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lunes, 25 de abril de 2022

Abuso sexual: el ciclo del miedo, mesa de experiencias en las V Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil, San Sebastián, 6 y 7 de mayo de 2022. ¡Última semana para inscribirse!


Conociendo a los ponentes de las V Conversaciones
y los temas sobre los que nos hablarán


Programa e inscripciones

https://joseluisgonzalo.com/producto/v-conversaciones-sobre-apego-resiliencia-infantil/ 

Hoy presentamos a:

La Mesa de experiencias 1 y sus protagonistas


Maryorie Dantagnan
Psicóloga y traumaterapeuta


Ester Cabanes Vall
Educadora social
Directora Infancia y Juventud Generalitat Catalunya


Dolores Rodríguez Domínguez
Psicóloga y traumaterapeuta

José Luis Gonzalo Marrodán
Psicólogo y traumaterapeuta

Tengo el gusto y el placer de presentaros la última mesa de experiencias y por añadidura a las últimas -pero no por ello menos importantes, last but not least- ponentes que participarán en las V Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil. Es un honor para mí participar en esta mesa, co-animándola, junto con mi amiga, colega y profesora Maryorie Dantagnan, y acompañando a dos expertas en el tema de los abusos sexuales y con amplia experiencia en este delicado tema: Ester Cabanes Vall y Dolores Rodríguez Domínguez.

Como os he dicho en otras ocadiones, las mesas de experiencias siempre han sido idiosincrásicas de las Conversaciones. En esta edición, Maryorie Dantagnan, Dolores Rodríguez, Ester Cabanes y servidor de ustedes, José Luis Gonzalo, pondrán encima de la mesa para el debate el ciclo del miedo que invade a los adultos cuando tienen noticia de un abuso sexual perpetrado sobre una persona menor de edad, las reacciones que coluden con la ley del silencio y los argumentos racionales que refuerzan ese ciclo. De este modo, el abusador vive de ese silencio que lo enmascara y le mantiene en la impunidad, causando más víctimas; y estas sufren en silencio, crecen traumatizadas y sin posibilidad de resarcimiento y reparación. El abuso sexual es dañino para el desarrollo de las niñas y niños, pero también lo es estar sólo/a y sin ningún tipo de apoyo y ayuda; esto dificulta mucho la resiliencia, es complicado que esta emerja en soledad.
En esta mesa pretendemos concienciar de que una ley de protección infantil solo será un brindis al sol si no afrontamos este miedo de los adultos. De este ciclo del miedo, expresión de la psicóloga y traumaterapeuta Dolores Rodríguez, hemos hablado recientemente en el blog, si lo seguís recordaréis su artículo sobre este tema. Para revisarlo, podéis hacer clic AQUÍ. Precisamente la preocupación por este tema ha hecho que el comité organizador de las Conversaciones quiera ponerlo encima de la mesa y hablarlo claramente; porque sólo así podremos ser conscientes del miedo que nos atrapa ante los impedimentos y el silencio al que, todavía, muchas instituciones tratan de arrastrarnos. 

Un miedo que lleva a que los ojos no vean lo que no quieren ver, tal y como decía el gran John Bowlby.

Vídeo qué es Barnahus

En esta mesa hablaremos sin tapujos, pondremos encima de la mesa para el debate los grandes escollos, miedos, dificultades, ausencia de protocolos, distorsiones y creencias falsas que impiden que los niños y niñas sean protegidos de los abusos sexuales. Los participantes de la mesa nos compartirán sus experiencias reales en este ámbito. Además, conoceremos el proyecto BARNAHUS, que ya funciona en Catalunya de la mano de su valedora e impulsora, Ester Cabanes, actualmente directora de infancia y juventud de la Generalitat de Catalunya, y los primeros pasos de la implantación de este proyecto en Euskadi.

No quiero ver, ni hablar ni oír nada sobre un posible abuso sexual a una niña/o



Dicen que la sabiduría está representada por una escultura en la que tres monos no hablan (uno se tapa la boca con la mano), no oyen (otro se tapa los oídos con la mano) y no ven (el último se tapa los ojos con la mano). Aplicado a los abusos, en realidad sería la representación de las defensas para evitar el miedo a la revelación.

martes, 17 de marzo de 2020

Buenos tratos ante el coronavirus: orientaciones para ayudar a los niños/as y a las familias.

Ante la amenaza del coronavirus -el cual en breve plazo ha pasado de ser una situación no preocupante a algo peligroso que pone en riesgo la salud de las personas y puede colapsar el sistema sanitario-, ante este trauma externo que es este virus y la orden, por parte de las autoridades -para protegernos y proteger a los demás- de confinarnos en nuestras casas, el blog Buenos tratos no puede permanecer ajeno a lo que ocurre y debe, en esta delicada situación, aportar su grano de arena. Por ello, me he puesto manos a la obra para elaborar este documento con orientaciones que espero sean útiles para las familias, los niños/as y los distintos profesionales.

Todos y todas unidos/as podremos con el coronavirus.

Nos esperan muchos días en casa, conviviendo niños/as y familias, niños/as de centros de menores con sus educadores... Los niños/as necesitan salir, correr, saltar, ir a los parques, hacer deporte... Esta es una situación de encierro domiciliario impuesto para la supervivencia, pero antinatural para los niños/as. A los más pequeños, además, les va a costar entender -incluso no lo van a entender, pues a su edad está fuera de su alcance- por qué no queremos ir al parque a jugar... Son muchos días en casa, con los niños/as que, a su manera (a través de la conducta sobre todo), mostrarán su excitación, sus miedos, su ansiedad, su tensión, la dificultad para modular sus deseos... es decir, son sus respuestas ante el estrés de esta situación anómala... Los niños/as pueden desregularse y, por ello, pelearse más, tener más rabietas, desobedecer más, colaborar menos, tolerar peor la frustración, desconectarse más del entorno... Los padres -son muchos días- no acostumbrados a estar tantas horas con los hijos/as, con la paciencia al límite, pueden desconectarse de la empatía temporalmente y perder el control: gritar, castigar, aislar a los niños, desconectarse de ellos, ignorarles... Somos conscientes de lo duro y difícil que va a ser, pero como padres y cuidadores esto va a exigir el máximo a todos/as. Por eso, os merecéis como cuidadores poder regularos primero vosotros, buscar apoyos (los profesionales podemos atender on line) y tomar conciencia de que si estamos bien nosotros, los niños estarán mucho mejor, no a la inversa. 



