jueves, 20 de enero de 2011

El niño/a víctima de malos tratos y la memoria emocional

Antes de irme a celebrar San Sebastián, dejo hechos mis deberes y mi grata cita semanal con todos/as vosotros/as dejando programada esta entrada.

Sigo con el libro de David Linden, titulado “El cerebro accidental” En esta ocasión, he de decir que me ha fascinado el capítulo que dedica al aprendizaje, la memoria y la individuación.

En el mismo, he leído esto tan interesante: “…Algunos recuerdos se desvanecen con el paso del tiempo, y algunos son distorsionados por la generalización (¿el lector recuerda de forma clara el corte de pelo que llevaba cuando tenía diecisiete años?) En todo caso, nos es precisa una señal para poder decir: “Se trata de un recuerdo importante. Escríbelo y subráyalo” Y esta señal es la emoción. Cuando tenemos sensaciones de miedo o de alegría, de amor, de enojo o de tristeza, estas sensaciones sellan nuestras experiencias como particularmente significativas. Estos son los recuerdos que más necesario resulta almacenar y mantener a salvo, porque casi con toda probabilidad serán relevantes en situaciones futuras. Son los componentes básicos que forman la lógica, el razonamiento, la cognición social y la toma de decisiones. Se trata de los recuerdos que nos otorgan nuestra individualidad. Y, más que en cualquier otra cosa, el cerebro es bueno ejerciendo esta función: la indexación de los recuerdos por medio de las emociones”

Al leer esto, me han venido a la mente las experiencias de los niños y niñas que han vivido malos tratos y abandono. Los niños y niñas víctimas de malos tratos tienen, sin duda, subrayados a fuego estos recuerdos. Y serán recuerdos relevantes en situaciones futuras, como dice Linden. ¿Por qué? Porque pusieron en alto y grave riesgo su supervivencia e integridad física y psicológica. Cualquier señal o estímulo o situación que pueda evocar o guarde una similitud con la vivida anteriormente, puede disparar una respuesta que se usó en el pasado para hacer frente a la amenaza. Normalmente, atacar o huir o disociarse. Es por ello por lo que muchas alteraciones emocionales y respuestas conductuales aparentemente sin sentido para el adulto que no puede ver las heridas invisibles, tienen sentido cuando se explican a la luz de la memoria y la emoción. Esta sería algo así como el pegamento que fija el recuerdo

Existe también una memoria emocional, no sólo la memoria de los hechos. No por ser muy pequeño el niño o niña (tener sólo meses) “no se enteraba” de lo que sufría. No recuerda los hechos. Pero sí recuerda las emociones y las sensaciones, éstas se graban en la memoria emocional que tiene su sede fundamentalmente en la amígdala (un órgano en el centro mismo del cerebro, dentro del sistema límbico, que codifica las emociones) El niño entonces no tiene la sensación de estar recordando, no es un recuerdo consciente (como la memoria de hechos) pero es un recuerdo almacenado. La memoria emocional es predominante en el niño hasta los dos años y medio-tres más o menos.

Los malos tratos y las experiencias adversas subrayadas y guardadas en la memoria no se olvidan ni desaparecen por el hecho de hacerse mayor, adolescente o adulto. Esta es una creencia errónea. Por ello, tenemos que evitar transmitir frases que minimicen las duras vivencias padecidas. Hay muchos chicos y chicas que se comportan o reaccionan de maneras inadecuadas y no saben por qué, y una posible explicación tiene que ver con ésta de la memoria que acabo de explicar al leer a Linden. Por ello, evitemos transmitirles frases ante sus conductas negativas que supongan culparles (de plano, se suelen rechazar muchas de las costumbres, respuestas, hábitos y reacciones de estos menores, como se dice en el libro “Indómito y entrañable. El hijo que vino de fuera”. Hablaremos de él) y tratemos de explicarlas desde los mensajes comprensivos. El niño o niña está luchando contra sus dificultades, exterioricémoslas: el niño o niña no es la dificultad, está tratando de superar un hándicap que escapa a su control voluntario.

Linden relata en su libro un sugerente experimento en personas que tienen dañada la memoria de los hechos (por diversas causas: traumas, lesiones, enfermedades…) Son sometidas a una leve descarga eléctrica y unos segundos antes, pueden ver una bombilla con luz roja que se enciende y precede a la descarga. Por efecto del aprendizaje asociativo, la luz adquiere la propiedad de asustar a la persona por sí sola. Al día siguiente, los sujetos participantes no recuerdan los hechos: ni las personas del experimento ni el haber estado allí. Pero cuando ven la luz roja, sin que sepan por qué, su corazón experimenta un aumento del ritmo cardíaco (prueba de que se han alterado emocionalmente) Lo que sucede es que la memoria declarativa está afectada pero no la emocional, que sí recuerda.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo respecto a lo de la memoria emocional, estoy convencida que mi hija llorá infinito por que de pequeña en el orfanato era la única manera de que la hicieran caso, ahora me consuela que cuando la trajimos a España, se tiraba a los brazos de cualquier mujer china joven que nos encontráramos lo cual interpreto como que alguien femenino y chino la hizo algo de caso. y espero que también pase con la memoria emocional lo mismo que con las otras memorias que el cerebro sea capaz de teñirla de cierto color rosa, para no volvernos locos y que como dice la canción, cualquier tiempo pasado nos parezca mejor, Un saludo
María

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola, María: Tu comentario es muy grafico y ejemplifica muy bien lo explicado en la entrada. Yo soy de los que piensa que con paciencia y perseverancia, y con experiencias de buen trato, la memoria emocional puede ir tiñéndose, como dices, de cierto color rosa. Gracias por tus aportaciones, saludos cordiales, José Luis

Alba dijo...

Rescatar algo de la memoria es como buscar en google,puede salir cualquier cosa y nuestra fuente nunca es objetiva.

No lo es por que como dices,los recuerdos están teñidos de emociones.

Yo recuerdo algunas de las cosas que hice de pequeña por la broncas que me gané,los castigos que me pusieron o los disgustos que me dí.También recuerdo días en que sucedieron cosas que me produjeron felicidad.

Seleccionamos los recuerdos tratando de hacer más asimilable todo,lo racionalizamos intentando verlo desde perspectivas mas amables,pero es cierto que en el inconsciente guardamos toda esa carga de recuerdos negativos,que sin saberlo,influyen en nuestras decisiones...

Me ha gustado el post,da que pensar...

un saludo

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Me alegra que te guste. Además, si te ha hecho pensar creo que el post ha cumplido con creces su objetivo. Encantado de que te hayas pasado por aqui. Saludos cordiales.

Xiao dijo...

Un par de dias antes de que publicases ste post escribí yo en mi blog sobre la memoria de mi hija (http://lamaternidadtodaunaaventura.blogspot.com/2011/01/recuerdos-imaginacion.html) Y son muy interesantes algunos de los comentarios que me dejaron por lo que aportan al tema.
A veces me impresiona cuando habla sobre su estancia en China; no deja lugar a dudas: tiene recuerdos, algunos tan tempranos y tan dolorosos.... que estremece. Ella los exterioriza, cosa que considero muy positiva.
Tu post, como siempre, me ha despejado alguna duda que podía quedarme.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola, Xiao: Acabo de pasarme por tu blog y he dejado un comentario. Es estremecedor y deja la piel de gallina, pero a la vez, es muy positivo que lo vaya exteriorizando. Eso hará resiliente a tu hija. Precioso tu blog, que ya he colocado entre la lista de mis favoritos. Gracias por contarnos tu experiencia. Un abrazo, José Luis