Mostrando entradas con la etiqueta depresión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta depresión. Mostrar todas las entradas

lunes, 6 de octubre de 2014

"Tormenta cerebral", supremo libro de Dan Siegel con una nueva mirada sobre la adolescencia

Este verano he podido leer entero el nuevo libro (de carácter divulgativo) de Dan Siegel titulado: “Tormenta cerebral”  Son varias las razones que me mueven a escribir un post sobre este libro: la primera (y la más importante) porque es excelente, de matrícula de honor. Siegel no sólo sabe mucho de psiquiatría, neurobiología y psicología sino que sabe contarlo y hacerlo accesible para el público en general. Muchos autores son eruditos en sus materias, pero tener la habilidad y el don de contarlo y hacerte entender siempre me ha parecido que es patrimonio de unos pocos. Siegel es uno de ellos. 

La segunda, porque lo recomendó mi amiga y colega Conchi Martínez (que habita en su magnífico blog Resiliencia infantil) No estaba  al tanto de que el libro había sido publicado; me enteré gracias a la reseña que sobre el libro escribió Conchi el pasado mes de mayo. Trataré de no repetir lo que ésta magistralmente dijo sobre “Tormenta cerebral” en este gran post que podéis volver a leer haciendo click aquí

Y la tercera razón es que como ya sabéis, el mes pasado se celebró (entre el 19 y el 21 de septiembre) el Congreso sobre Apego y Trauma de la Asociación EMDR Italia y el Instituto de Ciencia Cognitiva, al cual tuve el honor de asistir, en el que participó -entre otros primeros espadas- precisamente Dan Siegel. La ocasión de tenerle cerca (vive en Los Angeles), en Europa, no podía desaprovecharla. Así que allí me fui (junto con mis colegas y amigos Rafael Benito y Cristina Herce, con quienes compartí gustosamente viaje y congreso), a un evento inmejorable sobre los temas que más nos apasionan: el apego y el trauma. ¡Y, al fin, pude conocerle y saludarle en persona! Por todo ello, esta semana es única para hablar de “Tormenta cerebral” El libro está publicado en la Editorial Alba y es de este año 2014. 

Dan Siegel se mostró ante nosotros como alguien amable, correcto y educado. Le felicitamos por su trabajo y le dijimos que somos los fans número uno de sus libros y planteamiento teórico y modo de comprender al ser humano. Le pedimos que nos firmara dos de sus libros (precisamente, "Tormenta cerebral"; y también "La mente en desarrollo", su obra cumbre) Fue recibido (como todos los ilustres ponentes que tomaron parte en el congreso) con fuertes y largos aplausos, con el público puesto en pie. Tuvo cuatro participaciones: dos conferencias de dos horas de duración y dos mesas redondas con otros colegas (a una de ellas no pudo asistir por encontrarse indispuesto. La tos que ya le había fastidiado antes se le agravó) 

La primera conferencia versó sobre "El impacto del trauma en la integración neural" Y la segunda tuvo como lema: "Intervención psicoterapéutica para promover la integración neural y personal ante el trauma" Fueron dos oportunidades magníficas en las que (sin usar ningún tipo de powerpoint ni similares) fue desgranando los conceptos más importantes que él baraja: qué es la mente, los diferentes ejes de la integración cerebral, el mindsight, su famosa rueda de la conciencia... Conceptualmente brillante, todo lo que dijo resultó interesantísimo. Ha sido un privilegio poder disfrutar de las conferencias de Siegel y de los demás ponentes, de quienes os iré hablando en sucesivos post. Lo que considere más útil de lo que aprendimos, os lo iré desgranando y tratando de aplicarlo a nuestro trabajo con los niños y adolescentes.

A la derecha os dejo la fotografía que inmortaliza el encuentro que tuvimos con Siegel mi amiga y colega Cristina Herce, psicóloga y directora del Centro Lauka (empresa dependiente de la  Diputación Foral de Gipuzkoa para la gestión y puesta en práctica del programa de acogimiento familiar en la susodicha provincia) y servidor. 

Bueno, voy con el libro. “Tormenta cerebral” me ha cautivado y dejado placenteramente rendido a sus pies. Dan Siegel y su obra es como un restaurante Tres Estrellas Michelin: es casi imposible encontrarle un pero. Pura delicatesen hecha por un maestro. Yo estoy entregado a la causa desde casi antes de abrir la primera página. Pero cuando comienzas a leerlo, confirmas, una vez más, que merece la pena haberlo comprado.

“Tormenta cerebral” sigue la misma línea que su anterior libro “El cerebro del niño” Esta vez se centra en la etapa adolescente. “¿Un libro sobre la adolescencia te cautiva tanto?” – Podéis aducir. “¿Acaso no hay cientos, y de excelentes autores?” No diré no a esta apostilla. Lo que voy a hacer a continuación es exponeros qué tiene de diferente “Tormenta cerebral” y qué os puede aportar a padres y madres que tenéis hijos/as adolescentes o a profesionales que trabajáis con ellos.

