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lunes, 28 de abril de 2025

La caja de arena y la integración cerebral, por José Luis Gonzalo Marrodán


La caja de arena y la integración cerebral

Por José Luis Gonzalo Marrodán

Psicólogo clínico y traumaterapeuta sistémico



Vídeo resumen del post de hoy:


Vídeo 1ª parte:

Vídeo 2ª parte:


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Portada del libro de Deyoung
Tras la lectura del libro "Comprender y tratar la vergüenza crónica", uno de los más estimulantes que han caído en mis manos últimamente, ha vuelto a mi mente con más fuerza el convencimiento de la capacidad que tiene la caja de arena para tratar el hemisferio derecho del cerebro. Esta permite acceder a este de una manera delicada y fluida, dejándonos llevar, venciendo amablemente muchas de las resistencias que nos impiden la expresión de los afectos disociados en este hemisferio y que no han sido simbolizados, lo serán a través de las miniaturas con las que damos representación formal a los mundos en la arena. Esto se debe al carácter bondadoso de la técnica, que se basa en la libertad como principio fundamental de su esencia: “Tienes completa libertad para crear lo que desees”- le decimos al paciente. Cuando nos sentimos libres, es cuando podemos crear, dice Kalff, una de las inventoras de la técnica. “No existe nada por lo que vayas a ser juzgado, nada que pueda salir bien o mal”. “Justo queremos lo que a ti te surja”- añadimos. Esto y, por supuesto, la protección, la que proporciona los límites de la caja (hay que hacer la construcción dentro de los márgenes de esta); pero también la que transmite un testigo (psicoterapeuta) seguro, regulado y conectivo. Y, obviamente, la seguridad que el paciente debe tener en el contexto psicosocial en el que se desenvuelve. Velar por esta seguridad es hacer un uso responsable de la técnica.

Cuando he leído el libro de Patricia Deyoung (2024), me he ratificado aún más en las bondades de la caja de arena. Pero no solo para lograr acceder al hemisferio derecho, a sus contenidos (sensaciones, emociones…) almacenados en la memoria implícita, muchas veces preverbales, sino para ir más allá: tratar de lograr la integración cerebral de la que nos habla Rafael Benito (2024): tanto la vertical como la horizontal.

Pero es verdad que encontrar maneras de acceder inicialmente al hemisferio derecho, sede de la regulación emocional, a la que contribuyó decisivamente nuestra figura de apego primaria, durante los tres primeros años de vida, etapa en la que este hemisferio es el preponderante, y es el que debe de ser regulado mediante vinculaciones seguras que garanticen una óptima modulación de los afectos, no es nada fácil.

La mayoría de las psicoterapias son interpretativas. La psicología cognitivo-conductual pretende, mediante la modificación de los pensamientos negativos y la sustitución por otros más realistas y adaptativos, de alguna forma, producir cambios en las percepciones del paciente que le conduzcan a sentirse más regulado en sus emociones y síntomas. Pero esto, como nos advierte Schore (2022), solo funciona cuando los niveles de activación son bajos/moderados. Cuando los niveles de activación son elevados o extremos, este tipo de psicoterapia no es capaz de producir cambios o mejoras en los estados emocionales de los pacientes. Y cuando ayudamos con psicoterapia a pacientes que han sufrido trauma temprano y acumulativo, la desregulación emocional suele ser muy continua e intensa, muy difícil de contener y modular. Cuando yo utilizaba la reestructuración cognitiva, muchos pacientes me decían que entendían que no existían pruebas de que ellos fueran un fracaso como persona, pero que no podían evitar sentirse así. Y aquí damos con otro problema: para poder favorecer la sanación emocional de un paciente con trauma temprano y crónico, necesitamos que este pueda permanecer en contacto con la emoción y las sensaciones corporales, es decir, tratar no solo las cogniciones. Además, que un paciente que sufre las intensas desregulaciones que el impacto del trauma ha generado en su sistema nervioso pueda mantenerse conectado con las emociones y las sensaciones, es algo bien difícil. Le produce un gran dolor, corporal -o una desconexión total- con riesgo de retraumatización por una excesiva abreacción -o, como digo, por una gran desconexión de lo que experimenta-. 

Con otro tipo de psicoterapias como la psicoanalítica clásica, la técnica fundamental es la interpretación a través de la cura verbal, obviando el papel que las experiencias tempranas tienen en la salud mental. Con lo cual el paciente debe de someterse al modelo, no pudiendo tener la libertad que tiene, por ejemplo, en el uso de la caja de arena, donde la interpretación tiene un papel menos relevante, y siempre que se propone es más una co-interpretación, el paciente tiene un rol activo. 

En la psicoterapia humanista, la relación terapéutica es lo más relevante y muchos de sus componentes se usan en la psicoterapia relacional actual, la que se desprende del modelo de la neurobiología interpersonal (Siegel, 2007). Si os copio esta frase y no os digo de quien es, seguro que muchos de vosotros estarías de acuerdo en afirmar que la podía suscribir Siegel, Schore o cualquier otro autor que trabaje con modelos de acceso al trauma temprano desde la relación terapéutica:

“Si puedo crear una relación que, de mi parte, se caracterice por:

Una autenticidad y transparencia y en la cual pueda vivir yo en mis verdaderos sentimientos; una cálida aceptación y valoración de la otra persona como individuo diferente y una sensible capacidad de ver a mi cliente y a su mundo tal y como él lo ve, experimentará y comprenderá aspectos de sí mismo anteriormente reprimidos; logrará cada vez mayor integración personal y será cada vez más capaz de funcionar con eficacia; se volverá más personal, original y expresivo, será más emprendedor y tendrá más confianza…”

Pues la frase es de ¡Carl Rogers! (1961) y está escrita en un libro clásico: “El proceso de convertirse en persona”, que muchos oímos (y/o leímos) en su momento en la Facultad de Psicología. Toda la importancia de la relación terapéutica, la sintonía, la mentalización… está ya preconizada en Rogers. La neurociencia actual le da la razón. Por lo tanto, las psicoterapias del siglo XXI ponen el acento en estos aspectos que retoman de la psicología humanista -así lo afirma Patricia Deyoung (2024)- y que la neurobiología ha refrendado. Lo fundamental de estas psicoterapias es su apertura a todos los aspectos asociados con el hemisferio derecho: regulación del afecto, contenidos preverbales, la relación sintonizada y resonante con el psicoterapeuta capaz de reparar el apego temprano… 

