lunes, 6 de febrero de 2012
¿Qué características del tutor de resiliencia (padre, madre... adoptivo) ayudan a un joven adoptado a hacer un proceso resiliente? Habla el propio joven.
lunes, 13 de junio de 2011
Orientaciones en la educación de los niños adoptados/acogidos (Jornadas formativas en Ume-Alaia y Beroa)

El pasado 26 de febrero me invitaron a dar unas jornadas en la Asociación Ume-Alaia, Asociación de padres Adoptivos de Gipuzkoa. Esta asociación tiene un programa formativo cada curso escolar, una vez al mes, e invitan a un profesional con conocimientos y experiencia en el ámbito con el fin de formar a futuros padres y contribuir a la formación permanente de los que ya lo son (de los que ya son, se saben y se sienten padres, parafraseando el título del magnífico libro de la psicóloga y madre Pepa Horno -Ser madre, saberse madre, sentirse madre; editorial Desclée de Brouwer-, el cual nos cuenta su periplo como madre adoptiva; os lo recomiendo por su profundidad pero a la vez increíble capacidad para transmitir todos los sentimientos y sutilezas que una madre vive durante su proceso)
En febrero me tocó el turno. Ante una abarrotada sala, la jornada, de dos horas, versó en torno a los padres adoptivos como tutores de resiliencia, esto es, cómo pueden potenciar los recursos internos de los niños para que éstos puedan crecer y rehacerse. En una primera parte, ahondamos en el concepto de resiliencia y ofrecimos una explicación sencilla (utilizando la metáfora de la botella de plástico vista en el blog de Marta Romo) de este concepto. A continuación, se propusieron definiciones de resiliencia planteadas por los expertos en el campo (Barudy, Cyrulnik…) Vimos dos biografías, comparadas: la de Marilyn Monroe (la cual no pudo hallar a nadie que le permitiera resiliar de sus terribles experiencias infantiles) truncada prematuramente, y la de Andersen (con una durísima infancia también pero con la diferencia de que su abuela fue su tutora de resiliencia, la que le acompañó y le proporcionó los recursos internos para sanar de las heridas del abandono y de las dolorosas vivencias; de tal modo que se convirtió en uno de los más famosos escritores de cuentos infantiles; triunfó y su vida no se derrumbó prematuramente) Finalmente, nos centramos en proponer a los padres unas orientaciones (que discutimos entre todos) para que puedan ser tutores de resiliencia de sus hijos.
Entre medias de la exposición oral, hicimos una técnica emocional, dirigida a lo que sentimos, aplicando el dibujo sensitivo, el que surge desde el hemisferio derecho del cerebro, como diría Siegel. Los padres dibujaron cómo sentían ellos que podían ser tutores de resiliencia para sus hijos. Salieron propuestas excelentes.
Este sábado pasado (4 de junio) fui invitado por la Asociación de Familias Acogedoras de Gipuzkoa (Beroa), quienes acogen niños y niñas tutelados por la Diputación Foral de Gipuzkoa y cuyos padres biológicos presentan incompetencias parentales. Por ello han de vivir temporal o permanentemente con una familia (extensa o ajena) que pueda proporcionarles los cuidados que necesitan. El Programa de Acogimiento Familiar en Gipuzkoa es pionero en el Estado y funciona excelentemente gestionado por los profesionales del Centro Lauka y gracias a la solidaridad de cientos de familias guipuzcoanas agrupadas en torno a Beroa.
La Asociación Beroa celebraba su VI Encuentro y a través de su presidenta, Izaskun Ugarte, me cursaron invitación para, previa a la comida que celebraron en un restaurante de Hernani, mantuviera con ellos un encuentro formativo.
El tema sobre el que versó la comunicación oral y posterior charla y diálogo con los participantes fue también en torno a la resiliencia y cómo constituirse en unos acogedores tutores de resiliencia. Pero, esta vez, los contenidos se adaptaron a la realidad y las particularidades del acogimiento familiar, que son propias y diferentes de la adopción.
En ambos foros me pareció importante versar sobre el mismo tema. Y de ambos lugares salí con una sensación de que el objetivo estaba cumplido. Y éste no era otro que el concienciar a los padres y madres adoptivos y acogedores de que la labor y el trabajo fundamentales están en su papel de tutores de resiliencia: ser conscientes del daño emocional que el niño puede acarrear y a la vez, mentalizarse en trabajar con él y la red social para proporcionarle las experiencias que necesite para sanar psicológicamente y lograr una adaptación lo más positiva posible.
