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lunes, 30 de diciembre de 2019

Hicieron Buenos tratos durante 2019, a ellos y ellas: muchas gracias y ¡Feliz Año Nuevo para todos/as!

Durante el año 2019, Buenos tratos ha seguido su andadura gracias también a la participación de los profesionales, mujeres y hombres, que dijeron desinteresadamente "sí" a escribir un post y contribuir con ello a que sepamos más de trauma, apego y resiliencia.

1/ Todos y todas nos dejaron su saber. 

2/ Todos y todas invirtieron tiempo, esfuerzo y usaron su intelecto y sus emociones para enseñarnos y conectar con nosotros/as.

3/ Todos y todas son expertos en el ámbito del apego, el trauma y la resiliencia.

4/ Todos y todas los/as colegas participaron con gran motivación y entusiasmo. 

5/ Todos y todas los/as colegas recibieron como un regalo participar en Buenos tratos.

6/ Todos y todas los/as colegas lo hicieron dejando una parte de sí mismos/as que se plasmó en un post. 

7/ Todos y todas participaron porque les motiva ser profesionales de la ayuda.

8/ Todos y todas escribieron textos de gran calidad y nos los cedieron para Buenos tratos.

9/ Todos y todas se sintieron muy alegres y orgullosos/as el día que su artículo se publicó.

10/ Todos y todas los/as post que escribieron fueron un éxito y alcanzaron una cifra muy alta de visitas.


Diez motivos grandes, con diez grandes personas y profesionales a quienes les doy un diez.



¡GRACIAS CENTUPLICADAS!


Por ello, quiero homenajearles a todos/as y dejaros, como recordatorio, cada uno de los post que escribieron durante los meses que van de enero a diciembre 2019 (exceptuando los meses de julio y agosto en los que el blog descansa por vacaciones de verano) Así tenéis todos los post listados y ordenados.

Enero de 2019: "Florecer tras la adversidad: Resiliencia en adopción", Verónica Reyes Casas.

Febrero de 2019: "Cuídame", por Dolores Urizar Nieto.

Marzo de 2019: "Autolesiones, las cicatrices del trauma", por Isabel García Arpa.

Abril de 2019: "Caminares, una mirada ilustrada para que niños y jóvenes comprendan el apego", por Itziar Fernández Cortés.

Mayo de 2019: "Abordaje terapéutico del trauma relacional en situaciones de violencia intrafamiliar",  Lucía Martín Dueñas.

Junio de 2019: "Los riesgos y desafíos actuales y futuros para los profesionales, académicos e instituciones que trabajan con y por la infancia maltratada: la violencia subliminal del modelo neoliberal", por Jorge Barudy Labrín.

Septiembre de 2019: "Entrevista al Centro Lauka con motivo de su participación en las IV Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil en San Sebastián, el 4-5 octubre de 2019", por Cristina Achúcarro, Cristina Herce y Ana Rivero.

Octubre de 2019: "Campaña de sensibilización #Educar sin miedo promovida por Padres Formados". por Leticia Garcés.

Noviembre de 2019: "Cuentos para el desarrollo emocional desde la teoría del apego", por Rafael Guerrero y Olga Barroso.

Diciembre de 2019: "Primera alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos", por Carlos Pitillas Salvá

Además, quiero honraros también a todos y todas vosotros y vosotras, amigos/as, seguidores de Buenos tratos. Gracias a vosotros/as, a vuestra fidelidad, este blog se mantiene. Por eso, os dedico este video tan bonito sobre nuestro planeta en el solsticio de invierno. Por cierto, planeta al que estamos maltratando. Como sabéis, existe alto riesgo de que rincones tan bellos como estos se pierdan, si no reparamos parte del daño que le estamos haciendo. A los que toman las decisiones sustantivas en el mundo, no parece importarles el futuro del mismo y de las generaciones venideras... 

Con esta belleza que aún pervive, os deseo a todos y a todas un


¡2020 CON BUENOS TRATOS!



BUENOS TRATOS regresa el 13 de ENERO 2020

lunes, 25 de marzo de 2019

"Autolesiones, las cicatrices del trauma", por Ana Isabel García Arpa, psicóloga y traumaterapeuta.

Diez meses, diez firmas IV

Profesional invitada en el mes de marzo de 2019: 

Ana Isabel García Arpa

Psicóloga y Traumaterapeuta de IFIV

Título de su artículo: 
"Autolesiones, las cicatrices del trauma"

Presentación

No he coincidido apenas con Ana Isabel García Arpa, nos hemos conocido en el marco del Postgrado de Traumaterapia Infanto-juvenil sistémica de Barudy y Dantagnan, en Barcelona. Sin embargo, como dice Cyrulnik, "un encuentro puede ser significativo". Vaya que sí. Es motivo de orgullo que las nuevas generaciones de traumaterapeutas pertenecientes a la Red Apega de profesionales colaboren con el blog mostrando y compartiendo su saber y conocimientos y que, además, brillen, como lo hace Ana Isabel con este magnífico trabajo. Me llena de satisfacción su generosidad al entregar sin pedir nada a cambio su esfuerzo intelectual para elaborar este excelente artículo con el fin de que todos/as (padres, madres, familias, profesionales...) aprendamos sobre las autolesiones, un tema que nunca se había abordado desde este blog y que era necesario tocar porque es un fenómeno que ha aumentado e indica la gravedad del estado psicológico en el que se encuentran cada vez más jóvenes. En el contexto de unos mails que nos intercambiamos con motivo de una investigación que junto con IFIV Ana Isabel García va a emprender sobre la eficacia científica de la traumaterapia, surgió la posibilidad de que ella escribiera sobre este preocupante tema. Dicho y hecho. Muchísimas gracias de todo corazón, Ana Isabel García, por participar desinteresadamente, por hacer y construir Buenos tratos. Ya formas parte del ilustre elenco de colaboradores y colaboradoras (la nómina aumenta mes a mes y año a año) contribuyendo con este completo, riguroso, emotivo y a la vez clínico artículo. 


Ana Isabel Garcia Arpa. Viví mi infancia en un pequeño pueblecito de la provincia de Valladolid, libre como un pajarito y ágil como una rana. Me encantaba ir en bici y esconderme en unas eras, mi campo de juego era todo el pueblo. Sin embargo, un día ese pueblo se le quedó pequeño a mi mente y me marché a estudiar psicología. Desde el primer día que entré por la puerta de la facultad de Salamanca supe que yo quería trabajar con niños y me enfoqué en ello.

Desde hace 5 años vivo y trabajo en Barcelona. En mi trayectoria profesional he trabajado en diferentes centros educativos y de la salud, interviniendo a nivel individual, con niños y adolescentes, jóvenes y personas en situación de violencia y a nivel familiar, asesorando a padres y promoviendo una parentalidad positiva. He colaborado con el Hospital Sant Joan de Déu. Gestiono e imparto talleres de prevención para niños, padres y profesores y soy formadora del proyecto “Eduquem en Familia” de la Diputación de Barcelona. Actualmente trabajo a nivel privado y me encargo del área de infanto-juvenil en el centro Psicoemocionat en Barcelona. 



