Con esta entrada de hoy me ha sucedido (mejor dicho, nos ha sucedido) algo muy curioso y sorprendente que quiero compartir con todos/as vosotros/as antes de desarrollar el apasionante tema de hoy. Como tengo el permiso de la otra persona implicada y, además, apoya que lo comparta con todos/as vosotros/as, lo voy a hacer. Porque es una experiencia de cómo en lugares distintos pero con personas que sintonizan y conectan con una misma manera de concebir las intervenciones psicoterapéuticas y psicoeducativas, se producen casualidades o coincidencias que más bien son auténticas serendipias.
El viernes día 30 de noviembre anuncio por facebook y twitter que el post de hoy tratará sobre apego, el arte de Chillida y el cerebro. Al poco, Iñigo Martínez de Mandojana, del blog hermano Dando Vueltas (que ya lo conocéis: nos regala reflexiones impagables; con ambos autores, Iñigo y Sagra, comparto una visión común pues trabajamos desde modelos sistémicos y vinculares), me envía un guachap y me dice: "¡Ja, ja, ja...! ¡Qué fuerte! Me has pisado un post: intervenciones Chillida, ¡qué bueno!" Es decir, mostrando sorpresa y a la vez alegría y asombro de haber pensado los dos lo mismo sin comunicarnos ni una palabra el uno con el otro pero habiendo tenido la misma idea contemplando las obras de arte de Chillida.
Yo también le muestro mi perplejidad y alegría por esa coincidencia. "Trabajamos en una misma longitud de onda, luego no es tan improbable que podamos llegar a concebir ideas similares sobre temas para los posts".- Pienso
Seguimos indagando y profundizando y llegamos a la conclusión de que los posts en verdad son iguales pero distintos. Vamos a lo mismo pero por caminos diferentes. Como Iñigo me dijo acertadamente: "mentalizar en la distancia" Y yo, que ya sabéis que me pierde la gastronomía, uso una metáfora de este tenor para añadir: "Mismo buen producto pero distintas elaboraciones"
Y como la anécdota considero que tiene su miga y su punto alucinante, he querido abrir el post de hoy contándoosla. Me llena de satisfacción compartir lugares comunes con mi blog hermano Dando Vueltas y con la manada de gente buena, como dice Barudy, de la que forman parte esos seres humanos maravillosos que son Sagra e Iñigo, a los cuales tendréis la ocasión de conocer y disfrutar en las "II Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil" porque van a participar en una mesa de conversaciones.
Dicho lo cual, empezamos a desarrollar el tema de hoy.
Uno de los lugares más mágicos que he tenido el placer de visitar, un sitio grávido de honduras, donde experimentas muchas emociones, donde sientes una conexión espiritual con el mundo y el universo, es el Museo Chillida Leku. Es un museo al aire libre, con verdes praderas propias de Gipuzkoa, donde se alza el Caserío de Zabalaga, en el cual el maestro decidió que era el espacio ideal para exponer su obra y que el público pudiera disfrutarla. Las esculturas se funden con la naturaleza y están en perfecta armonía con el entorno. Distribuidas inteligentemente por toda la finca, conforman un paraje sin parangón y un museo absolutamente diferente al resto pues el visitante puede interactuar con las esculturas (excepto con las del interior del Caserío): tocarlas, sentarse... e incluso sentirse parte de ese espacio (puedes meterte dentro de las esculturas que por su diseño, lo permitan) Además, es posible –uno solo o en compañía- caminar por el museo, libremente, y verlo y sentirlo como te plazca (Hay también visitas guiadas)
El viernes día 30 de noviembre anuncio por facebook y twitter que el post de hoy tratará sobre apego, el arte de Chillida y el cerebro. Al poco, Iñigo Martínez de Mandojana, del blog hermano Dando Vueltas (que ya lo conocéis: nos regala reflexiones impagables; con ambos autores, Iñigo y Sagra, comparto una visión común pues trabajamos desde modelos sistémicos y vinculares), me envía un guachap y me dice: "¡Ja, ja, ja...! ¡Qué fuerte! Me has pisado un post: intervenciones Chillida, ¡qué bueno!" Es decir, mostrando sorpresa y a la vez alegría y asombro de haber pensado los dos lo mismo sin comunicarnos ni una palabra el uno con el otro pero habiendo tenido la misma idea contemplando las obras de arte de Chillida.
