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lunes, 18 de octubre de 2021

Refugiados en suelo europeo: la pérdida de una identidad, por Iciar García Varona, psicopedagoga y traumaterapeuta


Firma invitada


Iciar García Varona

Psicopedagoga y traumaterapeuta


Presentación

Cuando escribí la presentación del primer post de esta temporada, el mes pasado, os dije que este año tendríamos novedades significativas, dentro siempre de nuestras temáticas. Os comenté que no os despegaríais de la pantalla y que viviríais numerosas emociones, algunas, desgraciadamente, muy intensas y duras (dolorosas) que no nos gustaría sentir... pero que debemos experimentar si queremos movilizarnos a la acción. La empatía funciona así, pudiendo aproximarnos a la comprensión y al dolor del otro. Hoy entenderéis perfectamente estas frases, pues lo que vais a leer es una primicia en forma de experiencia de nuestra compañera y amiga, miembro de la Red Apega, Iciar García Varona, que nos escribe sobre su estancia colaborando con un campo de refugiados en Atenas, Grecia, en el cual estuvo este pasado verano. Ambos teníamos claro que lo que allí ella observara, recogiera y experimentara en su acompañamiento a los refugiados/as, lo compartiríamos en este blog. Porque hay que poner voz a los/as que no tienen voz y no existen a apenas unas horas de distancia en avión de nosotros/as. En un lugar que es la cuna de Europa, han apartado y despojado de todo a seres humanos víctimas de las guerras, la tortura, la persecución... Muchos son niños/as... Iciar García tenía y tiene muy claro que hay que contarlo. Porque tenemos que denunciarlo para darles una voz y un nombre a quienes parecen ser invisibles, como si no fueran seres humanos sujetos de pleno derecho. Nadie nos puede quitar ese derecho a la denuncia. Quizá sacudamos alguna conciencia en quienes toman las decisiones sustantivas. El blog Buenos tratos, sensible a temas como el trauma, no puede permanecer ajeno a este dolor que soportan día a día los olvidados/as en los campos de refugiados.

Serán dos artículos que queremos no dejen a nadie indiferente. El primero trata sobre el proceso migratorio y salud mental y física de los refugiados; y el segundo versa sobre experiencias colaborativas, buen trato y resiliencia (todos enriquecemos en esa mutua colaboración).

Agradezco de todo corazón a Iciar García Varona, que ha destinado su tiempo, su esfuerzo y su energía en una acción solidaria, colaborando con SOS Refugiados y acercándose con empatía y sensibilidad a las trágicas vidas de estas personas, poniéndoles así voz, sentimientos, historia, derechos, existencia, en suma, humanidad a quienes otros seres humanos, en suelo Europeo, olvidamos abandonamos y despreciamos. Ella entra en el elenco de ilustres colaboradores/as del blog Buenos tratos por la puerta grande con un tema que debe de darse a conocer. Expuesto por Iciar, además, con rigor científico, dedicación, entrega, alma y corazón; pues los trabajos académicos pueden y deben llegar a emocionar y a mover al compromiso ético por parte de todos/as.

Iciar García Varona es psicopedagoga, traumaterapeuta sistémica por el IFIV de Barcelona y doctoranda en psicología. Psicomotricista y Master en necesidades, derechos y cooperación al desarrollo en la infancia. Miembro de la Red apega, actualmente lidera el Proyecto Valientes en convenio con la Universidad de Burgos, en la cual es profesora asociada de la Facultad de Educación. Trabaja para los servicios sociales de la Diputación de Burgos.


Refugiados en suelo europeo: la pérdida de una identidad

Por Iciar García Varona


Agradecimientos

Quiero agradecer a las ONGs SOS REFUGIADOS y A.I.R.E la oportunidad de realizar esta labor de cooperación en Grecia, no solo por el trato excepcional que allí he recibido, sino por su labor diaria de entrega desinteresada a los más desfavorecidos. En especial quiero hacer un reconocimiento a Patricia Colón presidenta de SOS REFUGIADOS, por todos los ratos compartidos dentro y fuera del terreno, por cada aprendizaje, que son tantos…a Víctor Godino y a Dimitris Kouiriouklis por vuestra entrega, por vuestro acogimiento, por compartir tanto. También a Javier Bauluz, Premio Pulitzer, por ceder desinteresadamente algunas de las fotografías que acompañan este artículo.

Gracias amigos. Para más información, sobre las ONGs y aunque en la próxima publicación vayan a ser centrales, adjunto enlace de donaciones:

Enlace para donaciones


Para mí es un honor formar parte de este blog, que se me configura como una valiosa fuente de aprendizaje en cada una de sus publicaciones. Este honor se hace extensivo a la procedencia de la invitación, por lo que, cuando mi admirado y querido José Luis Gonzalo me ofreció la posibilidad de escribir en este espacio de encuentro profesional y personal, me consideré enormemente afortunada, aceptando de inmediato la propuesta. 

Por todo ello, no encuentro mejor contexto que este para dar voz a la realidad de las personas desplazadas, tan hostil y dolorosa en muchos lugares del mundo. Siento este escenario, como un “lugar seguro”, donde aquellos que dediquen tiempo a su lectura, se me antojan sensibles al dolor humano y a la defensa de los derechos de las personas, sin consideración o exceptuación alguna. 

Me dispongo a compartir contigo, querido lector, la realidad del suelo europeo en su calidad de refugio, específicamente en territorio griego, dónde a lo largo de veinte días he vivido experiencia relacional con personas desplazadas, en búsqueda del amparo que la condición de refugiado les pudiera aprovisionar. Este largo y azaroso proceso, que puede durar años, a menudo se acompaña de una pérdida identitaria que no siempre les llega a ser devuelta. 

La falta de filiación acerca al individuo a un estado de anomia, que casi provee de una falta de “existencia” y que una Europa altiva, impertinente y ajena se empeña en hacer cada vez más acuciante, tanto en su pésima gestión del refugio, como en la idiosincrasia de sus políticas migratorias. El control de los flujos migratorios se erige como principal y única maniobra para la gestión del desplazamiento humano. A este respecto Bauman (2016) recoge la sugerencia de Michel Agier: “La política migratoria va dirigida a consolidar una división entre dos grandes categorías mundiales cada vez más cosificadas: por un lado, un mundo limpio, sano y visible; por el otro, un mundo de restos residuales, oscuros, enfermos e invisibles”. 

Algunos datos

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), estima que más de un millón de refugiados huyó a Europa durante el año 2015 (ACNUR, 2016).

Pero no todos consiguen llegar. Se calcula que desde el año 2000 más de 20 mil personas han muerto intentando alcanzar el viejo continente y se estima que el 75% de los migrantes muertos en el mundo en 2014 perdieron la vida en la ruta marítima del Mediterráneo (Febbro, 2015). La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alertó sobre 1.283 migrantes muertos en su intento de cruzar el Mediterráneo a lo largo de 2019 y señala el año 2016 como el más catastrófico, con cerca de 4000 fallecidos (Europa Press, 2020). Estos datos son orientativos; en realidad, se contabilizan estimaciones de salidas en las travesías, los naufragios y los cadáveres hallados, pero dicen los expertos que sólo una pequeña parte de los ahogados son devueltos por la mar. 

