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viernes, 18 de julio de 2025

Podcast capítulo 7: La botánica del apego y los caminos de la adopción en la Traumaterapia sistémica®, por Verónica Reyes, psicóloga y traumaterapeuta sistémica.

 

Podcast Capítulo 7





Para seguir el podcast, click en este vídeo de Youtube:



Damos comienzo a un nuevo proyecto que desde la Traumaterapia sistémica® hemos puesto en marcha. A través de varios capítulos, una serie de podcast, vamos a daros a conocer los fundamentos de este modelo, su metodología, sus modalidades de intervención... Somos más de 800 profesionales repartidos por toda España e Hispanoamérica, que trabajamos aplicándolo después de egresar del Postgrado. 

Participarán los miembros del equipo docente del diplomado, los profesionales que aplican la Traumaterapia en el ámbito de la protección a la infancia (técnicos de infancia, trabajadores sociales, psicólogos, educadores...), la enseñanza (maestros, orientadores...), la psicoterapia (psicólogos que la utilizan en sala de valientes), lo judicial (abogados, educadores, psicólogos...), así como las familias que han trabajado como coterapeutas y han participado llevando adelante una parentalidad terapéutica. 

En este séptimo capítulo, nos acompaña Verónica Reyes Casas, psicóloga y traumaterapeuta. Como veterana de la aplicación de la Traumaterapia en sala de valientes, Verónica nos comparte su recorrido profesional, muy ligado a la adopción y el trauma, que es lo que le llevó a conocer a Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan. Este encuentro es renovador para ella, tanto que, por sus cualidades, es invitada a formar parte del equipo infantil capitaneado por Maryorie Dantagnan en IFIV Barcelona y Exil. Verónica tiene muchas ideas claras sobre cuáles son los factores y los elementos importantes en la Traumaterapia con los niños y adolescentes que acuden a su consulta. De todos ellos, hay ingredientes revolucionarios como el afecto y el compromiso del profesional con las personas menores de edad, pero hay muchos más, que ella nos cuenta en esta entrevista. No os perdáis, además, la metáfora de la botánica del apego en adopción, ni las experiencias y anécdotas que Verónica, desde su sabiduría profesional y su corazón, nos cuenta sobre vivencias profundamente bellas de acompañamiento resiliente a sus niños y jóvenes. Muchas gracias a Verónica, gran profesional, a quien tenemos un gran cariño.

Verónica Reyes Casas. Nacío en Cádiz y se crió en Medina Sidonia, un pueblo blanco del interior de la provincia. Estudió psicología en Sevilla, allí se “hizo mayor” y allí empezó a construir la que sería su familia elegida, “su red”, la que todavía hoy, por suerte, sigue creciendo. Llegó a Barcelona en 2005 y reside en la Ciudad Condal desde entonces. La adopción siempre fue un fenómeno de interés para ella y “por causalidades” encaminó su formación en su dirección. En 2006 trabaja en Créixer Junts, entidad Colaboradora de Adopción Internacional de larga trayectoria, en la que acompaña, junto a otras profesionales, a familias adoptantes, tanto en la preparación pre-adoptiva, como posteriormente, en la post-adopción. El contacto con las historias de adopción le llevó al trauma temprano y este a Jorge Barudy. La formación en traumaterapia le ha ayudado a comprender el efecto del daño en las personas y la complejidad del devenir humano. Desde 2014 forma parte del equipo de Exil, donde se desarrollan diferentes programas dirigidos a atender menores y familias víctimas de violencia, y de IFIV, en el programa para familias adoptivas.

El blog Buenos tratos, el oficial de la Traumaterapia sistémica®, contribuye encantado a la difusión de estos podcast, que serán una entrada más, esta vez hablada, dentro de toda la información que por aquí compartimos desde hace años.

Ya sabéis que podéis escuchar los podcast a ratos y que es muy cómodo oírlos mientras hacemos otras tareas con las que esta escucha es compatible.

Os dejo con el Capítulo 7.

lunes, 26 de mayo de 2025

"Pido perdón aunque no lo merezca", un relato de Dolores Rodríguez Domínguez, psicóloga.



"Pido por perdón aunque no lo merezca"



Un relato de Dolores Rodríguez Domínguez, psicóloga

Presentación

Podría decir muchas cosas sobre este maravilloso y sentido relato escrito por nuestra colaboradora habitual, Dolores. Ella como psicóloga trabaja con muchas víctimas de violencia, maltrato, negligencia y/o abuso sexual. También con muchos padres y madres en programas de capacitación parental. Podría añadir como presentación unas líneas científicas sobre el reconocimiento del daño causado, el perdón y la reparación de las personas que ejercen prácticas maltratantes. Pero si lo hago, corremos el riesgo de estropear este bello texto. Creo que cada uno de vosotros/as podéis interpretar las metáforas de manera diferente, lo que puede generar diferentes significados y emociones. Esta variabilidad en la interpretación es una de las características que hacen que las metáforas sean tan ricas y expresivas. 

Gracias, Dolores, una vez más, por tu excelente aportación al blog Buenos tratos. 

*************

"Pido perdón aunque no lo merezca"
por Dolores Rodríguez Domínguez

Quisiera pedirte perdón pero no me atrevo porque sé que no merezco pedirlo y mucho menos recibirlo.

Me gustaría poder explicarte por qué no pude permanecer junto a ti, y por qué mientras estuve perdí mi derecho a quedarme.

Nunca debí volcar mis demonios sobre ti, debí saber que eran míos, que pertenecían a mi historia antes de llegar tú a la mía. Debí haberlos reconocido y dominado, a pesar de su poder.

Ahora cuando te miro, siento mucho miedo por si al acercarme te volviera a pisar, pues no quisiera hacerlo y antes preferiría nunca más caminar. Por eso me detengo y te observo desde lejos. Me escondo para que no te percates de mi triste presencia. Me siento indigno. No tengo nada que ofrecerte, nada que pueda borrar nuestro pasado, nada que pueda reescribir nuestro futuro juntos.

Solo dispongo de mis manos. Unas manos llenas de deseos imposibles que jamás podré ya cumplir ni para ti ni para mí. Pero aún así los deseo.

Desearía no haberme sentido abrumado por tu presencia, por tu llanto, por tu sonrisa, por tus abrazos. Desearía no haber impedido que te acercaras en busca de mi amor, ese que yo también sentí un día al ver tu carita pero que mis fantasmas devoraron sin dejar rastro de él. Debí haber peleado para defender y conservar tu amor, pero no lo hice, permitiendo a mis monstruos alimentarse de él. Sé que rompí tu corazón y desconozco cómo puedo pegar sus trocitos. 

Desearía para ti besos sin espinas, palabras sin condenas, silencios sin cuchillas.

Desearía vaciar tus bolsillos, esos que sin saberlo, yo llené de piedras. 

Desearía que mis lágrimas, esas que ya no brotan, hubieran curado tus heridas

Desearía haber visto y sanado las mías para protegerte de mis horrores, pero no lo hice y mis torturas ahora también son las tuyas.



Aunque sé que lo fui...

Desearía no haber sido ese faro que se apaga en medio de la tormenta, dejándote a la deriva, solo y atemorizado por la oscuridad.

Desearía no haber sido ese tornado que en volandas te elevó y absorbió tu paz. Ese torrente de agua brava que sin piedad te arrastró río abajo, alejándote de la seguridad de la orilla. 

Desearía no haber sido ese volcán en erupción que escupía su furia abrasadora convirtiéndolo todo en cenizas.

Desearía no haber sido ese iceberg que era imposible abrazar sin quedar eternamente helado.

Desearía no haber sido esa voz que paralizó tu mente, que sembró en ella desprecio, rechazo, humillación, la culpa. Esa voz que te golpeó y arrebató tu valía, tu confianza en ti mismo.

Quisiera decirle adiós a todo lo que fui, a lo que hice, pero no sé hacerlo. Esto también soy yo y aunque me avergüenzo cuando me miro en el espejo tengo que vivir con ello. Quizás tu también. A pesar de mis deseos.

Desearía no haber sido tú en un pasado que sí lo fui. 

Desearía que también hubieran tenido deseos para mí, que me hubieran encontrado, que mis bolsillos hubieran sido vaciados y que mi corazón nunca hubiera sido desvalijado.

Y a pesar de todo lo deseado seguiría deseando…

Desearía para ti un nuevo corazón, con fuertes raíces que lo alimenten, lleno de vida que te ayude a no revivir lo que yo no debí darte y te di. Un corazón cuyos latidos tengan el poder de encontrar aquello que tanto te mereces y yo te negué.

Desearía para ti unas nuevas huellas que seguir, que guíen tus pisadas para borrar las mías.

Desearía nuevas semillas para ti, que logren florecer y repoblar tu alma, aquella que yo despojé de su luz.

Desearía para ti ese aire fresco tan deseado en los meses de verano, que nos da una tregua y nos permite respirar, aliviando ese calor interminable que parece sofocarnos. 

Desearía para ti un padre que no esté perdido para que no te perdiera, para que pueda encontrarte cada vez que te sientas confundido.



Y aunque sé que no lo fui...

Desearía haber sido el susurro que acunara tus miedos y apoyara tus sueños.

Desearía haber sido la presencia que diera sentido a tu existencia, que te hubiera acompañado cuando te sintieras solo cuando el mundo te pareciera peligroso.

Desearía haber sido la persona que secara tus lágrimas cuando tus ojos las liberaran, la persona que pusiera palabras a lo que internamente te pasaba.

Desearía haber sido la persona que te ofreciera cobijo cuando perdieras la calma, cuando tu corazón galopara queriendo salir de tu pecho. 

