lunes, 19 de abril de 2021

"El derecho a los buenos vínculos y los derechos de los buenos vínculos", por Hernán Fernández Rojas, abogado.

 

Firma invitada

Hernán Fernández Rojas

abogado[1]

Abogado de la Universidad de Concepción. Litigante ante la justicia de familia y sistema penal en casos de protección y bienestar infantil. Docente universitario. Integrante del Instituto de Formación e Investigación-Acción sobre la Violencia y la Promoción de la Resiliencia (IFIV Chile-Hispanoamérica)

Comunicaciones al E Mail: abogadohernanfernandez@gmail.com


Unas breves líneas para presentar al abogado y amigo chileno, Hernán Fernández Rojas, a quien tuve el placer de conocer cuando estuve el año pasado en Chile invitado por los compañeros/as que trabajan en este bello país en el marco de la Red Apega, a través de sus representantes principales, Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan. Fueron unos días preciosos y muy intensos donde pudimos compartir en varios foros y congresos los conocimientos y prácticas profesionales que llevamos adelante en el ámbito de la Traumaterapia Sistémica. Fuimos maravillosamente acogidos por los amigos/as chilenos/as y durante varios días pudimos conversar con Hernán Fernández de muchas inquietudes y preocupaciones sobre los derechos de los niños/as. Hernán, reputado abogado y defensor de la infancia, nos introdujo, en su excelente síntesis entre ciencia y derecho, el concepto jurídico que él propone y defiende para salvaguardar el derecho de los niños/as a los vínculos de apego de calidad, el cual ya tiene jurisprudencia favorable. En este artículo Hernán abunda precisamente sobre esto: argumenta de manera magistral y fundamentada la enorme trascendencia que tiene para la salud mental de los niños/as preservar su derecho al establecimiento y mantenimiento de los mejores vínculos posibles para ellos/as. 

Muchas gracias, Hernán, por este extraordinario artículo que esperemos abra un renovador camino y ayude a reflexionar sobre prácticas y decisiones profesionales en el ámbito de la protección a la infancia que se invocan y proponen en "el nombre del vínculo" (preservaciones familiares, revinculaciones con familias, acogimientos sin valorar las competencias de los padres o cuidadores...) pero no en "el nombre del buen vínculo", esto es, sin antes haber valorado la calidad de la relación y de los cuidados (seguridad y conexión) que ese vínculo dará a los niños/as y adolescentes.

INTRODUCCION

El presente artículo busca expresar la importancia de reconocer los vínculos y su calidad, en la vida y en el desarrollo infanto-juvenil, y cómo tal constatación puede resultar clave para favorecer el bienestar de niños, niñas y adolescentes, evitando situaciones de negligencia y maltrato infantil, o permitiendo satisfactoriamente la reparación de los daños, cuando dichos vínculos han estado ausentes o se han asociado a las vulneraciones, porque han sido vínculos que no pudieron dar las respuestas necesarias a las necesidades infantiles. Es un tema que requiere enlazar la realidad al saber que hoy nos entregan las ciencias, y visualizar al Derecho y la Justicia, no solo como un conjunto de normas que no calzan con la realidad o de instituciones que dan respuestas insatisfactorias o tardías a los problemas que se plantean, sino que, desde una perspectiva positiva, sean normas e instituciones que funcionen correctamente y nos permitan comprender que la buena justicia puede llegar a ser un recurso necesario, y en algunas situaciones, indispensable, para evitar o interrumpir el sufrimiento infantil. Por la profundidad y amplitud de las implicancias del tema, éste artículo solo puede ser un primer esbozo. 

El título original era “El derecho al vínculo y los derechos del vínculo”, pero ha sido ampliado acogiendo la sugerencia de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan en nuestros diálogos, cuando este artículo era solo un proyecto, agregándose así dos complementos necesarios (2): el primero haciendo referencia a “los buenos vínculos”, pues  no todos los vínculos pueden o deben ser respaldados por el Derecho (en nombre del vínculo se han causado verdaderas tragedias para la niñez, permitiendo o forzando situaciones que dañan), y el segundo, para manifestar que no sólo es un vínculo (en singular) el que se necesita para asegurar el bienestar infantil, sino que lo óptimo siempre será que los vínculos (en plural) se construyan como una armoniosa y sincronizada respuesta, manifestándose y sumándose entre sí, para garantizar y amplificar la seguridad, estabilidad y felicidad de niños, niñas y adolescentes, especialmente cuando la tarea es protegerles a través del ejercicio real y efectivo de los mejores y más seguros vínculos.

1. EL NECESARIO ENCUENTRO Y DIALOGO ENTRA LAS CIENCIAS SOCIALES, EL SISTEMA EDUCATIVO, LAS PROFESIONES MEDICAS, LA PSICOLOGIA Y EL DERECHO

El dialogo entre quienes trabajamos en ámbitos jurídicos y sociales de la justicia para la niñez con los profesionales de las ciencias de la psicología, resulta cada vez más necesario, pues de ello depende que se pueda comprender la realidad en cada situación particular, interpretarla adecuadamente y responder a tiempo y correctamente ante problemas que surgen en la protección de la niñez. Las palabras tienen que ser usadas a través de lenguajes que se entiendan y que no sólo se expresen, eso implica para los profesionales de la psicología conocer el Derecho ante determinadas situaciones que se deben resolver, y significa que los profesionales del Derecho deben ser capaces de interactuar y conectarse con la realidad que se describe por la Psicología, y entenderla, para que las respuestas sean oportunas y satisfactorias, pues no se trata de carriles separados, sino que se debe entender que son vías del saber que nos llevan al hacer, y que en tal objetivo principal, deben confluir.