En cuanto a los menores no acompañados, existen datos muy preocupantes. En el cénit migratorio de 2015 se registraron 95.205 peticiones de asilo de menores no acompañados en Europa, bien viajando solos o en asentamientos sin acompañamiento ni supervisión adulta (Eurostat, 2020). A este respecto es de especial preocupación el dato de la oficina europea de policía (Europol) que constató la desaparición de 10.000 menores no acompañados en suelo europeo a lo largo de 2016 (BBC, 2016). Esta misma fuente apunta a que cuando un niño proveniente de Siria, Afganistán o Eritrea se pierde en Grecia o Italia, rara vez pasa algo, dado que pocas agencias fronterizas denuncian sus desapariciones, lo que evidencia el riesgo de estos niños a la explotación sexual y al tráfico humano, tal como resalta Save the Children (2016), cuestión que parece estar relacionada con las propias redes contrabandistas con las que cruzan la frontera (BBC, 2016).

Campo de refugiados Kurdos de Lavrio (Grecia, agosto 2021)


Por mucho que nos distanciemos de esta realidad (de la que sin embargo nos separan escasamente 15 kilómetros de ruta marítima), y permanezcamos en una especie de estado disociativo, o, en palabras de Bauman (2016), nos “adiaforicemos” (neologismo referido a la conversión del problema en moralmente neutro o irrelevante), los datos exponen una realidad creciente, intemporal y muy próxima que afecta a millones de personas en todo el mundo, gran parte de ellas, niños y niñas. 

El proceso migratorio

Si bien la literatura científica ha ido adoptando diferentes nomenclaturas en torno al fenómeno de la migración, diferenciando entre migraciones “forzosas” y migraciones “libres”, “económicas”, “políticas” o “ecológicas” (Egea y Soledad, 2008), me resulta complicada esta distinción: considero que existen confluencias de múltiples factores que promueven o motivan la salida del lugar de procedencia. No podemos obviar la violencia económica que supone el modelo neoliberal, el desequilibrio acuciante que provoca la mercantilización de los recursos naturales, el boyante negocio que entraña la industria armamentística y por lo tanto las guerras, ni aquellos aspectos concernientes a la devastación del equilibrio ecológico que conlleva el hiperconsumo que sostiene y alimenta dicho modelo. Lo que parece un factor común a todas las formas migratorias, es la “violencia del desequilibrio”, que se enraíza en los cimientos propios del sistema y en el modelo en el que vivimos y nos fagocita. La sostenibilidad del modelo económico neoliberal parece pasar por la represión y usurpación de las necesidades y recursos de los otros, de los más desfavorecidos. Es, por lo tanto, la confluencia de push factors (guerras, terrorismo, catástrofes medioambientales) alimentadas por el funcionamiento de la doctrina neoliberal y de pull factors (supervivencia, deseo de una vida mejor) lo que fuerza la huida de poblaciones en Oriente Medio, África, Latinoamérica y ciertas regiones de Asia (Guarch, 2021).

             Entrada al campo de Skaramagas (Atenas, agosto 2021).


Aun así y con objetivo de obtener un mejor encuadre sobre la naturaleza saliente de la motivación migratoria de los refugiados (colectivo con el que fundamentalmente he tenido el privilegio de trabajar en Grecia), recurro a Turner (2015) que alude al reconocimiento de la naturaleza forzada de las migraciones transnacionales por la guerra y la violencia en los países de origen. En estos procesos migratorios, Zimmerman et al. ( 2011) señalan que las personas obligadas al abandono de su tierra se enfrentan a una sucesión de hechos traumáticos que se agrupan en tres momentos: la pre- migración, el tránsito y post migración. 

Existen factores comunes en todos los relatos de las personas refugiadas con las que conversé acerca de su historia de migración. En los momentos previos a la migración, la represión, violencia y el cautiverio se constituyen como los principales motivadores para la salida de sus lugares de origen, apuntando a los pull factors y push factors que en párrafos anteriores se mencionaban. Además de que, durante la travesía, han sido víctimas de persecución, chantaje, coacción y pérdida, la propia estancia en Grecia no mejora sustancialmente determinadas amenazas, siendo víctimas de encierro, violencia policial, racismo y xenofobia, precariedad y la falta de expectativa vital. Como se puede observar, es un camino tortuoso y eterno el que se asocia a la espera de la ansiada identidad de refugiado, que será la que les permita abandonar el país y continuar el tránsito hacia la anhelada Europa y que, mucho me temo, se tratará de un anhelo que encontrará de nuevo un muro fronterizo: el viejo continente no los acogerá con el suficiente buentrato que, como seres humanos desamparados y expuestos a sucesión de hechos traumáticos, sería de obligado cumplimiento…. Toda esta secuencia, como ya se habrá podido inferir, resuena a amenaza por la supervivencia, resuena a trauma y así lo confirman, entre otros, el estudio de Silove et al. (2107) que sugiere hallazgos de síntomas de Síndrome postraumático simple y complejo (TEPT y TEPT-C), como se definen en la CIE-11 (WHO, 2018), en comunidades de refugiados expuesto a una amplia constelación de estrés traumático general, y en particular como consecuencia de la persecución y el desplazamiento masivo prolongado.

La pre - migración, los motivos de salida: afectación a la salud mental de migrantes y refugiados. 

Durante los veinte días de estancia en Atenas trabajando con la ONG SOS REFUGIADOS y en menor medida con la ONG AIRE (sobre el desarrollo y labor de las ONGs, y aprovechando el motivo del siguiente post, abordaré aspectos concernientes a la cooperación como factor de resiliencia) he tenido el enorme placer de compartir experiencia laboral y relacional con, fundamentalmente, hombres jóvenes de origen afgano, y digo el placer, no por el uso del adorno literario, sino porque no hay como un encuentro cultural con un fin de labor común, para el aprendizaje y el enriquecimiento. La capacidad de trabajo de todos estos hombres, el agradecimiento continuo y la mirada amable, pese a la adversidad a la que llevan enfrentándose cada día de su existencia desde muy tempana edad, para mí ha supuesto una lección cultural, emocional y vincular. Nada más bello, querido lector, que le lazo colaborativo intercultural para la ayuda a los demás… ¡qué oportunidad se pierde esta Europa supremacista que retiene, segrega, aísla y paraliza!

Sabemos por el reciente foco mediático (ya disipado, lo que puede dar la errónea sensación de que es un problema ya solucionado) sobre la violencia que a lo largo de veinte años se ha cobrado miles de vidas en Afganistán (BBC, 2021). La población civil ha estado inmersa en un cruce de fuegos, tanto de bombardeos aéreos por parte de la coalición de la OTAN, liderada por EEUU, como por parte de los ataques Talibanes. Mis interlocutores de nacionalidad afgana en territorio griego han crecido en un entorno inestable, violento y caótico, en el que sus vidas y las de sus familiares han estado en constante peligro, o bien muchos de ellos han sido directamente testigos de pérdidas o ataques violentos a sus seres queridos. El relato de varios de ellos pasa por experiencia de cautiverio, de secuestro, generalmente en periodos de adolescencia, en los que sus vidas fueron moneda de cambio para la extorsión a la que si no accedían quedarían reclutados de forma obligatoria en las filas del ejército Talibán. Difícil elección, si es que la hubo, quizás la única salida, la única alternativa, fuera abandonar su tierra y a los suyos en nombre de la supervivencia. En la literatura científica ha quedado más que evidenciado el devastador efecto sobre la salud mental de la población civil en conflictos bélicos (Ayazi et al., 2014; Gómez-Varas et al., 2016; Marwa, 2016. Vinson y Chang, 2012), observando diferentes trastornos psicológicos y conductuales todos ellos asociados a la experimentación traumática.

Pero esto es sólo el principio, la exposición a eventos traumáticos debería finalizar aquí, sin embargo, es el inicio de la secuencia que les acompañará en los siguientes momentos que ahora describo.

