lunes, 20 de marzo de 2023

El apego en la adolescencia (I)


Os invito a visitar el blog de Janire Goizalde


https://plumaresilienteblog.blogspot.com

 

Hola y bienvenid@s a mi blog PLUMA RESILIENTE. En primer lugar, me llamo Janire Goizalde y tengo 24 años. Algunos me conoceréis por haber escrito un libro sobre resiliencia titulado “Una nueva vida florece. "Historia resiliente de mi adopción”, con José Luis Gonzalo Marrodán, un buen psicólogo y gran amigo. También han participado en este libro otros profesionales, cómo la psicóloga y psicoterapeuta familiar, Cristina Herce Sellán, que la admiro muchísimo, como profesional y como alguien cercana a mí. La razón por la que he creado este blog es porque la RESILIENCIA es una parte importante de nuestra vida. 


Para las personas que desconocen esta palabra, decirles que es la capacidad para superar situaciones adversas; por ejemplo, un trauma, una tragedia, muerte de un ser querido, problemas personales, laborales, familiares, etc. Por este motivo he querido crear un blog, ya que l@s que han leído mi libro saben que soy una persona que he hecho un proceso resiliente, por todo lo que he arrastrado de mi pasado. En el libro hay varios dibujos que he hecho sobre mis sentimientos, y me gustaría seguir compartiendo mis obras sobre cómo me siento con vosotr@s, por eso dedico este blog PLUMARESILIENTE a ello.





Para adquirir el libro de Janire Goizalde haz click AQUÍ

 




Hace mucho tiempo que no escribo sobre apego y me apetece hacerlo. Al mismo tiempo, pienso que la información que traslade aquí será también útil para vosotros y vosotras, familias y profesionales. Vamos a volver hablar sobre apego y adolescencia, tema que os recuerdo ya hemos abordado en el blog en tres artículos: 




Hoy os ofrezco un artículo que divido en dos partes. En la primera -que expongo a continuación-, me centro en la caracterización de la etapa adolescente y hago mención al modelo mental con respecto al apego de los adolescentes. Termino con una reflexión sobre por qué son tan altas actualmente las tasas de trastornos mentales entre los jóvenes. 

En  la segunda -en un próximo post-, hablaré sobre cómo se relacionan los adolescentes de apego seguro e inseguro, describiré qué ocurre con aquellos que arrastran heridas infantiles en el apego y ofreceré algunas orientaciones.

Para no hablar solo de mis experiencias en consulta privada con los adolescentes y sus familias, he querido documentarme sobre el tema y he dado con un excelente artículo del profesor Alfredo Oliva, Doctor en psicología y experto en adolescencia. Así, en este post me propongo transmitiros lo fundamental que él desarrolla en dicho artículo, junto con los aportes de otros autores (algunos de ellos citados por el profesor Oliva) y mi experiencia profesional de trabajo en psicoterapia con los adolescentes. Me gustaría también esbozar un intento de dar respuesta al por qué se ha resentido tanto la salud mental de los chicos y chicas, y si todo se asocia a lo que psicológicamente nos ha traído la postpandemia o hay otros factores asociados. 

Caracterización de la adolescencia y apego

En el artículo del profesor Alfredo Oliva, este nos dice que, durante la adolescencia, en relación con el apego, hay una disminución de la cercanía emocional, las expresiones de afecto (Collins y Repinski, 1994), la cantidad de tiempo que padres e hijos pasan juntos y un aumento de la necesidad de privacidad. Esto suele conllevar que los padres experimenten un sentimiento de pérdida de la niñez de sus hijos, para comenzar a verlos como personas cuyo deseo ya no pasa por convivir la mayor parte del tiempo con ellos. El interés se desplaza del ámbito familiar al ámbito de las relaciones de amistad, y los amigos -y las parejas que se formen- se pueden convertir también en vínculos afectivos sólidos y gratificantes; la necesidad de vincular se traslada con fuerza a otras personas, incluida el área romántica, impulsada también por la aparición de la pubertad, los cambios psicofisológicos y la emergencia de los impulsos sexuales. 

Además -nos dice el profesor Oliva- la comunicación también suele experimentar un ligero deterioro en torno a la pubertad, ya que en esta etapa chicos y chicas hablan menos espontáneamente de sus asuntos, las interrupciones son más frecuentes y la comunicación se hace más difícil (Parra y Oliva, 2007). Las discusiones y conflictos entre padres e hijos pasan a formar parte de la vida cotidiana en familia, especialmente durante la adolescencia temprana (Collins y Steinberg, 2006). Reflejan el choque entre la necesidad de apoyo parental en un momento en el que tienen que afrontar muchas tareas evolutivas y la exigencia de exploración que requiere la resolución de dichas tareas.

Por ello, no hay hogar donde no exista una tensión manifiesta u oculta entre la dificultad de los padres en aceptar que su hijo ha cambiado y el de los adolescentes de explorar el mundo, a la vez que ellos también han de hacer el duelo por el niño que acaban de dejar de ser, teniendo que asimilar muchos cambios físicos y psicológicos que en esta fase se producen. Las confrontaciones sobre la hora de llegada, el poco tiempo que pasan en casa, el posible descuido de los estudios y del orden en su habitación, la cantidad de horas que dedican al móvil y a las redes sociales, las discusiones porque la omnipotencia paterna/materna ha caído y ya no aceptan lo que digan sus padres, sino que tienen ideas propias y a veces contrarias… son habituales en los hogares de todo el mundo a estas edades. La imagen típica es la de un padre o madre hablando a un adolescente y este sin hacer caso y diciendo: "ya rayas" 

Foto Radio Polar

La pareja, antes volcada en los niños, ahora se tiene que mirar, de nuevo, la una a la otra, y si la llama que la mantenía viva se ha apagado mucho, puede surgir una distancia que antes no se percibía, a una edad en la que los padres llegan a la madurez de su vida, que coincide con el verdor esplendoroso del adolescente. Si la pareja no tiene estructura sólida, el adolescente encontrará fisuras por donde entrar, triangulará a los padres y se beneficiará de las posibles inconsistencias entre lo que uno y el otro digan y ordenen. Lo cual agravará los problemas y desorientará más al adolescente.

Al mismo tiempo, todos los riesgos posibles rodean al adolescente, y si la comunicación no resulta fácil con ellos, se colude con no hablar de temas que son importantísimos: las relaciones afectivo-sexuales, las redes sociales y cómo manejarse, las adicciones, las relaciones con los iguales, los estudios y su orientación futura… Todo ello va a requerir que los padres no se harten del adolescente, que no le lancen el peor de los mensajes que se le puede lanzar: “no te soporto”; “vete por ahí”; “haz lo que quieras” O que no se le diga nada, se le ignore y se le haga el vacío, de tal modo que en casa sienta que no puede contar con nadie ni confiar para buscar orientación y apoyo afectivo. Casi es peor hacerles el vacío y hacerles sentir que no son los hijos que queremos “porque no estudian…, etc.” que entrar al choque y discutir; porque, aunque nos podamos enfadar, siempre existe la posibilidad de reconocer que me disparé y dije cosas que no sentía, pudiendo reparar y volver a empezar. Es más fácil y seguro discutir con los padres cuando se sabe que se podrá seguir contando con ellos (Scharf y Mayselles, 2007).

Foto: Prezi


Para poder acompañar a los hijos en esta etapa -mucho más complicada en estos albores del siglo XXI que a finales del siglo pasado, porque nuestra sociedad es más compleja- es muy importante el grado de seguridad en el apego que estos desarrollaron con nosotros en la niñez, que modelo representacional con respeto al apego (es la imagen de los padres representada como figura segura o insegura, confiable o no confiable, sensible y disponible o insensible y no disponible) Es decir, ¿el grado de seguridad o inseguridad en el apego se mantiene desde la infancia, o la adolescencia cambia los modelos de apego con respecto a los padres?

Continuidad o discontinuidad de los modelos de apego construidos en la infancia

En relación a este tema, el profesor Alfredo Oliva afirma que existen datos que indican cierta continuidad entre los modelos de apego construidos en la infancia y los manifestados en la adolescencia, sobre todo cuando las circunstancias contextuales son estables y favorables. Efectivamente, si las competencias parentales para cuidar, proveer de un apego seguro a los hijos y darles empatía se mantienen como una constante a lo largo de todo el proceso de crianza, el modelo mental con respecto al apego en la adolescencia se mantendrá con representaciones de uno mismo y de los demás como seguras, atravesando esta complicada etapa y sus desafíos evolutivos no sin problemas o adversidades, sino confiando en los padres para pedir ayuda, buscar confort y sentir que se podrán resolver esos problemas.

Sin embargo, los modelos representacionales pueden experimentar modificaciones, de la seguridad a la inseguridad cuando se producen cambios importantes en las condiciones de crianza (Hamilton, 2000; Weinfield, Sroufe y Egeland, 2000) En efecto, que los padres o cuidadores por diversos factores que afectan temporal o definitivamente a su competencia para cuidar, o por la experimentación de adversidades o acontecimientos estresantes y/o traumáticos (pérdida de uno de los progenitores, divorcio conflictivo…) favorezcan que las representaciones de apego se vean afectadas y desarrollen inseguridad con respecto a los progenitores.

