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martes, 5 de marzo de 2024

Jorge Barudy, ponente en las VI Conversaciones apego y resiliencia, participará con una conferencia sobre el papel traumático por malos tratos de los contextos socioeconómicos actuales

 

VI Conversaciones sobre apego y resiliencia 

Enlace para inscribirse:

https://joseluisgonzalo.com/conversaciones-2024/

Inscríbete antes del 8 de abril para aprovechar la tarifa reducida



Presentamos a los ponentes

Hoy 4ª entrevista en vídeo: Jorge Barudy




Participará en las VI Conversaciones con esta ponencia:

“La aplicación de la cibernética de tercer orden para mostrar el papel traumático por malos tratos, de los contextos sociales impuestos por los defensores del modelo económico de mercado en la infancia y la adolescencia”

En esta entrevista grabada en vídeo nos explica los contenidos de su ponencia
en las VI Conversaciones:




Jorge Barudy. Neuropsiquiatra, psicoterapeuta y terapeuta familiar. Formador de la EFTA (Asociación Europea de Terapia Familiar). Docente del postgrado en psicoterapia e intervención social sistémica de la Universidad Católica de Lovaina (1983-1998). Fue director clínico del programa de prevención y tratamiento de los malos tratos infantiles (Equipe SOS Enfants Familles) de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica (1982 –1997). Director Fundador de EXIL Bruselas en 1983, Centro Médico psicosocial para refugiados políticos y víctimas de tortura en Bélgica y desde el año 2000. Director y presidente del Centro Exil (Asociación médico psicosocial para víctimas de violencia, tortura y violación de los DDHH) en Barcelona, España. Docente de varias Universidades españolas, europeas e iberoamericanas en cursos de post-título en relación con la prevención y el tratamiento de los efectos de la violencia en niños, mujeres, la familia y la comunidad. Es co-director de IFIV Barcelona fundado en el 2000. Autor de numerosos artículos y libros sobre el tema del maltrato infantil, los buenos tratos, competencia parental y resiliencia. Codirector y docente de IFIV Barcelona. Autor de numerosos libros y artículos sobre el maltrato infantil, los buenos tratos a la infancia, las competencias y la resiliencia parental. Página web Traumaterapia: www.traumaterapiayresiliencia.com



lunes, 18 de septiembre de 2023

La Gallinita ciega. Memorias de integrantes de la Agrupación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y Tortura

He tenido noticia recientemente a través de mi amigo y profesor Jorge Barudy, uno de los promotores, de la publicación del libro: “La Gallinita Ciega: memorias de integrantes de la Agrupación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y Tortura” Hace un tiempo que salió este libro, pero hasta ahora no había podido difundirlo por el blog. 


Para adquirir un ejemplar, es necesario ponerse en contacto con EXIL:

ifiv2000@yahoo.es

Marina Mas


¿Nos podemos imaginar a niños y niñas encarcelados/as? ¿Alguien puede sostener un segundo sin estremecer su cuerpo la imagen mental de sus propios hijos/as o los hijos/as de otros presos y torturados en una cárcel? 

"La Gallinita ciega" nos acerca a esa realidad, precisamente cuando se van a cumplir 50 años del golpe de estado del dictador Pinochet, que trajo toda esta crueldad que un grupo de víctimas sobrevivientes se han atrevido, mucho tiempo después, a reconstruir y compartir para que conozcamos su historia, sepamos que ocurrió y a su vez que su testimonio pueda ayudar a todos y a todas los que a diario en el mundo sufren terribles traumas como la tortura, las guerras, el hambre, el terrorismo..., y los niños encarcelados, todavía hoy en día esto es una espantosa y escandalosa realidad.

Los miembros de la Agrupación de Ex Menores víctimas, nos dicen para despertar nuestras conciencias: 

"La prisión política de niñas y niños... el terror contenido en los cuentos que esta vez  no terminan bien. Los militares te secuestran y vendan tus ojos para que no puedas ver quien te acaba de raptar. Te marean en rondas, en vehículos y en pasadizos desconocidos, para que no sepas donde te llevan. La venda se queda mientras estás ahí. A veces te sueltan. Se hace difícil volver a confiar".

El libro, a cargo de la antropóloga Lena Barahona y el psicólogo Boris Valdenegro, reúne los testimonios de las personas que fueron aprisionadas o torturadas en su niñez a raíz de la dictadura militar ocurrida en Chile desde 1973 hasta el año 1990. Además, los relatos serán acompañados por imágenes personales y recuerdos gráficos sobre lo vivido por los niños en esa época.

Este proyecto se realizó gracias al trabajo en conjunto de la agrupación con la ONG Exil Chile y la Unidad de Cultura, Memoria y Derechos Humanos (UCMDH) de la Subsecretaría de las Culturas y las Artes. El proyecto fue finaciado por la Iniciativa Estratégica Regional de la UCMDH, gestionado a través de la SEREMI de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la Región de Valparaíso.

Jorge Barudy ha prologado el libro, creo que no puede haber nadie mejor para hacer esta tarea, por todo lo que él significa. Nos dice en el prólogo:

Este libro es una forma de asegurar la transmisión y la conservación de lo sucedido en las memorias intrafamiliares, y por otra parte, contribuir a que esto quede grabado en la memoria histórica de los habitantes del país. [...] Los relatos que componen este libro son parte de una memoria de procesos traumáticos pero también trata de las capacidades resistentes de los y las afectados que fueron perseguidos, encarcelados y torturados, algunas con sus padres y madres. Porque según los cobardes había que erradicar lo que ellos consideraban un peligro para la seguridad nacional. Los seres peligrosos tenían entre tres y diecisiete años. [...] Este libro que tengo el honor de prolongar presenta a mi juicio un valor a la vez testimonial y científico. Testimonial porque constituye la expresión de la memoria de personas adultas que vivieron una experiencia que, siendo dolorosa y sin ambages traumática, la comparten de una manera genuina y generosa. Pero también su contenido es científico, porque la metodología con la que se facilitó que estas víctimas del horror en sus infancias pudieran narrar sus experiencias cumple con todos los requisitos para que las experiencias de vida se transformen en conocimiento experiencial 

El libro tiene tres dimensiones de análisis para poder valorar el daño que produce una atrocidad de este tipo: a/ De las edades y como estaban y/o eran los niños y las niñas antes de ser víctimas de atrocidades. b/ Del contenido, la duración y el desamparo de las atrocidades cometidas por los policías y los miembros de las fuerzas armadas c/ De las respuestas de apoyo que encontraron en sus familias, en sus tejidos sociales y sobre todo del Estado después de la dictadura. 