En primer lugar, es un autor que va exponiendo los temas basándose en sus conocimientos científicos pero a la vez sabe crear complicidad con el lector. Se dirige al mismo en numerosas ocasiones, interpelándole directamente, creando una sensación de cercanía y proximidad emocional. Además, Siegel nos abre las puertas de su propia familia y cuenta cómo vivió la adolescencia de sus propios hijos/as, contándonos los problemas que tuvo y cómo los fue resolviendo. Esto me ha encantado porque (incluso habla de los errores que pudo cometer) nos ofrece la faceta más humana del autor y nos hace conscientes de que todo tiene lugar en el mundo real. El libro está escrito de una manera tan clara, sencilla y cálida que incluso pueden leerlo los adolescentes.

En segundo lugar, las herramientas que Siegel incluye después de cada capítulo. Son técnicas de mindsight para ayudar a los adolescentes (y a los adultos) a desarrollar esa capacidad del cerebro y de la mente de verse a sí misma. Mediante ejercicios de meditación y de otro tipo, Siegel nos estimula para que trabajemos (desmitifica la meditación, haciéndola digerible) con el fin de favorecer la integración cerebral. ¿Os acordáis de la metáfora del río del propio Siegel? Hablamos de ella en este post. Pues la vuelve a contar para explicarnos cómo funciona la mente. Gracias a la práctica de la meditación -si son perseverantes- el adolescente y el adulto pueden producir modificaciones en las redes neurales y potenciar la capacidad de la mente para verse a sí misma y a los demás, propiciando un aprendizaje que enseña a regular las emociones y a vivir con conciencia plena en el presente. La mejor manera de producir cambios positivos en el cerebro (incluso de las personas que han sufrido traumas y apegos inseguros) es mediante el trabajo en base a meditación. Los adolescentes que vienen a mi consulta, si me leen, sabrán lo pelma que me pongo con ellos para que practiquen meditación (aunque sólo sea un minuto)

En tercer lugar, de lo que más me ha gustado, es el cambio que Siegel hace en la concepción de la adolescencia: época negativa, las hormonas que los vuelven insoportables, etapa a pasar cuanto antes y de la mejor manera, el adolescente como el típico inmaduro que se toma todo a la ligera… Son mitos a desterrar. Lo primero, es que las hormonas poco tienen que ver con los cambios de humor o de estado de mente en la adolescencia; parece que son los neurotransmisores los responsables, y en particular, la dopamina.

Para Siegel el adolescente tiene un poder y un propósito fruto de las características de esta etapa que si son potenciadas adecuadamente y sobre todo reconducidas y reorientadas (no censuradas o sancionadas), se constituirán en un importante legado que llevaremos con nosotros a la adultez, pudiendo vivir la madurez de un modo más pleno, pues esos rasgos, si se mantienen, harán que nuestra vida adulta sea más gratificante. Por ello él resume así la cuestión: ADOL-ESCENCIA /ADULT-ESENCIA.

Es evidente que la etapa adolescente puede conllevar unos riesgos. Pero si se conoce bien qué caracteriza a esta etapa y se re-dirige al adolescente, esos riesgos se convierten en rasgos que nos beneficiarán a lo largo de la vida. Para ello, es preciso que el adolescente esté acompañado de un adulto que sea capaz de guiarle, comprenderle, re-dirigirle y re-orientarle en su potencial. Uno de los errores sobre la adolescencia es pensar que éstos no necesitan a los adultos, cuando es todo lo contrario.

En cuarto lugar, el capítulo dedicado a “tus apegos” (no podía ser de otro modo: Siegel no se va a olvidar del apego) está dedicado a que las personas puedan comprender de una manera clara y con un lenguaje sencillo cómo los modelos mentales con respecto al apego (las primeras experiencias interiorizadas en la relación con nuestros padres u otros cuidadores) influyen en nuestra identidad y configuran, por ende, nuestro cerebro/mente. Para que los adolescentes entiendan qué es eso del apego es un material excelente que pienso usar en la consulta.

En quinto lugar, y como ya hizo en su anterior libro “El cerebro del niño”, vuelve a explicar cómo es el funcionamiento del cerebro tomando para ello el puño de la mano. ¡No hay manera más sencilla y fácil de poder explicarlo! Es otra de las técnicas que podemos utilizar para poder explicar a los adolescentes el por qué de sus reacciones.