Un gran problema que se sigue planteando en temas de niñez es la dicotomía de las respuestas, blanco o negro, el padre o la madre, la habilidad o la inhabilidad, por ejemplo, cuando en la realidad concreta existirán generalmente, alternativas múltiples y complejas. La realidad es mayoritariamente de matices, de conjuntos, de soluciones integradas. Establecer puentes entre quienes tienen responsabilidades con el bienestar infantil es un paso necesario, e implica hacer comprensibles los lenguajes, o dicho de modo metafórico, implica usar todo el alfabeto y no sólo las vocales. La realidad descrita por las ciencias, debe inundar el conocimiento de todas las demás áreas y profesiones que necesitan saber y entender el desarrollo y las necesidades infantiles, para actuar correctamente, para prevenir vulneraciones, proteger sin dañar y proteger para el bienestar.

2. LA PRESUNCION DE BIENESTAR INFANTIL. LA PROTECCIÖN NATURAL DE LOS HIJOS E HIJAS Y SU RECONOCIMIENTO LEGAL

La ley no es solo para buscar sanciones, en materia de protección de la niñez se debe evitar llegar a las consecuencias de las infracciones, previniendo las situaciones de riesgo y vulneración de derechos. La ley debe tener un sentido preventivo y pedagógico, para que los derechos de las personas sean conocidos, respetados y efectivamente ejercidos. 

Se debe comprender que la Ley protege los vínculos de los padres y madres con sus hijos, porque la ley presume la idoneidad para cuidar, incluso se dice que asocia el cuidado parental y marental legalmente asignado, a la coincidencia con el bienestar y el interés superior del niño, niña o adolescente (3). Así lo establece el artículo 18 de la Convención Internacional sobre derechos del Niño ( CIDN), que dispone que los derechos-deberes de los padres y madres tienen un reconocimiento principal para el cuidado y crianza de los hijos e hijas, y que el Estado solo puede tener un rol subsidiario para el apoyo a la Familia.

La legislación civil que se refiere al cuidado personal de los hijos e hijas, denominada también tuición, es coherente con tal reconocimiento jurídico. En Chile el artículo 222 del Código Civil señala que el cuidado personal de los hijos e hijas implica procurar su mayor realización material y espiritual posible, con pleno respeto de sus derechos fundamentales que emanan de la naturaleza humana según el desarrollo se sus facultades. Se trata de un derecho deber con contenido, que reconoce la función de la parentalidad y marentalidad para el buen cuidado de los hijos e hijas, no es un derecho formal y abstracto, tampoco un derecho absoluto e ilimitado. De otras disposiciones de la Convención sobre Derechos del Niño se desprende la naturaleza y rango de derechos humanos de la niñez, y por tanto de sus características de ser derechos irrenunciables, indisponibles e inalienables.



La ley y la Convención sobre derechos del niño, reconocen estos derechos de los niños y niñas a vivir en familia, y a no ser separados de los padres. Se establece lo que profesor Charles Schudson llama “el castillo jurídico moderno” que resguarda, la niñez, la familia y el hogar. Tal metáfora tiene un sentido real y concreto que se debe entender, pues los ciudadanos, entre ellos los profesionales de las áreas de la psicología, el trabajo social, la educación y el derecho, requieren que la familia y los padres, abran las puertas de esa fortaleza, que de otro modo es inexpugnable física y jurídicamente (4). Es así, porque la ley asocia a los padres y a la familia como garantía espontánea y natural de la seguridad y el bienestar infantil. Lo anterior implica que la posibilidad de la intervención externa requiere voluntariedad, y disposición colaborativa de los padres, para que pueda manifestarse la solidaridad y el apoyo familiar, social e institucional, definiéndose así el ámbito administrativo externo de la protección infantil. 

La ley civil y la Convención Internacional sobre derechos del niño reconocen la función concreta de la parentalidad y marentalidad, y no simplemente su titularidad, pues ello pudiera implicar un poder sin límites, o la contradicción con las necesidades y derechos de la niñez. Surgen entonces la excepciones, cuando se rompe la presunción del bienestar infantil, y se producen graves amenazas o vulneraciones a los derechos a la vida, al desarrollo y al bienestar infantil. Esa claridad la otorgan los artículos 3, 9 y 19 de la Convención Internacional sobre derechos del Niño/a., que se refieren al interés superior del niño/a, al derecho a vivir en familia, y a la protección ante el maltrato, descuido y abuso físico y mental. La norma del artículo 19 es imperativa, al disponer que es un deber de los Estados adoptar procedimientos y medidas eficaces para la prevención, diagnóstico, reparación y seguimiento en ante las vulneraciones de derechos precedentemente señaladas.

Las normas jurídicas se deben interpretar siempre de manera lógica y sistemática, para que exista entre todas ellas la debida correspondencia y armonía. Lo anterior significa que no se pueden hacer interpretaciones de la ley que infrinjan los derechos que la propia ley establece. La eficacia de las medidas y procedimientos se refiere al logro de resultados, lo que significa que no pueden existir decisiones técnicas o resoluciones de la autoridad administrativa o judicial que contradigan lo fines y propósitos de la protección y el bienestar infantil.

Lo expresado, nos permite afirmar que el Derecho de un país debe garantizar a los niños, niñas y adolescentes, el pleno ejercicio de sus derechos fundamentales, de manera eficaz, y no meramente declarativa o formal. Se reconoce a la parentalidad y marentalidad biológica el derecho-deber de cuidar a los hijos e hijos ante la realidad del buen trato y de los cuidados amorosos y diligentes, en plena concordancia con las necesidades y derechos de los hijos e hijas. (5) Lo que la ley protege en definitiva, es el buen cuidado dado por los buenos vínculos que naturalmente se expresan y manifiestan con la parentalidad y la marentalidad biológica, que tiene un reconocimiento legal, basado en el sustento concreto de tal realidad.