La travesía

El trayecto que inician las personas en búsqueda de refugio puede durar meses o incluso años. La mayor parte de los relatos recogidos sobre el viaje están cargados de temor, peligro y en ocasiones de un contacto directo con la muerte.

Hasta llegar a travesías marítimas han ido sorteando diferentes fronteras a pie, lo que puede conllevar meses; en otras ocasiones, en transportes públicos, pero en todos los cruces de líneas, las personas en desplazamiento son susceptibles de ser víctimas de una nueva extorsión por parte de las mafias que gestionan el paso fronterizo a cambio de ingentes cantidades de dinero. Los cruces de fronteras a pie se repiten a lo largo de los procesos migratorios antes y después de su llegada a suelo europeo, con los riesgos inherentes asociados a estos trayectos.

La persecución policial es una constante motivada por las externalizaciones de fronteras en muchas ocasiones, que obligan al retroceso mediante el uso de las formas más violentas posibles, que dejan secuelas físicas en las víctimas y, cómo no, psicológicas. Numerosas organizaciones han denunciado el uso de violencia masivo y desproporcionado por parte de las fuerzas de seguridad nacionales en las zonas fronterizas españolas, húngaras, griegas, croatas y bosnias (Amnistía Internacional, 2021; Barrueco, 2021; Save the Children, 2019). El estudio de Guach (2021) arroja resultados sobre la exposición traumática en diferentes tipos de tortura: una gran cantidad de refugiados (más de la mitad, 55.6%) declararon haber sido golpeados, abofeteados, perforados con objetos o haber recibido patadas en su intento de cruzar la frontera. Durante el tiempo que permanecieron detenidos en la frontera, el 66.7% expresó no haber tenido acceso a comida ni agua por largos periodos de tiempo, así como tampoco asistencia médica (66.7%), incluso cuando fue solicitada. Además, la gran mayoría (64.8%) reconoció haberse visto expuesto a condiciones antihigiénicas que hubieran podido derivar en problemas de salud. Según los testimonios de los entrevistados en este estudio, estos abusos fueron perpetrados por los agentes fronterizos. Reflejan que “fueron electrocutados” y “quemados con cigarrillos, varillas eléctricas calientes, aceite caliente, fuego o ácido corrosivo”. Un 13% describió haber sido herido por armas eléctricas tales como Táser, excepto dos personas que sostuvieron haber sido quemadas con cigarrillos. Asimismo, la práctica de acciones que requirieron órdenes o deprivaciones tales como ser forzado/a a permanecer de pie por largos periodos de tiempo, ser fotografiado/a en posturas humillantes o sexualmente explícitas o experimentar una simulación de ejecución. En este estudio más del 50% de los participantes cumplía criterios para TEPT.

Las travesías que se realizan, tanto por vía marítima, como a través del río Evros para alcanzar suelo griego, constituyen vías cargadas de riesgo. Ninguno de los tripulantes sabe navegar una barca, dirige el que es designado por las redes que trafican con personas, o aquel que se ofrece a hacerlo. La palabra miedo se repetía en todos los relatos de mis interlocutores, “lot of fear, lot of fear” reiteran con la mirada clavada en el suelo. Aluden a la indiferencia percibida ciertas guardias costeras e incluso de ataques recibidos por estos mismos en el momento de máxima vulnerabilidad como es el que se supone de una barca de goma deambulando a la deriva por el mar o por un río. 

Sobre las violaciones de los derechos humanos persistentes en las fronteras terrestres y marítimas, existen numerosos informes tanto de devoluciones en caliente por parte de las fuerzas fronterizas griegas y la guardia costera, como acerca de muertes relacionadas con las condiciones inhumanas en puntos críticos del Egeo oriental. Se han reportado y documentado gráficamente diferentes tácticas agresivas para la disuasión con conductas como: maniobras de embarcaciones de la Guardia Costera griega a alta velocidad cerca de embarcaciones de refugiados; confiscación de combustible y / o destrucción de motores; apuntar con armas de fuego a las personas a bordo de los barcos de refugiados; remolque de los barcos hacia Turquía, dejando a la gente a la deriva en botes a menudo inservibles y superpoblados y poniendo en peligro sus vidas (Refugee Support Aegean, RSA, 2020)

Otro momento crítico, narrado por muchos de mis compañeros de faena en la ONG, tiene que ver con la estancia en la jungla al arribar a la isla, zonas boscosas donde duermen exhaustos del viaje a la intemperie, “entre animales, el frío y el miedo a ser capturados y devueltos a Turquía”.

               Fotografía cedida por Javier Bauluz (1)



El estudio de Rodolico et al. (2019) con una muestra de refugiados en Sicilia indica altos niveles de TEPT en recién llegados a la isla, y señala a más de un 44% de las personas entrevistadas en su recepción.

               Fotografía cedida por Javier Bauluz 


La post- migración: campos de refugiados y la burocracia griega 

Este es quizá el momento más crítico de describir, dado que aquí es donde la experiencia directa con el relato adquiere un realismo que me lleva a pensar que de ninguna de las maneras posibles tengo la capacidad de expresar la gravedad de lo que allí acontece. 

La llegada a suelo europeo es de nuevo un salto de obstáculos donde lejos de contar con un brazo impulsor, lo que las personas que migran encuentran es una elevación de cada uno de los óbices a los que han de hacer frente.

La concesión del asilo suele llegar tras meses incluso años de espera, si llega, pues me he topado con personas a las que se les negó la protección internacional, mientras se les concedía al resto de su propia familia. Las ayudas gubernamentales son escasas o inexistentes y, de cualquier manera, extintas ante la respuesta positiva al asilo, lo que aún no permite salir del país, puesto que, en tanto no llega el pasaporte y la identificación, las personas migrantes no pueden viajar legalmente. ACNUR (2020) estimaba que el 77% de los refugiados se encontraba en una situación de refugio prolongado, esto es, en situación de exilio por periodos que van más allá de 5 años. El 71% de las peticiones de asilo han estado pendiente de la resolución durante más de un año a partir de la fecha de registro completo en 2020 (RSA, 2020). 

Esta permanencia de larga duración desasiste de prácticamente la totalidad de accesos a educación, sanidad y cualquier tipo de asistencia social. De este modo, se hallan en un escenario muy alejado de lo que sería aconsejable para el tratamiento de la salud física y mental, con una experiencia acumulativa de hechos traumáticos en forma de constante vulneración de los derechos humanos, que pasaría por enfoques ecológicos y de ajuste que procuraran apoyos mejorados, contribuyendo a una mejor adaptación en el nuevo país de refugio (Kira et al., 2014). Sin embargo, las personas refugiadas se enfrentan a multitud de cambios durante la larga espera que supone la consecución de la legalidad para el tránsito, lo que conlleva cambios de residencia, alternancias entre los campos de refugiados con condiciones de habitabilidad deplorables, “pisos patera” en donde se hacinan multitud de personas extorsionadas por la dificultad de acceso a una vivienda y, en ocasiones, la calle. La incertidumbre y la inestabilidad con la que se afrontan el futuro incrementa sustancialmente la probabilidad de desarrollar problemas psicológicos (Buckley, 2013), y que a estas alturas del proceso se acumula a las anteriores exposiciones.

