domingo, 31 de diciembre de 2023

Bondad, un relato de José Luis Gonzalo sobre el diferente / Hicieron Buenos tratos durante 2023. ¡Feliz 2024!

Un año más el blog Buenos tratos ha llegado hasta todos vosotros y vosotras. Por ello quiero compartiros un mensaje de bondad, que es lo que puede transformar el mundo, a través de un relato corto que escribí en el taller de literatura del Laboratorio de escritura dirigido por María Alcantarilla en el que participo cada semana. También es momento de agradecer la inestimable contribución de todos y todas los que hicieron Buenos tratos, es decir, de los y las colaboradores/as del blog que nos regalaron sus artículos especializados mes a mes.

Espero seguir durante 2024 con el blog compartiendo con vosotros y vosotras sobre los temas que nos apasionan: apego, trauma y resiliencia. Desde el blog de la RED APEGA os deseo un muy Feliz Año Nuevo y os doy las gracias por apoyar este espacio con vuestras visitas. 

En el año 2024 celebraremos los días

         16 y 17 de mayo las

                              VI Conversaciones sobre apego y resiliencia en 

                                                                      San Sebastián, Gipuzkoa (España)

Id reservando el alojamiento y los billetes.

Durante las próximas semanas os informaré sobre el lema del congreso, los ponentes y las conferencias que celebraremos. ¡Nos encontraremos de nuevo, así que 2024 nos trae esta inmensa alegría de otra (la sexta) edición de las Conversaciones!.

El blog Buenos tratos regresa el día 15 de enero de 2024.

------------------------------

Bondad
Un relato corto de José Luis Gonzalo

Foto: Cultura inquieta

Era de color verde. La apariencia como la de un sapo. Le miraban raro. Los ciudadanos respetables y con conciencia cívica tenían toda clase de teorías sobre su apariencia. 

Nunca pensó que aquello fuera tan liberador. Ni tan siquiera que sucedería, porque ya se había dejado ir, el caballo se había desbocado. Todos le criticaban y le miraban como escoria. “¿Cuándo sacarán a esta gente de aquí?”, decían. Eran muy respetuosos y morales, pero nadie quería a un tipo con la piel verde cerca de su familia… Solidarios de salón.

Foto: Wowhead


Montado en ese animal, él encontraba autoestima, podía conectar con su cuerpo cuando tenía relaciones sexuales, se sentía seguro, entraba en un profundo estado de calma, experiencias cercanas al éxtasis celestial… El dolor desaparecía de un plumazo. Se sentía fuerte y valioso. Todo, absolutamente todo, cobraba otra dimensión, hasta podía sentirse amado. La transformación del dolor en fuerza amorosa. ¿Quién no querría eso? 

En su niñez, sus padres habían construido un muro de objetos materiales en torno suyo, en cuyo interior el vacío asfixiaba. Porque nunca había sido visto, ni sentido, ni reconocido. Ya no tenía nombre y su apariencia resultaba repudiable. Un gran dolor interno le aniquilaba, menos cuando montaba al caballo. Nadie miraba más allá, sólo querían que lo dejara.

Pero pasó. Ojos negros plenos de compasión le miraron: “Dime tu nombre” “¿Mi nombre?” “Tengo un nombre, no soy atravesado por la multitud”. Entonces entendió “por qué el dolor” y no “por qué montaba al caballo”. Bondad amorosa que, cogida de la mano entró, en su interior como nadie nunca lo había hecho. Juntos transitaron por el paisaje más horrible que nadie pudo jamás imaginar, pero esta vez era diferente porque él estaba ahí, le agarraba de la mano, ponía la suya en el pecho y, en ocasiones, si lo necesitaba, le abrazaba. ¡Aquellos ojos! Desprendían un afecto y una bondad tan profunda que al fin pudo sentir. Y sanar. Llegar al verdadero yo, recuperar el poder perdido, al genuino y puro yo que todos tenemos antes de que otros seres humanos lo destrocen. 

Y, al fin, se bajó del caballo.

-------------------------------------

Hicieron Buenos tratos durante 2023

Quiero agradecer a todos y todas las que habéis participado escribiendo desinteresadamente artículos para el blog. El último día del año siempre os hago un homenaje recordando vuestro mes y artículo con el que participasteis y colaborasteis. Uso un orden descendente, desde diciembre hasta enero de 2023, teniendo en cuenta que hay meses en los que no ha habido colaboraciones y solo ha escrito servidor de ustedes. 

Agradezco de todo corazón las colaboraciones de:

Laura Estremera

Arturo Ezquerro

Iciar García

Tamara Iglesias

Ignacio Serván



Diciembre de 2023

Experiencias adversas en la infancia en la era de internet, inteligencia artificial y macrodatos (II): perpetración y victimización de ciberviolencia, por Iciar García Varona, doctora en psicología y traumaterapeuta sistémica


Noviembre de 2023

Experiencias adversas en la infancia en la era de internet, inteligencia artificial y macrodatos, por Iciar García Varona, doctora en psicología y traumaterapeuta


Octubre de 2023

¿Cuántas leyes se han violado en Israel y en Gaza?, por Arturo Ezquerro, psiquiatra y miembro de IAN


Entrevista a Laura Estremera con motivo de la publicación de su nuevo libro "Criar con apego seguro"


Marzo de 2023

Tierra Daurora, una historia de disociación relacionada con el trauma y la resiliencia, por Tamara Iglesias Costas, psicóloga y traumaterapeuta sistémica


Abril de 2023

Desorganización del apego, por Ignacio Serván, psicólogo clínico


Marzo de 2023

Leyes trans y protección del menor, por Arturo Ezquerro, psiquiatra

domingo, 24 de diciembre de 2023

Anhelo de consuelo (¡Feliz Navidad!)

