has asustado con el ruido, verdad. Mamá cierra la ventana” “Estás contento porque ha venido tu tío, estabas pensando que ya era hora de que viniera, ¿eh?” “Te tiene que doler la tripa porque has echado la comida fuera, tranquilo que mamá te lleva al médico y te cura” etcétera.

Estas frases que la madre transmite al niño fomentan la función reflexiva y le ayudan a conocer sus estados internos y, por ende, los de los demás. Se dirige al niño como una mente independiente y explica sus estados. No hace una proyección de ella misma (inadecuada, invasiva) en el niño. El niño le responde con balbuceos, sonrisas, llanto… Después con palabras, cuando crece. Y cuando ya es más mayor la función reflexiva se amplía y se hace más compleja.

Los niños víctimas de malos tratos y de abandono han carecido de función reflexiva. O no la ha habido suficientemente o se han tenido que desconectar de ella para protegerse porque el adulto no la ejercía sino que invadía. Es por ello por lo que algunos de estos niños dan la impresión de no ponerse en el lugar del otro. Esto debe de comprenderse así.

Con paciencia, para hacer el apego más seguro, hay que fomentar esta función. La vida cotidiana nos da mil oportunidades: Si tiran un jarrón porque querían coger algo que les gustaba mucho, hay que decirles que no se debe de hacer eso, pero hay que ir más allá: “Lo más seguro pensabas 'quiero ese juguete', pero no miraste que podías tirar el jarrón que es una cosa que nos gusta mucho y nos da pena que se rompa” Aquí el niño empieza por el largo camino de darse cuenta de que los demás tienen un mundo interno y que no sólo existe el suyo, mundo propio que por otro lado, no siempre conoce. La función reflexiva ayuda a conocer el propio y el de los demás porque sucede en una relación: la de apego.

Os dejo con esta reflexión de Siegel: "La comunicación con un progenitor, en otras palabras, capacita al niño para alcanzar una sensación de coherencia ante los confusos cambios que se producen en los mundos internos y externos ¿Es posible que las experiencias relacionales tempranas de un niño con comunicación contingente y diálogo reflexivo faciliten el desarrollo de una "voz interna" que se dirija al self (sí mismo) desde la perspectiva de una tercera persona y le ayude a integrar un sentido de coherencia?"

Espero y deseo que os haya sido interesante y útil.

martes, 1 de febrero de 2011

La calidad del apego en los niños adoptados

Habitualmente suelo dedicar en el blog entradas a los niños adoptados tratando multitud de aspectos que atañen a su desarrollo y características. Uno de los aspectos al que más tiempo dedico es, como sabéis, al apego. A veces puede dar la impresión de que cometo errores de sesgo perceptivo, en particular el de la sobregeneralización. Creo que ya lo he aclarado: soy plenamente consciente de que la realidad de la adopción es diversa y que no todos los niños presentan ni el mismo tipo de dificultades ni problemas en la esfera vincular. Y que algunos ni siquiera los presentan. Pero otros sí, y a veces, como he podido comprobar en mi consulta, los problemas emocionales y del comportamiento derivados de un apego disfuncional son severos. Máxime cuando nos encontramos con niños con trastorno de apego reactivo severo (tanto el subtipo inhibido como el indiscriminado) De estos subtipos hablaremos en otro momento. Por otro lado, los padres necesitan ayuda porque han de aprender una tarea educativa que no es fácil.

También quiero aclarar -con respecto a la entrada publicada la semana pasada que versaba sobre los efectos de la institucionalización de los niños en los orfanatos de Rumania dando cuenta de los resultados de un amplio y riguroso estudio- que los efectos negativos de la institucionalización se producen cuando ésta es de mala calidad, cuando los niños no están bien atendidos en sus necesidades físicas y afectivas. La institucionalización de buena calidad –como la que tenemos en la provincia de Gipuzkoa y la cual conozco muy bien y de cerca- puede ser una alternativa positiva en muchos casos, bien de manera temporal o definitiva. Una persona que dejaba su comentario lo escribió bien claro: uno de sus hijos había estado con una familia de mala calidad antes de la adopción y presentaba más problemas en comparación con su otro hijo que había estado en una institución de calidad.