Desearía haber sido el agua que calmara tu sed sin ahogarte, la brisa que alentara tu corazón, que acariciara tu piel sin dañarla, las brasas que hubieran calentado nuestros corazones y nuestros abrazos.

Desearía haber sido el padre que tú necesitabas. Siento mucho no haberlo sido. No haber sido esa agua, esa brisa, esas brasas.



Nada podrá justificar el dolor que te provoqué, un terrible dolor del que yo participé y del que soy tan responsable por no haber sabido mirar dentro de mí para haber aprendido a mirarte y cuidar de ti. Me avergüenzo y atormento por no haberte protegido y por todos por mis deseos incumplidos.

Por eso y aunque no lo merezca, te pido perdón…

lunes, 21 de octubre de 2024

"Los hijos no tienen la culpa (O parecíamos una familia muy normal)", por Sergio Urriola



"Los hijos no tienen la culpa 
(O parecíamos una familia muy normal)"
Por Sergio Urriola


Fotografía de Sergio Urriola y de la portada de su libro

Para adquirir el libro en pre-venta: click aquí

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Reseña bibliográfica cuya autora es 
Carolina Saavedra, psicóloga y traumaterapeuta sistémica


Carolina Saavedra. Psicóloga de origen chileno. Vive en Viña del Mar junto a su esposo y dos hijos. Actualmente, se desempeña como coordinadora y docente del Diplomado Formación Especializada en Traumaterapia Sistémica Infantil (versión Chile-Hispanoamérica), dirigido por Dr. Jorge Barudy y Ps. Maryorie Dantagnan (Instituto de Formación e Investigación-Acción sobre las Consecuencias de la Violencia y la Promoción de la Resiliencia IFIV), y como asesora técnica de programas especializados en reparación de grave vulneración de derechos infantiles en la Corporación ONG Paicabi. Co-autora de artículos en áreas asociadas a la intervención psicosocial y vulneración de derechos en infancia. También trabaja en consulta privada como psicóloga y psicoterapeuta infantil y de adolescentes.  Licenciada en Psicología Universidad de Valparaíso. Diplomada en Formación Especializada para Psicoterapeutas Infantiles IFIV Barcelona. Master en Paidopsiquiatría y Psicología de la Infancia y la Adolescencia, Universitat Autónoma de Barcelona. Magíster en Psicología, Mención Psicología Comunitaria, Universidad de Chile. Diplomada (en línea) en Terapia Narrativa, Pranas Chile y Capacitada (en línea) y teórico-práctica en Terapia Cognitiva Conductual Focalizada en el Trauma, The Medical University of South Carolina – Universidad Santo Tomás.

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Escribir la reseña de este libro es un honor y un regalo para mí. Me sentí profundamente afortunada cuando, hace poco más de un mes, recibí un mensaje de su autor, a quien había acompañado terapéuticamente el año pasado. En ese mensaje, compartía conmigo que había escrito un libro y deseaba enviarme una copia.

Sinceramente no me sorprendió que emprendiera este proyecto y que lo haya logrado materializar, pues -al conocerle- una de las motivaciones que aprecié en él fue justamente su preocupación y sensible sentido de solidaridad ante las experiencias de dolor que los niños y niñas pueden llegar a atravesar en sus vidas, debido a las decisiones y la falta de protección de los adultos responsables de su cuidado.

Es así como prontamente tuve en mis manos el testimonio Sergio Urriola, nacido en Santiago de Chile en 1969, quien emigró a los Estados Unidos a los casi 20 años. Con mucho esfuerzo y determinación, Sergio logró forjar una destacada carrera como comunicador radial para la comunidad hispana y ahora liderar una empresa de turismo y viajes en Washington DC.

Probablemente, ser la voz de importantes programas y marcas reconocidas fue la antesala de este valiente desafío: sacar la voz de su propia historia. En ella desentraña vivencias que muestran las adversidades que un niño puede enfrentar a temprana edad. Sin embargo, gracias al fenómeno de la resiliencia secundaria, es decir, esa energía constructiva apoyada en experiencias y personas significativas, logra transformarse y generar opciones positivas de cambio.

Sergio cuenta su historia en primera persona, desde la mirada de un niño que, entre juegos con sus hermanos y animales en un entorno semirural, va descubriendo cómo las decisiones de los adultos, aunque incomprensibles para él, marcan su destino. El abandono de su padre y el consecuente periplo de su madre, a cargo de él y sus tres hermanos, en un contexto de pobreza y bajo la dictadura militar en Chile, nos permiten entender las dificultades que enfrentó.

La miseria y la escasez material marcaron la vida de Dimitri, el protagonista de esta historia. Pero fueron las largas ausencias de su madre al salir a trabajar, sus castigos físicos y, sobre todo, la falta de cariño y cercanía afectiva, lo que provocaría un profundo dolor y sentido de injusticia en este pequeño, quien no logra comprender cómo quienes deben protegerle y cuidarle le pueden causar tanto daño, o en palabras de Jorge Barudy, le someten a esa paradoja irresoluble. Sin embargo, encuentra consuelo en los gestos de cariño y atención de su tía Carmen y Mirita, que le permitían creer que merecía ser tratado con amor.

Muchos pasajes de este relato nos adentran en sus vivencias infantiles, revelando cómo la mirada adultocentrista de aquellos años impactaba la vida de Dimitri y sus hermanos, quienes -como muchos otros niños y niñas- silenciosamente viven estas experiencias, sin que haya al menos un adulto que los vea y pueda ayudarles o apoyar a esta madre quien, también influida por una dolorosa trayectoria de sufrimiento infantil, no pudo hacer consciente cómo sus actos afectaban a sus hijos.

“Al poco tiempo, Mario comenzó a mostrarse como era y, claro, estaba en su territorio y el trato hacia nosotros era de ignorarnos a ratos y autoritario en otros. Su adicción al alcohol se hacía evidente y es ahí cuando no lograba entender a mamá. Sus borracheras se volvieron eternas y muchas veces me tocó junto a mi hermano Fernando lo más denigrante que le puede tocar a un niño vivir en público ante la mirada de todo aquel que pasaba por la calle: ver a dos niños tratando de levantar a un borracho todo orinado para llevárselo a casa. Nos costaba una eternidad. Aún percibo ese desagradable olor a trago y orines. Llegábamos con él a casa y mamá nos recibía con cierto grado de vergüenza. Ella lo tomaba con todas sus fuerzas y se lo llevaba al baño sin techo y desde ahí se escuchaban sus gritos a mamá”

Afortunadamente, algunos faros en su camino, como Perico y Elías, así como adultos anónimos, le ayudaron a recuperar la confianza en sí mismo y en la humanidad, convenciéndose poco a poco de que era posible construir un futuro.

“Salté la reja de la casa y abrí la puerta muy despacio, entré a la casa a oscuras. Todos dormían, bueno eso creí yo en ese momento. Me metí en el cuarto que compartía con mis hermanos y Luz se acerca a mi cama y susurrándome muy despacio me dice:

¿Hueón, dónde estabas? Me tenías muy preocupada, por favor ¡¡no me hagas esto nunca más!! –me dice en un susto muy despacio. La amo por eso hasta el día de hoy, ya que fue la única de mi familia que ese día se preocupó por mí como pudo y la que supo que esa noche caminé solo y llegué a casa a las 3 de la mañana.

De la pareja que me ayudo y me salvó esa noche nunca más supe de ellos, ni siquiera recuerdo cómo se llaman. Conservé por mucho tiempo el sweater por si volvía a verlos alguna vez y regresárselo. ¡Les debo una! Sería genial saber de ellos y poder abrazarlos por lo que hicieron. Gracias a la Mirita, que yo sé que ella me los mandó, porque hasta ahora ella nunca me ha abandonado”.

La motivación de Sergio para compartir su testimonio radica en honrar a su niño interior, ayudarle a comprender lo vivido y percibirlo de una manera diferente, sin culpa y enseñándole lo que le ayudará a crecer y quienes le acompañarán en esos aprendizajes.

Es esta historia la que me impulsa a presentarles este libro, pues creo que puede ser una fuente de esperanza y transformación para otros. Dimitri nos enseña que la vida puede cambiar y que podemos resistir las experiencias más difíciles. Espero haber podido transmitirles este mensaje e invitarles a leer y compartir sus propias impresiones.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Congreso Internacional de Acogimiento Familiar Especializado, en Barcelona, Madrid y San Sebastián, 4, 5, 6 y 7 de noviembre 2024

 CONGRESO INTERNACIONAL DE ACOGIMIENTO FAMILIAR ESPECIALIZADO

Un congreso en el que participan expertos nacionales e internacionales en el ámbito

Un congreso para compartir conocimiento y experiencia en cuidados para la reparación del trauma infantil. El modelo de acogimiento familiar especializado de especial preparación será el eje vertebrador de las jornadas, con aportaciones profesionales de referentes clave de diferentes ámbitos como la neurociencia, así como perspectiva desde la experiencia en otros países.

Barcelona, Madrid, San Sebastián, 4, 5, 6 y 7 de noviembre de 2024

PROGRAMA: CLICK AQUÍ

INSCRIPCIONES: CLICK AQUÍ




lunes, 1 de abril de 2024

Descarga gratuita del libro con los post publicados en el blog Buenos tratos durante el periodo 2022-23


VI CONVERSACIONES SOBRE APEGO Y RESILIENCIA

EN SAN SEBASTIÁN (PAÍS VASCO, ESPAÑA)

LOS DÍAS 16 Y 17 DE MAYO DE 2024.