Y entre las técnicas que pueden ofrecer un modelo de acercamiento al hemisferio derecho amable y respetuoso con el paciente está la caja de arena. ¡Qué curioso que una técnica como esta haya estado en España en el ostracismo hasta hace bien poco! Porque es una manera de acceder no sólo al hemisferio derecho, es aún más completa: de este, al cuerpo (sensaciones) para, bidireccionalmente, de nuevo conectar con el hemisferio derecho y acceder, ya reguladamente, al hemisferio izquierdo, a la palabra, que se va a hacer cargo de lo que el derecho le susurre (Benito, 2024) Es decir, favorecer la integración vertical y horizontal del cerebro, un modelo expuesto por Rafael Benito, quien insiste -a mi juicio, acertadamente- en que ninguna terapia debe centrarse solo en un aspecto del sistema nervioso: por ejemplo, solo teoría polivagal. O tratar solo las sensaciones corporales. O solo las cogniciones. El desafío está en poder trabajar integralmente con todo el sistema nervioso: el central y el periférico. 

Como Benito (2024) ha descrito magistralmente, los pacientes con trauma temprano y crónico presentan alteraciones tanto en la integración vertical (corteza prefrontal y sus conexiones con el cingulado, la amígdala, la ínsula…), como en la conexión vía cuerpo calloso -el equilibro- entre el hemisferio derecho y el izquierdo. Benito (2024) presenta su Modelo T de la integración cerebral: si esta no funciona, asistiremos a muchos golpes de estado por parte del cerebro inferior, y muchas partes de la personalidad tomarán el control ejecutivo del paciente (por ejemplo, ataques impredecibles de ira). Si la integración horizontal no funciona adecuadamente, el balance entre las valoraciones que hace cada hemisferio estará descompensado: o bien el paciente se muestra rígido, lógico, literal, analítico, frío…; o bien se muestra con fuertes tormentas emocionales, cataratas de emociones intensas que su hemisferio izquierdo no ha podido poner en palabras y que desgobiernan todo el sistema; o un funcionamiento alternante, unas veces el paciente será dominado por el izquierdo, otras por el derecho. La T arriba/abajo y derecha/izquierda que forma la interconexión neuronal del cerebro debe de integrarse equilibrada y armónicamente para su correcto funcionamiento. 

Para acceder a una explicación y a unos contenidos mucho más completos, podéis leer el excelente libro de Rafael Benito (2024) “Cerebro moldeando otros cerebros”, donde se abordan estas cuestiones y otras muchas relacionadas con el neurodesarrollo. Está escrito de un modo riguroso, pero muy ameno y atractivo. Leyéndolo podéis ver el sentido de la neurobiología y el porqué de su importancia en nuestro trabajo. Otro de los mejores libros que he leído en esta última temporada.

Portada del libro de "Cerebro moldeando otros cerebros"
de Rafael Benito


Paso a continuación a describir el trabajo con la caja de arena y la integración cerebral. En el libro “La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena”, Rafael Benito precisamente nos cuenta qué pasa en el cerebro cuando un paciente construye una caja de arena, desde el principio hasta el final, con las dos metodologías: no directiva y directiva. Así pues, os recomiendo su lectura, un magnífico y original texto que explica paso a paso lo que ocurre en nuestro cerebro al usar el sandtray, un apasionante viaje por sus entrañas.

El libro de "La armonía relacional" de Benito y Gonzalo
ha sido publicado en inglés por Routledge

Por mi parte, me voy a centrar ahora en cómo se trabaja traumaterapéuticamente con la caja de arena. Todo comienza cuando el paciente, ya delante de la estantería, elige las miniaturas. Mucha gente pregunta: ¿Es obligatorio que las miniaturas e ítems estén expuestos en baldas, por categorías? Y la respuesta siempre es sí. De lo contrario, las imágenes -que son las figuras- no pueden activar el hemisferio derecho, estimularlo, y hacer que este sea el que se interconecte principalmente mientras se construye la caja. El paciente, al hacer esta tarea, por mucho que quiera controlarlo, no puede desactivar este hemisferio. Sin embargo, no es un sentimiento de impotencia el que se vive. Aquel puede ir con una idea fija sobre lo que quiere construir, pero al llegar y ponerse delante de la estantería, todo se transforma. Incluso quien es muy de ideas fijas, sin quererlo, cambia y hace otra escena. O modifica algún elemento de esta, o mete alguna figura o ítem que no tenía previsto. Otros eligen las miniaturas completamente al azar, y al terminar la sesión..., ¡comprueban estupefactos que todo cobra un sentido! Y lo mejor, nada sucede a la fuerza, todo fluye como un río, de una manera en la que te dejas llevar… Este aspecto no violento de la técnica, sutil, es fundamental para quienes han sufrido cualquier forma de maltrato. 

"La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena
a la Traumaterapia", por Rafael Benito y José Luis Gonzalo 


Vamos a referirnos a cómo se trabaja con la caja de arena con los pacientes adultos que han sufrido maltrato y a quienes este ha generado un trauma temprano y/o complejo.

El paciente termina su caja, y ambos, este y su psicoterapeuta, observan la escena, girando alrededor de aquella. Ahora sabemos por Rafael Benito que ambos, hemisferio derecho e izquierdo del cerebro, comienzan a interconectarse a través del cuerpo calloso. Esta fase es muy importante, la que más, porque va a producir conexiones con el hemisferio derecho y el cuerpo también, a través del sistema nervioso autónomo: activación simpática (sensaciones corporales fuertes en garganta, pecho, estómago…) con intensas y desreguladoras emociones de miedo -incluso pánico-, dolor, abandono, soledad, angustia… El paciente aún no sabe por qué con exactitud. O activación parasimpática: desconexión y bloqueo emocional e incluso disociación (no estar presente en la experiencia e irse mentalmente a otro lugar) Los pacientes pueden no tolerar la visión de la escena en la arena, incluso algunos pueden “cargar” contra la imagen que no toleran. En estos momentos atraviesan un periodo de dolorosísima desregulación, todo su hemisferio derecho ha evocado implícitamente los contenidos traumáticos preverbales y lo ha hiperactivado desde la ruta prefrontal derecha, pasando por el cingulado, la ínsula, la amígdala, el hipocampo y de ahí con sus conexiones al sistema nervioso autónomo. Los pacientes necesitan de la presencia reguladora del psicoterapeuta, de su templanza, de su sostén seguro, de su estar-con silencioso pero totalmente conectivo, además de ofrecerle alguna técnica de regulación.

