lunes, 20 de marzo de 2023

El apego en la adolescencia (I)


Os invito a visitar el blog de Janire Goizalde


https://plumaresilienteblog.blogspot.com

 

Hola y bienvenid@s a mi blog PLUMA RESILIENTE. En primer lugar, me llamo Janire Goizalde y tengo 24 años. Algunos me conoceréis por haber escrito un libro sobre resiliencia titulado “Una nueva vida florece. "Historia resiliente de mi adopción”, con José Luis Gonzalo Marrodán, un buen psicólogo y gran amigo. También han participado en este libro otros profesionales, cómo la psicóloga y psicoterapeuta familiar, Cristina Herce Sellán, que la admiro muchísimo, como profesional y como alguien cercana a mí. La razón por la que he creado este blog es porque la RESILIENCIA es una parte importante de nuestra vida. 


Para las personas que desconocen esta palabra, decirles que es la capacidad para superar situaciones adversas; por ejemplo, un trauma, una tragedia, muerte de un ser querido, problemas personales, laborales, familiares, etc. Por este motivo he querido crear un blog, ya que l@s que han leído mi libro saben que soy una persona que he hecho un proceso resiliente, por todo lo que he arrastrado de mi pasado. En el libro hay varios dibujos que he hecho sobre mis sentimientos, y me gustaría seguir compartiendo mis obras sobre cómo me siento con vosotr@s, por eso dedico este blog PLUMARESILIENTE a ello.





Para adquirir el libro de Janire Goizalde haz click AQUÍ

 




Hace mucho tiempo que no escribo sobre apego y me apetece hacerlo. Al mismo tiempo, pienso que la información que traslade aquí será también útil para vosotros y vosotras, familias y profesionales. Vamos a volver hablar sobre apego y adolescencia, tema que os recuerdo ya hemos abordado en el blog en tres artículos: 




Hoy os ofrezco un artículo que divido en dos partes. En la primera -que expongo a continuación-, me centro en la caracterización de la etapa adolescente y hago mención al modelo mental con respecto al apego de los adolescentes. Termino con una reflexión sobre por qué son tan altas actualmente las tasas de trastornos mentales entre los jóvenes. 

En  la segunda -en un próximo post-, hablaré sobre cómo se relacionan los adolescentes de apego seguro e inseguro, describiré qué ocurre con aquellos que arrastran heridas infantiles en el apego y ofreceré algunas orientaciones.

Para no hablar solo de mis experiencias en consulta privada con los adolescentes y sus familias, he querido documentarme sobre el tema y he dado con un excelente artículo del profesor Alfredo Oliva, Doctor en psicología y experto en adolescencia. Así, en este post me propongo transmitiros lo fundamental que él desarrolla en dicho artículo, junto con los aportes de otros autores (algunos de ellos citados por el profesor Oliva) y mi experiencia profesional de trabajo en psicoterapia con los adolescentes. Me gustaría también esbozar un intento de dar respuesta al por qué se ha resentido tanto la salud mental de los chicos y chicas, y si todo se asocia a lo que psicológicamente nos ha traído la postpandemia o hay otros factores asociados. 

Caracterización de la adolescencia y apego

En el artículo del profesor Alfredo Oliva, este nos dice que, durante la adolescencia, en relación con el apego, hay una disminución de la cercanía emocional, las expresiones de afecto (Collins y Repinski, 1994), la cantidad de tiempo que padres e hijos pasan juntos y un aumento de la necesidad de privacidad. Esto suele conllevar que los padres experimenten un sentimiento de pérdida de la niñez de sus hijos, para comenzar a verlos como personas cuyo deseo ya no pasa por convivir la mayor parte del tiempo con ellos. El interés se desplaza del ámbito familiar al ámbito de las relaciones de amistad, y los amigos -y las parejas que se formen- se pueden convertir también en vínculos afectivos sólidos y gratificantes; la necesidad de vincular se traslada con fuerza a otras personas, incluida el área romántica, impulsada también por la aparición de la pubertad, los cambios psicofisológicos y la emergencia de los impulsos sexuales. 

Además -nos dice el profesor Oliva- la comunicación también suele experimentar un ligero deterioro en torno a la pubertad, ya que en esta etapa chicos y chicas hablan menos espontáneamente de sus asuntos, las interrupciones son más frecuentes y la comunicación se hace más difícil (Parra y Oliva, 2007). Las discusiones y conflictos entre padres e hijos pasan a formar parte de la vida cotidiana en familia, especialmente durante la adolescencia temprana (Collins y Steinberg, 2006). Reflejan el choque entre la necesidad de apoyo parental en un momento en el que tienen que afrontar muchas tareas evolutivas y la exigencia de exploración que requiere la resolución de dichas tareas.