PRESENCIAL Y ONLINE (PODRÉIS VER LA GRABACIÓN)


Programa completo e inscripciones:

https://joseluisgonzalo.com/conversaciones-2024/

Descarga el programa haciendo click AQUÍ



Con ponencias de: Jorge Barudy, Catherine Young, Rafael Benito, 

Nacho Serván y Patricia Hermosilla, 

Mesas de experiencias con: Tatiana Cáseda, José Luis Gonzalo, 

Rafael Benito, Maryorie Dantagnan y Jorge Barudy.

Con cortometrajes de: Bittor Arnaiz y Josu Goikoetxea, "Maltrato legal en el siglo XXI"

Ander Iruretagoyena, "Copos de miedo"

Participarán jóvenes-adultos que han hecho un proceso de reconstrucción resiliente.

Una madre adoptiva nos contará cómo su cerebro está moldeando el de su hijo gracias a la parentalidad terapéutica.


Este evento es posible gracias a vosotros/as, 
necesitamos vuestra participación para que podamos celebrarlo.


Una vez más, hemos recopilado todos los post que hemos publicado en el blog Buenos tratos (2022-23) y que han sido escritos por servidor de ustedes y por colegas que, generosamente, han compartido sus experiencias educativas, clínicas, sociales e investigadoras. 

El libro, en formato pdf, lo distribuimos gratuitamente, porque ese es el espíritu del blog desde su fundación. Solamente os pedimos que, si utilizáis los contenidos, seáis respetuosos con los autores y citéis convenientemente el artículo.  

Me siento orgulloso de haber mantenido el blog durante dos años más, con artículos de calidad. Es un esfuerzo que lleva tiempo y dedicación, pero creo firmemente en que puede contribuir a que, baldosa a baldosa, nuestra sociedad sea cada vez un poco más justa y, sobre todo, más humana. Mi más emocionado agradecimiento a todos/as los/as autores/as que han colaborado escribiendo para el blog, aparecen mencionados en el interior del libro y en su correspondiente artículo. 



A continuación, el enlace de drive para descargar el libro Buenos tratos (2022-23):

https://drive.google.com/file/d/1A5PQKpl9AVtQFGn3twuojt-HVv1jQ-cd/view?usp=sharing

lunes, 25 de marzo de 2024

Mesa de experiencias con jóvenes adultos que han sufrido adversidad temprana, en las VI Conversaciones sobre apego y resiliencia, San Sebastián, 16 y 17 de mayo de 2024

 

VI Conversaciones sobre apego y resiliencia 

Enlace para inscribirse:

https://joseluisgonzalo.com/conversaciones-2024/

Inscríbete antes del 8 de abril para aprovechar la tarifa reducida



Presentamos las mesas de experiencias


Entrevista con Maryorie Dantagnan y Tatiana Cáseda
donde presentamos la 1ª mesa de experiencias:
"Los valientes, tiempo después"

Maryorie Dantagnan y Tatiana Cáseda


lunes, 18 de septiembre de 2023

La Gallinita ciega. Memorias de integrantes de la Agrupación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y Tortura

He tenido noticia recientemente a través de mi amigo y profesor Jorge Barudy, uno de los promotores, de la publicación del libro: “La Gallinita Ciega: memorias de integrantes de la Agrupación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y Tortura” Hace un tiempo que salió este libro, pero hasta ahora no había podido difundirlo por el blog. 


Para adquirir un ejemplar, es necesario ponerse en contacto con EXIL:

ifiv2000@yahoo.es

Marina Mas


¿Nos podemos imaginar a niños y niñas encarcelados/as? ¿Alguien puede sostener un segundo sin estremecer su cuerpo la imagen mental de sus propios hijos/as o los hijos/as de otros presos y torturados en una cárcel? 

"La Gallinita ciega" nos acerca a esa realidad, precisamente cuando se van a cumplir 50 años del golpe de estado del dictador Pinochet, que trajo toda esta crueldad que un grupo de víctimas sobrevivientes se han atrevido, mucho tiempo después, a reconstruir y compartir para que conozcamos su historia, sepamos que ocurrió y a su vez que su testimonio pueda ayudar a todos y a todas los que a diario en el mundo sufren terribles traumas como la tortura, las guerras, el hambre, el terrorismo..., y los niños encarcelados, todavía hoy en día esto es una espantosa y escandalosa realidad.

Los miembros de la Agrupación de Ex Menores víctimas, nos dicen para despertar nuestras conciencias: 

"La prisión política de niñas y niños... el terror contenido en los cuentos que esta vez  no terminan bien. Los militares te secuestran y vendan tus ojos para que no puedas ver quien te acaba de raptar. Te marean en rondas, en vehículos y en pasadizos desconocidos, para que no sepas donde te llevan. La venda se queda mientras estás ahí. A veces te sueltan. Se hace difícil volver a confiar".

El libro, a cargo de la antropóloga Lena Barahona y el psicólogo Boris Valdenegro, reúne los testimonios de las personas que fueron aprisionadas o torturadas en su niñez a raíz de la dictadura militar ocurrida en Chile desde 1973 hasta el año 1990. Además, los relatos serán acompañados por imágenes personales y recuerdos gráficos sobre lo vivido por los niños en esa época.

Este proyecto se realizó gracias al trabajo en conjunto de la agrupación con la ONG Exil Chile y la Unidad de Cultura, Memoria y Derechos Humanos (UCMDH) de la Subsecretaría de las Culturas y las Artes. El proyecto fue finaciado por la Iniciativa Estratégica Regional de la UCMDH, gestionado a través de la SEREMI de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la Región de Valparaíso.

Jorge Barudy ha prologado el libro, creo que no puede haber nadie mejor para hacer esta tarea, por todo lo que él significa. Nos dice en el prólogo:

Este libro es una forma de asegurar la transmisión y la conservación de lo sucedido en las memorias intrafamiliares, y por otra parte, contribuir a que esto quede grabado en la memoria histórica de los habitantes del país. [...] Los relatos que componen este libro son parte de una memoria de procesos traumáticos pero también trata de las capacidades resistentes de los y las afectados que fueron perseguidos, encarcelados y torturados, algunas con sus padres y madres. Porque según los cobardes había que erradicar lo que ellos consideraban un peligro para la seguridad nacional. Los seres peligrosos tenían entre tres y diecisiete años. [...] Este libro que tengo el honor de prolongar presenta a mi juicio un valor a la vez testimonial y científico. Testimonial porque constituye la expresión de la memoria de personas adultas que vivieron una experiencia que, siendo dolorosa y sin ambages traumática, la comparten de una manera genuina y generosa. Pero también su contenido es científico, porque la metodología con la que se facilitó que estas víctimas del horror en sus infancias pudieran narrar sus experiencias cumple con todos los requisitos para que las experiencias de vida se transformen en conocimiento experiencial 

El libro tiene tres dimensiones de análisis para poder valorar el daño que produce una atrocidad de este tipo: a/ De las edades y como estaban y/o eran los niños y las niñas antes de ser víctimas de atrocidades. b/ Del contenido, la duración y el desamparo de las atrocidades cometidas por los policías y los miembros de las fuerzas armadas c/ De las respuestas de apoyo que encontraron en sus familias, en sus tejidos sociales y sobre todo del Estado después de la dictadura. 

El libro se divide en tres partes, precisamente siguiendo esta lógica cronológica que Jorge Barudy hace para valorar el daño: los testimonios de las víctimas y sus recuerdos (o testimoniar la ausencia de ellos) se suceden a lo largo del libro, compartiéndolos con el lector en tres partes:


Capítulo I: Ser niñas y niños antes del golpe






Capítulo II: Golpe de Estado







Capítulo III: Resistencias y resiliencias





"Es fácil decir olvidemos, 
para quienes no lo han vivido"


Testimonio de una víctima


Desde el blog Buenos tratos sólo me queda, en el nombre de todos y todas las que lo hacemos, testimoniarles nuestro honor, agradecimiento y máxima consideración por este trabajo que sin duda ayudará en su proceso de sanación.

sábado, 24 de diciembre de 2022

Capra por Navidad

Un año más, me dispongo a escribir el tradicional post navideño. Es costumbre, desde el blog Buenos tratos, compartiros una reflexión por estas fechas que nos sea útil como idea rectora para todo el año. Porque el espíritu de la Navidad (dickensiana) debe de perdurar en el tiempo. No obstante, en estas entrañables fiestas es cuando la hacemos patente, porque simplemente, en mi opinión, siempre ha sido la mejor época del año. Quizá porque en mi vida he tenido la suerte de que en tiempo de Navidad nunca me golpeó la tragedia; y, además, hemos sido una familia suficientemente buena, capaz de comunicar y expresar las emociones y pensamientos con libertad y respeto, donde hemos sabido perdonarnos cuando ha sido necesario, y también con habilidades para resolver los problemas. Y somos todos muy navideños, claro.

Comprendo y valido a todos y a todas los y las que rechazáis La Navidad. Y que, incluso, la odiáis profundamente. Estos días, en mi consulta de psicología, ante la pregunta de cómo vives estas fiestas, la respuesta ha sido muy diferente en cada persona: hay quienes las veneran, hay quienes las rechazan y están deseando que pasen -les gustaría desaparecer de esta época del año-, y hay quienes se muestran indiferentes y se quedan solo con el lado más desenfrenado y placentero: comer y beber de lujo e ir de fiesta. Por mi parte, la respuesta a mis pacientes es que son totalmente libres de sentirse como ellos necesiten o les venga bien para su bienestar y/o salud mental.