Además de la clínica, disfruto mucho con la investigación y en 2014 llevé a cabo un proyecto sobre violencia en el noviazgo a través de las nuevas tecnologías.



Por casualidad, como todas las cosas buenas de mi vida, descubrí a Jorge y Maryorie hace dos años, comencé la formación en Traumaterapia y desde el primer día supe que aquel era mi lugar. Tanto la formación como mis compañeras han hecho que pueda comprender el mundo desde los ojos de los niños traumatizados. Del mismo modo, he integrado en mi vida tanto profesional como personalmente el paradigma de los buenos tratos, y allí donde voy trato de difundirlo. Estaré eternamente agradecida a la Red Apega por este regalo.

Autolesiones, las cicatrices del trauma

Se retrasa unos minutos, siempre necesarios para que me dé tiempo a pensar si hoy habrá podido salir de la cama. Llega a mi consulta, su estilo es moderno y jovial.

Viene tapada por un sin fin de capas de ropa que van desapareciendo poco a poco a lo largo de la sesión. Me hace pensar si ese movimiento realmente refleja cómo me va enseñando su mundo interior. 

Tiene 19 años y no ha tenido una vida sencilla, ha sufrido mucho. 

Hoy tiene ganas de enseñarme un poco más de ella, y quiere leerme un texto que ha escrito. 

Yo en silencio intento conectarme con su emoción. Ella lee:

No es cómoda mi piel.

Sentir que no puedo ni con mi propio cuerpo. Quiero, necesito hacerme daño, sentir el dolor físico sobre mi piel y sobretodo, verlo, ver brotar la sangre, apretarlaherida hasta que la sangre roja fluya y se deslice por mi cuerpo. Me veo desnuda y me imagino heridas por todo mi cuerpo, las veo en mi mente y sé que necesito sentirlas de verdad sobre mi piel. Sentir como la cuchilla atraviesa y abre la piel en dos. A lo largo de los brazos, de los muslos, las manos y la tripa, por el pecho e incluso por la cara, desde los ojos hasta las mejillas. Lo necesito, siento que lo necesito, y así lo llevo a cabo. Sin olvidarme, claro está del fuego, que tantas veces me ha acompañado, un pequeño dolor intenso al principio y una silenciosa calma al final. 

Mi inquieta, algo me inquieta al estar sola, al sentirme sola, al estar en la oscuridad, algo que no me deja dormir. Siento frío y calor, y escalofríos y siento como todo mi cuerpo tiembla y se retuerce. Solo quiere liberarse, pero, ¿de qué?

Y lloro y me siento impotente, quiero hacer tantas cosas y a la vez no hago nada. Quedarme todo el día en casa, noche y día enrollada en una manta que parece que me va a proteger de aquello que ha de venir y miro, miro a la nada, la mirada se queda perdida mientras el cigarro se va consumiendo lentamente. 

No soy capaz de ponerle palabras a la mayoría de cosas que me pasan y siento. Solo quiero cerrar los ojos y no volverlos a abrir. ¿Qué me pasa? ¡Esta no soy yo!

No debo quedarme sola. Eso me provoca querer hacerme más daño, más heridas, así que debo salir de casa, enfrentarme a la realidad. Pero no, no puedo, no quiero. Solo quiero, aunque suene contradictorio, quedarme sola, encerrada, bajo las sábanas, sumergida en la oscuridad. Y todo me da miedo, la realidad, mi mente, mi incapacidad… así que solo pienso en hacerme daño, en que cortarme es lo mejor, me hace sentirme bien. Y mi mente se ve así misma saltando desde el balcón… pero no lo haré, sé que no lo haré, no es lo quiero. ¿Pero qué me pasa?

Estoy inquieta, mi cuerpo me molesta, no es cómoda mi piel. Y no puedo respirar y solo me ahogo al pensar. 

Ella tiene una historia de trauma y se autolesiona. A pesar de estar sobrecogida, me maravilla su capacidad para expresar su dolor. Por ella y por much@s más me decido a escribir este artículo

¿Qué son las autolesiones?

Cuando hablamos de autolesiones nos referimos a todas esas conductas que dan lugar a un daño físico o herida en el propio cuerpo o partes del mismo. 

Las autolesiones se caracterizan por realizarse de manera intencional, la persona es consciente del daño que se quiere ejercer, son reiteradas, es decir, en la mayoría de los casos se dan en más de una ocasión. Por último, su objetivo no debe ser el suicidio. 

Para que podamos hablar de autolesiones, éstas no deben aparecer como respuesta a alucinaciones o en presencia de diagnósticos como autismo o retraso mental grave.

Asimismo, las autolesiones suelen ir ligadas a la falta de control de impulsos y a la sensación de alivio resultado del acto agresivo.

Cuando nos referimos a autolesiones debemos excluir cualquier otro daño provocado de manera indirecta como el consumo de drogas, o los cambios en la superficie de la piel que están aceptados socialmente, véase tatuajes, piercings o autolesiones en el contexto de un ritual religioso. 

Un incremento progresivo de las autolesiones en las últimas décadas

En los últimos años, muchos profesionales y la población en general están poniendo su interés en las autolesiones. Esto se ha debido al incremento progresivo de estas prácticas entre adolescentes y adultos jóvenes en las últimas décadas y a las terribles consecuencias a las que pueden estar asociadas. El aumento de las autolesiones es un indicador alarmante de la pérdida de salud mental en la población en general. Después de años intentándolo, por fin, el último DSM-V ha incluido la autolesión no suicida como una nueva entidad diagnóstica que requiere más estudio. Será muy importante que se convierta en un diagnóstico definitivo en versiones futuras.

Un estudio reciente muestra que en Europa 1 de 4 jóvenes refiere haberse autolesionado alguna vez en su vida. Además, y lo que es más preocupante, en la mayoría de los casos estas lesiones son recurrentes.

Igualmente, en un estudio llevado a cabo en España se determinó que un 22% de los estudiantes evaluados se habían autolesionado alguna vez en su vida. La mayor parte de ellos refirieron que lo hacían para regular sus emociones. 

En la población general, los cortes en las muñecas y antebrazos constituyen el método más prevalente.

Las autolesiones pueden darse a lo largo de todo el ciclo vital

Al hablar de autolesiones lo relacionamos con adolescentes y gente joven, sin embargo, las autolesiones pueden darse a lo largo de todo el ciclo vital, aunque es cierto que la proporción es más alta en esta franja de edad. Es conveniente conocer que ocurre a las diferentes edades para poder detectar precozmente los actos autolesivos. 

En la infancia, las autolesiones son poco habituales y su aparición se asocia a síndromes más complejos como la esquizofrenia o el autismo. 

