Hace una semana charlaba con una compañera de profesión y comentábamos sobre distintos perfiles de casos que acuden a nuestras respectivas consultas.
Reparamos en un tipo de perfil -cada vez más frecuente- que mi compañera ha bautizado con un nombre acertado y significativo: niños peluche.
Reparamos en un tipo de perfil -cada vez más frecuente- que mi compañera ha bautizado con un nombre acertado y significativo: niños peluche.
Los niños peluche son aquellos que desde que nacen son educados en una dependencia afectiva extrema hacia los padres. Especialmente se da entre hijos varones y madres.

Estas madres frenan la maduración y el desarrollo de sus hijos, de tal manera que no estimulan la necesaria autonomía acorde a la etapa evolutiva por la que el niño atraviesa. Emocionalmente, estos hijos compensarían las carencias afectivas de las madres por lo que la separación, que necesariamente ha de ir produciéndose para que el niño enfrente la vida interiorizando seguridad en sí mismo, la viven con angustia. Siempre hay una excusa para tener al hijo cerca, basándose en un discurso centrado en "el niño no puede, es débil, aún es pequeño…" Se genera un vínculo extremo muy fusional en el cual además de la dependencia afectiva, los límites de la relación no están definidos (por ejemplo, es muy habitual que los hijos duerman con la madre hasta muy entrada la niñez; lleven pañales hasta los 7 años; anden en silla más allá de lo recomendado; alarguen el uso del chupete; se les evite cualquier tipo de dificultad en la que haya que luchar...) Es bastante típico que el padre sea una figura periférica: muchas horas ausente por el trabajo, o hay problemas de pareja, o el padre se siente o es desplazado de esa relación. Un niño educado de este modo por su madre no es percibido como un ser independiente sino casi como un apéndice de la propia madre. En realidad esta educación negligente es un tipo de maltrato al niño.
Los niños suelen ser poco energéticos, lentos, parece que todo les cuesta un esfuerzo extra, la frustración no la toleran, inseguros, con baja atención, parecen no tener un sentido del sí mismo desarrollado (las madres hablan por ellos y cuando ellos hablan dicen lo que aquéllas expresan), manifiestan rabietas y en algunos casos problemas de conducta e impulsividad.