¿Qué sucede cuando los vínculos no se construyen, no se manifiestan, son inseguros o no cumplen la función de garantizar el bienestar y el desarrollo infantil? ¿Qué sucede cuando los vínculos parentales permiten o generan amenazas, perturbaciones o daños al desarrollo y el bienestar infantil?. La respuesta no puede ser solo la separación de los padres, debe ser antes, la prevención para que ello no ocurra, y debe ser el apoyo brindado desde y por otros vínculos significativos y de calidad, para que las amenazas o vulneraciones no lleguen a producirse, o sean inmediatamente interrumpidas. Debemos llegar a esa conclusión por la preeminencia de los derechos a la vida, al bienestar (integridad física y psíquica) y a la salud y desarrollo, unidos al mandato de eficacia de las acciones y respuestas que debe dar la sociedad, el Estado, y sus instituciones, que imponen el artículo 19 de la Convención y la integralidad y coherencia de las normas jurídicas existentes para la protección infantil, las cuales deben ser conocidas y correctamente aplicadas.

Existen muchas veces buenos vínculos alternativos de personas significativas, a las que sin embargo, no se les otorga espacio, o se les inhibe, limita o impide desplegar su función nutriente y protectora. Allí viene el rol del Derecho, que debe permitir abrir las puertas, de la mejor forma, para otorgar legitimidad, estabilidad y seguridad a la protección brindada por esos valiosos vínculos, que necesitan un respaldo legal para estar disponibles y manifestarse, cuando existen; o cuando no siendo aún establecidos o reconocidos es necesario que se les permita ser una opción prioritaria y legítima para su manifestación, con seguridad y bienestar para niños, niñas y adolescentes

Si existe voluntariedad compartida y además garantías ciertas para la protección que puede ser ejercida de modo real y concreto por otras personas significativas de la familia, se ejercerá la protección vincular de modo espontáneo, sin intervención del sistema administrativo ni judicial. Esta posibilidad ha sido reconocida desde hace mucho tiempo, y es una esperanzadora alternativa. Cuando lo padres tienen dificultades temporales de salud, laborales o por otras razones, se manifiesta este cuidado espontáneo y natural de la familia extensa, existiendo esas buenas decisiones de los padres o madres, porque se mantiene intacta su capacidad de cuidar (6). Otro ejemplo lo estamos viviendo hoy ante la crisis sanitaria por la pandemia de COVID, padres y madres que trabajan ambos en hospitales o clínicas en tareas de riesgo de contagio, han comunicado a su propia familia o amistades, la identidad de quienes son las personas confiables entre sus familiares o amigos y amigas, que tienen la disposición y los mejores vínculos para asumir el cuidado de sus hijos e hijas (7). Es por la misma razón que resulta reprochable e inaceptable que se acuda automáticamente a medidas de institucionalización en residencias desconocidas para los niños y niñas, ante las situaciones de enfermedad o ausencia temporal e involuntaria de sus padres, sin antes, haber buscado y encontrado esos mejores vínculos de cuidado que los propios padres y madres han señalado.

Las autoridades y profesionales del sistema administrativo de protección deben ser capaces de identificar las situaciones específicas y concretas relacionadas con las capacidades de buen cuidado de los niños y niñas, por sus padres y red familiar, para evitar las intervenciones dañinas o arbitrarias, pero también para evitar aquellas intervenciones que pueden ser tardías o ineficaces. La atención e identificación de las necesidades infantiles, es fundamental, y puede marcar la diferencia entre el daño, el sufrimiento o el bienestar infantil. Necesidades entendidas como los requerimientos naturales de la niñez, propias de su desarrollo, y no como carencias, que pueden ser la consecuencia de la falta de respuestas apropiadas. Los padres y las madres “deben disponer no solamente de recursos y capacidades, sino también de una plasticidad estructural para adaptar sus respuestas a la evolución de estas necesidades del desarrollo infantil” (8)

La protección judicial surge cuando es necesario legitimar las acciones profesionales y la participación de personas de la familia o de la red comunitaria para que ejerzan o construyan buenos vínculos para el apoyo o  cuidado alternativo,  ante la resistencia o la falta real de colaboración de los padres, madres  u  otras personas que ejercen roles de autoridad o poder sobre los niños, como podría ocurrir con personas que han recibido un encargo judicial previo, sin los diagnósticos apropiados, y han desatendidos sus deberes de cuidado manera grave e inexcusable, y se requiere el cambio necesario, pero  no hacia la respuesta de una residencia de internación, sino hacia otros vínculos mejores, con procesos respetuosos de las necesidades emocionales de los niños, niñas o adolescentes. En algunos casos es necesario cautelar la seguridad de los buenos cuidadores, ante la resistencia o agresividad de los padres u otras personas, surgiendo allí el rol que en un estado de derecho, solo la intervención judicial puede cumplir, y que es aquella que refiere a las medidas cautelares o de protección que aseguren seriedad y exigibilidad para su cumplimiento. Muchos niños y niñas han tenido en su entorno cercano o lejano, familiares u otras personas dispuestas con construir o ejercer vínculos de amor y buen cuidado, sin embargo el sistema proteccional no les ha otorgado las condiciones necesarias para su propia seguridad y la de los niños o niñas que han elegido acoger y cuidar. El sistema institucional y judicial parece olvidar o no ser consciente que se debe proteger también a los adultos de buen vínculo llamados o que se han movilizado espontáneamente para proteger. La consecuencia puede ser que se pierdan valiosas oportunidades de protección a la niñez porque esas personas dispuestas, con voluntad, aptitud e idoneidad, no han sido también protegidas de manera efectiva y real  o son ignoradas por el sistema  o son arbitrariamente desplazadas.