Yo también le muestro mi perplejidad y alegría por esa coincidencia. "Trabajamos en una misma longitud de onda, luego no es tan improbable que podamos llegar a concebir ideas similares sobre temas para los posts".- Pienso
Seguimos indagando y profundizando y llegamos a la conclusión de que los posts en verdad son iguales pero distintos. Vamos a lo mismo pero por caminos diferentes. Como Iñigo me dijo acertadamente: "mentalizar en la distancia" Y yo, que ya sabéis que me pierde la gastronomía, uso una metáfora de este tenor para añadir: "Mismo buen producto pero distintas elaboraciones"
Y como la anécdota considero que tiene su miga y su punto alucinante, he querido abrir el post de hoy contándoosla. Me llena de satisfacción compartir lugares comunes con mi blog hermano Dando Vueltas y con la manada de gente buena, como dice Barudy, de la que forman parte esos seres humanos maravillosos que son Sagra e Iñigo, a los cuales tendréis la ocasión de conocer y disfrutar en las "II Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil" porque van a participar en una mesa de conversaciones.
Dicho lo cual, empezamos a desarrollar el tema de hoy.
Uno de los lugares más mágicos que he tenido el placer de visitar, un sitio grávido de honduras, donde experimentas muchas emociones, donde sientes una conexión espiritual con el mundo y el universo, es el Museo Chillida Leku. Es un museo al aire libre, con verdes praderas propias de Gipuzkoa, donde se alza el Caserío de Zabalaga, en el cual el maestro decidió que era el espacio ideal para exponer su obra y que el público pudiera disfrutarla. Las esculturas se funden con la naturaleza y están en perfecta armonía con el entorno. Distribuidas inteligentemente por toda la finca, conforman un paraje sin parangón y un museo absolutamente diferente al resto pues el visitante puede interactuar con las esculturas (excepto con las del interior del Caserío): tocarlas, sentarse... e incluso sentirse parte de ese espacio (puedes meterte dentro de las esculturas que por su diseño, lo permitan) Además, es posible –uno solo o en compañía- caminar por el museo, libremente, y verlo y sentirlo como te plazca (Hay también visitas guiadas)
El museo
está en Hernani, Gipuzkoa, a unos quince minutos en coche desde Donosti. Está
cerrado al público como museo pero como fundación privada y previa solicitud a
los rectores del mismo, si éstos la aceptan, se puede concertar una visita. Yo lo hice en verano, en
agosto, acompañado de una amiga. Tuvimos la suerte de verlo en un soleado día guipuzcoano en el cual las distintas tonalidades verdes
de las praderas y los montes de esta tierra ofrecen tantas variedades que
ningún pintor podría reflejarlas en sus cuadros. Chillida Leku (Sitio o Lugar Chillida, en euskera) está en Hernani, pero tiene una vocación universal. Yo lo sentí al
entrar y hollar con mi pie el lugar. Y parece que no me equivoqué porque Eduardo Chillida
dice: "Yo soy de los que piensan, y para mí es muy importante, que los
hombres somos de algún sitio. Lo ideal es que seamos de un lugar, que tengamos
las raíces en un lugar, pero que nuestros brazos lleguen a todo el mundo…”
Estando en Chillida Leku le dije
a mi amiga que viendo y sintiendo la profundidad que emana de la obra de este
genial e internacional artista, orgullo de los guipuzcoanos, las musas
acudieron en mi ayuda y brotó en mí una asociación entre integración cerebral,
apego y esculturas de Chillida. Y que escribiría un post en Buenos tratos para
brindárselo a todos y todas mis queridos y queridas lectores y lectoras. Uno de esos post
que a veces os pido me permitáis escribir, que os parecen raros e incluso os
dan ganas de dejar de leer porque no son como los otros, más convencionales.