Por ello, como bien dice Deyoung (2024), “no se trata de darles una explicación o interpretación a los clientes de ellos mismos ni de dirigir sus pensamientos o comportamientos”. Esto ahora no sería bien tolerado. Debemos de favorecer la regulación vertical para conseguir la modulación de las emociones. De este modo, no empezamos a preguntar sobre los contenidos de la caja, sobre los personajes y sus emociones, sobre lo que hacen y piensan, sobre lo que está pasando, en suma, no podemos hacer un abordaje verbal, con narrativa, porque la ruta de acceso al hemisferio izquierdo está bloqueada (recordemos que deja de funcionar cuando sucedió la experiencia traumática, con lo cual esta no se procesa como una narrativa coherente sino con fragmentos emocionales y sensoriales sin integrar). Lo que hacemos es, como digo, mostrarnos presentes y conectivos con el paciente, mediante la receptividad empática. Como bien dice Deyoung, la competencia clave “es estar con los clientes”. Acompañarlos todo el tiempo que dure la tormenta emocional. Es en estos momentos de altísimo estrés emocional donde la capacidad para mantenerse regulados con ellos mismos y con los otros cuando les resulta un reto a los pacientes. Pero juntos somos más fuertes, y si logran regularse, estaremos haciendo un muy buen trabajo de reconexión y mejora del funcionamiento del hemisferio derecho. Los pacientes necesitan (Deyoung, 2024):

Empatía: “Comprendo cómo te sientes” “Comprendo que es doloroso”, cualquier frase que el paciente pueda ver que capta su mundo interno y que el psicoterapeuta lo devuelve mediante una frase que sea una representación lo más aproximada posible a lo que están sintiendo, haciéndoles sentir sentidos. 

Regulación del afecto propio: El psicoterapeuta previamente ha conectado con su self, con su agencia, con su seguridad interna, se mantiene respirando y seguro, mostrando presencia y calma interna.

Habilidad de recibir y expresar comunicación no verbal: Estos componentes son extremadamente importantes. No hablamos mucho al paciente, sino que, mediante la comunicación con la expresividad facial, la mirada, el cuerpo… nos mostramos sintonizados con lo que está ahí pasando, que es reexperimentar pero esta vez junto con alguien que está a su lado y que se mantiene estrechamente conectado con el paciente en el aquí y ahora de la sesión. Si hay un vínculo de apego seguro creado entre ambos, estos componentes visuales, gestuales y corporales funcionarán del mismo modo que funcionan en el caso de las diadas bebés/cuidador seguras: calmando poco a poco al paciente. 

Conciencia de la experiencia subjetiva e intersubjetiva: Aquí es donde tratamos de que el paciente pueda conectar progresivamente con esa conciencia de lo que siente en ese momento. Para guiarle y que se sienta sostenido, como si le lleváramos de la mano, le podemos proponer que se fije solo en las sensaciones del cuerpo como experiencias físicas, mientras camina o se mantiene en contacto con una suave respiración. Esto puede llevar un tiempo, pero finalmente el paciente logra estabilizarse. Ahora al describir las sensaciones como experiencias físicas, podemos hacer una incursión al hemisferio izquierdo, al cual no le resultará abrumador poner en palabras lo que experimenta. Por ejemplo, el paciente dice: “Tengo agobio en el pecho” “¿Puedes decirme cómo es físicamente?; por ejemplo, ¿puedes hacer como un dibujo del perímetro que ocupa ese agobio? ¿Es continuo o por intervalos? ¿Es frío o caliente? ¿Es duro?  Esto ayuda en la regulación emocional y el hemisferio izquierdo al catalogar interviene en ayudar a este fin.


Un paciente de treinta años, tras crear esta escena, reaccionó
expresando una alta desregulación emocional, con
intensos sentimientos de dolor, asociado a los recuerdos 
de su etapa adolescente. Acompañarle en estos momentos
para que pudiera modular toda la experiencia, al lado de un
psicoterapeuta seguro, fue lo más importante.


Después, es más probable que el paciente se sienta más regulado, pudiendo estar en contacto con las emociones, su prefrontal se está haciendo cargo de estas, y de las sensaciones tan intensas que le llegan desde el cuerpo, se está empoderando… Ahora es momento de proponer que el paciente (incluso se puede hacer antes) ponga la mano en el pecho en la zona donde más intensamente siente la desregulación y mientras respira, trate de observar la experiencia -yo y la experiencia- pidiéndole espacio a esta y viéndola como una reacción… (González y Mosquera, 2012). Tras un tiempo, donde lo intersubjetivo también cuenta -y mucho, pues nos centramos en que el paciente ponga el foco en que estamos con él-, si puede notar nuestra presencia, si le ayuda y regula, aquel logrará estabilizarse y sentirse seguro y tranquilo.

Entonces, llega la hora de la integración horizontal: más regulado su hemisferio derecho y su sistema nervioso autónomo en la zona vagal ventral, abrimos la puerta para que el izquierdo pueda dar sentido y narrativa a lo vivido. Ahora el paciente, después de haber atravesado la tormenta emocional, puede desde la ruta arriba/abajo de su lado derecho del cerebro, entrar en el lado izquierdo y empezar a tratar de poner palabras a lo que el derecho creó. Una vez que ya se ha empatizado con el paciente, este logró la regulación, su capacidad mentalizadora se recupera -sobre todo si no está muy afectada de base-. Ahora, con el refugio seguro que es su psicoterapeuta, ya puede explorar el mundo en la arena y usar el lenguaje verbal. Puede suceder que la tormenta emocional haya sido de tal calibre, cual tsunami, que el paciente desee acabar la sesión, no pueda concentrarse o termine cansado. Si puede seguir, se explora la caja de arena. Y si no, no pasa nada, porque esta exploración puede hacerse días después. Lo importante es no olvidarse del hemisferio izquierdo. Como dice Rafael Benito (2024), el trabajo no es completo si no se hace la narrativa. Podemos hacer en sesiones posteriores muchas narrativas sobre la fotografía e incluso el vídeo que hemos grabado de la sesión. 