Abrázame, abrázame

Y arráncame el escalofrío

Abrázame, abrázame

Que me congela este vacío [...]



Luis Eduardo Aute


Anhelo de consuelo 

Un artículo de

Jose Luis Gonzalo Marrodán

Psicólogo clínico y traumaterapeuta sistémico


Quienes sois fieles seguidores y amigos de Buenos tratos (somos ya legión, muchas gracias por vuestra fidelidad) sabéis que tengo por tradición escribir un post especial por Navidad. Vivimos una situación mundial dura, con varias guerras horribles causando muerte y devastación a miles de víctimas inocentes, entre ellas niños y niñas, que nos sume en una rabia y tristeza profundas y en un desesperante sentimiento de impotencia. Guerras (y sus refugiados sin identidad) que se suman al dolor de otros seres humanos que, sin recursos, en innumerables partes del mundo, sufren las consecuencias del empobrecimiento, el hambre, la soledad, la enfermedad, el abandono, la inmigración, las catástrofes naturales… ¿Pocos motivos para celebrar la Navidad? ¿O, al contrario, muchas razones para recordar y reivindicar su auténtico significado?

Quizá en estos tiempos post-pandémicos caracterizados por la preocupación social por la salud mental (los psicólogos y psiquiatras no paramos de trabajar y de atender personas con diferentes trastornos y crisis emocionales, lo cual nos alerta de que “algo está pasando”; aunque también existe una mayor sensibilidad y una cultura de autocuidado que antes no había), donde las cifras de suicidio crecen año a año (especialmente entre los adolescentes, una población vulnerable), parecen existir pocos motivos para la esperanza. A uno le sale clamar como Luis Eduardo Aute y pedir que le abracen. Porque sentimos miedo y nos congela el vacío de un mundo cada vez más deshumanizado.


Los suicidios crecen año a año en España


A pesar de todo, soy optimista. Tengo una gran convicción y fe en las redes de apoyo mutuo, en que las personas podemos ser lo mejor para otras personas, si existe una educación que se base en el Paradigma de los buenos tratos a la infanca de Barudy y Dantagnan. (Barudy y Dantagnan, 2005). Sabemos que nuestra sociedad no es, muchas veces, productora de buenos tratos y que eso tiene grandes consecuencias en el desarrollo de nuestros niños y niñas. Toda el área del cerebro socioemocional donde se asienta la conducta antisocial y violenta es la misma en la que se desarrollan el afecto y la empatía por los demás. Autores como Moya, Barudy, Dantagnan, Baron-Cohen, Schore, Goleman, Benito… entre otros, lo explican desde el punto de vista científico. Bruce Perry (2017) lo dice claramente: no hay nada que más repare a nivel emocional cuando se ha vivido un trauma o se experimentan problemas emocionales que una “poderosa red de relaciones”. Por eso, los abrazos que Aute reclama son más que una metáfora. 

El paradigma de los Buenos tratos a la infancia 
es transformador de nuestra sociedad

Si los seres humanos conseguimos tejer redes de cuidado y sostenimiento afectivo entre nosotros, nuestra especie podrá sobrevivir y afrontar todos los desafíos que este planeta en el que vivimos nos lanza. Un planeta que tose porque está enfermo, pues también le hemos maltratado duramente. Sus “alteraciones emocionales” se observan en las “alteraciones climáticas”.  Este año 2023 pasará a la historia como uno de los más calurosos hasta la fecha... No es buen síntoma.

La ola de sufrimiento mundial que nos asola desde hace muchos años (aunque en la sociedad occidental la pandemia de salud mental la estemos notando más ahora) sólo puede atenderse y sujetarse desde la solidaridad humana. Personas que calladamente ("manada de hombres y mujeres buenos y buenas", como dice Jorge Barudy) se ocupan del bienestar, y de proveer buenos tratos a otros seres humanos, especialmente a los más vulnerables y vulnerados. Nuestra supervivencia está decididamente arraigada en "el poder del apego grupal", por lo que las palabras de Arturo Ezquerro (2023), psiquiatra y discípulo de nuestro querido John Bowlby, sobre la fuerza de los grupos, formales e informales, tienen mucho sentido para nosotros: "El apego de persona a grupo incluye algunas de las funciones que regulan el apego de persona a persona, por ejemplo, ambos tipos de vínculos incluyen la búsqueda de apoyo y de protección, así como el desarrollo de una capacidad de respuesta mutua y de cierto grado de intimidad emocional, que son procesos relacionales clave. Para comprender la naturaleza del apego grupal, es esencial identificar con qué se vinculan exactamente las personas cuando se relacionan, no sólo con los miembros o líderes del grupo sino, también, con el grupo en su conjunto como-un-todo".

Por eso, creo que solo cabe hablar de Navidad si existe ese espíritu transformador que movilice a las personas a fomentar vínculos que buscan el apoyo y la protección, pues los cuidados son la base de una sociedad avanzada y sensible. Toda la exuberancia que la Navidad puede conllevar tiene sentido si ese espíritu nos impregna y se alarga todo el año. 

Este año el mensaje de Navidad que quiero transmitir se basa en poner en valor este sistema de cuidados y afecto que los seres humanos, cuando somos auténticamente humanos, somos capaces de proveernos. A los niños, adolescentes y ancianos sobre todo, que son los que más los necesitan. Y esto lo hacen miles de personas callada, silenciosa, bondadosa y afectuosamente. Y llevan un anhelo de esperanza y consuelo a miles de personas cada día. Es el abrazo de Luis Eduardo Aute, un algo así como "estoy contigo". Es un mensaje de Esperanza, que es intrínseco a la Navidad, pues es el triunfo de la luz sobre las tinieblas, el sol que renace invencible. El solsticio de invierno que los cristianos asociaron con el Nacimiento de Jesús (Luz) y su victoria sobre la muerte (Tinieblas). La victoria de los buenos tratos (Luz) sobre los malos tratos (Tinieblas), que es con lo que soñamos todos y todas los y las que hacemos buenos tratos.

