martes, 24 de diciembre de 2019

Honrar al niño abandonado (Dickens por Navidad)

Todas las navidades es costumbre que desde Buenos tratos escriba un post especial que se convierta en una ocasión privilegiada para ahondar en experiencias arraigadas en la psique de las personas. Como dice Robertson (2011): “Si nuestro pasado evolutivo está archivado en nuestro interior (modelo del cerebro triuno) sólo hay dos maneras de que pueda aparecer en nuestras vidas: A través de conductas externas que denominamos instintos. Y a través de imágenes de nuestro mundo interior, que Jung primero llamó imágenes primordiales y más tarde arquetipos (del griego primer grabador)”

Antes de hablar del arquetipo del niño abandonado, pensemos que el concepto de infancia es un logro muy reciente de nuestra sociedad. Siguiendo a la profesora Ileana Enesco"la idea del niño como ser perverso y corrupto que debe ser socializado, redimido mediante la disciplina y el castigo", está presente desde la Edad Media en la cultura judeocristiana. Todavía persiste esta idea en algunos jerarcas de la Iglesia Católica que lamentablemente, ante los abusos cometidos por curas a niños, dicen que ellos son los perversos y los provocadores. 

El niño es considerado "un homúnculo (hombre en miniatura). El niño debe ser educado para ser ´reformado´. Educar y criar implican cuidado físico, disciplina, obediencia y amor a Dios, pero no hay referencias a la necesidad de amor para el buen desarrollo infantil". El uso de la disciplina y el castigo físico para educar son moneda corriente en la vida de los niños hasta hace bien poco (aunque no está ni mucho menos erradicado en nuestro país ni en el mundo) y lo que hoy en día (para algunos) es maltrato, entonces se veía como algo positivo y beneficioso. 

Exceptuando visiones como la de Rousseau (que ve al niño como un ser al que hay que adaptarse, que es bueno por naturaleza y solo el ambiente puede corromperlo, que no es un ´hombre pequeño´ sino un ser que sigue un desarrollo -incluyendo a la mujer en la educación-) y Locke (empirista que mantiene que la experiencia es determinante en la educación de los niños, abogando por el razonamiento para educar: “Quizá pueda asombrar que recomiende razonar con los niños y, sin embargo, no puedo dejar de pensar que es la verdadera manera en que hay que comportarse con ellos”), lo que se ha transmitido hasta hace bien poco de generación en generación es la mano dura, el castigo y la férrea disciplina como modelos adecuados de crianza. Del mismo modo, el padre debe ser distante y poco afectivo y la madre cariñosa y condescendiente. 

Estas ideas y prácticas, habiéndose eliminado algunas de ellas y suavizado otras, aún perviven en nuestra sociedad, y herencia todavía viva del maltrato al cual sometían a los niños -en nombre de la disciplina y la educación “para meterlos en cintura”- es la reclamada bofetada a tiempo, así como que los hombres deben ser duros y no mostrar emociones. Esto aún existe en nuestros días, y se reclama en muchos foros el poder abofetear a un niño. Yo lo he visto en la calle. Y eso que sabemos que pegar a un niño es maltratarlo y puede afectar a su desarrollo cerebral, como bien lo ha expuesto el profesor de la Universidad de Harvard Martin Teicher. Aún hay mucho por hacer.

Hasta cierto punto, la idea de que el niño es un adulto en miniatura también se mantiene, pues se trasladan a la infancia creencias y prácticas (educativas, terapéuticas, administrativas, artísticas, judiciales…) provenientes del mundo adulto sin cuestionarse si responden de verdad a lo que un niño necesita según su edad de desarrollo. Hay otras creencias que se mantienen, incuestionables para muchos: los niños mienten, son perezosos, crueles, manipuladores, caprichosos, tiranos… porque “son así”, sin abrirse a explicaciones en las cuales los adultos han tenido mucho que ver en ese resultado…Porque, desde luego, no nacen así. ¿Quién les ha hecho así? Porque se habla de niños tiranos -por ejemplo en el título de un libro de Javier Urra- no de padres incompetentes. ¿Por qué no se cambia el título si luego en el libro se mantiene la tesis de que los niños dictadores lo son porque los padres les han consentido y no les han puesto normas y límites?

Como dice muy bien Ileana Enesco"hasta el S. XX la infancia no es plena y explícitamente reconocida como periodo con sus propias características y necesidades, el niño como persona, con derecho a la identidad personal, a la dignidad y la libertad (Declaración de los Derechos del Niño, Proclamada por la Asamblea General en su resolución 1386-XIV, de 20 de noviembre de 1959. Sin embargo, este texto no es de cumplimiento obligatorio para los Estados hasta 1989, cuando La Convención sobre los Derechos del Niño es adoptada por la Asamblea General de la ONU y abierta a la firma y ratificación por parte de los Estados)". ¡1989! Como vemos un logro muy reciente. Se ha avanzado mucho en derechos a la infancia, sin duda; pero aún hoy en día ser un niño es ser alguien que puede fácilmente ser vulnerado (y vulnerable) Teniendo en cuenta que no votan y no pueden decidir sobre sus vidas, se hayan completamente a merced de lo que los adultos decidan para y hagan con ellos.