La exploración se hace con preguntas mentalizadoras, abiertas, que son una oportunidad de fomentar la curiosidad y el aprender más sobre los personajes de la caja, las zonas de la caja, sus relaciones… ahora es cuando el paciente puede y completa la escena con las palabras que son capaces de redondear una actuación terapéutica completa, atendiendo a toda la integración cerebral. No hay que preguntar en exceso, es mejor hacer pocas preguntas y sobre toda ninguna que perturbe el proceso. El paciente es el experto en su caja de arena, no lo olvidemos.

Los pacientes terminan las sesiones con la caja de arena en paz, transformados, empoderados y habiéndole encontrado un sentido, pero también una experiencia vincular reparadora, estrechamente conectados: con su terapeuta, pero también con su mundo en la arena, tremendamente revelador. Y muchas más apreciaciones y valoraciones propias irán llegando a la mente, pero podrán ser recibidas en contacto con unas emociones muy diversas pero que no desbordan o desconectan.

Con una sola caja de arena es probable que no sea suficiente, será necesario hacer un proceso y repetir esta experiencia completa varias veces. Habrá personas que quizá no puedan trabajar a este nivel, por lo que nos adaptaremos a su ritmo y posibilidades. Hay que trabajar en paralelo con el cuerpo, pues el trauma se graba en este, y hay que proponer a los pacientes una aproximación progresiva y amable de contacto con este. Es posible que algunos pacientes necesiten modalidades más libres de la caja de arena donde van creando escenas sin palabras, para después llegar a aproximaciones más conscientes y directivas.

Los alumnos que han hecho los talleres de la caja de arena pueden dar fe de cómo lo hacemos en las formaciones. 

Como dice Deyoung (2024), la terapia que implica al hemisferio derecho:
 
es un proceso de apego a través del cual los clientes con modelos inseguros de funcionamiento del apego tienen la oportunidad de “ganar” apego seguro en la edad adulta.

El hemisferio derecho es el hogar de las capacidades dañadas por el trauma relacional en edades tempranas

La desregulación del afecto es un mecanismo fundamental en todos los trastornos psiquiátricos

Relacionarse con los pacientes hemisferio derecho a hemisferio derecho.

Las experiencias e interacciones de hemisferio derecho a hemisferio derecho son insistente y confiablemente cercanas. 

Mientras los clientes hablan sobre cualquier cosa que tengan in mente los terapeutas del hemisferio derecho muestran un INTERÉS GENUINO y AFABLE en desarrollar la conversación, entender y explorar mejor eso que los clientes están expresando.

La parte más importante de ese entendimiento es la resonancia afectiva.

El terapeuta puede usar las palabras para establecer un contacto que regule el afecto y para provocar que surjan más sentimientos, pero evitará explicar o interpretar el momento. 

Con el tiempo y muchas repeticiones de momentos emocionalmente resonantes a salvo, el cliente será capaz de convivir con estados afectivos amplificados cuando estos surjan, y puede que incluso comience a hablar de ellos.

Esta es la manera en la que el afecto disociado se convierte en un afecto coherente y regulado.

Se convierte en estados emocionales experimentados de manera subjetiva y partes tolerables del yo.

REFERENCIAS

Deyoung, P. (2024). Comprender y tratar la vergüenza crónica. Sanar el trauma relacional del hemisferio derecho. Barcelona: Eleftheria.

González, A., & Mosquera, D. (2012). EMDR y disociación. El abordaje progresivo. Pleyades.

Gonzalo, J. L., & Benito, R. (2017). La armonía relacional, aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia. Ed. Desclée de Brouwer. Zarautz. España.

Marrodán, J. L. G., & Moraga, R. B. (2023). Sandtray applications to trauma therapy: A model towards relational harmony. Routledge.

Rogers, C. R. (1961). El proceso de convertirse en persona: mi técnica terapéutica. In El proceso de convertirse en persona: mi técnica terapéutica (pp. 356-356).

Schore, A. (2022). Psicoterapia con el hemisferio derecho. Barcelona: Eleftheria.

Siegel, D. J. (2007). La mente en desarrollo. Bilbao: Desclée de Brouwer.

lunes, 17 de febrero de 2025

"No vuelvas a olvidarte de mi", un relato de la psicóloga María Dolores Rodríguez Domínguez.

¡¡No vuelvas a olvidarte de mí!!


Un relato de Dolores Rodríguez, psicóloga

Presentación

De vez en cuando, tienen cabida en este blog relatos que escriben profesionales de la psicología o de otros ámbitos, que guardan estrecha relación con los temas que aquí nos concitan. Es otro modo de aprender y reflexionar, desde otro estilo, desde otra mirada, pero puede sernos tan útil como un artículo científico. 

Conocéis a Dolores Rodríguez Domínguez, psicóloga y traumaterapeuta sistémica de la red apega, ha participado en varias ocasiones con textos profesionales y literarios. En esta ocasión me hace llegar nuevamente este breve relato, inspirado en su trabajo con los pacientes en la consulta, sobre la soledad.

Muchas gracias, Dolores, por regalarnos y compartir tu texto, ya sabes que esta es tu casa, eres una de nuestras colaboradoras habituales y ocupas un lugar destacado en Buenos tratos.

*********


¡No vuelvas a olvidarte de mí! Por Dolores Rodríguez Domínguez

Quisiera dejarme ver, enseñarte mis heridas pero no recuerdo me hayan enseñado cómo. Tengo miedo que al hacerlo te asustes y cada día ahogo mis lágrimas para evitar que tú derrames las tuyas. 