En sexto lugar, me ha atraído el punto de vista de Siegel sobre las posibilidades de cambio y aprendizaje en la vida: hayas vivido lo que hayas vivido, a pesar de los traumas y experiencias de apego inseguro, si trabajas tu propia historia, elaboras el narrativo y reconstruyes tu mente, si cultivas el mindsght (la capacidad de que la mente se vea a sí misma) mediante la conciencia plena, lograrás conocerte a ti mismo y transformarte, creando nuevas conexiones neurales. El cerebro, dice Siegel, mantiene su plasticidad a lo largo de toda la vida. Es un mensaje que debe animarnos a trabajar por ello. En el caso de los niños y adolescentes dañados por las experiencias de malos tratos y el abandono, es evidente que necesitan de nuestro acompañamiento continuado, pero si se implican en el trabajo y en el auto-conocimiento personal, pueden lograr resiliar. ¡Nunca es tarde!

En definitiva, una obra redonda, útil, práctica, que cambia el concepto y la idea clásica (y muchas veces negativa) de la adolescencia, rigurosa, amable y fundamentada en los descubrimientos de la moderna neurobiología interpersonal que postula, entre otras cosas, que la calidad de nuestro sistema nervioso depende de la calidad de nuestras relaciones.

La picada de hoy quiere recordaros la magnífica, interesante y útil formación tanto para el ámbito profesional como para el personal que organiza, on line, la Universidad de Barcelona: me estoy refiriendo al Postgrado Universitario en Promoción de la Resiliencia (al cual puede optar también alumnado que no tenga titulación universitaria) Aún quedan plazas libres y es una gran oportunidad para formarse con los mejores especialistas a nivel mundial: Vanistendael, Forés, Grané, Kotliarenko, Barudy... y muchos más. Participo con un módulo sobre la caja de arena. ¡Aún estáis a tiempo! Esta formación es especialmente interesante para las personas de Hispanoamérica que suelen demandar programas formativos a los cuales puedan acceder. Pues aquí tienen una gran oportunidad. 

Y el post que rescato hoy del cajón virtual de Buenos tratos no puede ser otro que el que dediqué al libro del mismo Siegel titulado: “El cerebro del niño” Viene que ni pintado. Es el equivalente a "Tormenta cerebral" (y predecesor del mismo) pero para la infancia.

Hasta dentro de quince días, cuidaos / zaindu.

lunes, 31 de agosto de 2009

Dibujo infantil y depresión

Cathy Malchiodi, en su libro Understanding Children´s Drawings, explica qué elemenos y aspectos pueden sugerir depresión en el dibujo de los niños:

El dibujo espontáneo del niño que puede revelar depresión está basado en las narrativas del propio niño en respuesta a sus imágenes más que en elementos específicos o símbolos de sus expresiones artísticas.

4 temas parecen ser particularmente importantes (tanto para el contenido como para las narrativas del niño): tristeza/pérdida; aislamiento-soledad; desesperanza; temas de destrucción o autodestrucción. Estos 4 aspectos no son fácilmente separables y los niños a menudo expresan uno o más en sus dibujos o narrativas de expresión artística.

Tristeza/pérdida: son generalmente fáciles de reconocer en el trabajo artístico de los niños. El uso del color negro en un dibujo (cuando la mayoría de los niños lo haría mucho más colorista) es algunas veces un indicador directo de la existencia de la depresión. Otros indicadores pueden incluir lágrimas y lluvia, las cuales pueden aparecer en dibujos de casas, naturaleza u otros temas ambientales.

Aislamiento/soledad: puede incluir sentimientos de alienación, abandono y rechazo. A veces estos temas en los dibujos son bastante impactantes y otras veces más sutiles. El maltrato físico, el abuso sexual o el maltrato psicológico pueden ciertamente causar sentimientos de aislamiento y alienación, especialmente si el daño proviene de la propia familia.

Destrucción: Los temas destructivos referidos a depresión incluyen auto-denigración, auto-destrucción, culpa y muy baja autoestima. Los niños pueden adoptar una actitud auto-despreciativa, dibujando auto-imágenes que se ríen de ellos mismos o los representa como feos o carentes de atractivo. No es sorprendente que los niños que han sido víctimas de negligencia o abusados se perciban a sí mismo como dañados o no atractivos en sus dibujos.

Otros dibujos de niños deprimidos pueden reflejar sus propias conductas auto-destructivas y sentimientos de fracaso. Un niño de 8 años actuaba su frustración por la separación de los padres (había sido ingresado en un centro de acogida) mediante encopresis. Este niño dibujó un coche de carreras bien detallado emitiendo una amplia humareda del tubo de escape. Aunque los coches de carreras son un tema típico que aparece en los dibujos de los niños, el humo negro fue notablemente profuso. Este humo sugirió a la psicóloga que podía reflejar la expansión de las heces (el niño extendía sus heces por el centro de acogida) El no sólo se sentía deprimido y frustrado por su situación familiar, sino también por su encopresis, así como avergonzado por lo que había estado haciendo.

El coche de este niño es una metáfora de su problema, pero es una imagen, digamos benigna, comparada con otra violenta imaginería que puede observarse en niños seriamente deprimidos.

jueves, 30 de julio de 2009

"Del suicidio no se habla..."