La adolescencia es el periodo de más vulnerabilidad, la edad de inicio se encuentra entre los 10 y los 15 años, y normalmente, entre los 12 y los 16 años es cuando existe más probabilidad de autolesionarse. Probablemente, porque en esta época existen niveles elevados de impulsividad y reactividad emocional asociados a grandes cambios cerebrales. Las autolesiones disminuyen a partir de los 17 años, aunque en los casos que continúan se eleva exponencialmente el riesgo suicida. 

Estamos hablando de un fenómeno que afecta principalmente a niños y adolescentes muy jóvenes, es decir, durante el periodo entre los últimos años de primaria y los primeros de la ESO. Se debería prestar especial atención a las conductas de los jóvenes de entre 11 y 13 años y poder concienciarlos sobre la existencia y las consecuencias de este tipo de prácticas. Hasta el momento se trata de una práctica bastante oculta o por la que los jóvenes no suelen pedir ayuda. Esto es una pena, porque en general los jóvenes que se autolesionan suelen presentar algún trastorno psicopatológico, y muchos de ellos necesitarían ayuda psicológica. Según los estudios hechos hasta el momento el 35% de los adolescentes que se autolesionan presentan alguna patología clínica. 

La prevalencia de autolesiones decae en la edad adulta, sobre todo a partir de los 29 años donde el cerebro está más formado. Sin embargo, pueden darse en personas con depresión crónica. 




Diferentes tipos de autolesiones

Cuando nos referimos a autolesiones no suicidas encontramos que los cortes en la piel, especialmente en los brazos y en los muslos, son los más frecuentes. A este tipo de autolesiones se las conoce como cutting.

Sin embargo, también se incluyen como autolesión otras muchas conductas que a veces no se tienen en cuenta como, rascarse en exceso, golpes autoinflingidos, inserción de objetos en el cuerpo (self-embedding), introducción o aspiración de objetos extraños a través de los orificios corporales y automutilación. Nader y Boehme (2003) además incluyen otras conductas que normalmente se atribuyen más a la torpeza o a la manía, como arrancarse costras, rascarse en exceso, devorar las cutículas y pieles, tricotilomanía...

Las autolesiones se promueven a través de foros y hashtags

La expansión de internet nos ha aportado muchas comodidades, pero también nos trae nuevos peligros. 

Alrededor de los movimientos pro-ana y pro-mia, páginas, redes sociales y foros dedicados a promover la anorexia y la bulimia, ha aparecido en los últimos años el movimiento Pro-SI (Self-Injury), que propone autoinflingirse dolor como forma de afrontar el malestar emocional. En este tipo de páginas podemos encontrar a adolescentes refiriendo haber comenzado a autolesionarse a los 7 u 8 años, sin saber muy bien lo que hacían, pero como modo de calmar su malestar. 

Las primeras aportaciones aparecieron en las páginas pro-anorexia y pro-bulimia, donde recomendaban ocasionarse algún tipo de daño para perder peso, es decir, promovían que el dolor ayudaba a adelgazar. A continuación, se presentaba el dolor como una manera de generar autocontrol sobre la sensación de hambre y como una manera de autocastigarse por haberse pasado en la ingesta. 

Actualmente, las páginas Pro-Si, plantean el dolor y las autolesiones como una forma de aliviar los sentimientos de angustia, inestabilidad anímica, rabia contenida, sentimientos de despersonalización y disforia. El mayor problema llega cuando está conducta autolesiva se hace de manera repetitiva y se convierte en una adicción.

Asimismo, a través de internet hace poco tiempo se propagaron una serie de juegos como el juego de "la ballena azul" que estimulaba el comportamiento autolesivo entre los más jóvenes hasta llegar al suicidio, las autoridades acusan 130 muertes debidas a seguir este juego. 

Además de estas páginas, en las redes sociales y más concretamente en Instagram, existe un lenguaje "secreto" que los adolescentes utilizan para referirse a estados de ánimo negativos que unen a las autolesiones. Según un estudio (Moreno, 2015), los hashtangs que suelen utilizar los jóvenes son los siguientes, #selfinjury, #selfharm, #mysecretfamily, #mysecretsociety123, #blithe, se trata de una palabra que los adolescentes utilizan cuando discuten sobre la depresión, cutting o trastornos de la alimentación, #cat, #deb, que significa depresión, #annie, que significa ansiedad y #olive, relacionado con el trastorno obsesivo compulsivo y #secretsociety123. El uso de estos pequeños hashtags les sirve para pertenecer a una comunidad muy extensa. La comunidad ejerce un efecto reforzador haciendo que las conductas autolesivas se fijen en su vida. 

Las autolesiones se están expandiendo cada vez más entre los jóvenes, vivimos una situación alarmante. Este tipo de conductas nos debería advertir de que los jóvenes están teniendo serias dificultades para gestionar su malestar. Se sienten solos (aunque estén acompañados), sienten abandono emocional y no tienen estrategias saludables que les ayuden a resolver sus problemas. Por ello, están encontrando cierto alivio en las conductas autolesivas. 

Como sociedad debemos dejar de mirar a otro lado y atender a las necesidades que los jóvenes actuales están planteando. 

Autolesión como forma de calmar el malestar emocional. Funciones de las autolesiones

En los últimos años, muchos profesionales se han dedicado a encontrar el porqué del uso de las autolesiones. Las conductas autolesivas pueden utilizarse como mecanismos de defensa para sobrellevar una determinada situación o cumplir otras funciones a niveles personal o social. A continuación, verás 4 de las principales funciones de las conductas autolesivas del modelo tetrafactorial de Nock y Prinstein (2004).

1. Evitación experiencial o refuerzo negativo intrapersonal. Las autolesiones se utilizan para regular emociones que les desbordan. Es tal el malestar y dolor que sienten que tratan de reducirlo a través del daño autoinflingido. La autolesión les alivia el malestar.

2. Refuerzo intrapersonal positivo. También se pueden utilizar las autolesiones como generadoras de placer ante sentimientos de abulia. Las autolesiones aportan sensaciones nuevas y diferentes que les ayudan a salir de su apatía. 

3. Refuerzo social positivo. La autolesión sirve para mostrar fuera, en su propio cuerpo como si de un lienzo se tratara, el gran malestar que están sufriendo por dentro. A través de sus marcas pueden buscar apoyo, atención, amor o protección de sus personas cercanas

4. Control intrapersonal o refuerzo negativo social. Los jóvenes que se autolesionan pueden ser exonerados de ciertas responsabilidades propias o externas. Esto se deben a la dificultad que como sociedad tenemos para gestionar el malestar de una persona que se autolesiona. Así, se opta por proteger e intentar apartarle de todo lo que le pueda generar más malestar.

Para otros autores como Taboada (2007) las autolesiones cumplen básicamente una función expresiva. Se utilizan para mostrar lo que no se puede decir con palabras. 