Cada año aludo a un símbolo que refleje las ideas que quiero compartiros. En las nochebuenas anteriores he hablado de la empatía, de las novelas dickensianas, de “Los Miserables”, de Frank Cappra, de Benjamina de Burgos… Este año mi mente ha hecho una asociación con la canción de Navidad más famosa del mundo: “Noche de Paz”. ¿Por qué? Porque se compuso en una época posterior a las guerras napoleónicas y todo Europa ansiaba la paz (tiempo después, hoy las guerras devastan muchas zonas del mundo y todos ansiamos la paz). Y porque es un canto a la esperanza y un arquetipo del consuelo que necesitamos los seres humanos. Y porque nació en una Noche muy especial, de una manera callada y silenciosa, humilde y pobre, sin pretensiones. Los grandes hitos de la humanidad, las cosas más sublimes, lo son porque surgieron en mitad de la adversidad y de una manera sencilla, sin coheterías. 

¿Conocéis el nacimiento de la canción de Navidad Noche de Paz? Os lo cuento. Es que es como un cuento…


Obenrdorf, ciudad donde sonó por primera vez "Noche de paz"
Foto: GetyourGuide


Cuando el 24 de diciembre de 1818, en una pequeña iglesia de la localidad de Oberndorf, cerca de Salzburgo, fue cantada por primera vez por su letrista, Joseph Mohr (1792-1848), coadjutor de Salzburgo, y su compositor Franz Xaver Gruber (1786-1863), maestro y organista natural de la Alta Austria, nadie imaginaba que iba a convertirse en la canción de Navidad más famosa del planeta.

La génesis de la obra empieza humilde, cuando el joven cura Mohr idea un poema de seis estrofas (hoy suelen cantarse tres) en 1816, llamado “El año sin verano”, debido a un severo frío anómalo que destruyó cosechas y propagó el hambre. Los científicos lo atribuyen a una caída de la actividad solar sumada al oscurecimiento del cielo por millones de toneladas de polvo, cenizas y dióxido de azufre arrojadas a la atmósfera en fuertes erupciones volcánicas en 1815 en Indonesia. Las causas del desastre climático, uno de los peores de la historia moderna, eran desconocidas para la gente de entonces, y en Europa central agravó la inseguridad sociopolítica y las penurias que ya habían dejado las guerras napoleónicas (1792-1815). 

Mohr, nacido en la pobreza como hijo ilegítimo en Salzburgo, la ciudad natal del legendario Mozart, pudo hacer carrera gracias a la ayuda de un vicario que descubrió su talento y lo promovió. Aparentemente, fue Mohr quien le pidió a Gruber, un maestro de escuela y organista, componer una melodía para su poema, y los dos entonaron juntos la canción en la Misa de Gallo de 1818 en Oberndorf, acompañados por una guitarra. Tal noche como la de hoy estos dos grandes hombres hicieron sonar tan bellos acordes y cantaron tan bella letra. Parece ser que unos ratoncillos habían roído el fuelle del órgano de la iglesia y tuvieron que crear una canción de Navidad para ser interpretada a guitarra. ¿Gracias a estos roedores tenemos el villancico más bonito del mundo?

Poco después los caminos de los dos amigos se separaron, sin imaginar la gigantesca expansión de la audiencia que iba a tener su obra conjunta gracias, sobre todo, a familias tirolesas de vendedores ambulantes que la integraron en el repertorio de canciones que ofrecían en ferias y actuaciones por Europa. 

Para Tina Breckwoldt, autora del libro “Ein Lied mit Geschichte” (“Una canción con historia”), el poema “tocó un nervio” altamente sensible en la Europa de entonces: “Todos deseaban la paz”. ¡Yo creo que todos deseamos la paz ahora también!

Además, “Mohr, que había nacido y crecido en medio de la guerra”, expresa en tres de las estrofas, las menos cantadas hoy, "el ideal de la unión de los pueblos", explicó en el 2018 (bicentenario de la creación del villancico) a Wanda Rudich de la Agencia EFE, la experta, responsable de Dramaturgia del célebre coro infantil Niños Cantores de Viena. “Noche de Paz” es mucho más que una canción de Navidad", afirma.

El villancico entusiasmó así en Leipzig (Alemania), San Petersburgo, París, Londres o Nueva York y además fue impreso en numerosos cancioneros y los misioneros cristianos lo dieron a conocer en todos los continentes.

El 24 de diciembre de 1914 la entonaron cientos de miles de soldados de diversas naciones en su idioma natal, desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial, en unas horas de tregua apodadas "milagro de hermandad". Ojalá esta canción fuera capaz de parar las guerras que hoy asolan el mundo...


Todos desearíamos con todas nuestras fuerzas
que "Noche de Paz" no sólo diera una tregua por 
Navidad, sino que pudiera parar todas las guerras del mundo.

Años más tarde, en 1941, mientras la dictadura nazi intentaba imponer una versión de propaganda, cambió la letra por "...todo duerme... Adolf Hitler vela por el destino de Alemania".

El presidente de EE.UU., Franklin D. Roosevelt, y el primer ministro británico, Winston Churchill, la cantaban en la Casa Blanca.

Bing Crosby, Simon y Garfunkel, Johnny Cash, Justin Bieber, Sinéad O'Connor... son solo algunas de las estrellas de la música popular que han presentado versiones propias del villancico.

