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jueves, 11 de enero de 2018

Presentación del libro "Apego y psicopatología. La ansiedad y su origen", de Manuel Hernández, en Bilbao, 25 enero 2018



El miércoles 25 de enero, a las 19,30h
Librería Casa del Libro
Alameda de Urquijo, 9
Bilbao

Manuel Hernández presentará su libro

"Apego y psicopatología: La ansiedad y su origen"



Tendré el placer de acompañarle en el acto de presentación, y gustosamente os invitamos a que lo compartáis con nosotros, aprovecharemos la ocasión para hablar de los temas que tanto nos apasionan y para felicitar y honrar a Manuel Hernández.


lunes, 18 de diciembre de 2017

"De la neurobiología a la psicopatología: la ansiedad y su origen", por Manuel Hernández Pacheco, psicólogo y psicoterapeuta.



Diez meses, diez firmas III

Profesional invitado en el mes de diciembre 2017: 

Manuel Hernández Pacheco

Título de su artículo: 

"De la neurobiología a la psicopatología: la ansiedad y su orígen"

Manuel Hernández y yo nos seguíamos -y seguimos- en las redes sociales. He tenido noticia de su trabajo y propuestas teóricas y metodológicas en terapia desde hace tiempo. Me impresionaron. No hace mucho, en el Congreso Europeo EMDR celebrado en julio en Barcelona, pudimos, al fin, conocernos en persona y departir juntos sobre los temas que a ambos nos apasionan: el apego, el trauma, la ansiedad... Manuel Hernández es una enciclopedia psicológica y biológica andante. No en vano su pasado de librero y su vocación por estos temas le han hecho devorar cientos de libros. Me encantó aprender con él, y conocer de primera mano, el pasado octubre, en A Coruña, en el marco del Congreso de la International Attachment Network Iberoamericano, su modelo para entender la ansiedad y sus orígenes llamado por él mismo PARCUVE, el cual presentó allí, y sobre el que nos habla en el post que tenéis a continuación. Le propuse escribir en Buenos tratos y... ¡no vaciló! Al contrario, aceptó con gran interés y placer. Es un lujo que un profesional tan acreditado y experto como Manuel Hernández nos regale este artículo sobre la ansiedad y sus orígenes, le doy las gracias de corazón en nombre de todos/as. Manuel Hernández es la firma que cierra, brillantemente, con este post, el año 2017. Si necesitáis sus excelentes servicios profesionales, ejerce en su consulta sita en Málaga. Para conocer su web, haz click aquí.

Manuel Hernández Pacheco. Mis orígenes académicos fueron como Biólogo y posteriormente como Psicólogo, licenciándome de las dos en la Universidad de Málaga. Ambas disciplinas se unieron cuando descubrí el mundo del apego (en gran parte gracias a José Luis) a relacionar los primeros años de vida del niño con la neurobiología y la importancia de los cuidadores como forma de ayudar a un desarrollo sano del cerebro del niño.

Quiero agradecer lo primero a José Luís Gonzalo su generosidad al ofrecerme este espacio para compartir mi pasión con todo lo relacionado con el cerebro y la psicopatología y la oportunidad de poder hablar mi libro recién publicado por Desclée. 

Estos primeros años son los cimientos sobre los que se va a construir la psique del niño (construyendo sobre esta posteriormente de adolescente y adulto). Voy a explicar cómo los primeros años de vida van a ser muy importantes cuando el edificio se haya construido y haya circunstancias que pongan en peligro su equilibrio y solidez.

El niño nace con unas emociones básicas o primarias que tienen un origen genético y posteriormente a medida que descubre el mundo, acompañado de sus cuidadores y figuras cercanas, va a ir perfilando estas emociones dando lugar a lo que conocemos como carácter o personalidad. Haciendo una metáfora podemos comparar al niño cuando nace con un ordenador que trae incorporado en el disco duro un sistema operativo (por ejemplo, Windows) que nos ayuda a encender y poder empezar a trabajar con el ordenador, pero seremos nosotros con el paso del tiempo los que iremos añadiendo (o eliminando) programas que consideremos útiles para nuestras tareas u ocio. Desgraciadamente, a lo largo del tiempo, en este ordenador también pueden instalarse virus o troyanos que interferirán con el funcionamiento normal. En los humanos a estas anomalías en el funcionamiento normal las llamaríamos psicopatología.