Por ello, no hay hogar donde no exista una tensión manifiesta u oculta entre la dificultad de los padres en aceptar que su hijo ha cambiado y el de los adolescentes de explorar el mundo, a la vez que ellos también han de hacer el duelo por el niño que acaban de dejar de ser, teniendo que asimilar muchos cambios físicos y psicológicos que en esta fase se producen. Las confrontaciones sobre la hora de llegada, el poco tiempo que pasan en casa, el posible descuido de los estudios y del orden en su habitación, la cantidad de horas que dedican al móvil y a las redes sociales, las discusiones porque la omnipotencia paterna/materna ha caído y ya no aceptan lo que digan sus padres, sino que tienen ideas propias y a veces contrarias… son habituales en los hogares de todo el mundo a estas edades. La imagen típica es la de un padre o madre hablando a un adolescente y este sin hacer caso y diciendo: "ya rayas" 

Foto Radio Polar

La pareja, antes volcada en los niños, ahora se tiene que mirar, de nuevo, la una a la otra, y si la llama que la mantenía viva se ha apagado mucho, puede surgir una distancia que antes no se percibía, a una edad en la que los padres llegan a la madurez de su vida, que coincide con el verdor esplendoroso del adolescente. Si la pareja no tiene estructura sólida, el adolescente encontrará fisuras por donde entrar, triangulará a los padres y se beneficiará de las posibles inconsistencias entre lo que uno y el otro digan y ordenen. Lo cual agravará los problemas y desorientará más al adolescente.

Al mismo tiempo, todos los riesgos posibles rodean al adolescente, y si la comunicación no resulta fácil con ellos, se colude con no hablar de temas que son importantísimos: las relaciones afectivo-sexuales, las redes sociales y cómo manejarse, las adicciones, las relaciones con los iguales, los estudios y su orientación futura… Todo ello va a requerir que los padres no se harten del adolescente, que no le lancen el peor de los mensajes que se le puede lanzar: “no te soporto”; “vete por ahí”; “haz lo que quieras” O que no se le diga nada, se le ignore y se le haga el vacío, de tal modo que en casa sienta que no puede contar con nadie ni confiar para buscar orientación y apoyo afectivo. Casi es peor hacerles el vacío y hacerles sentir que no son los hijos que queremos “porque no estudian…, etc.” que entrar al choque y discutir; porque, aunque nos podamos enfadar, siempre existe la posibilidad de reconocer que me disparé y dije cosas que no sentía, pudiendo reparar y volver a empezar. Es más fácil y seguro discutir con los padres cuando se sabe que se podrá seguir contando con ellos (Scharf y Mayselles, 2007).

Foto: Prezi


Para poder acompañar a los hijos en esta etapa -mucho más complicada en estos albores del siglo XXI que a finales del siglo pasado, porque nuestra sociedad es más compleja- es muy importante el grado de seguridad en el apego que estos desarrollaron con nosotros en la niñez, que modelo representacional con respeto al apego (es la imagen de los padres representada como figura segura o insegura, confiable o no confiable, sensible y disponible o insensible y no disponible) Es decir, ¿el grado de seguridad o inseguridad en el apego se mantiene desde la infancia, o la adolescencia cambia los modelos de apego con respecto a los padres?

Continuidad o discontinuidad de los modelos de apego construidos en la infancia

En relación a este tema, el profesor Alfredo Oliva afirma que existen datos que indican cierta continuidad entre los modelos de apego construidos en la infancia y los manifestados en la adolescencia, sobre todo cuando las circunstancias contextuales son estables y favorables. Efectivamente, si las competencias parentales para cuidar, proveer de un apego seguro a los hijos y darles empatía se mantienen como una constante a lo largo de todo el proceso de crianza, el modelo mental con respecto al apego en la adolescencia se mantendrá con representaciones de uno mismo y de los demás como seguras, atravesando esta complicada etapa y sus desafíos evolutivos no sin problemas o adversidades, sino confiando en los padres para pedir ayuda, buscar confort y sentir que se podrán resolver esos problemas.

Sin embargo, los modelos representacionales pueden experimentar modificaciones, de la seguridad a la inseguridad cuando se producen cambios importantes en las condiciones de crianza (Hamilton, 2000; Weinfield, Sroufe y Egeland, 2000) En efecto, que los padres o cuidadores por diversos factores que afectan temporal o definitivamente a su competencia para cuidar, o por la experimentación de adversidades o acontecimientos estresantes y/o traumáticos (pérdida de uno de los progenitores, divorcio conflictivo…) favorezcan que las representaciones de apego se vean afectadas y desarrollen inseguridad con respecto a los progenitores.