Sobre todo, si las conductas parentales relacionadas con el apego (Belsky, 1999) inciden negativamente en los hijos porque estos no están disponibles, rechazan o maltratan. Y cuando los adolescentes deben hacer frente a situaciones especialmente estresantes (Allen et al., 2003) como las que hemos mencionado (pérdidas, muertes, malos tratos, violencia de género, enfermedad grave de los progenitores…)

Las conductas parentales relacionadas
con el apego han de ser seguras
Foto: mentes abiertas psicología

Además, el profesor Alfredo Oliva afirma que la experiencia en la relación con los iguales o con la pareja a lo largo de estos años también podría explicar la discontinuidad en la seguridad del modelo de apego, Así pues, puede ser fuente que refuerce la seguridad previa en el apego, o, al contrario, que acentúe una inseguridad preexistente. Sobre todo, los vínculos románticos, cuando los adolescentes (seguros o inseguros en el apego temprano) forman una pareja más estable y en ella se transfieren inconscientemente los propios modelos de apego temprano. Si ambos miembros de la diada son inseguros, entonces la relación puede tornarse una experiencia que en vez de vivirse con felicidad y disfrute es fuente de ansiedad y dolor.

Los padres, en contra de lo que se piensa, son figuras de apego fundamentales en la adolescencia

En todo caso, los padres son figuras de apego claves en esta edad, aunque el joven tenga una tendencia a volcarse más con los amigos y relaciones románticas. Y no sólo los padres, en mi opinión otros adultos (seguros, confiables, empáticos y disponibles) juegan un papel muy relevante como figuras en quienes encontrar calma, orientación, confort y seguridad. Son figuras de apego subsidiarias hacia las cuales los chicos y las chicas pueden sentir afecto y formar parte de su universo vincular. No nos olvidemos que la adolescencia es otra etapa bebé en la cual el cerebro experimenta una gran revolución (Benito, 2020), vuelve a producirse un periodo de poda neuronal (qué conexiones se afianzarán y permanecerán, y cuáles se desecharán por su irrelevancia), con lo cual la necesidad de contar con adultos que sean buenos arquitectos del cerebro de los jóvenes es fundamental. El profesor Alfredo Oliva coincide con este punto de vista cuando afirma que los adolescentes mostrarán una mayor tendencia a la exploración cuando sientan que sus padres están disponibles y les muestran su apoyo. De hecho, y aunque chicos y chicas aumentan sus conductas exploratorias y reducen las manifestaciones abiertas de apego en su tránsito a la adolescencia, la mayoría disfrutan de relaciones cálidas y estrechas con sus padres, necesitan su respeto y aprecio, y en condiciones de estrés tornan a sus padres, que continuarán siendo importantes figuras de apego, incluso durante la adultez emergente. Por ello, necesitamos padres y adultos con mayor sensibilidad ante los estados emocionales de sus hijos, porque la seguridad en el modelo mental de apego favorece la autonomía de estos, dice Alfredo Oliva.

Trastornos mentales en la adolescencia y apego

Creo que una de las causas de que estemos ante una oleada de trastornos y alteraciones mentales en la adolescencia (consultad esta reciente noticia) no sólo es por las consecuencias de la pandemia, sino porque, en mi opinión, cada vez observo que la calidad del vínculo de apego entre padres e hijos se resiente más. No porque los padres hagan daño a sus hijos en forma de maltrato activo, sino precisamente porque los padres “no hacen” lo que deberían hacer: ser adultos presentes, sintonizados emocionalmente con sus hijos, capaces de mostrar empatía, de mantener conversaciones con ellos donde estos aprendan sobre las emociones y a comprender su mente y la de los otros, a regular estas y a disfrutar juntos. Y esto es así desde la infancia, periodo en el cual los niños experimentan mucha soledad y vacío, y al llegar a la adolescencia, con el cambio y las exigencias de ser autónomos, no tienen una seguridad interiorizada ni unas herramientas psicológicas desarrolladas. Entonces, ante los problemas, se derrumban anímicamente, y si se dan otros factores asociados (externos o internos), aparece el malestar emocional e incluso los trastornos. 

Los padres no son los únicos responsables de esto, el marco laboral tal y como está concebido, pensado para trabajar y producir, se da de tortas con las necesidades de los niños, es un horario pensado para que los padres lleguen agotados, sin tiempo, fuerza y ganas para poder estar con sus hijos. Apenas hay tiempo para los deberes (siempre deberes escolares), las duchas, la cena, la cama… y ojalá un ratito para leer un cuento, si es que hay tiempo. No hay más. Los fines de semana, los videojuegos o cualquier ocio más claustrofílico predomina por encima de que los niños tomen la calle y se relacionen entre sí. Cada vez es más habitual ver a adolescentes juntos... cada uno absorto en su móvil. 

En las escuelas, no se habla sobre relaciones, no se estrechan los vínculos aprendiendo como una tribu, fomentando la cooperación y el apoyo de los unos hacia los otros. Así, se llega a la adolescencia con una gran inseguridad de base, con lo cual la exploración del mundo y el afrontamiento de las exigencias de este se hacen totalmente imposibles para los adolescentes. Se crea así un caldo de cultivo óptimo para poder desarrollar síntomas como la ansiedad, la depresión y las autolesiones, reflejo de un mundo interno que no pueden mentalizar y que colapsa, mostrando un sufrimiento del que no saben cómo salir ni tienen la expectativa de que los otros vayan a poder ayudarles. Fue desde la infancia, estallando en la adolescencia, donde se gestó en la persona menor de edad un esquema cognitivo-afectivo que contiene creencias tales como:  "mis necesidades emocionales no importan"; "los adultos no están disponibles"; "mejor me lo resuelvo solo"; "no puedo confiar"

El lema de la "Asociación para el Desarrollo y la Promoción
de la Resiliencia" (ADDIMA), cobra su máxima importancia
en el acompañamiento a adolescentes


Con todo, soy optimista, porque si proveemos a los adolescentes de adultos en los que puedan confiar, empáticos y sensibles, gracias a esos puntos de apoyo, podrán ganar en seguridad, afrontar los desafíos de la vida y disfrutar de nuevo de esta. Es una etapa de gran riesgo pero también de gran oportunidad (Benito, 2020). Ahora bien, hemos de ser incondicionales y acompañarlos, que no se sientan solos, con respeto y fomentando la autonomía y la capacidad para resolver problemas, y que sepan que vanos a estar ahí para ellos y ellas. 


REFERENCIAS

Allen, J. P., McElhaney, K. B., Land, D. J., Kuperminc, G. P., Moore, C. M., O’Beirne-Kelley, H. et. al. (2003). A secure base in adolescence: Markers of attachment security in the mother-adolescent relationship. Child Development, 74, 292-307

Belsky, J. (1999). International and contextual determinants of attachment security. En (J.Cassidy y P.R. Shaver, eds.). Handbook of Attachment: The- ory, Research and Clinical Applications, pp. 249- 264. New York: Guilford.

Benito, R. (2020). Bases neurobiológicas y desarrollo en la infancia y la adolescencia. Madrid: El Hilo Ediciones.

Collins, W. A. & Repinski, D. J. (1994). Relationships during adolescence: Continuity and change in in- terpersonal perspective. En R. Montemayor, G. R. Adams, y T. P. Gullotta (Eds.), Personal rela- tionships during adolescence (pp. 7-36). Thousand Oaks, CA: Sage.

Collins, W.A. & Steinberg, L. (2006). Adolescent de- velopment in interpersonal context. En N. Eisen- berg (Vol. Ed.), Social, emotional, and personality development. Handbook of Child Psychology (W. Damon and R. Lerner, Eds.). (pp. 1003-1067). New York: Wiley.

Hamilton, C. E. (2000). Continuity and discontinuity of attachment from infancy through adolescence. Child Development, 71, 690-694.

Oliva Delgado, A. (2011). Apego en la adolescencia. Acción Psicológica, 8 (2), 55-65.

Parra, A. & Oliva, A. (2007). Una mirada longitudinal y transversal sobre los conflictos entre madres y adolescentes. Estudios de Psicología, 28, 93-107.

Scharf, M. & Mayseless, O. (2007). Putting eggs in more than one basket: A new look at develop- mental processes of attachment in adolescence. En M. Scharf, y O. Mayseless (Eds). Attachment in Adolescence: Reflections and New Angles: New Directions for Child and Adolescent Development. (No. 117) (pp. 1-22). San Francisco: Jossey-Bass (Wiley).

Weinfield, N. S., Sroufe, L. A., & Egeland, B. (2000). Attachment from infancy to early adulthood in a high-risk sample: Continuity, discontinuity, and their correlates. Child Development, 71, 695–702.

viernes, 17 de marzo de 2023

Formación intensiva teórica-práctica en "Teoría y técnicas bajo el punto de vista de la terapia Gestalt y relacional aplicada a los niños. Principales aportes de la Terapia Gestalt-Relacional en el trabajo con niños y jóvenes", organizado por UmayQuipa



Formación intensiva teórica práctica en “Teoría y técnicas bajo el punto de vista de la terapia Gestalt y relacional aplicada a los niños”

Principales aportes de la Terapia Gestalt-Relacional en el trabajo con niños y jóvenes

Información y reservas:



Tel: 91 549 38 78






Presentación


El hecho que abramos esta formación es para poder brindar en Madrid algo que hemos hecho en formaciones en Latinoamérica y en otras regiones de España. Por problemas de agenda y compromiso con otras formaciones en Madrid no lo hemos podido hacer hasta ahora. Creemos que ha llegado el momento de dar la formación en Madrid, de modo estrictamente presencial.

Los temas a tratar son temas (en la actualidad, por su frecuencia y necesidad de una orientación integradora, nos lleva a entender que los profesionales necesitan un mayor entrenamiento) muy actuales. Creemos que deben existir profesionales con un mayor entrenamiento en estas áreas para poder acompañar al niño/a y sus familias en esta búsqueda de ayuda y de disminución del dolor.