Nació una fría Nochebuena en los Alpes austríacos, recorrió el mundo conquistando generación tras generación, interrumpió batallas, fue manipulado por los nazis y adaptado a diversos estilos: el villancico “Noche de Paz, Noche de Amor” cumple 205 años. Nadie se libra a veces de los malos tratos y el villancico fue vilipendiado y ensuciado por los nazis. Pero el poder resiliente de este es transformador y nada pudo con él. Se abrió camino para llegar con su mensaje profundo de


ESPERANZA

Foto: LinkedIn


CONSUELO

Foto: Psicología online

y


PAZ
                       
Foto: El Orden Mundial


Recuerdo haberla cantado innumerables veces a lo largo de mi vida, como muchos de vosotros, seguro. Y si no lo habéis hecho nunca, no desaprovechéis hoy la oportunidad. Un año, que lo tengo grabado en mi memoria, siendo estudiante de psicología, en nuestra tradición de cuadrilla, antes de la cena de Nochebuena por los bares del barrio, lo cantamos uniéndonos a varias personas integrantes de un coro con quienes nos encontramos. 

Doscientos cinco años después, cientos de millones de personas, una vez más, cantaremos esta canción esta noche en más de 300 idiomas y dialectos en todo el mundo. Sentiremos nostalgia y lloraremos, pediremos los abrazos que nos consuelan mientras nos arrullamos entre su melodía increíblemente sencilla y bella, y nos emocionaremos recordando a todos los que nos precedieron y amamos, porque influenciaron nuestra identidad y contribuyeron poderosamente en ser quienes somos, mientras anhelamos la paz. 

Noche de paz es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, himno universal de la paz, bien cultural internacional y legado musical. Austria recordó en el 2018 el 200 aniversario de su creación. 

Os dejo con Noche de Paz. Primero con la letra original. Y después con tres vídeos: uno con la canción en castellano (versión grupo mexicano Matisse), otro en euskera (lengua vasca) y otro en catalán. Versión en gallego no he encontrado. Si alguien me la envía, la subo. 


Os deseo una muy Feliz Navidad, junto con mi afecto y el de la Red Apega

Stille Nacht! Heilige Nacht!, idioma original

Noche de Paz, castellano

Haurxto Maite, euskera

Santa Nit, catalán


Algunos datos para viajeros navideños

Salzburgo es el lugar de nacimiento de Joseph Mohr. Hay visitas temáticas guiadas de la ciudad de Noche de Paz.

Arnsdorf es la localidad en la que vivió Franz Xaver Gruber. Hay un museo de Noche de paz y un santuario.

Oberndorf es la localidad en la que se interpretó la canción por primera vez. Hay un museo de Noche de paz y una capilla conmemorativa en la zona de Noche de paz.

Hallein es la localidad en la que Gruber vivió sus últimos años y donde está enterrado. Hay un museo de Noche de paz (actualmente cerrado por reestructuración), y se celebran los cánticos en la tumba de Gruber.

Mariapfarr es el primer lugar en el que trabajó Mohr. Hay un museo de Noche de paz y un santuario.

Hintersee fue la primera parroquia que Joseph Mohr administró independientemente. Hay un museo de Noche de paz, una capilla y un sendero temático.

Letra de Noche de paz en castellano, basada en la letra original


Noche de paz, noche de amor,

Todo duerme en derredor

entre los astros que esparcen su luz

viene anunciando al niño Jesús

Brilla la estrella de paz

Brilla la estrella de paz.

Noche de paz, noche de amor,

oye humilde el fiel pastor,

coros celestes que anuncian salud

gracias y gloria en gran plenitud

por nuestro buen Redentor

por nuestro buen Redentor.

Noche de paz, noche de amor

ved que bello resplandor

luce el rostro del Niño Jesús

en el pesebre del mundo la luz

astro de eterno fulgor

astro de eterno fulgor.

Noche de paz, noche de amor

Todo duerme en derredor

Fieles velando allí en Belén

Los pastores, la Madre también

Y la estrella de paz,

y la estrella de paz.


Noche de paz, noche de amor.

Brilla con esplendor.

Un humilde establo en Belén.

Velan juntos María y José.

Duerme el Niño Jesús.

Duerme el Niño Jesús.

Noche de paz, noche de amor.

Gloria al Salvador.

Cantan ángeles Aleluya.

Y pastores vendrán a adorar.

Al Mesías Jesús.

Al Mesías Jesús.

Noche de paz, noche de amor.

Ya nació el Señor.

Alegría, es el Hijo de Dios.

Ilumínanos rostro de Dios.

Luz de Cristo Jesús,

Luz de Cristo Jesús.

REFERENCIAS

Barudy, J., Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa.

Ezquerro, A. (2023). Apego y desarrollo a lo largo de la vida. El poder del apego grupal. Barcelona: Sentir.

Perry, B., & Szalavitz, M. (2017). El chico a quien criaron como perro: y otras historias del cuaderno de un psiquiatra infantil. Capitán Swing Libros.

Wikipedia, Noche de Paz. https://es.wikipedia.org/wiki/Noche_de_paz

Diario As.  https://as.com/tikitakas/noche-de-paz-origen-letra-y-significado-del-villancico-mas-popular-de-navidad-n-2/

martes, 19 de diciembre de 2023

Experiencias adversas en la infancia en la era de internet, inteligencia artificial y macrodatos (II): perpetración y victimización de ciberviolencia, por Iciar García Varona, doctora en psicología y traumaterapeuta sistémica


Experiencias adversas en la infancia en la era de internet, inteligencia artificial y macrodatos (II):
 perpetración y victimización de ciberviolencia

Un artículo de:
Iciar García Varona
Doctora en psicología

Iciar García Varona

El uso de las redes sociales, el teléfono móvil y todo lo que abarca el uso de Internet, se ha expandido y generalizado en nuestras sociedades, lo que, si bien ha abierto un campo de posibilidades en cuanto a la comunicación, relación y acceso al conocimiento, también ha creado un extenso campo para el ejercicio de una nueva forma de violencia hasta ahora poco conocida: la ciberviolencia. Esta entrada abrupta a nuevos mundos virtuales requiere también de nuevas formas de abordaje, entendimiento y reflexión. 