El disco duro del niño (perdonen que abuse de la metáfora, pero creo que ayudará a hacer más ameno el texto) viene programada con siete emociones básicas que según Panksepp (un neurobiólogo recientemente fallecido) son: Pánico (separación afectiva), miedo, rabia, cuidado, lujuria, juego y búsqueda. Si se fijan las tres primeras son desagradables y no nos gustan, pero forman parte del pack porque son las que permiten defendernos de lo que consideramos negativo mientras que las otras cuatro son positivas y nos ayudan a buscar lo que nos atrae. Vamos a quedarnos con las tres primeras, porque desgraciadamente a los psicólogos nadie viene a decirnos lo bien que se sienten, eso se lo dejamos a los enamorados.

Las tres emociones primarias o innatas que me interesa resaltar son:

Pánico: Este circuito innato Panksepp lo llamo así porque está muy relacionado en adultos con los ataques de pánico. Se activa cuando nos sentimos solos o con miedo y no hay ninguna figura de seguridad cerca. Por ejemplo, imagina que una perra ha tenido una camada de perritos y te encaprichas de uno y decides llevártelo. Al principio el perrito empezará a gemir y gritar de forma lastimosa (es lo que llamamos el grito de apego), pero tú lo acariciaras, lo mimaras, le darás el biberón y el perrito se irá tranquilizando y te elegirá como su nueva figura de apego ( y tú a él). No importa el tiempo que pase, cuando no estés con él el perro se sentirá triste y contento cuando vuelva a verte.

Hay diferencias entre los animales (los mamíferos, porque los reptiles no lo tienen) y los seres humanos, y es que en nosotros este circuito se activa cuando nuestras figuras de apego no están físicamente (porque me han ingresado en un hospital o me dejaron internado en un colegio) y cuando no están disponibles emocionalmente (porque mi madre está muy ocupada o deprimida). 

Abandono emocional puede ser porque mis figuras de apego están deprimidas, o discutiendo todo el día entre ellos o porque mi abuelo murió y mi mama se puso mala de la pena, o porque enfermaron de algo grave… El circuito del pánico se activará de forma muy intensa porque el abandono sea prolongado en el tiempo o porque sea muy intenso.

Cualquier situación de amenaza o miedo relacionada con las figuras de apego activa este circuito, ya sea por abandono o negligencia, abusos físicos, psicológicos o sexuales. Multitud de situaciones pueden hacer que se dispare, porque mi madre me cuenta y me hace hacer cosas que no corresponden a mi edad, o porque veo violencia en mi casa, porque tengo que cuidar y proteger a mis hermanos de una forma excesiva para mi edad, etc…

Miedo: El circuito del miedo es filogenéticamente más primitivo que el anterior (y si lo compartimos con los reptiles), aunque se puede confundir con el del pánico son diferentes y utilizan sustancias, órganos y circuitos cerebrales diferentes. 

El miedo se relaciona directamente con el circuito del dolor y la ansiedad, podemos tener miedo a los aviones, a las jeringuillas o a las alturas… Este circuito cerebral (a diferencia del pánico), se calma con ansiolíticos (benzodiacepinas).

Cuando se activa el circuito del miedo nuestro cerebro automáticamente desarrolla actividades relacionadas con la rabia.

Rabia: Este circuito se vincula a todo lo que significa lucha/huida, es una emoción claramente defensiva que sirve para conseguir dominio y estatus y para poner límites. Como dije anteriormente siempre que hay rabia hay miedo y siempre que hay miedo hay rabia.



Esta emoción tiene una particularidad y es que puede ir hacia dentro, es decir inhibirse, por ejemplo, porque no queremos ser una carga o preocupar a los seres queridos o porque si la expresamos pueden pegarnos o insultarnos y hablamos de “rabia inhibida” “fría” o “parasimpática”. 

Esta rabia que aprendemos a guardarla en la infancia hará que tengamos rasgos de personalidad cercanos al apego evitativo, es decir evitaremos mostrar nuestras necesidades y aprenderemos a huir de situaciones que puedan resultar conflictivas o dolorosas. Pero también puede ir hacia fuera y hablamos de “rabia expresada” “caliente” o “simpática” y si sale con demasiada frecuencia tendremos tendencia a tener un apego ansioso, mostraremos enfado, rabia y queja constantemente como forma de sentirnos vistos y/o entendidos.

En una persona equilibrada estas dos formas de rabia se alternarán de forma adaptativa y hablaremos de apego seguro, pero si se expresan de forma exagerada o inadecuada entonces hablaremos de apego desorganizado. Es un poco confuso, pero en un gráfico se verá mejor

Estas emociones de las que hemos hablado hasta ahora las compartimos con todos los mamíferos, pero hay lo que conocemos como “emociones secundarias” que solo poseemos los seres humanos estas pueden ser el orgullo, la avaricia, la lujuria, la ambición y las que nos interesan más ahora la culpa y la vergüenza.

