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lunes, 24 de junio de 2024

Cuidar a los que cuidan: desgaste profesional y cuidado de los equipos que trabajan con violencia, por Ana María Arón y María Teresa Llanos, psicólogas. ¡Buenos tratos se despide hasta septiembre de 2024!


Cuidar a los que cuidan: desgaste profesional y cuidado 
de los equipos que trabajan con violencia

Ana María Arón, Ph.D. y Maria Teresa Llanos

Fotografía de Ana María Arón (Radio Infinita)


Ana María Arón fue la ponente de honor de las VI Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil, celebradas en San Sebastián, Gipuzkoa (España), los pasados días 16 y 17 de mayo de 2024. Ana María nos deleitó con una excelente ponencia sobre el cuidado de los equipos que trabajan con violencia, y pudimos ofrecerle un sentido homenaje por sus años de dedicación y labor profesional sobre el tema de la violencia y los desastres naturales y sus consecuencias en las personas. Fue un placer conocerte y tenerte con nosotros unos días, Ana María. 

Ella nos ha compartido, generosamente, este artículo (que solo tiene un uso restringido) donde desarrolla, junto con la psicóloga María Teresa Llanos, el mismo tema, de manera más extensa, que expuso en la conferencia de San Sebastián, para que podamos profundizar y reflexionar sobre este importante asunto que nos afecta a todos y todas los y las que trabajamos con víctimas (niños y niñas, mujeres, familias...)

Ana María Arón, en un momento del homenaje que las VI Conversaciones
le tributaron en San Sebastián, el día 16 de mayo de 2024



Ana María Arón nos cautivó a todos y a todas en San Sebastián, en las VI Conversaciones, no sólo por el contenido, sino por la serenidad y la convicción con la que hablaba y la conexión emocional que logró con las personas que asistieron al congreso.

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Fuente:

Arón, A.M. y Llanos, M.T (2005) Cuidar a los que cuidan: desgaste profesional y cuidado de los equipos que trabajan en violencia. Sistemas Familiares 20 (1-2) 5-15. 


Introducción

En este artículo se abordará el problema del desgaste profesional que afecta a los profesionales y los equipos que trabajan en temáticas de violencia, enfatizando los aspectos de autocuidado y cuidado de los equipos. Los temas abordados se refieren a la experiencia de un equipo de trabajo con víctimas de violencia y sus vivencias en relación al impacto que este trabajo tiene en los profesionales y los equipos que abordan estas temáticas. La experiencia de este programa aparece publicada en detalle en el libro “Violencia en la Familia. Un programa de intervención en red: la experiencia de San Bernardo (Arón, 2001). Después de diez años de trabajo con víctimas de violencia en el Consultorio externo de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Chile y en un programa de intervención en redes en el tema de violencia doméstica, el tema del desgaste profesional emerge como central en los equipos que trabajan en contacto con estos temas. Nuestra propia experiencia y el reporte de otros equipos que han trabajado en temas similares indica que quienes trabajan con víctimas de cualquier tipo de violencia están expuestos a un nivel de desgaste profesional, en lo personal que puede llegar al agotamiento profesional o burnout y ser causa de trastornos psicológicos graves, del abandono de la profesión o del campo de trabajo. A la vez estas temáticas impactan también a los equipos trabajo erosionándolos con graves consecuencias tanto para la supervivencia de los equipos, para sus integrantes como para los consultantes o usurarios de estos equipos.

Al no contar con modelos explicativos sobre estos fenómenos la tendencia habitual de los equipos es atribuirlos a déficit personales, tanto propios como de los demás integrantes del grupo de profesionales, lo que genera dinámicas muy destructivas al interior de los equipos. Poder reflexionar acerca de lo que les ocurre a quienes trabajan con víctimas y agresores permite tomar distancia de estos fenómenos, darles nombre y por lo tanto abrir la posibilidad de ponerlos en perspectiva. y desarrollar estrategias que permitan retomar el control sobre lo que ocurre con los equipos y sus integrante. 

El concepto de burnout 

El término Burnout fue usado originalmente en los años 60 para referirse a los efectos del abuso crónico de drogas. A Herbert Freudenberger (1974), un psicoanalista neoyorquino, se le atribuye el haberlo usado por primera vez para aplicarlo al tema del agotamiento profesional entre los profesionales de ayuda. Se refirió a cómo el carisma y el compromiso social van siendo reemplazados en estos trabajadores por agotamiento, fatiga y otros malestares psicosomáticos.

Luego que Freudenberg (1974), desde la psiquiatría y Christina Maslach (1982) desde la psicología se refirieran por primera vez a este concepto, comenzaron a realizarse numerosos estudios, investigaciones sobre el tema que dieron como resultado que entre 1973 y 1983 se escribieran más de 1000 artículos, libros, capítulos sobre burnout y entre 1983 y 1993, 1500 publicaciones sobre el tema. 

Freudenberg define el burnout como “un estado de fatiga o frustración que aparece como resultado de la devoción a una causa, a un estilo de vida o a una relación que no produce las recompensas esperadas” (Freudenberg, (1974) Uno de los puntos que enfatiza Freudenberg es que no se trata de agotamiento por exceso de trabajo, es decir, no es algo que pueda curarse tomando unas vacaciones. No se trata sólo de cansancio, sino que es una especie de “erosión del espíritu”, que implica una pérdida de la fe en la empresa de ayudar a otros.

El burnout ocurre en muchas áreas profesionales, especialmente en aquellas en que se trabaja con personas, que suponen una fuerte vocación en los profesionales y en que poco a poco la desilusión reemplaza la visión idealista de la tarea emprendida. Se plantea que el origen del término y el interés por el concepto surge desde la clínico y no desde lo académico, es decir desde aquellos que trabajan en áreas de servicios a personas en que la relación con el usurario es central para el desempeño del trabajo, lo cual a menudo sobrecarga de tensión emocional a quien entrega el servicio. La mayoría de los estudios pioneros sobre este tema aparecen, por lo tanto, en aquellas ocupaciones que se relacionan con personas, como son la educación, la salud, el servicio social, la asistencia judicial, la salud mental, la religión

Descripción del desgaste profesional en operadores sociales que trabajan con violencia

A continuación describiremos algunos de los conceptos que hemos desarrollado para comprender el problema del desgaste profesional, que presenta una intensidad cualitativamente distinta cuando el campo de trabajo se refiere a la violencia: ya sea al trabajo con víctimas o con victimarios. El trabajo en estas área puede describirse como una profesión de alto riesgo, lo que implica estar expuesto en mayor grado a las consecuencias que se han descrito en el desgaste y agotamiento profesional, lo que implica que para trabajar en estas áreas en importante tomar precauciones, del mismo modo que los trabajadores que se desempeñan en trabajos peligrosos como el trabajo en altura, por ejemplo, toman los debidos resguardos para no exponerse innecesariamente a riesgos adicionales. A ninguno de estos obreros se le ocurriría realizar sus tareas sin el uso de cascos protectores, cinturones de seguridad y plataformas de amortiguación de caídas. Sin embargo, los operadores sociales que trabajan en contacto directo con temas de violencia, lo hacen sin tomar las debidas precauciones, que corresponderían a lo que hemos denominado factores protectores en el trabajo con violencia.

Conceptos clave para la comprensión del fenómeno desgaste profesional y agotamiento profesional o burnout

El desgaste y el agotamiento profesional, que se han descrito en los párrafos anteriores, se refiere a una reacción caracterizada por síntomas como cansancio que va más allá de lo esperado de acuerdo las exigencias de desempeño físico de las labores realizadas, fatiga, lentitud, una serie de síntomas físicos que van desde dolores de cabeza, de cuello de espalda, problemas del aparato locomotor, del aparato digestivo, irritabilidad, alteraciones del sueño y del apetito, problemas de la piel y mayor vulnerabilidad a todo tipo de enfermedades. Síntomas conductuales como llegar tarde al trabajo, ausentismo laboral, trabajar muchas horas pero lograr poco, pérdida del entusiasmo, facilidad para frustrarse, aburrimiento, rigidización y dificultad para tomar decisiones. Síntomas que se expresan interaccionalmente, como aislarse de los colegas, cerrarse a nuevas informaciones, aumento de la irritabilidad con los compañeros de trabajo. Puede aparecer también dependencia al alcohol o drogas como una manera de anestesiar el dolor que implica la erosión espiritual.

