jueves, 18 de diciembre de 2008

"Me gusta la Navidad"

El año pasado, por estas fechas, estuve comentando lo que muchos pacientes, amigos, conocidos... me transmitían acerca de la Navidad: su sentimiento generalizado de rechazo por muchas razones: por la hipocresía de la sociedad que instrumentaliza la Navidad; por el consumo desbocado (mientras hay quien no tiene nada); por la obligación que el sistema te impone para que te sientas alegre (y si no lo estás, eres un marginado que sólo expresa mal rollo) cuando lo que yo quiero es sentirme de otro modo; porque estas fechas pueden estar asociadas para mucha gente con experiencias dolorosas (pérdidas de seres queridos); y por un sinfin de razones, tantas como personas existen.

El año pasado recomendé a estas personas que partieran del hecho de que no pueden luchar contra lo inmutable: la Navidad está aquí, como dice la canción de la película Love actually, Christmas is all around me!, no podemos hacer nada por evitarla. Por lo tanto, no merece la pena gastar energía en lo que no podemos controlar. Lo que sí podemos controlar es nuestra actitud interior. Por lo tanto, si la Navidad no te gusta, mentalízate de que es desagradable, pero para nada catastrófica. Y no debes de sentirte de ninguna manera, date permiso para sentirte como tú quieras, con independencia de que a los demás les guste o no.

Pero de esto ya hablamos el año pasado, no vamos a ser reiterativos. Este año quiero mostrar la otra cara de la moneda, la de las personas a quienes les entusiasman estas fiestas y te dicen: "Me gusta la Navidad" Experimentan una corriente de emociones positivas que les conducen a transmitir buenos deseos a todos; a ser generosos; a preparar con mimo los christmas para sus amigos, familiares...; a escoger los villancicos; a esperar anhelantes la llegada de los seres queridos ausentes el resto del año; a sentir la experiencia religiosa que recuerda que un Hombre nació en un pobre portal en el seno de una familia humilde, siendo esperanza para muchos desheredados; a disfrutar de los niños y su inefable manera de vivir la Navidad, los regalos… que inyectan magia y alegría a todos… En suma, rezuman optimismo, vitalidad y alegría por doquier, y no piensan que todo es un engaño, sino que tratan de alargar esta actitud todo el año, considerando que el espíritu de la Navidad (la esperanza de un cambio y un mundo mejor para quienes no lo tienen y sufren por ello) debe patentizarse en estas fechas y tratar de extenderlo al resto del año. Para ellos, lo principal es lo que se celebra y los valores que sienten; la consecuencia es todo lo demás: las felicitaciones, la buena mesa y el buen vino, los regalos… Y una vida con valores es una vida plena.

Yo respeto todas las posturas, pero tengo mi opinión y me apunto a la última actitud. Así que, por todo ello, y con verde esperanza,

¡¡FELIZ NAVIDAD!!
¿Qué opináis?

miércoles, 10 de diciembre de 2008

¿Ignoramos a los otros como personas?

Una persona me ha pasado la siguiente información leída en un diario argentino, La Nación, recogida de un grupo de expertos que debaten en un congreso acerca de las causas que nos llevan a ignorar a los otros. Creo que da en el clavo de los males que nos aquejan:
Expertos en salud mental debaten sobre las razones que llevan a los argentinos a olvidar que los otros son también personas.

Tesy de Biase, Para LA NACION

La clásica ley universal que niega al otro para actuar sin culpa ("ojos que no ven") se ha corporizado con particular intensidad en la argentinidad actual. El otro (el prójimo, el semejante) aparece desdibujado, como si sus fronteras fueran invisibles. "Cuando vas por la calle la gente te atropella como si fueras transparente, te quiere pasar por encima, no existís", se queja la diseñadora gráfica Lorena Szenkier. "Esta impersonalización que transforma al otro en una cosa es hoy una característica de nuestra sociedad, que nos empuja a vivir hacia afuera, con cierta huida de nosotros mismos", dice el psicoanalista Alfredo Painceira, que dictó la conferencia "El mal como la negación del otro ", en el VII Congreso Argentino de Psicoanálisis, realizado en Córdoba. "Los vínculos entre las personas tienden a hacerse cada vez más instrumentales -dice Painceira-. El otro pierde su carácter de semejante para convertirse en cliente, rival o sencillamente en un instrumento para obtener algo." "El automatismo y la anomia de las ciudades superpobladas ceden en pueblos del interior, en donde la trama social se teje con nombres propios, los vínculos son más personalizados y cada uno ocupa un rol irreductible. Sin embargo, la tendencia general es de pérdida progresiva de la capacidad de empatía, de reconocer al otro y armonizarse con sus parecidos y diferencias." "La raíz de muchos males contemporáneos tiene estrecha relación con esta imposibilidad de reconocer al otro", dice Painceira, y rescata una advertencia de Juan Pablo II, quien poco antes de morir dijo que el peor de los males de este tiempo es el de inadvertencia. Pero la conversión del otro en un "objeto/nada", tal como lo definió la licenciada Estela Bichi, que también participó del citado congreso, no lleva patente argentina. Mediante este procedimiento, la civilización ha realizado, a lo largo de su historia, innumerables actos de incivilización y barbarie, aunque no siempre con la premisa del sadismo, sino de lo que la filósofa y pensadora alemana Hannah Arendt llamó "banalidad del mal". "Una de las cosas que más extrañaron a Arendt cuando conoció al genocida Adolf Eichmann, corresponsable de "la solución final" planificada por los nazis contra judíos y opositores, fue que se trataba de un burócrata: despersonalizando a las víctimas, transformándolas en simples números, convertía el Holocausto en un problema matemático". "Tenemos que matar a cinco millones de personas con el menor costo. ¿Cuál es el método más barato?" Sin alcanzar el dramatismo extremo que se ha repetido a lo largo de la historia en infinitas escenas de crueldad acompañada de anestesia, la vida actual multiplica cotidianamente escenas protagonizadas por quienes hacen del otro una nada, hecho que los avala a proceder con la mayor de las libertades sin asumir compromiso alguno sobre su propia conducta. El saber popular lo resume con la frase "La libertad de uno termina donde empieza la del otro". La ecuación es sencilla: si el otro no existe, la libertad de uno se expande. Pero el otro existe. Prohibido hacerse el autista. Uno de los resortes psicológicos que subyacen a este pase de magia que esfuma al otro tiene seguramente una raíz primitiva: "Quien no ha sido percibido, tratado ni sentido como persona en sus primeros años no puede desarrollar él mismo la capacidad de hacerlo", explica Painceira. Las personas con estas características "no sienten, viven desconectadas de sus afectos, en un cuerpo que sienten como un objeto más en un mundo de objetos". Sin embargo, la multiplicación del fenómeno permite pensar en mecanismos sociales que activan los engranajes del individualismo extremo. "En nuestra cultura cada vez es menos frecuente la relación yo-tú, y cada vez es más frecuente el contacto puramente instrumental del otro, que pasa a existir exclusivamente cuando es un obstáculo o cuando lo necesitamos." Para muestra, un estudio reciente realizado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) detectó que el 70% de los argentinos asume conductas discriminadoras, especialmente hacia las personas pobres. Es decir que la mayoría de nosotros segregamos a quienes no vemos como semejantes, salvo cuando resuelven nuestras necesidades. La manifestación de esta devaluación del otro se manifiesta en hechos cotidianos que, en opinión de Renata Pavani, demuestran "una brutal pérdida de valores y prioridades, además de una despersonalización de nosotros mismos". Desde la experiencia que adquirió invirtiendo tres horas diarias en viajar desde y hacia su trabajo como product manager de una editorial médica, comenta: "Hemos llegado a tal nivel de patetismo, que el otro día en el subte descubrí un cartel, paralelo al oficial, que decía "Prohibido hacerse el dormido", y se veía a una mujer embarazada colgada del pasamanos y a un chico joven sentado, que parecía dormido...". "El mecanismo es similar con las normas de tránsito y tantas otras normas -concluye-. Todos sabemos lo que tenemos que hacer, pero cuando nos toca hacerlo, nos hacemos los autistas"

Para mí, el análisis no puede ser más certero. Apliquémonos todos el cuento...

lunes, 24 de noviembre de 2008

Así me ayudó mi madre adoptiva

Una joven seguidora del blog (les doy mi más sincera enhorabuena, a la madre y a la hija, y les agradezco que compartan su experiencia con todos nosotros) me envía esta excelente vivencia que nos enseña y nos da las claves, sobre todo a los padres adoptivos, de cómo podemos acompañar a nuestros hijos en su dificil recorrido vital. Es un relato emotivo, lleno de sugerencias prácticas, que rezuma inteligencia y que nos da las pistas sobre cómo educar y cuál es el papel de los padres en esa educación. Con la garantía de una joven cuya experiencia ha merecido mucho la pena (desea conservar el anonimato), visto por ella. Os transcribo lo que me envía, pues no tiene desperdicio y nos puede ser de inestimable ayuda:

Así me ayudó mi madre adoptiva

Lo primero que señalaría es que me enseñaba sin castigo físico. “¿Me vas a pegar?” – le preguntaba cuando hacía algo mal. Y me respondía: “Jamás te pondré la mano encima” Incluso cuando era joven e inconsciente, tampoco lo hizo. Si de joven llegaba tarde por la noche, fuera de la hora convenida, me decía: “Vete a la cama, mañana hablamos” Eso lo hacía para que yo me quedara reflexionando sobre lo que había hecho. Al día siguiente me contaba lo preocupada que había estado por la noche con mi ausencia. Si reincidía, me prohibía salir por la noche dos fines de semana. Entonces, yo ya sabía que había hecho algo mal y aceptaba el castigo.