De las dos jornadas, destaco estos aspectos que me parece que a los padres y madres adoptivos o acogedores os pueden ayudar en vuestra labor educativa y de crianza y que salieron en los debates con los participantes. Las aportaciones de éstos rayaron a gran altura:
Los padres o acogedores han de hacer un esfuerzo por adaptarse al niño, sus características, y no al revés. Muchas veces son los padres los que han de cambiar y no pedir imposibles a los niños.
Los padres tienen unas representaciones mentales sobre cómo educar que chocan con las representaciones de los niños. Hay referencias educativas clásicas que no sirven cuando nos referimos a menores que han carecido de una experiencia de apego seguro.
La paciencia y la perseverancia son claves, la madurez la alcanzan más tardíamente y hay que acompañarles educativamente durante más tiempo.
Podemos ser demasiado exigentes y no ver los avances, es bueno de vez en cuando, acordarse de cómo están ahora y cómo estaban a su llegada a la familia. Sí que avanzan y no damos suficiente mérito a estos progresos, que para ellos son mucho más difíciles de lograr de lo que nos pensamos. Lo que para nosotros puede ser fácil, para ellos es muy difícil.
Es normal y esperable que sean mucho más vulnerables al estrés que otros niños. Por ello, en esos momentos, algunos logros conseguidos parece que se pierden. Hay que volver a empezar y trabajar de nuevo, creyendo en el niño y confiando en que lo volverá a conseguir. Los retrocesos nunca son hasta el principio de la escalera que había empezado a subir.
La empatía es fundamental, ponerse en la piel, en los zapatos de estos niños y ayudarles a desarrollar una función que reflexione sobre sus sentimientos y los de los demás. Estamos más ocupados en el día a día y en el funcionar que en el propiciar contextos en los que podamos ayudarles a poner palabras a su mundo interior y las cosas que les pasan.
Los niños, sobre todo los que han vivido malos tratos, se configuraron para sobrevivir. Por ello, les importa el momento presente, es lo que perciben, y cómo resolver el problema del momento. Y para ello pueden huir o evitar las responsabilidades. Hay que ir trabajando para ayudarles a desarrollar soluciones a sus problemas, ensayándolas primero con ellos y acompañándoles, si es preciso, para ir cambiando esta tendencia. Y es necesario comprenderla: no es una actitud indolente sino una estrategia aprendida.
Es fundamental desarrollar una narrativa, una explicación coherente de sus problemas (no tuvieron una base segura y les faltó en demasía figuras adultas que les ayudaran a desarrollar la confianza en sí mismos) como causa de sus problemas y evitar explicaciones que generen un autoconcepto de niño malo o incapaz.
Los estilos o trastornos de apego que puedan presentar son tendencias y no reacciones matemáticas que siempre van a tener. Pueden, además, con el paso del tiempo, ir modificándose gracias al efecto beneficioso de otras experiencias con adultos, otros niños, etcétera.
Ser padre o madre no es aplicar unas teorías psicopedagógicas: es mucho más. Es una implicación personal en un proyecto de vida de un hijo o hija diferenciado de mí. No existen remedios mágicos ni profesionales que con un tratamiento o medicación nos solucionarán las dificultades que el niño pueda tener. Existe el trabajo diario a través de una relación con los cuidadores que sea de aceptación plena del niño y de acompañamiento incondicional; aunque las conductas negativas y la falta de respeto no se toleran y haya que trabajar con el niño para ayudarle a ir cambiándolas. No son niños malos, lo que sucede es que la experiencia del maltrato les hace creer que lo son y, en las relaciones, buscan inconscientemente confirmar esa expectativa. Por ello, hay que desmontársela y enseñarles otra manera de relacionarse en la que ellos comprueben que no van a ser ni dañados ni abandonados.
En los momentos de tensión, de crisis, de conductas difíciles de manejar y tolerar, es crucial la calma del adulto. Tranquilizar al niño y tranquilizarse el adulto. Es necesario conocerse cada uno para aprender a controlarse, sobre todo si somos de los que “nos calentamos” fácil.
lunes, 7 de febrero de 2011
Cómo potenciar el apego seguro en los niños (I)

Los niños con apegos inseguros no han tenido suficientes experiencias óptimas de sintonización emocional: estas han sido intermitentes y/o no contingentes con el estado interno del niño (su primer cuidador se comunicó de manera salteada y/o lo hizo cuando el niño necesitaba recogimiento interior y no se le respetaba) También pudieron ser comunicaciones de naturaleza invasiva, contradictoria y hostil. En este caso, el niño pudo desarrollar y mantener cambios abruptos en su estado de mente (de repente, de estar tranquilo, puede pasar a enfurecerse terriblemente sin motivo aparente o por un motivo nimio)
jueves, 2 de diciembre de 2010
Aspectos importantes en la educación de los niños/as vistos desde una hija adoptada

Sólo puedo deciros, padres y madres, que lo tengáis muy presente y toméis buena nota. Y, por supuesto, felicitarle a esta joven por su fenomenal proceso y agradecerle su clarividencia, su saber decir las cosas de una manera sencilla, clara y concisa.