      Campo de refugiados de Malakasa, (50 kms de Atenas, Grecia) (agosto-septiembre 2021) 

Quiero dedicar este último párrafo a la descripción y documentación de ciertos sectores de los campos de refugiados (aunque en mi próxima publicación lo haré de forma más exhaustiva). Cientos de personas viven en tiendas de campaña dentro de una nave bajo la mirada impasible y nada compasiva de las instituciones que los gestionan y por los que, recordemos, reciben financiación. La comida se percibe en una gran parte de las ONGs (en este caso de SOS refugiados), la asistencia médica la proporciona Médicos Sin Fronteras un día por semana. Los niños no acceden a la educación. ¿Los derechos de las personas se delimitan con una valla? ¿Los derechos del niño en suelo europeo son diferentes si se encuentran al otro lado de la valla? Juzgad vosotros mismos; añadid a la imagen el calor de 35 a 40 grados de Atenas, las ratas que obligan a cerrar la tienda para dormir, lo que puede suponer aumentar la temperatura dentro de la tienda unos cuantos grados más. Añadid los chinches, la sarna, la falta de expectativa, el no tener que hacer, el no tener acceso a la educación…esta es, querido lector, la otra cara de Europa en el siglo XXI.

               Campo de refugiados de Malakasa, (50 kms de Atenas, Grecia) (agosto-septiembre 2021) 



 Campo de refugiados de Malakasa, (50 kms de Atenas, Grecia) (agosto-septiembre 2021) 


[1] Javier Bauluz es fotógrafo y reportero, el primer español que ha recibido un Premio Pulitzer. Es fundador de Periodismo Humano, dirige documentales y produce exposiciones desde la productora Piraván. Ha recibido multitud de galardones, entre ellos, el premio Periodismo y derechos humanos.

REFERENCIAS

Amnistía Internacional (7 octubre de 2021). UE: Nuevos indicios de violencia y devoluciones sumarias sistemáticas e ilegales en las fronteras.https://www.amnesty.org/es/latest/news/2021/10/eu-new-evidence-of-systematic-unlawful-pushbacks-and-violence-at-borders/

Ayazi, T., Lien, L., Eide, A., Swartz, L. y Hauff, E. (2014). Association between exposure to traumatic events and anxiety disorders in a post-conflict setting: a cross-sectional community study in South Sudan. BMC Psychiatry, 14(1), 6.https://doi.org/ 10.1186/1471-244x-14-6

Bauman, Z. (2016). Extraños llamando a la puerta. Ediciones Paidós. Barcelona.

BBC (23 de octubre de 2016) ¿Por qué hay más de 10.000 niños desaparecidos en Europa?. BBC News..https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37649395

BBC (20 agosto 2021). Afganistán en cifras: ¿cómo ha cambiado el país en los últimos 20 años?.https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58255790

Barrueco, E. (8 octubre 2021). Euronews. Violencia policial contra inmigrantes en Croacia

 Buckley, V. (2013). Psychiatric treatment with people displaced in or from fragile states. Forced Migration Review, 43, 60-63.

https://es.euronews.com/2021/10/07/violencia-policial-contra-inmigrantes-en-croacia

Egea Jiménez, C., & Soledad Suescún, J. I. (2008). Migraciones y conflictos: el desplazamiento interno en Colombia. Convergencia15(47), 207-235.

Europa Press (03 de enero de 2020). El año 2019 se salda con más de 1.200 migrantes muertos en el Mediterráneo y 110.000 llegadas a Europa. Europa PressEl año 2019 se salda con más de 1.200 migrantes muertos en el Mediterráneo y 110.000 llegadas a Europa (europapress.es)

Eurostat (2020). Asylum statisticshttps://ec.europa.eu/eurostat/statisticsexplained/

index.php/Asylum_statistics#Decisions_on_asylum_applications

Febbro, E. (2015). Europa abre los ojos a la crisis migratoria. Recuperado de: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-270975-2015-04-21.html

Guarch Rubio, M. (2021). Memoria, Trauma y Resiliencia en Refugiados y Solicitantes de Asilo (Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid).https://eprints.ucm.es/id/eprint/65769/1/T42582.pdf

        Kira, I. A., Amer, M. M., & Wrobel, N. H. (2014). Arab refugees: Trauma, resilience, and recovery. In Biopsychosocial perspectives on arab americans (pp. 175-195). Springer, Boston, MA.https://doi.org/10.1007/978-1-4614-8238-3_9

Marwa, K. (2016). Psychosocial sequels of Syrian conflict. Journal of Psychiatry19(2), 6.

Varas, A. G. G., Valdés, J., & Puebla, A. L. M. (2016). Evaluación demorada de trauma psicológico en víctimas de tortura durante la dictadura militar en Chile. Revista de Victimología, (4), 105-123.https://doi.org/ 10.12827-RVJV-4-05

United Nations High Commissioner for Refugees. (2016). Refugees/ Migrants Emergency Response Mediterranean. Retrieved January 10, 2016, from 

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Rodolico, A., Vaccino, N., Riso, M. C., Concerto, C., Aguglia, E., & Signorelli, M. S. (2020). Prevalence of post-traumatic stress disorder among asylum seekers in Italy: a population-based survey in Sicily. Journal of immigrant and minority health22(3), 634-638. https://doi.org/10.1007/s10903-019-00948-9

Save the Children (2016). Infancias invisibles. Menores extranjeros no acompañados, víctimas de trata y refugiados en España.https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/infancias-invisibles-ninos-migrantes-refugiados-trata-save-the-children.pdf

 

Save the Children (2 enero 2019). Violencia
en la frontera.
https://www.savethechildren.es/actualidad/violencia-en-la-frontera

 

Silove, D., Tay, A. K., Kareth, M., & Rees, S. (2017). The relationship of complex post-traumatic stress disorder and post-traumatic stress disorder in a culturally distinct, conflict-affected population: A study among West Papuan refugees displaced to Papua New Guinea. Frontiers in Psychiatry8, 73. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2017.00073

 

Turner, S. (2015). Refugee blues: A UK and European perspective. European Journal of Psychotraumatology, 6, 29328.

doi: http:// dx.doi.org/10.3402/ejpt.v6.29328

Vinson, G. A., & Chang, Z. (2012). PTSD symptom structure among West African War trauma survivors living in African refugee camps: A factor‐analytic investigation. Journal of traumatic stress25(2), 226-231. https://doi.org/10.1002/jts.21681

World Health Organization (2018). International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems 11th Revision (ICD-11). https://www.who.int/classifications/icd/en

Zimmerman, C., Kiss, L., & Hossain, M. (2011). Migration and health: A framework for 21st century policy-making. PLoS Med, 8, e1001034.

UNHCR (2020). Asylum and Migrationhttps://www.unhcr.org/asylum-and-migration.html



lunes, 8 de febrero de 2021

"Siguiendo la estela de tu latido", hijo adoptivo imaginario/imaginado - hijo/a real, por Dolores Rodríguez Domínguez, psicóloga.

  

Firma invitada


Dolores Rodríguez Domínguez
Psicóloga y traumaterapeuta
Red Apega de profesionales

Dolores Rodríguez Domínguez nos regala una excelente reflexión sobre el hijo/a adoptivo/a imaginado/imaginario - hijo/a real. Antes de dejaros con ella, agradecerle a Dolores de todo corazón esta nueva colaboración con Buenos tratos. Por entregarnos su tiempo y su saber de manera desinteresada y generosa. Es un lujo contar con ella y que sus trabajos sean habituales en nuestro blog. 


Título del artículo:

Siguiendo la estela de tu latido, hijo/a adoptivo/a imaginario/imaginado - hijo/a real


Presentación

La pretensión de este relato no es generalizar los orígenes, evoluciones y desenlaces de los procesos pre-adoptivos y post-adoptivos que cada madre o padre haya podido experimentar.

 

La intención de este relato es intentar acercarnos a las vivencias que algunos de ellos sí han tenido. Experiencias vividas y sufridas, en muchas ocasiones en secreto, y en las que han estado presentes el dolor, la culpa, e incluso la vergüenza. Vivencias que pueden parecer antiguas y olvidadas, pero que, sin embargo, pueden emerger posteriormente durante los procesos de crianza de los hijos/as adoptivos/as, comprometiendo el desempeño adecuado de dicha labor.