A veces me reñía, si hacía algo mal, y me enviaba a mi cuarto a reflexionar. De pequeña nunca me puso un castigo. Me decía que le pidiera perdón. Cuando estábamos enfadadas, me pedía que le diera un beso. ¡Eso me daba una rabia! Pero con el tiempo comprendí que con ello me enseñaba que estar enfadadas no tenía porqué cuestionar el vínculo y el afecto. El enfado era por mis comportamientos, no por mí. “Nada va a cambiar que yo te quiera” – decía frecuentemente. Y aquello a mí me reconfortaba por dentro porque había venido de un lugar donde recibí malos tratos.

Una pregunta que quema los labios de todo hijo adoptivo es la que yo le formulaba a mi madre con mucha insistencia desde los 13 años: “¿Por qué me has sacado de mi país?” “¡Me has quitado de mis raíces!” Se lo decía con mucha rabia, y a pesar de todo, ella no me recriminaba. Al contrario, toleraba mis emociones; decía que sentía que yo me sintiera así de mal. Y es que durante años estuve preguntándole cuándo nos íbamos a mi país. Siempre mantenía la calma, nunca se sulfuraba. Y es que yo quería volver a mi país, era mi mundo. Es como si arrancas la planta pero dejas la raíz allí… Fueron años duros, pero mi madre aguantó y estuvo ahí.

No pudimos ir a mi país tan rápido como yo hubiera querido por distintos asuntos. Cuando finalmente fui (mi madre también accedió a esto, creo que cuando me vio más fuerte para ello), me decepcionó mucho. Un mundo muy artificial. Me sentí fuera de lugar. No sentí el cobijo que yo pensé que sentiría. La verdad es que lo que sentía era curiosidad por mis orígenes, algo muy normal, creo. Y se pudo dar el caso de conocer algunos de mis familiares, pero creo que ni ellos ni yo estábamos realmente preparados para un encuentro. Hubiera sido negativo para ambas partes. Yo me habría derrumbado al ver tanto sufrimiento. Porque soy capaz de empatizar. No iba, además, poder ayudarles en nada. ¡Con 19 años y sin trabajo! Pero aquella experiencia y el que mi madre me ayudara a elaborarla, me ayudó mucho a comprender la adopción y lo feliz que era con mi madre.

Otro aspecto que destacaría de mi madre adoptiva es la tolerancia que tuvo y tiene. Hay muchos padres adoptivos que se enfadarían sólo por el mero hecho de mentar mi pasado. Mi madre escuchaba que yo quería irme. Y a pesar de que le doliera tanto oír que yo no me vinculaba a ella y a lugar, ¡era capaz de escuchar y entender mis frustraciones y mis sentimientos! Yo podía contar con mi madre, ella estaba a mi lado… ¡Mi madre me ha aguantado tanto! Otros padres hubieran dicho: “¡¡Pero quieres callarte ya con tu pasado!!” Mi madre no, mi madre me apoyaba.

Como veis, hay otra cualidad que se deduce de lo último que estoy contando: la paciencia. Mi madre la tenía, y mucha. Yo pienso que no hay amor si no hay paciencia. Comprendía, por ejemplo en la adolescencia, que es una etapa en la que más acusas la crisis de identidad, que estaba en un mal momento, me entendía en el aspecto de calmarme, estar ahí para que no sufriera… Recuerdo, en la adolescencia, un periodo difícil en el cual me rebelaba a través de la negativa a comer (me obsesioné con la comida, aunque sin llegar a un trastorno), no me invadía con su rabia y emociones negativas (que las tendría) sino que sabía comprenderme y me planteaba que comiera sólo un poquito. Y cuando me sentía infeliz, inútil o triste hacía lo mismo: estar a mi lado. Siempre. Y eso que en ocasiones me salía decirle frases como: “¡Tú no eres mi madre!”, cuando me enfadaba con ella. Pero nunca se la dije. Me callaba porque sabía que una persona que me daba tanto no me podía hacer daño, por lo que yo no podía dañarle a mi vez. Creo que empatizaba con ella. Probablemente porque ella empatizó primero conmigo.

También destacaría cómo me enseñó para la vida, con mucho diálogo y hablándome con toda sinceridad, sin tabúes, de todos los temas: sexo, drogas… Podía hablar con ella de todo. Creo que no caí en nada negativo precisamente porque me enseñaba y hablábamos de ello. Aprendí a decir “no” y a ser diferente del grupo cuando lo necesitaba. Utilizaba un material pedagógico que explicaba distintos aspectos educativos de la vida de un joven (también hablaba de las agresiones sexuales y como yo sufrí una de niña, mi madre usó un recurso indirecto que me ayudó a enfrentar y elaborar esa dura vivencia, que hoy día tengo superada) y, gracias al material y al diálogo que salía, fui comprendiendo y aprendiendo muchas cosas de la vida, y preparándome para ellas, claro.

En conclusión, mi madre adoptiva ganó mi confianza y ha podido llegar a ser mi madre. No puedo poner ninguna diferencia entre si es biológica o adoptiva. Hicimos vínculo de madre-hija, como sé que les pasa también a las biológicas.

Gracias a mi madre yo he aprendido a ser madre
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sábado, 22 de noviembre de 2008

Charla-coloquio en el Colegio Marianistas de San Sebastián sobre el duelo en el desarrollo evolutivo de los niños

Por segundo año consecutivo, los padres y madres de familia del Colegio de los Marianistas de Donostia, tuvieron a bien invitarme a impartir una charla, para posteriormente mantener un debate conjunto.

Este año la charla se centro en el tema del duelo en los niños. Se abordaron los siguientes puntos: qué es el duelo, cómo se manifiesta en los niños, cuándo podemos hablar de duelo complicado y qué ocurre cuándo hay ausencia de manifestaciones. Al mismo tiempo, se dieron pautas sobre cómo acompañar a los niños en distintas situaciones de duelo a lo largo del ciclo vital a las cuales pueden estar expuestos: la muerte de seres queridos, la separación de los padres y los niños que experimentan múltiples pérdidas.

Se inicio la charla subrayando que el duelo es una experiencia normal ante una pérdida, que precisamos expresar el dolor y elaborar la pérdida. Aunque hay personas que no precisan esa liberación y por ello no son raras ni nada parecido. Hay tantas reacciones al duelo como personas.

Se expuso cómo los niños responden ante una pérdida: con ira, con culpa, con alteraciones del comportamiento y manifestando regresiones (conductas de etapas anteriores a las cuales regresan, transitoriamente, como chuparse el dedo u orinarse en la cama) Hay niños que van a exteriorizar las reacciones y otros que van a dar una respuesta interiorizada.

Se puso el acento en lo que la corriente de la psicología positiva preconiza: la ausencia de manifestaciones y el mantenerse equilibrado ante un evento potencialmente traumático no implica nada negativo, sino que puede sugerir todo lo contrario: que la persona es resiliente (concepto que significa la capacidad de resisitir con equilibrio los impactos duros de la vida) y capaz de mantenerse estable pese al impacto. Y que algunas personas pueden, incluso, beneficiarse de la experiencia y aprender de ella. Ahora bien, cuando se trata de niños, es casi matemático que adultos resilientes, niños resilientes.

El debate fue animado, con numerosas intervenciones, de altura, donde los presentes pudieron exponer sus dudas, inquietudes, experiencias… y compartirlas. Un tema difícil de verbalizar al que hay que perderle el miedo y enfrentarlo, pues tarde o temprano todos viviremos experiencias de duelo. Y hay que preparar a los niños para ello.

Agradezco a toda la comunidad escolar de los Marianistas la invitación, la excelente acogida dispensada y el alto grado de participación
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domingo, 16 de noviembre de 2008

Conferencia a las Familias Acogedoras de Gipuzkoa en su Noveno Encuentro, organizado por la Diputación Foral de Gipuzkoa

Ayer tuve el honor de compartir una jornada de trabajo y convivencia con las familias acogedoras de Gipuzkoa, en el Palacio de Miramar de Donostia.

Organizada por la Diputación Foral de Gipuzkoa, con la colaboración de la Asociación BEROA (Asociación de familias acogedoras de Gipuzkoa) y el Centro Lauka (Equipo psicológico especializado en el apoyo al acogimiento familiar), me pidieron impartir la conferencia marco sobre la cual pivotaría el resto de la jornada de trabajo: “El conflicto de lealtades en el acogimiento familiar. La perspectiva del niño y del adolescente”


La inauguración de la jornada fue presentada por el Director del Departamento de Política Social de la Diputación Foral de Gipuzkoa, José Ignacio Insausti. Después intervino, dentro de la inauguración, la presidenta de la Asociación BEROA.