ASPECTOS IMPORTANTES EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS Y DE LAS HIJAS
EL CARIÑO
Lo primordial es el cariño. Mi madre jamás me ha dicho o me ha hecho sentir que no me ha querido (ni me ha hecho el vacío, ni me ha ignorado ni me ha desvalorizado…), incluso cuando nos enfadábamos o teníamos conflictos. Siento que ella me ha cuidado y me ha dado lo que necesito.
Como padres, creo que es fundamental que tengáis en cuenta que el cariño se demuestra todos los días en todo momento: no agrediendo, aunque el chico o la chica hayan hecho algo fatal. Me refiero a la agresión verbal también. En un momento de tensión se os va una palabra mala y se puede hacer mucho daño. Mi madre, como ya os he dicho antes, jamás lo hizo, aunque a veces no le pusiera las cosas fáciles. Os pongo un ejemplo: si en un momento dado un hijo os dice: “tú no eres mi madre/padre”, tratad de controlar el enfado, no le respondáis: “pues tú no eres mi hijo” Demostrad que sois adultos con inteligencia y respondedle: “no me digas esto, que me duele” “Yo sí te quiero”.
SABER DECIR NO
El cariño se demuestra también sabiendo negar peticiones inadecuadas. El hecho de que tus padres te digan que “no” a algo te ayuda después a comprenderlo. Esto es una forma de protección. Hay que proteger. Cuando digáis “no”, eso no es malo. Pero hacedlo con cariño aunque con firmeza.
A veces necesitamos esa firmeza. Firmeza cálida. Y una consistencia. Por ejemplo, no podéis dejarle comer txutxes antes de la comida un día y otro día no permitírselo. Hay que ser coherentes y consistentes, si no, creo nos desorientamos.
LA PROTECCIÓN
Cuando uno se ha sentido abandonado, solo en el mundo… no ha tenido a nadie que le pueda calmar la angustia y la desesperación, que le tranquilice. Es porque no ha tenido suficiente protección. Por eso le tenéis que aportar seguridad a vuestro hijo. La seguridad se demuestra haciéndola sentir y estando presentes, acompañando. Lo necesitamos mucho. Estando ahí, como suele decirse. Llevando al niño o a la niña a los sitios, hablando con los profesores, resaltándole las cosas que sabe hacer bien, remarcándole sus cualidades, no permitiéndole que vaya a sitios inseguros, preguntándole por sus sentimientos y no teniendo sólo obsesión por el estudio o por cumplir las normas…
LOS ESTUDIOS
Otro tema que pienso que es trascendente son los estudios. En la “edad del pavo”, como se le suele llamar, creo que todavía nosotros, los adoptados, somos muy niños. Como de 5 ó 6 años. Pienso que todavía estamos aprendiendo a leer y las cosas básicas. Considero que a esta edad es muy importante que estéis a nuestro lado para que estudiemos. Creo que casi hasta la universidad, si es que llegamos. Solos, a esta edad, no vamos a poder estudiar, nos vamos a poner a ver la tele, ir a la consola…
LA FLEXIBILIDAD
Ser flexible quiere decir que hay momentos para todo. Saber negociar, no empecinarse en una cosa. Si ponemos mucha oposición a algo no es sólo porque seamos rebeldes o desobedientes (que puede que sí) sino que, debéis preguntaros, puede que no estemos preparados para lo que nos exigís. Preguntadnos por nuestros miedos, inseguridades, bloqueos…
Unos padres han de saber tener ese digamos, “juego de caderas” para saber leer a su hijo en lo emocional, en lo que hay detrás de una oposición y saber ser flexible por empatía y necesidad del niño, sus posibilidades reales de hacer lo que se le pide… no por un juego de poder.
LA PSICOTERAPIA
Para poder afrontar mi vida, lo que me ha dado una seguridad, lo que me ha permitido conocer mi vida, valorarme y entender mi historia, es la terapia. Quitarme los nudos que no me permitían seguir adelante, pero con un buen psicólogo/a.
Con el trabajo en la terapia yo he podido entender cada paso, no castigarme a mí misma. El psicólogo me ha dado orden, estructura, seguridad, conocer mis sentimientos, ayudarme a elaborar mis duras experiencias de vida y me ha proporcionado herramientas.