Al igual que hemos ido adaptándonos (o sobreadpatándonos) al uso de Internet casi a un ritmo autómatico, comandado por el nuevo e imponente requerimiento social, se torna necesario el entendimiento de estas nuevas formulaciones, dedicando espacios de cuestionamiento y reflexión para su mejor abordaje. Esta es la pretensión de esta entrada en el blog: ahondar en las causas fundamentales de estos nuevos tipos de violencia, así como en sus consecuencias. 

Con el fin de situar al lector de la mejor manera posible ante la realidad que vamos a abordar en el presente artículo, voy a tratar de centrar la conceptualización de lo que la literatura ha ido recogiendo como términos que, aun estando relacionados por tener características comunes, no alude exactamente a los mismos fenómenos. 

Haremos referencia específicamente a acontecimientos como son el ciberacoso, la ciberviolencia y la ciberviolencia de pareja. Aunque son fenómenos que se superponen y aparecen como sinónimos dado que no parecen encontrarse dentro de un consenso terminológico en la literatura, diferenciaré dos formas de violencia a través de Internet que en distintas revisiones bibliográficas aparecen directamente relacionadas con la experiencia temprana de adversidad, tanto en perpetradores como en víctimas.

La Ciberviolencia (CV) hace referencia a un concepto amplio que podría dar contenido a los otros dos términos referidos, dado que alude a toda acción que se realiza en medios digitales con la intención de hacer daño o causar sufrimiento. Por lo general, se lleva a cabo mediante aplicaciones de mensajería instantánea, redes sociales, foros o salas de chat por Internet, correo electrónico o comunidades de juego. Dentro de ésta encontramos el Ciberacoso (CA) o Ciberbulling (CB) que se ha definido como “un conjunto de comportamientos realizados a través de medios electrónicos o digitales por un individuo o grupo de individuos que comunican de forma repetida mensajes hostiles o agresivos con la intención de causar daños o malestar en los otros” (Zych et al., 2018. pág 1).

La Ciberviolencia en la Pareja (CVP) se entiende como cualquier acto que conlleve difamar, insultar, intimidar, presionar o controlar al otro miembro de la pareja a través de los medios electrónicos (Donoso y Rebollo, 2018).)

Podríamos decir que bajo la conceptualización de CV subyacen los términos afines de CB y CVP, pero con la necesidad de atender a las características especiales de cada uno. Así el CB se manifiesta en forma de hostigamiento, invasión de la privacidad, robo de identidad, denigración o exclusión social (Willard, 2007). En cuanto a la CVP, este tipo de violencia se manifiesta en torno a conductas como el control del comportamiento y de las interacciones que las personas realizan en Internet, a través de las redes sociales o el móvil, mediante el uso de contraseñas y claves personales de los miembros de la pareja, lo que puede darse sin consentimiento (Backe et al., 2018; Flach y Deslandes, 2017); por otra, recurriendo a amenazas, humillaciones, y comportamientos denigrantes, con la intención de causar angustia y aislamiento (Buesa y Calvete, 2011).

Si bien el hostigamiento y la reiteración suelen ser características especiales de este tipo del CB, que además posee la característica de poder ser perpetrada por un grupo de personas o por una sola, el control y la violación de la intimidad podrían formar parte de las principales características de la CVP. Los rasgos comunes atribuibles a las distintas formas tendrían que ver con aspectos propios del ejercicio de violencia como el daño, el abuso de poder y la intencionalidad.




Victimación y perpetración de violencia y su relación con la experiencia temprana de adversidad

La teoría del apego (Bolwy, 1967, 1973, 1980) ya indicaba cómo las relaciones entre el cuidador y el niño proporcionan una base crucial para las interacciones sociales. A su vez, varios estudios profundizaron en cómo se producen ciertos mecanismos que fomentarían continuidades entre las experiencias tempranas de cuidado y las interacciones posteriores de los individuos con sus compañeros de la infancia, sus parejas románticas y sus propios hijos (Cicchetti et al., 1992; Cowan et al., 1996). Los patrones de violencia y victimización, tienden a ser revividos en relaciones extrafamiliares (Dodge et al., 1990; Zeanah y Zeanah, 1989) en lo que se ha denominado tradicionalmente como “ciclo de la violencia”. Así, la literatura advierte de que adultos que fueron maltratados cuando eran niños tienen más probabilidades de maltratar a sus cónyuges y abusar de sus propios hijos y ser victimizados por sus parejas íntimas (Browne y Finkelhor, 1986; Dutton et al., 1995). 

En sus difíciles relaciones con los padres, por ejemplo, los niños maltratados pueden llegar a esperar que la coerción, la violencia y la explotación sean fundamentales para todas las relaciones (Cicchetti y Lynch, 1995). Estas internalizaciones probablemente influirían en las percepciones de los niños maltratados sobre nuevas interacciones y guiarían sus respuestas conductuales a lo largo de distintos roles sociales (Bretherton, 1990; Greenberg, Speltz y DeKlyen, 1993; Sroufe y Fleeson, 1986). Para protegerse de lo que esperan que sea una amenaza social generalizada, por ejemplo, los niños maltratados pueden ser agresivos y dominantes en nuevas interacciones, o pueden parecer demasiado sumisos para apaciguar a los demás. Estos comportamientos pueden ponerlos en riesgo de ser agresores o víctimas respectivamente.