Cada tema es dictado por un especialista en esta área; sabemos también que nos quedan muchos temas en el tintero, pero creemos que es urgente que los talleres que conforman esta especialización sean muy necesarios para una mejor salud mental.

También hemos optado por la modalidad presencial, porque nuestro compromiso con nuestros pacientes parte de poner el cuerpo, nuestras emociones, el hablar y compartir experiencias en lo grupos que es tan enriquecedor. Y con la pena que sabemos que dejaremos a muchos fuera.

La Formación consta de 14 talleres, que se dictan un sábado al mes. 

El horario es de 10,00 a.m. a 18,00 p.m. con una hora para comer y poder retornar con sus familias el mismo día 

Las horas están avaladas por la AETG dentro de la Especialización Infanto Juvenil y es una formación recomendada por diversos centros de formación Internacional como: La Universidad Gestalt de México, el Centro de Gestalt del Perú; Grupo Creare de Guatemala, Centro Atrapasueños de Costa Rica; Centro Upayai Lima -Perú , Centro de Atención especializada en Psicodiagnóstico Infanto Juvenil de Oaxaca, México; Centro Integro Kids de León Guanajuato, México.

Temario


1. Entrenamiento en la aplicación de las cartas emocionales con familias y en sesión de padres. Trabajo de sueños y miedos en los niños. Loretta Cornejo.


2. Reflejos primarios. Desarrollo e Integración de estructuras cerebrales a través de movimientos rítmicos con niños. Hugo Batet.


3. La adopción: un acercamiento a su comprensión e intervención trabajando, con la familia adoptiva. Montse Lapastora.


4. La biología del trauma, la regulación emocional y el desarrollo del yo en los niños. Lucía Emma.


5. Crecimiento e Integración psíquica a través del uso de la proyección e introyección dentro de la terapia con niño. Diana Baumann.


6. niños con defensas del espectro autista: acercándonos a su mundo interno. Diana Baumann.


7. La técnica de la escucha en la sesión de padres. Sara Wolf.


8. La depresión en los niños. Marga de La Torre.


9. Los niños de la mochila. Los niños del divorcio y de las familias reconstituidas. Maribel Rodríguez.


10. Abusos sexuales en la infancia e intervención con los niños y sus familias. Maribel Rodríguez.


11. Intervención clínica con niños adoptados y maltratados a través del juego. Montse Lapastora.


12. El trabajo emocional en niños con experiencias traumáticas. José Luis Gonzalo Marrodán.


13. Caja de Arena: sesiones con Padres e hijos. José Luis Gonzalo Marrodán.


14. La psicosomática Infantil. Su significado y técnicas para la intervención. Loretta Cornejo.

lunes, 6 de marzo de 2023

Leyes trans y protección del menor, por Arturo Ezquerro, psiquiatra

 Leyes trans y protección del menor

Arturo Ezquerro*

Arturo Ezquerro


Resumen

Este artículo es en gran medida una de las respuestas, con ánimo conciliador, de un profesional comprometido con la protección de la salud y el desarrollo sano del menor, a corto, medio y largo plazo; proceso del cual depende, en última instancia, la salud y el futuro bienestar de la sociedad. Asimismo, es una invocación en defensa del derecho inalienable de todas las personas, independientemente de cuál sea su orientación sexual y su identidad sexual o de género, a ser tratadas con respeto e inclusividad y a pertenecer al grupo social en igualdad de condiciones que todos los demás ciudadanos. 

El desarrollo de la identidad personal, incluida la identidad psicosexual, es complejo y multidireccional. Por un lado, es necesario que los políticos trabajen al unísono con los profesionales de la salud (incluida la salud mental) y con los especialistas del desarrollo, a fin de optimizar el bienestar del menor y, por ende, de toda la población. Por otro lado, todos debemos hacer un ejercicio de honestidad para reconocer y desterrar prejuicios que puedan llevar al maltrato, discriminación y exclusión social de otras personas. 

Las relaciones sanas de apego son fundamentales para fomentar el desarrollo equilibrado de la persona. En el caso del menor, un maestro o un profesor puede actuar como figura de apego subsidiario y ayudarlo a resolver, de modo creativo, crisis profundas que afectan el desarrollo de la identidad.

Palabras clave: apego, conciliación, derechos humanos, desarrollo, identidad sexual o de género, inclusividad, leyes trans, protección del menor


Turbulencias sociopolíticas

Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Contigo porque me matas, sin ti porque yo me muero.

El drama de esta frase encierra no sólo profundos sentimientos ante un irresoluble dilema entre amor y desamor, sino también alberga una metáfora acerca de situaciones conflictivas que difícilmente parecen tener solución. 

Como médico psiquiatra, psicoterapeuta y miembro de la sociedad británica desde hace 39 años, no puedo inhibirme respecto a la reciente turbulencia política en Reino Unido. Dos hechos recientes han impactado, de modo particular, en mi devenir cotidiano como profesional y como persona.

Nicola Sturgeon, la primera ministra de Escocia y líder del SNP (Partido Nacionalista Escocés) se ha visto obligada a dimitir, de modo súbito, a raíz de un encontronazo que tuvo en una sesión parlamentaria. 

Ella, en su pulso constante con el gobierno central, decidió apoyar fieramente una nueva Ley Trans en Escocia que no cuenta con el apoyo de Londres. El parlamento de Westminster había rechazado una ley similar para Inglaterra y Gales, al considerar que las personas que no han alcanzado la mayoría de edad no han desarrollado todavía la suficiente capacidad mental para tomar la decisión de cambiar su sexo de manera irreversible. 

En dicha sesión parlamentaria, se habló del caso de una persona con características anatómicas, hormonales y sexuales “masculinas” que había decidido cambiar su identidad y pasar a ser un miembro del sexo o género “femenino”. Esta persona violó a dos chicas y, dada su nueva identidad, se dio la paradoja de que le correspondía una cárcel de mujeres.

En este punto, Nicola Sturgeon fue interrogada si dicha persona era hombre o mujer. Ella, una luchadora sin desmayo, y la primera mujer en llegar a presidir el gobierno escocés, no supo qué responder; se rindió.

La presión a la que había sido sometida los días anteriores por miembros de su propio partido, y de feministas que abogan por defender los derechos de las mujeres a ser protegidas de agresiones sexuales, fue tremenda. 

A pesar de ello, ante la pregunta de si iba a dimitir, con una respuesta valiente, incluso desafiante, ella dijo que le quedaba combustible en su depósito para rato y que pensaba seguir dirigiendo los destinos de su país durante muchos años más. No en vano, ella es la persona que más tiempo se ha mantenido en el cargo, para ser más precisos desde 2014. Sin embargo, el combustible apenas le duró unas horas.

Clínica Tavistock con la estatua de
Sigmund Freud en primer plano


¿Un caso de negligencia profesional?

Unos meses antes, las autoridades del Servicio Nacional de Salud Británico (NHS) habían decidido suspender el llamado Servicio para el Desarrollo de la Identidad de Género (GIDS), que estaba adscrito y operaba dentro de la Tavistock Clinic de Londres desde 1996. 

Conozco bien la Tavistock porque en ella me formé en psicoterapia y en psiquiatría infanto-juvenil, con John Bowlby (el padre de la teoría del apego) como mi mentor durante los seis últimos años de su vida, dentro de los diez años en que allí trabajé (1984-1994). 

En 1984, el Dr Domenico Di Ceglie, un psiquiatra y psicoanalista italiano con quien trabajé de 1984 a 1989 en el Departamento de Adolescentes de la Tavistock, comenzó a tratar a una chica de 13 años que había intentado suicidarse en tres ocasiones. Esta adolescente temprana tenía el firme convencimiento de que ella debía ser un chico en lugar de una chica, pero nadie la creía. 

El Dr Di Ceglie, muy preocupado por el riesgo de suicidio, decidió ofrecer psicoterapia semanal durante varios años a la joven. Él me comentó que su objetivo era la salud integral de esta menor, para lo cual era necesario ayudarla a explorar la incertidumbre que sentía sobre su identidad sexual, así como el contexto más amplio de sus relaciones de apego y de otras experiencias personales, familiares y sociales desde su primera infancia.

Sus hallazgos respecto a la terapia de ella y de otros jóvenes (chicas y chicos) con planteamientos similares están descritos en un libro, que él publicó tras varios lustros de trabajo e investigación (Di Ceglie, 1998): A Stranger in my Own Body (Un extraño en mi propio cuerpo).

En 1989, el Dr Di Ceglie creó GIDS en St George’s Hospital, también en Londres. El servicio se mudó a la Tavistock Clinic en 1996 y continuó con las pautas exploratorias y psicoterapéuticas que él había utilizado en sus primeros años de ejercicio, a fin de ayudar a niños y adolescentes con dudas sobre su género a construir sus identidades del modo más saludable posible y encontrar su camino en la vida. 

Sin embargo, sobre todo en la última década, ya jubilado el Dr Di Ceglie, el enfoque exploratorio fue insidiosamente reemplazado por uno llamado “afirmativo” (que con una frecuencia cada vez mayor llevaba a decisiones de cambio de género en menores de edad). 

Empezaron a aplicarse “tratamientos” o intervenciones hormonales a estos menores, bien para retrasar la pubertad o para adquirir características del otro sexo, sin considerar en su justa medida las consecuencias a corto, medio y largo plazo. Este proceso coincidió en el tiempo con ayudas económicas adicionales que GIDS recibió para expandir dicho servicio. 

He de confesar que no sé de dónde provenían esas ayudas o palancas, ¡Dios me libre de acusar a nadie! Pero me pregunto si las grandes multinacionales productoras de dichas drogas hormonales pudieran haber tenido alguna relación con este asunto. Quizás directamente no. De lo que no hay duda es de que, tales multinacionales, se han beneficiado indirectamente de lo que ha estado ocurriendo. 