3. LA CIENCIA Y LA EVIDENCIA SOBRE LA IMPORTANCIA DE LOS BUENOS VINCULOS PARA EL SANO DESARROLLO Y EL BIENESTAR INFANTIL

Es muy relevante que se considere por el sistema institucional, administrativo y judicial, el conocimiento que aporta de modo irrefutable la ciencia, respecto de la importancia de los vínculos estables, sanos y seguros para el desarrollo infantil y las graves consecuencia que producen las faltas de cuidado o las incapacidades de los padres o de las personas a cargo de los niños, niñas y adolescentes para vincularse de manera sana y segura. Barudy y Dantagnan (2005) nos dicen: "Si los niños reciben el afecto que necesitan, serán capaces de aportarlo a los demás y podrán participar en dinámicas sociales de reciprocidad” (9). 

De manera especial se debe considerar la importancia de los buenos vínculos en las primeras etapas del desarrollo infantil y su importancia para prevenir los efectos de la negligencia y el trauma infantil. José Luis Gonzalo (2015) nos entrega un valioso concepto de vínculo, como las uniones afectivas que el niños establecerá con personas significativas (10). Barudy y Dantagnan (2010) nos confirman la importancia concreta del concepto, cuando los autores se refieren a que uno de los objetivos fundamentales del diagnóstico para proteger consiste en identificar las “capacidades selectivas que tienen los niños y niñas para apegarse a figuras significativas” (11). La satisfacción de las necesidades infantiles depende de las respuestas que les entreguen sus cuidadores. Hughes (2019) nos dice que la propia seguridad de apego del adulto influye en la calidad de sus respuestas, y si ésta está resuelta podrá estar presente afectivamente en la vida del niño o niña, de manera receptiva, sensible y disponible (12). Por el contrario, si no existe disponibilidad, receptividad ni sensibilidad, “es probable que los patrones de apego del niño se desorganicen y lo coloquen en serio riesgo de no poder gestionar el estrés en ninguna de sus formas” (13). Es muy grave que a un niño no le respondan a sus requerimientos de atención y necesidades, en todos los espacios en que ello ocurra, incluyendo los espacios de las residencias institucionales.

4. LOS BUENOS VINCULOS REALES Y SEGUROS DEBEN SER JURIDICAMENTE CAUTELADOS Y SOSTENIDOS, PUES CONSTITUYEN UN DERECHO DE LOS NIÑOS A SER BIEN CUIDADOS, PROTEGIDOS Y AMADOS

En esta parte se hará referencia a los buenos vínculos de cuidado asumidos espontáneamente por quienes no tienen vínculos parentales (vecinos, profesores, madrinas y padrinos entre otras personas), o que teniéndolos no han solicitado o recibido un respaldo administrativo o judicial para ejercer o mantener dicho cuidado, siendo por tanto una situación fáctica o de hecho (abuelos, abuelas, tías o tíos entre otros familiares), aunque haya existido voluntad inicial de los padres que hicieron un encargo temporal que se transformó en indefinido. También se incluyen las situaciones de las familias de acogida, con encargo administrativo en España u otros países en que la legislación lo permite, o por encargo judicial en países como Chile en que el cuidado alternativo ante situaciones de vulneración grave de derechos, requiere la respectiva decisión judicial.

Sin duda que la primera situación de falta de medidas administrativas o judiciales es la que se presenta con mayor fragilidad jurídica, pudiendo dar lugar a una solicitud de recuperación y entrega de los hijos o hijas formulada por los padres de manera abrupta, sin las necesarias cautelas para la seguridad psicológica y física de los niños, niñas o adolescentes, que serán entregados a padres que probablemente no han desarrollado o no han recuperado sus capacidades para cuidar a esos hijos e hijas.


Foto: padresemocionalmenteinteligentes.weebly.com


Las situaciones más preocupantes y de mayor riesgo de daño para los niños y niñas, en ambas alternativas precedentemente diferenciadas, se presentan si el buen cuidado de las personas significativas con buena capacidad vincular, ha sido asumido ante situaciones manifiestas de abandono psicoafectivo de los padres o de maltrato o negligencia asociada a trastornos graves y severos de la capacidad de apego de la madre, padre o de ambos. Se tratará probablemente de padres o madres que han sufrido duras experiencias traumáticas en su vida, o que por otras causas y circunstancias no han podido desarrollar la capacidad de cuidar a sus hijos e hijas y por ello los han abandonado o los han desatendido gravemente en sus necesidades afectivas y materiales.

Una de las características comunes a todas las situaciones planteadas, será generalmente el transcurso de un tiempo significativo desde el abandono psicoafectivo de las madres o padres, o desde que ocurrieron las conductas graves de negligencia o maltrato, tiempo en el cual se han manifestado y ejercidos los buenos vínculos de buen cuidado de las personas significativas, que han asumido la crianza. El Dr. Jorge Barudy nos señala que los niños que son bien cuidados desarrollan una alta demanda de buena competencia de cuidado, pues han recibido amor, buenos tratos y han podido satisfacer todas sus necesidades materiales y afectivas. Por lo tanto, un sistema administrativo o judicial que procede a realizar o autorizar la entrega de niños, niñas o adolescentes concurriendo todos estos factores de riesgo objetivo, es un sistema que infringe sus derechos humanos fundamentales, pues causará un daño psíquico evidente como consecuencia de la entrega intempestiva y abrupta de niños, niñas o adolescentes que han tenido hasta ese momento una situación de bienestar, que se romperá violentamente, dando lugar a una realidad desconocida, asociada a padres o madres que no podrán o no sabrán responder a las necesidades infantiles,  causando con ello sufrimientos que se han debido evitar, poniendo además a esos hijos e hijas en un alto riesgo de maltrato físico y psicológico, que podría llevar, incluso, a desenlaces trágicos o fatales, como en la realidad ha ocurrido (13). 

