lunes, 11 de enero de 2021

Reflexiones sobre adversidad temprana y adopción desde la mirada perinatal, por Lola Pavón, psicóloga.


Firma invitada


Lola Pavón, psicóloga y psicoterapeuta

Presentación

Unas breves líneas para presentar a Lola Pavón. Siempre me hace una gran ilusión presentaros a las personas que colaboran con el blog Buenos tratos. Con cada una de ellas tengo una historia. Así pues, con Lola no puede ser de otro modo. Nos conocimos en Sevilla, en el marco de un taller de la caja de arena inolvidable para los dos. Posteriormente, nos hemos mantenido en contacto y hemos coincidido en congresos. Lola me impresionó como una persona genuina, el tripómetro (así le llama la profesora Josefina Martínez a la valoración que el sistema nervioso hace de una situación o persona en cuanto a la seguridad y las buenas vibraciones mediante el lenguaje del cuerpo, antes de que Porges (2011) inventara el término científico neurocepción) no te falla con ella: sientes tranquilidad, seguridad y confianza. Lola es, además de una profesional ampliamente formada y con experiencia, una persona sincera y honesta, cualidades imprescindibles en la vida, especialmente para tratar a pacientes traumatizados. Tenía muchas ganas de que formara parte del elenco de ilustres colaboradores de Buenos tratos. Le cursé invitación hace unos meses, y aquí la tenemos para disfrutar de un excelente artículo sobre adversidad temprana y adopción desde la mirada perinatal, tema que, hasta hoy, no habíamos abordado en el blog. ¡Quién mejor que Lola Pavón para hacerlo! Muchas gracias, Lola, por tu generosidad al compartirnos tu tiempo y tu trabajo. 

Lola Pavón es psicóloga y psicoterapeuta. Formada en Psicología Infanto Juvenil, Apego, Trauma y Psicología Perinatal, entre otras cosas. Su andadura profesional como psicóloga ha sido muy diversa. En relación al trabajo con familias coordinó durante cinco años un Servicio Comarcal de Atención a Familias e Infancia en la Sierra de Huelva y lleva más de catorce realizando acompañamiento con familias muy diversas que necesitan orientación en torno a la maternidad, paternidad y crianza, tanto en grupo como de forma individual.

Los últimos diez años se ha centrado en la atención en consulta privada, acompañando tanto a personas adultas, a adolescentes y niñ@s. 

Podéis conocer más sobre ella en wwwlolpavon.es 
o en https://www.facebook.com/lolapavonpsicologa/ donde realiza una labor más divulgativa.


Título del artículo: 
Reflexiones sobre adversidad temprana y adopción 
desde la mirada perinatal

El pasado 28 de noviembre de 2020 tuve el gusto de participar como invitada en las III Jornadas Atlas y Afada sobre “Heridas y suturas en personas que han sufrido adversidad temprana” con una ponencia donde reflexionaba sobre algunas cuestiones desde el enfoque que aporta la mirada perinatal.

Para mí la mirada perinatal supuso una gran revolución. Son de esas gafas que una vez instaladas en una misma ya no puedes dejar de aplicar. Como dice la propia Ibone Olza, directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, esta mirada implica “poner en el centro al bebé” como ser de pleno derecho y, junto a él, poner en el centro también a su madre biológica, siendo esta su primer y fundamental contexto de desarrollo en los primeros momentos de su vida. A partir de ahí, desde un modelo ecosistémico e integral del desarrollo, habremos de tener en cuenta el contexto que rodea a esta díada durante la gestación y primeros años de crianza, periodos determinantes en la vida de todos los seres humanos. En los casos de adopción la díada se convierte en tríada cuando, debido a la imposibilidad de que ese bebé pueda seguir con su familia de origen, madres y padres adoptivos pasan a ser esa familia a la que todo niño y toda niña tiene derecho. 

En una historia de adopción confluyen por tanto tres historias de desarrollo y vida: la del bebé, la de la mamá biológica, y la de la madre y/o padre adoptivo. Conformando lo que podríamos llamar La Tríada Adoptiva+*. Muchas veces, sin embargo, esas historias tenderán a invisibilizarse, o se minimizará el impacto que haya podido tener en cada un@ ell@s, en la futura relación y en el propio desarrollo del niño o niña. La mirada perinatal pone la lupa precisamente ahí. 