Traigo aquí una reflexión que no deberíamos pasar por alto y que la realizó el profesor Gualberto Buela-Casal en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco, que como ya sabéis se celebraron la pasada semana en San Sebastián. Me refiero al curso –del que ya hablamos en una entrada anterior- titulado: La depresión: prevención, evaluación y tratamiento.

El profesor Gualberto, dentro de la mesa redonda titulada: La depresión: ¿es el precio que tenemos que pagar por la calidad de vida en el primer mundo o es algo que siempre se ha dado en la humanidad?, lanzó a los presentes los siguientes datos que dan que pensar:

España ocupa, dentro de los países de la Unión Europea, el tercer puesto, por la cola, en víctimas por violencia doméstica. Y tenemos una ley desarrollada para proteger a las personas que la padecen. Con respecto a las víctimas por ataques de perros de los denominados peligrosos, la estadística por muertes es bajísima. Y también existe una ley que regula los requisitos para la tenencia de estos supuestamente animales violentos -o entrenados para serlo-

Y todo eso está muy bien, refirió el profesor Gualberto. Pero, añadió, en España, después de las muertes en carretera -unas tres mil y pico personas al año, una barbaridad- le siguen las muertes por suicidio: 3.000 personas al año se quitan la vida. Y de esto no se habla en los medios de comunicación, siendo la
cifra altísima, otra barbaridad. Y, continuó el profesor, por lo que él pueda conocer –se supone que mucho porque es catedrático de psicología por la Universidad de Granada- nadie está investigando acerca de por qué tantas personas deciden poner fin a sus vidas.

Añadió que, entre los afectados por cánceres terminales, se producen muchas muertes por suicidio. Y, en la única investigación que él conoce, se señalaron las creencias religiosas como el principal freno para no cometer un acto suicida.

¿Qué diríamos si los telediarios abrieran con entradillas dando el número de personas que se han suicidado cada día? Nos llevaríamos las manos a la cabeza ¿Por qué es algo de lo que no se habla?

Es necesario abordar este tema directamente con las personas depresivas porque se sabe que hablar con alguien de su deseo de poner fin no hace que se suicide, sino todo lo contrario: ponerlo en palabras baja el nivel de angustia asociado y se reduce la probabilidad de que se cometa el fatal acto de poner fin a una vida.

lunes, 16 de febrero de 2009

Rachmaninov, la belleza tras la superación

De vez en cuando me gusta hablar sobre personalidades que se han distinguido por sus recursos para enfrentar adversidades, calamidades, enfermedades, sucesos vitales… En fin, avatares diversos de la vida que nos ponen a prueba. Nos desafían, ponen en solfa lo que hasta entonces era una existencia más o menos en equilibrio. Lo que los autores especialistas en resiliencia (capacidad para resistir los impactos negativos y/o traumáticos de la vida) nos enseñan, y lo que también nos aportan multitud de experiencias de vida duras padecidas por muchas personas, es que el ser humano es mucho más fuerte psicológicamente de lo que nos podíamos pensar. Hay personas que nos sorprenden gratamente al ser capaces de mantenerse equilibradas ante las adversidades de la vida, e incluso son capaces de aprender de la experiencia y extraer cualidades que hasta entonces eran insospechadas. El listado de personas y personajes ilustres de la historia que son ejemplo de ello es amplio. A mi me gusta referirme normalmente a gentes del mundo de la música, la literatura, el arte… En fin, intelectuales. Porque la experiencia adversa que marcó sus vidas la transformaron resilientemente en fuerza creadora de obras de gran belleza. Hoy quiero disertar en torno a Rachmaninov. Este músico ruso presenta una historia que destaca por la superación de una depresión tras el fracaso de su primera sinfonia (sufrió duras críticas) y una serie de problemas personales (no poder casarse con su prima por el veto oficial que la Iglesia Ortodoxa le impuso) Una vez más, el encontrarse con una persona que le ayudara y le apoyara para salir adelante (el Doctor Nikolai Dahl, quien hizo una psicoterapia con él y su familia) le permitió descubrir en su interior recursos resilientes que le condujeron a la superación de la depresión y el bloqueo mental que le impedían componer. Casi había pensado dejar la composición cuando la experiencia terapéutica reparadora le reestableció y gestó una gran joya musical: El Concierto para piano nº 2, que fue un éxito de crítica y público, encumbrando a Rachmaninov al lugar que le correspondía: El Olimpo de los dioses musicales. Cuando uno escucha este concierto y ha leído antes la biografía de Rachmaninov, no puede evitar pensar, quizá condicionado, que en esta obra se pone de manifiesto una arrolladora vitalidad fruto de una experiencia de renacimiento. Rachmaninov rompe su bloqueo mental con una inusitada fuerza expresiva, pues el Concierto nº 2 es de una inmensa belleza. Hay momentos sumamente románticos, otros de tensión, otros de calma… Es como si estuviera condensada la liberación de las cadenas del sufrimiento psíquico en una obra musical extraordinaria. Os recomiendo que la escuchéis y que os dejéis invadir placenteramente por la misma, es una experiencia altamente gratificante. Es muy difícil de describir con palabras, es realmente inefable. Os pongo más abajo un fragmento del concierto. También os recomiendo leer esta entrada del blog de elcuervolopez dedicada a Rachmaninov. En ella da una explicación detallada y con muchos matices de esta composición musical, al tiempo que bucea en la biografía del genial músico ruso de una manera más extensa. http://elcuervolopez.blogspot.com/2008/04/rachmaninov-concierto-para-piano-n-2.html