No me dedico al periodismo de investigación, aunque como psiquiatra estoy profundamente comprometido con la salud de mis pacientes y, por ende, de la sociedad. En situaciones de este tipo me gusta formular la siguiente pregunta: ¿Qui bono? ¿Quién se está beneficiando o enriqueciendo como consecuencia de esto?

En 2020, el NHS encargó a Hilary Cass (expresidenta del Colegio Oficial de Pediatría y Salud Infantojuvenil) y a su equipo que investigaran la calidad de los servicios de identidad de género para niños y adolescentes. 

Dos años después, el informe llamado “Cass Review” señaló que se había producido un aumento alarmante de pacientes remitidos a GIDS, y que el enfoque clínico utilizado no estaba sujeto a algunas de las medidas de control habituales que deben aplicarse necesariamente con tratamientos novedosos y experimentales, los cuales suelen recibir el nombre de ensayos clínicos. 

En Reino Unido, los coches circulan por la izquierda y el ejercicio fiscal va del 6 de abril al 5 de abril del año siguiente, no de enero a diciembre del año en curso. Por eso, las estadísticas sobre pacientes en el NHS suelen registrarse en función del año fiscal británico. 

Para que el lector se haga una idea, en el ejercicio de abril 2009 a abril 2010 se remitieron a GIDS 77 casos de supuesta “disforia de género”, de abril 2019 a abril 2020 se remitieron 2.728 y en el ejercicio siguiente se superaron los 5.000.

En el informe Cass también se expresó preocupación por la falta de una recopilación adecuada de datos clínicos por parte de GIDS, y por el hecho de que muchos profesionales se sentían bajo presión para adoptar un enfoque afirmativo incondicional para los menores que no estaban seguros de su identidad sexual, en lugar del enfoque exploratorio original (de comprender el proceso de formación de la identidad sexual y tolerar la incertidumbre que pueda llevar consigo). 

El informe mostró evidencias de que la evaluación diagnóstica de estos menores era incompleta, sin los debidos estándares profesionales. No se tenían suficientemente en cuenta factores importantes como la salud mental previa y el desarrollo neurológico. 

Incomprensiblemente, se pasaban por alto la historia de las relaciones de apego (algo fundamental en la construcción de la identidad y la personalidad) y otras circunstancias que puedan tener influencia en el autoconcepto y modelaje de la persona.

Asimismo, el Cass Review expuso que había crecido exponencialmente el diagnóstico rápido de “disforia de género” (que daba derecho a intervenciones hormonales y, con posterioridad, quirúrgicas) y que dicha etiqueta diagnóstica eclipsaba otros posibles diagnósticos coexistentes como el autismo, la depresión o el estrés postraumático causado por el acoso escolar u otros problemas sociales o familiares. 

En pocas palabras, muchos de los procesos de salvaguarda y de protección a menores saltaron por los aires.

Reflexiones personales

Al escribir estas líneas, soy consciente del hecho de que, tanto en España como en Reino Unido, hay en estos momentos una polémica considerable en relación a este tema, especialmente al haber salido a la palestra las llamadas leyes trans. 

Creo que, ahora más que nunca, es esencial actuar como grupo responsable y solidario en el que puedan caber todos. Hay que aunar fuerzas entre políticos, profesionales de la salud (incluida la salud mental) y expertos del desarrollo humano para salvaguardar los derechos de todos y proteger a personas vulnerables a quienes se les puede causar un daño irreparable, como de hecho ha ocurrido en algunos casos.

Siempre hay que asegurar los derechos inalienables de toda persona, sea cual sea su orientación o su identidad sexual, y protegerla para que no sea discriminada o vilipendiada. Es de todo punto necesario aceptar la diversidad y eliminar del subconsciente personal y colectivo términos como “degenerados” o peor, para describir a personas que son distintas a uno mismo por motivos de su identidad sexual o de género

Hay que luchar por ello con honestidad, empezando por reconocer nuestros propios prejuicios y dar sentido a nuestras experiencias, para entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás. 

El respeto a otras personas, incluyendo a la comunidad trans, y la protección especial que requieren los menores y las personas más vulnerables jamás debería ser comprometido, y mucho menos violado, por prejuicios o ideologías.

Una reminiscencia que quiere ser terapéutica

Hablando de todo un poco, confío que el lector pueda perdonarme por traer ahora un recuerdo personal. Transcurría el año 1970, yo contaba a la sazón con 13 primaveras (como la chica tratada por el Dr Di Ceglie) e iniciaba una adolescencia turbulenta que conllevaba una crisis de identidad personal…

Mi profesor de literatura algo debió notar porque me llamó a su despacho y me preguntó qué ocurría. 

Le dije que tenía muchas dudas y ninguna respuesta, y que había perdido las ganas de vivir. Me dijo que él no reunía todas las respuestas pero que, al menos, podría ofrecerme una. 

Pensé que iba a decirme que la respuesta estaba en el viento, algo que, gracias a Bob Dylan, se había puesto muy de moda por aquella época. Pero no, me dijo que buscara una respuesta en la poesía. Le pregunté que a quién debía leer y me contestó que era yo quien, en realidad, tenía que escribir mi propia poesía. 

En concreto me encargó que escribiese un cuarteto como paso preliminar, antes de componer un soneto. Sí, claro, hay que ir paso a paso. Me explicó que dicho cuarteto tendría que consistir en cuatro versos. El primero debía rimar con el cuarto y el segundo con el tercero, y cada verso debía contener exactamente el mismo número de sílabas. 

Al llegar a casa, me sentí desbordado y deprimido; la tarea me parecía imposible de realizar, pero pude escuchar en mis adentros la voz de aliento de mi profesor (una figura de apego en mi vida) y me puse manos a la obra…

Anoche encontré, en el baúl de los recuerdos, el cuarteto que entonces escribí con la candidez de un preadolescente:


El veloz aullar del viento

Llega hasta mi corazón

Mientras cerrado en pasión

Sigo sin entendimiento



Al día siguiente volví al colegio con muchas más ganas de vivir. Sin duda, un maestro o un profesor puede hacer mucho bien y convertirse en una figura de apego subsidiario que ayude a un menor (o incluso mayor) a navegar a través de y superar crisis y transiciones difíciles y, con el tiempo, encontrar su propio camino.

Hoy continúo sin entender muchas cosas, pero mis ansias de aprender me mantienen vivo. 

Portada del nuevo libro de Arturo Ezquerro
titulado "Apego y desarrollo a lo largo de la vida.
El poder del apego grupal"
Editorial Sentir


En los últimos meses, esas ansias me han llevado a escribir un libro sobre apego y desarrollo a lo largo de todo el ciclo vital, que incluye aspectos del desarrollo psicosocial y psicosexual, como parte del desarrollo integral de la persona, que es una labor compleja, multifacética y multidireccional. 

En el texto aporto evidencia de que dicho desarrollo y la construcción de la personalidad se ven facilitados por el apego sano.

De modo especial en las fases de transición, como la que va de la niñez a la adolescencia o de la adolescencia a la etapa adulta, el desarrollo no se debe forzar, apresurar, arrestar o distorsionar. Cada persona debe ir a su ritmo, dentro del contexto familiar, grupal y sociocultural donde le toca vivir y crecer.

El nuevo libro lo publica en España Editorial Sentir y ya se encuentra en prensa (Ezquerro, 2023). Estará disponible en castellano y en catalán a la brevedad.

También me congratulo de que la Sociedad Española para el Desarrollo del Grupo, la Psicoterapia y el Psicoanálisis (SEPGA) esté organizando un Congreso Internacional en la isla de La Palma sobre “identidades sexuales”, el 2 y 3 de noviembre 2023, abierto no sólo a profesionales, sino a toda persona interesada. Ya está disponible el póster anunciador y enseguida se completará el programa.



Este congreso, además de apoyar a los palmeros que sufrieron los estragos de una explosión volcánica, va a ser una oportunidad excelente para trabajar juntos hacia un mejor entendimiento mutuo y para aprender unos de otros. 


Referencias bibliográficas

Di Ceglie D (1998) A Stranger in My Own Body. Atypical Gender Identity Development and Mental Health. London, UK: Routledge.

Ezquerro A (2023) Apego y desarrollo a lo largo de la vida. El poder del apego grupal. Barcelona, España: Editorial Sentir


ORCID iD: Arturo Ezquerro https://orcid.org/0000-0002-9910-4576 



*Nacido en Logroño, La Rioja (España), Arturo Ezquerro (psiquiatra, psicoterapeuta psicoanalítico y grupo-analista) es profesor en el Institute of Group Analysis de Londres y el primer español en conseguir una Jefatura de Servicios Públicos de Psicoterapia en Reino Unido. Arturo es miembro honorario del International Attachment Network y de la World Assotiation of International Studies, colabora habitualmente con los medios de comunicación y reúne más de 100 publicaciones en seis idiomas, incluyendo los libros Encounters with John Bowlby (Routledge), Relatos de apego (Psimática), Group Analysis throughout the Life Cycle (Routledge), The Power of Group Attachment (Routledge, in press) y Apego y desarrollo a lo largo de la vida (Editorial Sentir, en prensa).

lunes, 20 de febrero de 2023

La caja de arena: reflexiones a propósito de la 3ª edición del libro "La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia"

Con motivo de la tercera edición del libro “La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia” he decidido escribir un post sobre esta fascinante técnica. Rafael Benito y yo hemos revisado y ampliado el contenido, añadiendo nuevas e interesantes temáticas relacionadas con la caja de arena. El capítulo titulado “Neurobiología de la caja de arena”, cuyo autor es Rafael Benito, ha sido escrito nuevamente en su totalidad, incorporando recientes aportaciones de la ciencia del cerebro al proceso de construcción de una caja de arena en todas sus fases. El resto del libro se mantiene fundamentalmente igual, exceptuando dos nuevas contribuciones: 1/ El Modelo Neurosecuencial de Bruce Perry (Perry y Szalavitz, 2017), desde el cual conceptualizar las cajas de arena de los pacientes y ajustarnos a sus posibilidades de trabajo, a partir de la neurosecuencia desde la que el niño/a puede trabajar; y 2/ cómo abordar las cajas de arena y su exploración tomando como base el paradigma de la mentalización (Fonagy y otros, 2002). Pienso que celebramos esta tercera edición actualizando el libro y ofreciendo algunas jugosas novedades que espero despierten vuestro interés. 

