jueves, 30 de octubre de 2008

La ansiedad (I)

La ansiedad es una respuesta del organismo ante un estímulo externo o interno. Es una emoción necesaria porque prepara y activa al organismo para enfrentar una situación, problema, conflicto, desafío…

Así pues, cuando, por ejemplo, nos enfrentamos a un examen, nos activamos internamente y esa respuesta generalizada nos permite afrontar el mismo. Las personas tenemos un triple sistema de respuesta: cognitiva (imágenes o pensamientos; en el ejemplo que nos ocupa, pensar: “¡venga, a por el examen, que has estudiado mucho!”); fisiológica-emocional (en el ejemplo, sentir mariposas en el estómago, algo de nerviosismo, tensión interna) y motora (hacer movimientos rítmicos con la mano cuando esperamos que nos entreguen el examen)


La ansiedad también se activa cuando percibimos una amenaza. El sistema de alerta del individuo se pone en funcionamiento para hacer frente a la misma, con una serie de reacciones que ponemos en marcha para afrontarla. Hemos heredado de nuestros antepasados la capacidad de responder rápidamente ante los peligros, reales o percibidos, pues de este modo garantizábamos nuestra supervivencia (fue muy importante para luchar, por ejemplo, contra depredadores) Por eso lo hemos heredado (herencia de la especie), por su valor adaptativo. Miedo y ansiedad se diferencian en que, en el miedo, la amenaza es clara e inmediata (por ejemplo, veo un perro que me va a morder) Entonces se activa esa respuesta heredada que nos prepara para la lucha o la huida. En la ansiedad, la amenaza es más difusa e improbable, no es tan segura que vaya a ocurrir, pero la podemos temer (por ejemplo, miedo a arruinarse, a cruzar las calles...)

Nuestro sistema de respuesta emocional es muy antiguo y nuestro mundo moderno es muy complejo.

Como casi todo en la vida, un nivel moderado de ansiedad predispone a la persona para un rendimiento óptimo. Pero un nivel excesivo de ansiedad, una respuesta muy intensa, se vuelve interfiriente y, por lo tanto, perturbadora. Ya no nos permite afrontar la tarea. La vivimos como negativa y lo que buscamos es el escape o la evitación. La relación entre ansiedad y rendimiento o desempeño es la de una U invertida: llega un momento en que si la ansiedad es muy intensa y prolongada, el afrontamiento es deficiente.

Por lo tanto, la línea que separa la ansiedad normal de la patológica no es una cuestión de categoría sino de grado. Cuanto más intensa y frecuente es la ansiedad, más cerca nos encontramos de un trastorno de ansiedad.

lunes, 20 de octubre de 2008

Un interesante libro

Una amable lectora y seguidora de este blog me traslada una información sobre un libro bien atractivo. Se titula "Tres Hermanos" y la autora se llama Elizabeth George. La participante de este blog me envía la siguiente reseña del libro: “Es una historia muy interesante que trata la situación de tres niños en el Londres de hoy, el padre ha muerto, la madre está ingresada en una institución mental y son acogidos por una tía. La novela aborda la intervención de los servicios sociales, la influencia de la calle, la rebeldía de la adolescente, el retraso del hermano pequeño y los esfuerzos del mediano por cuidar de su hermano y salir adelante”

Por mi parte pienso acercarme a la autora y su relato. En cuanto lo lea, trasladaré aquí mis impresiones. Espero también vuestras opiniones sobre el libro.
Agradezco la información y os animo a enviarme todo aquello que consideréis útil para todos los que nos encontramos en este blog.

viernes, 3 de octubre de 2008

El apego:características y tipología

Un niño víctima de malos tratos tiene elevadas probabilidades de presentar una alteración del vínculo de apego. Por ello, vamos a comenzar por describir brevemente la teoría del apego.

Bowlby fue uno de los pioneros de la teoría del apego. Sus descubrimientos fueron asombrosamente simples a la vez que trascendentes: los bebés nacen con un equipamiento conductual, programado biológicamente, para vincularse con un adulto, pues ello les garantiza la supervivencia. Si el adulto le proporciona al niño cuidados y es sensible en captar sus necesidades, satisfaciéndolas adecuadamente, el niño crecerá, con alta probabilidad, sanamente. Por el contrario, unos cuidadores insensibles, negligentes, inconstantes o incoherentes, que no satisfacen apropiadamente las necesidades del bebé, traen como consecuencia un niño que no crecerá adecuadamente. Si el bebé tiene la oportunidad de vivir un fundamento seguro, se desarrollará armónicamente.

Posteriormente, Mary Ainsworth y otros, (Rygaard, 2008) avanzaron notablemente en el estudio del apego en sus numerosos estudios con bebés. Mediante el “Test de la situación del extraño” detectaron tres modelos de reacción característicos (o estrategias de proximidad) cuando la madre abandona la habitación. Más adelante, otros autores, Main y Solomon, detectaron un cuarto modelo, el desorganizado. Durante este test diseñado, simple e ingenioso, la madre y el niño de 1 año son introducidos en una sala de juego, la madre deja la habitación dos veces durante tres minutos a lo largo del test, y se observan las reacciones del niño cuando la madre sale de la habitación y cuando regresa. Estos modelos –y he aquí el dato sorprendente- persisten hasta la edad adulta en el 70% de los niños y parece que se traspasan de una generación a otra a través del comportamiento de apego de quienes cuidan del niño.

Los cuatro tipos de apego son:

- Apego seguro-autónomo: El niño reacciona cuando la madre sale de la habitación, su conducta exploratoria disminuye y se muestra claramente afectado; el regreso le alegra claramente y se acerca a ella buscando el contacto físico durante unos instantes para luego continuar su conducta exploratoria. Hay una alegría íntima y mutua en el contacto entre la madre y el bebé.

- Apego inseguro-evitativo: El niño aparentemente no reacciona ante la ausencia de la madre y continúa explorando e inspeccionando los juguetes. Cuando la madre regresa, ésta también dirige su interés más hacia los juguetes que hacia el niño. Los estudios demuestran que el niño en verdad está muy estresado por la ausencia de su madre y que este estrés persiste durante más tiempo que el niño seguro. Es como si el niño supiese que si muestra los sentimientos apropiados de la separación surge el rechazo, y por eso controla la expresión de estos sentimientos. Se utiliza una gran cantidad de energía para suprimir las reacciones de un apego natural.

- Apego inseguro-ambivalente: El niño se muestra muy preocupado por el paradero de su madre y apenas explora los juguetes, mostrando angustia y un comportamiento de control aún antes de que la madre salga de la habitación y no retoma la actividad del juego tras el regreso de su madre. El niño vacila entre la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y las conductas de mantenimiento de contacto. Parece querer reasegurar una proximidad de la que se siente inseguro.

- Apego desorganizado-desorientado: El comportamiento del niño contiene elementos de uno de los modelos anteriores, pero el niño no reacciona ni a la separación ni a la reunión con ningún modelo coherente. Parece “congelado” en una posición rígida, aferrado a su madre pero sin mirarla, volviendo la cara. Este modelo parece estar relacionado más adelante con trastornos de la personalidad y otros problemas. Aproximadamente el 15% de los niños de 1 año muestra el modelo desorganizado.