La ciencia hoy nos muestra las causalidades y los efectos de las acciones humanas, no existe por tanto razón alguna para seguir cometiendo una y otra vez los mismos errores. Tragedias para la niñez como las señaladas precedentemente no las causa el azar, sino que son el resultado de desconocer o atropellar derechos de la niñez tan relevantes y fundamentales. El derecho al buen vínculo es la expresión concreta en que se ejerce el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo de la niñez.

El Código Civil chileno en su artículo 240 establece que si un niño o niña ha sido criado por una persona distinta de los padres, ante la desatención de las necesidades físicas y afectivas de éstos (abandono), no procederá su entrega a menos que sea de conveniencia para el niño o niña, es decir la norma protege los buenos vínculos de crianza, y al protegerlos está protegiendo a los niños y niñas, que no pueden ser despojados de manera egoísta y arbitraria, de un situación de bienestar que están viviendo. La ciencia y la norma respaldan en consecuencia las situaciones reales de bienestar infantil. La tarea es en consecuencia conocer la ciencia para aplicar correctamente las normas. Los buenos padres sabrán esperar, sabrán preferir el bienestar de los hijos como en la parábola del rey Salomón, serán los padres que sumarán bienestar, en lugar de restarlo o destruirlo. Una justicia justa es la que sabe proteger.

En España, el Tribunal Supremo, (sentencia de la sala de casación civil de 31 de julio de 2009) resolvió la preeminencia de los buenos vínculos, y la estabilidad y bienestar de una niña sobre los derechos de la madre biológica, que había solicitado la entrega de la hija que por varios años vivía con una familia de acogida. La madre había tenido durante los primeros años de vida de la niña conductas reiteradas de negligencia grave, las cuales no había superado no obstante la intervención y apoyo de los servicios sociales. La Audiencia Provincial de Toledo, había decidido la entrega de la niña a la madre, sin embargo, el Tribunal Supremo anuló dicha sentencia, haciendo prevalecer los derechos de la niña a mantener la situación de vida que había adquirido con la familia de acogida. Es una sentencia valiosa y relevante pues considera prioritariamente la estabilidad de la niña, protegiendo sus vínculos estables y seguros, mantenidos durante el tiempo, como base de su situación de felicidad y bienestar (14)

"Jamás se privará al árbol de la tierra que lo ha sostenido, y en la cual ha crecido sano y resplandeciente"
(Hernán Fernández)

La propia naturaleza nos enseña, en la metáfora del buen jardinero, que sabe que nunca se debe  trasplantar si el árbol será dañado, y si se puede hacer sin dañar, se elegirá el tiempo correcto y el espacio más apropiado, jamás se privará al árbol de la tierra que lo ha sostenido, y en la cual ha crecido sano y resplandeciente. 

Es también la ciencia la que hoy nos permite tener el sustento necesario para evitar las injusticias hacia la niñez, protegiendo de la mejor manera, protegiendo a través de los buenos y mejores vínculos, a los que siempre se debe tener derecho.

REFERENCIAS

(2) La motivación para escribir este artículo surge de las conversaciones con Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan sobre la evidencia científica disponible sobre apego, resiliencia y trauma infantil, y la necesidad que existe para que esa evidencia llegue a los sistemas de protección infantil y a la justicia con la niñez, algunas veces tan distantes. El espacio ofrecido es el de la RED APEGA, y el entusiasmo y apoyo de José Luis Gonzalo, ha permitido que finalmente se concrete. Este artículo también se basa en la constatación que desde hace años hemos intentado transmitir, respecto a que el Derecho y la Justicia deben estar al servicio del bienestar infantil, y que proteger a los niños, niñas y adolescentes es promover, fortalecer y proteger necesariamente sus  buenos, estables, y más seguros vínculos.

(3) Veloso Paulina. Schmidt Claudia. La Filiación en el Nuevo Derecho de Familia. Editorial Lexis Nexis. Santiago Septiembre de 2001.

(4) Existe la garantía constitucional del derecho a la privacidad y la honra de las personas, y la seguridad del hogar. En Chile artículo 19 números 4 y 5 de la Constitución.

(5) Una sabia y justa sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile sostuvo de manera notable que los derechos de los padres no han sido concebidos para que se ejerzan de manera egoísta y arbitraria, sino que, por el contrario, la ley los otorga para garantizar la estabilidad, seguridad y felicidad de los hijos e hijas, de lo cual no pueden ser privados o despojados, por lo que en situación de conflicto debe ser considerada la posición de los niños, para preservar su bienestar. Sentencia de 30 de mayo de 1989. Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales. Tomo LXXXVI N° 1. Segunda Parte. Sección Segunda. Páginas 44 y siguientes.

(6) Minuchin, S. (1985). Calidoscopio familiar. Barcelona: Terapia Familiar. Editorial Paidós.

(7) Buen criterio de protección vincular preferente, sustentado y manifestado por la Juez de Familia de Iquique María Olga Troncoso.

(8) Barudy, J. y Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa. Página 62.

(9)  Barudy, J. y Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa. Página 64.

(10) Gonzalo, J.L. (2015). Vincúlate. Relaciones reparadoras del vínculo de apego en niños adoptados y acogidos. Bilbao: Desclée de Brouwer.