sábado, 22 de noviembre de 2008

Charla-coloquio en el Colegio Marianistas de San Sebastián sobre el duelo en el desarrollo evolutivo de los niños

Por segundo año consecutivo, los padres y madres de familia del Colegio de los Marianistas de Donostia, tuvieron a bien invitarme a impartir una charla, para posteriormente mantener un debate conjunto.

Este año la charla se centro en el tema del duelo en los niños. Se abordaron los siguientes puntos: qué es el duelo, cómo se manifiesta en los niños, cuándo podemos hablar de duelo complicado y qué ocurre cuándo hay ausencia de manifestaciones. Al mismo tiempo, se dieron pautas sobre cómo acompañar a los niños en distintas situaciones de duelo a lo largo del ciclo vital a las cuales pueden estar expuestos: la muerte de seres queridos, la separación de los padres y los niños que experimentan múltiples pérdidas.

Se inicio la charla subrayando que el duelo es una experiencia normal ante una pérdida, que precisamos expresar el dolor y elaborar la pérdida. Aunque hay personas que no precisan esa liberación y por ello no son raras ni nada parecido. Hay tantas reacciones al duelo como personas.

Se expuso cómo los niños responden ante una pérdida: con ira, con culpa, con alteraciones del comportamiento y manifestando regresiones (conductas de etapas anteriores a las cuales regresan, transitoriamente, como chuparse el dedo u orinarse en la cama) Hay niños que van a exteriorizar las reacciones y otros que van a dar una respuesta interiorizada.

Se puso el acento en lo que la corriente de la psicología positiva preconiza: la ausencia de manifestaciones y el mantenerse equilibrado ante un evento potencialmente traumático no implica nada negativo, sino que puede sugerir todo lo contrario: que la persona es resiliente (concepto que significa la capacidad de resisitir con equilibrio los impactos duros de la vida) y capaz de mantenerse estable pese al impacto. Y que algunas personas pueden, incluso, beneficiarse de la experiencia y aprender de ella. Ahora bien, cuando se trata de niños, es casi matemático que adultos resilientes, niños resilientes.

El debate fue animado, con numerosas intervenciones, de altura, donde los presentes pudieron exponer sus dudas, inquietudes, experiencias… y compartirlas. Un tema difícil de verbalizar al que hay que perderle el miedo y enfrentarlo, pues tarde o temprano todos viviremos experiencias de duelo. Y hay que preparar a los niños para ello.

Agradezco a toda la comunidad escolar de los Marianistas la invitación, la excelente acogida dispensada y el alto grado de participación
.

lunes, 15 de septiembre de 2008

"Lo comprendo, pero no lo acepto"

Esta semana he tratado con algunas personas cercanas a los 60 años que perciben próxima su jubilación. La mayoría están en plenitud de sus facultades y podrían continuar aportando mucho a sus empresas. ¡Qué mucho, muchísimo!: experiencia, sabiduría, templanza… Pero a las empresas parece no interesarles estas virtudes. Poco a poco conviven con jóvenes, muy preparados. Y éstos, claro, hacen las cosas más rápido, conocen el funcionamiento de las tecnologías con más detalle, están dispuestos a “comerse el mundo...” Con este panorama, al no ser valorados, las empresas preparan el terreno para que puedan anticipar su jubilación, proponiéndoles jugosas indemnizaciones, una forma de animarles a dejar su puesto a otro.

En una situación así, se resiente la autoestima. Todos somos capaces de comprender que hay que dejar paso a los más jóvenes, pero nos cuesta aceptar que tenemos que terminar nuestra vida laboral, sobre todo cuando nos percibimos en plenas facultades y pensamos que nuestras cualidades podrían canalizarse a través de otros puestos. Pero parece que los empresarios optan por animar a los trabajadores a acogerse a una indemnización más o menos sustanciosa para que dejemos paso. Y es ese dejar paso el que nos cuesta aceptar. La aceptación conlleva un nivel emocional, es más profundo que la comprensión racional. Porque supone conectar con el fin de una etapa de la vida y puede situarnos en crisis, al tener que acomodarnos otra nueva etapa que desemboca en la jubilación y, con ella, la vejez.
Si nos preparamos para ese cambio y encontramos espacios en los cuales desplegar nuestras cualidades, nos seguiremos sintiendo útiles y productivos, necesidad que acompaña a muchas personas durante su vida. Y de ese modo, esa crisis de adaptación será afrontada y resuelta de un modo más saludable.