Esta continuidad relacional se ha atribuido a las actitudes y expectativas que los individuos mantienen a partir de las experiencias de cuidado (Main, et al., 1985; Sroufe y Fleeson, 1986, 1988). Las relaciones tempranas adversas y disfuncionales pueden conllevar que los niños que las hayan padecido generen una serie de expectativas sobre sus relaciones con los demás que se estén basadas en los mismos criterios que guiaron sus experiencias tempranas de relación, es decir, podría establecerse la creencia de que la coerción, la violencia, la explotación o el abandono sean necesarias para todas las relaciones presentes o futuras que estos niños vayan a establecer (Ciccetti y Lynch, 1995). 

De esta manera, el niño se ha de proteger de lo que es esperable que sea una amenaza, es decir, que cualquier escenario social (que por su experiencia temprana de adversidad es percibido como una amenaza) requiera de respuestas como las que fueron necesariamente desplegadas en sus relaciones de cuidado, y que pueden oscilar desde la agresión y la dominación a la sumisión y el congraciamiento (con el fin de apaciguar a los demás). Ambos comportamientos colocan a estos niños y jóvenes en grave riesgo de perpetración o victimización. Desplegar una u otra respuesta dependerá de componentes, biológicos, contextuales y del tipo de adversidad o tipo de adversidades tempranas experimentadas; sin obviar el objetivo de supervivencia en un esfuerzo de mantener la seguridad dentro de sus hogares violentos, caóticos o disfuncionales (Cicchetti y Thoht, 1995; Crittenden y Di Lalla,1988). 

Las emociones desempeñan un papel central en la organización del comportamiento social como ya advertía Kobak (1999) entre otros. Parece evidente, tras lo ya expuesto, que los niños y jóvenes que han vivido este tipo de experiencias tempranas esperen ser victimizados en sus nuevas relaciones sociales y afectivas y, por lo tanto, pueden reaccionar antes nuevos escenarios con hiperactivación y miedo entre otras emociones salientes. Esta misma experiencia temprana de adversidad dificulta al niño su capacidad de regular esta ansiedad y temor ante los nuevos escenarios relacionales. Así, encontramos niños y jóvenes con una marcada distancia emocional (agresores), que sugiere algunos déficits regulatorios fundamentales que les permitirían promover prácticas coercitivas. Los niños y jóvenes que manipulan y explotan a otros parecen experimentar un patrón distintivo de déficits y restricciones emocionales, como la ausencia de culpa y/o remordimiento y manifestaciones afectivas contextualmente inapropiadas, que puede promover y mantener la violencia interpersonal crónica y la explotación (Cohen y Strayer, 1996; Wootton et al., 1997).

La respuesta ansiógena también podría contribuir a un riesgo de victimización (Olweus, 1993). Estudios como los de Rosgosch et al (1995) explican cómo la excitación y vigilancia que puede será adaptativa en sus hogares, convierte a estos niños y jóvenes en potenciales víctimas de violencia con iguales. La forma de regular el miedo, la culpa y la vergüenza puede conllevar reacciones sumisas, retraídas y no asertivas que parecen favorecer la aparición de riesgo de acoso por los iguales (Schwartz, 2000), al igual que ocurriría en el caso de las parejas, en las que el tipo de complacencia y sumisión al dominio podrían ser factores de riesgo para victimización en violencia de pareja. Podríamos encontrarnos ante posturas de sobreadaptación al trauma, que se hacen extensivas en otros contextos relacionales de los niños y jóvenes.

La ciencia psicológica especifica que estas representaciones negativas de uno mismo, de los demás y de las relaciones transmiten patrones sociales desadaptativos a través de relaciones y de generaciones. La neurociencia ha avalado este tipo de perfiles neuropsicológicos, explicando cómo las consecuencias cerebrales del maltrato asientan las bases de estos funcionamientos psicológicos. Davis et al., (2015) señalan, entre otras, a la regulación emocional y a las dificultades en la cognición social como consecuencias de la cascada de acontecimientos que marca la configuración cerebral de los niños y jóvenes que se desarrollaron en entornos adversos. Las dificultades de regulación emocional tienen su origen en la irritabilidad límbica fruto de la hiperexcitabilidad amigdalina, así como la desregulación alostática a largo plazo del eje fisiológico del estrés (Mesa- Gresa y Moya- Albiol,2011).

Ciberviolencia

A día de hoy encontramos que el uso que se hace de las redes y de los dispositivos móviles en niños y jóvenes, fundamentalmente en los adolescentes, tiene que ver con un uso relacional. El 47% de los jóvenes reconoce que ha sufrido situaciones desagradables den el uso de redes (López y Galán, 2012). Entre el 38% y 1l.18% de menores con móvil, indicaban haberse sentido acosados sexualmente a través de este medio (García y Moreno, 2006). Estudios como el de Korchmaros et al. (2013) indican que entre un 12% y un 17% de jóvenes reconocían que habían cometido algún tipo de abuso a través de Internet.

Los mayores riesgos parecen estar asociados a la proliferación de información gráfica de tipo personal que ha sido publicada por ellos mismos o por terceros, con comentarios de naturaleza injuriosa (Marín et al. 2016). 

El acoso y el ciberacoso son dos constructos relacionados (Baldry et al. 2021), tanto por sus características comunes como por el hecho de que los acosadores escolares tienen más probabilidad de convertirse en ciberacosadores (Zslia et al., 2018). Además, en ambos casos parece existir una fuerte correlación con la experiencia temprana de adversidad entre víctimas y perpetradores, como hemos podido ver en párrafos anteriores.