A pesar de la luz, siento estar en la sombra.

Necesito gritar, expresar lo que siento, lo que yo también necesito, pero mi voz no me obedece. Se muestra insonora, incolora. 

Con mi silencio desearía que pudieras descubrir mi sufrimiento, mi dolor, mi existencia. Pero el silencio no reclama tu atención y celebras que todo vaya bien, que yo soy distinto, que puedo valerme por mí mismo. 

¡Ojalá pudiera!

¡Ojalá supiera!

En soledad, a veces pienso que no tengo derecho a sentir, a necesitar, a pedir. Otras veces, sin embargo, siento que eres tú quien me niega la posibilidad de recibir lo que necesito, y entonces, siento rabia, desprecio. Rabia hacia tu ceguera. Desprecio hacia mi cobardía por secuestrar mi valentía, por dejar al silencio que decida por mí. 

Pero a pesar de todo, sonrío y me rearmo por fuera. Solo.

Lloro y me desarmo por dentro. Siempre solo.

Foto Mentis psicología



Quisiera hacerme visible. Saber mostrar mi miedo a tus ojos, a los míos. Lograr que mi silencio llegara a tus oídos.

¿Pero cómo? Fuera hay mucho ruido, demasiado.

Al mirar tu rostro, siento pena por ti, por el cansancio que muestras, por la tristeza que reflejas. 

Entonces, esa voz me grita: “Maldito egoísta”.

¡Egoísta! por no valorar que haces lo que puedes. 

¡Egoísta! por no entender que estás preocupado y aturdido por el ruido, ese que sí se oye, ese que casi se puede ver y que satura cualquier mente, incluida la tuya. 

“Soy lo peor”. Me digo.

“Me lo merezco”. 

Y la culpa me asalta, sacudiendo mi dolor, amordazando fuertemente mi silencio. Avergonzado, me cobijo en él. Ahora quiero permanecer en la oscuridad, ser arropado solo por ella, ser invisible para ti y para todos.

El silencio se hace intenso, y acepto ser su prisionero. Aun te veo a lo lejos, pero el miedo logra cerrar mis ojos. Ya no puedo ver a nadie, ni siquiera a mí mismo. Solo siento SOLEDAD. 

Quiero abandonarme a ella. Sé que nunca me fallará, siempre me acompañará. Vaya donde vaya. Así será. Su agridulce aroma me embriaga, pareciera hechizarme, invitándome a permanecer con ella para siempre. Es tentador. Ya no más sufrimiento por no sentir tu mirada, tu comprensión, tu amor. Renuncio a todo. No lo necesito. No te necesito.

Y cuando estoy a punto de sucumbir a ella, a comprometerme para siempre con su compañía….

Ocurrió.

Sin esperarlo, sin saber que lo deseaba, mis ojos parecen mostrarme su resistencia a permanecer eternamente cerrados. Quieren abrirse. Hay algo que les invita a hacerlo. Siento su presencia, su calor, su olor. No sé bien qué ocurre. Mi curiosidad ofende a la soledad, pues se siente traicionada por dejarme tentar por otro aroma. 


Foto: Nueva tribuna


“¿Quién es ella?” Me increpa. 

“No lo sé”.

Se hace el silencio. 

“Soy la ESPERANZA” ¿Me recuerdas?. 

De un gran salto, me lanzo a sus brazos. “! No vuelvas a olvidarte de mí ! ” 

“¡Salgamos juntos de este lugar!” 

¿Quieres acompañarnos SOLEDAD? También hay sitio para ti.

lunes, 3 de febrero de 2025

Victimización infantil y cognición social. Indicadores de riesgo del desarrollo de conductas antisociales en adolescentes, resumen de la tesis doctoral de Beatriz Ortega

 

Victimización infantil y cognición social. 

Indicadores de riesgo del desarrollo 

de conductas antisociales en adolescentes


Autora: Beatriz Ortega Vidal

Para contactar con el proyecto:



Twitter del proyecto: @LiVUCLM


El correo de Beatriz Ortega: Bea.Ortega@uclm.es


El correo de María Verónica Jimeno: veronica.jimeno@uclm.es




Presentación 

Agradezco a la profesora y Doctora en psicología María Verónica Jimeno que comparta con nosotros/as los principales hallazgos de esta tesis doctoral cuya autora es Beatriz Ortega, y que ha codirigido junto con el catedrático José Miguel Latorre, de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Creo que a todos y a todas los que seguimos este blog nos interesa conocer cuáles son los indicadores de riesgo del desarrollo de conductas antisociales en adolescentes. Tanto si somos padres, acogedores, educadores, psicólogos, maestros, trabajadores sociales, abogados, jueces, fiscales, necesitamos saber cuáles son estos indicadores de riesgo, para poder, cada uno desde su ámbito, trabajar para minimizarlos. 


Foto: uik.eus 


En los resultados hay hallazgos sorprendentes y que nos deben hacer pensar acerca del papel tan relevante que la victimización indirecta tiene. Así que no me demoro más y os dejo con el resumen, no antes sin dejar de agradecer a María Verónica Jimeno Jiménez su consideración con nosotros, así como nuestra felicitación a su autora Beatriz Ortega, por su magnífico trabajo, una inestimable contribución social en aras de caminar hacia la protección de los niños y adolescentes.

Resumen de la tesis doctoral de Beatriz Ortega

En esta investigación exploramos los posibles efectos de los procesos tempranos de victimización a nivel cognitivo y conductual en los adolescentes ¿Qué observamos?

De los diferentes tipos de victimización infantil (VI) analizados, solo la VICTIMIZACIÓN INDIRECTA  se asoció con la participación de todas las conductas antisociales (agresión, vandalismo, robo, conductas contra las normas y conductas relacionadas con las drogas).

Las experiencias de VI se asociaron con una mayor presencia de distorsiones cognitivas auto-sirvientes (justificadoras de la conducta antisocial) La VICTIMIZACIÓN INDIRECTA es la única que se asoció con la presencia de todos los tipos de distorsiones.