Charles Dickens (Fuente: Wikipedia)
En mi opinión, hay una persona mundialmente famosa que ha contribuido a la elevación del arquetipo del niño huérfano y abandonado: Charles Dickens.

Cuando un niño que ha vivido abandono en sus primeros años de vida, en un orfanato, por ejemplo -como les ocurre a muchos chicos/as adoptados/as que acuden a mi consulta a terapia-, y elaboran una caja de arena (como técnica para ayudarles a sanar sin re-traumatizarles), suelen crear escenas donde se representa el trauma por el abandono. Algunos ni siquiera han llegado a hablar de esto con nadie, pero lo simbolizan y eligen alguna miniatura (por ejemplo, un niño con harapos) porque conectan con ello. Como dice Robertson (2011) sobre Jung, “a medida que se excava más profundamente en el complejo, las imágenes y comportamientos que se encuentran tienden a ser menos personales y estar más arraigados en la herencia cultural del paciente, tanto si este tiene conocimiento o no personal de la imagen o de la conducta”. Es decir, aunque los niños no tengan conocimiento personal sobre su abandono -o incluso aunque lo tengan- necesitan recurrir a un símbolo que tenga sentido no sólo para ellos a nivel personal sino para toda la humanidad (no importa la cultura de la que se provenga), es algo universal: ese es el arquetipo. Y yo creo que en la contribución del arquetipo del niño traumatizado por el abandono y los malos tratos ha tenido mucho que ver Charles Dickens. Por eso muchos niños y adultos en su proceso de individuación (hacer conscientes las imágenes arquetípicas que les dan sentido) se sentirían atraídos por los personajes de este genial escritor.

Charles Dickens tuvo una infancia traumática. Su padre tuvo que ir a la cárcel y él fue acogido en una casa (Little College Street) teniendo que trabajar diez horas diarias en una fábrica de betunes. Esto marcaría su vida porque dedicó buena parte de su obra a denunciar las condiciones precarias en las que trabajaba la clase proletaria. En su novela David Copperfield, juzgada como la más autobiográfica, escribió: "Yo no recibía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estímulo, ningún consuelo, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera recordar. ¡Cuánto deseaba ir al cielo!". Este personaje, sin duda podría hablar por él.

Colección Famosas Novelas editadas por Bruguera en los años 70.

Accedí a las novelas de Dickens, como a otras muchas obras de la literatura universal, gracias a una colección de libros que publicaba la extinta editorial Bruguera llamada Famosas Novelas, contadas en forma de comics. No pudieron tener mejor idea, pues a través de esta iniciativa muchos niños de la época -que no gozábamos de muchos entretenimientos- pudimos conocer a los grandes escritores y desarrollar la afición por la lectura. Semana a semana íbamos comprando los distintos tomos. Yo todavía los conservo, los guardo como oro en paño y aún los leo de vez en cuando. Podéis ver algunas ilustraciones de las novelas de Dickens hechas por los autores de estas “Joyas literarias juveniles” en estas fotos que acompañan a este post.

Después, he leído algunas de las muchas novelas de Dickens, disfrutando muchísimo de este extraordinario narrador que se convirtió con el tiempo en el gran novelista de lo social, publicando sus novelas por entregas y siendo muy popular.

"Fue simpatizante del pobre, del miserable, y del oprimido; y con su muerte, el mundo ha perdido a uno de los más grandes escritores ingleses", reza su epitafio. Les dio un lugar en la historia y contribuyó a dar a conocer el dolor que él había vivido en su infancia elevando el trauma del abandono infantil a la categoría de arquetipo: niño pobre, abandonado, duramente maltratado, solo en una sociedad supervivencial y llevado a trabajar prematuramente y en condiciones inicuas. Cuando no existía el concepto de niño como sujeto con plenos derechos, ni mucho menos la necesidad de proteger a la infancia, Dickens dio a conocer su sufrimiento a través de inolvidables personajes y novelas.

No puedo referirme a todas sus novelas, pero si he destacar cuatro elegiría: Oliver Twist (1838), David Copperfield (1849), Grandes Esperanzas (1860) y, como no, Cuento de Navidad (1843).

Grandes Esperanzas, cómic adaptado de la novela de
Charles Dickens por la Editorial Bruguera.
En estas (y otras novelas) hay muchos más arquetipos, pero las he elegido y me fascinan por cómo narra el sufrimiento de los niños y el papel que la infancia tiene en la explicación de la conducta adulta humana (como en Cuento de Navidad) También me atraen porque el trauma (del cual se empieza a hablar a finales del siglo XIX) está presente en estas novelas, en sus personajes y en sus historias, y porque vivir en la Inglaterra del siglo XIX es vivir en una sociedad traumatizada por la pobreza y las desigualdades sociales. No existía el concepto de niño, como hemos visto. Ni mucho menos el concepto de niño abandonado a su suerte y sufriendo por ello. Dickens se encargó de denunciar todo esto en sus novelas.