Obtenido de la web de Gabriela Herrera, psicóloga
https://www.gabrielaherrera.mx

Os ofrezco estas orientaciones, en dos capítulos, que como psicólogo experto en niños y en trauma y apego, creo que pueden ser útiles. Podéis difundirlas simplemente citando las fuentes: José Luis Gonzalo Marrodán, blog Buenos tratos, el blog de los profesionales de la Red apega. Estas recomendaciones han sido valoradas y difundidas también desde el Facebook de la Asociación EMDR España.

LOS ADULTOS SOMOS LOS CIMIENTOS QUE DARÁN SEGURIDAD Y REGULARÁN EMOCIONALMENTE A LOS NIÑOS/AS ANTE LA  AMENAZA DEL CORONAVIRUS




ALGUNAS NOTAS Y ORIENTACIONES SOBRE LA IMPORTANCIA DEL APEGO COMO BASE SEGURA Y BIOREGULATORIA: ANTE LA AMENAZA, EL INSTINTO DE APEGO DE LOS NIÑOS SE ACTIVA Y HEMOS DE ENTENDERLO COMO UNA NECESIDAD.

- El instinto de apegarse es tan necesario como lo pueden ser las necesidades de reproducción o alimentación. Todas las personas necesitamos vincularnos unas con otras para poder encontrar apoyo, seguridad y calma emocional. En los niños este instinto se llama apego. Los niños dependen de los adultos para su supervivencia, así pues, necesitan apegarse al menos a un adulto que satisfaga sus necesidades tanto físicas como afectivas. 

- El apego se activa especialmente en situaciones de peligro o amenaza: cuando esta sucede, el niño busca al adulto cuidador para encontrar en el mismo la seguridad y retornar a la calma. Cuando sobreviene la amenaza, el cerebro del niño segrega la hormona del cortisol -la cual en exceso puede ser tóxica-, pero cuando el adulto cuidador le coge en brazos, le habla con palabras suaves… le ayuda a retornar a la calma y el cortisol desciende a niveles normales.

- Por lo tanto, los adultos dan seguridad y ayudan a regularse emocionalmente a los niños en situaciones de amenaza, peligro, miedo, ansiedad… Debemos como adultos prepararnos bien y cuidarnos bien porque los niños se agotarán y nos preguntarán muchas veces: “¿Cuánto queda?” Paciencia y calma. Si nos concienciamos nosotros, se concienciarán ellos. 

- El apego no puede estar siempre activado, solo lo hace cuando está presente la amenaza, es decir cuando el miedo hace acto de aparición en el niño. Cuando el niño no tiene miedo y está tranquilo y sereno, se encuentra en un estado óptimo de activación física y psicológica. Así, cuando no hay amenazas y el cuidador transmite seguridad, el niño/a puede explorar el mundo y aprender de él. Si el miedo persiste en el niño/a, este queda ansiosamente aferrado al cuidador. Un cuidador asustado o desbordado también puede transmitir miedo e inseguridad y dificultar que el niño/a desarrolle una sana autonomía  que le permita explorar el entorno y aprender mediante el juego. 

Para que en estas circunstancias de confinamiento el niño/a no se aferre en exceso a los cuidadores ansiosamente (o, al contrario, se encierre en sí mismo en demasía) y pueda hacer las miles de actividades y tareas que se proponen desde muchos blogs, foros y webs (que están muy bien, pero hemos de cuidar primero LA BASE, como decimos en la red apega), los padres, cuidadores o familiares han de ser capaces de PODER TRANSMITIR SEGURIDAD Y CALMA, que es lo que hace que el vínculo de apego sea seguro y el niño pueda, con el cuidador como base segura disponible, dedicarse a hacer actividades y juegos en casa sin estar constantemente con su sistema de apego hiperactivado. SI EL CUIDOR FILTRA Y REGULA EL MIEDO ANTE EL POSIBLE CONTAGIO POR EL VIRUS Y EL ESTRÉS DE ESTAR EN CASA ENCERRADOS, EL NIÑO/A SE SENTIRÁ SEGURO Y PODRÁ HACER COSAS A RATOS ÉL SOLO Y A RATOS CON LOS PADRES O CUIDADORES


El contacto es la manera mediante la cual los niños y los bebés
se regulan emocionalmente. Si por el coronavirus no se puede,
hay que hacerlo desde la palabra y "abrazar" con la voz,
el tono, el lenguaje que acaricia, los ojos que te rodean...

NIÑOS MENORES DE CINCO AÑOS

- Su capacidad regulatoria todavía no está desarrollada del todo. Cuanto más pequeños son (especialmente entre los 0 y los 3 años), los estados internos de ansiedad, excitación, miedo, deseo, frustración... se transmiten a través de la conducta. 

- Si están cansados, tendrán más rabietas. Si están ansiosos o excitados, se moverán más... Algunos si tienen miedo, pueden irse a un rincón y esconderse. Hemos de aprender a leer qué NECESIDAD se expresa tras cada conducta, pues los niños no solo se portan mal cuando su conducta es inadecuada, sino que mediante esta expresan sus necesidades emocionales, entre otras, la NECESIDAD DE CERCANÍA AFECTIVA.