Estas dos emociones secundarias aparecen en el niño como forma de sentir algo de control en sus relaciones con sus cuidadores. Todos los seres humanos tenemos estas emociones, cuando están en un nivel óptimo son adaptativas, pero si son muy intensas se vuelven patológicas. 

Los niños que han tenido en la infancia un apego inseguro desarrollan emociones y sensaciones patológicas como forma de adaptarse a las circunstancias de sus cuidadores. Al sentir que las personas que tienen que cuidarles y protegerles son una fuente de amenaza y miedo entran en una paradoja irresoluble. A veces, es porque esas figuras nunca están disponibles o no existen como en niños abandonados, aunque luego sean adoptados y vivan en una familia normal el daño estará hecho y estas sensaciones de miedo y rabia pertenecerán a su ADN emocional.

Sentir que soy malo o que no valgo, hace sentir que todavía hay algo que puedo hacer por cambiar las cosas y sobre todo eximo de responsabilidad a mis padres, puesto que el vínculo de apego en un niño es prioritario sobre cualquier otra cosa. (Esto es así porque ningún mamífero puede vivir sin sus cuidadores en la infancia, al percibir que se activa el circuito del pánico se siente como que está en juego la supervivencia).

Todas estas emociones juntas dan lugar a un modelo que he creado que relaciona la neurobiología y la psicopatología y lo he llamado PARCUVE, ya que relaciona el pánico, la ansiedad, la rabia, la culpa y la vergüenza.




Un apunte que quería hacer sobre la culpa y la vergüenza, es que mientras la primera solo está en nuestro pensamiento (es verbal) la otra es somática, es una sensación que primero sentimos y luego interpretamos. Esto va a tener mucha importancia en todo lo relacionado con la psicopatología, pero excede lo que quiero explicar aquí. Si queréis conocer más detalles podéis encontrar más información en mi libro "Apego y psicopatología" Ed. Desclée de Brouwer.

Portada del libro de Manuel Hernández Pacheco
donde profundiza en su modelo PARCUVE
para entender la ansiedad y su origen.

Todo lo que he hablado hasta ahora ocurre en la infancia, que como hemos visto es una etapa vital para el niño en la que para sobrevivir dependerá de sus cuidadores física y psicológicamente. Cuando llega la adolescencia va a haber un segundo nacimiento psicológico. Habrá cambios muy importantes en el cuerpo y en el cerebro, el adolescente va a cambiar su prioridad que ahora no será vincularse a sus cuidadores para sobrevivir sino encontrar pareja, amigos, pandillas es decir vincularse a otras personas.

¿Qué va a ocurrir si el adolescente debido a que en su infancia no recibió los buenos tratos adecuados se siente defectuoso, incapaz, inseguro, etc.? Pues que se sentirá inferior y en desventaja frente a otros adolescentes y buscará estrategias de control que le hagan sentir mejor no con su familia o sus compañeros sino en sustancias, sexo, rendimiento o deporte compulsivo, actividades peligrosas, etc. También puede desarrollar trastornos de personalidad que son inadecuados para las nuevas circunstancias, pero ¿Qué puede hacer un adolescente cuando no aprendió otras de niño?



En mi opinión el origen de la mayoría de las patologías psicológicas son intentos del cerebro de regularse en condiciones de inseguridad, buscando estrategias de personalidad o de control que, aunque en un primer momento resultaron adecuadas por las circunstancias que vivió, pero con el tiempo se vuelven inadaptadas y patológicas.

Voy a poner un ejemplo que creo que ayudará a que todo esto se entienda mejor:

Laura es una paciente de 30 años que tiene bulimia, se da atracones y vomita cada vez que tiene una ruptura amorosa. Cuando hacemos la historia clínica vemos que tuvo un padre muy trabajador, pero siempre ausente y una madre que cuidaba de ella, pero era fría y distante. Recuerda su infancia como de mucha soledad, y que pasaba muchos ratos viendo series de televisión y comiendo. 

Cuando llego a la adolescencia se sentía diferente e inferior a las otras niñas porque se veía un poco más gordita. No tenía éxito con los chicos y cada vez que se sentía rechazada (vergüenza) comía compulsivamente (lo mismo que hacía de pequeña cuando se sentía sola) y luego se sentía culpable y vomitaba. Esto que en la adolescencia fue una forma de evitar el malestar quedo grabado en su cerebro como una forma de reducir el malestar y la vergüenza quedó grabada y con el paso de los años se ha convertido en un grave problema.