Posterior a la charla-marco, se organizaron tres grupos de trabajo de familias, divididos en función de la edad que tuviesen los menores acogidos, donde tenían que trabajar en base a unas preguntas orientadoras. Posteriormente, se realizó una puesta en común al gran grupo. Tras ello, se celebró una comida de cierre de la jornada. A todo esto, los niños también disfrutaron de un día de convivencia, pues estuvieron realizando distintas actividades lúdicas.

Me impresionó y emocionó la entrega de los acogedores, su dedicación a los niños a quienes han integrado en sus familias, gracias a los cuales pueden recibir la educación y la experiencia vincular que necesitan para poder interiorizar el fundamento seguro del que carecieron por las experiencias adversas que sufrieron en forma de malos tratos, abandono, abuso o negligencia. “El mundo funciona gracias al trabajo callado de gente buena”- suele decir un amigo mío. Y se puede aplicar con total rotundidad en este caso.

Asistieron 125 acogedores que tienen a su cargo (cuidando, dando afecto, cariño, normas, valores, actitudes…) a 202 menores. Una madre expresó en uno de los grupos una frase que concentra el sentir se estas familias: “Para mí es lo más positivo que me ha pasado en la vida, poder asistir a la felicidad de la niña que tengo acogida”

Gracias a todos, y en particular a la Unidad de Acogimiento Familiar y Adopción de la Diputación Foral de Gipuzkoa, quien me propuso acudir, por invitarme a la ya novena jornada. Felicidades por la labor que hacéis y continuad adelante, espero poder haber aportado algo positivo a vuestro camino con los niños. El camino es duro y dificil, sí, pero a la par muy gratificante, pues un ser humano en desarrollo puede ser rescatado y recibir lo que merece para que el día de mañana pueda estar en disposición de integrarse en sociedad.

viernes, 7 de noviembre de 2008

"Ultimas sesiones con Marilyn"

Hace unos meses la editorial Alfaguara publicó un apasionante libro: "Últimas sesiones con Marilyn", del autor Michel Schneider. La editorial hace la siguiente reseña del libro:

“Últimas sesiones con Marilyn rompe metafóricamente la confidencialidad entre doctor y paciente para fabular acerca de cómo se desarrollaron los treinta
meses (entre enero de 1960 y agosto de 1962) en que Greenson se convirtió en confidente de las mayores intimidades de la actriz, luchando por convertirse en tabla de salvación de una criatura desesperada y rota. El objetivo último de la obra, que se sostiene en una amplia documentación sobre los años postreros de la leyenda de Hollywood (si bien necesita entrar por fuerza en el ámbito de la conjetura y la recreación literaria), es componer un retrato de la Marilyn Monroe atormentada y en un agujero negro en la recta final de su existencia, que revele aquellas facetas de su auténtica personalidad con las que está menos familiarizado el gran público. De esta manera, asoma una mujer extremadamente sensible y aguda pero, en última instancia, irreversiblemente perdida, una criatura herida, desequilibrada y necesitada imperiosamente de afecto, prisionera de una imagen pública (esa rubia tonta que despierta los más bajos instintos) que no se corresponde en absoluto con su verdadero ser”

Acabo de terminar el libro y confieso que me ha cautivado desde el principio. Hay muchas cosas que podrían destacarse. Comentaré sólo algunas, dejando otras cuestiones que os llamen la atención para vosotros. La primera: El psicoterapeuta de Marilyn, Ralph Greenson, a pesar de que conocía perfectamente las reglas de la deontología profesional, no pudo evitar dejarse atrapar por los sentimientos que la actriz despertó en él. Rompió las normas fundamentales de la práctica clínica y permitía a Marilyn formar parte de su vida, incorporándola a la convivencia con su familia, situándose en un rol de padre que quería salvar a la actriz pero que terminó con el naufragio de ambos: Ella probablemente se suicidó y el doctor quedó destrozado por ello. El psicoanálisis de Greenson (si es que se le puede llamar psicoanálisis a lo que él practicó con Marilyn) no le ayudó. La misma Marilyn quería dejarlo antes de morir y el propio doctor ya no sabía qué hacer con un caso que se le había ido de las manos.

La segunda: Yo lo denominaría una crítica del psicoanalista a su propia praxis, imposible de aplicar a todos los sujetos, y aún menos a los que presentan patología, como la famosa actriz. Greenson admitía que no era una paciente analizable y que lo que precisaba es una experiencia que pudiera compensar el grave abandono y abuso sufrido en su infancia. Por eso la integraba en su familia. Lo que este psicoanalista no sabía, o no percibía, era que ningún psicoterapeuta puede compensar tan graves carencias. Marilyn presentaba un trastorno del vínculo de apego a causa del abandono y los abusos sufridos en su infancia (con el terrible sufrimiento que ello conlleva para todo ser humano, y más si es niño), el cual le generó graves alteraciones de personalidad en su vida adulta.

La tercera, que impresiona, es que el lector asiste a la aniquilación de una persona que presenta un trastorno de la personalidad, que sufre muchísimo, con una tendencia autodestructiva, que se escondía en el personaje de Marilyn Monroe pero que, en verdad, no tenía nada que ver con él. Norma Jean, que era su auténtico nombre, tenía, entre otras alteraciones, una difusión de su identidad provocada por las adversas experiencias vividas en la infancia. Marilyn estaba muy dañada y no pudo encontrar ni en ella misma ni en quienes la rodeaban los recursos necesarios para desarrollar la resiliencia o resistencia a los traumas.

Recomiendo su lectura, y espero vuestros comentarios. Por cierto, que ayer emitieron en Canal+ un documental que recrea en imágenes el libro. Parece que lo van a repetir.

jueves, 6 de noviembre de 2008

La ansiedad (II y final)

Cuando la ansiedad se hace muy intensa y frecuente es cuando ya podemos estar lindando con el trastorno.

Entre los expertos, no hay dudas acerca de cuáles son los tratamientos psicológicos más eficaces para los trastornos de ansiedad: la psicoterapia cognitivo-conductual.

La denominación viene porque la persona trabaja en terapia con lo cognitivo (todo lo referido a los pensamientos e imágenes mentales) y con las conductas (motoras: lo que decimos y hacemos; fisiológico-emocionales: lo que sentimos)

La psicoterapia cognitivo-conductual se basa en la teoría del aprendizaje: la ansiedad, al margen de predisposiciones individuales, es una respuesta del organismo que puede aprenderse. La respuesta de ansiedad se origina porque la asociamos con un estímulo inicialmente neutro y éste adquiere las propiedades para generar esa ansiedad (se llama condicionamiento clásico). Por ejemplo, experimento un ataque de ansiedad en un parking y asocio el lugar con el mismo.

Una vez aprendida, la ansiedad se mantiene por lo que en psicología del aprendizaje se llama refuerzo negativo: evitamos los estímulos (lugares, personas, objetos, pensamientos, recuerdos…) asociados a la ansiedad porque con ello evitamos la aparición de la misma. La conducta está controlada por las consecuencias, es el principio fundamental en terapia de conducta.

Lo malo es que cuanto más se evita, con más fuerza se instala el trastorno y más deterioro e interferencia causa en la vida del paciente. Así, quien padece agorafobia (miedo a los lugares públicos) organiza su vida evitando determinados lugares que podrían elicitar una respuesta de ansiedad intensa. En el trastorno llamado fobia social, el temor radica en sentirse evaluado negativamente por los demás, por lo que se pueden evitar varias o concretas situaciones de interacción social. En el trastorno obsesivo-compulsivo, lo que se trata de apartar son pensamientos que generan ansiedad. En la ansiedad generalizada, el núcleo del problema radica en las preocupaciones y el estado intenso de activación ante las mismas. En el estrés postraumático, son imágenes o recuerdos asociados a un hecho traumático lo que se intenta evitar.

No obstante, también se puede aprender la ansiedad por procesos sociales: la imitación es una de las maneras a través de la cual aprendemos. Los modelos ansiosos pueden ser copiados por los niños por procesos de identificación con los progenitores, por ejemplo. O porque es el modelo principal al que hemos estado expuestos.

La cognición (cómo la persona interpreta el mundo que le rodea, a sí mismo y a los demás) es otra fuente de aprendizaje. A lo largo de la vida vamos desarrollando creencias disfuncionales (adquiridas en la familia, los amigos o la escolaridad) que pueden causar perturbaciones emocionales como la ansiedad. Creer radicalmente en la perfección, en que no se deben cometer errores, o interiorizar hasta el extremo que la gente me tiene que aprobar o aceptar, o creer a ciegas que tengo que depender de los demás, así como otras creencias radicales, pueden ser fuente de trastornos emocionales como la ansiedad o la depresión.

En la terapia cognitivo-conductual, después de crear una relación y alianza de trabajo aceptando en lo fundamental a la persona, se trabaja con el paciente para que aprenda conductas de afrontamiento eficaces para manejar la ansiedad (como exponerse gradualmente a lo temido, o enfrentarlo mediante técnicas de relajación, por ejemplo) y que trate de modificar las creencias disfuncionales sustituyéndolas por otras más eficaces. Uno de los aspectos en los que se pone mucho el acento es en una educación previa sobre la ansiedad. Esta es muy desagradable y no deseable, pero no hay que adoptar una visión catastrofista aumentando la misma con pensamientos negativos. La modificación de los pensamientos negativos en torno a las sensaciones fisiológicas relacionadas con la ansiedad es una parte del tratamiento, pues el sujeto aprende a vivirla con menos temor y se pierde el miedo al miedo.