(11) Barudy, J. y Dantagnan, M. (2010). Los desafíos invisibles de ser padre o madre. Manual de evaluación de las competencias y la resiliencia parental. Barcelona: Gedisa.

(12) Hughes, D (2019). Construir los vínculos de apego. Barcelona: Editorial Eleftheria. Página 11.

(13) Hughes, D (2019). Construir los vínculos de apego. Barcelona: Editorial Eleftheria. Página 5.

(14) Son lamentablemente incontables los casos de niños que han muerto por los golpes causados por padres o madres que los habían abandonado, o que habían sido privados judicialmente de su cuidado por hechos de negligencia y maltrato severo, quedando a cargo de adultos significativos de buenos vínculos que asumieron su crianza sana y segura, y de quienes el propio sistema judicial los separa posteriormente, sin respetar esos buenos vínculos, de los que los niños fueron despojados de manera violenta, con destructivas consecuencias. El caso de María Colwell en Inglaterra se ha repetido muchas veces, casos similares se han registrado en Chile y en casi todos los países.

lunes, 12 de abril de 2021

Nuevo libro de Jorge Barudy, psiquiatra: "El florecimiento resiliente después de los traumas. Los fundamentos de la resiliencia infanto-juvenil"


Nuevo libro de Jorge Barudy

El florecimiento resiliente después de los traumas.

Los fundamentos de la resiliencia infanto-juvenil


"Quizá si no hubiera vivido lo que me tocó vivir, 

no sería hoy quien soy ni habría hecho lo que he hecho".

Jorge Barudy

Para adquirirlo haz click AQUÍ

Para mí, es un honor presentaros esta joyita en forma de microlibro escrita por Jorge Barudy, maestro y amigo. En él podemos conocer su faceta más personal, pues desde su recorrido vital nos presenta la resiliencia como descubrimiento propio, tras florecer después de sufrir un trauma. Esta energía positiva emergente le lleva a formarse (ya en Bélgica, en el exilio) como psiquiatra-psicoterapeuta, a fundar una ONG de ayuda a los refugiados (Exil) y a consagrar su vida a tratar a niños, jóvenes y adultos víctimas de diferentes tipos de malos tratos. En Jorge Barudy sigue viviendo la imagen de ese niño que, cuando fue apresado y torturado durante el golpe de estado del dictador Pinochet, se las ingenió para aplacar su sed, dándole de beber, rescatándole de alguna manera y devolviéndole a la resistencia para no morir. Cada vez que Jorge ayuda a un niño maltratado, es un acto que simboliza la deuda eterna de gratitud que siente hacia la infancia vulnerada. 

A partir de aquí Jorge Barudy desarrolla cuáles son las claves de la resiliencia infantil, ágilmente expuestas, de una manera gráfica y entretenida, y que nos sirve de fundamento para que en la práctica profesional podamos implementarla, especialmente la resiliencia secundaria, que depende de la solidaridad y el entorno afectivo que entretejamos en torno a un niño que ha sufrido malos tratos. 

Este libro está basado en la conferencia "Resiliencia y crecimiento postraumático: de una infancia infeliz a una vida adulta sana", impartida por el doctor Jorge Barudy Labrin en Donostia, en el marco del ciclo de conferencias "Memoria, trauma e identidad personal", organizado por Jakiunde y San Telmo Museoa, y en testimonios del autor

En este texto directo y sincero los lectores podrán asociar los elementos de la historia personal del autor con el hecho de devenir neuropsiquiatra, psicoterapeuta humanista y terapeuta familiar, y formarse en psiquiatría infanto-juvenil.

"Las adversidades que se cruzan con nuestras historias de vida (incluso las experiencias o procesos traumáticos) son fuente de sufrimiento, de daño y/o de trastornos. Pero si se dan ciertas condiciones interpersonales o sociales de signo contrario, como el afecto, el reconocimiento social de ser afectado por injusticias, maltratos, violencia; apoyo solidario y la posibilidad de encontrar un sentido a lo sucedido; además del humor y la espiritualidad, todo esto puede permitir nuevos desarrollos. En esta perspectiva, la resiliencia es un fenómeno que integra el realismo de haber sido dañado por los malos tratos y los contextos de violencia con la esperanza de que es posible superarlo. En otras palabras, es importante recalcar que los traumatismos no tienen por qué determinar la vida". Jorge Barudy

Un libro breve de la colección Puntadas de El Hilo Ediciones, textos breves, concisos, inspiradores y transformadores.

lunes, 5 de abril de 2021

Conjunto de secuencias del libro "Una nueva vida florece. La historia resiliente de mi adopción"


"Una nueva vida florece. 

La historia resiliente de mi adopción"

Janire Goizalde, José Luis Gonzalo, Cristina Herce, Carmen Ortiz de Zarate

Puntos de venta, disponible también e-book:

Editorial Sentir

Amazon 

FNAC 

Todos tus libros 



Quiero anunciaros que el libro de la joven Janire Goizalde (junto con las miradas del psicólogo, José Luis Gonzalo, de la psiquiatra infantil, Carmen Ortiz de Zarate y la psicóloga del taller de familias adoptivas, Cristina Herce) en el que nos relata la historia resiliente de su adopción, una vez que ha logrado publicarse gracias a la generosidad de todos y todas los/as que habéis colaborado promoviendo su distribución y compra, ya está disponible, tanto en la página web de la editorial como en las principales librerías (formato electrónico y libro clásico). Por si no pudisteis haceros con un ejemplar durante la campaña de crowfunding y deseáis adquirirlo. Os recuerdo que el porcentaje de derechos de autor se destina a la ONG Exil. 