La terapia consistió en buscar esos momentos de soledad, culpa, vergüenza, y hacerle sentir que la comida no era una solución, pudiendo ayudarla a encontrar nuevas maneras de regular la ansiedad.

Siguiendo con la metáfora del ordenador durante la terapia, vamos a reprogramar la información que está guardada en el disco duro del paciente (creencias erróneas, emociones y sensaciones inadaptarías, comportamientos lesivos, etc..) y vamos a ayudar a aprender nuevas variables que sean sanas y adecuadas a las circunstancias.

Para lograr esto el terapeuta debe convertirse en una nueva figura de apego que ayude al paciente a sentir seguridad y así poder cambiar los aprendizajes que en su momento fueron necesarios para poder sobrevivir pero que ahora resultan patológicos. Revivir emociones y recuerdos del pasado resulta doloroso y difícil por eso es tan importante que el terapeuta y el paciente establezcan una fuerte alianza para poder soportar el dolor que en su momento no pudo ser tolerado porque no había nadie para sostenernos.


lunes, 4 de julio de 2016

Dos post en uno: vínculo amoroso en la adolescencia en menores con historias de vida traumáticas / Felices vacaciones de verano, Buenostratos regresa en septiembre de 2016.

Post 1: Vínculo amoroso en la adolescencia en menores con historia de vida traumática.

En las vinculaciones amorosas que los adolescentes establecen tenemos una oportunidad única para valorar que están escenificando con el otro. La idea de que las personas actúan su pasado en vez de recordarlo es un viejo concepto freudiano (retomado con fuerza hoy en día por una corriente psicoterapéutica denominada intersubjetiva), antes de que éste abandonara el enfoque basado en el trauma para dedicarse a la teoría sexual. 

Wallin (2012) refiere que la actuación no es sólo propia de uno de los dos miembros de la diada, sino que es una enactuación. Uno actúa en el otro y a la inversa, y juntos escenifican (o corporizan: lo sienten en su cuerpo) contenidos psíquicos que están en la mente relacionados con cómo fueron nuestras primeras experiencias de cuidado con nuestra figura de apego principal. Además de enactuar y corporizar, otra manera de expresar el pasado es la evocación. Estas son las maneras con las que los pacientes comunican lo que saben pero no han pensado ni pueden expresar con palabras. ¡Es tremendamente fascinante el funcionamiento del psiquismo humano! 

El conocimiento temprano a nivel de apego tiene que ver con estas preguntas: ¿fueron satisfechos nuestros primeros deseos -inherentes a todo bebé- de conexión emocional? ¿Los cuidados fueron empáticos, sensibles, afectuosos…? ¿Se validó el mundo emocional del niño o todo lo referido a emociones fue desechado? ¿Sufrí una pérdida de una figura de apego importante en la primera infancia y la representación de ese golpe no fue sanada? ¿Me maltrataron y abandonaron de facto mis figuras parentales y no encontré tutores de resiliencia con quienes reparar la herida emocional? ¿Cambié constantemente de cuidadores, de contextos de vida, con múltiples rupturas, sin poder reparar las disrupciones, sin poder desarrollar un sentido de mí mismo coherente a lo largo del tiempo porque nada o casi nada permaneció? Etc. Aunque el concepto de enactuación se usa para la relación paciente-terapeuta, considero que en otros contextos relacionales (pareja, educativos…) también se producen enactuaciones (Lyons-Ruth, 1999)

Si no ha habido un trabajo personal previo (e incluso, a veces, habiéndolo) los adolescentes (acogidos u adoptados, y muchas veces también los biológicos) y los adultos llegan a la edad de las primeras relaciones amorosas y en las mismas van a expresar lo que saben sobre sus primeras experiencias de apego pero no han pensado sobre ello. Los primeros chicos o chicas que les pueden atraer. En ocasiones, se sienten atraídos por un determinado tipo de perfil. Es posible que ni siquiera lo tengan reflexionado. Surge una fuerza poderosa en su interior que les impele a buscar a esa persona y estar con ella. Cuando lo reflexionan (con su persona de confianza) descubrimos aspectos fascinantes hacia los que personalmente les animo a mostrar curiosidad, pues casi siempre guardan relación con lo que esa persona ha despertado en ellos y no son conscientes. No les gusta contactar con ello porque son aspectos internos asociados a representaciones dolorosas, vulnerables… Pero trato de animarles a observar la experiencia y abrirle la puerta, mostrando curiosidad. Como dice Pat Ogden (2016) en “Psicoterapia sensoriomotriz” sana más la comunicación afectiva paciente terapeuta (mostrando empatía y receptividad) que cualquier interpretación de lo que al paciente le ocurre en su mundo psíquico.