Anteriormente, también estuve con otro profesional (entre los 15 y los 17 años) que me ayudó en el tema de mis problemas con la alimentación y pude expresar cómo me sentía. Me ayudó mucho, pero mi trabajo interior lo he hecho ahora, entre los 19 y los 22 años. ¡Voy a empezar mi cuarto año de terapia!
Es muy importante que haya conexión con el psicólogo. El proceso es largo, lleva tiempo conseguir resultados. Y es que no olvidéis que las cosas, las vivencias que hemos vivido en el pasado no se borran ni se olvidan. Son vivencias en algunos casos, muy pero que muy duras. Y tened en cuenta que nos influyen en el presente. Todo esto es necesario poderlo trabajar para liberarlo.
EL HORARIO
Es una cuestión como muy práctica, sí, pero que me parece importante también.
De pequeños, mi madre supo que debía de tener un horario: de comida, de cena… significaba que iba a comer todos los días Eso nos daba estabilidad. ¿Por qué es importante la estabilidad? Porque hemos carecido mucho de ella. Hemos vivido siempre como en un barco al pairo en medio de una terrible tormenta que no ha cesado en años…Te da una seguridad, dará una seguridad a vuestros hijos. La seguridad es, junto con el cariño, las dos cosas más básicas de las que hemos carecido muchos de nosotros.
Es bueno no hacer muchos cambios en los horarios. Cuando eres adolescente, por ejemplo, hay que poner horarios de llegada y salida porque necesitamos especial protección. Pero a la vez hay que hablar con el hijo o la hija para enseñarles a ser responsables (mi madre hablaba conmigo de todo). Si se hace así, si te han educado bien, tú aprendes por ti mismo y tú te pones los horarios con responsabilidad. Pero primero te los han tenido que poner, con una estabilidad, sin marear…
jueves, 21 de octubre de 2010
"Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza", un excelente libro de la psicóloga Loretta Cornejo

Aunque no podemos vernos, con algunas personas se siente una relación y un feeling especial. Porque a veces los sentimientos, el agradecimiento, la solidaridad… viajan inmaterialmente por esos caminos electrónicos de la informática, por esas autopistas, y uno los siente. No es la magia del contacto real, del estar físicamente, claro. Por ello, me falta culminar el proceso y conocer algún día a todas las personas con las que me relaciono a través del blog y de su expansión por facebook. Vernos corporalmente y que la magia del contacto real culmine el proceso del que hablo, hacernos presentes. Todo llegará.
Una de las muchas personas -ejemplo de lo anterior- que se ha puesto en contacto conmigo es la psicóloga y psicoterapeuta Loretta Cornejo, quien no creo necesita presentación, pues es una prestigiosa profesional, de origen peruano, que lleva muchos años trabajando, autora de numerosos libros (alguno de los cuales lleva varias ediciones vendidas) sobre psicoterapia, fundamentalmente de orientación gestáltica. Impulsora, y una de las principales referencias, de esta corriente psicoterapéutica en su aplicación para los niños/as y adultos. Cofundó junto con unas compañeras, el centro de psicoterapia Umayquipa (palabra que en la lengua quechua significa soplando el amor) en su Lima natal hace 25 años. Un día, hace ya 14 años, decidió expandir sus conocimientos y humanidad a Europa y se vino a Madrid donde abrió -también junto con sus compañeras de singladura-otro centro de psicoterapia con el mismo nombre. Realiza una importantísima labor de tratamiento psicológico a niños y adultos, individual y de grupo, así como de formación para profesionales.
Para mí ha sido un honor que Loretta Cornejo se haya fijado en el blog y le haya resultado interesante el mismo, alabando su contenido y expresión. Es como si un cocinero tres estrellas Michelín se fija en otro que despunta pero que aún le falta trayectoria para considerarse senior en la materia, y alaba su trabajo.
Pero lo que más me ha cautivado de Loretta Cornejo es su humanidad y su generosidad. He recibido gustoso un regalo que, emocionado, me ha hecho: dos de sus libros dedicados. Lo mejor de Loretta Cornejo es que no hay diferencia entre el profesional y la persona: Cualificada pero con cualidades humanas elevadas. Sin estas cualidades humanas, no puedes ser psicoterapeuta. Y Loretta las tiene porque sopla el amor allí donde va.