Sobre todo, si las conductas parentales relacionadas con el apego (Belsky, 1999) inciden negativamente en los hijos porque estos no están disponibles, rechazan o maltratan. Y cuando los adolescentes deben hacer frente a situaciones especialmente estresantes (Allen et al., 2003) como las que hemos mencionado (pérdidas, muertes, malos tratos, violencia de género, enfermedad grave de los progenitores…)

Las conductas parentales relacionadas
con el apego han de ser seguras
Foto: mentes abiertas psicología

Además, el profesor Alfredo Oliva afirma que la experiencia en la relación con los iguales o con la pareja a lo largo de estos años también podría explicar la discontinuidad en la seguridad del modelo de apego, Así pues, puede ser fuente que refuerce la seguridad previa en el apego, o, al contrario, que acentúe una inseguridad preexistente. Sobre todo, los vínculos románticos, cuando los adolescentes (seguros o inseguros en el apego temprano) forman una pareja más estable y en ella se transfieren inconscientemente los propios modelos de apego temprano. Si ambos miembros de la diada son inseguros, entonces la relación puede tornarse una experiencia que en vez de vivirse con felicidad y disfrute es fuente de ansiedad y dolor.

Los padres, en contra de lo que se piensa, son figuras de apego fundamentales en la adolescencia

En todo caso, los padres son figuras de apego claves en esta edad, aunque el joven tenga una tendencia a volcarse más con los amigos y relaciones románticas. Y no sólo los padres, en mi opinión otros adultos (seguros, confiables, empáticos y disponibles) juegan un papel muy relevante como figuras en quienes encontrar calma, orientación, confort y seguridad. Son figuras de apego subsidiarias hacia las cuales los chicos y las chicas pueden sentir afecto y formar parte de su universo vincular. No nos olvidemos que la adolescencia es otra etapa bebé en la cual el cerebro experimenta una gran revolución (Benito, 2020), vuelve a producirse un periodo de poda neuronal (qué conexiones se afianzarán y permanecerán, y cuáles se desecharán por su irrelevancia), con lo cual la necesidad de contar con adultos que sean buenos arquitectos del cerebro de los jóvenes es fundamental. El profesor Alfredo Oliva coincide con este punto de vista cuando afirma que los adolescentes mostrarán una mayor tendencia a la exploración cuando sientan que sus padres están disponibles y les muestran su apoyo. De hecho, y aunque chicos y chicas aumentan sus conductas exploratorias y reducen las manifestaciones abiertas de apego en su tránsito a la adolescencia, la mayoría disfrutan de relaciones cálidas y estrechas con sus padres, necesitan su respeto y aprecio, y en condiciones de estrés tornan a sus padres, que continuarán siendo importantes figuras de apego, incluso durante la adultez emergente. Por ello, necesitamos padres y adultos con mayor sensibilidad ante los estados emocionales de sus hijos, porque la seguridad en el modelo mental de apego favorece la autonomía de estos, dice Alfredo Oliva.

Trastornos mentales en la adolescencia y apego

Creo que una de las causas de que estemos ante una oleada de trastornos y alteraciones mentales en la adolescencia (consultad esta reciente noticia) no sólo es por las consecuencias de la pandemia, sino porque, en mi opinión, cada vez observo que la calidad del vínculo de apego entre padres e hijos se resiente más. No porque los padres hagan daño a sus hijos en forma de maltrato activo, sino precisamente porque los padres “no hacen” lo que deberían hacer: ser adultos presentes, sintonizados emocionalmente con sus hijos, capaces de mostrar empatía, de mantener conversaciones con ellos donde estos aprendan sobre las emociones y a comprender su mente y la de los otros, a regular estas y a disfrutar juntos. Y esto es así desde la infancia, periodo en el cual los niños experimentan mucha soledad y vacío, y al llegar a la adolescencia, con el cambio y las exigencias de ser autónomos, no tienen una seguridad interiorizada ni unas herramientas psicológicas desarrolladas. Entonces, ante los problemas, se derrumban anímicamente, y si se dan otros factores asociados (externos o internos), aparece el malestar emocional e incluso los trastornos. 

Los padres no son los únicos responsables de esto, el marco laboral tal y como está concebido, pensado para trabajar y producir, se da de tortas con las necesidades de los niños, es un horario pensado para que los padres lleguen agotados, sin tiempo, fuerza y ganas para poder estar con sus hijos. Apenas hay tiempo para los deberes (siempre deberes escolares), las duchas, la cena, la cama… y ojalá un ratito para leer un cuento, si es que hay tiempo. No hay más. Los fines de semana, los videojuegos o cualquier ocio más claustrofílico predomina por encima de que los niños tomen la calle y se relacionen entre sí. Cada vez es más habitual ver a adolescentes juntos... cada uno absorto en su móvil. 