Los adolescentes adoptados y acogidos, en general, se suelen sentir atraídos y tienen relaciones -e incluso pueden llegar a formar pareja más o menos estable- con chicos y chicas que presentan unos rasgos determinados de personalidad. A veces, las elecciones que hacen (se eligen ambos, es una fuerza de atracción mutua) no son las que van a generarles precisamente bienestar emocional. Esto suele preocupar a los padres o familias que ven en el elegido/a un peligro potencial que puede dañar a su hijo/a o contribuir a sacar lo peor de él.

En otras ocasiones, en cambio, la pareja se convierte en una figura que favorece la resiliencia. Boris Cyrulnik ha escrito un precioso ensayo sobre este tema: “El amor que nos cura”, en el que enfatiza el poder sanador que tienen las relaciones afectivas, no sólo las amorosas sino vínculos afectivos de otra naturaleza (amistad, parentesco…)

En cualquier caso, la vivencia del enamoramiento, de la atracción e impulso a estar con el otro, y el enganche (vínculo) amoroso posterior, irrumpen en la vida de los jóvenes, unos antes, otros después. Como Pablo Milanés en "Yolanda", una hermosa canción, los jóvenes sienten:


Esto no puede ser no mas que una canción
Quisiera fuera una declaracion de amor
Romantica sin reparar en formas tales
Que ponga freno a lo que siento ahora a raudales
Te amo
Te amo
Eternamente te amo
Si me faltaras no voy a morirme
Si he de morir quiero que sea contigo
Mi soledad se siente acompañada
Por eso a veces se que necesito
Tu mano
Tu mano
Eternamente tu mano







Por ello, lo que os voy a trasladar a continuación son solo ejemplos de vivencias que he tenido con los pacientes adolescentes en el marco de mi consulta, con la validez que le corresponde, sin pretender generalizar ni categorizar. Las agruparé bajo unos epígrafes. Dichas experiencias nos suceden a todos los seres humanos por igual. Tanto a los/as que tenemos -en terminología de Ogden (2016)- “un apego imperfecto aunque todavía seguro” como a los que tienen un apego inseguro. Bromberg (citado por Ogden, 2016) sostiene que la diferencia con las personas con trauma complejo y trastorno del apego es que en éstas sucede de una manera más intensa y severa y además con grandes dificultades para poder verse a sí mismos. 

Siento que te estoy perdiendo…  Así lamenta la canción de Luis Eduardo Aute. Hay jóvenes que se sienten felices al descubrir que hay otro que les ama, con quien conectan, se entienden, ríen, comparten… Llegan incluso a poder traspasar la barrera de la intimidad por la seguridad que el otro les ofrece, nunca habían vivido eso antes y con tanta plenitud. Pero… una sensación corporal de incomodidad, de ansiedad, en el pecho o en el estómago, se instala y sienten malestar… Están corporalizando probablemente, sensaciones (memoria corporal) del pasado, asociadas a la pérdida de la figura de apego y del bienestar asociado. Esa sensación que nunca se apaga del todo (si se trabaja sobre ella y sobre toda la representación puede transformarse, sin duda) relativa a que “esto bueno que tengo ahora puedo perderlo” “Algo malo hará que esto acabe” “No lo merezco, esto bueno terminará” A veces la creencia que acompaña a la sensación y a la emoción está nucleada en torno a la posibilidad de ser dañado (si el joven fue maltratado psíquicamente) por el otro: “Me harán daño” O puede estar referida a la seguridad que la relación le merece: “No me fío” Cuando los jóvenes tratan estos problemas con valentía en el marco de la psicoterapia suelen terminar diciendo que es la herida del abandono. “Estas sensaciones siempre me han acompañado y se hacen más intensas y fastidiosas cuando me embarco en una relación” Se descubre que la sensación (saber) está asociada a lo que descubren cuando reflexionan (creen que pueden ser abandonados por la pareja como lo fueron por la figura de apego) (pensar)