Entre los síntomas psicológicos aparece la desmotivación, irritabilidad, decaimiento psicológico, sensación de vacío, deterioro del autoconcepto, visión negativa de la vida y de los demás. Culpa, autoinculpación por la falta de logro con los consultantes, o en el otro extremo, sentimientos de omnipotencia. Vivencias que se mueven en los polos de impotencia y omnipotencia, de autoculpabilización y culpabilización de otros. Se acompaña además de vivencias de incompetencia (crisis de competencia), y fantasías de abandono o cambio del trabajo

Pueden aparecer cambios en el ámbito más espiritual como pérdida de la fe y del sentido del trabajo, crisis de valores, crisis vocacional, aumento de la escrupulosidad, cambios en las ideas religiosas y en las afiliaciones a grupos de referencia.

El trabajo clínico comienza a presentar problemas como excesiva distancia con los pacientes, culparlos por todo lo que les pasa. Aumento del uso de etiquetamiento psicopatológicas como "pacientes borderline" o presencia de ‘trastornos de personalidad’; ensoñaciones durante las sesiones, hostilidad hacia los clientes, aburrimiento con los consultantes, apresuramiento en el diagnóstico, apresuramiento en la medicación

Esta reacción de desgaste profesional o sensación de "estar fundido" (burnout) se presenta en profesiones que trabajan en contacto con personas, especialmente en profesiones de ayuda y en aquellos que trabajan con temas como violencia, abuso, traumatización, especialmente con personas que viven en pobreza, que representa una situación de violencia social. Muchos de los síntomas descritos se parecen a la depresión o al trastorno por estrés, sin embargo la idea de nombrar a estas reacciones como "desgaste profesional, tiene como objetivo una reformulación del problema que implica un cambio en los niveles de conceptualización y de responsabilidad. Reformulación que permite definir este conjunto de dificultades que afectan al operador social, a los equipos y a los usuarios, en términos manejables, poniendo el énfasis en el desempeño profesional y en las temáticas de trabajo. Cuando hablamos de estrés o de depresión, el foco está puesto en los problemas personales del operador social que interfieren con una buena adaptación y por lo tanto con un adecuado desempeño en el área laboral. Al hablar de desgaste profesional y de agotamiento profesional lo que estamos diciendo es que la sintomatología descrita no es un problema de trastornos psicológicos individuales sino que se trata de reacciones que presentan todas las personas que trabajan en contacto con estas temáticas y en determinadas condiciones laborales. Permite por una parte enfatizar la responsabilidad del ámbito laboral y de los temas con los que se trabaja en el desarrollo de estos problemas y a la vez desarrollar estrategias de abordaje y de protección, ya sea desde los equipos de trabajos como desde lo personal. Pone de relieve el concepto de desarrollo de factores protectores: la necesidad de cuidarse para poder cuidar a otros.

Existen algunos conceptos que nuestro equipo de trabajo ha precisado y que son fundamentales para entender el problema de burnout en profesionales que trabajan con violencia. Estos son la contaminación temática, la traumatización vicaria y la traumatización de los equipos.

Contaminación temática

La contaminación temática se refiere al efecto que tiene sobre las personas y los equipos el trabajar con temas de alto impacto emocional, como son el daño y la violencia en todas sus formas. Trabajar en contacto con temas como los descritos va produciendo un impacto silencioso en las personas y los equipos que equivale al contagio y la contaminación que ocurre insidiosamente al vivir en contacto cercano con sustancias tóxicas. Lo mismo ocurre al estar en contacto permanente con temas de daño. 

Este impacto se traduce en fenómenos como la traumatización vicaria y la traumatización de los equipos.

Traumatización vicaria

La traumatización vicaria se refiere al efecto de reproducir en uno mismo los síntomas y sufrimientos de las víctimas de cualquier forma de violencia nos reportan, al trabajar profesionalmente con ellas o con los victimarios. Uno de los efectos de trabajar en contacto con la violencia es que el operador se contacta con sus propias experiencias de abuso y maltrato, conscientes o no consciente, actuales o pasadas. Estas experiencias pueden referirse al haber sido víctima o victimario. Algunos de los efectos de esta victimización vicaria es la hiper-sensibilidad frente a situaciones en que uno siente que sus propios derechos son pasados a llevar y como consecuencia aparece una hiper-reactividad frente a esas situaciones. Personas que se caracterizaban por su serenidad y tranquilidad para enfrentar situaciones conflictivas comienzan a reaccionar airadamente o a sobrereaccionar, cuando están en contacto con temas como la violencia.

Traumatización de los equipos

En los sistemas abusivos se describe una dinámica en que participan los abusadores -personas que están en una posición de poder y abusan de ella-, las víctimas, que sufren el abuso de poder recibiendo daño físico o psicológico- y los terceros, que son quienes saben, o están en posición de saber que está ocurriendo el abuso. El abuso está protegido por la ley del silencio, que mantienen al abusador en la impunidad y silencia a las víctimas. Cuando los terceros también son silenciados, el sistema abusivo se mantiene, pudiendo quebrarse solamente cuando los terceros rompen la ley del silencio. 

La traumatización de los equipos se refiere al efecto de reproducir en el grupo de trabajo las dinámicas del circuito de la violencia. Es decir, algunos son percibidos por los demás como abusadores, la mayoría se percibe a sí mismo como víctima, los equipos se disocian, se arman coaliciones, triangularizaciones. Las emociones que circulan son las de miedo intenso, persecución, sensación de abuso, abuso de poder, designación de chivos emisarios, expulsión de algún miembro, conflictos de lealtades. Los equipos más traumatizados presentan aislamiento de sus miembros, dificultad para ventilar los conflictos y aparecen externamente muy silenciados. El trabajo con los usuarios también se resiente, pudiendo estos recibir de rebote la carga de los conflictos no resueltos del grupo. Los equipos traumatizados pueden ocasionar mucho sufrimiento a sus integrantes y habitualmente tienen una alta rotación de personal, pudiendo llegar a desintegrarse por completo. La traumatización de los equipos es una de las principales causas que esgrimen los profesionales y operadores sociales que abandonan éste campo de trabajo (Aron,2001)

La reformulación de estos problemas como "traumatización de los equipos" permite abordar el problema desde una perspectiva grupal y temática, más que individual, que ha sido la forma de abordarlo tradicionalmente. En los equipos traumatizados las personas están también dañadas, entender esas dinámicas poniendo el énfasis en las características de personalidad de tal o cual integrante del equipo, nos reduce a la solución posible de las psicoterapias individuales como única salida. Eso considerando que las personas estén en condiciones emocionales y de orden práctico para realizarla, y que además los procesos terapéuticos sean exitosos. Aún en el mejor de los casos, puede aliviarse el sufrimiento individual pero no se abordará el tema del trabajo del equipo, y lo que es más grave del servicio a los usuarios que necesitan su ayuda.

Autocuidado y cuidado de los equipos: visualización de sí como profesional de riesgo y desarrollo de factores protectores

El trabajo en contacto directo con víctimas de violencia y con equipos que trabajan en ese ámbito temático nos ha llevado a desarrollar el concepto de riesgo que es el primer paso para del autocuidado: reconocerse como profesionales y como equipos en riesgo y dedicar recursos al desarrollo de estrategias que permitan amortiguar el efecto nocivo y contaminante que tiene el trabajo en estos temas. Las autoras de este capítulo hemos debatido largamente la conveniencia de centrar las estrategias protectoras en un nivel individual o del equipo y de la institución. Finalmente acordamos incluir todos los niveles: por una parte el autocuidado es una responsabilidad personal de cada profesional y operador social y debe asumirlo como tal. Pero quedarnos sólo en ese nivel implicaría una sobrecarga adicional: además de todas las fuentes de desgaste descritas anteriormente se agregaría la carga de hacerse cargo del propio cuidado, por eso pensamos que es fundamental incluir el nivel de cuidado de los equipos, que es responsabilidad de los niveles directivos e institucionales, en términos de generar condiciones "cuidadosas" y protectoras para el trabajo de sus equipos. Abordar este tema en profesionales de ayuda, que están permanentemente orientados hacia las necesidades de otros, supone un cambio para dirigir la mirada hacia uno mismo y hacia los grupos de trabajo, que son la herramienta fundamental en las relaciones de ayuda. La mayoría de los equipos e instrumentos de precisión no sólo tienen períodos de mantención periódica sino que están a cargo de personal técnico especializado que detectan el más mínimo error en su funcionamiento. Mientras más valiosas son las maquinarias, mayor es la inversión en su cuidado y mantención. A eso se refiere la responsabilidad por el autocuidado: exigir condiciones de trabajo que no impliquen ser tratados como profesionales desechables, y que sean acordes a la delicada tarea encomendada.