El relato intenta reflejar, parte del difícil recorrido previo realizado por algunos padres adoptivos que desean llevar a cabo el proyecto de la maternidad- paternidad biológica, cuando la naturaleza no parece estar del todo de su parte. Recorrido lleno de acontecimientos intensos a nivel emocional, físico, económico,... Realizarlo sin resultar herido, sin duda, es prácticamente improbable. Es por ello que resulta de gran ayuda ofrecer a estas madres y estos padres un acompañamiento desde el espacio terapéutico. Poder explorar sus historias pasadas en relación al proyecto de la maternidad-paternidad, valorar su impacto y procurar reparar, en la medida de lo posible, las heridas sufridas. 

Llevarlo a cabo puede permitirles, visibilizar y entender el desgaste y el dolor que cargaban sobre sus espaldas antes de que tomaran la decisión de embarcarse en su posterior proceso adoptivo. Visualizar “la casilla de salida” de la que realmente partieron, regresar a ella y volver a transitar por la misma senda, pero, en esta ocasión, disponiendo de un compañero de viaje (el/la terapeuta) que pueda ofrecerles la ayuda necesaria para hacerlo de forma segura.

Deberemos entonces, animar a estos padres a descubrir lo que han sentido durante su proceso anterior a la adopción. 

Procuraremos aproximarnos con sumo respeto, a la manera en que se ha ido construyendo internamente en cada madre/padre la imagen y representación del hijo/a deseado. Les ayudaremos a ser conscientes del gran peso que puede tener dicha representación, a la hora de ponerse al frente de una posterior o ya actual marentalidad-parentalidad. De cómo puede comprometer, si no se tiene en cuenta y se aborda, la aceptación del hijo/a real (adoptivo/a). Aceptación que puede ser bloqueada por el conflicto que se producirá entre la representación del Bebe Imaginado/ Imaginario (Serge Lebovici, 1985) y el/la hijo/a real.

Compartiremos con ellos, lo difícil que puede ser renunciar a la representación interna que cada uno/a va haciendo del bebé que tanto se desea y no llega. De lo crucial que resultará, abordar ese duelo. Duelo al que tendrán que enfrentarse por la renuncia simbólica de ese bebé representado, de ese bebe deseado, imaginado y nunca logrado. Sintonizar con el dolor de estos padres, validándolo y dándole el lugar que se merece. 

Acompañarles en el delicado reto de “la aceptación de la pérdida”. Aceptación necesaria para poder aceptar y ver al hijo/a real que finalmente ha llegado o llegará (tras la adopción) y que seguramente se parecerá poco o nada, al bebé internamente representado e imaginado durante tanto tiempo. 

 



El acompañamiento y trabajo que hagamos durante este proceso puede brindar la oportunidad a los padres de haceruna resignificación de lo vivido durante sus intentos frustrados por lograr conquistar la maternidad-paternidad biológica. Donde la representación de ese bebé que deben dejar ir, podrá ser honrada. Donde podrán considerarle “responsable”, al menos en parte, del descubrimiento en cada madre y padre, de recursos internos que, adecuadamente pulidos, podrán convertirse en recursos de un valioso potencial resiliente. 

Recursos resilientes, que deberán ponerse al servicio del ejercicio de la crianza terapéutica. Crianza terapéutica que ejercerán las madres y los padres para poder cubrir las necesidades que presentarán, en muchos de los casos, sus hijos/as procedentes de procesos de adopción.

Como reflexión final, y con la intención de avivar “la llama” del compromiso colectivo, destacar la necesidad de promover la aceptación en las familias, pero también en los profesionales, de la inmensa ayuda, cuidado y refuerzo que estos padres, como cuidadores principales van a necesitar durante mucho, muchísimo tiempo. Si no vamos a ser capaces de ofrecer y mantener en el tiempo la ayuda necesaria a estas familias, resultará francamente difícil, por no decir imposible, mantener en ellas la esperanza “de lograrlo”, de sentirse realmente capaces, válidos y de sentir que finalmente mereció la pena haberse esforzado y sufrido tanto.

Es por ello, que es imprescindible ser conscientes de la necesidad de aunar el esfuerzo y el trabajo de TODOS (familias y profesionales que intervienen desde distintos ámbitos) para lograr, entre otros muchos objetivos, el de mantener viva en las familias adoptivas “su llama de la esperanza”. Llama que, en ocasiones, deberemos avivar cuando se vea debilitada, como consecuencia de las propias dificultades del proceso de crianza y convivencia terapéutica. Y que en otras ocasiones sin embargo, deberemos proteger de aquellos que desde su falta de compromiso, ética y moral profesional les importe, poco o nada, apagarla definitivamente por completo.

 

 


Siguiendo la estela de tu latido

Hace ya mucho tiempo, que sentimos por primera vez tu presencia invisible en nuestro interior, dentro de nuestras mentes y corazones.

Eran otros tiempos, tiempos pasados, rebosantes de fuerza, esperanza y proyectos. Rebosantes de amor, de un inmenso amor, y de una palpable necesidad de poder compartir ese amor con alguien especial. Alguien tan especial, como teníamos la certeza aun sin conocerte, que llegarías a ser tú. 

¡Qué bonito imaginarte! Imaginarnos contigo, imaginar cómo serías, a quien te parecerías. Qué felices nos hacías sentir y qué fácil resultaba dejarse inundar por esos dulces pensamientos y sentimientos. 

En aquella época, deseábamos con todas nuestras fuerzas “convertirte en realidad”, convertirte en nuestra realidad. Y así, poco a poco, y sin darnos a penas cuenta, fue haciéndose más intensa tu presencia. Desprendías tremenda fuerza, eras para nosotros una fuente aparentemente inagotable de energía. Nos empujabas a seguir avanzando, a no detenernos a pesar del difícil viaje y de los exigentes obstáculos que teníamos que superar. Creíamos “verte” cada vez con mayor claridad, al final de nuestro camino. 

-“¡Qué bonita y maravillosa recompensa!”. Pensábamos.

Pero cuanto más deseábamos tu esperada llegada, y cuanto más esfuerzo hacíamos para por fin lograrlo, más dolorosa e insoportable se iba haciendo tu tardanza.

Así que, sin nosotros querer que así ocurriera, toda esa fuerza que durante un tiempo felizmente nos acariciaba y empujaba, comenzó a transformarse en una hiriente y sangrante frustración, culpa, desesperanza y dolor. 

Frustración porque no lo lográbamos.

Culpa por no sentirnos capaces de hacerte real. 

Desesperanza que nos llevaba a querer olvidarlo, querer olvidarte. Dejar de intentarlo.

Dolor, profundo dolor que nos golpeaba sin descanso ni piedad, y que, aunque quizás no consiguió derrotarnos completamente, si logró arrodillarnos. Arrodillarnos tremendamente heridos y inmensamente agotados. Para entonces, el dolor era tan intenso y la herida tan profunda, que nos impidió seguir sintiendo que tú permanecías en silencio, habitando en nuestro interior. 

Ahora que los años han ido sumando, descubrimos sorprendidos que es posible que sigas presente en nosotros. Debemos entonces, ser conscientes de la presencia de tu recuerdo, porque no hacerlo nos debilitaría enormemente y nos confundiría en nuestra gran labor que ahora tenemos como padres adoptivos. 