- Normalmente, expresan, de estos modos, NECESIDADES de apego: requieren de nosotros para que mediante el contacto (abrazos, besos…) (NOTA: si es que estamos todos aislados en casa y nadie tiene el virus podemos tener contacto físico con los niños, si no hemos de calmar con la palabra, los gestos, el tono de voz…) les podamos transmitir nuestra calma y seguridad, nuestra presencia que regula las emociones y los estados internos de un pequeñito que por sí solo no tiene aún herramientas, pues el lenguaje hasta los 4-5 años aún no es un instrumento bioregulatorio. Cuanto más pequeño es el niño, más precisa del contacto con el adulto para lograr la bioregulación. 

- Aún muchas personas piensan que los bebés no enteran de nada, pero no es así. Ellos son capaces de sentir y experimentar sensaciones. Si el ambiente de casa por el estrés del confinamiento está muy tenso y crispado, el niño/a lo notará cuando interactúe con el adulto que le cuida, que, a través de su piel, le transmitirá sensaciones de tensión y excitación. Los bebés expresan sus necesidades mediante el llanto, pedir brazos, gatear hasta la figura adulta cuidadora, el seguimiento visual… Con eso nos dicen que nos necesitan para que les mezamos, balanceemos, o interactuemos lúdicamente con ellos, según precisen relajación o interacción positiva. Bowlby dijo que el apego tiene dos ciclos: el de relajación (el niño excitado precisa e inicia una comunicación mediante el llanto y otro lenguaje para que le lleven a la calma) y el de interacción positiva: busca con ello comunicar, conectar mediante el juego, la risa... con el cuidador.

NIÑOS A PARTIR DE SEIS AÑOS HASTA LA ADOLESCENCIA 

- Los niños/as más mayores, a partir de los 6, desarrollan, cada vez con una habilidad mayor, las herramientas de calma y de gestión emocional que los adultos les han enseñado. Si han prevalecido intervenciones calmantes, seguras y contenedoras por parte de los cuidadores, los niños/as habrán aprendido a manejar sus propios estados internos. Aún así, siendo niños/as, siguen en muchas ocasiones necesitando del adulto para lograrlo. A partir de los seis años, si se ha hecho, como decimos, una labor regulatoria previa, pueden identificar con precisión donde sienten el miedo en el cuerpo, pueden darse cuenta de que tienen pensamientos y cómo les influyen, saben buscar al adulto en situaciones de miedo y ansiedad y pedir ayuda con las palabras y no sólo mostrándolo en conductas (rabietas, desobedecer, frustrarse, moverse…) que sugieren desregulación de sus emociones.

ANTE LA AMENAZA DEL CORONAVIRUS, ¿CÓMO AYUDAMOS A REGULARSE EMOCIONALMENTE A NUESTROS NIÑOS?

- EL CORONAVIRUS es un desafío que nos asusta, pero los seres humanos también somos capaces de desarrollar recursos y ser solidarios. Los niños también tienen recursos, pero necesitan a los adultos para generarlos o potenciar los que ya poseen.

- El coronavirus y la situación creada a partir del mismo necesita que los seres humanos -una especie que siempre requiere de la tribu para salir adelante- se apoyen los unos en los otros (los más pequeños en los adultos, y estos en las figuras más sabias y seguras). Nos exige algo que va en contra de la naturaleza social del cerebro: estar en aislamiento, una situación anómala. Pero nuestro cerebro tiene, a la vez, una gran CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN Y APRENDIZAJE.

Si como adultos estamos unidos y damos seguridad y calma, hijos y familia permanecerán unidos y podrán adaptarse a esta difícil situación e incluso salir fortalecidos de la misma.

- Para un niño/a no hay nada mejor que unos adultos firmes, cálidos, seguros que estén al cargo y que transmitan al aquel el empoderamiento: podemos afrontarlo y salir victoriosos. 

- Para ello, los niños precisan que sus adultos cuidadores se trabajen a ellos mismos y se regulen emocionalmente, sepan cómo calmarse y encontrar dentro de ellos mismos lugares seguros. Podemos usar la metáfora del avión: antes de dar al niño/a la máscara de oxígeno, tenemos que ponérnosla nosotros como cuidadores o padres. No podemos conseguir regular emocionalmente y transmitir calma y seguridad a los niños si nosotros antes no lo estamos. 

- ¿Qué van a hacer los niños/as ante una amenaza de este tipo desde el punto de vista del apego?: hiperactivarlo, es decir, buscar y necesitar mucho más a los cuidadores porque la atmósfera es de miedo y amenaza. Hemos de entender como normal en un escenario de este tipo que los niños/as necesiten y busquen la conexión emocional con sus padres o cuidadores y la cercanía afectiva y la seguridad ante la amenaza del  contagio por el virus ("estamos aquí contigo y estamos al cargo de todo"), así como los rituales que les pueden dar seguridad. 

- Rituales y costumbres: tener diariamente unos hábitos de higiene, orden, alimentación, ejercicio físico en el espacio que sea posible, seguir las clases on line y hacer los deberes escolares, actividades propias de juego y tiempo para jugar en familia. Es importante que los padres o cuidadores acompañen a los niños/as en estas actividades. Los seres humanos necesitamos sentir que hay control y predecir, por ello una rutina fija les dará seguridad.

- Al igual que los adultos, los niños/as llevan mal que no les digan la verdad y que les mientan. Hay que darles la información básica sobre el virus y sobre todo saber transmitírsela bien.

- El cómo se lo digamos a los niños/as es más importante que el qué les digamos. No podemos contarles un discurso adulto, un “bla, bla, bla…” que esté desconectado del sentir. 