El libro se divide en tres partes, precisamente siguiendo esta lógica cronológica que Jorge Barudy hace para valorar el daño: los testimonios de las víctimas y sus recuerdos (o testimoniar la ausencia de ellos) se suceden a lo largo del libro, compartiéndolos con el lector en tres partes:


Capítulo I: Ser niñas y niños antes del golpe






Capítulo II: Golpe de Estado







Capítulo III: Resistencias y resiliencias





"Es fácil decir olvidemos, 
para quienes no lo han vivido"


Testimonio de una víctima


Desde el blog Buenos tratos sólo me queda, en el nombre de todos y todas las que lo hacemos, testimoniarles nuestro honor, agradecimiento y máxima consideración por este trabajo que sin duda ayudará en su proceso de sanación.

lunes, 10 de octubre de 2022

"Cuidado maternal y amor", John Bowlby en 27 pasos (II y final)


Continuamos con la segunda parte del artículo dedicado a Bowlby y a ese magnífico libro titulado: “Cuidado maternal y amor”. 70 años contemplan este libro y lo que en él se expresa está totalmente de moda y se hace más necesario que nunca. Es una llamada a todos los profesionales que cuidan y protegen a la infancia, a que tengan en cuenta los postulados bowlbyanos acerca del daño a largo plazo en la salud mental y física que produce en los primeros años de vida la separación, pérdida o alteración (por abandono o maltrato) del vínculo de apego (termino designado para nombrar el lazo afectivo y duradero que une al bebé con su figura de apego principal, usualmente la madre)


Libro "Cuidado maternal y amor" de John Bowlby


En el anterior artículo, expuse los catorce aspectos más importantes del primer capítulo de este libro. Uso el término pasos porque es una palabra que se emplea en alta gastronomía para presentar los platos secuencialmente de acuerdo con una lógica (sabores, olores, primeros, segundos, terceros, postre, postpostre… Excursus: como veis, la gastronomía me pierde) En este caso, la lógica de estos pasos tiene que ver con las diferentes situaciones a nivel de afectación al desarrollo y al vínculo de apego que un infante puede sufrir.

Vamos, pues, con los 14 pasos que quedaban pendientes. Haré comentarios, si lo considero necesario (en cursiva es texto original de John Bowlby) Dentro de unas llaves […] irá mi comentario. 

15) Los resultados adversos [se refiere a los que provocan la separación, la interrupción de los cuidados y la pérdida de la figura materna] pueden evitarse durante el primer año de vida si los niños reciben el cariño de un sustituto materno. El cuidado de dicho sustituto, aunque no sea del todo adecuado, es indispensable y debe siempre procurarse. [Bowlby es el primero en preconizar la importancia de los acogimientos familiares cuando el bebé no tiene una figura de apego disponible o esta le daña. Hemos tardado muchos años, desde 1953, en darnos cuenta de que los orfanatos o los centros de acogida, son dañinos para los bebés, si no cuentan con una figura de apego exclusiva para el niño (no suelen contar con ella) Todo el sistema de acogida de urgencias con el que contamos actualmente se basa en esta constatación de John Bowlby. No debería haber ningún solo niño en un centro por debajo de los seis años, pues (sobre todo entre los seis y los dieciocho meses) es un periodo crítico para la conformación del vínculo de apego y el neurodesarrollo. Sin embargo, todavía no se hacen todos los esfuerzos que se deberían hacer para que todo niño/a cuente con una figura de apego en una familia “suficientemente buena”, parafraseando a Winnicott (1993) Sabemos que de esto depende el bienestar futuro de los niños y niñas, y que además, el gasto en salud mental y política social serían, a largo plazo, menores]

16) Los niños y niñas que han tenido una relación íntima y amorosa con sus madres son los que más sufren. Los que han sido criados en instituciones y no han tenido ninguna figura materna permanente no muestran respuestas de este tipo, pues su vida emocional ya está afectada. [Sabemos perfectamente lo perturbado que queda el vínculo de apego cuando los bebés crecen con nulo contacto y comunicación humanas, afectiva y cognitivamente. Los trastornos reactivos de la vinculación, así llamados en la actualidad, son frecuentes en niños y niñas que han padecido situaciones prolongadas de crianza en aislamiento. De esto que estoy comentando, desgraciadamente, saben mucho un buen número de familias adoptivas que siguen el blog]




Foto: el embarazo.net




17) Al tratar casos nuevos de este tipo hemos intentado efectuar un proceso de “separación en etapas lentas” para reducir sus consecuencias en el niño. Aunque esto ha resultado beneficioso con niños de tres o cuatro años en adelante, hemos descubierto que muy poco puede hacerse para evitar la regresión (es decir, la vuelta a una conducta más infantil) cuando se trata de niños entre uno y medio y dos años y medio. Los infantes de esta edad pueden tolerar cambios repentinos y separaciones de un día sin un efecto visible. Pero cuando estas últimas son más largas, tienden a perder sus lazos emocionales, a retroceder en sus instintos y a regresar en su conducta. [Lo que me viene a la mente es que esta constatación, hecha por John Bowlby, legitima aún más el principio jurídico que defiende el abogado Hernán Fernández del derecho a los "buenos vínculos". Cuando se hacen acogidas de urgencia y los niños alargan su estancia (por temas burocráticos o porque no hay familias) con dicha familia dos o tres años, o más, este vínculo (si es bueno) no debería romperse, y los infantes no deberían nunca ser adoptados u acogidos por otra familia. Todavía hay mucho que avanzar en este terreno, pues son dramáticas muchas de las situaciones que viven los niños y sus familias. Del mismo modo, las propuestas de revinculación con la familia biológica, cesando un acogimiento, no deberían de producirse porque estamos rompiendo ese vínculo de apego creado con los acogedores. Aquí normalmente prevalece el derecho de los padres biológicos, a reclamar al niño como una posesión, que el derecho del niño a los buenos vínculos. Además, muchas de las decisiones de retorno a la familia biológica suelen hacerse basándose en presupuestos funcionales como empleo, casa y medios económicos, y no valorando competencias parentales, lo fundamental para cuidar y criar suficientemente bien. De este tema sabe mucho Cristina Herce, psicóloga experta en acogimiento familiar. Recordamos su excelente colaboración con este post hace unos años]

18) Las dolorosas consecuencias de estas experiencias [se refiere a la pérdida o interrupción de los buenos vínculos] a nivel inmediato, aunque no siempre son obvias para el observador inexperto, también son con frecuencia inquietantes para el experto. Las más comúnmente observadas son:

Una reacción hostil hacia la madre al momento de reunirse con ella

Una excesiva exigencia para con la madre o madre substituta, en que una intensa posesividad se combina con una forma personal de insistencia, celos exagerados y violentas manifestaciones de enojo.