Entradas en el blog en las que a partir de películas, libros o series de televisión
hablamos de nuestros temas favoritos (apego, trauma, resiliencia…) Pero creo que son posts
que al acabarlos os pueden hacer comprender los
contenidos de una manera mucho más plástica (porque dichos conceptos los
plasmamos en objetos)
Que conste que me acerco al arte
de una manera totalmente emocional, no tengo conocimientos ni criterio
para discernir sobre la filosofía que subyace a las esculturas u otras manifestaciones artísticas, ni mucho menos soy tan osado como para hacer una crítica de la obra de un genio como Chillida.
No pretendo eso. El post de hoy tan solo es lo que se me antojaron que podrían representar algunas de las esculturas de Chillida y
su paralelismo con los tipos de apego. Vi en algunas de ellas una alegoría de
los tipos de apego descritos por Ainsworth. Una alegoría es un tema artístico
que representa una idea (los tipos de apego) valiéndose de objetos (algunas
esculturas de Eduardo Chillida) Y eso es lo único que quiero transmitiros.
El apego evitativo
He elegido esta escultura como podría haber escogido cualquier otra que tuviera exclusivamente forma cúbica. Hay bastantes obras de Chillida que son así, sin ninguna línea curva. Personalmente, dentro de la obra del autor, me gustan menos las formas cúbicas que las que usan líneas curvas y rectas en una sola representación.
Esta escultura me recordó al
apego evitativo porque como ya sabéis (si no, repasáis los post sobre apego) los
niños que tienen una disposición (es sólo una disposición a comportarse
conforme a este patrón de apego) evitativa suelen tender a minimizar la emoción
y maximizar la independencia, la lógica, separando el lenguaje de los
sentimientos. Tienden a ser prácticos y funcionales, las relaciones se viven
como algo más secundario y no dependen de la aprobación de los demás. Algunos pueden
llegar a ser cuadrados de mente (como esta escultura) en el sentido de rígidos en sus
planteamientos y un tanto obstinados. Inteligentes, argumentan excelentemente
bien sus posturas. Dan Siegel dice en su libro “El cerebro del niño” que "...el
lado izquierdo desea y disfruta con el orden. Es lógico, literal, lingüístico y
lineal (¿no es lineal esta escultura de Chillida?) A nuestro cerebro izquierdo le
encanta que estas cuatro palabras empiecen por la letra “l” El cerebro
izquierdo se preocupa por la letra de la ley, al contrario que el derecho, que
le importa más el espíritu de la ley"
Siegel nos dice en este libro que
los niños con disposición hacia un apego evitativo presentan una prominencia en
la actividad del hemisferio izquierdo. Cuando el menor de edad tempranamente fue
rechazado, maltratado o sus intentos de conexión y sintonización emocional
ignorados, ninguneados e incluso despreciados, se produce una falta de
integración horizontal en su cerebro que le lleva a aprender tempranamente la
defensa de la desactivación de las necesidades de apego, de tal modo que entrar
en vinculación emocional íntima será muy complicado, y el mundo interno puede ser un
desierto emocional. Siegel afirma que si estos niños llegan a la edad adulta sin
haber tenido una experiencia modificadora de esta tendencia inicial (aprendida
en el contexto de una relación de apego con los primeros cuidadores la cual
potenció esta propensión al vínculo evitativo) en la edad adulta, cuando se les
administra una entrevista de apego adulto, se puede afirmar que su biografía es
como acceder a un desierto emocional.
En la psicoterapia nos costará
mucho que puedan acudir a la misma y estar cómodos en una relación que supone
entrar en intimidad emocional con alguien. Wallin refiere que con este tipo de
niños, y especialmente con los adolescentes, hemos de movernos con maestría (es
un arte relacional) entre la sintonización empática (que pocos muestran con
ellos) y la necesaria confrontación (que tan mal viven algunos de ellos)
Tenemos que tratar de introducir
curvas en su modelo mental, que como artistas trabajemos en su escultura
intentando construir con ellos formas más redondas (simbólicamente más
asociadas con las emociones, la flexibilidad mental, la acogida más cálida y
menos distante que se me antoja lo cúbico) pero sin eliminar las líneas rectas
que también son necesarias (pues no olvidemos que todo patrón de apego tiene un
por qué, y a estos niños les ayudó desarrollarlo pues con el mismo sobrevivieron.