También sabemos que, aunque sentimos que “tu existencia” en nuestro mundo interior nos ha podido dejar una huella, será también nuestra responsabilidad poder trabajar-nos. Trabajar-nos profunda e intensamente para sentirnos lo suficientemente preparados para despedirnos de ti, y de lo que has representado para nosotros.

Intuimos que podrá ser una triste despedida y quizás seguramente también dolorosa. Porque al permitir que te vayas, sentiremos que dejamos ir parte de lo que pensábamos que eran nuestros sueños y deseos más íntimos. Sueños y deseos pasados, que de mantenerlos en nuestras mentes y corazones nos alejarían de nuestro presente, poniendo en riesgo nuestra realidad actual como padres, nuestra labor como padres adoptivos.

Pero queremos conservar cierto optimismo, y pensar que, quizás, podremos convertirlo también en un momento muy especial, en un momento de celebración. Celebración en la que nos sentiremos afortunados por las oportunidades de aprendizaje que nos ha brindado, el sentirte en nuestras mentes y corazones.

Necesitamos poder decirte y decirnos a nosotros mismos, que en todos estos años en los que has “latido” dentro de nosotros, ha habido momentos de mucho sufrimiento, pero también ha habido momentos que nos han ayudado a descubrir nuestra capacidad para la lucha, para el esfuerzo y la resistencia. Está fortaleza que ha despertado y emergido en nosotros, sentimos que te la debemos en parte a ti. Gracias.

Creemos que seguimos teniendo por delante un importante, dificultoso e inquietante viaje. Ahora sabemos que debemos prepararnos. Estamos dispuestos a seguir aprendiendo, a seguir afrontando nuevos retos y a caernos y levantarnos tantas veces como sean necesarias.

Aunque dé vértigo reconocerlo, sabemos que muchas veces sentiremos el peso del miedo, de la tristeza, del enfado, de la desesperanza, como tiempo atrás sentimos. Que muchas de nuestras heridas es posible que vuelvan a abrirse y a sangrar, y que requerirán de mimo y cuidado, de unos y de otros, para que puedan volver a cicatrizar. Deberemos estar atentos, y rodearnos de personas, lugares, recursos…que puedan acompañarnos, apoyarnos, arroparnos, para no sentirnos solos. Para no dejarnos llevar por “el deseo” de abandonar, porque nuestro viaje, largo viaje, no ha hecho aún más que empezar.

-“¿Qué o quién puede estar esperándonos al final de este nuevo camino?. Descubrirlo, puede y debe estar en nuestras manos, y quizás también en las de TODOS”.



lunes, 7 de mayo de 2018

"Cuando los problemas son realmente soluciones"

Bessel Van der Kolk
Con esta frase del psiquiatra Bessel Van der Kolk, reputado experto en trauma a nivel internacional, abro el post de hoy.

Estoy leyendo el libro de Bessel Van der Kolk titulado “El cuerpo lleva la cuenta” y me está enganchando por completo. El psiquiatra holandés es mucho más interesante, estructurado y cautivador cuando escribe que cuando imparte conferencias –le he escuchado tres veces-, donde pierde mucho. Pero en este libro, en honor a la verdad, Van der Kolk está realmente extraordinario. De sobresaliente cum laude. Con este libro te entretienes y aprendes.

“El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro, cuerpo y mente en la superación del trauma” está publicado por una editorial (Eleftheria) que decididamente está entregada a la divulgación de obras de grandes autores que tratan sobre el tema del trauma. Lo que hace tan atractivo este libro es la equilibrada mixtura entre conocimiento científico, experiencias profesionales y aportaciones clínicas, todo ello escrito de un modo que resulta entretenido, ágil y claro. Además, es un completo compendio de los temas importantes a desarrollar en el ámbito del trauma psicológico. Me ha gustado mucho el que, a través de sus páginas, se vea a la persona del autor enfrentado a los desafíos que supone tratar con personas traumatizadas. Este libro es también la narrativa de una historia y trayectoria personal y profesional en el ámbito de la psiquiatría, y el denodado esfuerzo de un hombre para que el trauma complejo sea reconocido como un trastorno, empeño por el que todavía él y su Trauma Child Center siguen luchando. 

Si, encima, le añadimos que la obra logra inspirarte, te lleva a hacer reflexiones que no te habías hecho hasta el momento, o descubres que en algunos temas has llegado a conclusiones similares a las que el autor ha llegado, sucede que ya no puedes dejar de leerla hasta el final.


En esta obra Bessel Van der Kolk
plantea que los síntomas pueden, de alguna manera, ser soluciones.

Compartiré algunas de estas conclusiones a lo largo de diferentes entradas. Hoy concretamente quiero hablaros de la sintomatología o las “conductas problema” por las que se nos consulta a los profesionales sanitarios especialistas en psicología o psiquiatría. Un tema del que habla Van der Kolk en su libro. El propone, como vais a ver, un cambio de mirada en cuanto a considerar que la sintomatología -o los problemas- que los pacientes presentan hay que hacerlos desaparecer sin plantearse antes el sentido y función que pueden tener para ellos. Además, estos suelen ser la marca de algo que se encuentra a un nivel más profundo en el cerebro/mente de las personas.

Cuando empecé mi carrera como psicólogo-psicoterapeuta me enseñaron a tratar con trastornos y su sintomatología. De hecho, los planes de estudio de muchos másteres actualmente también se basan en aprender los conocimientos y destrezas necesarias para ayudar a nuestros pacientes a mejorar o superar un cuadro clínico completo: los trastornos de ansiedad, del estado de ánimo, de conducta, de la eliminación, de la alimentación… No estoy afirmando que esto no deba hacerse, sino que en algunos de estos programas formativos (fundamentados en escuelas de psicoterapia) las explicaciones acerca del origen y mantenimiento de las alteraciones son exclusivamente patográficas: aprendizaje de un trastorno por asociación de estímulos, ganancia secundaria, manifestaciones de un conflicto intrapsíquico inconsciente… La visión historiográfica del individuo, esto es, la persona y su historia de vida (con sus relaciones y acontecimientos de vida pasados y presentes) y cómo ésta ha contribuido a modelar su ser y a explicar la aparición de características psicopatológicas, es una aportación a mi modo de ver, que se ha empezado a considerar por algunos clínicos recientemente.

Durante muchos años trabajé como psicólogo-psicoterapeuta dentro del paradigma de una de estas escuelas: la cognitivo-conductual. Cuando se es principiante y se siente inseguridad, el rigor metodológico y la sistemática que te ofrece esta escuela -con programas paso a paso para casi todos los trastornos- no te los proponía ninguna otra. Además, te convencían afirmando que este paradigma de psicoterapia está basado en investigaciones experimentales donde había demostrado su eficacia frente a otras donde no la era tanta o, incluso, era inexistente. 

No obstante, pienso que desde este modelo ayudé -con algunas técnicas, no con todas, eso sí- a muchos pacientes adultos y menores de edad. Es cierto que algunos de ellos mejoraban con estas técnicas de sus síntomas y comportamientos problemáticos, pero… me quedaba siempre con una inexplicable sensación de que estaba más bien "entrenando" a personas –porque, por ejemplo, que un niño coma no es lo mismo que manipular unos estímulos ambientales para “obligarle” a comer- y dejando a un lado todo su rico mundo interior de emociones, pensamientos, sueños, fantasías y, sobre todo, experiencias de vida reales. Además, me invadía un sentimiento de estar solamente arañando la superficie. Pues los pacientes o desarrollaban nuevos síntomas, o no mejoraban sustancialmente de los que padecían, o sentían que no les estaba comprendiendo, o que eso no era algo que realmente les estuviera ayudando a llegar a la raíz de su sufrimiento. Yo ignoraba su historia de vida porque me habían enseñado que esto era absolutamente irrelevante para el tratamiento (“el pasado no se puede cambiar”, decía un profesor) Importaba el presente y aprender nuevas estrategias de afrontamiento eficaces de los problemas. 