Será preciso, desde el principio, cuidar y contener con delicadeza, rigurosidad y respeto todas esas biografías para que el puzzle esté lo más completo posible de cara a la integración de todo ello en el niñ@ y en su familia. De hecho, lo ideal sería acoger no solo esa tríada, sino a su contexto ampliado: unas leyes de protección a la infancia, un@s profesionales que median y acompañan la llegada de un bebé, unas instituciones de acogida y adopción. De ahí el +*.



Aprovechando esta invitación que me hace ahora José Luis en este maravilloso blog del que tanto he aprendido, hago público aquí el contenido de las transparencias que utilicé ese día en aquella ponencia para que podáis leerlas y difundirlas de forma libre por si os resultan útiles. En ellas encontraréis más detalladas algunas de las cuestiones que compartí durante las jornadas y encontraréis la bibliografía en la que me basé. Enlace para descargar las transparencias: https://drive.google.com/file/d/1oDqqQ_oO-ZipABuZfCO2XVrGNtZg80WO/view?usp=sharing

Aunque el tema es apasionante y daría para escribir y escribir sin parar, en este artículo me centraré sobre algunas cuestiones que quisiera resaltar: 

1) Contribuir a lo que yo llamo la necesaria construcción del “traductor de bebés y peques”; 

2) Visibilizar las heridas emocionales y los duelos que implica todo proceso de adopción
 
3) Señalar la necesidad de ajustar las expectativas para no convertir en maltratantes los objetivos que se persiguen o la manera en la que nos relacionamos con las personas adoptadas y con las familias adoptivas.

I. El traductor de bebés y peques

Comencemos con algunas preguntas, viendo qué nos suscitan: 

• ¿Cómo creéis que es ser bebé en un mundo donde imperan las gafas adultocéntricas y te ningunean constantemente como si no fueras una persona con derechos y preferencias, con necesidades y ritmos específicos (los bebés no sienten, no recuerdan, no se enteran de nada, no tienen lenguaje, tienen que ser autónomos lo antes posible y adaptarse a los ritmos adultos lo antes posible, etc.)?

• ¿Cómo creéis que es tener un lenguaje preverbal, emocional y corporal que las personas adultas no saben traducir de forma automática para que puedan ayudarte y comprenderte? 

• ¿Cómo creéis que es ser un bebé que desde el inicio en la barriga de su mamá ha podido sentir dolor, hambre, frío o sensaciones angustiosas; y que además sufre y vive una separación de ella, de la que ha sido su lugar de seguridad conocido? ¿Cómo creéis que es todo eso si además se ha sufrido adversidad y/o maltrato en el nacimiento y en los primeros años de su vida antes de ser protegido por las instituciones? ¿Y cómo creéis que es todo eso si además ha podido vivir en alguna institución con la carencia de cuidados que esto puede suponer en algunas ocasiones, o con familias de acogida de las que también luego habrá de separarse; y que ha podido incluso cambiar de idioma, de país, etc; y todo ello en uno de los momentos más críticos y vulnerable del desarrollo de una persona?

• ¿Cómo creéis que es que las huellas de esa adversidad parezcan “invisibles” en muchos casos, pero que estén ahí en forma de heridas emocionales o alteraciones en cuestiones muy básicas del desarrollo, y todo el mundo diga “es cuestión de voluntad, amor y tiempo” y tu sepas y sientas que hay cosas que no funcionan y sensaciones dolorosas que no desaparecen tan fácilmente?

• ¿Cómo creéis que es llegar a un nuevo contexto, a una relación con nuevas personas, que en principio parecen amables y buenas, pero que en ti puede haber un “protégete por si acaso”, un “¿me volverán a abandonar?”, un “nadie me va a querer, si me abandonaron o me hicieron daño será por algo”, un “echo de menos a quienes conozco, ¿dónde están, porque no vienen a por mí?”, etc.?