En las escuelas, no se habla sobre relaciones, no se estrechan los vínculos aprendiendo como una tribu, fomentando la cooperación y el apoyo de los unos hacia los otros. Así, se llega a la adolescencia con una gran inseguridad de base, con lo cual la exploración del mundo y el afrontamiento de las exigencias de este se hacen totalmente imposibles para los adolescentes. Se crea así un caldo de cultivo óptimo para poder desarrollar síntomas como la ansiedad, la depresión y las autolesiones, reflejo de un mundo interno que no pueden mentalizar y que colapsa, mostrando un sufrimiento del que no saben cómo salir ni tienen la expectativa de que los otros vayan a poder ayudarles. Fue desde la infancia, estallando en la adolescencia, donde se gestó en la persona menor de edad un esquema cognitivo-afectivo que contiene creencias tales como:  "mis necesidades emocionales no importan"; "los adultos no están disponibles"; "mejor me lo resuelvo solo"; "no puedo confiar"

El lema de la "Asociación para el Desarrollo y la Promoción
de la Resiliencia" (ADDIMA), cobra su máxima importancia
en el acompañamiento a adolescentes


Con todo, soy optimista, porque si proveemos a los adolescentes de adultos en los que puedan confiar, empáticos y sensibles, gracias a esos puntos de apoyo, podrán ganar en seguridad, afrontar los desafíos de la vida y disfrutar de nuevo de esta. Es una etapa de gran riesgo pero también de gran oportunidad (Benito, 2020). Ahora bien, hemos de ser incondicionales y acompañarlos, que no se sientan solos, con respeto y fomentando la autonomía y la capacidad para resolver problemas, y que sepan que vanos a estar ahí para ellos y ellas. 


REFERENCIAS

Allen, J. P., McElhaney, K. B., Land, D. J., Kuperminc, G. P., Moore, C. M., O’Beirne-Kelley, H. et. al. (2003). A secure base in adolescence: Markers of attachment security in the mother-adolescent relationship. Child Development, 74, 292-307

Belsky, J. (1999). International and contextual determinants of attachment security. En (J.Cassidy y P.R. Shaver, eds.). Handbook of Attachment: The- ory, Research and Clinical Applications, pp. 249- 264. New York: Guilford.

Benito, R. (2020). Bases neurobiológicas y desarrollo en la infancia y la adolescencia. Madrid: El Hilo Ediciones.

Collins, W. A. & Repinski, D. J. (1994). Relationships during adolescence: Continuity and change in in- terpersonal perspective. En R. Montemayor, G. R. Adams, y T. P. Gullotta (Eds.), Personal rela- tionships during adolescence (pp. 7-36). Thousand Oaks, CA: Sage.

Collins, W.A. & Steinberg, L. (2006). Adolescent de- velopment in interpersonal context. En N. Eisen- berg (Vol. Ed.), Social, emotional, and personality development. Handbook of Child Psychology (W. Damon and R. Lerner, Eds.). (pp. 1003-1067). New York: Wiley.

Hamilton, C. E. (2000). Continuity and discontinuity of attachment from infancy through adolescence. Child Development, 71, 690-694.

Oliva Delgado, A. (2011). Apego en la adolescencia. Acción Psicológica, 8 (2), 55-65.

Parra, A. & Oliva, A. (2007). Una mirada longitudinal y transversal sobre los conflictos entre madres y adolescentes. Estudios de Psicología, 28, 93-107.

Scharf, M. & Mayseless, O. (2007). Putting eggs in more than one basket: A new look at develop- mental processes of attachment in adolescence. En M. Scharf, y O. Mayseless (Eds). Attachment in Adolescence: Reflections and New Angles: New Directions for Child and Adolescent Development. (No. 117) (pp. 1-22). San Francisco: Jossey-Bass (Wiley).

Weinfield, N. S., Sroufe, L. A., & Egeland, B. (2000). Attachment from infancy to early adulthood in a high-risk sample: Continuity, discontinuity, and their correlates. Child Development, 71, 695–702.

viernes, 17 de marzo de 2023

Formación intensiva teórica-práctica en "Teoría y técnicas bajo el punto de vista de la terapia Gestalt y relacional aplicada a los niños. Principales aportes de la Terapia Gestalt-Relacional en el trabajo con niños y jóvenes", organizado por UmayQuipa



Formación intensiva teórica práctica en “Teoría y técnicas bajo el punto de vista de la terapia Gestalt y relacional aplicada a los niños”

Principales aportes de la Terapia Gestalt-Relacional en el trabajo con niños y jóvenes

Información y reservas:



Tel: 91 549 38 78






Presentación


El hecho que abramos esta formación es para poder brindar en Madrid algo que hemos hecho en formaciones en Latinoamérica y en otras regiones de España. Por problemas de agenda y compromiso con otras formaciones en Madrid no lo hemos podido hacer hasta ahora. Creemos que ha llegado el momento de dar la formación en Madrid, de modo estrictamente presencial.

Los temas a tratar son temas (en la actualidad, por su frecuencia y necesidad de una orientación integradora, nos lleva a entender que los profesionales necesitan un mayor entrenamiento) muy actuales. Creemos que deben existir profesionales con un mayor entrenamiento en estas áreas para poder acompañar al niño/a y sus familias en esta búsqueda de ayuda y de disminución del dolor.