Voy a hablaros del primer libro que me ha regalado: Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. Casualmente lo he terminado de leer hoy, día 14 de octubre, que es cuando escribo esta entrada. Hace 16 años que comencé como psicoterapeuta, por lo que he podido conectar con lo que sentía entonces. ¡Cómo me hubiera gustado tener este libro! Cuando lees Cartas a Pedro (Pedro existe, es sobrino de Loretta, y ésta le escribe pues va a empezar su formación, y cada capítulo está dedicado a una cuestión trascendente en la difícil tarea de convertirse en psicoterapeuta. Pedro actualmente ya es profesional en ejercicio) Loretta consigue la complicidad contigo: Sientes que Pedro eres tú, con tu inexperiencia, dudas, miedos, inseguridades pero a la par alegría por empezar tu carrera y sentir que puedes ser útil y ayudar a las personas que sufren por problemas psicológicos y de la vida de toda índole.
Sientes que Loretta te habla a ti, con ese estilo capaz de llegar al corazón de las personas pero enriquecido de sabiduría psicológica científica y profesional a la par. Y te va entregando ese saber capítulo a capítulo, para que tú puedas beneficiarte del mismo y comenzar tu carrera profesional –o revisar la que ya tienes empezada, sin duda- sintiéndote arropado y comprobando que a otros/as les ha pasado lo mismo que te pasa a ti.
Otro aspecto que yo destacaría de este libro es que aborda todas esas preguntas y dudas que un psicoterapeuta ha tenido y puede seguir teniendo sobre su desempeño profesional y que no se suelen abordar ni en la Universidad ni en los postgrados, y que, cuando vas a iniciarte, no sabes a quién preguntar o nadie te las quiere contestar porque las considera suyas o te hace pagar un fortunón por transmitírtelas: ¿De qué color pinto las paredes de la consulta? ¿Qué enfoque psicoterapéutico utilizo o es más conveniente? ¿Cómo manejo las resistencias del paciente? ¿Cuánto deben durar las sesiones? ¿Qué hago si el paciente no acude? ¿Cómo creo el clima emocional? ¿Puedo tocar al paciente? ¿Qué hago cuando el paciente no habla o no puede hablar? Sin olvidarnos del emotivo capítulo dedicado a cuando no desee ser psicoterapeuta y a las técnicas que la autora nos ofrece para explorar ciertos temas.
Me gusta el enfoque de Loretta Cornejo y lo comparto porque entra dentro del modelo del buen trato al que yo me adscribo y porque ante todo y sobre todo el psicoterapeuta que sólo es un técnico y se olvida de la persona que viene a su consulta a ser comprendida, escuchada, alentada, a sentirse sentida, a ser ratificada en sus puntos fuertes, a trabajar los débiles y las dificultades, dentro de un clima de confianza, aceptación y afecto, deshumaniza lo más humano y complejo que existe: la psicoterapia. Y sin humanidad no puede existir la psicoterapia. Si no soplamos el amor, la psicoterapia no es posible.
No os perdáis este libro, se lee muy a gusto, con placer: Aquí tenéis un enlace para poder adquirirlo. Está en la editorial Desclee de Brower.
viernes, 18 de junio de 2010
La receptividad empática

Una de las habilidades que el autor recomienda en la psicoterapia con niños/as, adolescentes y adultos traumatizados es la receptividad empática. Recoger el sentimiento por parte del terapeuta y sentirlo sin actuarlo. Esto de por sí ayuda sobremanera no sólo a fortalecer el vínculo terapéutico sino a regular al paciente emocionalmente (la desregulación emocional que padecen como consecuencia del trauma favorece la aparición de contenidos traumáticos dolorosos) y a que se sienta sentido, resonando su experiencia pero desde la presentificación, desde el aquí y el ahora, desde lo que siente en ese preciso momento. Importante para separar la vivencia del pasado de cómo la evoca o le asalta en el presente.
Leyendo el concepto me preguntaba si esa misma habilidad podría ser utilizada por otros profesionales que trabajan con niños y adolescentes víctimas de los traumas como consecuencia de los malos tratos. Y en verdad, me parece necesario e imprescindible que se use porque se tiende mucho a normativizar a los niños, a censurar sus conductas cuando son negativas, a ponerles actividades, a que se relacionen con los iguales, a remarcarles la importancia de estudiar, de comer con modales en la mesa... Pero, en mi opinión, escasamente nos mostramos abiertos a que puedan comunicar lo que sienten, o lo que sintieron cuando sufrieron tanto por causa de múltiples calamidades y vivencias duras. Nos asusta, creemos que con ello van a tratar de justificar sus conductas negativas, que les vamos a hacer daño si conectan con ello, que se trata de hacer borrón y cuenta nueva o que, en el caso de los padres adoptivos, quizá les perjudique en su relación con ellos… Cuando realmente, y como ya hemos dicho en otras ocasiones, adoptar la actitud de la receptividad empática permite ser para el niño o niña un contenedor que siente, poniéndose en su piel, lo que han sufrido, contribuyendo poderosamente a que sane de su dolor y además a que funcione mejor en otras áreas de su vida.