Honramos siempre su patrón de apego, pero tratamos de que en sus relaciones
actuales, ya no tan necesitadas de esa protección lineal y con aristas que
pueden pinchar, emerja la concavidad que representa entrar en conexión con el otro y
vivir el sentirse sentido)
Hay que tener mucha paciencia,
hacer modificaciones en esta escultura no es nada fácil. Puede vivirse como una
injerencia y una amenaza a la esencia de quién soy. Cierto. Con la experiencia
de ir entrando en sintonía y en conexión emocional con los niños “de a
poquitos” como dice mi profesora Maryorie Dantagnan, a la larga se podrá
conseguir. La pasada semana asistí en terapia, tras tres años, a la eclosión
emocional de una adolescente que está siendo capaz de quitarse el duro corsé
que es la disposición evitativa. Fue una experiencia de sentirse sentida única
e irrepetible. Tiene que haber un otro muy sensible para el niño o adolescente con
disposición evitativa, para recogerle, y para que éste pueda sentir contención y dejarse ir también.
El apego ansioso-ambivalente
Como veis, en esta escultura del
maestro no hay casi ninguna línea recta. No hay formas cúbicas. Es toda ella una
obra donde predominan las formas redondas, un tanto en bucle. Hay también varias esculturas
del autor donde las redondeces de sus formas son predominantes y apenas hay
visos de cuadraturas.
Se me antoja la alegoría del
patrón de apego opuesto al evitativo: el ansioso-ambivalente. Como ya sabéis,
los niños que tienen una disposición a mostrar este tipo de vínculo maximizan
la emocionalidad y minimizan la independencia y la racionalidad. Son menos lógicos
y literales. También les gustan las palabras pero para hablar mucho y sin que
éstas ordenen su mundo emocional, muy intenso. Les preocupa mucho más el
espíritu de la ley que la ley en sí.
El niño que desarrolló este
modelo mental con respecto al apego, en las primeras interacciones con sus
cuidadores, caracterizados éstos por un patrón inconsistentemente inconsistente
en los cuidados y atención emocional (tuvieron una tendencia relacional con el
niño como el intermitente de un coche), pudiendo en ocasiones sintonizarse,
empatizar y satisfacer sus necesidades emocionales, incluso a veces en exceso,
invadiendo si el niño no se sentía predispuesto a ello; y en otras ocasiones, no
conectando con el menor e incluso ignorándole y haciéndole sentir que no hay
nadie para calmar sus emociones (angustia, miedos, tristezas…) El infante que
crece con un patrón de apego de esta naturaleza se desarrollará muy preocupado por su
propia angustia no suficientemente calmada y muy preocupado también por la disponibilidad de su
figura de apego. Le costará separarse y explorar el mundo que le rodea porque
el cuidador no ha sido base segura.
Dan Siegel dice que quien muestra
esta disposición, tiene una predominancia del cerebro derecho: “...el cerebro
derecho es holístico, no verbal, y envía y recibe señales que nos permiten
comunicarnos, como las expresiones faciales y el contacto visual, el tono de
voz, las posturas y los gestos. Nuestro cerebro se ocupa de la impresión
general –significado y sensación de una experiencia- y se especializa en las
imágenes, las emociones y los recuerdos personales” Por ello, el niño con
disposición ansioso-ambivalente en la psicoterapia, las primeras sesiones, está
muy pendiente de la impresión que nos puede estar causando porque
inconscientemente tiene miedo de que le rechacemos. Suelen ser personas mucho
más preocupadas por las relaciones que por las tareas o cosas, con una extrema
necesidad de aprobación y que no suelen tener a priori tanto rechazo a entrar en
intimidad emocional.