¿Interesan las personas mayores? Parece que la vejez no vende y no interesa porque se asocia a decrepitud, enfermedad... y muerte. Son conceptos tabú hoy en día. Interesa la juventud y comprar la inmortalidad. Vende más, y tanto vendes tanto vales, como critica Aute en una de sus magistrales canciones, La belleza

Creo que tenemos que recuperar a estas personas y ofrecerles espacios en los que puedan enriquecer a los demás con su sabiduría. Uno conoce gran cantidad de personas de edad, auténticas eminencias en muchos temas, que serían socialmente útiles, y que están marginadas.

Una lástima.

martes, 15 de julio de 2008

En verano, mejor ánimo

Así parece ser para algunas personas, particularmente para las que padecen trastornos depresivos. La luz juega un papel en los síntomas depresivos; algunos estudios en los que se sometía a pacientes a exposiciones prolongadas de luz mejoraban, con respecto al grupo control, de sus síntomas. En la práctica clínica, nuestros pacientes nos expresan también que en verano se sienten mejor: la luz, el buen tiempo… invitan a salir más, a relacionarse, a estar en movimiento, etc. Y todo esto son antídotos, conductas incompatibles, con estar deprimido. Hay pacientes que tienen lo que llamamos un patrón estacional: al llegar el otoño, con la caída de la luz, empeoran ineluctablemente.

El verano es una buen época para el ánimo, cierto. Pero en psicología de la conducta se sabe que -a pesar de todas las trabas que se le quieran poner a este planteamiento, tildándolo de artificial- si una persona se activa conductualmente, se produce una mejoría de su estado afectivo-emocional. De hecho, está surgiendo toda una línea de terapia basada exclusivamente en activar conductualmente a un sujeto deprimido.

“Es que no tengo fuerzas” “Nada me apetece” “Sólo quiero estar en la cama” Son frases que a menudo se escuchan de las personas deprimidas. Yo les suelo animar a que hagan una programación de actividades. En realidad se sienten tan mal como dicen, sí. Pero, a la par, trato de hacerles ver que haciendo actividades, aunque al principio parezca que están levantando una piedra del esfuerzo extra que les supone, al rato se van a sentir muchísimo mejor de sus síntomas, especialmente de ánimo y de los síntomas psicosomáticos.

Antes hay que hacerle consciente al paciente de que esas verbalizaciones pueden estar distorsionadas, pues cuando padecemos una depresión presentamos un sesgo cognitivo, como un filtro, que nos hace percibir de manera negativa a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Una vez que se cuestionan, se refutan los pensamientos disfuncionales (“es que no tengo fuerzas”, etc.) y se le hace ver a la persona que puede que se sienta mucho mejor si hace cosas gratificantes, se comienzan con las actividades: pasear, ir al cine, comerse unos pinchos… Tienen que ser súper gratificantes. Como se dice en uno de los vídeos que podéis ver en este blog, el optimismo se puede generar si somos con nosotros mismos un poco hedonistas.

Así que, ánimo para todos y a hacer actividades placenteras, especialmente los que padecen trastornos del estado de ánimo. Y en buena compañía, mejor. Un paciente que acude a mi consulta, cuyo nombre obviaré por mantener el secreto profesional, no creía en esta terapia. Hoy es el día que agradece haberse puesto en marcha, pues ha conseguido mejorar notablemente de sus síntomas y recuperar el ánimo. Para él, levantarse y pasear por Donostia se ha convertido en una parte imprescindible de su vida para lograr bienestar.