Agruparemos las estrategias de autocuidado en distintos niveles: nivel individual, de equipos, institucional, de redes, y suprainstitucional, aún cuando, desde una perspectiva ecosistémica están todos sincrónicamente relacionados y muchas de ellas se superponen. La mayoría de las estrategias propuestas a continuación han sido fruto del trabajo y la reflexión del equipo y del trabajo en talleres de autocuidado y cuidado de los equipos con diversos operadores sociales (Sename, 1998, 1999, 2000. Academia judicial, 1998, 1999, 2000; Fundación Educacional Arauco, 1999, 2000).

Estrategias de autocuidado: Perspectiva individual

Ser adulto implica hacerse cargo de uno mismo. Quizás lo que más diferencia a los niños de los adultos, es la obligación del adulto de responsabilizarse por sí mismo y por su cuidado personal. Aunque en nuestra fantasía siempre añoramos a otro que se haga cargo de nuestras necesidades y cuidados, alguien que nos indique cuando estamos demasiado cansados o estamos exagerando la carga de trabajo, en la vida real si no nos preocupamos por nosotros mismos corremos serios riesgos. A continuación mencionaremos algunos de los cuidados que han demostrado ser importantes a nivel del cuidado individual.

• Registro oportuno y visibilización de los malestares:

La cultura en que vivimos habitualmente nos socializa para no registrar los malestares. En nuestra sociedad es considerado un valor el ser "aguantador" o "aguantadora", especialmente esta capacidad de invisibilizar los malestares es muy valorado en los mujeres y en las niñas. La socialización también nos enseña a no registrar sensaciones que se relacionan con necesidades básicas: hambre, sed, necesidad de descanso, evacuación, presencia de dolores, etc. Los seres humanos, como el resto de los animales, estamos dotados con sistemas de registro de las necesidades, malestares, dolores, cuya finalidad es atender a las necesidades oportunamente, o evitar las fuentes de dolor y malestar. Sin embargo lo seres humanos aprendemos a silenciar estas señales postergando la satisfacción de necesidades básicas o invisibilizando las fuentes de dolor y malestar.

Una estrategias importante de autocuidado se refiere a recobrar la capacidad de registrar oportunamente los malestares. Una gran cantidad de los trastornos que se describen como consecuencia del burnout se relacionan con no haber registrado oportunamente fuente de estrés o malestar, acumulando tensiones por largos períodos de tiempo que desembocan en lesiones o enfermedades. Recuperar la capacidad de registrar los malestares, tanto los físicos como los psicológicos es uno de los requisitos fundamentales del autocuidado. Es decir, darnos cuenta cuando debemos descansar, cuando tenemos hambre, cuando debemos ir al baño, cuando debemos atender a dolores por una posición incómoda. Del mismo modo, ser capaz de registrar las molestias psicológicas oportunamente, lo que se relaciona con desarrollar estrategias adecuadas de abordaje de conflictos.

• Vaciamiento y descompresión

Trabajar con temas contaminantes supone estar en contacto y recibir permanentemente material tóxico. Cuando una industria produce desechos tóxicos no puede vaciarlos en cualquier parte, porque es sancionada por la comunidad. Habitualmente existen receptáculos especiales para recoger ese material y vaciarlo en lugar protegidos donde no daña a otros y eventualmente donde puede reciclarse. Los operadores sociales que trabajan en contacto con la violencia son especies de recipientes de material contaminante, y sin embargo además de asumir la responsabilidad de recibirlo de los consultantes asumen la responsabilidad de guardarlo. Los contenidos de fuerte impacto emocional son equivalentes al material tóxico, es importante vaciarlo en lugares adecuados, para que no contamine al operador que lo recibió. La contaminación acumulada, por falta de vaciamiento, es uno de los factores que mayor incidencia tiene en el burnout. En los talleres de desgaste y cuidado de los equipos, cuando se abordan estos temas es habitual que muchos profesionales recuerden muy vívidamente hechos traumáticos relatados por algún consultante, hace varios años, cuando no han tenido la oportunidad de compartirlo con otros. El vaciamiento, al igual que los desechos tóxicos, no puede realizarse en cualquier parte, debe ser hecho entre pares, personas que no necesiten explicaciones y que estén al tanto del tipo de problemas y puedan por lo tanto contener el relato de la situación traumática. Tener espacios de vaciamiento no implica recibir asesoría, o interpretación de lo que ha ocurrido. Se trata simplemente de compartir la pesada carga emocional del impacto que provocan contenidos muy fuertes en el operador que los escucha. Es frecuente que el impacto emocional de algunos eventos traumáticos sea tan fuerte que deje al profesional "atragantado", pegado en esa situación, sin posibilidad de registrar o elaborar otros contenidos hasta que no se produzca el vaciamiento.
En ese sentido, el vaciamiento tiene un efecto de descompresión, que es necesaria para poder seguir trabajando. Del mismo modo que los buzos que bajan a altas profundidades, recibiendo una presión inmensa, y deben descomprimirse antes de salir a la superficie, así también los profesionales que deben escuchar contenidos de alta comprensión necesitan instancias de vaciamiento y descomprensión antes de volver a sus tareas habituales.

• Mantención de áreas personales libres de contaminación

Esto se refiere a la necesidad de tener espacios de oxigenación, en que la persona pueda airearse, nutrirse, en actividades absolutamente alejadas de las temáticas de trabajo. Pueden ser actividades de recreación, intereses específicos, cualquier espacio que implique una descontaminación y la posibilidad de distensión, espacios en que el operador o la operadora social se sienta libre de tensiones y recuperando energía. Entre las áreas libres más mencionadas están la jardinería, la pesca, el montañismo, la lectura, la artesanía, la participación en grupos religiosos, en grupos folklóricos y otros.

• Evitar la contaminación de espacios de distracción con temas relacionados con violencia.

Se refiere a no elegir como temas de recreación y distracción temas que se relacionan con le ámbito laboral, como ver películas o leer libros sobre abusos o violaciones cuando esas son las temáticas con las que se trabaja cotidianamente. Eso equivale a una contaminación adicional y además a seguir trabajando en los espacios de recreación.

• Evitar la saturación de las redes personales de apoyo 

Como ya se ha mencionado, el vaciamiento de los eventos traumáticos con los que el profesional se contacta en su trabajo debe ser hecho con pares. Es una medida importante de autocuidado el no contaminar las redes personales, como la pareja, los hijos, los amigos, que son un factor protector muy importarte en el área de soporte emocional (Sluski 1998) con este tipo de contenidos. Hacerlo implica una sobrecarga injusta para quien no está preparado para escuchar estos temas, y a la vez se corre el riesgo de producir un distanciamiento y perder por lo tanto las redes de apoyo.

• Formación profesional

Aun cuando este aspecto no siempre se relaciona con una responsabilidad personal del profesional es importante recibir formación en aquellas perspectivas teóricas y modelos que entregan destrezas instrumentales adecuadas para el tipo de trabajo y el tipo de consultantes. Recordemos que una fuente importante de desgaste profesional es la sensación de ineficiencia y de incompetencia.

• Ubicación de la responsabilidad donde corresponde. 