"Yo creo que soy adicta a las autolesiones, cada vez que me siento mal cojo una navaja y en mi piel marco cicatrices de soledad y del vacío que siento, creo que nunca lo dejaré"




El trauma y las autolesiones

Las autolesiones se han relacionado con el traumadesde el principio. Se ha hablado mucho de la relación de los actos autolesivos con el trastorno límite de personalidad. Aunque la relación es muy alta y las autolesiones se han considerado una característica del TLP, no solo se dan ante este trastorno. Tanto el TLP como las autolesiones pueden explicarse por una historia de trauma. Hay evidencias de la relación entre los ambientes abusivos, disfuncionales y ultraexigentes con el daño autoinflingido. En este tipo de ambientes los niños no son capaces de generar estrategias para afrontar las situaciones de estrés o tensión. Para que estas estrategias se desarrollen es necesario que exista un apego seguro, que vendría precedido por la sincronización y marcación de las emociones con cuidadores que puedan manejarlas de manera efectiva y positiva. 

Aunque, es cierto, que no todas las personas que se autolesionan han sufrido algún tipo de trauma, en muchas ocasiones es suficiente con la invalidación de sentimientos o aprender que sus sentimientos son malos o no son permitidos, para que aparezca la estrategia de la autolesión.

Las autolesiones se han vinculado con personas que han sufrido abusos físicos y sexuales (Villalobos Parra,2013) o bullying (Mendoza y Pellicer, 2002). Mediante las autolesiones los jóvenes intentan disolver el trauma que sufrieron y que no pueden manejar internamente (Ansermet, 2015). Las heridas físicas les ayudan a alejarse de los recuerdos traumáticos, permitiéndoles, al representar el trauma, manejarlo externamente. En este caso, las autolesiones funcionan como un modo de control, de autocastigo, o como forma de evitar el suicidio. Al trasladar el trauma mental a lo físico las personas pueden reorganizarse mentalmente, evitando la depresión o la locura. 

"Exacto, muchos dicen que nos queremos suicidar, pero en realidad solo es un escape a nuestro dolor"

Por esta razón, cuando acompañamos a niños traumatizados que utilizan las autolesiones para gestionar su malestar debemos tener mucho cuidado al confrontar este mecanismo, ya que puede que sea su única manera que tienen actualmente de regularse.

Como acompañar a una persona que se autolesiona

Desde la sociedad Internacional de Autolesión nos ofrecen una guía de tratamiento para poder ayudar a las personas que se autolesionan. 

En primer lugar, es importante entender el porqué de las autolesiones, a través de las siguientes preguntas. 

¿Le sirve principalmente para aliviar tensión?
¿Es una forma de concretizar una emoción?
¿Lo utiliza para sentir que está vivo?
¿Está tratando de comunicar algo?
¿Está buscando alivio de una experiencia dolorosa?

En muchas ocasiones tratar como primer objetivo que las personas se dejen de autolesionar puede ser contraproducente. Si el paciente no tiene otras estrategias para gestionar su malestar le estaremos desposeyendo de su única estrategia, dejándole completamente desamparado. 

Por otra parte, el terapeuta deberá encargarse de dotar al paciente de un plan para poder manejar los impulsos autolesivos y de estrategias de gestión emocional que le permitan abordar sus conflictos de una manera más saludable. El terapeuta le abastecerá de herramientas para manejar las situaciones estresantes o angustiantes.

El terapeuta debe asegurarse de que el paciente que se autolesiona este protegido en un contexto mínimamente seguro antes de comenzar a confrontar este mecanismo de defensa. Igualmente, buscaremos un contexto de buenos tratos ofreciéndole atención médica que no ponga en juego su dignidad o autonomía. La hospitalización debe de utilizarse como último recurso y únicamente cuando el paciente está en riesgo del suicidio o de una autolesión severa (Dallam, 1997).

Para ayudar al paciente que se autolesiona podemos utilizar técnicas como el mindfulness para enseñarle a tener una conciencia plena sobre su propio cuerpo. Asimismo, a poder hacer una lectura de su cuerpo sin tenerle miedo a las sensaciones físicas. 

Desde la Sociedad Internacional de autolesión se sugiere el uso de la relajación hipnótica siguiendo los siguientes pasos Malon y Berardi (1987) 

1. Conteo de la respiración: se le pide que observe su respiración, contando lentamente cada inhalación profunda. 

2. Imágenes positivas: se pone al paciente en estado de trance y se le pide que se visualice en un lugar tranquilo, agradable y relajante, haciendo algo que disfruta. Se mantiene esta imagen por un rato.

3. Efecto puente: después de que se ha conseguido el trance, se le pide al paciente que utilice sus sentimientos desagradables actuales para recordar otros tiempos de su vida en que se sentía de esta forma. Los recuerdos demasiado angustiosos como para hablar de ellos en un estado normal, a veces se pueden hablar durante un estado de trance.

Así mismo, es muy conveniente con personas que se autolesionan enseñarles técnicas de resolución de problemas y habilidades sociales, que les permitan afrontar las relaciones sociales de una manera más adaptativa. 

Las autolesiones pueden tener diferentes funcionalidades, pero, sea cuál sea la función, deberíamos tomarlas como señal de alarma, para darnos cuenta que la persona que tenemos al lado está sufriendo un malestar que no está pudiendo expresar ni gestionar de otra manera. Nunca lo deberíamos ver como que únicamente quiere llamar la atención. Estas personas nos están queriendo expresar su dolor y como sociedad no podemos mirar hacia otro lado. 

A pesar de la dificultad de este tema, debemos hablarlo con más libertad, sobre todo con los más jóvenes, para así, poder prevenir su utilización. Los jóvenes y especialmente las personas que han sufrido algún tipo de trauma necesitan ser vistos, acompañados y guiados para fomentar su resiliencia. Todos deberíamos poder sentir nuestro cuerpo como fuente de amor y placer. 

“Las pesadillas se han ido, los miedos y las inseguridades se han diluido, ya puedo vivir sin que sean ellas las que viven por mí mientras yo simplemente intento sobrevivir día tras día. Ahora no, aquí me planto y pienso comenzar a hacer las cosas que yo quiero. Pienso salir, disfrutar del día mientras el sol calienta mí piel; un día de lluvia con esas pequeñas gotitas que acarician mi rostro y lo refrescan. Me siento viva. Después de tanto tiempo, puedo decir que estoy viva. Vuelvo a ser yo”

REFERENCIAS

Mónica Díaz de Neira, Rebeca García-Nieto, Victoria de León-Martinez, Margarita Pérez Fominaya, Enrique Baca-García, Juan J. Carballo.Prevalence and functions of self-injurious thoughts and behaviors in a sample of Spanish adolescents assessed in mental health outpatient departments(2015) Revista de Psiquiatría y Salud Mental (English Edition), Volume 8, Issue 3, 137-145

Sánchez Sánchez, T. (2018). Autolesiones en la adolescencia. Significados, perspectivas y prospección para su abordaje terapéutico. Revista De Psicoterapia, 29(110), 185-209. https://doi.org/10.33898/rdp.v29i110.196

Llull-Carmona, J., Francés-Sanjuán, N., Pascual-Calatayud, C., Roselló-Miranda, R., Morant-Luján, Y. y Ibáñez Soriano, E. (2017). Conductas autolesivas no suicidas: breve revisión. Conceptualización clínica y causas. XVIII Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría. Recuperado de: http://www.interpsiquis.com

Moreno, M.A., Ton, A., Selkie, E. y Evans,Y. (2015) Secret Society 123: Understanding the Language of Self. J Adolesc Health. 2016 Jan;58(1):78-84. doi: 10.1016/j.jadohealth.2015.09.015.