lunes, 14 de julio de 2008

Verdi, una historia de resiliencia

La vida de Verdi es un ejemplo más de cómo, desde el sufrimiento, puede construirse la resiliencia o capacidad de resistir el impacto de los traumas. ¿Por qué unas personas con sucesos de vida muy duros y dramáticos logran desarrollar la capacidad no ya de supervivir si no de vivir (esto es, alegría de vivir), y otros, en cambio, caen en las simas de la depresión, las drogas, la marginalidad o cualquier otra forma de destrucción? Todavía no se conoce al cien por cien por qué, pero algunos autores, como Boris Cyrulnik, a través de sus libros (por ejemplo, Los patitos feos) nos enseñan cómo se trabaja esa capacidad. Pues, desde luego, no surge desde la nada. Brota del interior, pero también ha de apoyarse en personas. Lo más importante es contar con un tutor de resiliencia, alguien que te acompañe y te ayude a enfrentar el sufrimiento de sentirse maltratado, dañado, vejado… Ayer estuve viendo en DVD la biografía de Verdi y me impactó la enorme fuerza vital de este genio de la música. Nadie le ayudó en su carrera musical ni en fraguarse un nombre, a excepción de su suegro que le apoyó económicamente de manera incondicional. Y su mujer, a menudo olvidado su gran papel en las biografías, quien se constituyó en sus inicios en un enorme sostén hasta que… falleció. Pero es que, anteriormente, habían muerto prematuramente también los dos hijos que Margarita, su esposa, le había dado. Una página poco conocida de la vida del compositor italiano. Verdi tenía que componer música bufa para un libreto justo después del fallecimiento de su esposa, duelo sumado a los dos anteriores de los hijos… Y fue un enorme fracaso. ¿Cómo conectar con el humor cuando las entrañas duelen? Decidió que nunca más compondría. Se sumió en una profunda angustia, en un hondo sentimiento depresivo durante tres largos años. Parecía que tenía todo a favor para dejarse arrastrar por un adormecedor de los sentimientos (alcohol, drogas…) o para llevar una vida errática fantasmal. Pero no. Hizo el duelo, y en plena lucha contra su dolor, el empresario musical de La Scala le pidió que musicara el libreto de Nabucodonosor. Aunque al principio a regañadientes, sus sentimientos intimaron con el contenido de esta historia en la cual el pueblo de Israel lamenta su esclavitud, el famoso Va pensiero. Sin, quizá, ser consciente, transformó su rabia y dolor emocional en una obra que conectó con el sentir del pueblo y le catapultó a la fama. El también musicaba el dolor por la esclavitud a la cual le tenía sometida su depresión. Los italianos vivieron el Va pensiero como un canto contra la opresión extranjera que vivían. Posiblemente Verdi –y esto es sólo una especulación propia- se liberaba, al fin, de la opresión de las puñaladas emocionales que la vida le había clavado. Quizá también ayudó que, por aquel entonces, la soprano que cantaría esta ópera comenzaba a enamorarle…


En este enlace podéis escuchar on line el Va pensiero.


jueves, 19 de junio de 2008

"Estoy asediado"

Así me definía en la consulta, la pasada semana, cómo se sentía una persona que padece obsesiones.

Las personas que padecen obsesiones, o lo que las clasificaciones diagnósticas llaman Trastorno Obsesivo-Compulsivo, padecen un cuadro que genera en ellas alta ansiedad y un grado de deterioro de su actividad considerable, pues sus contenidos interfieren notablemente en su vida cotidiana.

Esta semana un paciente me hablaba de la incomprensión que recibe incluso por parte de los más allegados, que piensan que es una cuestión de voluntad. Todo esto aumenta más su culpabilidad y su desánimo. Es un trastorno, y como tal requiere tratamiento. Nadie culpa a un paciente por tener dolor de estómago; pues tampoco se debe culpar a una persona por padecer obsesiones.

Vivir con obsesiones es una tortura que solo lo saben quienes lo padecen. En contra de su voluntad, y aún sabiendo que es absurdo, se pueden enfrascar y quedar atrapados por un pensamiento, imagen o impulso; los contenidos son muy variados: limpieza, orden, simetría, cuestiones sexuales, identidad y las cosas más absurdas que uno se pueda imaginar (por ejemplo contar hasta 100 primero de dos en dos y a partir del número 50 de tres en tres, como le pasaba a una persona… Y así varias, incluso muchas, veces)

El pensamiento (o la imagen, el impulso o el deseo) asedia la cabeza de la persona, como dice el paciente de mi consulta.
Las obsesiones peores son las de contenido autolítico, como por ejemplo, pensar repetidamente en que uno va a suicidarse o hacerse daño. O hacer daño a sus seres queridos.

Normalmente, la persona hace esfuerzos por quitarse estas imágenes de la cabeza, por poner fuera de ella los deseos y/o el impulso de hacer/decir algo que se teme mucho y genera alta angustia. Y para ello, la mente crea pensamientos o imágenes cuyo fin es neutralizar ese pensamiento o impulso. Por ejemplo, si pienso en que me tiraré por la ventana, repetirme constantemente lo contrario. Cuanto más esfuerzos se hacen para neutralizar el pensamiento obsesivo, con más fuerza se instala el mismo. La persona queda atrapada en una espiral difícil de salir que le crea enorme confusión, pues ya no sabe discernir entre contenido obsesivo, contenido normal o pensamiento que pretende abortar o cortar la obsesión. Mucho tiempo puede dedicársele a los contenidos obsesivos, de modo que la vida social, laboral y familiar puede verse seriamente afectadas. Al final, el desánimo hace mella en la persona, que se deprime ante semejante sufrimiento.
Otro tipo de compulsiones son las denominadas motoras: limpiar (barrer, por ejemplo, meticulosa y ordenadamente, incluso casi sobre limpio); ordenar los efectos personales según un ritual (el caso de una señora que pasaba horas para doblar simétricamente sus faldas) La obsesión es una sobrevaloración de virtudes, así como un temor irracional a que pasen consecuencias temidas (contaminarse o infectarse si no se limpia a conciencia) si no se hace de acuerdo a un protocolo rígido e inflexible. La compulsión sería la conducta motora que se pone en marcha para calmar la ansiedad: en el ejemplo de la obsesión por la limpieza, el acto en sí de barrer de acuerdo a unas pautas fijas llamadas rituales. Estos rituales aliviarían a corto plazo el malestar, pero a largo plazo instalan y agravan el problema.