Quizás sólo con esto ya vaya cogiendo forma en vosotr@s un pequeño traductor de bebés casi intuitivo. Igual también vais contactando con el o la bebé que fuisteis y eso os hace ir reconquistando ese idioma que una vez supisteis utilizar de forma natural. Si además conocemos un poco sobre lo que implica la adversidad temprana en el embarazo y en el nacimiento (ver transparencias 40-49) igual el traductor se vuelve un poco más completo y entendemos, por ejemplo, que cuando un niño o una niña roba puede significar que las carencias que sufrió activan de forma automática un patrón acumulador o ahorrativo casi de forma compulsiva. Activar ese traductor nos ayudará a no tratar a ese peque de ladrón sin remedio, reprendiéndole continuamente, sino que entenderemos que los mecanismos de prevención y supervisión amable le ayudarán mejor a ir resolviendo esa cuestión. Aún recuerdo un peque con el que hacíamos un juego de revisar bolsillos por si mágicamente había aparecido allí alguna cosa cada vez que iba a salir de la consulta. Con el tiempo él pudo reconocer lo que le pasaba y desde ahí pudimos trabajar ya de forma más consciente. Otro ejemplo de cuándo puede ser útil el traductor es cuando una niña se desregula emocionalmente “sin motivo comprensible”, pudiendo ser porque igual ha sentido hambre y esa sensación se asoció a la angustia de no tener qué comer en los primeros momentos de su vida. Esa niña no sabrá lo que le pasa. No podrá explicárnoslo de manera concreta. Pero con este traductor activo sí podemos intuir un poco, a la luz de lo que conozcamos de su historia, y eso nos ayudará a traducirla mejor, a ofrecerle las palabras que a ella le faltan, a ofrecerle el consuelo que ahora sí puede tener. A acompañarla cada vez que sienta esa angustia para que poco a poco el hambre no siga asociándose a ese malestar y pueda resignificarse. Un tercer ejemplo donde podemos usar el traductor es ante ese bebé que, al recibir un abrazo, parece congelado o nos rechaza explícitamente. Y es que igual no aprendió esa parte de las interacciones humanas y el afecto positivo le resulta un código que le despierta miedo, angustia o que simplemente no sabe manejar. Puede que cuando alguien le tocó no fuera muy amable, y entonces aprendió que el contacto físico era peligroso. O puede que cuando no hubiera nadie disponible cuando lo necesitara, así que conectar ahora con ese afecto le lleva a sentir soledad. Una sensación de soledad que para un bebé puede estar asociada a la sensación de morirse, con la angustia que esto conlleva, ante lo cual se activan mecanismos de defensa muy primitivos como la congelación o intentos de protesta. Entendiendo este tipo de cuestiones el traductor irá haciendo su trabajo cada vez mejor. No es que el bebé nos rechace, es que tal vez está asustado y aún no puede activar el sistema de conexión social al tener la alerta activa. Esas sensaciones sirvieron para activar mecanismos de protección frente a un contexto adverso, pero ya no resultan necesarias en un contexto más seguro. Con ayuda, esos viejos mecanismos habrán de ir abriendo paso a nuevas formas.

Pero todo ello requiere de muchas experiencias de seguridad y de mucha adecuada traducción por nuestra parte para que podamos comprender el idioma del trauma y como este se manifiesta en bebés. Somos las personas adultas las que tenemos que construir ese traductor y hacer ese trabajo. Para cada bebé será único. Es un trabajo artesanal. No siempre acertaremos. Tampoco se requiere un acierto del 100% de las veces. Ya lo dijo Winicott con su premisa de los padres y madres “suficientemente buenos”. La cuestión es estar siempre tratando de afinar ese traductor y conocer más a ese niño o niña.

II. Heridas emocionales y duelos durante el proceso de adopción

Siempre comento que para curar una herida lo primero es saber que un@ tiene una herida. Pero no siempre somos conscientes de tenerla. En el caso que nos ocupa, el trauma preverbal queda guardado en el cuerpo. No tiene imágenes explícitas, no tiene palabras. Es somatosensorial, estando en memorias implícitas, corporales y emocionales. Memorias que no han podido integrarse y organizarse, y eso nos puede dificultar esa tarea de identificar y comprender la herida. 

Gestarse y nacer en un contexto adverso tiene consecuencias muy importantes y determinantes (modulación de la traducción del ADN mediante la epigenética, preferencia automática de la activación del sistema de alerta frente al sistema de conexión social, predisposición a enfermedades físicas y psicológicas, alteración de funciones básicas del desarrollo, enfermedades, etc). En la historia de personas que han sufrido adversidad temprana pudo haber además muchas cosas que sobraron (maltrato, violencia, abuso, negligencia, múltiples vinculaciones y separaciones, etc.) y también muchas cosas que faltaron (adecuada nutrición alimenticia, emocional y entorno saludable, contacto piel con piel, respeto, presencia, permanencia, amor, cuidados sensibles, interacciones positivas, juego, miradas, sonrisas, comunicación, sensaciones de sentirse sentido, querido y comprendido, sensaciones de seguridad, sensaciones de sentirse ayudado ante el malestar, etc). Conocer esto, lejos de ser pesimista o determinista, ayudará a despenalizar mucha sintomatología para las propias personas adoptadas y también para su entorno, y alentará a modelos más comprensivos. Nos ayudará a tener, tal y como antes decíamos, traductores cada vez más precisos. Y esos traductores nos harán entender que la persona tuvo que hacer muchos ajustes creativos que eran totalmente adaptativos en un contexto adverso y que están ahí porque con ellos se sobrevivió. Desde cada punto de partida se podrán realizar intervenciones más certeras y respetuosas.