Vega D, Sintes A, Fernández M, et al (2018) Revisión y actualización de la autolesión no suicida: ¿quién, cómo y por qué? Actas Esp Psiquiatr 2018; 46: 146-55.


http://www.autolesion.com/guia-autolesion/para-el-psicologo/tratamientos/

lunes, 25 de febrero de 2019

"Cuídame", por Dolores Urizar Nieto, educadora social y traumaterapeuta.

Diez meses, diez firmas IV

Profesional invitada en el mes de febrero de 2019: 

Dolores Urizar Nieto

Educadora social y Traumaterapeuta de IFIV

Título de su artículo: 
"Cuídame"

Presentación

Me siento muy honrado al presentar como firma invitada de este mes a Dolores Urizar Nieto. Me siento especialmente orgulloso y feliz porque he podido acompañar y asistir personalmente a la excelente evolución de esta educadora social y traumaterapeuta que trabaja actualmente en el ámbito de protección a la infancia. Ella impulsa un proyecto de aplicación del paradigma de los buenos tratos a la infancia de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, fundamentándose en la metodología de la traumaterapia, para contarnos, como ella dice, que es posible otra manera de trabajar con los niños y jóvenes.

Dolores Urizar Nieto relata en este post un bello proceso. La conozco en el marco formativo del Postgrado en Traumaterapia Infanto-Juvenil Sistémica, segunda promoción en el Pais Vasco, concretamente en Donostia (Apega 2) Llega allí animada por una mentora que se convierte, sin ella pretenderlo, en tutora de resiliencia. Dolores Urizar Nieto, Loli para los emocionalmente cercanos, destaca por su implicación y por su capacidad para integrar qué significa cuidar, no solo a los niños sino también a las personas adultas que forman parte de su red psicoafectiva, a quienes siempre tiene en mente y trata con bondad y ternura. Loli te hace sentir sentido.

Si quieres conocer y sentir este proceso que Loli ha hecho durante estos últimos 4 años, te invito a que te adentres de su mano en el post que tienes a continuación y que nos regala con la generosidad que le caracteriza. En el mismo veremos cómo evoluciona yendo desde el trabajo personal y el conocimiento técnico-científico hacia la integración e implementación de lo aprendido en el ámbito laboral. Un excelente camino de transformación personal que jalona con citas de autores que durante su formación le han inspirado.

Por mi parte, darle millones de gracias a Loli por haber confiado en nosotros, el equipo docente del Postgrado en Traumaterapia, y haberle acompañado estos años, y seguir haciéndolo. Personalmente, siento mucha felicidad al descubrir que he sido base segura para ella, es el mejor de los regalos que te pueden hacer. He aprendido mucho de Loli y de sus grandes cualidades humanas.

Bienvenida, Loli, al ilustre elenco de firmas colaboradores que construyen Buenos tratos. Ya formas parte de ella. Espero que más adelante nos obsequies con más participaciones.




Dolores Urizar Nieto. Soy Educadora Social, durante 27 años trabajé en un Centro de Apoyo a la Integración para personas con discapacidad, y desde el 2015 formo parte de un Equipo de Intervención Técnica de Apoyo a la Familia (EITAF). Esto ha sido un cambio importante en el plano profesional pero también en el personal. En el 2017 finalicé el Diplomado en Traumaterapia Infanto Juvenil Sistémica y en el 2018 inicie mi formación como Experta en Intervenciones Sistémicas, con la que continuo. Estoy siempre en proceso de formación, consciente de mis carencias, que me permita una mejor práctica profesional enmarcada, como dice Jorge Barudy (2009), “en un modelo de intervención destinado a tratar el sufrimiento y los daños que son resultado de los malos tratos, un modelo cuyos ejes fundamentales son ofrecer buenos tratos a los niños y las niñas, así como promover su resiliencia”.

"Cuídame"

En primer lugar, José Luis, quiero agradecerte la invitación para participar con un post en tu Blog Buenos Tratos, espacio de referencia para profesionales y familias que formamos parte de la red de los buenos tratos. Recibí esta invitación como el mejor de los regalos, con muchísima emoción tanto a nivel personal como profesional. Pero también consciente de la responsabilidad que significaba aceptar esta invitación: escribir en el mismo blog que lo hacen profesionales referentes de los buenos tratos a los que admiro, de los que me nutro y aprendo. Espero que este post sea mi pequeña aportación a la defensa por los derechos y el bienestar de la infancia y mi forma de expresar, alto y claro, mi pertenencia a la manada de mujeres y hombres buenos comprometidos con los buenos tratos.

“El fuego puede calentar o consumir, el agua puede saciar o ahogar, el viento puede acariciar o arrancar… Lo mismo sucede con las relaciones humanas: podemos tanto crear como destruir, criar o intimidar, traumatizarnos o curarnos unos a otros”. Bruce Perry & Maia Szalavitz

Mi relacion con la infancia que sufre malos tratos y sus familias se inicia cuando me incorporo a un EITAF, recurso de carácter preventivo y de apoyo a la familia que tiene como finalidad restablecer y facilitar el adecuado ejercicio de las funciones parentales, mejorando las relaciones sociofamiliares y promoviendo el buen trato a l@s niñ@s y adolescentes y desarrollar y ejecutar la medida de protección infantil de apoyo familiar en su modalidad de intervención técnica. Desde el primer momento, y siempre acompañada de todos mis miedos e inseguridades, se generó en mí la necesidad de formarme para comprender y ayudar a las víctimas de malos tratos. Fue mi compañera, psicóloga en el EITAF, quien abrió mi mente al mundo del trauma, el apego, las competencias parentales... me apoyó y orientó en ese inicio, lo siguió haciendo, pero sobre todo creyó en mí. Desde aquí, gracias por los buenos tratos que siempre me regalaste. Accedo entonces al Diplomado en Traumaterapia Infanto-Juvenil Sistémica, nuevamente alguien vuelve a creer en mí, e inicio la formación en la promoción Apega2 Donosti, formación que me proporcionará el modelo teórico y las herramientas de intervención para promover una parentalidad bientratante que garantice el desarrollo integral de l@s niñ@s y adolescentes, y los recursos resilientes propios de l@s p/madres y de sus hij@s. 