La psicoterapia cognitivo-conductual es eficaz y ha demostrado serlo en muchos estudios científicos más que la terapia farmacológica (medicinas) Desde luego, es la psicoterapia de primera elección para estos trastornos, por encima de otras modalidades terapéuticas.

La psicoterapia actual, al menos en la escuela cognitivo-conductual, concibe al paciente como cliente, activo y participativo, como alguien que puede aprender nuevas formas de afrontar sus problemas. Es un enfoque positivo, que no pierde base humana ni calidez, pero fundamentado en técnicas contrastadas científicamente. Nosotros, además, le damos tanta importancia o más que a las técnicas a la relación terapéutica, pues la técnica creemos que funciona cuando el sujeto ha realizado un proceso de vinculación positiva con su psicólogo.

jueves, 30 de octubre de 2008

La ansiedad (I)

La ansiedad es una respuesta del organismo ante un estímulo externo o interno. Es una emoción necesaria porque prepara y activa al organismo para enfrentar una situación, problema, conflicto, desafío…

Así pues, cuando, por ejemplo, nos enfrentamos a un examen, nos activamos internamente y esa respuesta generalizada nos permite afrontar el mismo. Las personas tenemos un triple sistema de respuesta: cognitiva (imágenes o pensamientos; en el ejemplo que nos ocupa, pensar: “¡venga, a por el examen, que has estudiado mucho!”); fisiológica-emocional (en el ejemplo, sentir mariposas en el estómago, algo de nerviosismo, tensión interna) y motora (hacer movimientos rítmicos con la mano cuando esperamos que nos entreguen el examen)


La ansiedad también se activa cuando percibimos una amenaza. El sistema de alerta del individuo se pone en funcionamiento para hacer frente a la misma, con una serie de reacciones que ponemos en marcha para afrontarla. Hemos heredado de nuestros antepasados la capacidad de responder rápidamente ante los peligros, reales o percibidos, pues de este modo garantizábamos nuestra supervivencia (fue muy importante para luchar, por ejemplo, contra depredadores) Por eso lo hemos heredado (herencia de la especie), por su valor adaptativo. Miedo y ansiedad se diferencian en que, en el miedo, la amenaza es clara e inmediata (por ejemplo, veo un perro que me va a morder) Entonces se activa esa respuesta heredada que nos prepara para la lucha o la huida. En la ansiedad, la amenaza es más difusa e improbable, no es tan segura que vaya a ocurrir, pero la podemos temer (por ejemplo, miedo a arruinarse, a cruzar las calles...)

Nuestro sistema de respuesta emocional es muy antiguo y nuestro mundo moderno es muy complejo.

Como casi todo en la vida, un nivel moderado de ansiedad predispone a la persona para un rendimiento óptimo. Pero un nivel excesivo de ansiedad, una respuesta muy intensa, se vuelve interfiriente y, por lo tanto, perturbadora. Ya no nos permite afrontar la tarea. La vivimos como negativa y lo que buscamos es el escape o la evitación. La relación entre ansiedad y rendimiento o desempeño es la de una U invertida: llega un momento en que si la ansiedad es muy intensa y prolongada, el afrontamiento es deficiente.

Por lo tanto, la línea que separa la ansiedad normal de la patológica no es una cuestión de categoría sino de grado. Cuanto más intensa y frecuente es la ansiedad, más cerca nos encontramos de un trastorno de ansiedad.

lunes, 20 de octubre de 2008

Un interesante libro

Una amable lectora y seguidora de este blog me traslada una información sobre un libro bien atractivo. Se titula "Tres Hermanos" y la autora se llama Elizabeth George. La participante de este blog me envía la siguiente reseña del libro: “Es una historia muy interesante que trata la situación de tres niños en el Londres de hoy, el padre ha muerto, la madre está ingresada en una institución mental y son acogidos por una tía. La novela aborda la intervención de los servicios sociales, la influencia de la calle, la rebeldía de la adolescente, el retraso del hermano pequeño y los esfuerzos del mediano por cuidar de su hermano y salir adelante”

Por mi parte pienso acercarme a la autora y su relato. En cuanto lo lea, trasladaré aquí mis impresiones. Espero también vuestras opiniones sobre el libro.
Agradezco la información y os animo a enviarme todo aquello que consideréis útil para todos los que nos encontramos en este blog.

viernes, 3 de octubre de 2008

El apego:características y tipología

Un niño víctima de malos tratos tiene elevadas probabilidades de presentar una alteración del vínculo de apego. Por ello, vamos a comenzar por describir brevemente la teoría del apego.

Bowlby fue uno de los pioneros de la teoría del apego. Sus descubrimientos fueron asombrosamente simples a la vez que trascendentes: los bebés nacen con un equipamiento conductual, programado biológicamente, para vincularse con un adulto, pues ello les garantiza la supervivencia. Si el adulto le proporciona al niño cuidados y es sensible en captar sus necesidades, satisfaciéndolas adecuadamente, el niño crecerá, con alta probabilidad, sanamente. Por el contrario, unos cuidadores insensibles, negligentes, inconstantes o incoherentes, que no satisfacen apropiadamente las necesidades del bebé, traen como consecuencia un niño que no crecerá adecuadamente. Si el bebé tiene la oportunidad de vivir un fundamento seguro, se desarrollará armónicamente.

Posteriormente, Mary Ainsworth y otros, (Rygaard, 2008) avanzaron notablemente en el estudio del apego en sus numerosos estudios con bebés. Mediante el “Test de la situación del extraño” detectaron tres modelos de reacción característicos (o estrategias de proximidad) cuando la madre abandona la habitación. Más adelante, otros autores, Main y Solomon, detectaron un cuarto modelo, el desorganizado. Durante este test diseñado, simple e ingenioso, la madre y el niño de 1 año son introducidos en una sala de juego, la madre deja la habitación dos veces durante tres minutos a lo largo del test, y se observan las reacciones del niño cuando la madre sale de la habitación y cuando regresa. Estos modelos –y he aquí el dato sorprendente- persisten hasta la edad adulta en el 70% de los niños y parece que se traspasan de una generación a otra a través del comportamiento de apego de quienes cuidan del niño.

Los cuatro tipos de apego son:

- Apego seguro-autónomo: El niño reacciona cuando la madre sale de la habitación, su conducta exploratoria disminuye y se muestra claramente afectado; el regreso le alegra claramente y se acerca a ella buscando el contacto físico durante unos instantes para luego continuar su conducta exploratoria. Hay una alegría íntima y mutua en el contacto entre la madre y el bebé.

- Apego inseguro-evitativo: El niño aparentemente no reacciona ante la ausencia de la madre y continúa explorando e inspeccionando los juguetes. Cuando la madre regresa, ésta también dirige su interés más hacia los juguetes que hacia el niño. Los estudios demuestran que el niño en verdad está muy estresado por la ausencia de su madre y que este estrés persiste durante más tiempo que el niño seguro. Es como si el niño supiese que si muestra los sentimientos apropiados de la separación surge el rechazo, y por eso controla la expresión de estos sentimientos. Se utiliza una gran cantidad de energía para suprimir las reacciones de un apego natural.

- Apego inseguro-ambivalente: El niño se muestra muy preocupado por el paradero de su madre y apenas explora los juguetes, mostrando angustia y un comportamiento de control aún antes de que la madre salga de la habitación y no retoma la actividad del juego tras el regreso de su madre. El niño vacila entre la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y las conductas de mantenimiento de contacto. Parece querer reasegurar una proximidad de la que se siente inseguro.

- Apego desorganizado-desorientado: El comportamiento del niño contiene elementos de uno de los modelos anteriores, pero el niño no reacciona ni a la separación ni a la reunión con ningún modelo coherente. Parece “congelado” en una posición rígida, aferrado a su madre pero sin mirarla, volviendo la cara. Este modelo parece estar relacionado más adelante con trastornos de la personalidad y otros problemas. Aproximadamente el 15% de los niños de 1 año muestra el modelo desorganizado.

lunes, 22 de septiembre de 2008

El caballo de dos piernas

Es el título de la película que pude ver el pasado viernes en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. El film, de nacionalidad iraní, parte de una premisa argumental muy impactante: un hombre pide a gritos un chico joven y fuerte que quiera ganar un dólar al día; al punto, salen desde dentro de unos tubos soterrados, viviendo en condiciones infrahumanas, multitud de chicos chillando: “¡Yo, yo…!” Se hacen las pruebas y resulta elegido uno de ellos. Su misión consistirá en llevar aúpas a la escuela, diariamente, a otro niño, inválido, como si de un caballo se tratara.