En psicoterapia tenemos que
movernos con maestría para no rescatarles, incidir en su falta de recursos,
salvarles, quedarnos transferencialmente amarrados a su victimismo... Hemos de ir
muy despacito también, ofreciéndoles un estilo de vinculación terapéutica donde
nuestra disponibilidad sea siempre la misma (no mayor en los momentos de
dramatismo), en la que ahondemos en explorar (con dibujos, caja de arena,
juego…) qué sentimientos subyacen a esa disposición y tratar de que desarrollen
autonomía y recursos propios para resolver y hacerse cargo de su vida y
desafíos con más seguridad.
Es necesario introducir las
líneas rectas y las formas cúbicas en su patrón relacional. Porque como dice
Siegel, no hay tampoco en el apego ansioso-ambivalente integración cerebral
horizontal. Su cerebro derecho asume frecuentemente el control de sus vidas y
sienten “…que se ahogan en imágenes, sensaciones corporales… un aluvión
emocional”
El apego seguro o ganado a la
seguridad
Dice Siegel: “Dos mitades hacen
un todo: combinar el izquierdo y el derecho” Como veis, esta escultura de
Eduardo Chillida tiene una combinación perfecta de líneas curvas y rectas. Me
gustan todas sus esculturas, pero unas más que otras. Y las que combinan líneas
rectas y curvas en un todo armonioso que capturan el espacio, las que más. Ésta situada en Gijón, titulada Elogio del Horizonte, es además como la base del apego seguro: firme y sólida. En mi opinión es una de las alegorías del
apego seguro (o ganado a la seguridad: personas que han reflexionado sobre su
patrón de apego y han trabajado para conocerse y modificar su modelo mental y
relacional, de tal modo que lo han conducido hacia la seguridad) y la
integración cerebral horizontal.
El cuerpo calloso es un haz de
fibras que discurre por el centro del cerebro, conectando el hemisferio
izquierdo y el derecho. La comunicación que tiene lugar entre los dos lados del
cerebro se lleva a cabo a través de esas fibras, permitiendo que los dos
hemisferios trabajen en equipo, que es exactamente lo que deseamos para
nuestros niños. Que el niño con disposición a vincularse evitativamente pueda
abrirse a las emociones y no destierre y desprecie las mismas, y el que tiende
al estilo ansioso-ambivalente pueda ser capaz de que el lenguaje y la cognición
den sentido y ordenen sus cataratas emocionales, muchas veces angustiantes.
Necesitamos influir en ese cuerpo
calloso (que está alegoricamente ahí, en esta escultura donde las líneas rectas y curvas se
unen) del niño para que se produzca progresivamente esa integración horizontal.
El infante necesita de los adultos para hacer ese trabajo. Solo es imposible que lo
haga, máxime si las disposiciones están muy arraigadas. Los padres, familias,
psicoterapeutas, terapeutas, educadores, maestros, médicos, psiquiatras…
necesitan ser adultos con un estilo de apego seguro o ganado a la seguridad.
Mario Marrone, experto en la teoría y psicoterapia del apego, sostiene
acertadamente que más bien cabría hablar siempre del apego en relación al otro.
Esto quiere decir a mi juicio, que los niños pueden traer unas tendencias de sus
primeras experiencias tempranas y nosotros, como padres o profesionales, con ese niño, podemos cambiar esas tendencias porque se podrán vincular
en relación a nosotros de modo ganado a la seguridad si somos capaces de
transmitirla (límite, permanencia y regulación de las emociones) ¿Cómo?
He aquí unas pistas:
Conectándonos con el niño
emocionalmente cuando éste se vaya mostrando dispuesto y confiado. COMPRENSIÓN,
RESPETO Y ACEPTACIÓN FUNDAMENTAL.
Así vinculamos con el niño, como este grabado tan bello de Eduardo Chillida: integración.
Sintonizando y resonando con el
niño, ayudándole a captar los gestos,
las entonaciones, los códigos no-verbales… a través de la relación, propiciando
que pueda conectar con ellos sin predecir daño, dolor, terror…, favoreciendo
que los elabore de una manera positiva, dándole la etiqueta verbal adecuada.