Evitar auto-responsabilizarse en exceso y evitar culpar a otros. Este es uno de los requisitos para un abordaje adecuado de resolución de conflictos, es lo que permite la reparación, especialmente cuando ha habido daño como consecuencia del manejo inadecuado de conflictos.

Cuidado de los equipos

El cuidado de los equipos es responsabilidad de los niveles directivos y de las instituciones, se refiere a crear y asegurar condiciones de trabajo que transmitan un mensaje de preocupación y cuidado de la institución por sus equipos de trabajo y los operadores sociales. Algunos de estos factores protectores se refieren a las condiciones mínimas de seguridad en relación al desempaño laboral, otras se refieren a los estilos de liderazgo y a los estilos de supervisión en los lugares de trabajo.

• Asegurar a los profesionales las condiciones mínimas de resguardo de la integridad personal en el trabajo. Especialmente cuando el trabajo se desempeña en comunidades de alto riesgo social y con usuarios que pueden ser peligrosos. Tomar los resguardos para que ninguna profesional permanezca sola en el lugar de trabajo, especialmente fuera de los horarios habituales, que las visitas domiciliarias se realicen siempre en pareja, que el resto del equipo esté alerta cuando debe atenderse a consultantes con riesgo de descontrol. Asegurarse que la disposición de las mesas y sillas en las salas de atención aseguren la posibilidad de escape al profesional en caso de peligro, por ejemplo, no ubicarse contra la pared, acorralado por una mesa y lejos de la puerta.

• Facilitar espacios de vaciamiento y descompresión cotidianos en relación a los casos y las problemáticas recibidas. Esto implica considerar dentro de las funciones de los operadores el poder descomprimirse con un colega durante las horas de trabajo, idealmente en forma inmediata a la recepción de relatos traumatizantes.

• Asegurar espacios de vaciamiento y descompresión estructurados, en relación a los casos y temáticas recibidas. Organizar espacios sistemáticos en que todo el equipo tenga la oportunidad de vaciar los contenidos más contaminantes. Esto puede ser en reuniones técnicas, supervisiones de casos, reuniones clínicas. Este vaciamiento más estructurado permite además la comunidad de ideas y el compartir modelos conceptuales que aseguran un mejor afiatamiento de los equipos de trabajo.

• Compartir la responsabilidad de las decisiones riesgosas que debe tomar cada miembro del equipo. Especialmente aquellas que ponen en riesgo la vida o integridad de los usuarios, como por ejemplo decisiones en relación a la internación, a una interconsulta psiquiátrica, a desinternaciones, riesgos de suicidio u homicidio, riesgos de abuso. El desgaste que implica tomar la responsabilidad en este tipo de decisiones que tienen alguna probabilidad de tener desenlaces fatales, puede amortiguarse cuando es todo el equipo quien asume la responsabilidad por las consecuencias de la decisión.

• Compartir la responsabilidad de las acciones que ponen en riesgo la vida e integridad de los profesionales, como por ejemplo visitas domiciliarias, notificaciones, firma de informes que ratifican violaciones, abusos. Estas acciones pueden protegerse por ejemplo cuando es el jefe del equipo quien firma los informes, cuando se protege la identidad de los operadores implicados en un caso, cuando debe hablarse con las autoridades judiciales.

• Establecimiento de relaciones de confianza entre los miembros del equipo. Esto pasa por la generación de espacios de distensión para el equipo en áreas libres de contaminación temática que permita una interacción más libre y no relacionada solamente con las temáticas de trabajo. 

• Estilos de liderazgo democráticos. Los estilos de liderazgo autoritario y vertical aumenta la probabilidad de reproducir las dinámicas de abuso al interior de los equipos y tienden a silenciar los conflictos. 

• Estilos de supervisión protectores y fortalecedores de los propios recursos. Este es un estilo de supervisión que no genera desconfianza y permite el vaciamiento y la autoexposición de los profesionales a propósito de las personas atendidas. Los estilos más persecutorios de supervisión, generan desconfianza y desaprovechamiento de los espacios naturales de vaciamiento para el equipo.

• Fomentar la resolución no confrontacional de conflictos y diferencias. Desarrollo de estrategias constructivas de abordaje de conflictos, que implica climas protegidos en las cuales puedan ventilarse los desacuerdos, y desarrollo de destrezas de negociación, consenso y respeto de las diferencias.

• Registro y visibilización de la traumatización de los equipos, que permita pedir ayuda oportuna a supervisores o consultores externos para elaborar los temas contaminadores.

• Generación de espacios protegidos para la explicitación y resolución de los problemas surgidos al interior de los equipos.

• En relación al estilo de liderazgo, se da mucha importancia del reconocimiento y de la retroalimentación y al interés activo del jefe que se manifiesta en la flexibilidad y el apoyo administrativo que da cuenta de la compatibilidad entre trabajo y familia y que se refiere a la medida en que la administración se conecta con las necesidades del profesional. El jefe que promueve ambientes protectores es aquel que demuestra
preocupación por las necesidades de los profesionales; provee los recursos necesarios para realizar bien el trabajo; es sensible y flexible en relación a temas familiares; es capaz de reconocer los aspectos positivos y demuestra sensibilidad para dar retroalimentación negativa; tiene confianza en el profesional y se lo hace saber, se interesa activamente su trabajo; defiende la posición de los profesionales frente a la institución; comunica claramente sus expectativas; adecua las tareas al nivel de habilidades de cada profesional; es emocionalmente estable (calmado, buen humor); es experto y entrega ayuda técnica cuando se necesita; está disponible cuando se lo necesita; el jefe es abierto y honesto, los profesionales confían en él o ella.

• Apoyo de la institución para la formación continua. se refiere a actividades de perfeccionamiento que contribuyen a mejorar el clima laboral, tanto porque representa espacios de crecimiento profesional como porque contribuye a la comunidad de ideas y marcos teóricos en relación a los problemas que deben enfrentarse.

• Comunidad ideológica: en la medida en que existe una marco teórico compartido, una ideología o cultura organizacional que es compartida por todos los miembros de la institución, que guía las acciones y las conceptualizaciones, se reduce la ambigüedad y el conflicto al interior del entorno de trabajo

• Consultorías profesionales: monitoreo, apoyo y supervisión a los profesionales que comienzan. 

• Rituales de incorporación y de despedida. Los rituales facilitan la integración de nuevos miembros al equipo, ayudándole a entender la cultura organización y permitiéndole al resto de los profesionales hacer un espacio al recién llegado. Los rituales de despedida, ya sea por partida voluntaria u obligada facilitan la elaboración de estas experiencias y contribuyen a mantener los climas laborales sanos. También los rituales que marcan cambios en el ciclo de desarrollo los equipos o de las instituciones constituyen un factor protector importante para la sobreviviencia, el crecimiento y la diferenciación de los grupos de trabajo.

Factores protectores a nivel de la red profesional

• Activación y fortalecimiento de las redes de apoyo profesional. Las redes profesionales han sido descrito como una de las fuentes de apoyo más importante para los equipos que trabajan con violencia. Especialmente porque la intensidad emocional del tema hace muy difícil abordarlo en forma aislada: saber que hay otros sectores profesionales que están ocupados de los mismos temas es un alivio para los equipos. Las acciones de activación de redes y de formación de redes profesionales son un recurso importante de cuidado de los equipos (Barudy, 1999; Dabas, 1994).

• A la vez, el establecimiento de vínculos con otros operadores de la red permiten una derivación vincular y vinculante, es decir, referir a la persona que no puede ser atendida o que requiere de otro tipo de ayuda, a otro profesional con el cual se tiene un vínculo personal, de tal modo que el consultante no tenga la sensación de estar siendo rechazado sino que protegidamente referido a alguien que está en antecedentes de cuál es su situación. Esto es beneficioso para el usuario y también para el operador que deriva. La incertidumbre de no saber cuál fue el destino y la evolución de las personas que se derivan a otros equipos es una fuente de desgaste permanente. La derivación vincular permite mantener un vínculo a través de la información, con las personas que se han referido a otros sectores.

• Generación de instancias de descompresión y retroalimentación a nivel de la red. Como por ejemplo Seminarios, talleres de capacitaciones, encuentros profesionales.