Desde aquí pedimos comprensión para estas personas. Es cierto que también, en ocasiones, hacen sufrir a quienes les rodean, pero los primeros afectados son ellos. Hay que tratar de hacerles comprender que tienen un problema y dirigirles a tratamiento. La medicación es necesaria sobre todo cuando los síntomas cursan con alta angustia y el cuadro se complica con depresión u otros trastornos. El abordaje psicológico es imprescindible, pues aportará a la persona estrategias conductuales para enfrentar las obsesiones. Una vez que se ha conseguido la mejoría, será necesario revisar la propia vida y la personalidad (habitualmente suelen ser personas muy rígidas, disciplinadas, racionales, que constriñen sus emociones, hipermetódicas, categóricas y estructuradas en compartimentos, que sobrevaloran virtudes y que tienen una conciencia muy estricta; también pueden ser muy controladores) para trabajar aspectos de la misma que favorecen las obsesiones.

martes, 6 de mayo de 2008

La muerte de un ser querido

Es uno de los acontecimientos vitales más dolorosos que existen, pero forma parte inexorable de la vida. Cuando lo vivimos en propia carne, es cuando lo hemos experimentado, y por lo tanto, es cuando sabemos y conocemos de qué hablamos. Quien haya perdido un ser querido (padres, abuelos, tíos, hijos, primos, amigos…) sabe muy bien a que me estoy refiriendo.

No hay ningún ser humano que pueda escapar del manejo, tarde o temprano, de la experiencia de la muerte de alguien afectivamente cercano. La muerte no es algo sobre lo que podamos reflexionar con libertad; es un tema tabú, tanto como lo fue el sexo en su tiempo. Cualquiera que hable del tema en una reunión, será tachado de transmitir “mal rollo”. Incluso se ha apartado a los niños de la experiencia de la muerte de las personas. Los tanatorios son los lugares destinados a este fin, confinados en las afueras de las ciudades, lejos, para no contactar con lo que simbolizan. Por eso está aflorando un tipo particular de trastorno en nuestros días: El de Evitación Experiencial, que surge como consecuencia de la labor educativa de privar a las personas de experiencias que necesitan para su desarrollo psicológico: vivir la frustración, experimentar el duelo, tener un fracaso…

Con la palabra duelo nos referimos en psicología al proceso de elaboración mental de la persona perdida o de una pérdida en general. Tradicionalmente se consideraba que este proceso tenía unas fases delimitadas: un primer momento de shock; un segundo momento de toma de conciencia y rebeldía, de negación y rabia; para, finalmente, pasar a la etapa de la resolución: la aceptación de la muerte y de la pérdida de la persona. Todo más o menos en un periodo de tiempo equivalente a dos/tres meses, como mucho.

Sin embargo, constatamos en la práctica que no hay un guión definido para nadie. Hay gente que no pasa por esas etapas. O se alargan más unas que otras. Lo que sí está claro es que la muerte debe ser elaborada, cada individuo cuenta con una manera de hacerlo, con sus conductas; el dolor se hace más tenue con el tiempo, más soportable, te dicen algunas personas. Pero nada es como antes, aunque lleguemos a conseguir adaptarnos.

Otro de los mitos es que, quien no exteriorice el dolor, no está llevando un proceso psicológicamente sano. Tampoco es cierto. Hay personas cuyo mecanismo para enfrentar un suceso de tal magnitud es la soledad, o pasear…

En cualquier caso, contar con apoyo emocional y familiar, hablar cuando se pueda y se quiera hablar, esforzarse por llevar un estilo de vida lo más normalizado posible (hay que luchar contra la culpa de que quien reanude su vida se olvida del fallecido), manejar el dolor y estar atento a posibles complicaciones (no se entra en depresión sí o sí cuando alguien muere; el duelo es una vivencia por la que hay que pasar y tiene un carácter normal)

Luego, se analiza cada caso en particular porque cada mente y cada cerebro son únicos y procesan las experiencias de una manera propia, idiosincrásica. Y distintas las circunstancias de cada pérdida. El tratamiento psicológico está para quien no puede sobrellevar una experiencia de este tipo, se siente desbordado. Pero hay que vivirla con la convicción de que el ser humano tiene más resistencia al trauma de lo que pensamos.

Para profundizar en este tema, recomiendo este libro: Optimismo inteligente, de María Dolores Avia y Carmelo Vázquez.