- Con ternura, cariño y transmitiendo seguridad, cuidaremos las palabras a usar, modularemos la voz para que sea serena, miraremos a los niños/as a la cara, estaremos cerca físicamente (siempre y cuando no estemos infectados, sino la calidez la pondrá el lenguaje verbal y los gestos, porque en ese caso no se puede estar a mas de un metro) y preguntaremos al niño/a por lo que nota en el cuerpo, pues al comunicar noticias de este tipo por mucho que lo podamos cuidar, algunos niños/as entran como en “choque”.

- Preguntarles si sienten malestar en su cuerpo y poner la mano (animándolos a ellos/as a que se lo hagan a sí mismos cuando aprendan) en la zona que duele o notan mal y cuidar de ella, estando presentes emocionalmente, hasta que se vaya calmando y regulando. 

- Crear un clima donde sientan y sepan que pueden preguntar todo lo que deseen y nosotros tratar de responder, incluso a aquello que nos pueda crear más miedo: "¿Nos vamos a morir?" Este es el principal miedo que puede latir dentro de los niños/as. Hemos de dar mucha ternura en estos momentos y decir con claridad y rotundidad que los niños/as no se mueren y que de las personas mayores solo le puede pasar a unas pocas (dar el dato si entienden ya de cifras y necesitan o piden saberlo), por lo que tendremos todos/as especial cuidado en no salir más que lo justo para no contagiar(nos) ni contagiar a nuestros abuelitos, que son los que peor pueden soportarlo. 

- Con seguridad, firmeza y calma les diremos que, si seguimos las indicaciones y permanecemos en casa, no enfermaremos.

- Para los niños/as -mejor cuanto más pequeños-, los materiales como los CUENTOS son excelentes pues contienen metáforas que ellos entienden y van directos además a su hemisferio derecho del cerebro (que entiende de imágenes y metáforas) que les permiten entender y empoderarse. 

- Hay varios cuentos que se han distribuido para ayudar a los padres y cuidadores y a los más pequeños: por ejemplo “Rosa contra el virus” (Editorial Sentir) especialmente creado con el aval del Colegio de Psicólogos de Madrid, para el tema del coronavirus. 


Gracias a Editorial Sentir este cuento
está a libre disposición de todos/as.

- Además, la comunicación mediante personajes u otros símbolos de los cuentos le provee al niño/a de terceros elementos sobre los que proyectarse que le dan seguridad y la distancia suficiente para hablar sin desbordarse emocionalmente.

- Si los niños/as expresan sus miedos o temores (a enfermar, a perder a los padres, a no tener comida, a morir…) nuestra receptividad empática y nuestra seguridad activando nuestro sistema de cuidados cuando se activan sus necesidades de apego (y cercanía afectiva), son fundamentales para transmitirles esa seguridad que necesitan. 

- No tenemos que tener prisa en ayudarles a cambiar rápido los pensamientos (a veces distorsionados) sobre lo que perciben en relación a la situación creada por el coronavirus, sino acompañar la emoción y hacerles sentir que lo sentimos: “Entiendo que tengas miedo” / “Siento que tengas miedo” / “Me doy cuenta de tu miedo y estoy contigo, a tu lado”… “Háblame de tus miedos” / Primero hay que estar con el niño/a, a su lado, cerquita, no hay que precipitarse en modificar su discurso. Que sienta que conectamos con él o ella.

- Y cuando el niño/a comienza a bajar su activación, entonces estará más abierto a que le ayudemos a la modificación de los pensamientos negativos: “Es un virus al que podemos hacerle frente si nos cuidamos” / “Los niños/as no mueren de esto” / “En casa estamos seguros y podemos hacerle hacerle frente” / “Juntos y unidos pasaremos esto”, etc. Pensamientos más positivos, más realistas y más adaptativos que cuando los niños están calmados y seguros aceptan mucho mejor. 

ANTE LA POSIBILIDAD DE QUE UN ADULTO (PADRE O MADRE) U OTRA FIGURA DE APEGO IMPORTANTE EN LA VIDA DEL NIÑO ENFERME DE CORONAVIRUS

- Los niños/as pequeños no entienden ni manejan emocionalmente (a partir de los 2 pueden entender con más claridad que separarse implica también reencontrarse, aunque la separación de sus cuidadores para ellos/as es siempre una amenaza): la ansiedad de separación. Ello es porque dependen de los adultos para la supervivencia física y también emocional, no lo olvidemos.

- La percepción de que la muerte es un hecho irreversible no se logra hasta los 5 años en adelante. Incluso niños/as más mayores pueden por el duelo, como los adultos, resistirse a este hecho inexorable.

- El coronavirus puede ser amenazante para los niños/as porque podría implicar una separación larga y en el peor de los casos, definitiva de las figuras de apego (padres o cuidadores): la pérdida por fallecimiento. Aunque es poco probable y el 80% de las personas lo pasan sin graves complicaciones, hemos de prever esto y comunicar al niño/a que si a los mayores les llegara a coger la enfermedad, ellos/as estarían seguros y bien con un familiar, el otro progenitor, un vecino, amigo (que sea competente)… que cuidaría bien de ellos. 

- Explicarles con cariño y seguridad que habría que estar un tiempo separados (si se aísla u hospitaliza al adulto) hasta que (papá, mamá, el cuidador…) se recuperen. Que no nos podemos tocar, etc. Atender al posible “choque” para los niños/as, diciéndoles, si se sienten mal, donde lo sienten en el cuerpo (nombrarlo: miedo, pena…) y con calidez hacerles sentir que lo sentimos, y cuando estén más receptivos y conectados con nosotros, tratar, sin prisa, de ayudarles a aceptar que es doloroso, pero es lo mejor para que el papá, la mamá o el cuidador se cure... Paciencia, ternura, calidez, contención cuidadosa si el niño lo necesita... ¡ÁNIMO A TODOS/AS!

- Para poder contar lo que es el coronavirus y la posibilidad de que un familiar enferme y haya que aislarse, se puede crear un relato con muñequitos dando nombre a los personajes sobre los que el niño/a se proyecta. 