En Grandes Esperanzas, Miss Havisham queda atrapada en el tiempo, vestida con su traje de novia, desaliñado, en una casa y una sala llenas de polvo y telarañas, con el reloj parado a la hora de… la boda en la que se tuvo que casar, pero el novio la dejó plantada... La narración de Dickens nos entra en lo más profundo de nuestro ser cuando nos relata a esta mujer que se ha quedado anclada en el pasado (como en el trauma) que vive sin integrar el hecho, como si no ocurriera, casi disociada, pero una parte emocional suya sale para odiar a los hombres. Por eso educa a su hija adoptiva, Estela, para que se vengue de los hombres, y en concreto de Pit, personaje solo en el mundo, abandonado y que vive soñando con poder amar a Estela y poder ser algún día de los de su clase. ¿Hay mejor ejemplo de lo que es el impacto traumático que este personaje de Miss Havisham?


Subportada de la novela Grandes Esperanzas
diseñada por Bruguera para la Colección Famosas Novelas.

David Copperfield y Oliver Twist, ambos niños desgraciados, solos, abandonados, llevados a trabajar en duras condiciones, son las novelas más autobiográficas de Dickens, donde pueden ir haciendo resiliencia (a veces es una "resistencia potencialmente resiliente", como dice Jorge Barudy) gracias a que surgen protectores que les apoyan. Oliver Twist es huérfano, nace en un orfanato, pobre y solo en el mundo. Al escapar, se ve metido en zonas del hampa de Londres, lleno de personajes arquetípicos como Fagin, donde sobrevivir es lo único que se puede hacer. Oliver Twist en una de las novelas que más se ha llevado al cine.


David Copperfield, comic adaptado de la novela
de Charles Dickens por Bruguera.

Subportada de la novela
Cuento de Navidad, adaptada por
la Editorial Bruguera.
Y, cómo no, en estas fechas… Cuento de Navidad. La versión cinematográfica que recientemente llevó a la gran pantalla Robert Zemeckis es espectacular. Durante las primeras secuencias, al comienzo de la película, podemos asistir a la extraordinaria materialización visual de lo que Dickens tan magníficamente describió: ese Londres de fines del XIX, gris, lleno de niebla, con casas negras con humeantes chimeneas, nevado y frío, pleno de contrastes (ricos y pobres) en las calles… No hay nada más dickensiano que este Londres oscuro y abandónico…

En Cuento de Navidad Dickens nos propone que para resolver el trauma debes de volver al pasado (para descubrir que dentro del avaro Scrooge existe un niño abandonado y triste, que no ha sanado, cuya hermana murió al dar a luz). El encuentro con los fantasmas que se le aparecen le toca el corazón y se vuelve más sensible a raíz de visitar su infancia. Puede ver en el presente cómo vive su empleado y que su hijo, enfermo, necesita todo tipo de cuidados… Emerge entonces, la empatía en el viejo y duro prestamista… para sufrir una gran transformación (se convierte en otra persona) tras ver que nadie le recordará tras la muerte, sino que todos lo celebrarán porque no ha dejado huella en nadie, solo dolor… Justo cuando parece que su destino esa noche es morir, de
Cuento de Navidad, adaptado por Editorial Bruguera.
repente se ve en su cuarto y ya es otro, no sabemos si sueño o realidad, pero como una buena terapia de procesamiento, resuelve el trauma y pasa a ser un hombre generoso y solidario y un gran entusiasta de la Navidad.

Como lo soy yo de este gran escritor, a cuyos arquetipos nuestros niños recurren en terapia, tratando de encontrar un sentido a lo que les ha ocurrido y elaborando en sus narrativas en el cajón de arena las duras experiencias de los orfanatos donde, como Oliver Twist, tuvieron que sobrevivir. Dickens les honró hace muchos años y como otros escritores comprometidos, los miserables del mundo, los oprimidos... claman por sus derechos, entre ellos los niños, donde todavía, hoy por hoy, en muchos países, desgraciadamente, su vida no vale nada. Por todos los que se fueron, por los que cada día luchan por sobrevivir y por los que tienen lo que se merecen en derecho -un entorno y hogar de apoyo afectivo y solidario (que les permita hacer un proceso resiliente poco a poco)-, mi homenaje con este post que nos abre las ganas de sentarnos a leer -o ver en vídeo- Cuento de Navidad y viajar, una vez más, a ese Londres dickensiano de neblinosas calles y lleno de torvos personajes...

¡A todos y todas los y las que hacéis Buenos tratos, os deseo una Feliz Navidad!


REFERENCIAS

Locke, J. (1986). Pensamientos sobre la educación. Madrid: Akal Ediciones.

Robertson, R. (2011) Introducción a la Psicología Junguiana. Una guía para principiantes. Barcelona: Obelisco.

Los datos sobre la historia de la niñez los he encontrado en este artículo de la Catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, profesora Ileana Enesco, del Grupo del desarrollo cognitivo y social en la niñez


Los datos biográficos de Charles Dickens los he tomado de Wikipedia:


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