Mi postura personal siempre ha sido de amar la Navidad. No puedo evitarlo. Es lo que siento. Puede que sea porque no me han sucedido las terribles historias que les han acontecido a los pacientes, niños y adultos, de mi consulta de San Sebastián. Y por ello, La Navidad no está asociada a contenidos, a veces, traumáticos. ¡Cuántos pacientes me han narrado horribles recuerdos del día de Nochebuena y Nochevieja, entre sollozos, o, protectoramente, desde la más absoluta frialdad -como mecanismo defensivo-, normal que no quieran saber nada! Y, en efecto, no me han sucedido, afortunadamente. Mis navidades siempre fueron una época llena de amor, cohesión familiar, lazos de amistad, gozo y exuberancia en La Fiesta, así, con mayúsculas: villancicos, tradiciones vascas (como el ogi salutadore o pan salvador [1], antiquísima, que no sé si se habrá perdido), menú vasco (siempre cardo o coliflor, bacalao al pil pil o besugo, si la economía de ese año lo permitía; y como soy medio riojano, no faltaba en nuestra mesa el cordero lechal, que traía mi abuela materna a casa. De postre, la pantxineta de la pastelería Otaegi, por supuesto), regalos, adornos navideños, y Árbol y Belén, y besos y abrazos, por supuesto. Solíamos acudir a la Misa del Gallo y recuerdo un año escuchar en la Iglesia de San Vicente el Mesias sarritan (precioso villancico vasco que podéis escuchar en el link) cantado por un tenor que nos puso los pelos de punta. Mi padre aún recuerda oírle al gran tenor Carlos Munguía cantarlo el día de Navidad. 

En Nochevieja, algarabía y fiesta de gala. Aún recuerdo el primer cotillón, las madrugadas viendo amanecer en la Playa de la Concha, los bailes... Y cómo no, con la cuadrilla (en Euskadi se le llama cuadrilla a tu grupo de referencia y al que perteneces), siempre el tradicional poteo (ir de bar en bar tomando de pie una consumición y oyendo los villancicos vascos que diferentes agrupaciones corales cantaban informalmente) de Nochebuena y Nochevieja. Una tradición que se vio rota por la pandemia… y que retomaremos, pues la hemos mantenido durante ¡35 años!




En mi casa, nunca faltó nadie en nuestra mesa de Navidad. La silla vacía en las comidas y cenas de las fiestas navideñas, una situación a la que tienen que enfrentarse miles y miles de personas en estas fechas. Los psicólogos damos consejos sobre cómo manejar las emociones de duelo durante las fiestas de Navidad (yo prefiero no darlos y que cada paciente descubra los suyos propios. Prefiero escuchar y validar, las dos mejores cualidades de todo psicoterapeuta). La persona o personas queridas no nos acompañan físicamente en la mesa, pero siguen viviendo en nuestro recuerdo, si las mantenemos presentes, y las honramos y les damos un lugar. Muchos se sienten rotos de dolor estos días y los sentimientos asociados con la pérdida aparecen con gran crudeza, porque el ser querido ya no está en carne y hueso, le echas de menos y no te puede -ni le puedes- dar ya nada nuevo. Los recuerdos se agolpan y pasan por la mente como imágenes fugaces de navidades pasadas donde todo fue gozo y felicidad, porque aquel estaba presente en persona. A veces, la evocación de la pérdida puede estar asociada a sentimientos ambivalentes, porque la persona ausente físicamente nos despierta tristeza por su falta; pero, al tiempo, también surgen otros sentimientos como rabia, por el desamor, el maltrato o la indiferencia afectiva que pudimos sentir junto a aquella. 

¡Pero algún día, tristemente, tenía que ocurrir, dado que el mar y la vida fluyen incesantemente y se cumple el tempus fugit!: este es el primer año en el que mi madre no estará en las comidas y cenas de Navidad. No estará físicamente. Y a pesar de que el dolor y la pena me embargan, y las sentiré conmigo esos días, igual que mi familia, sigo amando la Navidad. Trato de aceptar y acompañar en mi interior la experiencia tal y como es y la siento. La pérdida de mi madre, aunque me ha sumido muchas veces en una honda pena, también me ha ayudado a ser mejor persona. Soy más empático con mis pacientes y comprendo mejor sus sentimientos, y me doy cuenta, con más clarividencia, de que a muchas personas no les es tan fácil cambiar o dejar de usar sus mecanismos adaptativos; porque el dolor emocional -que el cerebro procesa en las mismas áreas que el dolor físico- puede desbordar, y nuestros recursos para gestionarlo colapsan. 

Ya no será la misma Navidad, sí, pero no tiene por qué ser una mala Navidad. En la silla vacía -que veremos y notaremos- no estará físicamente mi madre. Aún así, mi familia y yo la tendremos presente y le agradeceremos todo lo que nos ha dado, que nos llena de felicidad. Ella vive en el recuerdo dentro de nosotros. 

Mi madre, "suficientemente buena", ha estructurado mi vida desde niño mucho más de lo que yo creía. Y esa estructura (holding winnicottiano) me ha apoyado para la separación final, que es el día (28/1/2022) que la muerte se la llevó, el día que vi como el féretro entraba en el panteón. Es un cuerpo lo que allí queda, que desaparecerá. Pero los recuerdos sobre ella, cargados de imágenes y emociones, y su legado de amor, valores y enseñanzas, seguirán vivos para siempre dentro de nosotros, en nuestra mente, en nuestros sentimientos, en nuestro cuerpo... En mi familia y viendo la mesa vacía, sentiremos pena y nostalgia por tiempos pasados, sí; pero también experimentaremos un profundo sentimiento de agradecimiento, y de paz y serenidad, porque ella está simbolizada en nuestro interior. 

Y también habrá un lugar para muchos otros y otras, amigos y amigas, que ya no están: los recuerdos, agradecidos por haberlos conocido, y llenos de nostalgia, desfilarán por mi mente, durante todo el día, envolviéndome como una dulce y suave nube. Son las navidades pasadas que, en una parte, han forjado mi identidad. 

Y, finalmente, estas fechas me recuerdan lo querido que me siento: el día que mi madre murió, mis amigos y amigas allí estuvieron para sostenerme y acogerme con cariño. En mi familia nos arropamos, en esos duros momentos, unos a otros, los pacientes me transmitieron un afecto y comprensión conmovedoras... Toda una catarata de amor y sostén que me hace sentir que no estoy solo para afrontar la parte dura de la vida. ¿Se puede ser más afortunado? Esto también está ahí todo el año... ¡Y es maravilloso! 

Además de la silla vacía -experiencia que las familias del planeta tierra viven desde tiempo inmemorial-, este año no nos es ajeno que continuamos atravesando y sufriendo un periodo muy complicado para la humanidad. No sólo por la postpandemia -desgraciadamente se han cumplido los peores pronósticos en cuanto a salud mental, y la ola ahora es el desafío de atender psicológicamente a todos/as los que han debutado con problemas y trastornos, los que han reventado tras aguantar mucho tiempo con los recursos que tenían-, sino porque en febrero estalló una guerra por todos conocida que enfrenta a dos países [aunque todos sabemos que, por detrás, se enfrentan Rusia versus la OTAN y que toda esta sinrazón ha traído a las personas dolor, muerte, pérdidas, penurias, hambre, encarecimiento de los precios, refugiados sin identidad ni pertenencia (los ucranianos más los de todos los países, no nos olvidemos de ellos…) Un total sinsentido en pleno siglo XXI. Porque las guerras no sirven para nada más que para traumatizar y dañar a las personas durante varias generaciones. En fin, qué os voy a contar en este aspecto que no sepáis o sufráis] Al margen de cuestiones políticas de las que no entiendo, sólo veo que las personas, los ciudadanos de a pie -sobre todos los niños y niñas, los más vulnerados y vulnerables- padecemos las funestas consecuencias de todo esto. 

¿Y cuál puede ser el mensaje navideño de este año, si cada vez hay más motivos para creer que avanzamos hacia la autodestrucción (guerras, pandemia, una tierra que se ahoga y se rebela climáticamente por lo que la humanidad le hace, pobreza, refugiados, migrantes que viajan para encontrar un lugar donde vivir dignamente, la salud mental cada más afectada en todo el mundo…, completad la lista)?

Foto: uam.es 


Pues a pesar de todo -será que es mi espíritu, soy optimista-, como dijo Juanito Aranzabal: “el mundo se sostiene y no se desmorona gracias al trabajo callado y silencioso de mucha gente buena”, yo creo firmemente en la “manada de hombres y mujeres buenos y buenas” (Jorge Barudy) y en su capacidad para unirse; y, desde la bondad, promover lo que dicen Jorge y Juanito. No creo tanto en las manifestaciones y revoluciones, sino en ese contagio solidario persona a persona, baldosa a baldosa, que va extendiéndose como un reguero de pólvora, uno a uno, una a una. Juanito Aranzabal hizo muchas cosas desinteresadamente por el bienestar de muchas familias, en silencio -tal y como Unamuno recoge en la intrahistoria-, sin tener ninguna ONG. Y como él, seguro que, en muchos lugares de la tierra, miles de personas lo han hecho, lo hacen y lo harán. Mientras esto no se pierda, gracias a las potentes redes de relaciones que nos sostienen, afectivas y solidarias, logaremos sobrevivir.