ESTAR TODOS JUNTOS EN CASA: ALGUNAS CLAVES PARA VIVIR EL AISLAMIENTO DE TAL MODO QUE DESARROLLEMOS UNA RESISTENCIA POTENCIALMENTE RESILIENTE

- La resistencia potencialmente resiliente quiere decir que la familia desarrolla una serie de habilidades conducentes a resistir una situación anómala como estar quince días sin salir de casa con los niños/as, que en el futuro nos resultará resiliente, esto es, será una experiencia que nos permitirá crecer y rehacernos a partir de la misma.

- La actitud de los padres es fundamental. Por eso, animamos a las familias a hacer de esto una oportunidad para convivir, pasar tiempo juntos, jugar, contar historias, apoyarse y hacer de la familia LA BASE, los cimientos que permiten sentir que se está en unión con un grupo que te da consistencia y seguridad. 

- Además, aparte de unas rutinas fijas que hemos dicho, los niños/as necesitan actividades. Pero no la actividad por la actividad, sino que estas tendrán un fin para los niños/as: ayudarles a expresarse, sentirse mejor y potenciar mediante ello sus recursos resilientes.

- Autores reputados en resiliencia afirman que actividades como jugar, dibujar, bailar, hacer representaciones de rol playing… tienen el potencial de transformar el mundo interno y darle forma porque la simbolización es potencialmente resiliente. Las emociones e impulsos  dolorosos se re-construyen creando belleza (bailar, cantar, jugar…) 


"Todas las formas de arte son un factor de resiliencia"
(Boris Cyrulnik)

- Hay dos grupos de niños/as (no tiene que ver con la edad sino con la capacidad para permanecer solos sin desregularse o desorganizarse): Los que pueden junto con los hermanos y supervisión o guía mínima, hacer actividades solos. Y los que no pueden, sin una presencia adulta, estar o permanecer solos en el hogar (los padres en una sala, el niño/a en otra, en su cuarto). Cuando los niños/as pueden organizarse, eligen ellos mismos con menos presencia qué hacer (jugar, dibujar, hacer manualidades...) Cuando los niños/as necesitan un organizador externo como los padres, es mejor convenir con ellos qué hacer y dispensarles más tiempo y supervisarles más directamente. Así nos garantizamos que haya muchos menos problemas.

DIBUJOS y JUEGOS PARA "ATACAR" AL CORONAVIRUS

- Cuando los niños/as pueden permanecer solos, le podemos pedir que dibujen. Que nos hagan un dibujo libre. La fantasía infantil, la libertad de dibujar lo que quiera y la protección de los padres, son elementos fundamentales para dibujar o jugar. 

- Dibujar es algo más que tenerlos entretenidos. Mediante el dibujo, el niño/a puede liberar sus sentimientos, desarrollar percepción de control y crear mediante símbolos (llamados arquetipos porque tienen sentido para toda la humanidad) un mundo de fantasía que permite elaborar los miedos, la ansiedad, la rabia, la agresividad…  

- En los dibujos pueden aparecer seres que simbolizan al coronavirus en forma de arquetipos de muerte, contaminación, seres horripilantes, fantasmas, zombies… pero también en el mismo dibujo, salen los símbolos protectores y los puntos fuertes: los superhéroes, el policía, los bomberos, los sanitarios… que le vencen (le atacan y destruyen). Podemos hacerles preguntas sobre el dibujo (el niño es el experto en el mismo) y decirles: "¿Cómo puede el superhéroe o quien aparezca vencer a ese bicho malo?" "¿Puede venir alguien a ayudarle?"


Los superhéroes vencen a los personajes de los dibujos
que pueden simbolizar lo malo, como el coronavirus.

- En el juego sucede parecido. Los niños/as con los muñecos o representando roles dramáticos en los que desempeñan papeles, disfrazándose con cosas básicas (pañuelos, gorros, gafas…) pueden jugar y ellos crean un relato espontáneo, una historia incluso fantasiosa (la fantasía es el mundo en el que ellos habitan y que necesitan para manejar lo que viven en la realidad) en la que mediante luchas, guerras, o personajes aislados que no pueden salir porque están amenazados (puede ser una familia o una familia de animales) recrean la realidad y de este modo elaboran lo que sienten. Los adultos tenemos que relajarnos (disfrutar también), jugar con ellos y permitir que dirijan la historia y dejarnos llevar. Solo intervenimos para desatascar situaciones de las que ellos no salen, si nos parecen muy dramáticas y que entran como en bucle durante largo rato, pidiendo que venga alguien (un personaje) que ayude.

- La familia puede ver películas juntos y jugar a juegos de mesa de los de toda la vida que se están perdiendo y que a los niños/as les encantan: parchís, oca, dominó, ajedrez… También juegos de toda la vida como el monopoly…

- Los niños/as disfrutan mucho con sus padres y hermanos, jugando, riendo, haciendo bromas… Esto permite conectar con ellos, pasarlo bien. Son estados de juego y risa, el mejor antídoto contra el miedo, la ansiedad…

“DE ESTA APRENDO HASTA A PLANCHAR” (RETOS PARA LOS ADOLESCENTES)

- “Me va a dar algo, sin mis amigos… ¡Buf! De esta aprendo a convivir con mis padres, a cocinar y si me apuras hasta a planchar” – me dice mi ahijada Janire por teléfono. Me río, pero a la vez me da una idea de que este aislamiento forzado puede ser una oportunidad para que los chicos y chicas, aparte de estar conectados a sus móviles, puedan aprender este tipo de cosas. Los padres, que nunca tienen tiempo, pueden ahora dedicárselo para enseñarles estas tareas básicas para su vida futura.