Cada tema es dictado por un especialista en esta área; sabemos también que nos quedan muchos temas en el tintero, pero creemos que es urgente que los talleres que conforman esta especialización sean muy necesarios para una mejor salud mental.

También hemos optado por la modalidad presencial, porque nuestro compromiso con nuestros pacientes parte de poner el cuerpo, nuestras emociones, el hablar y compartir experiencias en lo grupos que es tan enriquecedor. Y con la pena que sabemos que dejaremos a muchos fuera.

La Formación consta de 14 talleres, que se dictan un sábado al mes. 

El horario es de 10,00 a.m. a 18,00 p.m. con una hora para comer y poder retornar con sus familias el mismo día 

Las horas están avaladas por la AETG dentro de la Especialización Infanto Juvenil y es una formación recomendada por diversos centros de formación Internacional como: La Universidad Gestalt de México, el Centro de Gestalt del Perú; Grupo Creare de Guatemala, Centro Atrapasueños de Costa Rica; Centro Upayai Lima -Perú , Centro de Atención especializada en Psicodiagnóstico Infanto Juvenil de Oaxaca, México; Centro Integro Kids de León Guanajuato, México.

Temario


1. Entrenamiento en la aplicación de las cartas emocionales con familias y en sesión de padres. Trabajo de sueños y miedos en los niños. Loretta Cornejo.


2. Reflejos primarios. Desarrollo e Integración de estructuras cerebrales a través de movimientos rítmicos con niños. Hugo Batet.


3. La adopción: un acercamiento a su comprensión e intervención trabajando, con la familia adoptiva. Montse Lapastora.


4. La biología del trauma, la regulación emocional y el desarrollo del yo en los niños. Lucía Emma.


5. Crecimiento e Integración psíquica a través del uso de la proyección e introyección dentro de la terapia con niño. Diana Baumann.


6. niños con defensas del espectro autista: acercándonos a su mundo interno. Diana Baumann.


7. La técnica de la escucha en la sesión de padres. Sara Wolf.


8. La depresión en los niños. Marga de La Torre.


9. Los niños de la mochila. Los niños del divorcio y de las familias reconstituidas. Maribel Rodríguez.


10. Abusos sexuales en la infancia e intervención con los niños y sus familias. Maribel Rodríguez.


11. Intervención clínica con niños adoptados y maltratados a través del juego. Montse Lapastora.


12. El trabajo emocional en niños con experiencias traumáticas. José Luis Gonzalo Marrodán.


13. Caja de Arena: sesiones con Padres e hijos. José Luis Gonzalo Marrodán.


14. La psicosomática Infantil. Su significado y técnicas para la intervención. Loretta Cornejo.

lunes, 6 de marzo de 2023

Leyes trans y protección del menor, por Arturo Ezquerro, psiquiatra

 Leyes trans y protección del menor

Arturo Ezquerro*

Arturo Ezquerro


Resumen

Este artículo es en gran medida una de las respuestas, con ánimo conciliador, de un profesional comprometido con la protección de la salud y el desarrollo sano del menor, a corto, medio y largo plazo; proceso del cual depende, en última instancia, la salud y el futuro bienestar de la sociedad. Asimismo, es una invocación en defensa del derecho inalienable de todas las personas, independientemente de cuál sea su orientación sexual y su identidad sexual o de género, a ser tratadas con respeto e inclusividad y a pertenecer al grupo social en igualdad de condiciones que todos los demás ciudadanos. 

El desarrollo de la identidad personal, incluida la identidad psicosexual, es complejo y multidireccional. Por un lado, es necesario que los políticos trabajen al unísono con los profesionales de la salud (incluida la salud mental) y con los especialistas del desarrollo, a fin de optimizar el bienestar del menor y, por ende, de toda la población. Por otro lado, todos debemos hacer un ejercicio de honestidad para reconocer y desterrar prejuicios que puedan llevar al maltrato, discriminación y exclusión social de otras personas. 

Las relaciones sanas de apego son fundamentales para fomentar el desarrollo equilibrado de la persona. En el caso del menor, un maestro o un profesor puede actuar como figura de apego subsidiario y ayudarlo a resolver, de modo creativo, crisis profundas que afectan el desarrollo de la identidad.

Palabras clave: apego, conciliación, derechos humanos, desarrollo, identidad sexual o de género, inclusividad, leyes trans, protección del menor


Turbulencias sociopolíticas

Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Contigo porque me matas, sin ti porque yo me muero.

El drama de esta frase encierra no sólo profundos sentimientos ante un irresoluble dilema entre amor y desamor, sino también alberga una metáfora acerca de situaciones conflictivas que difícilmente parecen tener solución. 