Las experiencias de Victimización Infantil se asociaron con la existencia de sesgos en el Procesamiento de la Información Social (SIP, cómo percibimos e interpretamos las situaciones sociales) Observamos que un estilo de SIP sesgado, con tendencia agresiva y hostil se asoció con la Conducta antisocial (CA).

 

La Convención de los Derechos de los Niños de 1989 y del Centro Internacional de la Infancia de París, se considera que la victimización o violencia infantil es cualquier acto por acción u omisión  o trato negligente, no accidental, llevados a cabo por individuos, por instituciones o por la sociedad en su conjunto, que prive a los niños y niñas de sus derechos y de su bienestar, así como que amenacen y/o interfieran en su ordenado desarrollo físico, psíquico y social.
Foto: Observatorio de la infancia


Interesante: se observan algunas diferencias en éstas asociaciones de los procesos cognitivos distorsionados según el tipo de conducta antisocial...

Aunque las distorsiones cognitivas y los sesgos en el SIP tienen un poder mediador, éste es pequeño, y el efecto directo de la VI sobre la CA se mantiene... Esto indica que la victimización infantil se mantiene como principal factor de riesgo en la participación de la CA.

Pero... MUY DESTACABLE es el papel que tiene la VICTIMIZACIÓN INDIRECTA, pues es la única que se asocia a todas las CA los 4 tipos de distorsiones cognitivas auto-sirvientes En general, tiene una mayor influencia a nivel cognitivo y conductual que la victimización directa.

lunes, 30 de octubre de 2023

Experiencias adversas en la infancia en la era de internet, inteligencia artificial y macrodatos, por Iciar García Varona, doctora en psicología y traumaterapeuta



Experiencias adversas en la infancia en la era de internet, 
inteligencia artificial y macrodatos



Iciar García Varona
Doctora en psicología
Traumaterapeuta


Adicciones conductuales: internet

Hace solo unos días, varios medios de comunicación informaban sobre el encausamiento de varios niños y adolescentes en un caso de vulneración de la intimidad y la propia imagen de un grupo de niñas de entre 11 y 17 años. Mediante el uso de herramientas de Inteligencia Artificial (El País, 2023) crearon presuntamente falsos desnudos con el rostro de las chicas, convertidas en víctimas de una violencia articulada sobre las posibilidades (y los riesgos) de las nuevas tecnologías.

Y no es el único episodio. Han llegado recientes informaciones sobre el riesgo elevado de uso compulsivo de redes en menores entre 12 y 16 años (El Periódico, 2023).







Estas y otras noticias nos alertan sobre la necesaria mirada y atención hacia las nuevas formas de adicción, victimización y exposición temprana a la adversidad que los distintos agentes (padres, iguales, profesores y toda la sociedad en general) hemos de explorar con una finalidad protectora. A su vez, lo abrupto de la entrada en las sociedades actuales de estas nuevas plataformas, susceptibles de ser mal utilizadas con el fin de vulnerar los derechos de las personas y especialmente de la infancia (tenemos conferido un deber de protección), nos ha de inducir a la búsqueda de caminos que, en estos novedosos y en ocasiones desconocidos contextos de posible vulnerabilidad, faciliten y promueva el buen trato y la cultura de no violencia. Por estas razones, vamos a dedicar dos entradas en este blog para profundizar en la experiencia temprana de adversidad y el mundo de las nuevas tecnologías. En estos dos análisis, pretendemos advertir de posibles riesgos que la experiencia temprana de adversidad puede conllevar en torno al uso de Internet.

La primera de ellas, versará sobre la asociación entre las Experiencias Adversas en la Infancia (EAI) y las denominadas adicciones conductuales relacionadas con el uso de Internet, el juego y las compras online. La siguiente entrada (en el mes de noviembre) girará en torno al uso de redes como nuevas formas de victimización y agresión y su relación con las EAI. Aludirán ambos textos tanto a formas de comunicación electrónica (redes sociales, sitios web…etc.) como a todo lo relativo a las nuevas tecnologías (incluida la Inteligencia Artificial)

El primer bloque engloba canales donde se generan comunidades en línea en la que se comparte tanto informacióncomo imágenes vídeos y otros contenidos, siendo así escenarios de relación en las que desplegar herramientas sociales (Kircaburun et al., 2019) que, como sabemos, no siempre están disponibles por distintas circunstancias en niños, niñas y adolescentes o que se desconoce cómo han de ser utilizadas, lo que puede configurarse como un potentefactor de riesgo psicosocial.

Lo cierto es que las experiencias traumáticas están significativamente asociadas con la psicopatología en cada etapade la vida (Frewen y Lanius, 2006) y esto también se aplica al uso problemático de Internet (Dalbudak et al., 2014, Rafla et al., 2014, Schimmenti and Caretti, 2010, Schimmenti et al. otros, 2012).



Cabe en este punto hacer un inciso que pueda servir de recordatorio con respecto a la experiencia temprana de adversidad, que como vamos a ver se conforma como un potente predictor de uso adictivo deredes sociales o como un potencial elemento pronóstico para el uso violento o abusivo de estas. Es importante incidiren la terminología que alude a Experiencias Adversas en la Infancia (EAI) es indicativo de formas de exposición que apuntan a situaciones no únicamente referidas a los malos tratos infantiles, sino que también apunta a experiencias potencialmente traumáticas como la pérdida de un hermano, la violencia de género, el encarcelamiento de uno de los progenitores etc. (p. ej., Atzl et al., 2019; Felitti et al., 1998., Narayan et al., 2017., Negriff, 2020). A su vez, la literatura destinada al estudio de la experiencia temprana de adversidad más reciente, coincide en señalar la inclusión de exposición a la factores estresantes dentro de la comunidad (violencia, factores económicos y sociales desfavorecidos,racismo, xenofobia, etc.) a las categorías tradicionales de EAIs (Cronholm et al., 2015, Finkelhor et al., 2015), lo que se sumaría al conocimiento existente sobre la relación entre los factores contextuales y el abuso, maltrato y traumainfantil (Wolff et al., 2018) y alerta sobre distintas formas de exposición no contempladas con anterioridad y quealuden a contextos desfavorecidos o desnutridos de oportunidades y de dinamismo social y económico.