Activando, si es un niño/a
emocionalmente desconectado, su hemisferio derecho mediante técnicas
específicas expresivas que le permitan conectar con sus emociones (Apegos
evitativos)
Activando, si es un niño/a más
propenso a la no reflexión, su hemisferio izquierdo mediante verbalizaciones
que le permitan poner palabras y metacognición a sus vivencias (Apegos
ansioso-ambivalentes)
Gracias Eduardo Chillida y equipo de la Fundación, por permitir que el visitante se sienta ¡tan bien! en vuestra
casa. Fue una tarde inolvidable de un cálido y soleado día de agosto. Quedará para siempre en mi memoria.
Picada de hoy: recientemente
hemos tenido la noticia de la aparición de un libro escrito por madres. Madres
adoptivas que nos cuentan sus experiencias. Porque sienten mariposas en el corazón. Tan genuino e intenso es su sentimiento que ellas han querido que
forme parte del título. Aún no he tenido la oportunidad de leerlo, lo tengo
ahí, en espera. Prontito caerá en mis manos y gustosamente podré opinar del
mismo. Pero desde luego, me atrae mucho acercarme a él. Desde ya os
recomiendo que lo hagáis, pues lo que María Martín Titos, coordinadora y autora
del libro, nos muestra, a modo de reseña, me lleva, con la fuerza de un imán, a
comprarlo: “Durante los años de espera me había preparado para ser
madre. Había asistido a infinidad de charlas y talleres, todos impartidos por
grandes profesionales, y ahora era muy difícil poner en práctica lo aprendido.
Siempre me habían dicho que con mucho amor todo se cura, y amor no era lo que
faltaba en mi vida, precisamente… Fueron en esos momentos cuando eché de menos
saber que no era la única que pasaba por esta realidad, y que mis sentimientos,
temores y necesidades eran compartidas por una gran parte de las familias adoptivas”
“Mariposas en el corazón reúne
las experiencias de cinco familias adoptivas, con historias suficientemente
distintas entre ellas como para que quien las lea pueda hacerse una idea
realista de lo que supone formar una familia por esta vía. Este libro no está
sólo dirigido a familias adoptivas o en proceso de adopción sino también a sus
familiares, amigos, profesores, psicólogos y otras personas cercanas que estén
en contacto de alguna manera con la adopción”
Desde esta preciosa web que han creado, podéis acceder a las presentaciones en vídeo que cada una de las
autoras ha hecho, a la mencionada reseña y también a comprarlo. Lo bueno es que
se puede adquirir en e-book, así que todas las personas residentes fuera de
España pueden hacerse cómodamente con el mismo. También se distribuye en edición
impresa.
Desde estas líneas mi más cálida
felicitación a las autoras. Un libro escrito por madres, con otra visión que no
es la de los profesionales (personalmente, su punto de vista me interesa mucho), y espero nos
transmitan sus mariposas desde su corazón al nuestro.
Hasta dentro de quince días,
Buenos tratos regresa el 16 de noviembre con la firma invitada del mes: Naiara
Zamora Berrondo, psicóloga y psicoterapeuta infantil, nos hablará de la psicomotricidad relacional en un atractivo e
interesante post que expondrá los beneficios de este abordaje psicoterapéutico
sobre todo para los niños más pequeños, ideal para contribuir al fomento de un
apego seguro.
Bibliografía utilizada para elaborar este post
1. La Teoría del Apego: Un Enfoque Actual
Mario Marrone
Madrid: Psimática, 2001 - Segunda edición 2009
Prólogo por Hugo Bleichmar
Prólogo por Hugo Bleichmar
Con contribuciones de Luis Juri y Nicola Diamond.
2. El cerebro del niño
Dan Siegel y Tina Payne Bryson
Barcelona: Alba, 2013
3. El apego en psicoterapia
David J. Wallin
Bilbao: Desclée de Brouwer, 2012