• Organización de equipos recíprocos de intervención en crisis para los profesionales de la red. Esta es una instancia interesante, que se ha desarrollado poco. Tiene la ventaja del ahorro de recursos profesionales, y a la vez de lo adecuado que puede ser un equipo que a la vez que está familiarizado con las problemáticas profesionales está suficientemente distante y fuera del grupo como para poder hacer una intervención en crisis.

Alternativas a nivel de la formación profesional 

A la luz de lo expuesto anteriormente aparece urgente la necesidad de repensar la formación profesional (Masson, 1990) especialmente de aquellos operadores sociales que deberán trabaja en contexto de riesgo y con temáticas de violencia, como son los asistentes sociales, psicólogos, enfermeras, psiquiatras, médicos en general, educadores, personal de trato directo en instituciones de acogida y protección, educadores populares, y tantos otros.

Algunas sugerencias que han surgido del trabajo con profesionales y operadores sociales que trabajan en estos sectores son:

• Terminar con los sistemas de estanco en la formación inicial de los profesionales de ayuda (pre-grado) a fin de que distintos sectores profesionales se conozcan, manejen lenguajes comunes y aprendan a trabajar en equipos multidisciplinarios desde el comienzo de su formación.

• Combinar los aspectos teóricos y prácticos; considerar la duración de los procesos de intervención en la estructuración de las estadías y prácticas; evitar prácticas que duran tres o seis meses, cuando los procesos de intervención que habitualmente se necesitan son mucho más largos; Ajustar las necesidades de formación a las necesidades de los usuarios más necesitados.

• La formación de los profesionales debería estar a cargo de profesionales que ejerzan la práctica y que tengan o hayan tenido contacto con las realidades que deberán enfrentar los futuros operadores sociales. 

• Los modelos teóricos deberían considerar los resultados de las investigaciones de los últimos veinte años que indican la importancia de las experiencias relacionales para la adquisición de la autonomía, de autocuidado, de negociación con otros y de reciprocidad. Debería enfatizarse el desarrollo de habilidades prácticas especialmente destrezas instrumentales en relación a las tareas a desempeñar y en las habilidades interpersonales junto con el aprendizaje de modelos teóricos. Enfatizar los aspectos iatrogénicos de modelos teóricos que avalan los malos tratos y mistifican problemas como el abuso sexual. Incluir 

• Deberían incluirse los temas de desgaste profesional y autocuidado como obligatorio en las profesiones de ayuda.

• La formación permanente debiera ser obligatoria a lo largo del desempeño laboral

Referencias bibliográficas

ARÓN, A (Ed.) (2001) Violencia en la Familia. Un modelo de intervención en red: la experiencia de San Bernardo. Santiago, Editorial Galdoc.

ARÓN, A (2003). Community program in Chile. Journal of Community Psychology.

ARON, A. AND LORION, R. (2003) A case report of a community-based response to domestic violence in Chile. Journal of Community Psychology, vol. 31, n°6 p561-579

BARUDY, J. (1999) Maltrato Infantil. Prevención y Reparación. Santiago de Chile: Editorial Galdoc. 

DABAS, ELINA (1994) La red de redes. Las prácticas de intervención en redes sociales. Editorial Paidos, buenos Aires

FREUDENBERG, H. (1974) Staff burnout. Journal of Social Issues, 30(1), 159-165 vol 12 (1) 5/22.

MASLACH, C. (1982) Burnout: The cost of Caring. Englewoods Cliffs, NJ, Prentice -Hall.

MASSON ODETTE (1990) Le syndrome d'épuisement professionenel burnout. Thérapie familiale. Genéve, vol. 11, n¼ 4 pp. 355-370.

SLUZKI, C. (1998) La Red Social: Frontera de la práctica sistémica. Editorial Gedisa, Barcelona.

domingo, 24 de diciembre de 2023

Anhelo de consuelo (¡Feliz Navidad!)

Abrázame, abrázame

Y arráncame el escalofrío

Abrázame, abrázame

Que me congela este vacío [...]



Luis Eduardo Aute


Anhelo de consuelo 

Un artículo de

Jose Luis Gonzalo Marrodán

Psicólogo clínico y traumaterapeuta sistémico


Quienes sois fieles seguidores y amigos de Buenos tratos (somos ya legión, muchas gracias por vuestra fidelidad) sabéis que tengo por tradición escribir un post especial por Navidad. Vivimos una situación mundial dura, con varias guerras horribles causando muerte y devastación a miles de víctimas inocentes, entre ellas niños y niñas, que nos sume en una rabia y tristeza profundas y en un desesperante sentimiento de impotencia. Guerras (y sus refugiados sin identidad) que se suman al dolor de otros seres humanos que, sin recursos, en innumerables partes del mundo, sufren las consecuencias del empobrecimiento, el hambre, la soledad, la enfermedad, el abandono, la inmigración, las catástrofes naturales… ¿Pocos motivos para celebrar la Navidad? ¿O, al contrario, muchas razones para recordar y reivindicar su auténtico significado?

Quizá en estos tiempos post-pandémicos caracterizados por la preocupación social por la salud mental (los psicólogos y psiquiatras no paramos de trabajar y de atender personas con diferentes trastornos y crisis emocionales, lo cual nos alerta de que “algo está pasando”; aunque también existe una mayor sensibilidad y una cultura de autocuidado que antes no había), donde las cifras de suicidio crecen año a año (especialmente entre los adolescentes, una población vulnerable), parecen existir pocos motivos para la esperanza. A uno le sale clamar como Luis Eduardo Aute y pedir que le abracen. Porque sentimos miedo y nos congela el vacío de un mundo cada vez más deshumanizado.


Los suicidios crecen año a año en España


A pesar de todo, soy optimista. Tengo una gran convicción y fe en las redes de apoyo mutuo, en que las personas podemos ser lo mejor para otras personas, si existe una educación que se base en el Paradigma de los buenos tratos a la infanca de Barudy y Dantagnan. (Barudy y Dantagnan, 2005). Sabemos que nuestra sociedad no es, muchas veces, productora de buenos tratos y que eso tiene grandes consecuencias en el desarrollo de nuestros niños y niñas. Toda el área del cerebro socioemocional donde se asienta la conducta antisocial y violenta es la misma en la que se desarrollan el afecto y la empatía por los demás. Autores como Moya, Barudy, Dantagnan, Baron-Cohen, Schore, Goleman, Benito… entre otros, lo explican desde el punto de vista científico. Bruce Perry (2017) lo dice claramente: no hay nada que más repare a nivel emocional cuando se ha vivido un trauma o se experimentan problemas emocionales que una “poderosa red de relaciones”. Por eso, los abrazos que Aute reclama son más que una metáfora. 

El paradigma de los Buenos tratos a la infancia 
es transformador de nuestra sociedad

Si los seres humanos conseguimos tejer redes de cuidado y sostenimiento afectivo entre nosotros, nuestra especie podrá sobrevivir y afrontar todos los desafíos que este planeta en el que vivimos nos lanza. Un planeta que tose porque está enfermo, pues también le hemos maltratado duramente. Sus “alteraciones emocionales” se observan en las “alteraciones climáticas”.  Este año 2023 pasará a la historia como uno de los más calurosos hasta la fecha... No es buen síntoma.

La ola de sufrimiento mundial que nos asola desde hace muchos años (aunque en la sociedad occidental la pandemia de salud mental la estemos notando más ahora) sólo puede atenderse y sujetarse desde la solidaridad humana. Personas que calladamente ("manada de hombres y mujeres buenos y buenas", como dice Jorge Barudy) se ocupan del bienestar, y de proveer buenos tratos a otros seres humanos, especialmente a los más vulnerables y vulnerados. Nuestra supervivencia está decididamente arraigada en "el poder del apego grupal", por lo que las palabras de Arturo Ezquerro (2023), psiquiatra y discípulo de nuestro querido John Bowlby, sobre la fuerza de los grupos, formales e informales, tienen mucho sentido para nosotros: "El apego de persona a grupo incluye algunas de las funciones que regulan el apego de persona a persona, por ejemplo, ambos tipos de vínculos incluyen la búsqueda de apoyo y de protección, así como el desarrollo de una capacidad de respuesta mutua y de cierto grado de intimidad emocional, que son procesos relacionales clave. Para comprender la naturaleza del apego grupal, es esencial identificar con qué se vinculan exactamente las personas cuando se relacionan, no sólo con los miembros o líderes del grupo sino, también, con el grupo en su conjunto como-un-todo".