Portada del libro "La armonía relacional. Aplicaciones de 
la caja de arena a la traumaterapia", 3ª edición


Si deseas hacerte con la tercera edición de este libro, renovado y ampliado:

Haz click AQUÍ

“La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia” plantea trabajar con la técnica desde el sandtray, es decir, desarrolla un conjunto de metodologías de uso de la bandeja de arena dentro de un modelo terapéutico integral (Modelo de Tres Bloques de Barudy y Dantagnan) desarrollado para adaptar la terapia al sufrimiento de las personas derivado de las experiencias prolongadas -y muchas veces tempranas- de malos tratos, abandono y abuso, y teniendo presente que el neurodesarrollo de las personas se ve alterado como consecuencia de la exposición a un estrés continuado y extremo como lo son los malos tratos. Por ello, se trabaja con la caja de arena de acuerdo al modelo de Tres Bloques, ateniéndonos a un principio de orden neurosecuencial (Perry y Szalavitz, 2007), en virtud del cual trabajamos con la caja adaptándola a las necesidades del bloque I (sintonización y regulación emocional), bloque II (modelo interno de trabajo, recursos psicológicos, funciones ejecutivas, identidad y autoestima, disociación y desarrollo de estrategias alternativas a las reacciones traumáticas) y bloque III (utilización de la caja de arena para procesar contenidos traumáticos y reconstruir historias de vida)

El libro es una muestra fiel de nuestra formación en el Modelo de ©Traumaterapia Sistémica, experiencia clínica y uso durante muchos años de la caja de arena dentro de dicho modelo. Se recogen multitud de formas prácticas de trabajar con la caja dentro de cada bloque y se narran transcripciones de sesiones reales hechas con pacientes. Además, contamos con un lujo de capítulo, el de Rafael Benito, que es una excelente elaboración propia de todo lo que ocurre en el cerebro cuando hacemos una caja de arena y los asombrosos cambios que se producen en este cuando se trabaja con ella.

Me he propuesto, a raíz de cumplirse más de diez años en los que he estado impartiendo talleres a diversos profesionales por toda la geografía española, compartiros algunas conclusiones a las que he llegado, importantes, y que creo debemos tener presentes. Muchas de ellas las he aprendido con vosotros/as, que habéis tomado parte en dichos talleres y, por supuesto, con mis pacientes a lo largo de estos veinte años de traumaterapia usando la caja de arena dentro del modelo de Barudy y Dantagnan. Son las siguientes:

La neurocepción de seguridad, fundamental para trabajar con la caja de arena

Cuando animamos a un paciente a hacer una caja de arena, lo más importante es que conecte con una neurocepción (Porges, 2011) de seguridad, que sienta que no se le va a juzgar en absoluto y que no hay nada que deba de saber hacer, ni tener ninguna habilidad especial. Es un espacio libre y protector, “porque sólo cuando eres totalmente libre” (lo dijo Dora Kalff, una de las creadoras de la técnica) emerge la capacidad de crear. Y protector porque el terapeuta es una figura que está investida de esa cualidad, el ambiente sociofamiliar que rodea a la persona en su día a día es seguro y la propia estructura de la caja de madera, y la sala de terapia -siempre la misma, sin interrupciones ni injerencias de ningún tipo-, protegen al paciente.

Es muy importante que el paciente tenga una fase previa de contacto con la arena, que esta juegue entre sus dedos, la acaricie, la mueva en el cajón como él o ella quieran… Esto -decían los autores de caja de arena- relaja la estructura del self y le prepara para la fase de creación de los mundos en la arena. Actualmente, Homeyer y Marshall (2022) afirman que las investigaciones han demostrado que, efectivamente, la mente se relaja en contacto con la arena, produciéndose una conexión con el cuerpo y las emociones que ayuda a crear. Solamente cerrad los ojos, imaginad que vuestras manos juegan con la arena… En breves minutos notaréis como estáis más conectados.

Portada del libro de Homeyer y Marshall "Terapia
Avanzada de la Caja de arena. Profundizar en la 
práctica clínica" 

“Déjate llevar…”

Cuando el paciente se pone ante la estantería, se le dice que su tarea consiste en “dejarse llevar” y sin pensar demasiado, que elija aquellas miniaturas e ítems que le llamen la atención. “Deja que las miniaturas te elijan a ti”, dice Josefina Martínez, mi profesora de sandtray. Este “dejarse ir” es necesario y solo se logra si el paciente confía en nosotros y en que jamás será juzgado. Él o ella, además, son los que saben sobre su caja, nosotros solo los conduciremos con respeto a descubrirlo, con amabilidad y bondad, porque la caja de arena es una técnica respetuosa y compasiva con las personas. 

Así, las manos resolverán aquello contra lo que la mente y las palabras luchan en vano en la terapia convencional, como decía Jung. Y el paciente logrará fluir, involucrarse en el proceso, sentirse envuelto y atrapado gozosamente en el placer de construir una escena en la arena… En suma, de jugar…

Diálogo entre hemisferios cerebrales

Después, como ya sabemos, viene la fase de contemplación, en la que el paciente, acompañado del terapeuta, gira alrededor de la caja y ve como una totalidad lo creado. Si antes el proceso había estado gobernado por el hemisferio derecho del cerebro, en una suerte de "disociación benigna" (Rafael Benito) ahora, al contemplar, ambos hemisferios, izquierdo y derecho, dialogan. El derecho le susurra al izquierdo sobre las imágenes (Rafael Benito), y este, con ayuda del terapeuta, irá poniendo palabras y acercándose poco a poco a un entendimiento básico de la escena, y a larga comprenderá y hará asociaciones entre esta y su vida y los asuntos que le traen a terapia.

Pero… no hace falta hacer muchas preguntas. Existen unas cuestiones básicas, generales, que ayudan al entendimiento de la escena creada, y son las que vamos formulando. Pero lo más importante es el arte de escuchar los silencios del paciente, este en estrecha conexión con su mundo y el terapeuta. Esto es fundamental para poder activar el vago ventral y sentirse seguros para adentrarse con curiosidad y apertura en el mundo. Mientras se está en silencio, el paciente observa, y por la vía visual y sensorial, le llega nueva información, que coteja desde su hemisferio izquierdo, para dar sentido a lo que ve. Al principio todo es caos y confusión, pero progresivamente los temas y contenidos se van diferenciando. Más adelante, tras varios visionados de la caja, el paciente llegará a un entendimiento más profundo y a la larga a una integración en su biografía y problemas personales. Todo se va haciendo poco a poco, respetando el ritmo del paciente. Hay algunos que son más conscientes de lo que están haciendo y establecen múltiples asociaciones desde el universo simbólico, y otros, menos conscientes, tardan más tiempo en que se les revelen aspectos significativos. 

Pero -¡y conviene no olvidarlo!- aunque no se revele nada o el paciente no parezca consciente de lo que está trabajando, ni establezcamos ningún puente con la vida real del paciente, aunque permanezcamos en el universo de la caja de arena y en sus metáforas, esta técnica funciona y opera en el interior de la persona, contribuyendo al alivio sintomático y a un mayor bienestar emocional. Dora Kalff decía que el proceso era curativo en sí mismo. Con los niños y niñas es así, no solemos nunca salirnos de la metáfora y estos resuelven los conflictos internos a lo largo de las cajas de arena pasando por varias fases: caos – diferenciación – entendimiento – integración. Hay que tener paciencia y no correr, y sobre todo valorar que el contexto psicosocial y la base de cuidados sea protectora y satisfaga las necesidades del niño o niña. Si es así, jugando con la caja de arena el niño/a lo irá elaborando desde el universo simbólico del mundo en la arena. 

La comunicación neuroafectiva, por encima de la interpretación

Una de las constantes con las que me encuentro en los talleres de la caja de arena es la obsesión por interpretar las cajas y analizarlas. Yendo rápidamente a los significados, pidiendo al paciente que diga qué representa una determinada miniatura, o, por ejemplo, por qué ha puesto un caballo aplastando a un señor, o qué quiere decir la casa solitaria en el bosque… La mayoría de las veces los pacientes no saben responder a estas preguntas. Bien porque están todavía en una fase de “desorden”, no saben muy bien qué es lo que han hecho y tienen que ir descubriendo su mundo en la arena; o porque por diversos motivos, las palabras y el uso de córtex cerebral que es el que otorga significados no está conectado con las áreas inferiores del cerebro, y tampoco hay una buena integración interhemisférica (de esto habla muy bien y con mucha precisión el capítulo de mi amigo y colega Rafael Benito titulado: “Neurobiología de la caja de arena”, en el libro “La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia”). Por ello, es inútil tratar de indagar significados en este momento de la exploración. Los significados se irán revelando poco a poco, lo más seguro en exploraciones posteriores sobre la fotografía de la caja de arena, o visionando el vídeo que grabamos y volviendo a hablar de la escena creada; y, además, es mucho mejor que aquellos los descubra el propio paciente con nuestra guía mentalizadora. 