El amor preocupado. “Ansiedad, de tenerte en mis brazos musitando palabras de amor” Esta canción, ya antigua, refleja de una manera muy plástica el amor ansioso. Algunos adolescentes, los de tendencia ansioso-ambivalente, se acercan temprano a las relaciones amorosas. Pueden sentirse atraídos por otros chicos/as que son lo opuesto a ellos/as (o similar a ellos/as) pero también presentan heridas del pasado en relación al apego temprano. Es curioso cómo son capaces de leerse internamente, de adivinar que dentro se esconde la carencia, la vulnerabilidad, la necesidad… El personaje de la serie Dexter lo expresa de este modo cuando afirma que una chica hacia la que se sintió fuertemente atraído, con rasgos límite de personalidad, fue capaz de sondear y captar su mundo interior como nadie lo había hecho hasta ese momento. Casi hackearlo, como haría un pirata informático. Leen la carencia en el otro (saben) pero no reflexionan sobre lo que esta lectura significa (pensar) Leer la mente no es lo mismo que pensar sobre ella.





Cuando el adolescente tiene una representación mental con respecto al apego de tipo "preocupado" (en la infancia a este tipo de vínculo se le denomina ansioso-ambivalente), la enactuación, corporización o evocación que emergerá estará asociada a una experiencia insegura, de incertidumbre, de falta de alineación de estados de mente con la figura de apego, de ansiedad no calmada por lo cambiante que fue ésta en la infancia. El adolescente con rasgos de apego preocupado es romántico en la relación, extremo, pasional, puede ser posesivo y con grandes dificultades para la separación psicológica del otro. Grandes corrientes emocionales le invadirán, de ansiedad de separación, cuando no estén juntos. Temores a la infidelidad, celos intensísimos y necesidad de control pueden atormentar al joven y la relación. En algunos adolescentes el control puede conducir, por desgracia, a los temidos y reprobables malos tratos que con demasiada frecuencia suceden. Los casos de maltrato machista entre adolescentes se han disparado en el último año (por ejemplo, tómese como referencia esta noticia para la Comunidad Autónoma de Andalucía) Es por ello, de enorme trascendencia trabajar en la edad bebé y en la infancia por un apego seguro.

El adolescente preocupado recuerda al amor romántico del siglo XIX, a la exaltación de una pasión arrebatada, a la desesperación por un amor que nunca termina de saciar el voraz apetito afectivo del adolescente preocupado, de la representación mental de incertidumbre, ansiedad no calmada, de temor a la desaparición y pérdida. Y si la pérdida finalmente (a veces la excesiva ansiedad y el control que asfixia al otro/a es tan abrumadora que contradictoriamente terminan generando lo que más temen) acontece quedan deprimidos y claman como Jacques Brel en “Ne me quitte pas” (“No me dejes”) Bella pero desgarradora letra y melodía (selecciono la versión de Celine Dion):

No me abandones.
Tienes que olvidar.
Todo lo que ya ha escapado
puede olvidarse.

Olvidar el tiempo 
de los malentendidos.
Y el tiempo perdido
a saber cómo.

Olvidar las horas
que a veces mataban
a golpes de por qué
el corazón de la felicidad.
No me abandones.



“Con mis conocimientos y mis cuidados cambiará “Caradura, caradura. Porque te vas prometiendo la luna. Si después de tus besos de Judas. Te me vas, te me vas, caradura” Asi canta Rosa López, la famosa de Operación Triunfo. Una canción que refleja un tipo de chico que aún está muy erotizado por las mujeres, desgraciadamente: el  denominado popularmente picaflor.

Otro ejemplo: una amante del personaje Antoine Doinel de la película “El amor en fuga”, de Françoise Truffaut, que retrata el recorrido vital de Antoine desde que es un niño (abandonado y maltratado por sus padres y llevado a un internado) en la primera película de la saga (la famosa “Los cuatrocientos golpes”), afirma que éste necesita “una amante, una esposa, una enfermera… ¿quién puede darle todo eso?”  Para entender cómo enactúa las relaciones Antoine Doinel hay que ver esta primera película y obra maestra:





Otro más: En una ácida secuencia de otra película, una psicóloga trata a un hombre y se enamora de él. Sabe que es un infiel irredento, un narcisista inmaduro que no tiene cura pero… se ha encontrado con ella (la psicóloga) “Yo conseguiré que cambie. Lo hará por mí” Esa omnipotencia de creer podemos cambiar al otro hace que la psicóloga de la película se empareje. Con un caradura, claro. Porque el individuo en cuestión... lo habéis adivinado: le es infiel. Mientras le grita y le echa de casa, le dice: “Creí que con mis conocimientos y mis cuidados podría cambiarte pero ya he visto que estás demasiado perturbado”