Nos sentimos felices por la joven. Los profesionales que la acompañamos notamos que esta experiencia la está transformando profundamente. No sólo por el hecho del indudable valor terapéutico de escribir, sino porque ella siente que puede contribuir a que las familias y adolescentes adoptados/as puedan aprender de su historia y seguir adelante con esperanza. El libro viene a contar que, si se encuentran los profesionales adecuados, junto con una poderosa red de relaciones, puntos de apoyo (para los menores de edad y sus familias) y un trabajo perseverante especializado basado en un modelo biopsicosocial, es posible la resiliencia; en el sentido de “dame un punto de apoyo y moveré MI mundo”, como dicen los expertos Gema Puig y José Luis Rubio (2015).

Este libro, como ya he comentado, es solidario. Esto quiere decir que el porcentaje de los derechos de autor se ceden a una institución, en este caso a la ONG EXIL de Barcelona, que destinará la cantidad obtenida a su programa socio-terapéutico para familias adoptivas. La motivación para escribirlo provino de Janire Goizalde quien durante el confinamiento de la población española el pasado mes de marzo de 2020, debido a la emergencia mundial provocada por el virus COVID 19, escribió su historia y nos sorprendió a todos/as con un texto que es un relato descarnado y en estado puro del trauma temprano y la resiliencia, pero de una resiliencia auténtica: sentir que se florece después de haber estado muerta (como bien define Boris Cyrulnik (2003) el trauma psíquico) 

Por eso creo merece la pena que lo tengáis en la biblioteca de vuestras casas, porque os nutrirá de esperanza y de confianza y os dará muchas pistas en clave resiliente. Hemos de tener en cuenta que la definición de resiliencia, al popularizarse y venderse como remedio mágico en forma de libro de hipermercado, se está mal usando. La resiliencia es un proceso que se construye en contante interacción entre las potencialidades de un sujeto y sus interacciones con un entorno afectivo y solidario que le provee de recursos externos. La resiliencia, como dice nuestro maestro y amigo Jorge Barudy, es un proceso que requiere siempre de un otro y difícilmente ocurre en soledad. La resiliencia no es un rasgo, ni una forma de ser, ni equivale a invulnerabilidad. No se es resiliente, sino que se pueden hacer procesos resilientes. No es ensalzar a las personas para instarles a ser lo que no pueden ser metiéndoles presión, sino un camino que se hace durante toda una vida, cuando, tras descubrir las heridas psíquicas provocadas por un trauma temprano, una persona puede transformarse positivamente, si hay OTROS (entorno afectivo y solidario) a su lado acompañándole mediante un vínculo afectivo de calidad. Esta persona experimentará una energía positiva que le llevará a desear construir y reconstruirse; y podrá hacer bien las cosas (del mejor modo que sea capaz), tras haberlo pasado muy mal en la vida. Así la definen los chicos y las chicas como Janire: sienten que florecen.

Quiero compartiros, para abrir boca y estimularos a haceros con el libro y honrar a la joven Janire Goizalde, con varios fragmentos que elijo, uno de cada autor/a que ha participado en el mismo. Así os hacéis una idea de lo que os vais a encontrar y os animáis a celebrar la vida junto con Janire Goizalde.

José Ángel Giménez Alvira, psicólogo y padre adoptivo, autor del libro “Indómito y entrañable. El hijo que vino de afuera”:

“Todo arranca de una iniciativa de Janire que, para sorpresa y asombro de sus terapeutas, ha sido capaz, de modo espontáneo durante el confinamiento, de escribir su historia y contar los acontecimientos que recuerda casi de modo periodístico. Este es el punto de partida. Nos hace una narración detallada junto a algunas reflexiones que nos permiten vislumbrar su inseguridad, sus temores, sus pequeñas alegrías y logros, las dificultades para relacionarse, sus problemas escolares, sus ilusiones y fantasías, resaltando de modo especial el reconocimiento que despiertan en ella las personas que la han tratado bien por primera vez en su vida: su madre y sus terapeutas, quienes constituyen la fuerza que le ha permitido seguir adelante y ser optimista respecto a su futuro. Solamente esto ya significaría un triunfo terapéutico de primera magnitud que hubiera sido imposible sin un entorno acompañante del calibre del que explica este libro. Aquí hay una extensa y bien tejida red de intervenciones que durante muchos años han permitido acompañar, apoyar, abrir caminos de comunicación, dar seguridad, reforzar actitudes, aportar autoestima y aceptar la realidad; en definitiva, fomentar la capacidad de resiliencia y crear el clima adecuado para una intervención terapéutica en profundidad"

"Recuerdos traumáticos"
por Janire Goizalde. 


Janire Goizalde, la gran luchadora, como ella se define, protagonista del libro y a quien este honra:

Mi infancia no es que fuera como la de un niño o una niña normal por varios motivos. En concreto, mi familia de origen no era muy normal que digamos. En ella había muchos problemas: mi madre era alcohólica, al igual que mi padre, y entre ellos siempre discutían y sus frustraciones las pagaban conmigo, como si yo fuese la culpable. Mi padre maltrataba a mi madre, y a mí, y yo no entendía el porqué, aunque a veces pensaba que yo era la causante de sus desgracias. Me acuerdo de algunas cosas, no de todas, pero algo es algo. Recuerdo, por ejemplo, que mi hermano y mi abuela vivían en otra casa, una especie de caserío, y que mi hermano todas las mañanas iba a recogerme para llevarme con él y mi abuela, ya que sabían en qué circunstancias vivía con mis padres. Hasta que un día mi madre se fue de compras y no volvió en tres días, y ya nunca más. Durante esos días mi hermano no fue a por mí, y se me hace sospechoso, ya que ningún día faltaba a su encuentro conmigo. Mi padre fue a la cárcel por razones que yo desconozco, y que tampoco me importan, después de haber visto cómo me trataba a mí y a mi madre biológica”