En cuanto a los duelos, tanto madres y padres adoptivos como los propios bebés habrán de transitarlos. Muchas personas que llegan a la maternidad o la paternidad mediante la adopción vienen de una travesía donde ha podido haber pérdidas gestacionales o tratamientos de fertilidad. Ambas situaciones suelen ser muy difíciles y pocas veces se visibiliza todo lo que ello conlleva. Esos hijos biológicos fallecidos o esos hijos que no llegaron también tendrán su espacio simbólico en la vida de madres y padres. También habrá duelos que implican la despedida del hijo o hija imaginados para abrirse al real, un reencuentro con la propia historia de crianza, un tránsito entre el padre o la madre que se deseaba ser y el que realmente se es, la propia llegada a la maternidad y la paternidad con todos los cambios que implica… Muchas familias no compartirán estos aspectos con nadie por miedo a sentirse juzgadas, pero es crucial darles el espacio, el cuidado y la red que requieren.

Del mismo modo, es fundamental acoger el duelo de bebés que han sido separados de su madre biológica, de su padre biológico, de hermanos o hermanas, de abuelos, primos, tíos,… O incluso de un espacio físico conocido. Nancy Newton escribió un magnífico libro acerca de lo que ella llama la “Herida Primaria”. Esta idea implica la herida y el duelo ocasionados por la separación temprana de la madre, y que se da independientemente de la funcionalidad de la futura familia adoptiva. Profundizar en ello contribuirá a afinar más aún el traductor. Podremos entender con una mirada más limpia la necesidad de integrar a las dos familias de cada niño y de cada niña, la biológica y la adoptiva. Identificaremos la expresión de esta vivencia interna observando su cuerpo, sus reacciones, ofreciéndoles el respeto, el amor, los tiempos y las palabras para poder vivir y aliviar esas sensaciones de abandono y/o rechazo tan profundas. Les ayudaremos a organizarlas internamente en un contexto de apoyo y ayuda.


III. Ajustar expectativas para favorecer el buen trato

Todo ello nos llevará al último punto que quería destacar. Al comprender mejor lo que ocurre, el buen trato será más fácil. ¿En qué sentido? Muchas veces por desconocimiento podemos perseguir objetivos que son muy exigentes para las capacidades de base de la persona, y los pedimos además por vías imposibles o a ritmos que no son alcanzables tan rápidamente o tan automáticamente. También las familias necesitarán sus tiempos para asimilar sus propias historias y las vivencias con ese hijo o hija.

Yo suelo ser bastante optimista con lo que las personas somos capaces de lograr, incluso tras haber vivido las situaciones más terribles. No me gusta el etiquetado diagnóstico impersonal y estático, aunque puede ser útil para ir poniendo algunas palabras que ayuden a la comprensión del punto de partida. Tampoco soy de positivismos facilones del tipo “si quieres puedes o el amor todo lo puede”. A veces se podrá y otras no, y habrá que ver en ese caso todo lo que sí se puede lograr para ponernos manos a la obra, pasito a pasito. Con mucho amor, por supuesto, pero con otros muchos ingredientes que implica la crianza terapéutica.

Hay huellas que de hecho estarán presentes toda la vida, pero eso no quiere decir que con ellas no se pueda vivir una vida lo suficientemente buena y agradable. Si logramos convertir la herida en cicatriz no dolerá tanto. O lo hará, pero sólo en ocasiones. Otras secuelas necesitarán de caminos más creativos y del aprendizaje de habilidades que nos ayuden a suplir o complementar lo que más cueste. incluso tras haber vivido las situaciones más terribles. Tenemos ejemplos entre nosotros de muchas personas que han sido capaces de hacer un proceso de reconstrucción resiliente. Boris Cyrulnik (2003) dice que no solo es la mencionada herida que sufrimos sino el significado que le damos a la herida y lo que hacemos con ella. Él mismo es un ejemplo de que es posible la resiliencia, siempre y cuando ofrezcamos a los niños un entorno de comprensión, apoyo incondicional y ajuste a sus necesidades. Para ello es cierto que durante todo su desarrollo hay que trabajar mucho con paciencia y perseverancia, pero se puede conseguir.