La música es un vehículo ideal para conectar con los adolescentes

- También me dice mi ahijada: “He pensado hasta en leer, porque tantas horas hasta del móvil me aburro…” “Te propongo un reto” – le digo. “Si te comprometes a leer, te hago llegar a tu casa un libro que yo elija” “¡Vale!”. Ahora mismo me acaba de enviar un whataap con su dirección postal para que desde alguna librería on line le envíe uno a su casa. Leer, por lo tanto, es otra oportunidad. “Lo mismo me hago lectora de esto” – me dice mi ahijada  Janire de 16 años. Y así puede ser. Janire, eres lo más, sabes cuánto te quiero.

- Cocinar, ¿saben cocinar? Otra gran oportunidad que tiene que ver con el cuidado y que permite hacer de la necesidad virtud y aprovechar muchas horas que se van a tener entre deberes y estar conectados por el móvil.

- ¿Qué hacemos con los móviles y las consolas? El mejor antídoto no es "atacarlas" directamente (habrá que flexibilizar los horarios y permitirles un poco más pero siempre con límite) Los videojuegos son una oportunidad para que la familia juegue, por ejemplo, junta a la liga de futbol o lo que guste. Para reducir el tiempo de móviles, tablets y consolas, lo mejor es proponerles alternativas que puedan atraerles o engancharles, como a las que accede mi ahijada adolescente.


En esta situación excepcional por el coronavirus, 
coherentes, pero más flexibles con las normas: 
¿Se puede más tiempo de móvil? Coherente:
Como siempre, con límite. Flexible: 
Les permitimos más tiempo, porque la reclusión precisa flexibilidad.

- Los adolescentes, como los adultos, necesitan su espacio propio, por lo que estar en su  txoko (rinconcito para estar bien) con sus cosas es importante. Quince días encerrados todos en casa sin salir precisan que cada miembro de la familia pueda estar consigo mismo a veces, con la familia, a veces. Ni individualismo a ultranza ni tampoco estar a todas horas casi fusionados. 

- Algunos adolescentes, como los niños/as, necesitan moverse. “No sé que harán los chicos en casas pequeñas” – me dice mi ahijada. “Yo lo que propongo es que hagan un ejercicio básico como bailar, o hacer estiramientos, o gimnasia” En un pequeño espacio de la casa se puede. Porque hay niños y adolescentes que necesitan moverse para regularse.

- La música, es el periódico de la juventud, es un elemento regulador y que favorece la conexión emocional con los adultos… Que conozcamos las canciones que les gustan, que ellos conozcan las nuestras…

OS ENVÍO TODO MI ÁNIMO DESDE AQUÍ CON LA ESPERANZA DE QUE SALDREMOS FORTALECIDOS DE ESTA. Y CON EL DIBUJO QUE MI COLEGA RAFA GUERRERO ME HA DEJADO COMPARTIR, UN FUERTE ABRAZO A TODOS Y TODAS.



Recomendaciones elaboradas por José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo, en base a los autores: Jorge Barudy, John Bowlby, Rafael Benito, Cristina Cortés, Boris Cyrulnik, Maryorie Dantagnan, Arturo Ezquerro, Ana María Gómez, Sue Gerhardt,  Carl Jung, Anabel González, Peter Levine, Josefina Martínez, Dolores Mosquera, Violeta Oaklander, Pat Ogden, Dan Siegel, Mario Marrone, Niels Rygaard, Janet West.

A TODOS ELLOS Y ELLAS, GRACIAS POR ENSEÑARME.

lunes, 18 de diciembre de 2017

"De la neurobiología a la psicopatología: la ansiedad y su origen", por Manuel Hernández Pacheco, psicólogo y psicoterapeuta.



Diez meses, diez firmas III

Profesional invitado en el mes de diciembre 2017: 

Manuel Hernández Pacheco

Título de su artículo: 

"De la neurobiología a la psicopatología: la ansiedad y su orígen"

Manuel Hernández y yo nos seguíamos -y seguimos- en las redes sociales. He tenido noticia de su trabajo y propuestas teóricas y metodológicas en terapia desde hace tiempo. Me impresionaron. No hace mucho, en el Congreso Europeo EMDR celebrado en julio en Barcelona, pudimos, al fin, conocernos en persona y departir juntos sobre los temas que a ambos nos apasionan: el apego, el trauma, la ansiedad... Manuel Hernández es una enciclopedia psicológica y biológica andante. No en vano su pasado de librero y su vocación por estos temas le han hecho devorar cientos de libros. Me encantó aprender con él, y conocer de primera mano, el pasado octubre, en A Coruña, en el marco del Congreso de la International Attachment Network Iberoamericano, su modelo para entender la ansiedad y sus orígenes llamado por él mismo PARCUVE, el cual presentó allí, y sobre el que nos habla en el post que tenéis a continuación. Le propuse escribir en Buenos tratos y... ¡no vaciló! Al contrario, aceptó con gran interés y placer. Es un lujo que un profesional tan acreditado y experto como Manuel Hernández nos regale este artículo sobre la ansiedad y sus orígenes, le doy las gracias de corazón en nombre de todos/as. Manuel Hernández es la firma que cierra, brillantemente, con este post, el año 2017. Si necesitáis sus excelentes servicios profesionales, ejerce en su consulta sita en Málaga. Para conocer su web, haz click aquí.

Manuel Hernández Pacheco. Mis orígenes académicos fueron como Biólogo y posteriormente como Psicólogo, licenciándome de las dos en la Universidad de Málaga. Ambas disciplinas se unieron cuando descubrí el mundo del apego (en gran parte gracias a José Luis) a relacionar los primeros años de vida del niño con la neurobiología y la importancia de los cuidadores como forma de ayudar a un desarrollo sano del cerebro del niño.

Quiero agradecer lo primero a José Luís Gonzalo su generosidad al ofrecerme este espacio para compartir mi pasión con todo lo relacionado con el cerebro y la psicopatología y la oportunidad de poder hablar mi libro recién publicado por Desclée. 