Un alegre pero superficial apego a cualquier adulto dentro de la órbita del niño

Un retraimiento apático frente a cualesquiera enredos emocionales, combinados con movimientos estereotipados del cuerpo y, algunas veces, golpes en la cabeza.

19) Conviene decir algunas palabras de advertencia respecto de los niños que responden apáticamente o con una alegre e indiferenciada actitud amistosa, ya que las personas ignorantes de los principios de salud mental habitualmente se engañan con ellos. Mientras permanecen en la institución no hay motivos obvios para preocuparse, pero cuando se van su equilibrio se rompe, y se hace evidente que su adaptación era falsa y no estaba basada en un verdadero crecimiento de la personalidad. También hay quien manifiesta satisfacción al creer que un niño ha olvidado por completo a su madre. Generalmente, esto no es cierto porque la llama cuando está angustiado.


Foto de niño retraído
Obtenida de El Norte de Castilla


20) Naturalmente, los tipos particulares de reacción demostrados por diferentes niños variarán y dependerán enormemente de las condiciones en que vivan. Por ejemplo, en una guardería de Hampstead, hizo aparición una madre sustituta. Entonces, los niños que se habían mostrado adaptables y complacientes en condiciones de grupo, de repente se volvieron intolerablemente exigentes e irrazonables. Sus celos, y sobre todo, su posesividad del adulto amado pueden ser ilimitados. Fácilmente llegan a ser compulsivos cuando la relación de madre no es una experiencia nueva y ya ha ocurrido una separación de una madre real o (y) una antigua madre sustituta. El niño se aferra de una manera exagerada al sustituto materno con la íntima convicción de que el distanciamiento volverá a repetirse. [Desgraciadamente, estas experiencias les resultan conocidas a muchos acogedores y adoptivos, especialmente los que tienen niños que han sufrido varias rupturas del vínculo de apego, han pasado por instituciones y han sido final y definitivamente acogidos o adoptados por una familia competente. Cuando estos se van a trabajar o los llevan al colegio, sobre todo, refieren que el niño se aferra, se torna posesivo e incluso carga con una inusitada rabia tanto en la separación como el reencuentro posterior. Puede ser un niño, además, celoso, que no tolera un tercero en la relación. Esto suele atribuirse al carácter del infante, cuando en realidad vemos que es un rasgo de trastorno del apego. Es necesario valorar muy bien la competencia parental en los acogimientos y adopciones, porque, después, la posterior ruptura daña al niño y perjudica sus futuros emplazamientos en otras familias. Es más, hay algunos niños ya mayores, que las rechazan de plano y prefieren la vida en el centro de acogida; pues se anticipa el dolor, tanto de apegarse como de que se pueda romper ese apego -porque ya pasó]

21) Muchas madres cuyos pequeños han estado separados de ellas durante semanas o meses pueden confirmar o ampliar estas observaciones. Algunas veces, en el momento de la reunión, el niño está emocionalmente congelado, no puede expresar sus sentimientos y, en ocasiones, ni hablar. Después, como en un torrente, sus sentimientos se descongelan. Los sollozos van seguidos de (si pueden hablar) un acusador: “¿Por qué te fuiste, mamá?” De ahí en adelante, durante muchas semanas o meses, nunca quiere perder a su madre de vista, se comporta como un infante, se muestra ansioso y se enoja con facilidad. Si se actúan sabiamente, estos males desaparecerán poco a poco, aunque no debe olvidarse que queda el peligro real de cicatrices psíquicas ocultas que pueden abrirse más tarde en la vida y dar lugar a padecimientos emocionales. 

22) El mal comportamiento penado con rechazo y castigos crea más regresión, más exigencias, más explosiones de enojo. De esta forma se crea la personalidad neurótica inestable, incapaz de adaptarse a sí misma o al mundo, incapaz, sobre todo, de establecer relaciones amorosas y leales con otras personas. [Por eso somos partidarios siempre de las técnicas eficaces para educar basadas en el apego, y estamos por la labor de la erradicación de cualquier forma de maltrato al niño o niña, incluidas las tristemente famosas y aún legitimadas, las supuestas bofetadas a tiempo]

23) Por muy inquietante que sea esta secuencia de hechos, es casi sin duda menos siniestra que el caso del niño que responde encerrándose en sí mismo o manifestando una actitud amistosa indiscriminada y superficial.

24) ¿A qué edad podríamos preguntarnos, deja un niño de ser propenso al daño por falta de cuidado materno? Todos los que han estudiado el problema convendrían en que los tres y los cinco años, el riesgo todavía es grave, aunque mucho menos que antes. Durante ese periodo los niños ya no viven exclusivamente el presente, y en consecuencia pueden pensar que sus madres regresarán, lo que resulta imposible para un niño de menos de tres años. Además, la capacidad de hablar permite explicaciones sencillas, y el niño está más dispuesto a comprender el papel del sustituto materno. 

25) La confirmación de lo anteriormente descrito se encuentra en una serie de valiosas historias de casos de algunas docenas de niños cuyos síntomas neuróticos surgieron o empeoraron debido a su separación de la madre, experiencias todas ellas que tuvieron lugar en hospitales [Todavía en algunos hospitales no conocen las adversas consecuencias que las separaciones maternas tienen, y esto hoy en día]

26) Los niños, emocionalmente, a estas edades [cero a cinco años] no se bastan a sí mismos. 

Foto: centroeleia.edu


27) Aunque hay motivos para creer que todos los niños de menos de tres años, y mucho menos entre tres y cinco, sufren por la privación, en aquellos entre cinco y ocho quizás solo sea una minoría la que se ve afectada. Aquí surge la pregunta, ¿por qué unos sí y otros no? A los niños de esta edad les es mucho más fácil tolerar la separación si su relación con la madre es buena. Un niño feliz, seguro del amor de su madre, no se vuelve intolerablemente ansioso; el niño inseguro, dudoso de los buenos sentimientos de su madre hacia él, puede interpretar erróneamente los hechos. La creencia de que ha sido apartado del hogar por malo produce ansiedad y odio, y estos a su vez crean un círculo vicioso en sus relaciones con sus padres [Las narrativas que se les proporciona a los niños sobre las razones por las cuales se ha producido una separación de sus padres -esta es siempre dolorosa, aunque esté justificada por los malos tratos prolongados que el niño/a sufre por parte de sus progenitores-, todavía hoy en día es, por parte de muchos técnicos, culpógena; normalmente al niño/a se le devuelve que ha sido por su conducta negativa, sin realmente ser honestos y devolverles que él o ella no es en absoluto culpable del modo en el que le maltrataron o descuidaron. Los niños/as viven como un castigo la medida de protección. Si el propio niño/a ya se culpa por los malos tratos recibidos, si el mensaje explícito o implícito es el de atribuirle a él la causa de los problemas, estamos haciendo más daño. Esto hará que sufra ansiedad, problemas de conducta, odio, fugas… A veces explícitamente no se les dice que ellos son culpables, pero se les deja entrever que algo malo se derivará de su declaración: “¿eres consciente de lo que puede pasar si dices eso?” Cuando en realidad deberían decirle: “Eres un valiente por haber dicho lo que has dicho, nuestro deber ahora es protegerte, es normal que sientas miedo y otros muchos sentimientos, pero no estás solo y te vamos a apoyar, porque tú no tienes la culpa de nada”]