La película es impactante y estremecedora, pero la directora no sabe, a mi juicio, qué más hacer con la historia. Recurre a la reiteración compulsiva de secuencias y al tremendismo, lo cual resulta cansino, dentro de un conjunto que se observa rodado muy rudimentariamente. No obstante, tiene mérito su obra porque el gobierno iraní no le dejó rodarlo en Irán alegando que el guión no respetaba las reglas locales. Sin resignarse, Samira Makhmalbaf (nombre de la directora) decidió filmarlo en el vecino Afganistán con actores no profesionales, como en sus obras anteriores. "Elegí este país por la proximidad lingüística y de los paisajes, aunque la película podría tener lugar en cualquier sitio", explicó la cineasta. Pero en Afganistán también tuvo altercados. "Un día de rodaje intenso, con 200 extras, una granada cayó al escenario, hirió a cinco de ellos y a mi asistente. Uno de ellos murió dos días después", relató a los medios de comunicación. "Esta granada quería herir claramente, y gracias a los caballos (situados en la escena), que absorbieron la mayor parte de las esquirlas de la explosión, los daños no fueron mayores. Sin ellos, quizá hoy no estaría aquí", reflexionó durante la rueda de prensa que ofeció.
Una directora, sin duda, tenaz y valiente.

Lo que pienso que es interesante para debatir es la metáfora contenida en la historia: el dominante y el dominado, el que usa el poder para tiranizar y esclavizar, pisoteando los derechos humanos, y el que sufre esa situación desde la más absoluta desesperación. Terrible. Los dos menores son dignos de lástima y compasión. Uno porque una bomba destrozó sus piernas y mató a su madre, y está abandonado. Vive la dualidad víctima/agresor. El otro, porque lleva la peor parte, y también sufre el abandono.

Hay otros elementos que llaman la atención de la metáfora: hasta dónde se puede llegar en una relación de ese tipo. Quien se siente en la omnipotencia puede llegar a avanzar en su ejercicio del poder hasta la crueldad. El niño cojo (víctima pero a su vez agresor) desea que sea un caballo de verdad y fuerza la transformación hasta límites de dureza insospechada: le obliga a comer paja, a dormir en una cuadra, a esperar su salida del colegio entre burros, a competir con éstos y ganarles, le pone herraduras, le azota con una fusta y le llama literalmente “caballo”… El niño que hace de caballo vive en una ambivalencia: su odio y dolor por el trato recibido, pero a la vez, llega a lamentarse, en una ocasión, y suplicar (hasta la degradación) ser readmitido cuando el niño cojo le echa porque no le gusta cómo hace su “trabajo” Quizá no tiene otra manera de sobrevivir… Y lo que más escalofríos produce: los adultos asumen impasibles a este drama…

Metáfora que refleja nuestro mundo, un mundo que nos parece lejos pero que una directora iraní nos acerca para que no miremos a otro lado. Un mundo donde los niños llevan la peor parte.

lunes, 15 de septiembre de 2008

"Lo comprendo, pero no lo acepto"

Esta semana he tratado con algunas personas cercanas a los 60 años que perciben próxima su jubilación. La mayoría están en plenitud de sus facultades y podrían continuar aportando mucho a sus empresas. ¡Qué mucho, muchísimo!: experiencia, sabiduría, templanza… Pero a las empresas parece no interesarles estas virtudes. Poco a poco conviven con jóvenes, muy preparados. Y éstos, claro, hacen las cosas más rápido, conocen el funcionamiento de las tecnologías con más detalle, están dispuestos a “comerse el mundo...” Con este panorama, al no ser valorados, las empresas preparan el terreno para que puedan anticipar su jubilación, proponiéndoles jugosas indemnizaciones, una forma de animarles a dejar su puesto a otro.

En una situación así, se resiente la autoestima. Todos somos capaces de comprender que hay que dejar paso a los más jóvenes, pero nos cuesta aceptar que tenemos que terminar nuestra vida laboral, sobre todo cuando nos percibimos en plenas facultades y pensamos que nuestras cualidades podrían canalizarse a través de otros puestos. Pero parece que los empresarios optan por animar a los trabajadores a acogerse a una indemnización más o menos sustanciosa para que dejemos paso. Y es ese dejar paso el que nos cuesta aceptar. La aceptación conlleva un nivel emocional, es más profundo que la comprensión racional. Porque supone conectar con el fin de una etapa de la vida y puede situarnos en crisis, al tener que acomodarnos otra nueva etapa que desemboca en la jubilación y, con ella, la vejez.
Si nos preparamos para ese cambio y encontramos espacios en los cuales desplegar nuestras cualidades, nos seguiremos sintiendo útiles y productivos, necesidad que acompaña a muchas personas durante su vida. Y de ese modo, esa crisis de adaptación será afrontada y resuelta de un modo más saludable.

¿Interesan las personas mayores? Parece que la vejez no vende y no interesa porque se asocia a decrepitud, enfermedad... y muerte. Son conceptos tabú hoy en día. Interesa la juventud y comprar la inmortalidad. Vende más, y tanto vendes tanto vales, como critica Aute en una de sus magistrales canciones, La belleza

Creo que tenemos que recuperar a estas personas y ofrecerles espacios en los que puedan enriquecer a los demás con su sabiduría. Uno conoce gran cantidad de personas de edad, auténticas eminencias en muchos temas, que serían socialmente útiles, y que están marginadas.

Una lástima.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Elogio de la figura del educador

(Dedicado a todos los educadores, y en especial, a los que he conocido)

A lo largo de estos años de trabajo en psicoterapia con niños víctimas de malos tratos, a menudo residentes en centros de acogida, he podido conocer la labor (en la mayoría de los casos excelente) que los educadores desempeñan para fomentar la resiliencia (capacidad de resistir los impactos psicológicos) de los niños y adolescentes.

En mi modelo integrado de psicoterapia especializada para el tratamiento de niños víctimas de malos tratos, cobra especial relevancia la figura del educador. Niño y terapeuta trabajan codo con codo para enfrentar las secuelas psicológicas que los malos tratos causan, pero es imprescindible la presencia de un adulto externo que apoye todo ese trabajo. Normalmente, ante la incompetencia de los padres, es el educador quien se responsabiliza de colaborar para que los objetivos de la terapia se puedan implementar en el contexto natural del niño.

Pero el educador hace mucho más:

En el educador el niño deposita las emociones negativas, que no puede regular por el impacto del trauma en su psique, y aquél le enseña a canalizarlas sin hacer daño. Le contiene con firmeza pero con cariño, cuando se desborda emocionalmente. El educador acompaña al niño al colegio, en el estudio (discute y pelea con él cuando no rinde) y en los problemas de relación con los compañeros. El educador es recipiente del dolor emocional del niño porque no puede vivir con sus padres. El educador es quien protege al niño si la visita con sus familiares es tóxica. El educador le acompaña para comprarle ropa. El educador le habla de los cambios que se sufren en la pubertad. El educador pone unas normas de entrada y salida en casa. El educador enseña al niño a comer de todo. El educador se convierte en confidente del primer amor del adolescente. El educador lee cuentos, juega, enseña a no temer los abrazos y los besos. El educador felicita los cumpleaños y da regalos. El educador mete hora extras, si el niño lo necesita. Si el educador se va o cambia de trabajo, continúa desinteresadamente el contacto con el niño porque ambos han desarrollado un afecto mutuo. El educador es, a menudo, la única persona que el niño tiene en el mundo. El educador es humano y, a veces, también se equivoca con el niño o se desquicia, pero sabe enseñarle a reparar sus acciones. El educador no recibe un salario conforme al reconocimiento que socialmente merece. El educador vive situaciones en las que corre riesgo su integridad física. El educador vive, a veces, la sinrazón de la administración pública. El educador [completadlo vosotros]

El educador merece nuestro elogio… ¡por tantas cosas!

domingo, 7 de septiembre de 2008

Cumplimos un año

Estimados clientes, amigos y colaboradores:

Motivos psi, este blog que tenéis ante vosotros, cumple un año.

Sólo quiero agradeceros a todos vuestra participación e interés, esperando que los temas que aquí vertimos aporten aspectos positivos en vuestras vidas. Creo que, para ser el primer aniversario, hemos conseguido una nutrida selección de temas de psicología, debates interesantes y reflexiones sobre la ciencia de la psicología y su aplicación social.

Espero seguir contando con todos vosotros.







José Luis Gonzalo.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Pederastas multireincidentes

Noticia de la agencia EFE: “La Policía ha detenido en Santander como sospechoso de haber abusado de una niña de seis años a un pederasta multirreincidente, que hacía sólo tres días que había salido de la prisión de Dueñas (Palencia) tras haber cumplido la última de sus condenas, ha confirmado la Delegación del Gobierno.

Marcelino Fernández Arnaiz, de 54 años, más conocido como 'el pederasta de Astillero' por su largo historial de abusos a menores, se encuentra de nuevo en prisión preventiva acusado de haber vuelto a reincidir en el delito por el que lleva dos décadas entrando y saliendo de las cárceles y psiquiátricos penitenciarios españoles.

(…) Durante su último juicio, los forenses de los Juzgados de Santander explicaron al tribunal que Fernández Arnaiz padece un trastorno de tipo parafílico que lo convierte en un pederasta, no controla sus impulsos, no ha asumido las reglas sociales y morales y tiene un coeficiente intelectual bajo (…) La Audiencia de Cantabria reconoció entonces que esas circunstancias reducen su responsabilidad sobre sus actos, pero no le eximen por completo de ella, como trató de plantear la defensa”

La pregunta que centra el debate sería: ¿Qué hacemos con un hombre que tiene parcialmente perturbadas las facultades mentales, pero que puede hacer mucho daño a los niños con los que se relacione? ¿Hay que dejar a un hombre no rehabilitado, en libertad, una vez que ya haya cumplido su pena?