Algunas jovencitas responsables (y no tan jovencitas), un tanto obsesivas, de perfil de apego que contiene rasgos evitativos, se sienten atraídas por jóvenes que son lo contrario: infieles, (a veces desorganizados y caóticos), juerguistas, inestables, ligones, pero con estilo o trastorno narcisista de la personalidad. La necesidad de estas chicas es cuidar y creer que pueden cambiar al otro. Cuidando probablemente evitan contactar con su propia necesidad de ser cuidadas (en la esfera afectiva, y de ser vistas en lo emocional) Pueden ser chicos muy zalameros y encantadores de serpientes los que les atraen (curiosamente totalmente opuestas a ellas)

La gran pregunta en el tratamiento con ellas es por qué les atrae alguien que les hace daño pero que no pueden dejar. Les suelo presentar la metáfora de las drogas para trabajar que el enganche a alguien así puede estar ocultando una carencia afectiva tapada tras la fachada evitativa.

Cuando no hay vínculo. De pareja en pareja. Jóvenes que están muy cómodos en la seducción, es su terreno. Mientras no tienen al otro lo buscan. Les atrae el juego de la seducción y experimentan un intenso acting sexual. Pero sólo hay unión sexual, es como si a través de la sexualidad pudieran tener una experiencia de estar unido al otro. Pero no existe la experiencia de la intimidad emocional y menos del compromiso. No pueden vincularse porque no ha existido nadie en su vida lo suficientemente estable como para interiorizar y encontrar sentido a sentirse en unión y arraigo con el otro. Esta necesidad vincular no se ha construido en su mente/cerebro. Lo he visto en personas muy dañadas en la infancia, con trastorno del vínculo por ausencia de figura de apego en sus primeros años de vida o múltiples rupturas afectivas. Se insensibilizan desapegándose. O bien el otro no existe como tal, no son capaces de ver, sentir y reconocer al otro como un ser con mente propia. Sólo lo usan para su interés. Pueden tener una existencia errática de múltiples encuentros con múltiples personas. La famosa canción "J' taime moi non plus" ("Te amo... yo tampoco") de Gainsbourg y Birkin se acerca a esto, al amor que solo es permanencia orgánica. Ninguna canción hasta el momento había representado un acto sexual tan directo. Su letra dice:


Voy y vengo entre tus riñones
Tú eres la ola, yo la isla desnuda
El amor físico es un callejón sin salida





Cuando el vínculo amoroso es como un espejo roto. Esto suele suceder en personas con antecedentes de apego desorganizado en la infancia. Entonces pueden sentir tan pronto necesidad de alejarse de la persona amada, como de aproximarse ansiosamente y aferrarse con control excesivo (algunas personalidades podrían llegar a maltratar) Pueden odiar a la pareja como amarla a la vez o en breves intervalos de tiempo, experimentando sentimientos contradictorios. Pueden cortar la relación para después volver porque se sienten abandonados, con continuas idas y venidas. Se sienten inseguros en la relación, abandonados y algunos/as aterrorizados/as por alguien que representa una figura del pasado que les dañó. No tienen una mente coherente con lo cual no tienen una relación coherente. Quedaron atrapados en un patrón relacional de apego desorganizado que reproducen (enactúan) en la relación actual con otro que también se sentirá atraído porque evoca algo en él, un trauma concreto que ventila en una relación muy tóxica. 

Si la relación termina definitivamente y desaparece el amado o la amada con quien enactuaban el vínculo de apego desorganizado, entonces puede emerger la evocación del sentimiento doloroso del vacío. La hermosamente bella canción francesa titulada "Et maintenant" ("Y ahora"), de Gilbert Bécaud, expresa este sentimiento de trauma no resuelto típico del apego desorganizado, con profundo pesar y nihilismo. 


Y ahora qué voy a hacer
De todos estos momentos que será de mi vida
De todas estas personas que me dejan indiferente
Ahora que tú has partido.
Todas esas noches, para qué, para quien
Y esta mañana que vuelve por nada
Este corazón que late, para quién, para qué
Que late demasiado fuerte, demasiado fuerte


Y al final, expresa con desesperación:


Realmente no tengo nada más que hacer
Realmente no tengo nada más
Realmente no tengo nada más que hacer
Realmente no tengo nada más
Nada más
Nada más