A pesar de la estrecha relación entre ambos fenómenos es más peligroso el CB que el acoso tradicional por dos causas fundamentales. En primer lugar, los perpetradores tienen la capacidad de ocultar su verdadera identidad, lo que facilita su perpetración y dificulta a la víctima la identificación de sus agresores. En segundo lugar, el daño potencial de un único acto (como el envío de una foto con contenido privado) podría convertirse en un ciclo interminable de acoso, dada la rápida viralización con procura el uso de Internet. Es decir, con muy poco, con una única acción, se puede extender la victimización a muchos lugares y a lo largo del mucho tiempo, lo que confiere a este tipo de violencia un elevado potencial traumático para la víctima.

La prevalencia de este tipo de prácticas es muy elevada. El CB puede ser experimentado por entre el 20% y el 40% de los jóvenes (Tokunaga, 2010), lo que confiere a esta problemática de un importante interés tanto por su elevada presencia en nuestras comunidades como por la gravedad de las consecuencias para las víctimas. 

La depresión, ansiedad, angustia, tristeza, estrés, baja autoestima y los pensamientos suicidas son algunas de las consecuencias del CB (Kowalski et al. 2014; Zalaquet y Chatters 2014; Zsila et al. 2017).

Estudios como el de Miller et al (2023) apuntaban a que la victimización por acoso y ciberacoso eran calificados por las víctimas como un evento tan negativo y angustiante como otras ACE (Adversity Child Experiences) experimentadas (maltrato físico, abuso sexual, violencia de género…); por lo que este tipo de victimizaciones, dado su potencial traumático, debe considerarse como una ACE más tanto en sus consideraciones científicas, de investigación y de tratamiento por su importancia en lo referente a la acumulación traumática y del daño en las víctimas.



Igualmente encontramos que las redes sociales y los dispositivos móviles se han convertido en un medio para el control y para el ejercicio de prácticas abusivas dentro del núcleo de la pareja. Durante la adolescencia, los datos obtenidos en el estudio de Montilla et al. (2016) señalaban que las principales conductas relacionadas con la violencia de pareja tenían que ver con el intercambio de contraseñas, uso no permitido de material gráfico íntimo, usurpación de claves de correo electrónico, control de amistades en redes sociales y amenazar con la publicación de material no autorizado. La ciberviolencia parece estar relacionada con la dependencia emocional y con la inseguridad en el apego (De los Reyes et al., 2020). Así parece que la dependencia emocional se configura como una variable predictora de ciberviolencia. La dependencia emocional es entendida como una tendencia a la responder a necesidades de afecto insatisfechas a través de otras personas (Castelló, 2000). El miedo a la soledad, necesidad de aprobación y subordinación son rasgos definitorios de la dependencia emocional. Estas necesidades pueden ser atendidas mediante un uso desmesurado del dispositivo móvil con una finalidad de proximidad y control sobre el otro (Morey et al., 2013). 

Desde la teoría del apego y desde el miedo al abandono que manifiestan las personas con apego inseguro (Milkulincer y Shaver, 2011) también se pueden encontrar relaciones con este fenómeno. Estudios como el Reed et al. (2016) apuntan de que un apego ansioso puede estar relacionado con la ciberperpetración de violencia tanto en hombres como en mujeres.

Conclusiones

Para concluir sería interesante reseñar cómo a aspectos relativos a la desregulación emocional y al apego deficiente son aspectos importantes para el abordaje de las causas explicativas del riesgo de perpetración y victimización de conductas abusivas mediante el uso de Internet. Puede el lector observar cómo estos mismos aspectos fueron reseñados en el artículo anterior sobre adicciones conductuales y uso de Internet en personas víctimas de ACE, lo que nos sitúa ante aspectos fundamentales que habremos de tener en cuenta en la atención a chicos y chicas víctimas de experiencia temprana de adversidad. 

Los problemas de regulación emocional en personas afectadas por trauma temprano están en la base de una gran parte de los problemas de salud física y psicológica de los individuos, en cuanto al tipo de respuesta disfuncional que la apersona emite con finalidad homeostática; por lo que nuestras intervenciones adquirirán sentido en la medida en la que podamos contribuir al reconocimiento y manejo del mundo emocional del individuo desde el establecimiento de relaciones seguras y confiables.

Por su parte, la prevención de la ciberviolencia podría ser tomada en cuenta desde el abordaje de experiencias adversas en la infancia y desde el establecimiento de relaciones de calidad en niños y jóvenes. Este tipo de relaciones seguras y confiables puede proteger a los niños y jóvenes de victimización y/o perpetración de la ciberviolencia.

Los ambientes nutritivos a nivel relacional, emocional y recursivo donde se promuevan conductas prosociales de cooperación, ayuda y cuidados, se tornarán ambientes y contextos donde el ejercicio de violencia apenas tenga cabida y donde este sea innecesario como estrategia de supervivencia.

El uso responsable de Internet pasa por favorecer contextos alternativos de relación, preferiblemente contextos naturales de interacción donde potenciar el apoyo social y la pertenencia, mediante el fomento de comunidades responsables y comprometidas con la sostenibilidad de las relaciones humanas y del medio ambiente. 

Permítame el lector compartir unas líneas sobre una reflexión que me ha acompañado a lo largo de la construcción de este artículo. Me cuestiono si, en ocasiones, las acciones o las elusiones de responsabilidad en el uso de Internet, pueden ser ejercidas desde la banalización y la merma de las actitudes necesarias para afrontar ciertos desafíos de la vida.



Las distancias emocionales que nos facilitan la comunicación mediante dispositivos, las publicaciones meramente expositivas, las sobreexposiciones propias y de otros (especialmente de los niños), los automatismos en publicaciones y viralización de determinados contenidos sin cuestionamientos (que tan propicio se postulan en este tipo de medios con un solo “click”). Tantos ejemplos de un uso distorsionado y perjudicial de la red que nos alejan de la consecución de fines tan necesarios y pertinentes como los que este blog pretende (el buentrato). 