¿Cuál es vuestra opinión? La mía es que el menor debe de ser protegido, por encima del derecho de cualquier otra persona, y la sociedad debe de poner los recursos necesarios para que los individuos perturbados que delinquen (y que pueden hacer mucho daño a los niños y sus familias) y ya han cumplido pena, no sean puestos en libertad hasta que no se hayan rehabilitado. En el caso de una rehabilitación imposible, como es el caso que nos ocupa, deberían crearse instituciones (hospitales penitenciarios adecuados) donde estas personas pudieran permanecer de por vida. Quizá se me acuse de radical, pero creo que el derecho a la integridad física y psicológica del niño es superior al derecho a la libertad de una persona que, nada más cumplir su condena, desgraciadamente, determinado por los informes periciales, tiene un 99,9% de probabilidades de reincidir. Para ello, supongo, hay que revisar el código penal.
Escribo esta noticia que hoy (11-9-2008) leo en la prensa: "El Gobierno propondrá este otoño al Parlamento una reforma del Código Penal que incluye la imposición de 20 años de libertad vigilada a los terroristas, pederastas y delincuentes sexuales reincidentes que, aunque hayan cumplido sus penas, presenten a los ojos de la Administración riesgo de reanudar sus crímenes tras su salida de prisión. Las anunciadas medidas de control post-condena, que quedarán definidas cuando el Legislativo aborde la reforma, podrán consistir, según el plan inicial del Ejecutivo, en vigilancias por parte de las fuerzas de Seguridad, personaciones en el juzgado, tratamientos médicos y psiquiátricos, la obligación de portar pulseras telemáticas o de asistir a programas formativos"
Saludamos, pues, esta iniciativa, ya que es lo que, en el párrafo anterior pedíamos: arbitrar medidas judiciales para que los pederastas no rehabilitados no campen a sus anchas pudiendo causar daño a los niños. Esperemos que llegue a buen puerto, y que pongan los recursos necesarios para que las medidas sean cumplidas.
Dejad vuestros comentarios y opiniones.

sábado, 30 de agosto de 2008

"El que manda no sabe, el que sabe no manda"

Daniel Innerarity, Doctor en Filosofía por la Universidad de Zaragoza y escritor, afirma en una entrevista en El Diario Vasco (29-8-2008) lo siguiente: “El poder es un lugar seguro para la ignorancia. El que manda, generalmente, no sabe, el que sabe no manda. Pero voy más allá, existe una perspectiva irreal, ya que el que tiene el poder no se entera de lo que pasa en la vida real. Ahí está esa historia de aquel Papa que cambió los hábitos, se disfrazó y paseó varios días por las calles de Roma para conocer qué era en realidad lo que pensaba la gente. Ésta sigue siendo una dinámica habitual que se da en nuestros días, en la política, en las empresas y en los puestos de trabajo de cualquier fábrica o empresa. No saben lo que ocurre”

Me he sentido completamente identificado con la frase, y por eso me han dado ganas de compartirla con todos vosotros. Cada uno la leerá desde su propia experiencia con el poder. Yo la vivo e interpreto desde mi relación con la administración en política social, concretamente en protección a la infancia.

Aunque, haciendo justicia, el que manda, en muchas ocasiones, se deja asesorar por los técnicos en la materia y decide con racionalidad, hay otras muchas veces en las que, increíblemente, adopta unas decisiones que están denotando que no conoce realmente lo que necesita, para su bienestar, el sujeto destinatario de su decisión. Con las consiguientes nefastas consecuencias para el ciudadano, que siente que no se hace justicia, ni se le atiende adecuadamente.

Dejad vuestras opiniones y vivencias sobre este asunto.

martes, 26 de agosto de 2008

Hijos adoptivos y apego desorganizado (III y final)

Tercera y última parte de esta serie para orientar a padres adoptivos cuyos hijos presentan apego desorganizado.

Una de las consecuencias de la temprana desorganización del apego, cuando se han sufrido carencias severas, es la no adquisición de la permanencia del objeto. Por permanencia se entiende "(...) que las emociones permanecen durante un tiempo más dilatado. Las emociones estables permiten que el bebé tenga intenciones estables e ideas sobre lo que es importante (objetivos internos) Y las ideas y los conceptos estables producirán un comportamiento estable, intencional. La permanencia básica del objeto se desarrolla especialmente durante los tres primeros años de vida” (Rygard) Los niños con apego desorganizado han podido desarrollar una deficiente conciencia de sí mismos como individuos, esto es, con experiencia de sí mismos a lo largo del tiempo (Siegel lo denomina conciencia autonoética) Por lo tanto, los niños con apego desorganizado suelen tener estos problemas:

- Disminución del sentido de las proporciones

- Una capacidad reducida para distinguir entre fantasía y realidad. "¿Lo he hecho yo o lo has hecho tú?" "¿He perdido el monedero o no?" Se les suele acusar de mentir pero simplemente no saben si algo ha sucedido o no, no son conscientes de su propio rol en lo que les pasa. Por lo tanto, ante las "mentiras" no debemos castigar esa conducta porque no son realmente engaños con propósito manipulador (realmente con los niños con apego desorganizado el castigo, aparte de ineficaz, debe estar contraindicado por el daño que sufrieron) Lo que tenemos que hacer es adoptar una postura pedagógica y ayudar al niño a desarrollar una mayor conciencia del impacto de sus actuaciones en el entorno.

- Un sentido reducido de los matices y de las gradaciones. O somos unos malvados o somos los mejores. No hay término medio en su vida.

- Una capacidad reducida para establecer la diferencia entre primer plano y fondo. No pueden trabajar en una tarea durante mucho tiempo. Cambian constantemente de objetivo y desplazan la atención de un tema a otro. La madre no estuvo, en sus vidas (o el cuidador) el suficiente tiempo como para darles las nociones tempranas de qué es importante y qué no es relevante. De ahí sus dificultades atencionales. Habrá que adecuarse a su escasa capacidad de sostener la atención y no pedirles imposibles (sobre todo a nivel de rendimiento escolar)

- Un grado bajo en el proceso de flexibilidad y complejidad. “¡Pero qué testarudos son!” “Cuando algo se les mete en la cabeza…” solemos afirmar. No pueden comprender un argumento o un sentimiento y se empecinan en lo suyo, que es lo que les da sentimiento de control.

Muchos de los problemas de conducta agresiva suelen suceder cuando los adultos no co
nocemos los puntos anteriores y les sobre-exigimos. Cuando existe un conflicto, los niños no pueden hacer cambios internos para adaptarse y, entonces, lo que hacen es tratar de cambiar lo externo, normalmente frustrados y con reacciones de ira que pueden terminar en respuesta agresiva si insistimos en la exigencia de una respuesta que son incapaces de dar. De ahí que no nos cansemos de insistir en adaptarnos a su nivel y no a la inversa.

En otras
ocasiones, no obstante, pueden reaccionar de modo agresivo porque quizá sea la única alternativa que conozcan o porque no regulan su sistema bioconductual. En los casos en los que esto ocurra, nuestra postura siempre debe ser de aceptación fundamental (tolerar la emoción de la rabia, no aceptar la conducta agresiva si es dañina para el niño y/o para los demás) Hay que enseñarles cómo actuar, trabajar con ellos habilidades sociales básicas.

En los momentos de mayor intensidad, cuando ya hay reacciones violentas desproporcionadas, yo me suelo acordar de lo que Jorge Barudy suele recomendar: lo mejor en ese momento es dejarles que se calmen, no insistir y retomar después.

jueves, 14 de agosto de 2008

Hijos adoptivos y apego desorganizado (II)

Continuamos con la segunda parte del serial. Bien. El apego desorganizado es un patrón relacional que el niño interioriza como consecuencia de su necesidad de adaptación a una interacción en la que los malos tratos han sido repetidos y continuados en el tiempo. Como Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan sostienen, lo que caracteriza la vida psíquica de estos niños es la vivencia de un profundo terror. Han vivido una auténtica paradoja, pues sus cuidadores –de quienes esperan cuidados empáticos- son los que originan los golpes, los gritos, los insultos, la falta de cuidados físicos, el abandono durante largas horas… La paradoja reside en que estos niños no pueden escapar ni desarrollar conductas de aproximación hacia sus cuidadores, pues ambas pueden ser castigadas. Cuando se estudió la conducta de los bebés cuyo apego era desorganizado, se observó (en el paradigma de la situación del extraño, un test diseñado, simple e ingenioso, en el cual la madre y el niño de 1 año son introducidos en una sala de juego, la madre deja la habitación dos veces durante tres minutos a lo largo del test, y se observan las reacciones del niño cuando la madre sale de la habitación y cuando regresa. Estos modelos –y he aquí el dato sorprendente- persisten hasta la edad adulta en el 70% de los niños y parece que se traspasan de una generación a otra a través del comportamiento de apego de quienes cuidan del niño) el niño no reacciona ni a la separación ni a la reunión con ningún modelo coherente. Parece “congelado” en una posición rígida, aferrado a su madre pero sin mirarla, volviendo la cara. Este modelo parece estar relacionado más adelante con trastornos de la personalidad y otros problemas. Aproximadamente el 15% de los niños de 1 año muestra el modelo desorganizado

Los niños que desarrollan este patrón de apego han vivido condiciones de vida extremas (hambre, aislamiento, falta de estimulación cognitiva, sensorial, afectiva, lúdica...) y/o muchos cambios de cuidadores, malos tratos físicos... y/o no han podido desarrollar una relación positiva, continua y estable en el tiempo, con una figura adulta. No todos los niños con apego desorganizado van a desarrollar un trastorno del apego, pero sí tienen muchas probabilidades aquellos que suman a sus espaldas biografías muy traumáticas, y cuando el daño se sufre en una etapa sensible como es la que va de los 0 á los 3 años.