Como médico psiquiatra, psicoterapeuta y miembro de la sociedad británica desde hace 39 años, no puedo inhibirme respecto a la reciente turbulencia política en Reino Unido. Dos hechos recientes han impactado, de modo particular, en mi devenir cotidiano como profesional y como persona.

Nicola Sturgeon, la primera ministra de Escocia y líder del SNP (Partido Nacionalista Escocés) se ha visto obligada a dimitir, de modo súbito, a raíz de un encontronazo que tuvo en una sesión parlamentaria. 

Ella, en su pulso constante con el gobierno central, decidió apoyar fieramente una nueva Ley Trans en Escocia que no cuenta con el apoyo de Londres. El parlamento de Westminster había rechazado una ley similar para Inglaterra y Gales, al considerar que las personas que no han alcanzado la mayoría de edad no han desarrollado todavía la suficiente capacidad mental para tomar la decisión de cambiar su sexo de manera irreversible. 

En dicha sesión parlamentaria, se habló del caso de una persona con características anatómicas, hormonales y sexuales “masculinas” que había decidido cambiar su identidad y pasar a ser un miembro del sexo o género “femenino”. Esta persona violó a dos chicas y, dada su nueva identidad, se dio la paradoja de que le correspondía una cárcel de mujeres.

En este punto, Nicola Sturgeon fue interrogada si dicha persona era hombre o mujer. Ella, una luchadora sin desmayo, y la primera mujer en llegar a presidir el gobierno escocés, no supo qué responder; se rindió.

La presión a la que había sido sometida los días anteriores por miembros de su propio partido, y de feministas que abogan por defender los derechos de las mujeres a ser protegidas de agresiones sexuales, fue tremenda. 

A pesar de ello, ante la pregunta de si iba a dimitir, con una respuesta valiente, incluso desafiante, ella dijo que le quedaba combustible en su depósito para rato y que pensaba seguir dirigiendo los destinos de su país durante muchos años más. No en vano, ella es la persona que más tiempo se ha mantenido en el cargo, para ser más precisos desde 2014. Sin embargo, el combustible apenas le duró unas horas.

Clínica Tavistock con la estatua de
Sigmund Freud en primer plano


¿Un caso de negligencia profesional?

Unos meses antes, las autoridades del Servicio Nacional de Salud Británico (NHS) habían decidido suspender el llamado Servicio para el Desarrollo de la Identidad de Género (GIDS), que estaba adscrito y operaba dentro de la Tavistock Clinic de Londres desde 1996. 

Conozco bien la Tavistock porque en ella me formé en psicoterapia y en psiquiatría infanto-juvenil, con John Bowlby (el padre de la teoría del apego) como mi mentor durante los seis últimos años de su vida, dentro de los diez años en que allí trabajé (1984-1994). 

En 1984, el Dr Domenico Di Ceglie, un psiquiatra y psicoanalista italiano con quien trabajé de 1984 a 1989 en el Departamento de Adolescentes de la Tavistock, comenzó a tratar a una chica de 13 años que había intentado suicidarse en tres ocasiones. Esta adolescente temprana tenía el firme convencimiento de que ella debía ser un chico en lugar de una chica, pero nadie la creía. 

El Dr Di Ceglie, muy preocupado por el riesgo de suicidio, decidió ofrecer psicoterapia semanal durante varios años a la joven. Él me comentó que su objetivo era la salud integral de esta menor, para lo cual era necesario ayudarla a explorar la incertidumbre que sentía sobre su identidad sexual, así como el contexto más amplio de sus relaciones de apego y de otras experiencias personales, familiares y sociales desde su primera infancia.

Sus hallazgos respecto a la terapia de ella y de otros jóvenes (chicas y chicos) con planteamientos similares están descritos en un libro, que él publicó tras varios lustros de trabajo e investigación (Di Ceglie, 1998): A Stranger in my Own Body (Un extraño en mi propio cuerpo).

En 1989, el Dr Di Ceglie creó GIDS en St George’s Hospital, también en Londres. El servicio se mudó a la Tavistock Clinic en 1996 y continuó con las pautas exploratorias y psicoterapéuticas que él había utilizado en sus primeros años de ejercicio, a fin de ayudar a niños y adolescentes con dudas sobre su género a construir sus identidades del modo más saludable posible y encontrar su camino en la vida. 

Sin embargo, sobre todo en la última década, ya jubilado el Dr Di Ceglie, el enfoque exploratorio fue insidiosamente reemplazado por uno llamado “afirmativo” (que con una frecuencia cada vez mayor llevaba a decisiones de cambio de género en menores de edad). 

Empezaron a aplicarse “tratamientos” o intervenciones hormonales a estos menores, bien para retrasar la pubertad o para adquirir características del otro sexo, sin considerar en su justa medida las consecuencias a corto, medio y largo plazo. Este proceso coincidió en el tiempo con ayudas económicas adicionales que GIDS recibió para expandir dicho servicio. 