La Adicción a Internet es un trastorno del control de impulsos que se refiere a un comportamiento desadaptativo y persistente que genera angustia y provoca un deterioro funcional significativo (Young, 1998). La creciente prevalencia de adicción a Internet se ha relacionado con escasa capacidad de autorregulación y estabilidad emocional en muestras de adolescentes estudiados (Sasmaz et al., 2014 y Dong et al., 2021). Uno de los modelos que han influido en la adicción a Internet es el denominado modelo de Interacción-Persona-Afecto-Cognición (I-PACE), que indica que factores biopsicológicos como las EAI contribuyen a adicción a Internet (Brand et al., 2016 y 2019) que afectarían al desarrollo cerebral y, por lo tanto, al control inhibitorio de conductas asociadas a la adicción a Internet.


Figura 1. I-PACE Model


Existe una estrecha relación entre las EAI y la desregulación afectiva (Burns et al., 2010, Poole et al., 2017). La ciencia psicológica ha ido estableciendo relaciones entre la desregulación afectiva y distintos modos de adicción conductual como puede ser el juego y el uso de redes. La literatura en este sentido advierte de cómo las experienciasinfantiles adversas aumentan el riesgo de adicciones a sustancias y comportamientos (Konkolÿ Thege et al., 2017), incluidos los juegos en línea (Bussone et al., 2020). Las personas con antecedentes de EAI podrían intentar lidiar conlos problemas psicológicos, físicos, emocionales y sociales mediante el uso excesivo de redes y adicción al juego en línea, lo que se explicaría por una asociación con la desregulación del sistema de recompensa de dopamina (Kuss et al., 2018), una mayor impulsividad (Şalvarlı y Griffiths, 2019) y mayores síntomas de psicopatología, como ansiedad y depresión (Bargeron y Hormes, 2017). Es relevante observar cómo el uso de Internet podría servir como una estrategia de afrontamiento desadaptativa para personas con dificultades en la regulación de las emociones, de manera que Internet sea concebido como un distractor de emociones de corte negativo y de escape de una realidad hostil o como un mediador que amortigüe sentimientos de soledad, depresión o sentimientos ansiógenos (Spada y Marino, 2017; Moet al., 2018).

Como ya sabemos, las habilidades en la regulación de las emociones se han relacionado en gran medida con las experiencias con los cuidadores durante la infancia y los estilos de apego (Musetti et al., 2018; Schimmenti, 2016). Así, podemos ver como en algunos estudios revisados se describía la capacidad de regulación de las emociones como un mediador significativo en la relación entre la calidad de la relación entre padres y adolescentes y el uso problemático de Internet, siendo que una buena relación entre padres y adolescentes se asocia positivamente con la capacidad de regulación de las emociones de los adolescentes y, al mismo tiempo, se asociaba negativamente con el uso problemático de Internet (Wang et al., 2018 ). Lo mismo ocurre en lo que respecta a la calidad de la relación entre padres y adultos jóvenes y el uso problemático de las redes sociales (Liu y Ma, 2019; Yu et al., 2013), siendo que elevados niveles de percepción en calidad en las relaciones paterno – filiales se asocia a una mejor capacidad regulatoria a nivel emocional en los chicos y las chicas y, por lo tanto, a un uso adecuado de redes sociales e Internet. En este mismo sentido, un apego deficiente predice el uso problemático de Internet en los adolescentes (Estévez etal., 2017; Karaer y Akdemir, 2019). De nuevo la regulación emocional es un importante elemento mediador en este tipo de asociaciones. En estos estudios al apego ansioso se configura como un importante predictor del uso adictivo de Internet como medio de regulación, siendo menos probable que las personas evasivas utilicen estrategias de regulaciónen línea desadaptativas (Ceyhan et al., 2019).

La falta de apoyo social como parte de la cognición social que subraya el modelo I- PACE puede predisponer a unuso excesivo de Internet (Brand et al., 2016), lo que puede convertirse en adicción a Internet, como han determinado varios estudios de menores víctimas de adversidad temprana por maltrato, cuya percepción de apoyo social es claramente negativa ante la indisponibilidad de sus cuidadores (Negriff et al., 2019). En sentido contrario, la percepción positiva de apoyo social de los adolescentes se asoció con un menor nivel de desregulación emocional, que a su vez se asoció con un menor nivel de uso problemático de Internet (Mo et al; 2018). Un buen apoyo social desempeñará un importante papel mediador en los efectos adversos del estrés tóxico en los primeros años de vida, lo que aportará factores psicológicos positivos y reducirá el riesgo de adicción a Internet (Negriff et al., 2019). Por el contrario, si no hay conexiones sociales estimulantes en el mundo real, será más fácil que niños, niñas y adolescentes establezcan relaciones más estrechas en el mundo virtual de Internet donde adquieren sentido de pertenencia, disfrutan del placer lúdico que no alcanzan en espacios naturales y donde liberan emociones que en otros escenarios no consiguen aliviar, lo que aumentará el riesgo de adicción a Internet (Jia et al., 2018).

Otro de los elementos asociados al afrontamiento traumático de la experiencia temprana de adversidad y en estrecha relación con la regulación emocional alude a la disociación como una fórmula “neuromental”, que contribuye automáticamente a la sobremodulación de los estados emocionales a través de reacciones de evitación de la realidad interna y externa (Cavicchioli et al., 2021). La disociación puede interferir con las conexiones entre los afectos, las cogniciones y el control voluntario de la conducta al influir en el desarrollo de la alexitimia y dar como resultado la disociación de los componentes fisiológicos, cognitivos y afectivos de las emociones. Tanto la disociación como la alexitimia se han considerado alteraciones de la percepción emocional que ayudan a los sobrevivientes de un trauma a gestionar estados afectivos abrumadores o difíciles (Craparo et al., 2014). Estudios recientes revelan que una combinación de alexitimia, experiencias disociativas, baja autoestima y desregulación de los impulsos pueden ser un factor de riesgo de adicción al uso de Internet (De Berardis et al., 2021); además de indicar que la realidad virtual induce o favorece la disociación, estableciendo así un doble vínculo causa-efecto.