Por todo eso, elogiamos aquí, y proponemos que seamos conscientes como padres, educadores, etc. de la necesidad, de lo imprescindible que es la receptividad empática para los menores y para nosotros mismos en nuestras vidas.
jueves, 4 de marzo de 2010
Niños con problemas de conducta como consecuencia de un trastorno del apego: qué se puede hacer desde el colegio (III y final)

Agradecer al niño por su cooperación por adelantado.
Decirle que ya sabe la respuesta.
Devolverle la pregunta.
Responder con humor.
Condiciones médicas/psiquiátricas/neurológicas en el niño que exacerban los efectos de los maltratos pasados. Psicopatología excesiva en el niño relacionado directamente a su historia de abusos crónicos (“fobia del afecto”).
miércoles, 24 de febrero de 2010
Niños con problemas de conducta como consecuencia de un trastorno del apego: qué se puede hacer desde el colegio (II)
PREMIAR
Incentivos a su comportamiento no siempre es efectivo, porque:
Lleva al niño a chantajear.
Cada vez, el niño pone la vara más alta.
El niño controla cuando sí y cuando no tiene premio.
Lo que estimula es controlar a los adultos más que el premio en sí.
Es mejor apreciar que premiar: por ejemplo: "¡buen trabajo!", una caricia, una sonrisa.
No se premia por algo que se espera que el niño haga (nadie recibe premio por no robar).
RETIRAR AFECTO
Es lo que el niño ha sufrido, por tanto esta experiencia gatilla el abandono.
Provoca más separación entre el adulto y el niño/a.
Provoca daño y dolor intenso.
Para un niño desapegado, esta técnica acentúa su atrofia relacional.
CASTIGOS
Poner una consecuencia aversiva a una conducta inadecuada del niño está contraindicado porque el malestar asociado al castigo gatilla o dispara la rabia vivida en las situaciones en las que fue maltratado en el pasado. El niño pone el foco de atención en esa rabia o cólera que experimenta pensando y sintiendo que se le castiga para hacerle daño. Además, tiene dificultades para asociar causa-efecto, por lo que no aprenderá del castigo.
Es mejor aplicar con ellos una función reflexiva, de la cual han carecido, para que aprendan a asociar su conducta con el efecto que produce en el otro, permitiendo que la consecuencia les enseñe lo que antes no han podido aprender coherentemente.
TIEMPO-FUERA
Aleja al niño del adulto.
El niño no tiene recursos para calmarse a través de la auto-gratificación. No utilizará el espacio para reflexionar (Aumenta la angustia y malos deseos) Recordemos que son niños que no han podido desarrollar voces internas auto-calmantes porque carecieron de adultos seguros que enseñaran a hacerlo. Luego el tiempo fuera no servirá y ahondará en sentirse abandonado.
El niño necesita time - in, no lo contrario.
RETIRARLO DE LAS ACTIVIDADES
Si el niño participa de las actividades extra-escolares es positivo si lo hace bien, esto desarrolla su capacidad de socialización.
Es más provechoso que participe de una actividad organizada aunque su rendimiento académico no sea de lo mejor.
Valorar bien si hay otras técnicas efectivas antes de utilizar ésta.
Retirarlo de las actividades se justificaría si el niño no respeta el encuadre o si alguien resulta dañado por su participación.
DEPRIVACIÓN O CASTIGO NEGATIVO
Tomar “cosas” de los niños que ya han perdido casi todo es inútil.
Después de que se les quite algo, irán por otra cosa.
Tomar y devolverles algo se refuerza la idea de que antes de que se devuelva, ya lo tiene, por tanto, no será efectivo para disciplinarlo.
Pensar bien antes de actuar: si se confisca algo es para siempre. (Ej.: Si da mal uso de ese algo)
EQUIDAD
“Todos somos diferentes y el mundo no siempre nos trata por igual, es mejor aprenderlo desde pequeño que en nuestro primer trabajo”
El niño víctima de malos tratos tiene necesidades especiales, por ello necesita un trato también especial.