Por eso, creo que solo cabe hablar de Navidad si existe ese espíritu transformador que movilice a las personas a fomentar vínculos que buscan el apoyo y la protección, pues los cuidados son la base de una sociedad avanzada y sensible. Toda la exuberancia que la Navidad puede conllevar tiene sentido si ese espíritu nos impregna y se alarga todo el año. 

Este año el mensaje de Navidad que quiero transmitir se basa en poner en valor este sistema de cuidados y afecto que los seres humanos, cuando somos auténticamente humanos, somos capaces de proveernos. A los niños, adolescentes y ancianos sobre todo, que son los que más los necesitan. Y esto lo hacen miles de personas callada, silenciosa, bondadosa y afectuosamente. Y llevan un anhelo de esperanza y consuelo a miles de personas cada día. Es el abrazo de Luis Eduardo Aute, un algo así como "estoy contigo". Es un mensaje de Esperanza, que es intrínseco a la Navidad, pues es el triunfo de la luz sobre las tinieblas, el sol que renace invencible. El solsticio de invierno que los cristianos asociaron con el Nacimiento de Jesús (Luz) y su victoria sobre la muerte (Tinieblas). La victoria de los buenos tratos (Luz) sobre los malos tratos (Tinieblas), que es con lo que soñamos todos y todas los y las que hacemos buenos tratos.

Cada año aludo a un símbolo que refleje las ideas que quiero compartiros. En las nochebuenas anteriores he hablado de la empatía, de las novelas dickensianas, de “Los Miserables”, de Frank Cappra, de Benjamina de Burgos… Este año mi mente ha hecho una asociación con la canción de Navidad más famosa del mundo: “Noche de Paz”. ¿Por qué? Porque se compuso en una época posterior a las guerras napoleónicas y todo Europa ansiaba la paz (tiempo después, hoy las guerras devastan muchas zonas del mundo y todos ansiamos la paz). Y porque es un canto a la esperanza y un arquetipo del consuelo que necesitamos los seres humanos. Y porque nació en una Noche muy especial, de una manera callada y silenciosa, humilde y pobre, sin pretensiones. Los grandes hitos de la humanidad, las cosas más sublimes, lo son porque surgieron en mitad de la adversidad y de una manera sencilla, sin coheterías. 

¿Conocéis el nacimiento de la canción de Navidad Noche de Paz? Os lo cuento. Es que es como un cuento…


Obenrdorf, ciudad donde sonó por primera vez "Noche de paz"
Foto: GetyourGuide


Cuando el 24 de diciembre de 1818, en una pequeña iglesia de la localidad de Oberndorf, cerca de Salzburgo, fue cantada por primera vez por su letrista, Joseph Mohr (1792-1848), coadjutor de Salzburgo, y su compositor Franz Xaver Gruber (1786-1863), maestro y organista natural de la Alta Austria, nadie imaginaba que iba a convertirse en la canción de Navidad más famosa del planeta.

La génesis de la obra empieza humilde, cuando el joven cura Mohr idea un poema de seis estrofas (hoy suelen cantarse tres) en 1816, llamado “El año sin verano”, debido a un severo frío anómalo que destruyó cosechas y propagó el hambre. Los científicos lo atribuyen a una caída de la actividad solar sumada al oscurecimiento del cielo por millones de toneladas de polvo, cenizas y dióxido de azufre arrojadas a la atmósfera en fuertes erupciones volcánicas en 1815 en Indonesia. Las causas del desastre climático, uno de los peores de la historia moderna, eran desconocidas para la gente de entonces, y en Europa central agravó la inseguridad sociopolítica y las penurias que ya habían dejado las guerras napoleónicas (1792-1815). 

Mohr, nacido en la pobreza como hijo ilegítimo en Salzburgo, la ciudad natal del legendario Mozart, pudo hacer carrera gracias a la ayuda de un vicario que descubrió su talento y lo promovió. Aparentemente, fue Mohr quien le pidió a Gruber, un maestro de escuela y organista, componer una melodía para su poema, y los dos entonaron juntos la canción en la Misa de Gallo de 1818 en Oberndorf, acompañados por una guitarra. Tal noche como la de hoy estos dos grandes hombres hicieron sonar tan bellos acordes y cantaron tan bella letra. Parece ser que unos ratoncillos habían roído el fuelle del órgano de la iglesia y tuvieron que crear una canción de Navidad para ser interpretada a guitarra. ¿Gracias a estos roedores tenemos el villancico más bonito del mundo?

Poco después los caminos de los dos amigos se separaron, sin imaginar la gigantesca expansión de la audiencia que iba a tener su obra conjunta gracias, sobre todo, a familias tirolesas de vendedores ambulantes que la integraron en el repertorio de canciones que ofrecían en ferias y actuaciones por Europa. 

Para Tina Breckwoldt, autora del libro “Ein Lied mit Geschichte” (“Una canción con historia”), el poema “tocó un nervio” altamente sensible en la Europa de entonces: “Todos deseaban la paz”. ¡Yo creo que todos deseamos la paz ahora también!

Además, “Mohr, que había nacido y crecido en medio de la guerra”, expresa en tres de las estrofas, las menos cantadas hoy, "el ideal de la unión de los pueblos", explicó en el 2018 (bicentenario de la creación del villancico) a Wanda Rudich de la Agencia EFE, la experta, responsable de Dramaturgia del célebre coro infantil Niños Cantores de Viena. “Noche de Paz” es mucho más que una canción de Navidad", afirma.

El villancico entusiasmó así en Leipzig (Alemania), San Petersburgo, París, Londres o Nueva York y además fue impreso en numerosos cancioneros y los misioneros cristianos lo dieron a conocer en todos los continentes.

El 24 de diciembre de 1914 la entonaron cientos de miles de soldados de diversas naciones en su idioma natal, desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial, en unas horas de tregua apodadas "milagro de hermandad". Ojalá esta canción fuera capaz de parar las guerras que hoy asolan el mundo...


Todos desearíamos con todas nuestras fuerzas
que "Noche de Paz" no sólo diera una tregua por 
Navidad, sino que pudiera parar todas las guerras del mundo.

Años más tarde, en 1941, mientras la dictadura nazi intentaba imponer una versión de propaganda, cambió la letra por "...todo duerme... Adolf Hitler vela por el destino de Alemania".

El presidente de EE.UU., Franklin D. Roosevelt, y el primer ministro británico, Winston Churchill, la cantaban en la Casa Blanca.

Bing Crosby, Simon y Garfunkel, Johnny Cash, Justin Bieber, Sinéad O'Connor... son solo algunas de las estrellas de la música popular que han presentado versiones propias del villancico.

Nació una fría Nochebuena en los Alpes austríacos, recorrió el mundo conquistando generación tras generación, interrumpió batallas, fue manipulado por los nazis y adaptado a diversos estilos: el villancico “Noche de Paz, Noche de Amor” cumple 205 años. Nadie se libra a veces de los malos tratos y el villancico fue vilipendiado y ensuciado por los nazis. Pero el poder resiliente de este es transformador y nada pudo con él. Se abrió camino para llegar con su mensaje profundo de


ESPERANZA

Foto: LinkedIn


CONSUELO

Foto: Psicología online

y


PAZ
                       
Foto: El Orden Mundial


Recuerdo haberla cantado innumerables veces a lo largo de mi vida, como muchos de vosotros, seguro. Y si no lo habéis hecho nunca, no desaprovechéis hoy la oportunidad. Un año, que lo tengo grabado en mi memoria, siendo estudiante de psicología, en nuestra tradición de cuadrilla, antes de la cena de Nochebuena por los bares del barrio, lo cantamos uniéndonos a varias personas integrantes de un coro con quienes nos encontramos. 