Durante los dos años de formación como Traumaterapeuta se dieron dos procesos paralelos y complementarios: 

1. Un trabajo personal que me permitió integrar las experiencias presentes en mi historia de vida, especialmente en mi infancia y adolescencia. En palabras de Jorge Barudy “… cada profesional que trabaje con niños realice una labor reflexiva y personal sobre sus valores y representaciones.” (Barudy 2009). Poner conciencia de la influencia de los elementos de mi historia de vida en mi personalidad como adulta, cónyuge, madre y profesional, sobre todo en la forma de vivir y definir las relaciones interpersonales. La más complicada, la que me confrontaba con mi rol de madre, reconocerme en mis competencias y aceptar “que hice lo que pude hacer”. Reconocer a mi niña interior, dar voz a mi memoria implícita, y los mecanismos de defensa con los que me protegió, permitiéndome crecer y convertirme en la persona que soy. Hacer una relectura consciente de mi historia familiar y las relaciones que se dieron en ella. Conocer los estilos de crianza que se dieron en mi familia, modelos de crianza que se aprenden en la familia de origen y que se trasmiten de generación en generación, y por tanto hacerme consciente del modelo de crianza que puse en práctica con mi propio hijo. Iñigo Martínez de Mandojana en su libro “Profesionales portadores de oxitocina” dice “no somos robots, ni programas de un diseñador informático, ni siquiera lo más parecido a un vulcaniano de la saga de Star Treck, cuya vida está basada en la razón y la lógica. Somos personas que no pueden reprimir sus sentimientos ni emociones y cada uno tenemos nuestra historia de vida… Estar donde estamos tiene un porqué, una justificación motivacional que nos ha llevado a formarnos y dedicarnos a la profesión que desempeñamos”. Este trabajo de autoconocimiento y autoexploración fue posible gracias a la empatía, sintonía emocional y contención que me ofrecieron mis compañer@s APEGA2 Donosti, quienes generaron un contexto seguro para ello y a l@s profesor@s que facilitaron y me acompañaron en el proceso. Gracias a tod@s por permitirme “sentirme sentida”. 

2. La adquisición de conocimientos teóricos relacionados con el apego, el trauma, el neurodesarrollo y la resiliencia. Esta base teórica me iba a permitir comprender el origen de las competencias parentales y evaluar su existencia o carencia y la recuperación o rehabilitación, con el fin de promoverlas y de ofrecer a los padres con dificultades las intervenciones necesarias para desarrollarlas. 

Durante mi segundo año de formación empiezo a comprender la dimensión del modelo de trabajo de la Traumaterapia, todo lo aprendido el año anterior empieza a encajar como si de piezas de un puzle se tratará, proceso e integro todo lo que voy aprendiendo de Barudy, Maryorie, José Luis Gonzalo, Rafael Benito, Cyrulnik, Pepa Horno, Baita, Di Bartolo, Gema Puig y José Luis Rubio, Siegel, Rygaard,… Lo anterior y mi trabajo con familias con hij@s en centros de acogimiento residencial que me acercan a esa realidad que viven l@s niñ@s y adolescentes y empiezo a pensar que otro modelo de acogimiento residencial es posible: uno que incorpore la Traumaterapia y su metodología para garantizar a l@s niñ@s y adolescentes, cuando las incompetencias parentales de sus figuras cuidadoras obligan a poner en marcha una medida protectora de acogimiento residencial, el derecho a un centro que asegure su bienestar y desarrollo. 

Suelo poner música a mis experiencias, muchas veces trabajo con la música el tema de las emociones, con l@s adolescentes principalmente, y para ello les pido que busquen una canción que represente una relación, un momento, una experiencia, lo que les preocupa o hace sentir mal… Pues bien, si yo tuviera que poner una canción a mi primera experiencia en un centro de acogimiento residencial seria MA SOLITUDE, una loa a la soledad, a esa soledad que tanto temen y tan bien conocen l@s niñ@s y adolescentes en centros, esa soledad rodeada de compañer@s y profesionales, esa soledad que les protege y les destruye, esa soledad que les hace compañía, que necesitan y que nos piden, con gritos silenciosos, que la sustituyamos y transformemos, esa soledad compañera inseparable del miedo y la tristeza.. Una hermosísima canción para escuchar, degustar y meditar… 



Esta idea pasa a ser una realidad en junio de 2017 cuando me incorporo, como Educadora Social y Traumaterapeuta, al equipo de trabajo de un centro de acogimiento residencial para implementar, junto con otra profesional de la Red Apega del centro, el modelo de Traumaterapia Infanto Juvenil Sistémica de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan. Apostamos en este proyecto, de manera consciente, por un modelo de trabajo dentro del paradigma de los buenos tratos y la promoción de los recursos resilientes de l@s niñ@s y adolescentes y en el que se busca proporcionar al/la niñ@, desde su ingreso en el centro, una experiencia terapéutica que le permita la reparación del daño psicológico producido por los malos tratos, el abandono y/o el abuso sexual. 

“La traumaterapia es uno de los pilares de la intervención terapéutica que se puede ofrecer a los chicos y chicas afectados por traumas. Pero ésta no debería reemplazar el derecho a la protección y a contar como mínimo con un cuidador/a “fiable y estable” que crea en sus recursos”. Maryorie Dantagnan

Lo primero que debíamos hacer era promover el cambio de mirada de los profesionales hacia l@s niñ@s y adolescentes: todos los profesionales debían practicar la mirada apreciativa, esa mirada que va más allá de las conductas, dificultades, carencias,… que les permita entender que su comportamiento forma parte de su sufrimiento. Una mirada que busca, y encuentra, las capacidades, las posibilidades, los recursos y las fortalezas de l@s niñ@s y adolescentes, y que a la vez les devuelva una visión positiva de ellos mismos, de sus limitaciones y de sus fortalezas, una mirada para ellos desconocida hasta ese momento y de la que no se fían. Profesionales con las tres “P”(paciencia, perseverancia y permanencia), incondicionales, que den seguridad. Profesionales capaces de “decodificar” a l@s niñ@s y adolescentes, reconociéndolos en su historia de vida, en sus relaciones pasadas y presentes, en los recursos de supervivencia que han utilizado en el pasado, adaptativos, y que en el contexto actual se presentan como desadaptativos, y que deben mantener hasta que desarrollen unos nuevos ajustados a su contexto de vida actual. 




Para implementar el modelo de Traumaterapia en Acogimiento Residencial necesitábamos:

SABER qué trabajar, que aspectos del niñ@ están dañados. Esta evaluación nos permitirá establecer objetivos de trabajo en función de las áreas dañadas que presente el/la niñ@. Utilizaremos la Pauta de Evaluación Comprensiva (herramienta diseñada por Maryorie Dantagnan) y a partir de ella se elaborara un PEI (Proyecto Educativo Individualizado) que priorice la integración emocional de su historia afectiva a la intervención reeducativa o la reintegración social y laboral, que interprete su modelo de trabajo interno, a partir de su edad madurativa, frente a la cronológica, en los diferentes dominios de su desarrollo y con objetivos que favorezcan su resiliencia secundaria. 