La ausencia de equidad en este contexto conduce más bien a un trato de justicia.
jueves, 21 de enero de 2010
Tácticas para el profesorado para contribuir a la reparación del daño relacional de los niños/as con trastornos del apego

Más orientaciones y pautas podéis encontrarlas en la Guía.
jueves, 14 de enero de 2010
Pautas generales para el tratamiento educativo de los niños con alteraciones en el vínculo de apego (II y final)
Una evaluación detallada realizada por un profesional clínico diestro, podría ser de gran ayuda para comenzar a definir las áreas de destrezas del niño y aquellas áreas donde el progreso podría ser más lento.
jueves, 7 de enero de 2010
Pautas generales para el tratamiento educativo de los/as niños/as con alteraciones en el vínculo de apego (I)


Enséñales y modélales conductas sociales apropiadas: Muchos niños/as que han sufrido abuso y negligencia, simplemente no saben cómo interactuar con otras personas.

jueves, 12 de noviembre de 2009
"Coherencia y sentido común"
Este juez es conocido por sus sentencias rehabilitadoras de jóvenes que han delinquido. Medidas que aplaudimos porque lo reparador-rehabilitador siempre educa, al contrario que lo sancionador, que pena o castiga pero no da oportunidades a los jóvenes, en edades cruciales, de poder enderezar el rumbo y rehacer su vida. Condenar a un joven que ha delinquido a sacarse el graduado escolar es una gran idea, y es un ejemplo de tipo de sentencia que este prohombre ha dictado.
martes, 9 de junio de 2009
Verguenza vs. humillación
El “¡no!” parental puede conducir a que el niño sienta una emoción de vergüenza ante lo que ha hecho, ante la prohibición de los padres. Un autor llamado Schore nos dice que este tipo de transacciones son necesarias para que un niño aprenda a autocontrolarse y después a modular tanto la conducta como los estados emocionales internos de formas prosociales. La vergüenza, en su sentido más específico, no es perjudicial.

Pero si el padre del ejemplo anterior dice al niño “¡no!” se enfurece y arroja la lámpara al suelo y le insulta, entonces pasamos de la vergüenza a la humillación, que sí es altamente tóxica para el cerebro del niño. Las interacciones que inducen a la vergüenza emparejadas con la ira parental sostenida y/o falta de reparación (llevarle a donde su impulso pueda ser canalizado) conducen a la humillación.
Todavía está extendida la idea "educativa" de que para que un niño se motive y cambie hay que gritarle y minusvalorizarle, que así “espabilará” Todo lo contrario: le haremos daño. Lo digo porque, aunque pueda sorprender, sigue habiendo padres y educadores que creen que encolerizarse y/o humillar es una buena "táctica educativa"
jueves, 21 de mayo de 2009
Charla-coloquio con los padres y madres de la Ikastola Ekintza, de Donostia, sobre educar en las nuevas tecnologías

Este tema es el que más interés había suscitado entre los padres y madres de la Ikastola, por encima de otros, y es por ello por lo que nos decantamos a la hora de elegirlo. Había que dar respuesta a la demanda.
La charla comenzó a las 19,00h y asistieron muchos padres y madres. El guión de la conferencia versó sobre estos puntos: qué nos preocupa; oportunidades y riesgos de las nuevas tecnologías; diferenciando el uso y el abuso; qué motivaciones tienen los jóvenes ante las nuevas tecnologías; factores que influyen en un adecuado manejo de las nuevas tecnologías: la comunicación familiar, los hábitos, la supervisión y el acompañamiento a los menores; pautas para un manejo responsable de las nuevas tecnologías.
El debate fue muy participativo, una de las veces que más recuerdo que los padres

Resumo parte de lo que comentamos en el turno de debate, por si os resulta de interés para vuestros propios hijos:
- Los padres sentimos miedo ante lo desconocido y no nos abrimos a conocer las nuevas tecnologías. Mantenemos un sesgo negativo de las mismas y eso nos impide comunicar y compartir con los hijos lo que ellos viven.
- Dramatizamos en exceso los riesgos y minimizamos las oportunidades. Nos preocupa mucho lo que puedan estar haciendo, por ejemplo, en Internet, pero igual nos olvidamos de los riesgos de la calle, por ejemplo.
- Es una cuestión de enseñar y acompañar a los niños y adolescentes, de educarles en un uso responsable de las nuevas tecnologías. Si se hace este trabajo educativo, no tienen por qué surgir mayores problemas.
- Desde que son niños, es conveniente comunicar con ellos de todos los temas, darles espacio para escucharles y no invadirles en exceso con nuestro intervencionismo. Creando silencios educativos es como podemos propiciar que ellos se abran.
- El afecto y el control, una vez más, son claves: si existe afecto, cariño, hacia los hijos es mucho más fácil poder ponerles control, esto es, límites. Sin éstos, los niños y los adolescentes no pueden crecer con seguridad. Se trata de querer siempre a nuestros hijos, explicarles las razones de por qué les ponemos los límites, pero no argumentar en exceso ya que llega un momento en el que hay que decir “hasta aquí” Tolerar el enfado y la rabia del menor ante el límite que no le gusta (no permitiendo conductas agresivas hacia los demás), aceptar sus emociones, como parte del proceso normal de crecimiento y maduración cuando nos ponen una norma que no queremos, es necesario.