Para ello, de hecho, muchas veces me toca dar “malas noticias” a personas que han sufrido adversidad temprana. Algunos ejemplos son:

- “Igual vas a tener que seguir poniéndote una alarma para acordarte de la hora de hacer los deberes, lo importante no es que haya alarma o no haya alarma, lo importante es que encuentres la manera que mejor te ayude a recordarlo a ti”.

- “Quizá eso de dar abrazos te va a seguir costando un poquito cada vez que te los den. Lo importante es que ya te das cuenta de esa dificultad y no te peleas tanto con ella. Ya entiendes porque te pasa eso, y muchas veces ya has aprendido a irlos disfrutando cuando son de alguien que a ti te agrada y de quien sí te apetece recibir ese abrazo. Ahora puedes seguir practicando esta nueva habilidad”.

- “Puede que sigas cogiendo alguna cosa que no es tuya de vez en cuando, la cuestión es que ahora ya entiendes porque te pasa y puedes elegir después cómo devolverla o cómo prevenir antes para no cogerla”.

- “Tal vez hay una parte de ti que aún sigue pensando que no merece ser querida. Es lógico que así sea ahora que comprendes mejor tu historia y no vamos a forzarla a que sienta algo distinto ahora. La cuestión es que ya hay otra parte de ti que se ha sentido querida y eso te ha gustado, te ha hecho disfrutar y sentirte muy bien. Esa parte sabe que en realidad todas las personas merecen tener a alguien que las quiera, incluida tú. Puede que de vez en cuanto tengas que poner a estas dos partes a hablar un poquito, desde el respeto a la primera, claro está. Así puede que, poco a poco, hasta ella pueda aprender a recibir abrazos con el ejemplo de la parte más nueva de ti o con el ejemplo de lo que sabes que merecen todas las personas”.

A padres y madres también les doy estas “malas noticias”: 

- “Puede que ahora tu hijo necesite hacer los deberes estando muy pegadito a ti. Es cierto que tiene 12 años de edad cronológica y es lógico que mucha gente piense que ya no debería necesitarte tanto, pero parece que una parte de su yo pequeñito necesita ese acompañamiento a la hora de afrontar algo que le está resultando difícil ahora. Vamos a trabajar ahora esa sensación de seguridad y más adelante iremos trabajando la autonomía, que llegará, pero a un ritmo más adaptado a tu hijo. Hablaremos con el equipo educativo también para que sepan que iremos al ritmo que tu hijo necesita y que entienda porque es necesario ahora hacerlo así”

- “Estos enfados contigo son una estupenda señal, y lo más probable es que ahora por un tiempo haya más. Por fin ha dejado de ser complaciente y ahora puede atreverse a expresar la rabia a tu lado. Eso puede indicar que ya incluso sus partes emocionales más pequeñitas no tienen tanto miedo a que puedas abandonarle. Te está preguntando incluso por su familia biológica y cuestionando todo. Eso puede estar indicando que confía en ti para hacer esa exploración tan importante y que de algún modo sabe que le acompañarás ahora para poder integrar esa parte de su vida tan dura y ese duelo pendiente. Vamos a ver cómo estás tú con sostener esto, que puede ser algo difícil, para que puedas cuidarte y acompañarle mejor en el proceso”.

Es curioso, pero estas malas noticias suelen causar mucho alivio. Suelen abrir más espacio para ir sanando heridas y ampliando recursos. No se trata de conseguir más logros, más rápido. La rapidez no será la cuestión. Lo será la seguridad, el buen trato y el respeto a la diversidad de capacidades y ritmos.

Ojalá llegué un día en que ningún niño y ninguna niña sufran adversidad temprana. Mientras tanto cuidemos de la mejor forma posible a quienes comenzaron la vida con estas dificultades. Quizá el inicio no fue el más adecuado. Abramos la posibilidad a que cada uno de los finales sí sea el más amable posible.

Referencias

Cyrulnik, B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Barcelona: Gedisa.

Porges, S.W. (2011) The polyvagal theory: neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication and self-regulation. New York: W.W. Norton & Company.

El resto de bibliografía que he empleado para la redacción de este artículo está en el Power Point que comparto con vosotros/as, al cual podéis acceder a través de este link:

1 comentario:

Gemma dijo...

Un post genial José Luís!! que lujo empezar así el año!!! Gracias a Lola por tanta generosidad al compartir sus reflexiones.