“La resiliencia secundaria se define como la capacidad de un niño/a adolescente de desarrollarse suficiente bien y sano para proyectarse en el futuro como alguien no culpable, digno y valioso; a pesar de haber tenido condiciones de vida difíciles y sufrido diferentes tipos de traumas. Esto es posible gracias a sus recursos y a un entorno social e institucional afectivo y solidario”. Jorge Barudy

RECONOCER que l@s niñ@s y adolescentes de los centros de acogimiento residencial presentan un daño en su vinculo de apego inicial, no han tenido acceso a un cuidador competente, sensible, disponible y que les ofrezca seguridad. Han carecido de cuidadores que, mediante la relación, construyan la base de su seguridad, confianza y regulación emocional que les permita representarse a sí mismos y a los demás como alguien digno de ser amado, respetado y valorado. Esto conlleva para l@s niñ@s y adolescentes el aprendizaje y la interiorización de modelos afectivos negativos que van a modelar su modo de relacionarse y construir vínculos afectivos con otras personas. L@s Educadores deben poder reconocer, trabajar y mirar con consciencia estos modelos afectivos dañinos que l@s niñ@s y adolescentes internalizan, fruto de las vivencias afectivas de sus familias, y ofrecerles, desde la relación terapéutica, nuevos vínculos afectivos que favorezcan su desarrollo socio-neuro-emocional y sean un factor de protección frente a diversas formas de maltrato. 

“Lo que sucede interpersonalmente, en especial en la infancia, se incorpora en la mente, y desde allí imprime su sello en la vida emocional, en la vida de relación y en la personalidad”. Inés Di Bártolo

INTERVENIR desde la mirada consciente, esa en que los profesionales reconocen a l@s niñ@s y adolescentes como sujetos de derecho y como personas que están sufriendo, capaces de identificar los indicadores de sufrimiento en las conductas cotidianas y en los comportamientos desajustados de l@s niñ@s y adolescentes, que conocen la dimensión afectiva del trabajo e intervienen desde la relación, capaces de “escucharles con los ojos” para interpretar todo lo que proyectan, con timing, esa habilidad que permitirá sincronizar nuestra intervención con ellos. Profesionales que ponen consciencia en su propia historia afectiva y en sus circunstancias actuales y capaces de reconocer cómo esto les va a condicionar en su forma de mirar a l@s niñ@s y adolescentes, como a situarse ante sus conductas .

“Las relaciones afectivas que los equipos establecen con l@s niñ@s y los adolescentes a su cargo deben pasar de contemplarse como una cuestión de actitud personal o de mayor o menor capacidad de empatía a una obligación profesional del trabajo cotidiano”. Pepa Horno

CONVERTIR en co-terapeutas a l@s Educadores para que puedan ofrecer un apoyo especializado a l@s niñ@s y adolescentes que han sufrido situaciones de malos tratos, abandono, negligencia y/o abuso. Profesionales capaces de hacer una crianza terapéutica que permita reparar el daño de l@s niñ@s y adolescentes traumatizados y ofrecerse como figuras afectivas capaces de acompañarles en su proceso resiliente, como tutores explícitos de resiliencia. José Luis Rubio y Gema Puig en su libro “Tutores de resiliencia” dicen que el tutor de resiliencia explicito seria “C3PO, (Confianza + Compromiso + Creatividad) + Paciencia + Optimismo Terapéutico), ese simpático androide que acompañaba a la princesa Leía por todo el espacio en su arriesgada misión, y que era una fuente permanente de apoyo para ello… firme pero tierno, con sentido del humor, brillante pero humilde, observador y siempre pendiente de los demás, disponible y sincero”.

CREAR un espacio terapéutico en el centro, Sala de Valientes, para desarrollar el modelo de TRAUMATERAPIA INFANTO JUVENIL SISTÉMICA organizada en sus tres bloques. Un trabajo terapéutico desde el que ofrecer a l@s niñ@s/adolescentes un contexto físico seguro, contenedor y facilitador de su regulación, con respuestas sintonizadas, reguladas y consistentes por parte de los referentes, y desde el que con técnicas y herramientas psicoterapéuticas puedan desarrollar su autorregulación. Un trabajo terapéutico que facilite su proceso de empoderamiento y les permita acceder, desde la seguridad, a su historia de vida y los contenidos traumáticos de esta, facilitando su integración y dotándolas de sentido como parte de su proceso resiliente.

FORMAR a los profesionales que participan de este proyecto. En este proceso nos han acompañado Jorge Barudy, Maryorie Dantagnan, José Luis Gonzalo Marrodán y Rafael Benito que, demostrando una vez más su compromiso con la infancia y su apoyo incondicional a l@s profesionales de la Red Apega, acudieron a nuestra llamada de ayuda y han formado a l@s profesionales del centro. No era fácil para ellos hacer coincidir fechas libres de compromisos/trabajo, liberarse de responsabilidades, desplazarse,… pero lo consiguieron y disfrutamos de ell@s en lo profesional y en lo personal. 

Actualmente Pepa Horno nos acompaña con un proyecto de asesoramiento desde el que imparte formación, acompaña en la revisión de los documentos del proyecto educativo y proporciona pautas de auto cuidado afectivo al equipo. 

Desde el año pasado algunos profesionales del equipo reciben formación en Crianza Terapéutica que imparten Elena Borrajo, Laura Fariña y María Vergara y está organizado por la Asociación Educativa Biraka. 

A tod@s ell@s gracias por “acompañarnos” en este proyecto. 

Para finalizar quiero compartir la canción que para mi representa este proyecto, CUÍDAME y que pone el titulo a este post. 



lunes, 28 de enero de 2019

"Florecer tras la adversidad: resiliencia en adopción", por Verónica Reyes Casas, psicóloga y traumaterapeuta.


Diez meses, diez firmas IV

Profesional invitada en el mes de enero de 2019: 

Verónica Reyes Casas
Psicóloga y Traumaterapeuta de IFIV

Título de su artículo: 
"Florecer tras la adversidad. Resiliencia en adopción"


Presentación

Verónica Reyes Casas es todo corazón. Tiene el don de despertar en una persona la neurocepción de seguridad, esas sensaciones corporales que te acompañan en una valoración inconsciente e inmediata de cuán fiable y segura es una persona y/o situación, desactivando así la alerta y la necesidad de usar defensas psicológicas. No nos hemos visto muchas veces, pero en las que hemos coincidido, su sonrisa, su cercanía y su capacidad para hacerte sentir que el estar con ella es confortable y seguro las he sentido yo como la sentirán los niños y adolescentes que tienen la suerte de encontrarse semanalmente con ella en su sala de terapia (sala de los valientes, como la llamamos los traumaterapeutas de la red apega) Compartimos juntos la pertenencia a la red apega de profesionales y ambos somos miembros del equipo docente del Postgrado de Traumaterapia de Barudy y Dantagnan. También compartimos la tarea de hacer psicoterapia, entre otros, con niños y jóvenes adoptados que tienen antecedentes de maltrato y abandono en sus lugares de origen y acompañamos a las familias en su crianza terapéutica. Recientemente, nos vimos en el II Encuentro de Traumaterapeutas de la Red Apega. Ella Participó en una mesa de experiencias y presentó una bella metáfora sobre cómo entender la adopción que vale más que mil discursos. Me pareció que debía ser compartida y dada a conocer a las familias y profesionales que os acercáis a estas páginas porque lo merece. Le pedí a Verónica si querría escribir para el blog lo que había contado en su exposición, y su respuesta, generosamente, fue afirmativa. 