Cuando hay desborde emocional, regulación; al retornar a la calma, preguntar y explorar

Al principio de toda caja de arena, lo más adecuado es que dialoguemos con calma y sin prisa por saber nada, creando un ambiente relajado y de conexión con el paciente. Comenzamos indagando por los procesos, es decir, por “cómo fue hacer la caja”. Esto permite que el paciente nos diga -de una manera indirecta también- cómo se siente, si fue fácil o difícil, si se pudo involucrar o no en el trabajo… Validamos todo tipo de vivencia que haya sentido el paciente. Es también fundamental indagar por cómo de regulado a nivel emocional se siente. Si experimenta emociones, es muy positivo porque para poder trabajar y que se produzca una elaboración mental, como dice Schore (2011) “hay que estar en contacto con la emoción”. Si las emociones desbordan, se produce una vivencia abrumadora que “saca” al paciente dentro de la ventana de tolerancia a las emociones (ese margen de funcionamiento donde la persona puede procesar información y sentir es compatible con pensar, uno no se siente amenazado ni tiene que usar defensas como la lucha o la huida, o por el contrario, la desconexión) (Ogden y Fisher, 2016), nuestra principal labor, conectando con el paciente y desde la receptividad empática, será ayudarle a que se regule y que mediante una estrategia previamente ensayada y que sea útil para él o ella, esperar hasta que entre en un estado de mejor manejo de las emociones, que pueda “surfear” estas. Suele haber algunas áreas o miniatura/as que generan miedo, ansiedad, terror, desconfianza o inquietud sin que el paciente sepa por qué. En este momento el “por qué” no nos interesa, sino que el paciente logre recuperar la integración cerebral de la que habla en su capítulo Rafael Benito. Por eso, nuestra presencia conectiva y segura, que el paciente sepa que estamos ahí, con él o con ella, junto con la estrategia de regulación, irá favoreciendo que pueda mirar las zonas de la caja que más le perturban en el cuerpo. A veces, suele haber otras zonas en la caja de arena que al paciente le transmiten seguridad y/o calma, por lo que puede focalizarse y/o apoyarse en estas cuando lo necesite. Después -y si el paciente se encuentra con energía y regulado- se puede continuar con la exploración. No todos los pacientes pueden hacer todas las fases de la caja de arena en todo momento. Si es necesario retomar otro día, se puede y se debe hacer, porque la fotografía y el vídeo nos ofrecen esa posibilidad.

La caja de arena es sobre todo para quienes no tienen disponibles las palabras, como a menudo sucede en los traumas

La caja de arena es, sobre todo, una experiencia para sentir la profunda conexión con el mundo creado, con el terapeuta y con uno mismo. Favorece la reparación interpersonal, muchos traumas son relacionales, por lo que sólo desde este encuadre conseguiremos mejorarlos. Estas transferencias que se producen son algo que no se puede contar con palabras, hay que vivirlo, porque la técnica no va solo al hemisferio izquierdo del cerebro, sino a los dos, integra vertical y horizontalmente este; además, implica al cuerpo y las relaciones con otro, terapeuta, que es fundamental que sepa acompañar, regulando y dando seguridad cuando se necesita, y animando a la exploración cuando es el momento, como una figura de apego competente. Si convertimos la caja de arena en una excusa para hablar cognitivamente, usando como base unas miniaturas, eso NO es caja de arena; porque sólo nos quedaremos con un componente de la experiencia: lo cognitivo. La experiencia que un paciente vive es también emocional, sensorial, motriz y perceptiva. En la caja de arena, la omnipotencia del terapeuta se cae y hay que aprender a estar en el no saber, no tener el control, pero creer en el proceso de sanación, en que este nos va llevando, porque la técnica potencia los recursos naturales del cerebro para sanar. 

La caja de arena es una experiencia que a lo largo del proceso de trabajo y acercamiento vivencial regulado favorece que el paciente aprenda a modular su psicofisiología y a regular sus estados internos. Por eso, es una técnica particularmente útil para personas que padecen trauma complejo y sus sistemas regulatorios están afectados, porque es un método no verbal que supone el diálogo entre “sistemas límbicos” (el de paciente y terapeuta), en el sentido que Schore (2011) ha descrito en el prólogo del libro “La sombra del tsunami y el desarrollo de la mente relacional”: “Las transacciones de apego en el plano corporal representan una conversación entre “sistemas límbicos”. La maduración funcional de los circuitos límbicos resulta significativamente influenciada por la experiencia socio-emocional temprana. El apego cumple un rol importante en la conformación del hemisferio derecho. Las interacciones de apego dejan una huella duradera de la trayectoria evolutiva del cerebro derecho, el centro neurálgico del self nuclear. Los centros corticolímbicos superiores del hemisferio derecho, especialmente el córtex orbitofrontal, el centro del sistema de apego de Bowlby, actúan como el sistema cerebral más complejo de regulación del afecto y del estrés. Se sabe que el sistema regulador del cortex orbitofrontal (ventro medial) derecho tiene conexiones sinápticas directas con las ramas simpática y parasimpática del SNA responsables de los aspectos somáticos de los afectos, con la amígdala derecha, el centro subcortical principal del miedo, al que Bromberg se refiere como el detector de humo afectivo y sistema de alerta temprana, y con el hipotálamo, y por esa vía, con el eje hipotálamo-pItuitario-adrenal que controla el estrés. Actualmente se acepta que por medio de un circuito vagal derecho de regulación emocional, el hemisferio derecho -incluyendo las estructuras corticales y subcorticales- promovería la regulación eficiente de la función autónoma a través de los núcleos basales del tallo cerebral” Creo que la caja de arena puede contribuir, dentro de un proceso global de psicoterapia, a mejorar esta deficiente regulación.

Estantería con las miniaturas dispuestas para que "ellas nos 
elijan a nosotros/as"

¿Y los significados? No quiero decir que no importen, para algunos pacientes tienen mucho valor, lo que quiero poner de relieve es que no es lo prioritario… no al principio, al menos, ni para todos los pacientes (a no ser que estos demuestren ser conscientes de lo que les ocurre y tengan una mejor integración cerebral, lo cual los llevará a este nivel de trabajo). Lo fundamental es la comunicación neuroafectiva (Ogden y Fisher, 2016), por encima de las interpretaciones. Estas son más relevantes en fases más avanzadas de la terapia y siempre fuera del proceso de creación de las cajas. Los significados son útiles en la medida en que el paciente está abierto y hace suyos dichos significados, por lo que el paciente siempre participa en la co-construcción de estos. Y él o ella tienen siempre la última palabra, porque son los expertos en su mundo en la arena.

Termino con esta frase de Marshall que refleja acertadamente la esencia de la técnica de la caja de arena, así como lo que vivimos en los talleres de formación

“Me siento más que afortunada de poder hacer una caja de arena con Marshall Lyles y fue en una formación con 30-35 participantes. En las formaciones, es muy importante experimentar, como terapeuta, lo que el cliente va a sentir. Además, experimentar cómo el terapeuta puede contener al cliente resulta muy informativo. Así como la caja parece ser el contenedor concreto, el terapeuta es el contenedor del alma, de la escena, de los sentimientos; el acompañante seguro para la esperanza y la carretera que abrirá nuevos caminos para el cliente. Según mi experiencia, con 30-35 participantes observando qué miniaturas elijo, y sabiendo que ofrecerán significados inesperados, aquí surge la importancia del apego con el contenedor (la propia caja) y el terapeuta (mi querido Marshall). Sentí la conexión con mi self interior; la charla silenciosa con mi self interior se hizo perceptible y variable, se podía tocar y oler, con la ayuda de las miniaturas y con el terapeuta unido. 

Al hacer mi caja de arena durante la formación, aprendí la importancia que tiene prestar atención a los ojos del cliente en lugar de mirar a la caja; mi terapeuta Marshall me hizo experimentar ese importante concepto que podría pasarme por alto durante una sesión de formación. De modo que no bastaba con saber; era necesario experimentar ese sentimiento. Nunca deberé olvidarme de resonar con el cliente y de entrar en sintonía con el en ese sentido. Como terapeutas, al hacer nuestras cajas de arena, tiene una gran importancia estar conectados con nosotros mismos”.

REFERENCIAS

Fonagy, P. Gergely., Jurist, E., Target, M. (2002). Affect regulation, mentalization, and the development of the self. NY: Other Press.

Homeyer, L y Marshall, L (2022). Terapia avanzada de la caja de arena. Profundizar en la práctica clínica. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Ogden, P., Fisher, J. (2016). Psicoterapia sensorio-motriz. Intervenciones para el trauma y el apego. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Perry, B., Szalavitz, M. (2017). El chico al que criaron como perro y otras historias del cuaderno de un psiquiatra infantil. Madrid: Capitán Swing Libros.

Porges, S.W. (2011). The polyvagal theory: neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication and self-regulation. New York: W.W. Norton & Company.

Schore, A. (2011). Prólogo. En La sombra del tsunami y el desarrollo de la mente relacional. (pp 18-55). Madrid: Ágora relacional. 

lunes, 6 de febrero de 2023

Ciclo de conferencias sobre apego, trauma y neurodesarrollo gratuitas en YouTube: Rafael Benito, Arturo Ezquerro, Mario Marrone, Cristina Herce y José Luis Gonzalo

En esta entrada os ofrezco una recopilación, para que lo tengáis a mano, de las últimas conferencias celebradas desde la ciudad de Barcelona, Palau Macaya, organizadas conjuntamente por la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia, dirigida por Ester Cabanes, y la Fundación La Caixa. Las conferencias han sido retransmitidas en directo por YouTube y han quedado grabadas para ser visionadas con posterioridad. Ha desfilado un gran elenco de profesionales y dado el interés general que revisten porque en todas los buenos tratos a la infancia son el leit motiv de las intervenciones que se proponen, subo aquí los vídeos, para, como digo, estén fácilmente a vuestra disposición.