Imagen: @trabajosocialconfamilias


Y como soy optimista, el mensaje para esta Navidad está en la línea de los anteriores: Quiero compartiros algunas películas -me encanta verlas por Navidad- dentro de un género que se ha denominado srewball comedy. Así como otros años no encontraba a qué referirme y no me llegaba la inspiración, este año me ha llegado rápido gracias a mi amiga y colega -experta en cine- Iciar García Varona. Precisamente este género de películas surgió -como nos pasa ahora- en una época de gran adversidad. Creo que necesitamos imbuirnos del espíritu de esas películas. Algunas son ya historia del cine. Americano -habrá quien no le guste-, sí, pero hemos de reconocer que ellos saben hacer cine, no en vano fueron los inventores de su lenguaje. En Europa, cuando surgió el cinematógrafo, lo que hacían era rodar con la cámara quieta, como si fuera una obra de teatro. Los americanos, en cambio, se dieron cuenta de que la cámara se podía mover: Griffth con El Nacimiento de una nación, instauró el lenguaje del cine. En Rusia Eisenstein con El acorazado Potemkin, creó el montaje. 

“La screwball comedy ha resultado ser uno de los subgéneros cinematográficos más populares y duraderos. Ganó notoriedad en 1934 con It Happened One Night, que ha sido citada en muchas ocasiones como la auténtica primera screwball comedy. Muchos investigadores están de acuerdo en que su período clásico terminó en 1942, pero los elementos del género han persistido y pueden verse en el cine contemporáneo” (Wikipedia)

“Durante la Gran Depresión, los espectadores demandaban películas con un alto contenido de crítica a las clases sociales pero que al mismo tiempo fuesen esperanzadoras y sirvieran de vía de escape. El formato screwball fue el resultado de los esfuerzos de los grandes estudios cinematográficos para evitar la censura, y estas comedias podían incorporar en la trama contenido adulto y elementos subidos de tono, como sexo antes del matrimonio y adulterio” (Wikipedia)

Dentro de este género, considero que sobresale un cineasta, entre todos: Frank Capra. Es verdad que en su cine triunfan las fantasías de buena voluntad y podremos decir “esto es américa” y “todo acaba bien” Es posible. Pero nadie le puede negar a este cineasta su capacidad de llegar al corazón de la gente y transmitirle optimismo; porque él pensaba que el modo de superar las desgracias y las tragedias que asolan al ser humano es creyendo en el valor de las personas frente al mal colectivo y los desmanes de los poderosos. 

Así que os invito a que, esta Navidad, veáis sus películas. Yo he visto en noviembre tres de las que os voy a hablar.

Una de ellas es muy conocida -pero, curiosamente, la gente joven no ha oído nunca hablar sobre la misma-. Me refiero a ¡Qué bello es vivir! Un clásico de la Navidad americana y una preciosa película que rescata el valor de nuestras acciones y lo que podemos significar para los demás, sin saberlo, y cómo eso puede conseguir cosas increíbles. Una vez más, el valor de la unión y bondad de las gentes que se juntan para, estrechando lazos solidarios, lograr ser sostén para el otro en un momento de gran desesperación y ganas de morir. Como le está pasando a mucha gente en la actualidad. Cuando la veo, me emociono. ¡Porque fue mi tutor de resiliencia Juanito Aranzabal, ya fallecido, quien me la enseñó cuando yo tenía quince años…! Con ello, me lanzó un mensaje que me estructuró mucho más de lo que pensaba. Por eso, como dice Cyrulnik, no hables con un joven de determinados temas, ofrécele otros símbolos, y propiciarás conversaciones e influirá en él como experiencia, probablemente, resiliente a futuro. ¡Será muy emocionante volver a ver este año esta película tan profundamente bella!

Fotograma de la escena final de la película
"¡Qué bello es vivir!"


Mi abuelo me contó, hace muchos años, que cuando la estrenaron, en su bar -tuvo un bar en la Parte Vieja de Donostia, en la Calle 31 de agosto, en los años cincuenta, muy conocido, Casa Marrodán- un hombre que debía dinero a otro le dijo: “He visto la película ¡Qué bello es vivir! Y usted puede ser mi ángel salvador…” Pues, efectivamente, lo fue, ¡porque el deudor aceptó la condonación de los intereses de la deuda y el pago en especias de lo que le debía! Mi abuelo no se lo podía creer, pero las paredes de muchas casas y edificios esconden historias, que se pierden en la noche de los tiempos, de este tipo, y que forman parte de la intrahistoria más bondadosa de gentes anónimas. 

Además de ¡Qué bello es vivir!, os animo a que veáis -Capra tiene muchas películas- dos más: El secreto de vivir y Juan Nadie. Las películas que os recomiendo son lo que son también gracias sus protagonistas, excelentes actores que han pasado a la historia: Gary Cooper, inolvidable James Stewart, gran Barbara Stanwyck...

Cartel original de "El secreto de vivir"
Imagen: Filmaffinity



En la primera, “…la acción se sitúa en Estados Unidos, tras la depresión provocada por el crack de la Bolsa en 1929. Longfellow Deeds (Gary Cooper) es un músico que toca la tuba. De repente hereda veinte millones de dólares, y se propone usarlos para ayudar a personas corrientes. Pero como es natural, el altruismo de Deeds es tomado por una chaladura. Con el fin de demostrar su honestidad, Deeds emprende un viaje a Nueva York. En el trayecto conoce a una hermosa periodista, interesada por sus intenciones. De manera inevitable, ambos se enamoran y la periodista ayuda a Deeds a demostrar sus buenas intenciones”.

Cartel de la película "Juan Nadie"
Imagen: Wikipedia


En Juan Nadie, "Los trabajadores de un periódico son despedidos casi en su totalidad cuando un rico magnate lo compra. Una avispada periodista publica un montaje en su último artículo en el periódico: una carta donde uno de los empleados despedidos anuncia su suicidio. La carta lleva en su firma el nombre de Juan Nadie. El alcance del artículo es tal, que el periódico se ve en la necesidad de mantener el engaño y crear un Juan Nadie, por lo que encontrarán a un vagabundo que pasará a convertirse en el personaje más popular del momento". ¿Se suicidará por coherencia y honestidad -al no encontrar sentido a lo vivido y sentirse profundamente utilizado y engañado- John Doe en Nochebuena, justo a la hora en que nace el Hijo de Dios? 

Llega el momento de despedirme, y emocionado por la escritura de este artículo que os regalo, a todos y todas, amigos y amigas, colegas, familias, seguidores… os hago llegar un fuerte abrazo y mis mejores deseos, que el espíritu de la Navidad sople y los extienda para todo el año. Os dejo con la escena final de ¡Qué bello es vivir! , preciosa. Me quedo con la dedicatoria escrita en el libro que abre James Stewart. 


"Pocas películas aciertan a retratar con tanta precisión el deseo íntimo y animal de seguir vivo. (...) 
la película, como casi toda la filmografía del director, no hace sino
reflejar a la perfección el espíritu de su tiempo." Luis Martínez.


Conexión, Apego, Presencia, Regulación, Apoyo



[1] Ogi salutadore. Únicamente preservada en ciertas comarcas de Bizkaia, consiste en lo siguiente: en la cena de Nochebuena, el señor de la casa, o quien presida la mesa, coge el pan, lo bendice, lo besa y con un cuchillo corta un trozo de uno de los extremos. Se guarda el trozo de pan bajo el mantel, y tras haber cenado, en una caja, guardada a su vez en un armario o en otro lugar preciso. Parece ser que este trozo de pan nunca se enmohece y posee una fuerza especial: protege de los rayos, ahuyenta las tormentas, sana la rabia a los perros, etc. Este pequeño trozo de pan debe ser renovado todos los años. https://urtesasoiak.com/?page_id=53&lang=es

lunes, 11 de abril de 2022

Altruismo que nace del sufrimiento, por Iciar García Varona, psicopedagoga y traumaterapeuta sistémica

 


INSCRÍBETE EN LAS


V Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil

San Sebastián, 6-7 de mayo de 2022


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Firma invitada


Iciar García Varona

Psicopedagoga y traumaterapeuta

Es un honor volver a contar con la participación de una colaboradora muy querida, ya habitual del blog: Iciar García Varona, amiga y colega, ya nos deleitó con un artículo que fue muy visitado porque su concepción se fraguó a raíz de la experiencia de la autora como cooperante en los campos de refugiados de Grecia. Vivir esa dura experiencia y asistir con impotencia al estatus de inexistentes de los refugiados en suelo europeo, fue lo que la motivó profundamente para dar a conocer su sufriente realidad, que está a pocas horas de avión de España. Todos son personas, entre ellas niños/as, que no tienen ninguna identidad ni ningún estatus jurídico.

El artículo que vas a leer a continuación, amigo/a seguidor/a de Buenos tratos, es una continuidad de aquel, y en esta ocasión Iciar García Varona se centra en el altruismo que nace del sufrimiento, exponiendo este novedoso tema, que también brota de las profundidades del alma de la autora, pero a la vez está excelentemente bien documentado, tal y como le caracteriza a la profesora Iciar García Varona.

Iciar García Varona es psicopedagoga, traumaterapeuta sistémica por el IFIV de Barcelona y doctoranda en psicología. Psicomotricista y Master en necesidades, derechos y cooperación al desarrollo en la infancia. Miembro de la Red apega, actualmente lidera el Proyecto Valientes en convenio con la Universidad de Burgos, en la cual es profesora asociada de la Facultad de Educación. Trabaja para los servicios sociales de la Diputación de Burgos.

Muchas gracias, Iciar, por compartir Buenos tratos y por ofrecernos generosamente tu saber. 


INTRODUCCIÓN

En el mes de octubre escribí en este mismo blog sobre mi experiencia de cooperación en Grecia durante parte del verano. Esta estancia en el terreno me condujo a analizar dos de los aspectos sobre los que llevo trabajando e investigando en los últimos años: El trauma, esta vez en su vertiente migratoria y el crecimiento postraumático y la resiliencia.