Así pues, Verónica, dejo a los lectores con tu magnífico post. Darte las gracias una y mil veces por dedicarnos tu tiempo y trabajo desinteresadamente para que las familias y los profesionales que se citan en Buenos tratos puedan aprender de tu saber en el ámbito de la traumaterapia aplicada en este caso a los menores adoptados y sus familias. Ya formas parte del ilustre elenco de profesionales colaboradores del blog. 

Verónica Reyes Casas. Nací en Cádiz y me crié en Medina Sidonia, un pueblo blanco del interior de la provincia. Estudié en Sevilla, allí me “hice mayor” y allí empecé a construir la que sería mi familia elegida, “mi red”, la que todavía hoy, por suerte, sigue creciendo. 

Llegué a Barcelona en 2005 y resido aquí desde entonces. 

La adopción siempre fue un fenómeno de interés para mí y “por causalidades” encaminé mi formación en su dirección. Desde 2006 trabajo en Créixer Junts, entidad Colaboradora de Adopción Internacional de larga trayectoria, en la que acompaño, junto a otras profesionales, a familias adoptantes, tanto en la preparación pre-adoptiva, como posteriormente, en la post-adopción. 

El contacto con las historias de adopción me llevó al trauma temprano y éste a Jorge Barudy. La formación en trauma-terapia me ayudado a comprender el efecto del daño en las personas y la complejidad del devenir humano. Desde 2014 formo parte del equipo de Exil, donde se desarrollan diferentes programas dirigidos a atender menores y familias víctimas de violencia, y de IFIV, en el programa para familias adoptivas.


"Florecer tras la adversidad. Resiliencia en adopción"


La adopción es un fenómeno tan interesante como arcaico. En la antigua Mesopotamia ya existían leyes para regularla. La practicaron los hebreos y los egipcios y, de éstos últimos, la heredaron los griegos y los romanos, quienes poseían protocolos y códigos que la ritualizaban y legitimaban.

Desde entonces, la mitología, la historia y los relatos populares recogen multitud de historias que aluden a hijos que no crecen con los padres que le dieron la vida y/o a padres que crían a hijos que no han sido engendrados por ellos. 

Un aspecto que resulta curioso, es que esta práctica no solo acontece en la especie humana. Se conocen numerosas experiencias de animales que se hacen cargo de las crías de otros adultos iguales, e incluso, excepcionalmente, se han observado casos de adopción en individuos de distintas especie. Los canguros, las ardillas y los chimpancés, por ejemplo, tienden, de forma natural, a ocuparse de las crías que, por algún u otro motivo, han quedado desprotegidas.

Si hacemos uso de la imaginación, podríamos decir que incluso en el reino vegetal se registran casos de adopción, pues se sabe que hay plantas capaces de crecer y desarrollarse en otras especies. Es de esta idea de la que surge la metáfora que da origen a este post, la del injerto. Para exponerla, he de recurrir precisamente a mi origen. Por mi padre conozco la técnica del injerto; él, sabio en el conocimiento de las “cosas de campo”, aprendió, sin saber muy bien cómo, a hacer eso que para mí es una muestra clara de adopción en la Naturaleza. Injertar es una acción en la que se unen dos plantas diferentes para formar una nueva que tenga características de ambas.



En mi experiencia la adopción es, sin duda, la medida de protección más apropiada para la recuperación de la infancia en situación de desamparo. En la mayoría de casos, los niños y niñas encuentran contextos reparadores permanentes, en los que crecen y se recuperan de las secuelas de los daños previos sufridos. Trasladándolo al escenario de la metáfora, cuando el fenómeno se desarrolla favorablemente, ocurren cosas tan bellas como que un peral pueda crecer sobre un membrillo o un melocotonero en un ciruelo. 

Pero desafortunadamente, en ocasiones, la adaptación y la convivencia transcurren con más dificultades y el proceso de crecimiento familiar se ve entorpecido. A veces el injerto no ha podido soldar de forma firme y desarrollarse según lo esperado. 

“No todos los troncos pueden ser injertados”, dice convencido mi padre. Yo añadiría que la clave está, además de en “las cualidades el tronco” (que serían las competencias parentales), en “el estado de partida del esqueje que se insertará” (que vendría a referirse al nivel de daño del niño-a). Por otra parte, hay que considerar el “contexto de ese tronco”, que en la metáfora podrían ser las condiciones del suelo, el clima… y en el tema que nos ocupa, la red familiar y social, los profesionales que los acompañan, las políticas sociales…

La casuística nos muestra que “hay ramitas más o menos dañadas”. Algunos niños y niñas sufren daños más severos, porque han vivido experiencias traumáticas tempranas, intensas y/o múltiples. Son los que presentan más indicadores de sufrimiento, mayor afectación en el desarrollo y más desorganización a nivel vincular. Por el contrario, en otras historias, en las que ha habido menos experiencias de victimización y han existido factores de protección previos, el impacto observado es menor. 

Por otra parte, “la calidad de la rama principal puede ser también variable”. Es decir, hay personas que cuentan con más recursos emocionales y más posibilidades reparadoras que otras, porque sus experiencias infantiles fueron lo suficientemente buenas y/o bien porque, aunque pudieron tener situaciones de sufrimiento, existieron personas que acompañaron y pudieron superar la adversidad. Son adultos que tienen consciencia del daño sufrido y que han podido realizar un proceso de comprensión y elaboración de su propia historia. 

En la labor de acompañamiento a familias, he tenido la oportunidad de seguir en el tiempo a muchos chicos y a sus madres y padres y de ser parte, de alguna manera, de sus procesos de resiliencia. Ellos son muestras de “injertos que han arraigado y madurado y que dan sus propios frutos”. He visto auténticos milagros, donde “ramitas muy dañadas, crecían, no sin dificultad, y, gracias a la savia del tronco de su nueva genealogía, lograban reponerse”. También he conocido “casos de excelente troncos, pero ramitas tan severamente afectadas, que el injerto no pudo lograrse… Otras ocasiones, he observado que “hay troncos que están tan dañados como la propia ramita que los habita…”. Lo que he percibido con claridad es que, cual obra de arte, cada injerto es único.