En la niñez, presentan alteraciones en la regulación emocional, el control de los impulsos y el control de la agresividad. La conducta agresiva se constituye casi en una estrategia relacional para defenderse del profundo terror a ser dañado que invadió su vida psíquica. Incluso aunque luego se inserten en un entorno familiar normalizado, afectivo y normativo, como son unos padres adoptivos, su cerebro emocional, por así decirlo, recuerda lo que tuvo valor de supervivencia y las conductas que mencionamos no desaparecen. A pesar de que los acontecimientos traumáticos no están ya presentes, éstos viven en la mente del niño. No hay que olvidar que van a traer a la relación con los padres todo lo que interiorizaron en su vida pasada. Por seguir una metáfora, la mochila que acarrean en su espalda la van a vaciar con nosotros. Pero recordemos que no saben relacionarse de otro modo porque es lo que aprendieron.

El tratamiento psicoterapéutico –y en ocasiones psiquiátrico- debe de ponerse en marcha cuanto antes. Los padres trabajarán en estrecha relación con el profesional.

Más pautas que consideramos útiles en la educación de los niños con apego desorganizado: (1) Estructurar su ambiente al máximo y trabajar las pautas cotidianas primero bajo la presencia directa de los padres. Ejemplo: Si se han de lavar los dientes, hay que indicárselo y hacerlo primero los padres descomponiendo la tarea en pequeños pasos. El niño repite después cada paso. Esto se ensaya varias veces. Posteriormente, el niño puede empezar a hacerlo solo, pero con los padres a su lado. Finalmente, se les puede dejar solos (dándoles incluso nuestra foto, pues los casos más graves sólo pueden tener conciencia de sí mismos si estamos presentes nosotros físicamente) El horario del día debe de ser organizado, con pocos imprevistos y anunciado con inmediatez, hablándoles en términos de futuro inmediato (2) El rendimiento escolar. Muchos niños tienen una inteligencia normal, pero presentan problemas de concentración, o excesiva inquietud, impulsividad, retraso del lenguaje, retraso en la maduración de funciones psicológicas básicas… debido al ambiente carente de estimulación. Por lo tanto, la colaboración con su profesor debe de ser constante. Lo que no se aprendió en su momento requiere mucho tiempo, paciencia y grandes dosis de cariño y firmeza para aprenderlo después. No olvidemos nunca adaptarnos a su nivel. Todo lo demás será estresar al niño y hacerle sentir emocionalmente afectado porque no puede colmar las expectativas del adulto. ¡Ocurre muchas veces que se sobreestiman las capacidades de estos niños! No es imposible pero el grado de recuperación no puede ser como si nada hubiera ocurrido. Los niños más dañados requerirán de objetivos menos ambiciosos –aprender a leer y escribir, comprender textos sencillos y manejarse con las operaciones matemáticas básicas- En todos los casos el aprendizaje debe ser muy operativo –usando técnicas multisensoriales y con una finalidad funcional, que puedan verle la aplicación-. Muchos de los contenidos que se programan, sobre todo para los que más retraso presentan, son, en mi experiencia, inútiles a todas luces. El estudio debe ser diario, a tiempos cortos y con la presencia de los padres.

En el próximo capítulo volveremos con otras estrategias de intervención, esta vez ante la conducta agresiva y las mentiras; dos de los aspectos que suelen preocupar, y con razón, a los padres.

Para una revisión sobre la teoría del apego, os recomendamos este enlace.

http://www.monografias.com/trabajos17/estilos-de-apego/estilos-de-apego.shtml

miércoles, 13 de agosto de 2008

"Dos ratones, una rata y un queso", de Claudia Rueda

Quedamos en que publicaríamos reseñas de cuentos con valor útil por su contenido educativo, según los fuéramos descubriendo. Pues aquí estamos. Recientemente, en Barcelona, me encontré con éste, en una librería, que me atrapó por sus dibujos –realmente graciosos- e historia: sencilla pero capaz de conmover, provocar emociones… Y ayudar a los niños a reflexionar. Lo bueno de este tipo de cuentos es que se pueden extraer de los mismos muchas lecturas éticas para la vida.

Una vieja y astuta rata aparece justo en el momento en el que dos ratones discuten por un viejo trozo de queso. La rata les propone una solución a su disputa, aunque nos tememos que los dos ingenuos ratones se han confiado demasiado… ¿Será verdad aquello de que el que parte mejor parte si se lleva para sí la mejor parte? ¿Es verdad que siempre gana el aprovechado u ocurrirá algo que no estaba previsto que nos hará reflexionar?

Un cuento interesante para que los niños aprendan que el comportamiento egoísta y aprovechado puede tener consecuencias imprevisiblemente negativas…

viernes, 1 de agosto de 2008

Hijos adoptivos y apego desorganizado (I)

Mi especialidad, como muchos sabéis por trato directo conmigo, es el tratamiento de los niños/adultos víctimas de abandono, maltrato, abuso, negligencia.

Tras unos años trabajando casi a dedicación exclusiva para los menores tutelados por la administración, he dedicado mi interés y mi esfuerzo en el tratamiento de los niños adoptados. Actualmente, son bastantes los casos que acuden a mi consulta.

Ello me ha permitido sensibilizarme con los padres adoptivos y sus dificultades en la educación de sus hijos; alguien ha dicho, y con razón, que son doblemente padres porque su reto es doble. A lo largo de este tiempo, he podido ir conociendo, también, la problemática, y el sufrimiento, de estos niños. No quiero decir que todos los niños adoptados y sus familias funcionan negativamente. Pero en muchos casos los padres también padecen porque su hijo presenta comportamientos anómalos y no saben realmente qué hacer y cómo actuar. Son casos en los que los niños presentan daño emocional severo consecuencia de abandono o maltrato en los primeros años de su vida. Esto deja secuelas, y así hay que asumirlo. No se puede responsabilizar de todo a los padres, aunque su actuación educativa y su preparación -pedagógica y psicológica- son claves para una convivencia más positiva.

Por lo tanto, me animo a aportaros, desde aquí, mi granito de arena para ayudaros en el manejo de muchas situaciones harto estresantes en la educación de vuestros hijos. Abrimos un serial en el que me gustaría que participarais al máximo.

Como ya sabéis, uno de los rasgos que pueden caracterizar a los niños víctimas de abandono y malos tratos es el apego desorganizado: crean un vínculo con los actuales cuidadores basado en conductas que a veces son evitativas, a veces son agresivas y controladoras; en otras ocasiones, complacientes. Lo que le invade al niño es un profundo terror de ser abandonado, lo cual le conduce a retirarse de la relación (temer el vínculo) O al contrario: necesitar dominar las relaciones para controlar al otro y el posible temor a ser dañado. Este patrón relacional fue aprendido con otro cuidador en el pasado como una forma de adaptación a una situación de maltrato. Y todo ello quedó impreso en la memoria del niño, activándose en el presente. No hay que olvidar que, por muy pequeño que sea el niño, puede memorizar las sensaciones, imágenes, sonidos... en lo que se denomina memoria implícita. Algunos piensan que todo eso "se cura" con amor, y no es así.

La desorganización se hace palpable también en otras áreas: presentan marcada impulsividad, dificultad en planificar conductas y una excesiva inestabilidad motriz. Además, su atención sostenida es deficitaria, por lo que el estudio y las tareas escolares se hacen muy cuesta arriba. Las emociones no se regulan, pudiendo sufrir bruscos cambios de humor. Para regular las emociones ha habido que experimentarlas con un cuidador sensible y empático que haya sido capaz de reflejárnoslas reflexivamente.