He de confesar que no sé de dónde provenían esas ayudas o palancas, ¡Dios me libre de acusar a nadie! Pero me pregunto si las grandes multinacionales productoras de dichas drogas hormonales pudieran haber tenido alguna relación con este asunto. Quizás directamente no. De lo que no hay duda es de que, tales multinacionales, se han beneficiado indirectamente de lo que ha estado ocurriendo. 

No me dedico al periodismo de investigación, aunque como psiquiatra estoy profundamente comprometido con la salud de mis pacientes y, por ende, de la sociedad. En situaciones de este tipo me gusta formular la siguiente pregunta: ¿Qui bono? ¿Quién se está beneficiando o enriqueciendo como consecuencia de esto?

En 2020, el NHS encargó a Hilary Cass (expresidenta del Colegio Oficial de Pediatría y Salud Infantojuvenil) y a su equipo que investigaran la calidad de los servicios de identidad de género para niños y adolescentes. 

Dos años después, el informe llamado “Cass Review” señaló que se había producido un aumento alarmante de pacientes remitidos a GIDS, y que el enfoque clínico utilizado no estaba sujeto a algunas de las medidas de control habituales que deben aplicarse necesariamente con tratamientos novedosos y experimentales, los cuales suelen recibir el nombre de ensayos clínicos. 

En Reino Unido, los coches circulan por la izquierda y el ejercicio fiscal va del 6 de abril al 5 de abril del año siguiente, no de enero a diciembre del año en curso. Por eso, las estadísticas sobre pacientes en el NHS suelen registrarse en función del año fiscal británico. 

Para que el lector se haga una idea, en el ejercicio de abril 2009 a abril 2010 se remitieron a GIDS 77 casos de supuesta “disforia de género”, de abril 2019 a abril 2020 se remitieron 2.728 y en el ejercicio siguiente se superaron los 5.000.

En el informe Cass también se expresó preocupación por la falta de una recopilación adecuada de datos clínicos por parte de GIDS, y por el hecho de que muchos profesionales se sentían bajo presión para adoptar un enfoque afirmativo incondicional para los menores que no estaban seguros de su identidad sexual, en lugar del enfoque exploratorio original (de comprender el proceso de formación de la identidad sexual y tolerar la incertidumbre que pueda llevar consigo). 

El informe mostró evidencias de que la evaluación diagnóstica de estos menores era incompleta, sin los debidos estándares profesionales. No se tenían suficientemente en cuenta factores importantes como la salud mental previa y el desarrollo neurológico. 

Incomprensiblemente, se pasaban por alto la historia de las relaciones de apego (algo fundamental en la construcción de la identidad y la personalidad) y otras circunstancias que puedan tener influencia en el autoconcepto y modelaje de la persona.

Asimismo, el Cass Review expuso que había crecido exponencialmente el diagnóstico rápido de “disforia de género” (que daba derecho a intervenciones hormonales y, con posterioridad, quirúrgicas) y que dicha etiqueta diagnóstica eclipsaba otros posibles diagnósticos coexistentes como el autismo, la depresión o el estrés postraumático causado por el acoso escolar u otros problemas sociales o familiares. 

En pocas palabras, muchos de los procesos de salvaguarda y de protección a menores saltaron por los aires.

Reflexiones personales

Al escribir estas líneas, soy consciente del hecho de que, tanto en España como en Reino Unido, hay en estos momentos una polémica considerable en relación a este tema, especialmente al haber salido a la palestra las llamadas leyes trans. 

Creo que, ahora más que nunca, es esencial actuar como grupo responsable y solidario en el que puedan caber todos. Hay que aunar fuerzas entre políticos, profesionales de la salud (incluida la salud mental) y expertos del desarrollo humano para salvaguardar los derechos de todos y proteger a personas vulnerables a quienes se les puede causar un daño irreparable, como de hecho ha ocurrido en algunos casos.

Siempre hay que asegurar los derechos inalienables de toda persona, sea cual sea su orientación o su identidad sexual, y protegerla para que no sea discriminada o vilipendiada. Es de todo punto necesario aceptar la diversidad y eliminar del subconsciente personal y colectivo términos como “degenerados” o peor, para describir a personas que son distintas a uno mismo por motivos de su identidad sexual o de género

Hay que luchar por ello con honestidad, empezando por reconocer nuestros propios prejuicios y dar sentido a nuestras experiencias, para entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás. 

El respeto a otras personas, incluyendo a la comunidad trans, y la protección especial que requieren los menores y las personas más vulnerables jamás debería ser comprometido, y mucho menos violado, por prejuicios o ideologías.