Algunos pacientes me decían directamente que ellos no querían o podían trabajar sus problemas con la metodología de la psicoterapia cognitivo-conductual, otros me comentaban (los que presentaban depresiones) que las reestructuraciones cognitivas no les servían de gran cosa (una reestructuración cognitiva es una técnica que básicamente tiene la finalidad de atacar y cuestionar los pensamientos negativos dándose cuenta de la ausencia de apoyo empírico para fundamentarlos y siendo consciente de que son desadaptativos. Se anima al paciente a sustituirlos por otros más creíbles, con más base empírica y que sean más adaptativos) porque ellos, aunque sabían que no eran ciertos, no podían evitar sentirse tristes y culpables (Hoy en día sabemos por Panksepp que hay un nivel emocional asentado en el cerebro hacia el cual hay que dirigir las técnicas psicoterapéuticas, si queremos actuar directamente sobre emociones como la tristeza, la ansiedad o la rabia)

¿Y qué decir de los niños? Pronto me di cuenta de que aquello no se sostenía. Me sentía mal aplicando los programas de manejo de contingencias ambientales (aplicación de refuerzos positivos y castigos como retirada de privilegios) o con técnicas como el tiempo fuera. Por muy científico-experimental que fuera, yo soy consciente ahora de que vivía una disonancia cognitiva. Un día un niño me dijo que aquello “era lo peor” que se le podía hacer… Me hizo pensar mucho y empezar a considerar la necesidad de abrirme a otros paradigmas más humanistas. Intuitivamente, después de la afirmación que ese niño me hizo, dejé de usar el tiempo fuera y las técnicas de exposición en terapia de conducta (que eran eficaces pero que desbordaban a los pacientes traumatizados por la desregulación psicofisológica que presentaban) Y dediqué el tiempo a escucharles, jugar con ellos, apoyarles y darles seguridad y confianza. Abandoné la idea de modificar las conductas, así de este modo y desde este paradigma.

Analizándolo desde la óptica actual, creo que trabajar con la psicoterapia cognitivo-conductual era lo contrario a mentalizar a un menor: comprenderle, sentirle, saber por qué había llegado a ese punto sintomatológico y verle en su sistema familiar y contexto psicosocial. Cuando se trataba de problemas de conducta -motivo frecuente de consulta en menores- se ponía el foco sobre el niño o joven sin preguntarse qué papel cumplía su familia, sus profesores… Estos quedaban excluidos de la psicoterapia, excepto para “entrenar” Así, se trabajaba, por ejemplo, un programa para el “entrenamiento de padres para el manejo de la hiperactividad”, sin valorar la posibilidad de que estos tuvieran un nivel de conflictividad tal que estaban señalando al niño como el problema cuando podía ser el síntoma de un conflicto de pareja latente. Igual que el famoso programa de supernnay: da igual el problema o el conflicto que una familia pueda tener, el grado de competencia o incompetencia parental, ella pone en marcha un programa de control de contingencias de reforzamiento (en lenguaje popular: premiar y castigar) y listo.


Los niños con trauma complejo necesitan
modelos de psicoterapia adaptados a su sufrimiento.
Ninguna escuela de terapia por sí sola puede dar respuesta
a las necesidades de estos niños.
Se precisa un modelo ecléctico de intervención
como el de Barudy y Dantagnan.

Cuando comencé a tratar a menores de los programas de acogimiento familiar y residencial de la Diputación Foral de Gipuzkoa, allá por 1999, fue para mí el principio del fin de esta psicoterapia: afortunadamente los menores me la "tiraron" abajo con toda la razón y me “obligaron” a buscar y formarme, desilusionado como estaba con mi manera de trabajar con ellos y necesitado de evolucionar. A ellos les doy las gracias, pues me enseñaron a ser mejor persona y psicoterapeuta. 

No reniego ni mucho menos de algunas de las aportaciones de la psicoterapia cognitivo-conductual que son útiles, pero sí como escuela única desde la cual comprender al ser humano. Me parece una visión periclitada. Miro hacia atrás y veo quién fui y cómo trabajé entonces y no me reconozco. Soy otro. He evolucionado, y doy las gracias por ello. Creo que en la mejora constante y en aprender de los errores están las claves del éxito. Hoy en día, leyendo a Van der Kolk, en "El cuerpo lleva la cuenta", encuentro que mis intuiciones eran acertadas cuando en la página 70 dice: "Los psicólogos suelen intentar ayudar a la gente a utilizar la percepción y la comprensión para gestionar su comportamiento. Sin embargo, la investigación neurocientífica muestra que muy pocos problemas psicológicos son resultado de problemas de comprensión: la mayoría se originan en las presiones de las regiones cerebrales más profundas en las que se basan nuestra percepción y nuestra atención. Cuando la alarma del cerebro emocional sigue señalando que estamos en peligro, no hay comprensión posible que pueda silenciarla". Y más adelante, con respecto a las terapias que reciben los niños con trauma complejo, afirma: "Si reciben algún tratamiento, les dan lo que sea que se haya promulgado como método de manejo: medicaciones, modificación conducta o terapia de exposición, que raramente suelen funcionar y les hacen más daño" Y esto lo puedo corroborar. Sólo que cuando empecé a trabajar como psicólogo-psicoterapeuta en mi consulta, allá por el año 1994, no existía todo este enfoque en torno al trauma complejo como paradigma. 

Conocí a Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan y, como ya he contado en otras entradas, fue como abrir una ventana y que entrara en mi vida personal y profesional un viento fresco con olor a azahar de mañana sevillana de primavera… 

Pero a lo que iba, que me desvío un tanto. Dentro de los pacientes que veía, algunos me decían que no querían cambiar ni eliminar algunos de sus síntomas. Recuerdo una paciente con rasgos obsesivo-compulsivos que me dijo que ella no estaba dispuesta a dejar de limpiar y de barrer la casa, que le liberaba de tensión y le relajaba mucho. Esto era muy difícil de entender, pero analizándolo desde el punto de vista actual, aquella mujer tenía un trauma infantil por violencia intrafamiliar grave, y barrer y limpiar le proveían de sentimientos de control, aparte de ser algo que hacía porque se activaba en el presente, inconscientemente, el recuerdo de su infancia, cuando su padre entraba en casa y si la veía desordenada era un precipitante que disparaba su terrorífica violencia. Ella no lo reproducía como recuerdo, sino que actuaba el mismo. He aquí un sentido y un significado historiográfico para sus síntomas.


Maryorie Dantagnan es una psicoterapeuta experta en apego y trauma.
"Una psicoterapia no puede reemplazar el derecho de todo menor a ser protegido y
contar al menos con un adulto que le acompañe en su desarrollo y crea en él"

Posteriormente, las personas menores de edad víctimas de malos tratos, abandono y abuso me dieron más lecciones sobre esto. Y mi profesora y amiga Maryorie Dantagnan me enseñó a entenderlo. Cuando se convive en un entorno desprotector que no satisface tus necesidades integrales, cuando no existe una figura de apego de la cual obtener seguridad y confianza, cuando la única opción es la supervivencia, síntomas como la agresividad, la desconexión emocional, la hiperactividad, la impulsividad, los robos, las mentiras… tan denostados por el mundo adulto tienen un valor adaptativo, los chicos/as los necesitan. Tratar de suprimirlos no sólo va a suponer encontrarnos con la resistencia de ellos/as, sino que, además, estamos tratando de eliminar defensas que son necesarias para sobrevivir. En algunos casos, además, lo mejor era suspender la psicoterapia pues esta estaba perjudicándoles más que beneficiándoles. La psicoterapia no puede ni debe –como afirma la gran Maryorie Dantagnan- sustituir el derecho de todo niño a ser protegido y cuidado por al menos una persona que crea en sus posibilidades y le acompañe a lo largo de su desarrollo. Recientemente, Erenia Barrero Rodríguez, psicóloga de Aldeas Infantiles, me comentaba que existe un estudio en el cual determinados menores estaban mejor sin psicoterapia que con psicoterapia. Y esto se debe, sin duda, a que una psicoterapia sin unos padres o adultos que protejan a un niño o joven es como pretender construir la casa por el tejado. Literalmente, se cae. 