Así, los niños entre cinco y ocho años que ya sean propensos a perturbaciones emocionales pueden empeorar por una experiencia de separación, mientras que los niños seguros, de la misma edad, pueden salir de ella casi ilesos. Asún así, en ambos grupos mucho dependerá de la manera como se prepare al niño para la situación, como se le trate durante ella y de la actitud de la madre a su regreso.



REFERENCIAS

Winnicott, D. W. (1993). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría del desarrollo emocional. Buenos aires: Paidós.

domingo, 10 de octubre de 2021

Entrevista a Jorge Barudy en la revista Pikara: "La familia nuclear es un factor que facilita el maltrato".





Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, creo que es importante recordar que el maltrato, el abandono y el abuso sexual son duras experiencias adversas relacionadas con la salud mental. Tal y como refiere Iciar García, psicopedagoga y traumaterapeuta sistémica por el IFIV de Barcelona, profesora en la Universidad de Burgos, "numerosas investigaciones han concluido que el abuso sexual en la niñez reportado por adultos, se asoció con una amplia gama de trastornos y problemas psiquiátricos, que incluyen: depresión, fobias, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de pánico, trastorno de estrés postraumático, trastornos sexuales e ideación suicida. Lo mismo ocurría con adultos que habían informado de abusos físicos y abusos emocionales o informaban de ACEs (Adverse Child Experiences) y que igualmente reportaban tipos de trastornos psicológicos y psiquiátricos. La negligencia se asociaba además con desórdenes de personalidad". (García, 2019)

Por ello, difundo desde el blog de la Red Apega, Buenos tratos, esta entrevista a Jorge Barudy, co-director de la Red, en la cual nos habla de los malos tratos y de la necesaria visión epigenética a la hora de explicar el origen de los trastornos mentales. Jorge, neuropsiquiatra, especialista en trauma co-director del postgrado de ©traumaterapia sistémica, es un experto en violencia contra la infancia de referencia internacional y superviviente de torturas por parte del régimen de Pinochet en Chile.

La entrevista la ha realizado Julia Velilla Rambla, el día 28 de julio de 2021 y ha sido publicada en Pikara, online magazine.


Jorge Barudy


"La familia nuclear es un factor que facilita el maltrato"

(Jorge Barudy)


Jorge Barudy (Villa Alemana, Chile, 1949) es neuropsiquiatra, psiquiatra infantil, terapeuta familiar y psicoterapeuta. Encarcelado y torturado en 1973 por la dictadura de Pinochet en Chile, es uno de los principales especialistas en maltrato infantil a escala internacional por sus múltiples aportaciones en la psicología del trauma. Entre las más revolucionarias, la relación que estableció en 1998 entre maltrato infantil y tortura en El dolor invisible de la infancia (Editorial Paidós): «A diferencia del niño maltratado o abusado sexualmente, el adulto torturado o violado por su verdugo podrá mantener la identidad mientras pueda reconocerse como víctima». Actualmente, dirige el Centre Exil en Barcelona, una oenegé dirigida a la atención terapéutica para personas traumatizadas por distintos tipos de violaciones de los derechos humanos. Sus últimos trabajos se centran en la noción del paradigma del buen trato, junto a la psicóloga y psicoterapeuta Maryorie Dantagnan (autora del libro Los buenos tratos en la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia), y en la investigación sobre resiliencia infantil.


¿Qué diferencia el maltrato infantil de otros tipos de malos tratos?

El maltrato infantil es el peor de todos los maltratos porque pone de manifiesto una diferencia importantísima de poder entre el adulto maltratador y el niño maltratado. Para desarrollarse de una manera sana, la infancia necesita cuidados, estimulación, educación y protección por parte de los adultos; la gran paradoja es que precisamente el adulto que debería proporcionarle al niño o a la niña toda esta lista de recursos es justamente quien le hace daño. Las situaciones más dramáticas se dan cuando es el padre o la madre quien inflige el maltrato: esto produce un daño que hoy en día, de acuerdo con todas las investigaciones que existen, es considerado la base de la mayor parte de las enfermedades mentales y los trastornos psicopatológicos. Es por este motivo que afirmo que un hombre o una mujer que maltrata a sus hijos, produciéndole secuelas casi irreversibles, pierde el derecho a ejercer de padre o de madre, a pertenecer al grupo. Pasan a ser solo progenitores o progenitoras.

¿Estos progenitores y progenitoras son los únicos responsables del maltrato infantil intrafamiliar?

No, hay que dejarlo muy claro. La mayoría de estas personas han concebido a sus hijos e hijas sin ostentar las competencias necesarias para acompañarlos de forma sana en su desarrollo. Y lo han hecho porque, directamente, ellas mismas no tuvieron la oportunidad de asimilar dichas competencias necesarias para la crianza, habilidades que son adquiridas. Es decir, que si no has tenido una crianza suficientemente bien tratante de niño o niña, el riesgo más grande es que tú puedas hacer daño a tus propias crías. A ser padre y madre se aprende; no solo en el entorno familiar, sino también en el entorno sociocultural. Así que, cada vez que un padre o una madre maltrata a su hijo, está denunciando a su vez la incompetencia de la sociedad en el desarrollo político de la protección adecuada, que debería permitir una detección precoz de estas tragedias e una intervención coherente.

¿Poniendo de manifiesto como de adultocentrista es el sistema? El adulto al centro, el niño y la niña, quién sabe dónde.

Exacto. Los niños y las niñas no tienen poder en nuestro sistema social, sino que son dependientes del mundo adulto. Quien rige los sistemas de gobierno son los adultos y, en consecuencia, las políticas públicas siguen enfocadas a satisfacer las necesidades y los deseos de los adultos. Un niño o una niña no tiene derecho a decidir quién será senador, diputado o alcalde, y esta dependencia en términos de poder explica parte de su vulnerabilidad. La otra parte es la dependencia biológica para no morirse: nacemos siendo totalmente dependientes de los cuidados de los adultos. Lo que es maravilloso, y la comparación me parece interesante, es que, gracias a la lucha de las mujeres, las condiciones de la infancia van mejorando. Aunque, desgraciadamente, no creo que vayamos a tener un 8 de marzo en el que los niños y las niñas salgan a la calle a manifestar su derecho a tener derechos.