Una reminiscencia que quiere ser terapéutica

Hablando de todo un poco, confío que el lector pueda perdonarme por traer ahora un recuerdo personal. Transcurría el año 1970, yo contaba a la sazón con 13 primaveras (como la chica tratada por el Dr Di Ceglie) e iniciaba una adolescencia turbulenta que conllevaba una crisis de identidad personal…

Mi profesor de literatura algo debió notar porque me llamó a su despacho y me preguntó qué ocurría. 

Le dije que tenía muchas dudas y ninguna respuesta, y que había perdido las ganas de vivir. Me dijo que él no reunía todas las respuestas pero que, al menos, podría ofrecerme una. 

Pensé que iba a decirme que la respuesta estaba en el viento, algo que, gracias a Bob Dylan, se había puesto muy de moda por aquella época. Pero no, me dijo que buscara una respuesta en la poesía. Le pregunté que a quién debía leer y me contestó que era yo quien, en realidad, tenía que escribir mi propia poesía. 

En concreto me encargó que escribiese un cuarteto como paso preliminar, antes de componer un soneto. Sí, claro, hay que ir paso a paso. Me explicó que dicho cuarteto tendría que consistir en cuatro versos. El primero debía rimar con el cuarto y el segundo con el tercero, y cada verso debía contener exactamente el mismo número de sílabas. 

Al llegar a casa, me sentí desbordado y deprimido; la tarea me parecía imposible de realizar, pero pude escuchar en mis adentros la voz de aliento de mi profesor (una figura de apego en mi vida) y me puse manos a la obra…

Anoche encontré, en el baúl de los recuerdos, el cuarteto que entonces escribí con la candidez de un preadolescente:


El veloz aullar del viento

Llega hasta mi corazón

Mientras cerrado en pasión

Sigo sin entendimiento



Al día siguiente volví al colegio con muchas más ganas de vivir. Sin duda, un maestro o un profesor puede hacer mucho bien y convertirse en una figura de apego subsidiario que ayude a un menor (o incluso mayor) a navegar a través de y superar crisis y transiciones difíciles y, con el tiempo, encontrar su propio camino.

Hoy continúo sin entender muchas cosas, pero mis ansias de aprender me mantienen vivo. 

Portada del nuevo libro de Arturo Ezquerro
titulado "Apego y desarrollo a lo largo de la vida.
El poder del apego grupal"
Editorial Sentir


En los últimos meses, esas ansias me han llevado a escribir un libro sobre apego y desarrollo a lo largo de todo el ciclo vital, que incluye aspectos del desarrollo psicosocial y psicosexual, como parte del desarrollo integral de la persona, que es una labor compleja, multifacética y multidireccional. 

En el texto aporto evidencia de que dicho desarrollo y la construcción de la personalidad se ven facilitados por el apego sano.

De modo especial en las fases de transición, como la que va de la niñez a la adolescencia o de la adolescencia a la etapa adulta, el desarrollo no se debe forzar, apresurar, arrestar o distorsionar. Cada persona debe ir a su ritmo, dentro del contexto familiar, grupal y sociocultural donde le toca vivir y crecer.

El nuevo libro lo publica en España Editorial Sentir y ya se encuentra en prensa (Ezquerro, 2023). Estará disponible en castellano y en catalán a la brevedad.

También me congratulo de que la Sociedad Española para el Desarrollo del Grupo, la Psicoterapia y el Psicoanálisis (SEPGA) esté organizando un Congreso Internacional en la isla de La Palma sobre “identidades sexuales”, el 2 y 3 de noviembre 2023, abierto no sólo a profesionales, sino a toda persona interesada. Ya está disponible el póster anunciador y enseguida se completará el programa.



Este congreso, además de apoyar a los palmeros que sufrieron los estragos de una explosión volcánica, va a ser una oportunidad excelente para trabajar juntos hacia un mejor entendimiento mutuo y para aprender unos de otros. 


Referencias bibliográficas

Di Ceglie D (1998) A Stranger in My Own Body. Atypical Gender Identity Development and Mental Health. London, UK: Routledge.

Ezquerro A (2023) Apego y desarrollo a lo largo de la vida. El poder del apego grupal. Barcelona, España: Editorial Sentir


ORCID iD: Arturo Ezquerro https://orcid.org/0000-0002-9910-4576 



*Nacido en Logroño, La Rioja (España), Arturo Ezquerro (psiquiatra, psicoterapeuta psicoanalítico y grupo-analista) es profesor en el Institute of Group Analysis de Londres y el primer español en conseguir una Jefatura de Servicios Públicos de Psicoterapia en Reino Unido. Arturo es miembro honorario del International Attachment Network y de la World Assotiation of International Studies, colabora habitualmente con los medios de comunicación y reúne más de 100 publicaciones en seis idiomas, incluyendo los libros Encounters with John Bowlby (Routledge), Relatos de apego (Psimática), Group Analysis throughout the Life Cycle (Routledge), The Power of Group Attachment (Routledge, in press) y Apego y desarrollo a lo largo de la vida (Editorial Sentir, en prensa).