A un joven con rasgos de apego preocupado puede atraerle otro/a con rasgos de apego evitativo y a la inversa. Un tipo de apego es el opuesto del otro. Al preocupado le puede atraer la racionalización del evitativo, sus recursos y lo centrado que está en lo resolutivo. Lo independiente que es. Y al evitativo le atrae la emocionalidad del preocupado, lo que le despierta (sensaciones y emociones que quizá nunca sintió porque mueve su hemisferio derecho, un tanto yermo) Pero lo que empieza atrayendo -porque inconscientemente siente que le completa- termina convirtiéndose en lo que después no se tolera. Como dice Wallin, (2012) el evitativo terminará por comprenderle intelectualmente pero le costará conectar con los sentimientos profundos. Le terminará incomodando y agobiando el intenso afecto y los deseos de fusión. Y el evitativo terminará desconectándose, o negando. El preocupado mostrará sus dudas permanentes acerca de la disponibilidad del otro. Eso hará que el aumente sus deseos de conexión (hiperactiva el sistema de apego) Si ve distancia en el otro, aún más. La dramatización, las muestras de angustia, la docilidad, la seducción… son maneras de reducir la distancia y recabar apoyo, maneras que terminan por abrumar al evitativo que racionaliza o se retira.

Los rasgos evitativos, preocupados… pueden situarse en una dimensión, no es una cuestión categorial. La cuestión es el grado en el que se tienen los rasgos y no tanto tenerlos o no.

Y por supuesto, existe la posibilidad de hacer trabajo personal. La psicoterapia es una ocasión única para poder ir reflexionando sobre mi propia mente y la del otro, y desde el vínculo seguro con el terapeuta una buena oportunidad de explorar la naturaleza de éste y la relación con la propia historia. Lo importante no es la propia historia, no es lo que nos acontece sino el reflexionar sobre la misma y poder modificar las representaciones y conducirlas a la seguridad. Estas relaciones amorosas, aunque les desestabilicen y les hagan sufrir, son también oportunidades, acontecimientos activantes de representaciones mentales que están en su interior con contenidos inconscientes, muchas veces traumáticos, que se recuerdan escenificándolos, para conocerse mejor a uno mismo, aumentar la toma de conciencia y trabajar el propio pasado. Cuando uno se da cuenta de qué está actuando, aumenta la capacidad de estar menos sujeto a fuerzas inconscientes.


REFERENCIAS
Lyons-Ruth, K. (1999) The two person unconscious: Intersubjetive dialogue, enactive relacional representation and the emergence of new forms of relational organization. Psychoanalytic Inquiry, 19, 576-617

Ogden, P. ; Fisher, J. (2016) Psicoterapia sensoriomotriz. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Wallin, D. (2012) El apego en psicoterapia. Bilbao: Desclée de Brouwer.



Post 2: Felices vacaciones de verano, Buenos tratos regresa en septiembre 2016.

Sirvan unas breves líneas para daros, un año más, las gracias a todos/as por vuestro apoyo al blog  y por las valoraciones tan positivas que hacéis del mismo. No puedo contestaros a todos/as como me gustaría por falta de tiempo. El blog conlleva esfuerzo, tiempo y trabajo pero merece la pena por personas como vosotros/as que estáis ahí aprovechando lo que escribo (escribimos) para mejorar vuestro trabajo o vuestra relación con los niños/as y jóvenes.

Este curso ha sido maravilloso e inolvidable. Comenzó con la publicación de Vincúlate, mi nuevo libro y su presentación en las II Conversaciones… que fueron multitudinarias. Fue una experiencia de conexión emocional con todos/as vosotros/as, que aprovechamos esos encuentros para acercarnos, conocernos y aprender juntos/as.

Os anuncio que seguirá habiendo más. El próximo curso 2016-17 es la ¡décima temporada del blog Buenos tratos! Y el año 2017 es el ¡¡décimo aniversario del mismo!!. Puedo adelantar que organizaré unas nuevas jornadas, las III Conversaciones y que nos volveremos a juntar para formarnos y celebrar el aniversario como merece. En el blog también contaremos, de nuevo, con la participación de diferentes profesionales que colaborarán como firmas invitadas. Así pues, la iniciativa Diez meses, diez firmas repetirá el curso que viene.

Os deseo un excelente verano los que residáis en el hemisferio sur. Que descanséis y disfrutéis de la familia, los amigos, los niños/as, la pareja… Ahora que hay más calma tened todos los días un tiempo con vuestro hijo/a, a solas, corazón a corazón, compartiendo el día: lo que más o menos os gustó, qué disfrutasteis, como os sentisteis en distintas situaciones y momentos… “Si quieres que crezca su mente, alimenta su corazón”


Volvemos en septiembre, saludos afectuosos a todos/as.