A lo largo de este tramo de tiempo (octubre hasta el momento presente) el sufrimiento ha tenido un papel saliente en mi existencia, por lo que la escritura de este blog se ha configurado como un elemento casi catárquico, en el que he encontrado cobijo para dar respuestas a muchos aspectos reflexionados con anterioridad, y que, en este momento, han tomado cariz de prácticamente un análisis existencialista. Escribir también ha contribuido a dar un sentido y una guía hacia un horizonte en el que el sufrimiento, se podría simbolizar como una fragosidad tortuosa que obstaculiza visualizar el confín de la línea futura. Es, por lo tanto, un escrito desde lo experiencial, en que, la búsqueda de un sentido, me ha conducido a profundizar en las raíces de un dolor que parece entretejido en la entraña y que, busca un orden natural que permita desenmarañar la tristeza para transitar junto a ella, dejándola estar.

Así que, permitidme dedicar este texto a la ausencia que dibuja el pesar que siento y que ha inspirado la motivación para retomar la escritura: a Rodrigo.

“Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento” 
(Elegía a Ramón Sijé. Miguel Hernández)


ALTRUISMO NACIDO DEL SUFRIMIENTO

Icíar García Varona
Twitter: @VaronaIciar


La ciencia psicológica ha dedicado los últimos cuarenta años al estudio del comportamiento de ayuda y el altruismo. A su vez, se ha investigado sobre los efectos del trauma y la victimización, fundamentalmente en lo referido a las consecuencias negativas de la experiencia de adversidad y el trauma (Staub y Vollhardt, 2008). Así, una vertiente de investigación y literatura ha dedicado sus esfuerzos al estudio de la resiliencia y al crecimiento postraumático, indicando que algunas personas víctimas de trauma y diferentes formas de violencia, actúan de forma altruista, lejos de desarrollar comportamientos violentos, inadaptados y/o tendentes al aislamiento o que evolucionan hacia un gran número de problemas clínicos como la depresión, el trastorno por estrés postraumático y el trauma complejo, entre otros (Herman, 1992., McCann y Pearlman, 1990., Widom, 1989). 

Si un gran parte de las personas que padecen daño y/o violencia persistente a lo largo de su vida, desarrollara este tipo de comportamientos destructivos, el futuro de la humanidad seria desolador, dada la elevada tasa de prevalencia de personas víctimas, de ahí, que el estudio del Altruismo Nacido del Sufrimiento (ANS) pueda ser entendido como una forma de reducir y prevenir la violencia. En un estudio de entrevistas con sobrevivientes masculinos resilientes de abuso sexual infantil, se identificó como una estrategia de afrontamiento frecuente “dar sentido a través del altruismo” (Grossman, Sorsoli, & Kia-Keating, 2006), esto implicó ayudar particularmente a otros que eran desvalidos o vulnerables de alguna manera, incluso varios participantes de este estudio habían hecho de ayudar a su profesión, con mayor frecuencia en las profesiones de salud mental.

Diversos estudios avalan que los procesos psicológicos que conlleva el desarrollo de conductas altruistas, son inhibitorios o hacen menos probable la aparición de la agresión. Es por esto que, ampliar el conocimiento sobre sobre las raíces del altruismo nacido del sufrimiento, como especifica Bloom (1998), es un activo personal y comunitario, que brinda la oportunidad de considerar cómo las experiencias individuales y grupales con el trauma, pueden fomentar el cambio social. Esta misma autora, proporciona ejemplos de muchos eventos históricos, demostrando cómo el trauma puede transformarse a nivel social a través de la educación, la ayuda mutua, el rescate, el testimonio, la acción política, el humor y el arte.

Delimitación conceptual

Siguiendo a Staub y Vollhardt (2008) se ha de especificar y diferenciar conceptualmente el concepto de ANS, principalmente discriminando aspectos relativos a la resiliencia y al crecimiento postraumático.

ANS vs Resiliencia 

Son de sobra conocidos los efectos devastadores del trauma (sobre todo si aquel es producido por otros seres humanos). Estos efectos, correlacionan con visiones negativas, desesperanzadoras y desconfiadas del mundo y de los demás, de tal forma que se llegue a percibir a los otros y como peligrosos y/o amenazantes (Dodge, 1990; Martens 2005), lo que, a su vez, suele conllevar posicionamientos temerosos y defensivos (MacCann y Pearlman, 1990) así como trastornos comportamentales severos (Gibbs, 2022). Sin embargo, existen personas que, ante exposiciones adversas y traumáticas, desarrollan una adopción positiva, lo que se ha venido denominando como resiliencia. 

Luthar, Cicchetti y Becker (2000) especifican tres conjuntos de factores protectores implicados en el desarrollo de la resiliencia: 1. Características individuales, como la autoestima, locus de control interno autoeficacia, expresividad social, temperamento tranquilo, optimismo, sentido del humor, buen funcionamiento intelectual, capacidad para la resolución de problemas y habilidades para el aprendizaje (Werner, 2000). 2. Características familiares, como la acrianza positiva, cálida, inductiva para el aprendizaje, supervisada y con vinculaciones seguras con almenos un cuidador competente, así como, entornos familiares que favorezcan la toma de perspectiva y la empatía (Christiansen y Evans, 2005; Eisemberg; Rutter, 1990; Serbin y Karp, 2004). 3. Entorno social, vínculos adultos sanos, conexiones con organizaciones prosociales y cohesiones con vecindario (Christiansen y Evans, 2005; Masten y Coatsworth, 1998). 

Westaphal y Bonano (2007) concluyen que, los factores descritos serán promotores de transformación del significado y de la orientación psicológica negativa hacia uno mismo y hacia los demás, que a menudo surge de la vivencia de experiencias de adversidad.

Stub y Vollhardt (2008) sin embargo, consideran que, la definición de resiliencia puede llegar a ser minimalista, dado que se centra en el funcionamiento normal y la ausencia de problemas en poblaciones de riesgo. La literatura, especifican, hacen referencia al comportamiento prosocial como una característica que puede ser definitoria de resiliencia, pero no sería necesaria. 

Sin embargo, el objeto de la ANS es el cuidado ayuda desinteresada que procuran las personas que han sido víctima de un sufrimiento considerable, generalmente a través de la victimización. El altruismo implica acciones más allá del yo. Las experiencias que aluden al ANS, que estos autores proponen, se superponen, pero también se extienden más allá de aquellas relacionadas con lo que entendemos por resiliencia. Ginbson (2013) ejemplifica de la siguiente manera: una persona resiliente expondría como a pesar de la experiencia de adversidad, afrontó sus obligaciones laborales y mantuvo sus relaciones sociales, sin embargo, la persona que puede encarnar el ANS, podría explicar cómo su experiencia traumática, inspiró un comportamiento más amable y generoso.

ANS vs Crecimiento Postraumático

El Crecimiento Postraumático (CPT) se ha venido definiendo como:

“La experiencia de cambio positivo que ocurre como resultado de la lucha con crisis vitales altamente desafiantes. Se manifiesta en una variedad de formas, incluyendo una mayor apreciación por la vida en las relaciones interpersonales generales y más significativas, un mayor sentido de fuerza”
(Tedeschi y Calhoun, 2004, pp1). 

Estos mismos autores, aluden a la importancia de dedicar esfuerzos al estudio de fenómenos psicológicos implicados en procesos de crecimiento postraumático, sobre los que sabemos muy poco y, de esta manera poder proporcionar información importante para aquellos que intentan brindar asistencia a quienes se enfrentan a grandes desafíos en la vida (Tedeschi y Calhoun, 2004). 

El crecimiento postraumático es referido al cambio producido en las personas, que excede a la capacidad para resistir y no ser dañado por circunstancia de alta carga de contenido estresante, yendo más allá de niveles de adaptación ya existentes previamente a la aparición del trauma (Tedeschi y Calhoun, 2004). En la línea de la reconstrucción de esquemas interrumpidos por vivencia traumática y como objetivo principal para la sanación, los estudios sobre CPT han centrado su atención fundamentalmente en los cambios cognitivos, especialmente en tres dominios: percepción de uno mismo, relación con los otros y filosofía de vida (Tedeschi y Calhoun 1996).

Stub y Vollhardt (2008) especifican que el CPT no depende tanto de la naturaleza de los eventos, sino de la interpretación y evaluación que hacen sobre ellos las personas. El tipo de evaluación que realizan las personas y que es causa del crecimiento, se ha atribuido a características personales, de similar propiedad a las mencionadas en lo relativo a la resiliencia, como son, la confianza en uno mismo, el locus de control y el optimismo (Calhoun y Tedeschi, 1999).  A su vez, autores como Woodward y Joseph, (2003) añaden el papel central que adquiere el recibir y proporcionar apoyo social. Estos autores en su estudio, concluyen que, sentirse nutridos, liberados o validados mediante figuras de referencia como un maestro, o el realizar trabajos con niños en relación de ayuda o establecer otro tipo de conexiones en esta línea, fueron considerados por los participantes en dicho estudio como fuentes de crecimiento. 

Si bien el concepto de CPT admite la empatía y el altruismo como posibles fuentes de crecimiento, es resultado del crecimiento postraumático, no implica necesariamente una propiedad inherente al Altruismo nacido del Sufrimiento como es el compromiso profundo que adquieren las víctimas de la violencia para poder prevenir el sufrimiento futuro, siendo que el PTG tiene un componente más individual. Así, la teoría y la investigación del CPT, aunque destaca la importancia del apoyo social, se ha centrado en las características personales que conducen a interpretaciones que provocan cambios cognitivos positivos después de eventos traumáticos (Stub y Vollhardt, 2008).