José Luis Gonzalo, psicólogo de Janire Goizalde:

“Este apego terapéutico la ha ayudado mucho, creo, en la reparación de su trauma relacional temprano. Ambos sentimos afecto y cariño genuino el uno por el otro, yo desde José Luis psicólogo y ella desde Janire paciente. Yo creo que es imposible contribuir la reparación relacional si el terapeuta no se involucra, aunque debe hacerlo, eso sí, desde el rol profesional. Ser un profesional afectivo y relacional no es incompatible con el trabajo técnico y clínico. Hay que ser siempre consciente de dónde se está y de las enactuaciones, que siempre van a surgir. La clave está en resolverlas adecuadamente. Si las necesidades de apego y afectivas del profesional están satisfechas porque tiene un apego seguro o uno ganado a la seguridad (Cantero y Lafuente, 2010), cuando este es consciente de las enactuaciones, las resuelve haciendo intervenciones seguras para el paciente. La supervisión de casos es imprescindible”

Carmen Ortiz de Zarate, psiquiatra infantil de Janire Goizalde:

“Las familias de los niños adoptados deben ser acompañadas tanto antes de que el niño llegue a la familia como después. Deben conocer los riesgos y dificultades que probablemente se encontrarán en su camino tanto en el proceso de adaptación mutua como en su transitar hacia la edad adulta. Ello requiere de profesionales de diferentes ámbitos: desde el pediatra, que debe conocer la vulnerabilidad especial de estos niños, hasta los psicólogos y educadores que asesoran a las familias y tratan a sus hijos. Este tratamiento multidisciplinar también requiere un apoyo psiquiátrico”


Cristina Herce, psicóloga del taller de familias adoptivas de la Asociación Ume Alaia, donde acude la madre de Janire Goizalde, Miren:

“Como hemos comentado, Miren tenía ya cierta edad y sabía que eso limitaba sus posibilidades respecto a la edad de la niña que podía adoptar. Era consciente también de que, cuanto mayor fuera la niña, más complejo sería el periodo de adaptación; pero, como muchas otras familias, imaginó que con algo más de tiempo y con el amor y los cuidados que la niña iba a recibir aquí la situación se normalizaría. En ese momento no podía imaginar cuán equivocada estaba ni que iba a ser tan duro. Como ella misma dice, «si tú no trabajas el tema, no eres consciente… Tú estás criada en una familia “normal”, tienes un hijo, funciona…; solo conoces esa realidad… Pensaba que, en un tiempo razonable, la cosa funcionaría, pero todavía vamos de la mano… Es muy duro de asumir». El mito del amor, y especialmente del amor materno, ha generado falsas ilusiones y expectativas irreales en muchas personas. […] Miren lo expresa de forma más sencilla comentando que, «cuando tú ves a un niño que es cojo, ya ves que es cojo, pero, cuando es algo interior y unas veces funciona y otras no, dices: “¡Caramba!, ¿qué pasa aquí?, ¿será que no quiere?” (refiriéndose a hacer las cosas como se espera de ella). Además, ¡nunca sabes! Se supone que estamos haciendo bien, pero...".

“La historia de Miren es reflejo de la vivida por otras familias adoptivas que, aunque no cambiarían a sus hijos o hijas por nada del mundo, en muchos momentos se han sentido abrumadas y sobrepasadas por una realidad desconocida y para la que no estaban preparadas. Cuando pensamos en escribir este libro, una de nuestras principales motivaciones fue precisamente reconocer y poner en valor esa lucha silenciosa, y muchas veces solitaria, de tantas familias…”

Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, reseña del libro, en su contraportada:



“A través de las páginas de este libro, Janire narra el inicio de su vida en medio de un contexto de adversidad, sus vivencias de sufrimiento y dolor, pero, sobre todo, su tenacidad para superarse. Janire da también gracias a la vida por el encuentro con sus terapeutas que, con una visión rompedora, apoyaron sus recursos a través de la Traumaterapia Sistémica: un acompañamiento cercano, continuado en el tiempo y coordinado entre los profesionales implicados y comprometidos con Janire y Miren. La experiencia de ser vista y sentida desde su red de apoyo, junto a su madre adoptiva, es lo que, sin duda, ha hecho posible que Janire espante la soledad, el miedo y la vergüenza; y, a la vez, le ha permitido saborear y apreciar todo lo bueno que la vida ofrece”

Creo que el libro ofrece muchos atractivos para todo joven, sea adoptado o no; para las familias adoptivas, pues les hace consciente de que nada ni nadie sustituye su ardua pero también gratificante labor (bien apoyada, por profesionales expertos en el ámbito, desde un modelo coherente de intervención, como lo es la Traumaterapia Sistémica infanto-juvenil de Barudy y Dantagnan) y también de que esta dará su fruto si se trabaja con paciencia y perseverancia; para los profesionales de la medicina, psiquiatría, psicología, trabajo social, educación social, integración social, pedagogía, psicopedagogía, logopedia, magisterio y técnicos de protección a la infancia, pues les ofrecemos una novedosa y atractiva experiencia profesional -trabajando multidisciplinarmente y en estrecha coordinación- en base a la Traumaterapia.

Gracias de corazón a todos y todas los/as que lo habéis hecho posible. Que lo disfrutéis y os sea útil. 

El libro solidario ya es vuestro.

REFERENCIAS

Cantero, M.J. y Lafuente, M.J. (2010). Vinculaciones afectivas: apego, amistad y amorMadrid: Pirámide.

Cyrulnik, B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Barcelona: Gedisa.

Puig, G. y Rubio, J.L. (2015). Tutores de resiliencia. Barcelona: Gedisa.