Ya que habitualmente hablo de la realidad de mis pacientes (muchos son adoptados, tengo una auténtica ONU en mi consulta y estoy orgulloso de poder ayudar a estos niños, sobre todo a los que llevan encima de sus espaldas la pesada carga del maltrato) y evidentemente se puede producir en mí el error de pensar que todos los niños adoptados tienen problemas con el apego porque me refiero siempre a una población clínica, hoy os quiero ofrecer los datos que nos aporta la investigación. Para ello recurro a un magnífico libro editado recientemente por ediciones Pirámide, titulado “Vinculaciones afectivas”, de las autoras y profesoras universitarias María Josefa Lafuente y María José Cantero, que en este tema son expertas. María José Cantero tiene publicado además, un cuestionario de apego adulto que resulta una medida de autoinforme válida y fiable. El libro es para profesionales y realmente es muy completo, amplio y bien documentado. Sirve, a modo de manual, para repasar la teoría del apego y sus aplicaciones, y para estar al día de los nuevos desarrollos en una de las teorías que como dicen las autoras, se revela como la más importante y prometedora. Sin duda estoy de acuerdo. Añadiría que es la más bonita y apasionante. Es una pena que haya sido relegada a un estatus inferior por el psicoanálisis y que en clínica haya despertado menos interés que en psicología evolutiva.

La calidad del apego en los niños adoptados

Las autoras del libro "Vinculaciones afectivas" nos dicen que los resultados de los pocos trabajos que se centran en el apego no tienen resultados coincidentes. Los estudios tienden a detectar mayor riesgo de apego inseguro cuando la adopción se produce a una edad avanzada y/o cuando ha habido privación severa. Como veis, corrobora lo que observamos en consulta: la mayoría de nuestros jóvenes pacientes, cuando los padres piden consulta y tratamiento, tienen esta doble característica o sólo una de las dos.

Un metaanálisis (un análisis de una multitud de estudios de investigación) realizado por Van Ijzendoorn (experto en apego, habiendo realizado múltiples estudios en el área de la adopción) concluyó que en los niños adoptados hay una proporción menor de apegos seguros que en los niños no adoptados (47 por 100 frente a 67 por 100)

Las variables más influyentes en la formación de un apego seguro entre el niño y sus padres adoptivos, nos dicen las profesoras en el mencionado libro, fueron la existencia o no de una historia de abuso previa a la adopción, la experiencia o no en instituciones de mala calidad, el número de hogares de acogida por los que había pasado, la cantidad de tiempo que pasaban el niño y los padres adoptivos juntos, la calidad de la comunicación entre ellos y la confianza mutua y el tiempo pasado en el hogar adoptivo. Existen, pues, también, variables referidas a los padres, a la tarea que deben de realizar para ir transformando la experiencia vincular insegura del niño con sus cuidadores primarios en experiencia segura con los cuidadores actuales. Ello es posible, como ya hemos dicho en otras entradas.

Por lo tanto, existe más probabilidad de desarrollar un apego inseguro cuando la institucionalización es prolongada y de mala calidad, y cuando existe una historia de abandono y/o malos tratos. Además, los padres han de ser conscientes de ello y entender las dificultades de su hijo desde este prisma, tratando de constituirse en las figuras reguladoras del niño el tiempo que necesite.

Las autoras concluyen con estas palabras: "Lo cierto es que aunque la adopción sea una buena salida, con muchos beneficios potenciales para el niño y para los padres adoptivos, no es fácil ni es siempre el paraíso que esos padres esperaban con tremenda ilusión. Cuando los menores han sufrido en su vida pasada experiencias de maltrato, abuso y/o negligencia severa, aunque cambien a una familia que les proporcione un entorno de cuidado, atención y cariño, no van a adquirir seguridad en un tiempo breve, sino que probablemente durante un período bastante prolongado presenten una organización afectiva mixta, en la que conviven dos formas de organización. La interiorización de la no disponibilidad, el rechazo o el abuso del cuidador no da paso con facilidad a la disponibilidad, aceptación e incondicionalidad de los cuidados y del afecto, al menos en el período de los dos primeros años de vivir la nueva situación" Yo añadiría que a veces, en casos muy graves, el periodo es mayor que dos años.

Personalmente, estoy de acuerdo con esta conclusión y me alegra darme cuenta que coincide con la que vengo exponiendo en este blog durante estos años.