«Si la vergüenza del siglo XX fue el genocidio, la vergüenza del actual sistema neoliberal es el infanticidio estructural» 

El maltrato infantil es una violencia estructural. ¿Cuáles diría usted que son sus causas?

La que más me tormenta a mí, que tengo mi pasado, es el fascismo financiero: el dominio de la avaricia por encima de la solidaridad, del mercado por encima de las necesidades humanas reales. Creo que, si hay que buscar un culpable último del maltrato contra la infancia, no solo en nuestro país, sino en todo el mundo, es este. Los niños sufren, y no precisamente a distancia, sino aquí mismo. No hay ningún político en España, como sí pasa en algunos países nórdicos, que ponga la infancia como prioridad. Los políticos españoles han decidido avalar este modelo de violencia subliminal. Volviendo a la pregunta de la responsabilidad, los padres y las madres tienen al menos una atenuante, y es el de no haber sido protegidos de niños, cuando fueron maltratados. En cambio, los responsables del contexto, es decir, la clase política, que permite que este infanticidio siga pasando, no tienen ningún atenuante. Si la vergüenza del siglo XX fue el genocidio, el Holocausto, el genocidio armenio, etc., la vergüenza del actual sistema neoliberal es el infanticidio estructural.

¿Se maltrata más con el modelo de familia nuclear que con el modelo de familia extensa?

Es una pregunta para reflexionarla. Evidentemente, la nuclearización de la familia es un factor que facilita el maltrato. La urbanización centrada en los intereses privados y el aislamiento social, construido desde la perspectiva financiera, hace que los niños y las niñas vivan encarcelados en familias mononucleares y no puedan gozar de otras formas de apoyo social. Cuando el barrio existía, los niños estaban en la calle y se ayudaban y socializaban entre ellos. Hasta las familias podían compensarse la incompetencia y los déficits las unas a las otras. Al barrio lo ha hecho desaparecer el modelo organizado del mercado, y lo mismo ha pasado con la familia extensa. Por suerte, aún existe en algunos países del sur de Europa; en España, por ejemplo.

¿Cuáles son los pros y los contras de la nueva ley de protección a la infancia?

Es importante que se haya promulgado, pues el mero hecho de que los diputados y diputadas la hayan aprobado en su amplia mayoría demuestra que hay una sensibilidad. Una de las reflexiones de quienes trabajamos en la práctica es que existe el riesgo que sea papel mojado. Porque una cosa es aprobar la ley y otra es la aplicación de esta ley. Si se aplicara, sería una oportunidad para mejorar la condición humana del pueblo español, que depende de lo que hagamos con la infancia. Pero para ello se necesita un cambio cultural, sobre todo en lo que refiere a los operadores del sistema judicial: los magistrados y los servicios de protección. El gran desafío es justamente este: la poca formación de los profesionales en relación con el trauma provocado por los diferentes malos tratos. Se han hecho esfuerzos, pero falta políticas de protección que integren los nuevos conocimientos de las investigaciones científicas. Por otro lado, es una ley que acorta por relativista: siempre está el concepto «salvo excepciones». Estas excepciones favorecen a los adultos, no a los niños. La ley no es clara, deja espacios: está escrita en función de los adultos. Como clínico, trabajando la cotidianidad con niños y niñas afectados por malos tratos, uno espera más. Espera que el mundo adulto se posicione de una forma más clara, porque nuestra infancia es el mayor bien comunitario de nuestra especie. Se trata de una ley muy abstracta y, en algunos casos, incluso obsoleta. Por ejemplo: la ley hace hincapié en la parentalidad positiva. Este es un concepto típico de la posmodernidad, que no tiene nada que ver: la parentalidad no es positiva ni negativa, la parentalidad es bientratante o maltratante. Hay que decir las cosas como son.

«La cultura sigue dominada por el principio de la patria potestad, de la consanguinidad» 

¿Es posible erradicar el maltrato infantil? ¿Qué hace falta cambiar para ello?

Claro que es posible. El antídoto contra el maltrato es el buen trato. Y el buen trato implica un cambio de base de los modelos culturales, sobre todo en la representación de los niños y las niñas como sujetos de derecho y en la mejora de las condiciones de las madres y las familias. Si las políticas públicas se dedicaran a sostener a las madres, juntamente con sus crías, se convertiría en un factor protector muy significativo. Y, cuando esto no pasase, es la comunidad quien debería tener el deber de ofrecer recursos alternativos a los niños; por desgracia, la cultura sigue dominada por el principio de la patria potestad, de la consanguinidad. Hay un retroceso negativo: el neomachismo es una realidad.

¿Qué es un buen trato?

Maryorie Dantagnan y yo mismo somos los autores del paradigma del buen trato. Trabajamos muchos años para poder explicarlo. El buen trato es una estructura de relaciones interpersonales y es también una producción social. Tiene que haber un buen trato en la familia nuclear y en la extensa, así como tienen que ser bientratanes las políticas públicas. Definimos el buen trato como la capacidad que tenemos los adultos de proporcionar lo que un niño o una niña necesita, es decir, nutrición, pero no solo en el sentido de una alimentación saludable, sino también una nutrición afectiva. Conectarse mediante la mirada, la sonrisa, el contacto físico, coger al bebé en brazos, cantarle una nana, dedicarle tiempo, no dejarle llorar. Hay un señor que se llama doctor Eduard Estivill,que, afortunadamente, no tengo el gusto de conocer, que pregona que hay que dejar llorar a los niños para que aprendan a dormir solos. ¿Qué historia tendrá en su biografía para tener un trastorno tan grande con la felicidad de la infancia?

¿Y qué tenemos que plantearnos para bien tratar a los niños y a las niñas?

Las criaturas necesitan la estimulación amorosa del adulto para desarrollarse, porque su cerebro se desarrolla gracias a la estimulación y la calidad de las relaciones interpersonales. Cuando esto no pasa, los niños no se desarrollan. Lo vemos en los huérfanos de Ceausescu, esos niños abandonados en una especia de orfanato en Rumanía que no recibían ningún tipo de estimulación ni contacto físico. La educación también es muy importante. Cuidado, porque educar no es enseñarlos a «portarse bien»: cuando se le dice a un niño eso, significa que queremos que se comporte para satisfacer las necesidades de los adultos. Los niños tienen que recibir una educación valórica, aprender a respectarse a sí mismos y a los demás, y a estimar al resto de habitantes del planeta, al medio ambiente, al diferente. La base de la educación es afectiva, porque, si yo no me siento querido, no podré integrar todos estos valores. También la capacidad de protección es una habilidad importantísima dentro del paradigma de los buenos tratos: tiene que estar centrada en los pequeños, permitirles explorar el mundo. No puede ser una sobreprotección, sino una protección acompañada. Y la promoción de la resiliencia, claro, para afrontar las adversidades y aprender de ellas. Adquirir nuevas formas de afrontar el mundo equivale a adquirir nuevas formas de desarrollo.