Voluntarias europeas arropan en la isla de Lesbos a niños refugiados ateridos de frío, 

tras travesía migratoria marítima desde Turquía. Fotografía cedida por Javier Bauluz, 2015.



Altruismo Nacido del Sufrimiento 

El ANS se ha venido describiendo como el fenómeno cuya ocurrencia se da en:
"Muchas personas que han sido abandonados, abusados física o sexualmente, sobrevivieron a la persecución, la tortura o el genocidio contra su grupo y  que en lugar de volverse hostiles o vengativos contra el mundo, se dedican de manera significativa a ayudar a los demás” (Staub, 2003, p. 540).

Este proceso dependerá de experiencias adicionales que sean transformadoras del sufrimiento pasado y que promuevan el cambio psicológico, promoviendo que las personas, lejos de movilizarse en contra de los demás tras el sufrimiento, se vuelvan hacia el cuidado de los otros, fomentando el comportamiento prosocial (Staub y Vollhardt, 2008).

Explicamos brevemente el modelo desarrollado por Vollhardt (2009), con el objetivo de facilitar la comprensión del fenómeno objeto de este artículo, lo que puede promover acciones dirigidas a la promoción dela salud mental y social tras el sufrimiento y el trauma. Si bien previamente, me detendré en la breve descripción de aspectos relativos a las teorías del comportamiento prosocial, el altruismo, la empatía y la compasión como aspectos claves para el desarrollo del ANS.

En la literatura sobre el desarrollo, la socialización positiva se ha configurado como elemento clave para el desarrollo del altruismo y el comportamiento prosocial (Staub, 2005). Esto incluye estilos de crianza positivos, capacidad de respuesta, cuidado empático y apego seguro (Eisenberg, 1992; Mikulincer y Shaver, 2005; Staub, 2004). En lo referente al apego seguro, la investigación sugiere que la seguridad del apego proporciona una base para la compasión y el cuidado, mientras que dos formas principales de inseguridad del apego interfieren con el cuidado compasivo (Mikulincer y Shaver, 2005). 

La fuente afectiva de altruismo más ampliamente estudiada ha sido la empatía (Batson, 2018; Eisenberg, 2000). A este respecto, es de interés señalar, que la respuesta empática al sufrimiento puede dar lugar a dos tipos de reacciones: la angustia empática y la compasión, también conocida como preocupación empática o simpatía. Aquí se diferencian diferentes familias de emociones, mientras que la empatía se refiere a nuestra capacidad general de resonar con los estados emocionales de los demás, sea su valencia positiva o negativa, la angustia empática se refiere a un respuesta aversiva al sufrimiento de los demás acompañada de deseo de retirada, como factor protector de la existencia de sentimientos negativos no tolerables La compasión, sin embargo, se concibe como el sentimiento de preocupación por el sufrimiento de otro, al que acompaña la motivación por ayudar, fuertemente asociado con la motivación prosocial (Singer y Klimecki, 2014). 

Dimensiones del modelo (Volldhart, 2009)

El primer paso del modelo proporciona una clasificación del sufrimiento experimentado por el potencial proveedor de ayuda (dimensiones de la variable predictora), así como características de la conducta de ayuda realizada (variable de resultado). En pocas palabras, esta parte del modelo analiza a quién se ayuda y en qué contexto.

En el segundo paso del modelo, se especifican las motivaciones subyacentes que conducen al altruismo nacido del sufrimiento y difieren de las motivaciones que predicen y explican la conducta prosocial general. Estas motivaciones específicas se conceptualizan como procesos mediadores y son la pieza central de las explicaciones teóricas del altruismo nacido del sufrimiento en el modelo propuesto.

El tercer y último paso es necesario investigar bajo qué circunstancias estas motivaciones tienen más (o menos) probabilidad de conducir a una conducta prosocial real. Estos factores moderadores se incorporan en un marco teórico basado en el modelo de acción-control de Kuhl (1987), que distingue los factores motivacionales de los volitivos que fortalecen (o dificultan) las motivaciones a medida que se traducen en acción. 


Figura 1. Esquema del modelo Altruismo Nacido del Sufrimiento


                                                                        
Dimension 1. Sufrimiento del potencial proveedor de ayuda.

Las distinciones importantes para el sufrimiento son (a) si se experimentó de forma individual o colectiva y (b) si el daño se infligió intencionalmente, o sin intención o incluso sin intervención humana. Estas dos dimensiones determinan conjuntamente los impactos psicológicos y sociales potenciales del daño experimentado y el alcance de sus efectos. Si bien el número de personas que soportan un evento dañino, determina su impacto social (visible), la intencionalidad del daño, aumenta la probabilidad de ciclos de venganza.

Dimensión 2. Procesos motivacionales como mediadores del altruismo nacido del sufrimiento.

En otras palabras, una pregunta central a abordar en este modelo es cuáles son los procesos cognitivos y afectivos específicos que pueden surgir de la experiencia del sufrimiento y, además, fortalecer la motivación para ayudar a otros en necesidad. Estas variables pueden derivarse de trabajos relevantes en psicología clínica y social e integrarse en un marco teórico que se basa en un modelo motivacional general.

La perspectiva clínica: ayudar como afrontamiento y crecimiento postraumático

Dado que el origen de los hechos que dan lugar al altruismo nacido del sufrimiento es lo referido a la adversidad y el trauma, no es de extrañar que las únicas explicaciones teóricas que existen hasta ahora para este fenómeno se encuentren dentro del campo de la psicología clínica. Estas perspectivas incluyen la ayuda como mecanismo de afrontamiento, la reconstrucción del significado después del trauma y el crecimiento postraumático.

Midlarsky (1991) ha argumentado que la ayuda es un mecanismo de afrontamiento eficaz para las víctimas o las personas que se encuentran bajo mucho estrés, y proporcionó cinco categorías de explicaciones teóricas para este efecto. En primer lugar, ayudar a los demás puede distraer la atención de los problemas propios y de las reacciones emocionales negativas autodirigidas debido a la otra orientación que es inherente al altruismo y al comportamiento prosocial. En segundo lugar, el tono del estado de ánimo generalmente mejora al ayudar y puede incrementar de manera efectiva el bienestar de las personas que han sufrido y están bajo una angustia continua. En tercer lugar, además de este proceso afectivo, ayudar a otros podría afectar el afrontamiento a través de procesos cognitivos, como el aumento de las percepciones de competencia y autoeficacia de las víctimas, que se asocian con el comportamiento prosocial. Cuarto, en algunos casos ayudar puede promover la integración social. Esto ocurre debido a actitudes positivas hacia las personas que brindan ayuda, como normas de reciprocidad y apoyo social mutuo, todos los cuales contribuyen positivamente al afrontamiento y al bienestar después de la adversidad. Finalmente, también enfatiza que el altruismo y el comportamiento prosocial pueden crear o mejorar el sentido de la vida.

Sin embargo, la búsqueda de sentido a través del altruismo es una respuesta muy madura a los eventos traumáticos, y parece poco probable que muchos la desarrollen. Para obtener una comprensión más compleja de los posibles procesos subyacentes, así como de las diferentes formas de altruismo que nacen del sufrimiento, se deben considerar procesos cognitivos y afectivos adicionales. Estos pueden derivarse de las teorías generales de la psicología social.

Refugiados Sirios son recibidos por una voluntaria en la frontera austriaca. 

Fotografía cedida por Javier Bauluz, 2015.



Aplicación de las teorías de la psicología social al altruismo nacido del sufrimiento

La perspectiva psicológica social aportará teorías que expliquen la interacción de factores personales y situacionales que puedan dar lugar al altruismo nacido del sufrimiento. Esto incluye las motivaciones para ayudar a corto plazo en la situación de sufrimiento, así como las diferencias con respecto al receptor de la ayuda (miembro del grupo interno o externo, destino similar o diferente) y el nivel de conducta de ayuda (ayuda interpersonal o colectiva).

Normas Requeridas de Utilidad y Reciprocidad

El sufrimiento puede estar implicado en procesos en los que exista necesidad de ayuda a otras víctimas. Lo que se ha venido denominando como “ayuda requerida” (Southwick et al., 2005) lo que puede aumentar con la reciprocidad y las normas sociales de ayuda, solicitudes expresas de ayuda de otros o por la capacidad percibida de ayudar. Las personas que experimentan daño de forma colectiva o en su propio entorno familiar, se configuran testigos de necesidad de ayuda, lo que puede traducirse e mayor oportunidad para ayudar, y a su vez, más oportunidad de prestar ayuda, lo que favorece lo que Staub (1979) expresa como “aprender haciendo”, que puede ser generalizado más allá de la conducta inmediata. Midlarsky (1991) alude al incremento de autoeficacia y de competencia adquirida en estos procesos. En los momentos de procurar ayuda el proveedor de ayuda sabe cómo manejarse dada su propia experiencia de sufrimiento.

Alivio del estado negativo, empatía y toma de perspectiva

La hipótesis del estado de alivio negativo argumenta que los individuos generalmente experimentan angustia cuando son testigos del sufrimiento de los demás, lo que puede aliviarse al participar en un comportamiento de ayuda (Cialdini et al., 1987 ). Esta angustia personal puede aumentar entre aquellos que han sufrido en el pasado. En particular, cuando el sufrimiento observado se parece a las propias experiencias, es probable que se activen los recuerdos de estas experiencias, dando lugar a más angustia y a mayor conducta prosocial posterior que entre las personas que no han sufrido.