Estos primeros años son los cimientos sobre los que se va a construir la psique del niño (construyendo sobre esta posteriormente de adolescente y adulto). Voy a explicar cómo los primeros años de vida van a ser muy importantes cuando el edificio se haya construido y haya circunstancias que pongan en peligro su equilibrio y solidez.

El niño nace con unas emociones básicas o primarias que tienen un origen genético y posteriormente a medida que descubre el mundo, acompañado de sus cuidadores y figuras cercanas, va a ir perfilando estas emociones dando lugar a lo que conocemos como carácter o personalidad. Haciendo una metáfora podemos comparar al niño cuando nace con un ordenador que trae incorporado en el disco duro un sistema operativo (por ejemplo, Windows) que nos ayuda a encender y poder empezar a trabajar con el ordenador, pero seremos nosotros con el paso del tiempo los que iremos añadiendo (o eliminando) programas que consideremos útiles para nuestras tareas u ocio. Desgraciadamente, a lo largo del tiempo, en este ordenador también pueden instalarse virus o troyanos que interferirán con el funcionamiento normal. En los humanos a estas anomalías en el funcionamiento normal las llamaríamos psicopatología.

El disco duro del niño (perdonen que abuse de la metáfora, pero creo que ayudará a hacer más ameno el texto) viene programada con siete emociones básicas que según Panksepp (un neurobiólogo recientemente fallecido) son: Pánico (separación afectiva), miedo, rabia, cuidado, lujuria, juego y búsqueda. Si se fijan las tres primeras son desagradables y no nos gustan, pero forman parte del pack porque son las que permiten defendernos de lo que consideramos negativo mientras que las otras cuatro son positivas y nos ayudan a buscar lo que nos atrae. Vamos a quedarnos con las tres primeras, porque desgraciadamente a los psicólogos nadie viene a decirnos lo bien que se sienten, eso se lo dejamos a los enamorados.

Las tres emociones primarias o innatas que me interesa resaltar son:

Pánico: Este circuito innato Panksepp lo llamo así porque está muy relacionado en adultos con los ataques de pánico. Se activa cuando nos sentimos solos o con miedo y no hay ninguna figura de seguridad cerca. Por ejemplo, imagina que una perra ha tenido una camada de perritos y te encaprichas de uno y decides llevártelo. Al principio el perrito empezará a gemir y gritar de forma lastimosa (es lo que llamamos el grito de apego), pero tú lo acariciaras, lo mimaras, le darás el biberón y el perrito se irá tranquilizando y te elegirá como su nueva figura de apego ( y tú a él). No importa el tiempo que pase, cuando no estés con él el perro se sentirá triste y contento cuando vuelva a verte.

Hay diferencias entre los animales (los mamíferos, porque los reptiles no lo tienen) y los seres humanos, y es que en nosotros este circuito se activa cuando nuestras figuras de apego no están físicamente (porque me han ingresado en un hospital o me dejaron internado en un colegio) y cuando no están disponibles emocionalmente (porque mi madre está muy ocupada o deprimida). 

Abandono emocional puede ser porque mis figuras de apego están deprimidas, o discutiendo todo el día entre ellos o porque mi abuelo murió y mi mama se puso mala de la pena, o porque enfermaron de algo grave… El circuito del pánico se activará de forma muy intensa porque el abandono sea prolongado en el tiempo o porque sea muy intenso.

Cualquier situación de amenaza o miedo relacionada con las figuras de apego activa este circuito, ya sea por abandono o negligencia, abusos físicos, psicológicos o sexuales. Multitud de situaciones pueden hacer que se dispare, porque mi madre me cuenta y me hace hacer cosas que no corresponden a mi edad, o porque veo violencia en mi casa, porque tengo que cuidar y proteger a mis hermanos de una forma excesiva para mi edad, etc…

Miedo: El circuito del miedo es filogenéticamente más primitivo que el anterior (y si lo compartimos con los reptiles), aunque se puede confundir con el del pánico son diferentes y utilizan sustancias, órganos y circuitos cerebrales diferentes. 

El miedo se relaciona directamente con el circuito del dolor y la ansiedad, podemos tener miedo a los aviones, a las jeringuillas o a las alturas… Este circuito cerebral (a diferencia del pánico), se calma con ansiolíticos (benzodiacepinas).

Cuando se activa el circuito del miedo nuestro cerebro automáticamente desarrolla actividades relacionadas con la rabia.

Rabia: Este circuito se vincula a todo lo que significa lucha/huida, es una emoción claramente defensiva que sirve para conseguir dominio y estatus y para poner límites. Como dije anteriormente siempre que hay rabia hay miedo y siempre que hay miedo hay rabia.



Esta emoción tiene una particularidad y es que puede ir hacia dentro, es decir inhibirse, por ejemplo, porque no queremos ser una carga o preocupar a los seres queridos o porque si la expresamos pueden pegarnos o insultarnos y hablamos de “rabia inhibida” “fría” o “parasimpática”. 

Esta rabia que aprendemos a guardarla en la infancia hará que tengamos rasgos de personalidad cercanos al apego evitativo, es decir evitaremos mostrar nuestras necesidades y aprenderemos a huir de situaciones que puedan resultar conflictivas o dolorosas. Pero también puede ir hacia fuera y hablamos de “rabia expresada” “caliente” o “simpática” y si sale con demasiada frecuencia tendremos tendencia a tener un apego ansioso, mostraremos enfado, rabia y queja constantemente como forma de sentirnos vistos y/o entendidos.