1. El maltrato en la infancia causa alteraciones del neurodesarrollo que originan trastornos psiquiátricos y enfermedades físicas en la vida adulta. Por Rafael Benito, psiquiatra.


2. Violencia sexual infantil: ¿perversión del apego? Por Arturo Ezquerro, psiquiatra.


3. Apego y parentalidad, por Mario Marrone, psiquiatra.



4. El acogimiento familiar hoy: recuperación del trauma en el presente y esperanza para el futuro. Por Cristina Herce, psicóloga.


5. Impacto del trauma del desarrollo de la infancia. Una propuesta de intervención desde el modelo de traumaterapia de Barudy y Dantagnan. Por José Luis Gonzalo, psicólogo.




lunes, 23 de enero de 2023

Preguntas mentalizadoras

Para poder mentalizar hemos de haber sido
mentalizados por la madre
Foto: El País

De nuevo regresamos al tema de la mentalización. Creo que es necesario insistir en ello porque observamos en los pacientes, niños, niñas y adolescentes que vienen a consulta, lo escasamente mentalizados que han sido. Y es un requisito indispensable, porque para poder mentalizar en un futuro, es necesario haberlo experimentado con al menos un adulto con el que se tenga sintonía emocional, con el que se vibre en la misma frecuencia, no sólo en cuanto a contenido, sino también y, sobre todo, en cuanto a conexión emocional. Unas mentes adultas crean otras mentes, las de seres en desarrollo (Siegel, 2007). Y esta construcción, cuando la mentalización que se logra es un reflejo cercano a los hechos de la realidad y genera emociones genuinas y equilibradas (es decir, no se confunde con los hechos ni tampoco los disfraza), sienta las bases de la empatía.

No quiero volver a hablar de lo que ya hemos escrito anteriormente en estas mismas páginas por no repetirme y dar al lector la impresión de déjà vu. Para situaros en qué es la mentalización, leed, por favor, los siguientes artículos escritos con anterioridad, así podréis seguir con mejor comprensión este texto:





Solamente para situarnos, recordamos que la mentalización es la capacidad imaginativa para interpretar el sentido de la conducta de otros considerando sus estados mentales y sus intenciones, así como comprender el impacto de nuestros afectos y conductas en los otros (Fonagy et al. 2002; Fonagy, 2019). Sería la capacidad de comprendernos y comprender a otros, basándonos en lo que nos pasa por dentro. Tiene componentes interpersonales: "¿qué le puede ocurrir por dentro?" Y tiene componentes reflexivos: "Y ahora, ¿cómo lo hago?".

Ser capaces, por tanto, de comprender la mente de un niño/a y de un adolescente, es muy importante, porque de lo contrario no sabemos llegar a sus necesidades ni de aproximarnos a sus motivaciones. Los chicos y las chicas necesitan que el adulto les ayude a entender cómo funciona su mente y por qué se comportan del modo en el que lo hacen. Educar tiene una parte en la que el adulto, desde el afecto y tratando de que la persona menor de edad no sienta que no nos importa, que le despreciamos o que no le amamos, debe de transmitir el porqué de las normas, los valores y las reglas que forman parte de la familia –no hay educación neutral-, es decir, el estilo de crianza; pero también debe tener una parte en la que, una vez que hemos aclarado las normas y discernido sobre los valores, se pase a la conducta y se ejecute con consistencia una respuesta firme y respetuosa por parte de los padres o cuidadores/as sobre lo que se debe hacer, aunque frustre al niño/a. Un ejemplo de ello: una vez que el padre o la madre mentalizan al adolescente y le devuelven que entienden su decepción porque no pueda llegar a las cuatro de la mañana a casa, cuando ya están establecidas las razones de por qué no es posible, se mantienen en ese “no” y no ceden a pesar de que el chico/a presione para conseguir imponer su criterio. 

Pero la mentalización es mucho más que esto. La capacidad de comprender la mente del otro, la denominada cognición social, esto es, “el conjunto de procesos cognitivos y emocionales mediante los cuales interpretamos, analizamos, recordamos y empleamos la información sobre el mundo social. Hace referencia a cómo pensamos acerca de nosotros mismos, de los demás y su comportamiento y de las relaciones sociales, y cómo damos sentido a toda esa información y emitimos comportamientos en base a ella”, es un logro mental que se produce a lo largo de toda la vida, siendo las etapas más críticas los primeros cuatro años de vida, y también la adolescencia, porque como dice nuestro admirado Rafael Benito (2020), psiquiatra, son los dos periodos donde el libro de instrucciones, el ADN, "tiene todas sus páginas abiertas" y más sensibles somos al aprendizaje, incluido el social. Entender nuestro comportamiento y emociones se consigue siempre en un proceso relacional con otro; y es ciertamente complejo llegar a comprender cómo me siento yo y el otro en el marco de una relación, qué quiero y necesito, y qué quiere y necesita el otro, mis motivaciones y las suyas, diferenciándolas de mi como persona separada del otro. Todo un proceso que requiere haber desarrollado una capacidad representacional reflexiva diferenciada y vivida como propia, respetándola aunque no se comparta. Y en esto juega un papel crucial el cuidador/a, con quien tenemos un vínculo. Hay cuidadores que no mentalizan para nada ni son conscientes de su importancia. Creen que el niño/a es un recipiente para llenar y debe ser guiado y obligado a obedecer las reglas, las que nos transmitieron nuestros padres, sin ambages. No ven que tenga una mente, o si ven esta, distorsionan las intenciones pensando que el niño/a es un ser para modelar desde la modificación de conducta; o proyectan sus propias vivencias olvidándose de los niños/as como seres singulares. El niño/a puede crecer sin capacidad reflexiva y sin herramientas para entender su mundo interno y, por lo tanto, tampoco el de los demás. Sólo dispondrá de unas reglas e ideas limitadas y rígidas.

Para desarrollar la mentalización se necesita que los padres/madres –y también otros agentes educativos- dediquen tiempo a los niños/as y hagan con ellos/as estas dos tareas relacionales, en sintonía emocional (Dantagnan, 2019):

1. Jugar. Jugar con los niños/as, y que en la etapa de socialización jueguen entre ellos, pues les permite aprender a comprender su mente y la de los demás. Gómez Ramírez dice que el juego:

Es indispensable para la estructuración del yo.

Permite al niño conocer el mundo que le rodea y adaptarse a él, ya que durante el mismo juego el menor crea mecanismos para adecuarse a cada situación y comportarse en ellas con mayor facilidad.

Enriquece la imaginación y promueve los procesos creativos.

Desarrolla y ejercita la observación, la atención, la concentración y la memoria.

Favorece la sociabilidad temprana y las habilidades de comunicación social.

Enseña a respetar las reglas.

Permite experimentar temores y frustraciones, así como triunfos y derrotas.

Foto: Pretend play. Center for Child Counselling


Tempranamente, hay un tipo concreto de juego que se denomina pretend play, el juego de pretender ser, que favorece que el niño/a vaya aprendiendo a separar el como si de la realidad externa. Los niños/as que participan en juegos de simulación diarios tendrán una mayor capacidad para regular sus emociones en comparación con los niños/as que participan en menos juegos de simulación. El juego de simulación anima a los niños/as a imaginar y crear historias, personajes y desarrollar temas en su juego. Durante este tipo de juego, los niños/as pueden usar estrategias de resolución de problemas.

De este modo se adquiere una mente flexible, abierta, capaz de captar matices y puntos de vista distintos al propio, con herramientas verbales para etiquetar estados internos. El niño/a así se prepara para manejarse con los otros en el mundo. Pero… según el estudio ‘Juego y familia‘, dirigido por Petra Pérez Alonso-Geta, experta de la Universidad de Valencia, la cantidad de juego de los menores en nuestro país “es claramente insuficiente”. El trabajo señala como “preocupante” que un tercio de los niños jueguen solos, lo cual está fomentado en parte por la gran difusión de las consolas de videojuegos y otros dispositivos electrónicos. 

2. Tener conversaciones con los niños/as. Las familias se juntan, comunican y conversan escasamente. El ritmo frenético del día a día, las excesivas actividades, el cansancio de los adultos, la enorme cantidad de deberes que les asignan en la escuela, el optar por los medios electrónicos y meterse en el universo virtual… Todo eso influye decisivamente para que los niños/as desarrollen la expectativa de que en mi casa no se habla, mis padres no están disponibles, lo que yo cuente, no interesa… Durante la infancia, todo puede quedar en silencio, pero al llegar a la adolescencia nos encontramos que los jóvenes no tienen herramientas mentalizadoras, indispensables para reflexionar y modular las emociones. Fonagy afirma que son claves para el control de los impulsos… ¿Será por esto por lo que nos encontramos con más jóvenes que se autolesionan y se disocian más, porque no han entrado en su interior y no conocen ni han puesto palabra ni comprensión a sus estados internos? Sobre todo es fundamental conversar sobre lo que se siente y experimenta, validando siempre el mundo interno de niño/a, respetándolo, honrándolo, aunque no estemos de acuerdo con muchas de sus conductas y pensemos que no tiene razón y es indignante lo que hace. Ese mensaje implícito “no verbal” de aceptación incondicional, es fundamental para lograr el desarrollo de un apego seguro y de una mentalización adecuada.