Están saliendo a la luz varios colectivos que hacen activismo antipsiquiátrico en el Estado. ¿Usted, como psiquiatra titulado, diría que la psiquiatría es una institución violenta?

Claro que la psiquiatría es violenta. Yo mismo me considero un psiquiatra antipsiquiatra. De hecho, como refugiado político, me incorporé a la lucha antipsiquiátrica en Trieste, junto a Franco Basaglia. Es terrible el hecho de caer en manos de un psiquiatra o una psiquiatra que no trabaje desde una perspectiva sistémica, es decir, desde la capacidad de entender que el sufrimiento mental tiene que ver con el daño que se le ha hecho a una persona, incluso desde el momento en el que fue concebida. La psiquiatría no es comprensiva, es descriptiva, clasifica a la gente. Claro que hay un cambio, pero los psiquiatras son los más lentos y reaccionarios a aceptar que las enfermedades mentales tienen que ver con las historias de vida. Por ejemplo, es mucho más fácil en el caso de la infancia hacer un diagnóstico de TDAH y colarle a un niño una enorme cantidad de medicación, aunque muchos de estos fármacos sean tóxicos a medio o largo plazo. Solo un siete por ciento de los diagnósticos de TDAH pueden tener un origen epigenético.

¿Epigenético?

Actualmente existen dos revoluciones que fomentan lo que voy a decir: son la revolución epigenética y la revolución neurocientífica. Desde los años 60 se sabe que el entorno tiene capacidad de modificar los genes. No el ADN, pero sí la capacidad de los genes de transmitir información a las células. Eso es lo que llamamos epigenética. Lo que quería decir con esto es que la psiquiatría encasilla a la gente, la condena. Le dice: usted tiene un trastorno bipolar. Pero no le pregunta: ¿cuál es su historia? ¿Cómo ha llegado hasta aquí? La esquizofrenia, que sigue siendo un trastorno muy misterioso, el autismo y algunos trastornos de base neurológica podrían ser epigenéticos. Muchos de ellos pueden tener que ver con la atención perinatal: niños y niñas que fueron mal atendidos durante el trabajo de antes y después del parto. En lo que refiere a la revolución neurocientífica, demuestra que el desarrollo sano de los niños y niñas no depende tanto del material genético, que juega un rol bastante secundario, sino del entorno y de la calidad de las relaciones interpersonales que los adultos sean capaces de ofrecer a la infancia ya desde su vida intrauterina.

Familias migrantes y pobres, especialmente las monomarentales, se están organizando para denunciar la sobreintervención que padecen por parte del sistema de protección de la infancia aquí, en el Estado español. ¿Están bien enfocada estas intervenciones por el interés superior del niño y la niña?

Claramente, no. El sistema de protección maltrata tanto por sobreintervención como por infraintervención y por una falta negligente de recursos. La sobreintervención en ciertas esferas sociales perjudica tanto a los hijos de familias pobres como a los hijos de familias favorecidas, donde la violencia está mucho más invisibilizada. Si eres hijo de migrantes y tienes la piel más oscura al menos tienes más posibilidades de que tus trastornos llamen la atención de la escuela y de los servicios sociales, eso beneficiaria estos niños si la intervención fuese adecuada. Por desgracia, muy a menudo se dan exageraciones e incomprensión de lo que significa ser madre de una familia monomarental y en situación migrante. Estas mujeres deberían ser un ejemplo: han huido de sus países para ofrecer una vida mejor a sus hijos y a sus hijas. En este sentido, quiero decir algo, aunque pueda enfadar a los sectores feministas: el feminismo tiene que apoyar a las mujeres migrantes. Veo la solidaridad feminista en el barrio, en mujeres que se ayudan entre ellas, creando redes maravillosas.

¿Qué es la resiliencia?

Lo que busca la resiliencia es conceptualizar una capacidad existente de los seres vivos para afrontar la adversidad, incluso en situaciones traumáticas, y mediante esta experiencia, desarrollar un aprendizaje. Esta es la definición de resiliencia según Boris Cyrulnik. Creo que lo más revolucionario es el hecho de saber que la resiliencia es una producción social. Se adquiere gracias al amor: la habilidad de enfrentar la adversidad es el resultado del apego seguro, de sentirse querido. Cyrulnik lo llama resiliencia neuronal y nosotros, Maryorie Dantagnan y yo, lo llamamos resiliencia primaria. La vemos en aquellos niños que han sido bien queridos, concebidos desde el amor, que han gozado de una ecología uterina saludable y un buen trato en sus primeros años de vida, que son los más importantes. Ahora bien: que tú no hayas disfrutado de una resiliencia primaria no significa que esto condene tu vida, esto depende de la resiliencia secundaria. La resiliencia secundaria hace referencia a las experiencias interpersonales y los vínculos afectivos alternativos a la familia: la escuela, los vecinos, los movimientos sociales… El hecho de sentirte querible, reconocido como afectado, como víctima de una injusticia, crea la resiliencia secundaria. Es el valor terapéutico de la solidaridad. De forma espontánea, gracias a la resiliencia, tu cerebro evita que, cuando seas padre o madre, repites el horror. También el humor es una fuente de resiliencia, así como la espiritualidad, no en el sentido alienante, sino la espiritualidad liberadora, trascendente, cósmica.

Desde los feminismos, por hacer un paralelismo, se dice que no hay que enseñar a las niñas a defenderse, sino educar a los niños para que no maltraten. Esta misma crítica se le podría hacer al concepto de resiliencia infantil: ¿las criaturas tienen que ser resilientes o somos las personas adultas quienes debemos cambiar?