Todo este cuerpo teórico invita a concluir en tres líneas fundamentales:

-Como adultos y por lo tanto agentes de protección del mundo y del bienestar infantil, hemos de estar atentos las conductas de reclusión y evitación que pueden estar relacionadas con la adicción conductual al uso de Internet, tratando de buscar las causas que subyacen a este tipo de situaciones, con el fin de prevenir y procurar la necesaria atención a la experiencia temprana de adversidad.

-A nivel terapéutico, resaltar la visión de que el niño o la niña emiten “respuestas” a la amenaza percibida, en un contexto de supervivencia y adaptación al entorno y a sus relaciones. Las experiencias definidas como «síntomas» se entienden mejor como reacciones a la amenaza o «estrategias de supervivencia»” (Johnstone y Boyle, 2018, p.21). Con estas premisas se hace necesario que antes de desproveer de estas estrategias (en el caso que nos ocupa, la adicción a Internet), el profesional sea respetuoso con el tiempo y el avance del niño en la co-construcción de nuevos recursos más adaptativos y menos perjudiciales, sin obviar que únicamente dentro de un entorno protegido y seguro el niño o la niña podrá ponerlos en práctica. Dentro del marco de intervención de la Traumaterapia de Barudy y Dantagnan, el trabajo por bloques, indicará cuando el niño o la niña está los suficientemente estabilizados para iniciar esta translación recursiva.

-Por último, indicar que son necesarias relaciones de calidad con los cuidadores principales y con el grupo social como maquinaria preventiva en el ámbito del uso excesivo y/o patológico de Internet y otros tipos de tecnologías, donde los niños, las niñas y adolescentes vean satisfechas sus necesidades afectivas y de relación y, en general, dedesarrollo. Se hace necesario ofrecer contextos en los que el desarrollo emocional infantil sea reconocido, compartido y satisfecho a través de un/unos otro/s disponibles, accesibles, sostenedores y reparadores. Estas relaciones se han de procurar dentro de contextos ricos, dinámicos y estimulantes donde exista un flujo óptimo de comunicación afectiva y empática.

Bibliografía

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lunes, 4 de septiembre de 2023

"¿Y si el juego del peekaboo (cucú) pudiera cambiar el mundo?"





Molly, una niña de siete años nos explica en este vídeo (Charla TED) lo siguiente: 

"¿Y si el juego del cucu pudiera cambiar el mundo? Parece imposible, pero les voy a demostrar que es así. 

Cosas poderosas que pueden hacer los adultos y que nos moldean como niños, y como mayores que seremos ¿Y yo como lo sé? Porque mis padres lo hicieron temprano y a menudo en mi vida. Pero sé que no todos los niños tienen tanta suerte. Solo algunos de mis amigos, algunos niños de mi escuela y algunos por todo el mundo. 

Y me gustaría mucho ayudar a cambiar eso.

Gracias a los científicos, ahora sabemos lo importantes que son los primeros cinco años para nuestra salud y desarrollo, sobre todo para nuestros cerebros. Ari (un niño) empezó a aprender mucho antes de nacer, desde dentro de la barriga de su mamá. Cuando Ari nació, era pequeñito y lloraba todo el tiempo. Siempre tenía mucha hambre y hacía mucha caca. Ahora sonríe y se ríe y hace sonidos graciosos. Pero eso son solo los cambios que oímos y vemos. Hay mucho más en su interior. Hablemos del cerebro. A mi edad (siete años) ya tiene casi el 90% de volumen de un cerebro adulto. El cerebro se desarrolla más rápido en los primeros años que en cualquier otro momento de nuestra vida. Puede crear 1 millón de conexiones neuronales cada segundo, pero necesitamos vuestra ayuda. 

Nuestro desarrollo depende de estas cinco cosas principales:

1. CONEXIÓN

Foto: El País



2. HABLAR

Foto: Psicólogo Vigo



3. JUGAR

Foto: ABC



4. UN HOGAR SALUDABLE

Foto: Soler Palau



5. COMUNIDAD

Foto: Pinterest



Todo esto ayuda a nuestros cerebros a alcanzar nuestro máximo potencial. 

Entonces, ¿qué es lo que puede realmente marcar la diferencia?


CONECTAR – HABLAR Y JUGAR CON NOSOTROS

Y aquí está la gran noticia: los juegos de imitación desarrollan la imaginación y la empatía. 

Los juegos de nombrar construyen el vocabulario y la atención.

Y juegos como el peekaboo (cucu) construyen la memoria y la confianza. 

Cada vez que hablas con nosotros, cada vez que juegas con nosotros y nos reímos, no solo construyes y fortaleces nuestras relaciones y nuestra salud mental, sino que además nos enseñas algunas de las habilidades más importantes para la vida, desde hacer amigos hasta hacer un examen, conseguir un trabajo y algún día incluso formar una familia. Son interacciones lo suficientemente tempranas como para que importen... Créanme, a la niña de siete años que está hablando de la ciencia del cerebro. 

Ahora veamos que sucede cuando se quita la conexión: El niño cuando es ignorado por sus padres o cuidadores, nuevamente trata de comunicarse. El niño dice: “¿Por qué te detuviste?”

Yo sé que es importante que los adultos usen sus dispositivos móviles, a veces. Pero los niños están preparados para que establezcamos con ellos conexiones significativas. No recibirlas causa confusión y estrés. 

Cuando hay desconexión, es difícil para un niño sentirse tranquilo, seguro y aprender a confiar en alguien. Y el impacto de por vida que tendría eso... Me hace sentir triste. 

Ari se recuperó del modo tan rápido en el que lo hizo porque la conexión entre él y su padre es fuerte. Los adultos de nuestras vidas les dan a los niños la confianza que necesitamos para probar cosas nuevas, para explorar y ser niños.

Así que, por favor, no olvide recordar que el periodo más importante de nuestra vida son los primeros cinco años, comenzando desde la barriga de mamá. Algo realmente impactante que puedes hacer es ATENDER Y DEVOLVER.

Cada momento juntos es una oportunidad para conectar, hablar y jugar.

Imagínate la diferencia que podríamos hacer si todos en todas partes hicieran esto.

Para nosotros los niños es mucho más que un juego, es nuestro futuro".