¿Cómo tratamos a los niños con apego desorganizado? Lo primero, crear un clima de aceptación fundamental del niño. Eso supone no pedirle lo que no es capaz de hacer, insisto, capaz de hacer, al menos por el momento. Ello no está reñido con la exigencia, pero poniéndonos a su nivel y no a la inversa. El paso inicial y básico a realizar con los niños desorganizados es el de la empatía sin invasión emocional: Comprendo que no puedas, hemos puesto un objetivo demasiado alto -debemos decirles ante el fracaso. Una vez que el niño se siente sentido, se siente comprendido, funciona doblemente mejor. Porque él es el primero que sufre con la situación porque sabe que está defraudando a sus padres adoptivos, pero no conoce otro guión para interpretar, tenemos que dárselo nosotros. Lo segundo es la paciencia: olvidémonos de los demás, no comparemos. Es injusto e incorrecto hacerlo. Nuestro hijo va a avanzar más despacio y tardará más en madurar, por lo tanto, ¿para qué agobiarlo si con eso empeoramos la situación? Para que un niño desorganizado pueda organizarse, habrá que empezar a organizarle desde fuera, si me permitís el juego de palabras. No olvidemos que muchos niños puede que no hayan desarrollado una noción de sí mismos. Muchos no se sitúan espacio-temporalmente. Quizá sólo tengan esa noción cuando estamos los adultos presentes. Por ello, para los hábitos cotidianos (higiene, orden, horarios, estudio…) tenemos que pautarles modelando el aprendizaje. Una vez que veamos que son capaces de ejecutar una conducta, nos distanciaremos un poco de ellos. Después, lo harán solos (y si es necesario podemos dejarles nuestra foto) En tercer lugar, otro ingrediente es evitar las descalificaciones, los reproches, las discusiones… Recuerde el consejo de Rygaard: si el niño no fue capaz de hacer una cosa, fue porque la tarea probablemente era demasiado para él. Baje el nivel y dígale que posiblemente se le pidió algo para lo que no estaba preparado. Anímele en todo momento –sin ser invasivo-. La consigna al niño de que puede enfadarse al hacer algo que no le gusta, pero que debe hacerla por su bien (relación de trabajo con el niño) debe de darse. En cuarto lugar, fije a una persona como responsable principal, y cuando se repartan las tareas y alguien falte, hágale saber al niño quién es la autoridad en ese momento. Es importantísimo que los padres descansen y se turnen, deben de autocuidarse de la educación de unos hijos que, como suelo decir yo en tono jocoso, es como los bancos por teléfono, pues nos necesitan 24 horas al día, 365 días al año. Del mismo modo, hable con los responsables escolares y recomiéndeles que el niño tenga la referencia de un adulto –a ser posible siempre la misma- a quien obedecer en todo y a quien recurrir en caso de conflicto.

lunes, 28 de julio de 2008

¿En qué cabeza cabe?

El 24 de julio, en el periódico El Mundo he podido leer una columna de opinión escrita por Lucía Méndez (sobre la sentencia del caso Nanysex, delito que ha sido tipificado como abuso y no como agresión) que me ha puesto los pelos de punta. Si hace unas semanas decíamos que nos preocupaba que los delincuentes pederastas actuaran a través de Internet para cometer sus abyectos abusos sexuales a menores y que la ley tenía que actuar, poner límites severos a estos individuos para cumplir la función de la protección al ciudadano (en particular a un menor, cuyo bienestar está por encima de todo), hoy podemos afirmar que teníamos motivos más que sobrados para estar preocupados. Preocupados, dolidos, rabiosos e impotentes.

Voy a transcribir la columna de Lucía Méndez. No tiene desperdicio. Como ella afirma, hiere la sensibilidad del lector. No creo que haya mucho más que añadir, Lucía Méndez lo expresa, afortunadamente, con toda la contundencia posible.

Todavía no se me ha pasado el mal cuerpo que me dejó leer la columna. Al menos, nos queda la denuncia. ¡Con lo importante que para las víctimas es una sentencia que ratifique su legítimo derecho a ser resarcidas y reparadas en un dolor y unas secuelas que pueden acompañarles de por vida! Desde aquí mi solidaridad para con ellas, y mi agradecimiento a Lucía Méndez por su valentía. Y por dedicarle tiempo a un asunto grave que no ha concitado la atención pública que merece.

Los párrafos que se reproducen a continuación están incluidos en el capítulo de “Hechos probados” de la sentencia 99/08 dictada por la sección 23 de la Sala de lo Penal de la Audiencia Provincial de Madrid. Es necesario advertir que estos “Hechos probados” hieren gravemente la sensibilidad de quien los lea.

El procesado, Álvaro Iglesias (conocido como Nanysex) tras desnudar de cintura para abajo al menor XXX (de dos años) y enseñarle su pene le obliga a que le realice diversos tocamientos no sólo con las manos, sino juntando ambos órganos genitales, para terminar obligando al menor a que le realice una felación a la vez que el procesado eyacula.

Por último, y estando el procesado en la cama con el menor y a través de empujones y contactando el pene del procesado con el ano del menor trata de introducirlo empujando para ello en ocasiones diversas. “…A.I. sujeta a uno de los menores con su mano la cabeza para que le realice una felación…”

La sentencia que condena a Nanysex y al resto de los acusados por abusos sexuales contra niños y bebés está llena de escenas como éstas que eran grabadas por los delincuentes para difundirlas a través de Internet. No obstante lo cual, el tribunal asegura que “no se encuentra base probatoria convincente y eficaz para poder imputar a alguno de los procesados los delitos de agresión sexual” Los jueces absuelven a los procesados del delito de agresión sexual, al considerar que no ejercieron violencia sobre los menores, elemento imprescindible para aplicar los artículos 178 y 179 del Código Penal.

Desde el sentido común, parece evidente que sujetar la cabeza de un niño de dos años para obligarle a realizar una felación es ejercer la violencia. Pero es que además la propia sentencia recoge “esas bases probatorias” que los jueces dicen que no existen. El procesado José Gómez Cansino, “introdujo su pene en el ano del menor”, “diciéndole que no se mueva para no hacerle daño”, según se escucha en el vídeo. ¿Hacer daño no es sinónimo de violencia? En otros hechos se habla de que los procesados “obligan” y de que los niños lloran.

Con todo respeto, señorías María Riera, Jesús Eduardo Gutiérrez y Nuria Barabino, han cometido ustedes un error que contribuye al descrédito de la Justicia. Dice la sentencia que este tipo de delitos origina una “grandísima alarma social a la que el Estado ha de responder de manera firme y por todos los medios a su alcance” Ahí está. Ustedes podían haber condenado a Nanysex a muchos más años de cárcel por delitos de agresión sexual y no lo han hecho, por lo que han agravado la “alarma social”. Es posible que el Supremo agrave las penas en el trámite de casación. A efectos prácticos, Nanysex podría salir de la cárcel a los 42 años, con mucha vida para desgraciar a más personas. Sus víctimas no han encontrado en la Audiencia Provincial la justicia que merecían.


martes, 15 de julio de 2008

En verano, mejor ánimo

Así parece ser para algunas personas, particularmente para las que padecen trastornos depresivos. La luz juega un papel en los síntomas depresivos; algunos estudios en los que se sometía a pacientes a exposiciones prolongadas de luz mejoraban, con respecto al grupo control, de sus síntomas. En la práctica clínica, nuestros pacientes nos expresan también que en verano se sienten mejor: la luz, el buen tiempo… invitan a salir más, a relacionarse, a estar en movimiento, etc. Y todo esto son antídotos, conductas incompatibles, con estar deprimido. Hay pacientes que tienen lo que llamamos un patrón estacional: al llegar el otoño, con la caída de la luz, empeoran ineluctablemente.

El verano es una buen época para el ánimo, cierto. Pero en psicología de la conducta se sabe que -a pesar de todas las trabas que se le quieran poner a este planteamiento, tildándolo de artificial- si una persona se activa conductualmente, se produce una mejoría de su estado afectivo-emocional. De hecho, está surgiendo toda una línea de terapia basada exclusivamente en activar conductualmente a un sujeto deprimido.

“Es que no tengo fuerzas” “Nada me apetece” “Sólo quiero estar en la cama” Son frases que a menudo se escuchan de las personas deprimidas. Yo les suelo animar a que hagan una programación de actividades. En realidad se sienten tan mal como dicen, sí. Pero, a la par, trato de hacerles ver que haciendo actividades, aunque al principio parezca que están levantando una piedra del esfuerzo extra que les supone, al rato se van a sentir muchísimo mejor de sus síntomas, especialmente de ánimo y de los síntomas psicosomáticos.

Antes hay que hacerle consciente al paciente de que esas verbalizaciones pueden estar distorsionadas, pues cuando padecemos una depresión presentamos un sesgo cognitivo, como un filtro, que nos hace percibir de manera negativa a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Una vez que se cuestionan, se refutan los pensamientos disfuncionales (“es que no tengo fuerzas”, etc.) y se le hace ver a la persona que puede que se sienta mucho mejor si hace cosas gratificantes, se comienzan con las actividades: pasear, ir al cine, comerse unos pinchos… Tienen que ser súper gratificantes. Como se dice en uno de los vídeos que podéis ver en este blog, el optimismo se puede generar si somos con nosotros mismos un poco hedonistas.

Así que, ánimo para todos y a hacer actividades placenteras, especialmente los que padecen trastornos del estado de ánimo. Y en buena compañía, mejor. Un paciente que acude a mi consulta, cuyo nombre obviaré por mantener el secreto profesional, no creía en esta terapia. Hoy es el día que agradece haberse puesto en marcha, pues ha conseguido mejorar notablemente de sus síntomas y recuperar el ánimo. Para él, levantarse y pasear por Donostia se ha convertido en una parte imprescindible de su vida para lograr bienestar.