Esta crítica se le podría hacer, pero es fruto de la mala utilización política del concepto. Por un lado, hay quien asegura que la resiliencia es genética y eso es mentira. Se trata de una producción social, como ya he explicado. La resiliencia no borra el sufrimiento. Tú eres resiliente y yo también lo soy, pero yo no borro, ¿cómo podría borrar? Quedan las cicatrices, que, de cuando en cuando, duelen, pero no determinan mi vida. Mis torturadores querían que fuera así: querían que me saliese de la lucha política, hacerme desaparecer. Pero no lo consiguieron, y no porque yo sea más fuerte que otras personas, sino porque gocé de unas condiciones sociales que me permitieron desarrollar la resiliencia. La otra mala utilización política que se puede hacer del concepto es ¿para qué invertir en el bienestar de la gente, si la gente puede ser resiliente? Eso es manipulación y violencia institucional. La resiliencia no es eso. La resiliencia pasa por el hecho de que los niños y niñas que fueron maltratados se comprometan con la lucha política para eliminar las causas estructurales del maltrato infantil. Los hombres y las mujeres sudamericanos tienen muy claro que la lucha es un factor social para probar la resiliencia, y que no debe ser una lucha individual, sino una lucha social, colectiva. Cuando hablo de nuevas formas de desarrollo, me refiero justamente a esto: la persona resiliente es una activista. Contribuye a la causa para que nadie más tenga que pasar por lo que te paso a ti o lo que me pasó a mí.

REFERENCIAS

García Varona, I. (2019). Proyecto Valientes. Facultad de Educación. Universidad de Burgos. Documento no publicado.

martes, 7 de abril de 2020

"Mi casa es un castillo", un cuento para facilitar la situación de confinamiento y "La casa del mar en calma", para ayudar a niños víctimas de violencia de género, de Itziar Fernández y Lorena Zamora.


"Mi casa es un castillo" y "La casa del mar en calma"
Cuentos de Itziar Fernández  y Lorena Zamora
Mi casa es un castillo

Con el objetivo de facilitar la situación de confinamiento para niños y niñas y proponer el establecimiento de rutinas saludables que favorezcan el entretenimiento de forma equilibrada, la psicóloga Itziar Fernández Cortés y la ilustradora Lorena Zamora, autoras del cuento “La casa del mar en calma”, se han unido de nuevo para regalarnos este cuento-juego de descarga gratuita.


¡Muchas gracias a las dos por vuestro trabajo y tiempo!

Descarga gratuita AQUÍ
Eta euskeraz ere bai. Itzulpena: Haizea Arbide.   Jaitsi dohainik HEMEN



La casa del mar en calma


Cuando quien dice que te quiere te quiere mal, se diluye el respeto, desaparece la sonrisa, el miedo y la tristeza se apoderan de tu hogar. Cuando eso ocurre, llegó el momento de buscar refugio para empezar de nuevo y cambiar el rumbo.

Llegar a “la casa del mar en calma” y convivir en ella será todo un reto para Carmen y la pequeña Lola. Pero valdrá la pena, porque luchar por tu felicidad y la de tus hijos e hijas siempre vale la pena.

La casa del mar en calma es un cuento ilustrado que nos ayuda a explicar a los niños, niñas y sus propias madres lo que supone ingresar en un centro de acogida para víctimas de violencia de género. Es, además, un elogio a la empatía y un homenaje a la supervivencia.


A partir de 6 años.
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lunes, 2 de diciembre de 2019

"Impacto del maltrato infantil en la salud mental: nuevos conocimientos desde la ciencia del cerebro", ponencia del Dr. Martin Teicher traducida y adaptada al español por el Dr. Rafael Benito Moraga.

Es un placer para mi presentaros la primera de las dos conferencias que el Dr. Martin Teicher pronunció en San Sebastián los días 4  y 5 de octubre de 2019. Su presencia, amable y cercana, y su excelencia académica y profesional, dejaron huella entre todos/as los/as asistentes a las IV Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil. 

Rafael Benito Moraga, con la generosidad que le caracteriza, se comprometió a redactar las dos conferencias del Dr. Teicher, traduciéndolas al español y adaptando las mismas para que podamos entenderlas mejor.

Hoy nos presenta la primera de ellas.

Agradezco de todo corazón a Rafael Benito el trabajo, el tiempo y el esfuerzo invertidos para que todos/as nos podamos beneficiar de esta ciencia de calidad, como el propio Rafael, acertadamente, denominó a las intervenciones del Dr. Martin Teicher.


Impacto del maltrato infantil en la salud mental: 
nuevos conocimientos desde la ciencia del cerebro.

Dr. Martin Teicher


Resumen de la conferencia impartida por el profesor Martin Teicher durante las IV Conversaciones sobre apego y resiliencia realizadas en Donostia los días 4 y 5 de Octubre del 2019.

¿Por qué es tan importante el estudio y la prevención del maltrato en la infancia?

El maltrato en la infancia es el factor de riesgo prevenible más importante, tanto para trastornos psíquicos, como para trastornos somáticos.

El estudio ACE (Adverse Childhood Experiences) (Edwards, Holden, Felitti, & Anda, 2003) realizado en la población general, con 17000 participantes, demuestra que cuantos más acontecimientos adversos ha sufrido una persona en su infancia, más riesgo tiene de sufrir depresión, intentos de suicidio y abuso de drogas por vía intravenosa.

La adversidad temprana aumenta también el uso de psicofármacos en el adulto: cuando la puntuación ACE supera los 5 puntos, la probabilidad de uso de ansiolíticos se multiplica por 2, la de antidepresivos por 3, la de antipsicóticos por 10, y el uso de estabilizadores del ánimo es hasta 17 veces más probable.

Los trastornos psíquicos asociados a antecedentes de maltrato serían de un tipo diferente

Ilustración 1. En pacientes con depresión, los antecedentes
de maltrato en la infancia disminuyen las probabilidades de que el
trastorno responda al tratamiento o remita después del mismo.
Los problemas psíquicos que sufren las personas con antecedentes de maltrato en la infancia tienen peor evolución y peor pronóstico que los de personas sin esos antecedentes. Los estudios indican que, en quienes han sufrido adversidad temprana, los problemas psíquicos tienen un inicio más temprano, un curso más severo, se asocian con más frecuencia a otros trastornos (tienen más comorbilidad), sus síntomas son más graves, y responden peor al tratamiento (Ilustraciones 1 y 2). Además, es habitual que estas personas tengan peor salud general, con más enfermedades autoinmunes, más problemas metabólicos y cardiovasculares, y más riesgo de migraña, entre otras dolencias…

Ilustración 2. Cuando hay antecedentes de maltrato, las
depresiones crónicas responden peor a cualquier tipo
de tratamiento.
Cuando se compara el estado de las estructuras cerebrales en pacientes que sufrieron maltrato, con pacientes que no lo sufrieron, se hallan también diferencias importantes. Por ejemplo, pacientes con esquizofrenia y antecedentes de maltrato en la infancia tienen volúmenes del córtex prefrontal, ínsula y tálamo inferiores a pacientes que no sufrieron esas circunstancias.

En la depresión de las personas con antecedentes de maltrato habría cambios neuroquímicos específicos. Por ejemplo, la depresión melancólica de quienes tienen esos antecedentes, se caracterizaría por una elevación de los niveles de las hormonas relacionadas con el sistema de respuesta al estrés (cortisol y CRH).