La similitud con la víctima también es relevante para la hipótesis de la empatía-altruismo del comportamiento de ayuda, que ha recibido una cantidad considerable de apoyo empírico (Batson & Oleson, 1991 ). La compasión es un motivador clave para el comportamiento altruista (Weng et al., 2013) y puede haber evolucionado en humanos para fomentar el altruismo, lo que, a su vez, puede llevar a un incremento de la supervivencia (Goetz et al., 2010). 

La toma de perspectiva, como aspecto cognitivo precursor de la empatía, al igual que la simpatía y la compasión, aumentarán el comportamiento de ayuda. La activación de estos estados, tendrá que ver con las características percibidas en la víctima, incluida la similitud, y el atractivo de aquella (Vollhardt, 2009). Es por esta similitud y atractivo por lo que la experiencia de adversidad experimentada puede favorecer la identificación del sufrimiento del otro, haciéndose este más comprensible a través de la propia experiencia previa (Volldhardt, 2011).  En otras palabras, las propias experiencias de sufrimiento pueden hacer que las experiencias de otras víctimas sean más comprensibles y aumentar la probabilidad de ayudar a través de una mayor empatía y toma de perspectiva. Cuanto más similares sean las experiencias del proveedor y el receptor, más fuertes serán estos procesos.

Categorización Social/Identidad y Constructo Cognitivo

La teoría de la categorización social (Turner, 1987 ) expone que la pertenencia a un grupo compartido dará lugar al altruismo y al comportamiento prosocial. Lo que vendrá determinado según Campell (1958) por la percepción como grupo en base a la similitud y el destino común.  El término “destino común” se refiere a la misma experiencia compartida (o anticipación) del daño. Del mismo modo, las percepciones de similitud con las víctimas de eventos que difieren de las propias experiencias probablemente no ocurrirán tan fácilmente y pueden depender de la representación o construcción cognitiva del sufrimiento propio y de la otra víctima.  En lugar de centrarse en los detalles específicos de los eventos, que es característico de las interpretaciones de bajo nivel (Trope y Liberman, 2003 ), el posible proveedor de ayuda puede centrarse en la esencia del sufrimiento (interpretación de alto nivel) que se comparte con las víctimas de otro tipo de eventos. Esta interpretación más amplia del sufrimiento puede incluso servir como base para incluir miembros del exogrupo con diferentes experiencias en un endogrupo  (Gaertner y Dovidio, 2000 ), lo que podría explicar más específicamente cómo se produce el altruismo nacido del sufrimiento hacia los miembros del exogrupo.

Dimensión 3. Factores volitivos moderadores

Kühl (1987) describe varias estrategias que pueden ayudar a mantener y proteger una motivación activada, y pueden aplicarse al altruismo nacido del sufrimiento de la siguiente manera: (1) atención selectiva, es decir, un enfoque en la información que respalda la motivación para ayudar, (2) control de codificación , que es el reconocimiento de las características de la situación que son relevantes para la motivación para ayudar a otras víctimas, (3) el control de la emoción, que es la regulación del afecto negativo que de otro modo socavaría la intención de ayudar, (4) el control de la motivación, que implica una reafirmación de la motivación para ayudar, a la luz de intenciones y objetivos contrapuestos (como la propia recuperación del individuo), y (5) control ambiental, es decir, la búsqueda de entornos que apoyen la intención de ayudar a otras víctimas.

Un pescador griego colabora en el rescate de refugiados 

que llegan a la isla de Lesbos. Fotografía cedida por Javier Bauluz, 2015.


Líneas de intervención y experiencias que promuevan el ANS: hacia una sociedad lejos de la violencia

Siguiendo la propuesta de Staub y Vollhard (2008) entendemos que los cambios resultantes de las experiencias que pasamos a resaltar, incluyen un cambio en la vulnerabilidad, la desconfianza, la percepción de los demás como seres peligrosos y a suvez, estas experiencias promueven un sentido más fuerte de uno mismo, una visión más positiva del mundo y de los demás. 

Curación o recuperación psicológica tras un sufrimiento intenso

La curación del trauma es de crucial importancia para el desarrollo del ANS. Estas experiencias de promoción del ANS tienen a su vez propiedad curativa en procesos terapéuticos, nos referimos a terapia propiamente dicha, escritura creativa sobre experiencias de adversidad, búsqueda de apoyo social y acciones psicoeducativas sobre causas y consecuencias de la violencia.

A medida que las personas interactúan con sus experiencias, entre otros beneficios esta el de llegar a creer el que ellos mismos no debieron ser victimizados, al igual que otros seres humanos no debieran serlo, lo que puede adquirir significado en la ayuda.

La curación del trauma satisface las necesidades psicológicas que se han visto alteradas durante los periodos de sufrimiento, lo que proporcionará sentimiento de seguridad y aumentará la creencia de su capacidad de influir en los otros, así como contribuirá a elaborar un mejor concepto de sí mismo, todo esto contribuirá al establecimiento de conexión con los otros, elevará el sentido de autonomía y potenciará y una visión más benevolente del mundo y de su propio lugar en él.

Staub (2003) expone que a medida que se satisfacen necesidades básicas, la necesidad de enfocarse más allá de uno mismo (trascendencia) puede surgir. Prestar ayuda a los otros, puede convertirse en una forma de satisfacción de esta necesidad.

Posibles intervenciones terapéuticas

- Lectura o escritura de material doloroso en grupos; de manera gradual, desde aquello menos emocionalmente intenso (de otras personas), hasta aquello que conlleve más implicación emocional (la propia experiencia).

- Verdad justicia y asunción de responsabilidad; la verdad es esencial para la justicia, lo que se configura como central para las personas victimizadas. Ayudar desde la figura del terapeuta a mostrar que lo que les ocurrió no es aceptado por el mundo. La justicia restaurativa, mediante la asunción de responsabilidad de los perpetradores pueden ser sanadores en la medida en la que se reconozca el sufrimiento de la víctima, lo que puede contribuir a la exoneración de los perpetradores (no teniendo que ser contingente ni necesario el perdón de aquellos).

- Entendimiento de las raíces del propio sufrimiento; comprender lo que llevó a los perpetradores a sus acciones, puede dotar de significado, lo que puede crear empoderamiento y sentimiento de humanidad. Cambiar de visión sobre los perpetradores simplemente como malvados, enfermos, afectados…etc., los diferencia del resto de la humanidad, lo que fomenta una visión más positiva del mundo y de los seres humanos.

- Entrenamiento en compasión (Weng et al., 2013); Los estudios indican que el entrenamiento de la compasión puede mejorar el bienestar personal, incluidas las respuestas inmunitarias relacionadas con el estrés ( Pace et al., 2009 ), el afecto positivo ( Hutcherson, Seppala y Gross, 2008 ), y salud psicológica y física ( Fredrickson et al., 2008). El entrenamiento de la compasión también mejora las respuestas hacia otras personas. Los aumentos en las respuestas altruistas se correlacionaron con cambios relacionados con el entrenamiento en la respuesta neuronal al sufrimiento, lo que proporciona evidencia de neuroplasticidad funcional en el circuito subyacente a la compasión y el altruismo. A su vez, el patrón de cambios neuronales en el entrenamiento de la compasión sugiere que se logra un mayor comportamiento altruista al mejorar los mecanismos neuronales que respaldan la comprensión de los estados de los demás, un mayor control ejecutivo frontoparietal, así como, una regulación positiva de los sistemas de emociones positivas.

- Es de interés, observar si la participación en actividades compasivas, puede aliviar la inseguridad del apego, reforzando el sentido de ser amado y necesitado de una persona, y, por lo tanto, reforzando los modelos de funcionamiento prosocial del yo. 

- Se puede pensar en que varias de las experiencias y técnicas, incluida la psicoterapia, la terapia familiar, la meditación especializada y la participación en organizaciones religiosas o de caridad, pueden mejorar la sensación de seguridad de una persona, lo que podría fomentar la compasión y el altruismo (Mikulincer y Shaver, 2005).

Apoyo y guía de otros

- Conexiones amorosas y apoyo social antes o después de la victimización; la experimentación previa de apoyo social ocupa un relevante papel protector para los efectos negativos del trauma, a su vez, experimentar funciones cuidado de otros después del sufrimiento también pueden favorecer aparición de conductas prosociales en las víctimas, como lo manifiestan estudios de sobrevivientes del holocausto (Kleinman, 1989).

- Modelos o guías altruistas; La recepción de ayuda en el momento del sufrimiento y posteriormente, facilitará modelos prosociales, que aumentará la probabilidad de puesta en práctica del ANS.
Acciones propias de los individuos

- Actuar en favor propio o ajeno el momento del sufrimiento y la ayuda como vía del cambio personal y/o social; proporcionará experiencia de autoeficacia, así como proporcionará ayuda para la restauración de suposiciones rotas sobre el mundo y sobre uno mismo, satisfaciendo tanto la necesidad de eficacia como de conexión social positiva.

Existe todo un campo de investigación por descubrir en torno a lo referido en este artículo, sin embargo, la pretensión de lo aquí expuesto, se reduce a dotar a profesionales en atención a seres humanos que han padecido adversidad y sufrimiento, de una nueva ventana a la que asomarse, visualizando un horizonte en el que se vislumbre la esperanza y la posibilidad de entornos libres de violencia, basados en el buentrato y la cooperación mutua. Introducir en nuestras dinámicas profesionales y personales la búsqueda del bien común y la justicia social, puede conducir a una sociedad en la que los lazos colaborativos promuevan la equidad y el equilibrio de derechos y oportunidades para todos los seres humanos.


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