- No es posible controlar todas las conductas de nuestros hijos. Si hemos sentado unas bases de cariño y respeto, hábito y acompañamiento, el menor habrá desarrollado la capacidad de autorregularse y tendrá recursos para resolver determinados problemas. Hay que confiar en los menores, aunque sin perder de vista que no todos son iguales ni presentan la misma edad madurativa, por lo que conviene hacer excepciones a esta regla.
- Hay que enseñar y educar en las nuevas tecnologías desde pequeños. La edad en la cual ya pueden tener un ordenador para ellos y sus estudios es aproximadamente los nueve/diez años, aunque hemos de mirar siempre el grado de madurez global más que la edad cronológica.
- Algunos padres se interesaron por saber con exactitud cuántas horas se les puede permitir de videojuego, de Internet… Cada padre debe de elegir un criterio y ponerlo en práctica, pues cada niño o adolescente es diferente y tiene características propias que requieren de medidas individualizadas. Sabiendo, eso sí, que el exceso de horas es negativo por el riesgo de abuso y porque pierden horas que podrían dedicar a otras actividades educativas.
- Finalmente, se ensalzó Internet como uno de los mejores descubrimientos de la humanidad, si les enseñamos los riesgos. Aun siendo esto así, Internet, en realidad, es un instrumento más que no podrá sustituir la magia y la calidez de las relaciones humanas en un contexto físico, en el cual podamos sentirnos sentidos.
Gracias a toda la comunidad escolar de Ekintza Ikastola por la sensibilidad mostrada y el interés en reflexionar para ser mejores padres cada día. Esperamos vernos el año próximo.
viernes, 3 de abril de 2009
Ya lo dijo Locke en el siglo XVII, y... ¿lo tenemos en cuenta al educar?

"Quizá pueda asombrar que recomiende razonar con los niños y, sin embargo, no puedo dejar de pensar que es la verdadera manera en que hay que comportarse con ellos. Entienden las razones desde que saben hablar y, si no me equivoco, gustan de ser tratados como criaturas razonables desde mucho antes de lo que suele imaginarse. Se trata de una especie de orgullo que hay que desarrollar en ellos y del que hay que servirse tanto como sea posible, a modo de poderoso instrumento para conducirles.
Cuando hablo de razonamientos entiendo solamente los que se refieren a la inteligencia y están al alcance del espíritu del niño. Nadie supone que un niño de tres o de siete años puede argumentar como un hombre maduro. Los largos discursos y los razonamientos filosóficos asombran todo lo más y confunden el espíritu del niño, pero no lo instruyen. Cuando digo que hay que tratarlos como a criaturas razonables, entiendo, pues que debéis hacerles comprender, por la suavidad de vuestros modales y por el aire tranquilo que conservaréis hasta en vuestras reprimendas, que lo que hacéis es razonable en sí mismo, al mismo tiempo que útil y necesario para ellos; que no es por capricho, por pasión o por fantasía por lo que les ordenáis o les prohibís esto o aquello. Eso están perfectamente capacitados para comprenderlo y no hay virtud ni vicio de los que no puedan entender por qué la una se les recomienda y el otro se les prohíbe: lo único que les hace falta es elegir las razones apropiadas para su edad y para su inteligencia, y exponérselas siempre claramente y con pocas palabras. Los principios sobre los que reposan la mayoría de los deberes y las fuentes del bien y del mal del que brotan tales principios no siempre es fácil de explicarlos ni siquiera a hombres hechos y derechos, cuando no están acostumbrados a abstraer sus pensamientos de las opiniones comúnmente recibidas. Con mayor razón todavía, los niños son incapaces de razonar sobre principios un poco elevados. No sienten la fuerza de una larga deducción. Las razones que les convencen son razones familiares, al nivel de sus pensamientos, razones sensibles y palpables, si puedo expresarme así. Pero si se tiene en consideración su edad, su temperamento y sus gustos, nunca se dejará de encontrar motivos de ese tipo que puedan persuadirles. Y si no se encontrase otra razón más pertinente, lo que siempre comprenderían y bastará para apartarles de una falta de las que pueden cometer es que esa falta les desacredita y les deshonra, que os disgusta”
¿No podría estar esto en boca de un psicólogo o pedagogo de hoy? ¿Es importante razonar con los niños todos los límites que ponemos?