Doscientos cinco años después, cientos de millones de personas, una vez más, cantaremos esta canción esta noche en más de 300 idiomas y dialectos en todo el mundo. Sentiremos nostalgia y lloraremos, pediremos los abrazos que nos consuelan mientras nos arrullamos entre su melodía increíblemente sencilla y bella, y nos emocionaremos recordando a todos los que nos precedieron y amamos, porque influenciaron nuestra identidad y contribuyeron poderosamente en ser quienes somos, mientras anhelamos la paz. 

Noche de paz es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, himno universal de la paz, bien cultural internacional y legado musical. Austria recordó en el 2018 el 200 aniversario de su creación. 

Os dejo con Noche de Paz. Primero con la letra original. Y después con tres vídeos: uno con la canción en castellano (versión grupo mexicano Matisse), otro en euskera (lengua vasca) y otro en catalán. Versión en gallego no he encontrado. Si alguien me la envía, la subo. 


Os deseo una muy Feliz Navidad, junto con mi afecto y el de la Red Apega

Stille Nacht! Heilige Nacht!, idioma original

Noche de Paz, castellano

Haurxto Maite, euskera

Santa Nit, catalán


Algunos datos para viajeros navideños

Salzburgo es el lugar de nacimiento de Joseph Mohr. Hay visitas temáticas guiadas de la ciudad de Noche de Paz.

Arnsdorf es la localidad en la que vivió Franz Xaver Gruber. Hay un museo de Noche de paz y un santuario.

Oberndorf es la localidad en la que se interpretó la canción por primera vez. Hay un museo de Noche de paz y una capilla conmemorativa en la zona de Noche de paz.

Hallein es la localidad en la que Gruber vivió sus últimos años y donde está enterrado. Hay un museo de Noche de paz (actualmente cerrado por reestructuración), y se celebran los cánticos en la tumba de Gruber.

Mariapfarr es el primer lugar en el que trabajó Mohr. Hay un museo de Noche de paz y un santuario.

Hintersee fue la primera parroquia que Joseph Mohr administró independientemente. Hay un museo de Noche de paz, una capilla y un sendero temático.

Letra de Noche de paz en castellano, basada en la letra original


Noche de paz, noche de amor,

Todo duerme en derredor

entre los astros que esparcen su luz

viene anunciando al niño Jesús

Brilla la estrella de paz

Brilla la estrella de paz.

Noche de paz, noche de amor,

oye humilde el fiel pastor,

coros celestes que anuncian salud

gracias y gloria en gran plenitud

por nuestro buen Redentor

por nuestro buen Redentor.

Noche de paz, noche de amor

ved que bello resplandor

luce el rostro del Niño Jesús

en el pesebre del mundo la luz

astro de eterno fulgor

astro de eterno fulgor.

Noche de paz, noche de amor

Todo duerme en derredor

Fieles velando allí en Belén

Los pastores, la Madre también

Y la estrella de paz,

y la estrella de paz.


Noche de paz, noche de amor.

Brilla con esplendor.

Un humilde establo en Belén.

Velan juntos María y José.

Duerme el Niño Jesús.

Duerme el Niño Jesús.

Noche de paz, noche de amor.

Gloria al Salvador.

Cantan ángeles Aleluya.

Y pastores vendrán a adorar.

Al Mesías Jesús.

Al Mesías Jesús.

Noche de paz, noche de amor.

Ya nació el Señor.

Alegría, es el Hijo de Dios.

Ilumínanos rostro de Dios.

Luz de Cristo Jesús,

Luz de Cristo Jesús.

REFERENCIAS

Barudy, J., Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa.

Ezquerro, A. (2023). Apego y desarrollo a lo largo de la vida. El poder del apego grupal. Barcelona: Sentir.

Perry, B., & Szalavitz, M. (2017). El chico a quien criaron como perro: y otras historias del cuaderno de un psiquiatra infantil. Capitán Swing Libros.

Wikipedia, Noche de Paz. https://es.wikipedia.org/wiki/Noche_de_paz

Diario As.  https://as.com/tikitakas/noche-de-paz-origen-letra-y-significado-del-villancico-mas-popular-de-navidad-n-2/

lunes, 18 de abril de 2016

Intervención en red en el ámbito de la protección infantil, por María Serrano Michelena.

Diez meses, diez firmas

Profesional invitada en el mes de abril de 2016

María Serrano Michelena



Hace muchos años que conocí a María Serrano, una profesional pionera en el ámbito de la protección a la infancia. Siempre la recuerdo por su implicación y compromiso personal y competencia en un ámbito laboral de reciente aparición. No importaba la hora a la que llegaras a su lugar de trabajo: si hacia falta realizar una intervención en favor de los menores, María allí estaba. Si era precisa una reunión de red de urgencia fuera de su horario, María hacia acto de presencia. Si era necesario acudir a un domicilio a la hora que se necesitara, María acudía. Ha trabajado con familias que presentaban incompetencias parentales mínimas o parciales, apoyando y habilitando el ejercicio de una parentalidad bientratante y que satisfaga las necesidades básicas de los menores. También ha acompañado y protegido a menores cuyos padres presentaban incapacidades severas y crónicas, con empatía pero con firmeza y valentía. Con ella aprendí mucho de muchas cosas y sobre todo de protección a la infancia. Los/as alumnos/as de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Deusto la han disfrutado como profesora durante muchos años. Hablo en pasado porque a María le ha llegado el júbilo recientemente; pero, afortunadamente, seguirá aportando porque por su cabeza rondan proyectos. Vosotros/as la tenéis a vuestra disposición y podéis contar con ella si necesitáis asesoramiento sobre la materia. Por de pronto, hoy nos ofrece parte de sus conocimientos y experiencia en este post dedicado a un tema del que no hemos hablado en el blog: el trabajo en red. Muchas gracias María Serrano por tu participación en Buenos tratos.


María Serrano Michelena. María Serrano Michelena. Diplomada en Trabajo Social por la Escuela Universitaria Diocesana de Trabajo Social de San Sebastián. 1ª Promoción del Master de Protección Infantil en Servicios Sociales por la Universidad del País Vasco. Terapia Familiar y de Pareja. Formación en psicoterapia en niños/as objeto de maltrato, negligencia y abuso infantil impartido por la Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar. En 1991 inició su trabajo en el campo de la protección infantil, trabajando como Supervisora de Casos en GIZALAN, ARGABE, Y HAURGAZTE, programas concertados con la Diputación Foral de Gipuzkoa, finalizando su trabajo por su jubilación en octubre de 2015.



La terapia de red se desarrolló por Mony Elkaim, Plumaikers (1987) como trabajo socio terapéutico y comunitario en barrios desfavorecidos de Bélgica, cuyos objetivos encarnaban un cambio de las prácticas sociales y políticas. No obstante, con el desarrollo del estado de bienestar, se fueron generando nuevos recursos sociales especializados de todo tipo, por lo que actualmente, con frecuencia, las personas que se constituyen como red de ayuda a la solución de problemas ya no son los vecinos como en los años setenta, sino fundamentalmente los/as profesionales. 

Tanto en el mundo anglosajón como en el francófono, cuando se refieren al trabajo en red (network, practiques de reseau) aluden al trabajo de colaboración que dos o más profesionales establecen partiendo de la atención de un caso en común (J.R. Ubieto “El trabajo en red”. Editorial Gedisa 2009). Este mismo autor plantea “no hay tratamiento fuera de la red ni es posible pensar la intervención profesional al margen de las otras intervenciones, las conozcamos o no”. Ello implica que la red puede alojar la particularidad de cada situación definida en una perspectiva de análisis global. 

También J.R. Ubieto señala “cualquier intervención en red debe estar plenamente legitimada por las instituciones que la impulsan. De lo contrario, una intervención marginalizada, reproduce la propia marginalidad de las problemáticas que aborda”. Además, es importante resaltar que dicha legitimidad deba darse en el ámbito de un marco territorial amplio, ya que toda intervención de un servicio es relativa, por la misma esencia de la red, y no tiene sentido que sólo un sector de la red opte por el modelo de trabajo en red. 