En una persona equilibrada estas dos formas de rabia se alternarán de forma adaptativa y hablaremos de apego seguro, pero si se expresan de forma exagerada o inadecuada entonces hablaremos de apego desorganizado. Es un poco confuso, pero en un gráfico se verá mejor

Estas emociones de las que hemos hablado hasta ahora las compartimos con todos los mamíferos, pero hay lo que conocemos como “emociones secundarias” que solo poseemos los seres humanos estas pueden ser el orgullo, la avaricia, la lujuria, la ambición y las que nos interesan más ahora la culpa y la vergüenza.

Estas dos emociones secundarias aparecen en el niño como forma de sentir algo de control en sus relaciones con sus cuidadores. Todos los seres humanos tenemos estas emociones, cuando están en un nivel óptimo son adaptativas, pero si son muy intensas se vuelven patológicas. 

Los niños que han tenido en la infancia un apego inseguro desarrollan emociones y sensaciones patológicas como forma de adaptarse a las circunstancias de sus cuidadores. Al sentir que las personas que tienen que cuidarles y protegerles son una fuente de amenaza y miedo entran en una paradoja irresoluble. A veces, es porque esas figuras nunca están disponibles o no existen como en niños abandonados, aunque luego sean adoptados y vivan en una familia normal el daño estará hecho y estas sensaciones de miedo y rabia pertenecerán a su ADN emocional.

Sentir que soy malo o que no valgo, hace sentir que todavía hay algo que puedo hacer por cambiar las cosas y sobre todo eximo de responsabilidad a mis padres, puesto que el vínculo de apego en un niño es prioritario sobre cualquier otra cosa. (Esto es así porque ningún mamífero puede vivir sin sus cuidadores en la infancia, al percibir que se activa el circuito del pánico se siente como que está en juego la supervivencia).

Todas estas emociones juntas dan lugar a un modelo que he creado que relaciona la neurobiología y la psicopatología y lo he llamado PARCUVE, ya que relaciona el pánico, la ansiedad, la rabia, la culpa y la vergüenza.




Un apunte que quería hacer sobre la culpa y la vergüenza, es que mientras la primera solo está en nuestro pensamiento (es verbal) la otra es somática, es una sensación que primero sentimos y luego interpretamos. Esto va a tener mucha importancia en todo lo relacionado con la psicopatología, pero excede lo que quiero explicar aquí. Si queréis conocer más detalles podéis encontrar más información en mi libro "Apego y psicopatología" Ed. Desclée de Brouwer.

Portada del libro de Manuel Hernández Pacheco
donde profundiza en su modelo PARCUVE
para entender la ansiedad y su origen.

Todo lo que he hablado hasta ahora ocurre en la infancia, que como hemos visto es una etapa vital para el niño en la que para sobrevivir dependerá de sus cuidadores física y psicológicamente. Cuando llega la adolescencia va a haber un segundo nacimiento psicológico. Habrá cambios muy importantes en el cuerpo y en el cerebro, el adolescente va a cambiar su prioridad que ahora no será vincularse a sus cuidadores para sobrevivir sino encontrar pareja, amigos, pandillas es decir vincularse a otras personas.

¿Qué va a ocurrir si el adolescente debido a que en su infancia no recibió los buenos tratos adecuados se siente defectuoso, incapaz, inseguro, etc.? Pues que se sentirá inferior y en desventaja frente a otros adolescentes y buscará estrategias de control que le hagan sentir mejor no con su familia o sus compañeros sino en sustancias, sexo, rendimiento o deporte compulsivo, actividades peligrosas, etc. También puede desarrollar trastornos de personalidad que son inadecuados para las nuevas circunstancias, pero ¿Qué puede hacer un adolescente cuando no aprendió otras de niño?



En mi opinión el origen de la mayoría de las patologías psicológicas son intentos del cerebro de regularse en condiciones de inseguridad, buscando estrategias de personalidad o de control que, aunque en un primer momento resultaron adecuadas por las circunstancias que vivió, pero con el tiempo se vuelven inadaptadas y patológicas.

Voy a poner un ejemplo que creo que ayudará a que todo esto se entienda mejor:

Laura es una paciente de 30 años que tiene bulimia, se da atracones y vomita cada vez que tiene una ruptura amorosa. Cuando hacemos la historia clínica vemos que tuvo un padre muy trabajador, pero siempre ausente y una madre que cuidaba de ella, pero era fría y distante. Recuerda su infancia como de mucha soledad, y que pasaba muchos ratos viendo series de televisión y comiendo. 

Cuando llego a la adolescencia se sentía diferente e inferior a las otras niñas porque se veía un poco más gordita. No tenía éxito con los chicos y cada vez que se sentía rechazada (vergüenza) comía compulsivamente (lo mismo que hacía de pequeña cuando se sentía sola) y luego se sentía culpable y vomitaba. Esto que en la adolescencia fue una forma de evitar el malestar quedo grabado en su cerebro como una forma de reducir el malestar y la vergüenza quedó grabada y con el paso de los años se ha convertido en un grave problema.

La terapia consistió en buscar esos momentos de soledad, culpa, vergüenza, y hacerle sentir que la comida no era una solución, pudiendo ayudarla a encontrar nuevas maneras de regular la ansiedad.

Siguiendo con la metáfora del ordenador durante la terapia, vamos a reprogramar la información que está guardada en el disco duro del paciente (creencias erróneas, emociones y sensaciones inadaptarías, comportamientos lesivos, etc..) y vamos a ayudar a aprender nuevas variables que sean sanas y adecuadas a las circunstancias.

Para lograr esto el terapeuta debe convertirse en una nueva figura de apego que ayude al paciente a sentir seguridad y así poder cambiar los aprendizajes que en su momento fueron necesarios para poder sobrevivir pero que ahora resultan patológicos. Revivir emociones y recuerdos del pasado resulta doloroso y difícil por eso es tan importante que el terapeuta y el paciente establezcan una fuerte alianza para poder soportar el dolor que en su momento no pudo ser tolerado porque no había nadie para sostenernos.