Conversar sobre las experiencias y lo que se siente es fundamental
para desarrollar la mentalización
Foto: Eres Mamá

Si se ha tenido una infancia temprana en la que se ha experimentado trauma en el desarrollo dentro de una relación de apego inseguro o desorganizado, la capacidad mentalizadora puede desarrollarse escasamente (sobre todo si el cuidador principal fue negligente afectivamente, no promovía conexiones seguras ni ayudaba al niño/a regular sus impulsos y a que experimentara el mundo interno como propio), desarrollarse de manera alterada (se aprende a hacer inferencias desconfiadas o distorsionadas de los otros) o se adquiere un modo falso (simulado) de comprender el mundo mental, alejado de la realidad, pues todo es demasiado doloroso para ser contado honestamente (mejor totalmente disfrazado). (Muller, 2020)

Un ejemplo de ello lo tenemos en la película El indomable Will Hunting. Will es un muchacho con un pasado traumático que trabaja limpiando la Universidad. Tiene un talento enorme para las matemáticas y ha sido capaz de resolver problemas hasta entonces irresolubles por el equipo académico. Deja anónimamente las soluciones en las pizarras de la clase. Un día un profesor descubre fascinado que alguien ha hecho una demostración matemática para resolver un enigma. El docente trata de descubrir quién es, mientras Will, a pesar de su enorme talento, lleva una vida llena de pendencias y de actuaciones antisociales que le conducen a la cárcel. El profesor, en sus investigaciones, consigue adivinar en qué penitenciario ha sido encarcelado y paga su fianza a cambio de que acuda a terapia y se incorpore a su equipo. Will acaba con todos los terapeutas, ninguno resiste sus defensas, ironías y burlas, todos abandonan desesperados afirmando que el chico no tiene remedio. El profesor de matemáticas recurre a un viejo amigo psiquiatra que se encarga de la terapia con Will. A pesar del enorme choque entre subjetividades, en una tutorización de resiliencia más que en una terapia, el innovador psiquiatra (interpretado por el gran e inolvidable actor Robin Williams) y Will consiguen vincular afectivamente y ambos recorren un camino terapéutico y relacional nada fácil, donde el profesional [se la juega, pero lleva a la práctica el principio de Bromberg que afirma que “la terapia debe de ser segura pero no totalmente segura”, Bromberg (2011)] transmite a Will que aunque él sea muy inteligente y pueda hablar como una enciclopedia de todo no sabe realmente lo que es la vida porque muchos aspectos no los ha experimentado, es como si hubiera desarrollado un discurso impostado totalmente volcado al polo cognitivo de la mentalización y nada al emocional y vivencial. Por lo tanto, las reflexiones de Will Hunting parecen genuinas, pero no lo son porque adolecen de otros componentes necesarios para una mentalización auténticamente reflexiva. La manera de comprender el mundo de Will es fruto de su historia y, en definitiva, del trauma del desarrollo sufrido. Su tutor de resiliencia le confronta de este modo [a veces no del todo mentalizador, tira en exceso de desafío, pero quizá Robin siente que la relación lo puede resistir. Pongo el vídeo más como ilustración de lo que es el modo simulado de mentalizar que como ejemplo de intervención; es verdad que la relación terapéutica y la “confianza epistémica” (Fonagy, 2019) están logradas y el chico parece vivir con aceptación y apertura la visión de su tutor] en esta famosa escena donde Will, a pesar del dolor, parece conectar con lo que aquel le dice. Nadie le habló con tanta franqueza (fijaos en el rostro de Will):



Es necesario trabajar en terapia de tal modo que los niños y jóvenes vean en nosotros una postura mentalizadora. También lo han de hacer todos los padres y madres, especialmente los que tienen hijos e hijas que presentan alteraciones en la mentalización. Para ello hay que formarse en este paradigma como profesionales; y como padres y madres asistir a terapias y cursos donde aprendamos a mentalizar adecuadamente. Porque ni padres ni madres ni profesionales estamos acostumbrados ni entrenados para ello, porque lo que primero hacemos es analizar e interpretar la conducta; los primeros lo hacen para educar y enseñar a sus hijos/as normas, actitudes y valores; los segundos, en otro contexto, para devolver al paciente nuestra visión y que pueda darse cuenta de qué le pasa y por qué. Pero mentalizar no es interpretar, sino que se trata de proporcionar herramientas cognitivas y emocionales para averiguar el propio sentido de nuestras experiencias y relaciones con los demás pudiendo recibir empatía y después una confrontación amable que nos permita abrirnos a analizar unos hechos desde diferentes ángulos y ópticas. 

La mentalización parte de que la propia mente es opaca y que sólo con curiosidad, apertura y validación segura podemos abrirnos a explorar y aprender sobre nuestra propia mente y la de los demás. Las preguntas que os comparto a continuación están obtenidas de este libro de Peter Fonagy y Anthony Bateman (os animo a que lo leáis, es totalmente completo y se puede considerar el texto de referencia) y las suelo usar para trabajar la mentalización con pacientes adultos y con algunos adolescentes. Con esto les ayudamos, antes de entrar a trabajar aspectos del trauma y del apego, a desarrollar instrumentos que les enseñen a aprender más sobre ellos mismos y sobre los que les rodean.

¿Qué intervención utilizar y cuándo?

Anthony Bateman y Peter Fonagy (2016) nos dicen que en caso de duda siempre debemos empezar en la superficie, es decir con la validación empatica. Sobre todo con los chicos/as o adultos que han sido invalidados en su infancia por las figuras adultas y/o han sufrido experiencias de abandono, maltrato y/o abuso. Los autores recomiendan moverse a niveles más profundos (los relacionales y de desafío) solo si se ha trabajado con la validación empática y con los hechos. Si las emociones se tornan abrumadoras [y en pacientes con historia de trauma las emociones son casi siempre abrumadoras, como la "sombra de un tsunami", en expresión de Bromberg (2011)] Bateman y Fonagy insisten en que los estados de hiperactivación son siempre interfirieres con la capacidad de mentalizar (¿quién mentaliza cuando está fuera de sí?) "El tipo de intervención -dicen- está relacionado inversamente con la intensidad emocional: validación empática cuando el paciente se siente abrumado por la emoción y mentalizar la relación si es capaz de seguir mentalizando si ´soporta´ la emoción". La intervención siempre está en consonancia con el nivel de mentalización de la persona. Se tiende a sobreestimar este nivel en pacientes con trastorno de personalidad. 

Por ello, siempre es necesario formarse y aprender a evaluar. En nuestro Postgrado de Traumaterapia (Barudy y Dantagnan) enseñamos a nuestros alumnos/as a evaluar la capacidad mentalizadora del niño/a y del adulto para que puedan determinar en qué nivel se encuentran antes de intervenir con ellos y ellas.
 
Preguntas para una mentalización básica: clarificación, exploración y desafío

Cuales fueron los hechos. Que ocurrió
¿Qué te lleva a afirmar eso?
¿Qué efecto tuvo en ti?

Preguntas para una mentalización básica: identificación del afecto y foco en el afecto

Cuál era tu estado emocional antes
En qué estado emocional te encontrabas…
¿Qué piensas de lo ocurrido?
Tal vez sientas…
Me pregunto si…
Pareces pensar que te voy a abandonar, no estoy seguro de que te lleva a pensar tal cosa...
Ayúdame a verlo de ese modo

Preguntas para una mentalización de la relación 

¿Qué le llevó a actuar así?
¿Qué ocurría con la sensación de que él o ella…?
Creo que me he equivocado. Lo que no puedo entender es como he podido llegar a decir eso. ¿Puedes ayudarme a volver a lo que sucedió antes de equivocarme?
¿He pasado por alto algo obvio?
Ahora lo que me intriga es que tú y yo estamos teniendo una perspectiva diferente (marcar una perspectiva alternativa)...
Quiero sacar a colación un aspecto de nuestras sesiones que no quiero que tomes como una crítica…
Aprecio lo que dices, pero ese es el efecto que me produce
 
PONER FOCO EN EL OTRO
 
¿Como crees que le afecta a…?
¿Cuál fue tu participación en lo que ocurrió para que reaccionase de aquel modo?
 
PONER FOCO EN EL PACIENTE
 
¿Que sentiste acerca de esto?
¿Como entiendes tu reacción?
 
 
REFERENCIAS

Bateman, A., Fonagy, P. (2016). Tratamiento basado en la mentalización para trastornos de la personalidad. Bilbao: Desclée de Brouwer. 

Benito, R. (2020). Bases neurobiológicas y desarrollo en la infancia y la adolescencia. Madrid: El Hilo Ediciones.

Bromberg, P. (2011). La sombra del tsunami y el desarrollo de la mente relacional. Madrid: Ágora relacional.

Dantagnan, M. (2019). El fenómeno de la mentalización de los niños y niñas, así como de los padres y su aplicación a la traumaterapia. Documento no publicado. Postgrado de Traumaterapia Infanto-juvenil Sistémica. IFIV. 

Fonagy, P. Gergely., Jurist, E. & Target,M (2002). Affect regulation, mentalization, and the development of the self. NY: Other Press.

Fonagy, P. (2019). Seminario con Peter Fonagy: Técnicas de tratamiento basadas en la mentalización. IV Jornadas de Protección a la Infancia y a la Adolescencia. Pamplona, 1 de marzo de 2019.

Muller, T. (2020). El trauma y la lucha por abrirse. De la evitación a la recuperación y el crecimiento. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Siegel, D. J. (2007). La mente en desarrollo. Cómo interactúan las relaciones y el cerebro para modelar nuestro ser. Bilbao: Desclée de Brouwer.