Refiriéndonos a la intervención en red en el ámbito de la protección infantil, tema que nos ocupa, me parece importante tener presente la aportación de Jorge Barudy, quien señala “el bienestar infantil es el resultado de un proceso, que es más que la suma de los aportes y las responsabilidades individuales de los padres y de los miembros de la familia. El bienestar infantil es también y sobre todo la consecuencia de los esfuerzos y recursos coordinados, que una comunidad pone al servicio del desarrollo integral de todos sus niños y niñas”. Con esta contribución deja de manifiesto la responsabilidad que también tienen las diferentes instituciones en el bienestar infantil. 

Así, entre otros, partiendo de los postulados arriba mencionados, y con la sensibilidad de responder a las necesidades de los niños/as y/o menores de edad que pudieran encontrarse en una situación de riesgo o de maltrato, negligencia y abuso sexual, quiero resaltar como en el año 1995, desde la Sección de Infancia y Juventud de la Diputación Foral de Gipuzkoa, entidad competente en materia de protección de menores, el Dr. Jorge Barudy impartió una formación en la que participaron diferentes profesionales de diferentes ámbitos de actuación (Justicia, Psiquiatría Infantil, Policía, Servicios Sociales de Base, Servicios Sociales Especializados, y técnicos de protección infantil del Ente Foral). Entre otros, siempre desde una perspectiva del trabajo en red, se trataron: a) los diferentes modelos explicativos del maltrato infantil, b) los tipos de maltrato y dinámicas familiares en cada tipo de maltrato, y c) niveles y tipos de intervención. 

Dicha formación sirvió, entre otros, para, a) “lograr un cambio de actitudes en la intervención de cada profesional, reconociendo la necesidad de otros/as profesionales y la limitación de uno mismo”, y b) “dar una formación amplia y común que permitiese capacitar a los/as profesionales para el trabajo intersectorial” (José Mª Lezana, “El lugar de los Servicios Sociales en la intervención. Una experiencia sobre la incipiente formación de una red”).

Hay que resaltar que dicha experiencia fue innovadora en el ámbito de la protección infantil, y tuvo efectos altamente positivos en el conjunto de profesionales que trabajábamos en relación con los niños/as en situación de desprotección infantil, redundando ello positivamente en el bienestar de éstos y sus familias. Por su importancia, se resaltan algunos de ellos:

· Formación común en aspectos relativos al maltrato, negligencia y abuso sexual, fundamental para la comprensión del mismo, y asimismo, favorecer la cooperación en el trabajo en red. También, ayudó a que el lenguaje utilizado por profesionales de diferentes formaciones fuese compartido. 

· Sentimiento de presencia de todos/as los profesionales implicados en la protección y bienestar del niño/a y/o menor de edad, quedando de manifiesto que no se trataba de una mera coordinación entre profesionales, sino de un trabajo compartido, respetando las competencias y responsabilidades de cada uno de ellos. 

· Motivación e ilusión por el trabajo con los niños/as en situación de desprotección, dándole así sentido y valor al trabajo. 

· Planificación e impulso de nuevos retos (diseño de protocolos de actuación, proyectos de formación y sensibilización a grupos de profesionales en contacto con la infancia).

· Necesidad por parte de los/as profesionales de seguir formándose en el campo de la protección infantil. 

Lo más importante fue que se inició un modelo de trabajo en red en el que los/as profesionales de diferentes ámbitos (psiquiatría infantil-adultos, servicios sociales comunitarios, psicoterapeutas, profesores, servicios sociales especializados) se integraban para dar respuesta a las necesidades de los casos, partiendo de una estrategia común, con distintos niveles de intervención en función de cada ámbito de actuación. 

En la misma línea de trabajo en red, desde la Asociación ARGABE, Servicio Especializado en desarrollar Programas de Intervención Familiar, concertado con la Sección de Infancia y Juventud de la Diputación Foral de Gipuzkoa, en la que trabajé durante muchos años, se contrató la figura de un supervisor externo (Dr. Jorge Barudy). Dicha figura, además de ayudar a crear una cultura común dentro de dicha Asociación ayudó a compartir y aunar criterios de actuación dentro del mismo equipo y con otros servicios tanto en la práctica de la intervención como en el análisis de los casos. 

Todos los ingredientes señalados, permitieron que poco a poco el trabajo en red se instaurara en la práctica profesional. Se entendía que dicha intervención no sólo era un ingrediente de mejora en la gestión de los casos sino que también significaba una oportunidad de mejorar la atención de los niños/as y/o menores de edad y sus familias. La consolidación del trabajo en red también se forjó, entre otros, por la colaboración de los diferentes profesionales de la red, que fueron mostrando una progresiva implicación que, con toda probabilidad, también respondía a motivaciones de compromiso ético y personal. Citando a una frase de Maturana “la colaboración no existe desde la obligación”, por lo que para trabajar en red los/as profesionales que participan han de creer en ello y han de estar dispuestos y sensibilizados a trabajar teniendo presente el objetivo de la intervención, como en el caso que nos ocupa, el bienestar infantil. 

A lo largo del tiempo, el trabajo en red ha cobrado mucha importancia en el ámbito de la protección infantil. Existen experiencias importantes a señalar como son “La Red de Promoción del Buen Trato a la infancia y adolescencia de Burlada (Navarra) que se constituyó en el año 2000”, “El trabajo en red en el Ámbito de la Protección a la Infancia desde los Servicios Comunitarios del Municipio de Lorquí (Murcia)”, y la “Experiencia de trabajo en red con infancia y adolescencia “INTERXARXES” en un distrito de Barcelona, todas ellas dirigidas a dar respuesta a las necesidades de la infancia y adolescencia. 

Para finalizar quiero subrayar que como en todo grupo y equipo de trabajo, se producen situaciones de dificultad que en el caso del trabajo en red tampoco están exentas de las mismas. La dependencia, en el que existe un líder y se espera que ofrezca las respuestas a los problemas que se plantean, impidiendo de esa forma el crecimiento y maduración del conjunto de profesionales. Culpar a otro/s profesionales de la red de ineficacia, arguyendo que no hacen nada o lo suficiente para que se pueda alcanzar el objetivo/s planificados. La solución se deposita en el otro/a y al no encontrarla lo más fácil es atacar, entrando en un proceso de lucha y fuga, restando capacidad a una dinámica de reflexión y solución a las situaciones planteadas. 

Con respecto a los profesionales y las familias objeto de intervención, también se producen algunos problemas en el trabajo en red que interesa resaltar por su importancia:

· Dilución del proceso familiar. Las familias suelen tener cierta debilidad en sus procesos internos y tienden a delegar sus funciones en los servicios, éstos a su vez, valorando la interdependencia como éxito pueden entrar en colusión, y los procesos familiares quedan diluidos en los distintos servicios de la red (Colapinto 1996).

· Triangulaciones entre servicios. Carl, D., Jurkorik G.I. (1983) definieron el triángulo entre servicios para referirse a las situaciones triangulares que implican a una familia y a dos servicios. La relación entre un servicio y una familia es inestable en situación de stress y tenderá a forma un sistema a tres bandas, a menudo contra otro servicio para difuminar el stress, pudiendo quedar la familia bloqueada al recibir mensajes contradictorios.

· Isomorfismos. Según Coletti (1995), las pautas disfuncionales que originan o mantienen los problemas en las familias, a través de la transferencia tienden a repetirse en las relaciones con los servicios, y los/as profesionales con facilidad pueden entrar a formar parte de los procesos familiares que mantienen los problemas.

· Competitividad entre servicios. Conflictos que se generan en las relaciones entre los/as profesionales que trabajan en red: problemas de competencia, las jerarquías rígidas, los problemas de descalificación o triangulaciones entre servicios. 

Valoro que para detectar y resolver las dificultades presentadas en el trabajo en red, podrían crearse espacios de formación conjunta promovidos por los diferentes ámbitos de actuación (servicios sociales comunitarios y especializados, educación, salud mental, justicia), y asimismo, promover actividades que favorezcan la reflexión conjunta sobre la práctica de intervención y el análisis de casos a través de sesiones clínicas con un Supervisor Externo.