Por tanto, parece que algunas de las alteraciones estructurales y funcionales descubiertas en el sistema nervioso de quienes padecen depresión mayor, esquizofrenia, trastorno bipolar y otros trastornos mentales, tendrían que ver más con el hecho de haber sufrido maltrato que con el hecho de padecer esos trastornos mentales.

Jacqueline Samson, Ph.D., una de las colaboradoras del profesor Teicher, ha denominado ECOFENOTIPOS a esas formas particulares de trastorno mental que sufren quienes han padecido maltrato en la infancia.

Es probable que las diferencias observadas en el mismo trastorno, entre quienes han sufrido maltrato y los que no, tengan que ver con las consecuencias de la adversidad temprana en el neurodesarrollo. El maltrato en la infancia produce una reprogramación de los sistemas de respuesta al estrés. Inicialmente se produce una sobrerrespuesta, con aumentos importantes y sostenidos de cortisol; pero posteriormente hay una especie de agotamiento, con una imposibilidad para elevar los niveles de esta hormona. Dado que el cortisol reduce la respuesta inflamatoria, la dificultad para elevar sus niveles ante una situación estresante aumenta las respuestas inflamatorias, haciendo que se eleven sustancias como las citoquinas, producidas por los leucocitos. Cuando los niveles de citoquinas son excesivos se produce un daño en el neurodesarrollo a través de diversos mecanismos:

-Las citoquinas reducen la disponibilidad de neurotransmisores y del BDNF (factor de crecimiento nervioso).

-También afectan al sistema dopaminérgico, muy relacionado con los circuitos cerebrales de la recompensa (vía mesolímbica) y con las funciones ejecutivas (vía mesocortical, córtex prefrontal)

-Por último, las citoquinas aumentan la actividad de los “circuitos del miedo” (amígdala y sus conexiones con el hipocampo y la ínsula.

Maltrato en la infancia y consumo de drogas

El consumo de alcohol durante la vida adulta correlaciona con el maltrato físico en la infancia.

Cuando se estudian los factores que predicen el consumo de drogas en personas que han sufrido maltrato, no queda claro si la presencia de trastorno por estrés postraumático es un predictor más o menos importante que la irritabilidad límbica; aunque los estudios más recientes parecen confirmar que la irritabilidad límbica tiene más peso. La irritabilidad límbica sería un predictor especialmente importante en chicas de 15 años; el segundo en importancia después del hecho de haber sufrido abuso sexual.

Maltrato y resiliencia

Ilustración 3. Diferencias entre la red neural en el cerebro de una persona expuesta a maltrato en la infancia y una no expuesta. En la imagen de la derecha, en la persona no expuesta, se observa una mayor conexión entre áreas distantes del cerebro, y una mayor conexión córtico-subcortical; mientras que en la imagen de la derecha, las conexiones se concentran sobre todo en áreas subcorticales, quedando relativamente desconectadas áreas importantes como el córtex prefrontal. 
Aunque el maltrato en la infancia predispone a padecer numerosos trastornos psíquicos, algunas personas no acaban enfermando, lo que las hace resilientes por lo que se refiere al mantenimiento de su salud mental. Curiosamente, cuando se estudian las alteraciones neurobiológicas en ambos grupos, el que tiene problemas psíquicos y el resiliente, no se encuentran diferencias importantes; es decir, tanto quienes tienen un diagnóstico como quienes no lo tienen, presentan alteraciones similares en la estructura y función del sistema nervioso. Tampoco hay grandes diferencias entre los sintomáticos y los no sintomáticos por lo que respecta al tipo de maltrato sufrido.


Ilustración 4. Diferencias en la eficiencia de la conectividad 
de la amígdala derecha entre individuos maltratados 
durante la infancia con y sin síntomas psíquicos relevantes. 
Surge entonces la pregunta: ¿qué tipo de funcionamiento cerebral contribuye a esta forma de resiliencia?

Kyoko Ohashi, Ph.D., del equipo del profesor Teicher, ha estudiado las redes neurales que conectan distintas áreas del cerebro en las personas que han sufrido maltrato y no han desarrollado síntomas psíquicos relevantes. En general, en los chicos y chicas que han sufrido maltrato, hay una preservación de las “redes locales”, también llamadas de “mundo pequeño”; y un deterioro de las redes que comunican nodos distantes (Ver Ilustración 3). Cuando se comparaban las redes neurales de personas que habían sido maltratadas y tenían síntomas, con las de quienes lo habían sido, pero estaban asintomáticas, se encontraba un hallazgo sorprendente: las personas resilientes tenían UNA MENOR EFICIENCIA GLOBAL en la conectividad de la red. Parecía que la resiliencia al trastorno mental se relacionaba con el aislamiento de ciertos nodos problemáticos, que estaban menos conectados con el resto en las personas resilientes.

Esto se observaba por ejemplo en la amígdala derecha (Ilustración 4), que está menos conectada en personas que han sufrido maltrato pero que no tienen síntomas. Conexiones fuertes entre amígdala y ciertas áreas de la corteza cerebral (lóbulo paracentral) se relacionan también con niveles más altos de estrés y ansiedad; así que cierto grado de “desconexión” de la amígdala con estas áreas puede favorecer la resiliencia.

Uno de los nodos estudiados es las personas resilientes es la pars triangularis (Ilustración 5), una pequeña zona del lóbulo frontal próxima al área de Broca, donde se produce el lenguaje hablado. La actividad de la pars triangularis se relaciona con las autorrecriminaciones presentes en muchos trastornos psiquiátricos como la depresión. De hecho, las investigaciones encuentran correlación entre una buena conectividad de la pars triangularis y la gravedad de la ansiedad y la depresión. Pues bien, en individuos que han sufrido maltrato en la infancia y no presentan síntomas psiquiátricos, encontramos una cierta desconexión de esta pars triangularis, lo que reduciría la probabilidad de que estas personas entren en estados de autorrecriminación y autodesprecio.
Ilustración 5. El estudio de conectividad de la pars triangularis izquierda (círculo verde) indica que su “desconexión” relativa de la red global (imagen del lado derecho) favorece la resiliencia dado que implica una disminución de la repercusión de las autorrecriminaciones. 

Ann Polcari, otra colaboradora del profesor Teicher, ha conseguido reducir la actividad de esta pequeña zona del córtex a través de técnicas de desensibilización. 

Sería interesante estudiar la conectividad de otros nodos y su relación con la resiliencia; como por ejemplo el córtex cingulado o la circunvolución posrolándica, cuyas activaciones se relacionan con el dolor físico, así como con el dolor de la pérdida y el causado por el rechazo social.