Por eso, en el Postgrado de Traumaterapia Infanto-juvenil Sistémica de Barudy y Dantagnan aprendí, antes de atender cualquier caso, a analizar la demanda de tratamiento empezando siempre por evaluar el entorno familiar y social del menor y comprobar el grado de competencia parental de los padres o cuidadores. A analizar también la idoneidad y aptitud terapéutica del niño o del joven (valorar si es su momento para seguir una psicoterapia, el grado de motivación y toma de conciencia ante el programa terapéutico y su nivel de regulación emocional y psicofisiológica, el grado de contención y riesgo de descompensación o suicidio asociados, por si antes es necesaria una valoración psiquiátrica), a conocer su biografía y el papel que esta ha jugado en la aparición de los síntomas y la función y el sentido que estos tienen en su vida.

Porque sólo así comprenderemos que los síntomas (y las agrupaciones sindrómicas que constituyen trastornos psicopatológicos) tienen un sentido y un valor. Es como un equilibrio alostático (Es decir, una especie de compensación, un equilibrio ante situaciones de estrés permanente, parecido a la estabilidad en la inestabilidad) 

Por eso, familias (sobre todo las adoptivas y acogedoras) que me leéis, antes de tratar de cambiar nada en vuestros niños y niñas, intentad entender el por qué sucede. Por ejemplo: ¿Por qué un joven se dispara agresivamente ante un comentario crítico ante sus notas? ¿Por qué un joven consume grandes cantidades de marihuana al día? ¿Por qué un niño acumula comida en su cuarto y en sus bolsillos? ¿Por qué una niña tiene un impulso a mentir, incluso de una manera burda, sabiendo que se le va a descubrir? ¿Por qué un niño mantenía una rutina de higiene y de repente se niega a ello? Pueden tener sus buenas razones, como dice Maryorie Dantagnan. Las explicaciones son más que complejas que atribuirles etiquetas: vago, indolente, pasota...

Cuando hayamos entendido el por qué -y también el para qué-, a la luz de su historia de vida y relaciones pasadas y presentes, estaremos más cerca de comprender al niño o joven. En cuanto descubramos que son recursos de supervivencia a los que hay que comprender y querer antes de despedirse de ellos y desarrollar otros recursos válidos y útiles en el contexto de vida actual de ese niño o joven, estaremos también más cerca de empezar a tratar de reintegrar todo en la biografía encontrando un sentido. 

Si les ayudamos a los pacientes (adultos y menores) a darse cuenta de que esos síntomas o trastornos son recursos que necesitaron para sobrevivir, ellos/as dejarán, además, de despreciarse (y nosotros dejaremos de atacarles, castigarles y criticarles por ello también) y estarán en condiciones de poder cambiar (comprendiéndose y queriéndose con esos síntomas que en realidad les fueron útiles)  


Los síntomas y los llamados defectos del carácter
son poderosos recursos que la persona ha desarrollado
para hacer frente al trauma complejo, sostiene Pat Ogden autora de este libro.

Cuando nuestros pacientes niños o jóvenes son capaces de darse cuenta de que los síntomas y conductas (a las que los profesionales llamamos “problema”) que sienten  han sido poderosos (por muy negativos y perturbadores que sean para algunos) recursos para bregar contra el trauma y sobrevivir, y que han de honrarse por ello (y debemos honrarles) en vez de atacarse o considerar que son “defectos de su persona o del carácter”, podemos (entonces sí) ayudarles a cambiarlos y transformarlos en "recursos creativos y útiles" (Ogden, 2016: "Psicoterapia sensoriomotriz") o a desarrollar nuevos. Solamente podemos cambiar algo cuando lo comprendemos y nos sentimos comprendidos y seguros. Pat Ogden, en un magnífico libro del que ya he hablado en otra ocasión (“Psicoterapia sensorio-motriz. Intervenciones desde el trauma y el apego”, Editorial Desclée de Brouwer), les dice precisamente esto a los pacientes: que todas sus conductas y síntomas son recursos gracias a los cuales pudieron sobrevivir entre tanto horror que hubo en sus vidas.

Lo que me dijo una joven de 17 años: “Yo ahora no puedo dejar de fumar porros, si lo hago me quito lo que me evade y hace que no conecte constantemente con mis fantasmas internos que me aterrorizan [fue abusada sexualmente y abandonada, durante años], que no me dejan dormir y estar tranquila. No hago nada, mi vida es solo levantarme y saber que todo es un desastre, que es un día más lleno de amargura, que nada va a cambiar… quiero que me ayudes con mi vida y estos angustiantes y horribles sentimientos y sensaciones internas, pero necesito no quitar los porros ni ahora ni de golpe” 

¿Quizá si no fumara los porros podría suicidarse? 

¿Creéis que exagero?

Termino el post con un fragmento que leí en el libro de Van der Kolk con el que empecé esta entrada de hoy.

“Una mujer después de someterse a una operación bariátrica y tras perder 44 kilos empezó a tener ideaciones suicidas. Necesitó cinco hospitalizaciones psiquiátricas y tres ciclos de electroshock para controlar sus ideas suicidas. Felitti [un autor citado por Van der Kolk] considera que la obesidad, que se considera un importante problema de salud pública, en realidad puede ser una solución personal para muchas personas. Piense en sus implicaciones: si malinterpretamos lo que para una persona es una solución como un problema que hay que eliminar, no sólo es probable que fracasen en el tratamiento, como sucede en los programas contra las adicciones, sino que pueden aparecer otros problemas”

[…]

“Aunque se sabe exactamente que es perjudicial para la salud, las adaptaciones [como fumar, beber, las drogas o la obesidad] son muy difíciles de abandonar. Se tiene demasiado poco en cuenta la posibilidad de que muchos riesgos a largo plazo para la salud también puedan ser beneficiosos a corto plazo. A menudo escuchamos a los pacientes hablar de los beneficios de esos “riesgos para la salud”. La idea de que el problema es la solución, aunque comprensiblemente sea un problema para algunos, encaja con el hecho de que en los sistemas biológicos las fuerzas opuestas conviven de forma rutinaria. Lo que vemos, el problema con el que se presenta el paciente, suele ser solo el marcador del problema de verdad, que permanece enterrado en el tiempo, oculto por la culpabilidad del paciente, el secretismo y en ocasiones la amnesia, y con frecuencia las molestias clínicas” [La negrita es nuestra]

En consecuencia, hemos de honrar el síntoma y para poder ayudar a nuestros pacientes, saber que debajo, como en los icebergs, se esconde el problema de verdad, como afirma Van der Kolk, que no es otro que los traumas sufridos por el paciente y que a menudo son ignorados en las intervenciones sanitarias. 

Este post se lo dedico a mis pacientes, gracias por enseñarme a ser mejor persona y profesional cada día. Y en especial dedicado a la memoria de M.A.