Me pregunto si el propio uso fallido de Internet favorece actitudes relacionadas con el hiperconsumo, el narcisismo, la egolatría, el nihilismo y todos aquellos aspectos que ahondan en la perseverancia por cultivar un mundo desigual, deshumanizado, capitalizado, atomizado en definitiva de todos aquellos valores que nos alejan del buentrato y de sociedades más equitativas y justas

Ante la tesitura de estar en terrenos pantanosos y muy cercanos al existencialismo y a la movilización de los pilares estructuralmente emocionales, de creencias y valores, donde lector y autora nos hayamos podido sentir incómodos, es momento de volver al amparo de la intelectualidad, pero si podemos acompañar esta escritura y posterior lectura de algo de conexión emocional, seguramente estas se tornen mucho más productivas. Intentémoslo.




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Backle, E. L., Lilleston, P. y McCleary, J. (2018). Networked individuals, gendered violence: a literature review of cyberviolence. Violence and Gender 3(5), 135-146. doi: 10.1089/vio.2017.0056.

Baldry, A. C., Farrington, D. P., & Sorrentino, A. (2017). School bullying and cyberbullying among boys and girls: Roles and overlap. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 26(9), 937-951.

Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss, Vol. 1: Attachment. London: Hogarth Press and the Institute of Psycho-Analysis. 7. 

Bowlby, J. (1973). Attachment and Loss, Vol. 2: Separation: Anxiety and Anger. London: Hogarth Press and Institute of Psycho-Analysis. 8.

Bowlby, J. (1980). Attachment and Loss, Vol. 3: Loss: Sadness and Depression. London: Hogarth Press and Institute of Psycho-Analysis.

Browne, A., & Finkelhor, D. (1986). Impact of child sexual abuse: Areview of the research. Psychological Bulletin, 99(1), 66–77.

Buesa, S. y Calvete, E. (2011). Adaptación de la escala de abuso psicológico sutil y manifiesto a las mujeres en muestra clínica y de la comunidad. Anales de Psicología, 27, 774-782.

Cicchetti, D., & Lynch, M. (1995). Failures in the expectable envi-ronment and their impact on individual development: The caseof child maltreatment. In D. Cicchetti & D. J. Cohen (Eds.), Developmental psychopathology: Vol 2. Risk, disorder and adap-tation(pp. 32–71). New York: Wiley.

Cicchetti, D., Lynch, M. L., Shonk, S., & Manly, J. T. (1992). An organizational perspective on peer relations in maltreated children.  In R.  D.  Parke, &  G.  W.  Ladd (Eds.), Family-peerrelationships: Modes of linkage (pp. 345–383). Hillsdale, NJ:Lawrence Erlbaum Associates, Inc

Cicchetti,    D.,    &    Toth,    S.    L.    (1995).    A    developmental psychopathology perspective on child abuse and neglect.Jour-nal of the American Academy of Child and Adolescent Psychia-try, 34,541–565.

Castelló, J. (2000). Análisis del concepto “Dependencia Emocional”. Trabajo presentado en el I Congreso Virtual de Psiquiatría, Conferencia 6-CI-A

Cohen,  D.,  &  Strayer,  J.  (1996). Empathy  in  conduct-disordered and comparison youth. Developmental Psychology, 32,988–998

Cowan, P. A., Cohn, D. A., Cowan, C. P., & Pearson, J. L. (1996). Parents’ attachment histories and children’s externalizing and internalizing  behaviors:  Exploring  family  systems  models  oflinkages. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 64,53–63

Crittenden, P. M., & DiLalla, D. L. (1988). Compulsive compliance:The development of an inhibitory coping strategy in infancy.Journal of Abnormal Child Psychology, 16,585–599.

Davis, A. S., Moss, L. E., Nogin, M. M., & Webb, N. E. (2015). Neuropsychology of child maltreatment and implications for school psychologists. Psychology in the Schools, 52(1), 77-91.

De Los Reyes, V., Jaureguizar, J., Bernaras, E., & Redondo, I. (2021). Violencia de control en las redes sociales y en el móvil en jóvenes universitarios. Aloma: revista de psicologia, ciències de l'educació i de l'esport Blanquerna, 39(1), 27-35.

Dodge, K. A., Pettit, G. S., & Bates, J. E. (1990). Mechanisms in thecycle of violence.Science, 250, 1678–1683.

Dutton, D. G., Van Ginkel, C., & Starzomski, A. (1995). The role ofshame and guilt in the intergenerational transmission of abu-siveness. Violence & Victims, 10,121–131

Donoso, T. y Rebollo, A. (dirs.) (2018). Violencias de género en entornos virtuales. Barcelona: Ediciones Octaedro.

Flach, R. M. D. y Deslandes, S. F. (2017). Cyber dating abuse in affective and sexual relationships: a literature review. Cadernos de Saúde Pública, 33(7), 1-18. doi: 10.15090/0102-311X00138516.

García, J. A. y Moreno, I. (2006). Guía multimedia. Pantallas sanas. Zaragoza: Gobierno de Aragón

López, M., López, V. y Galán, E. (2012). Redes sociales de Internet y adolescentes. Dimensión social. Madrid: U

Main, M., Kaplan, N., & Cassidy, J. (1985). Security in infancy, child-hood, and adulthood: A move to the level of representation. In I.Bretherton & E. Waters (Eds.), Growing points of attachmenttheory and research (pp. 66–104).Monographs of the Society forResearch in Child Development, 50(1–2, Serial No. 209.

Martín Montilla, A., Pazos Gómez, M., Montilla Coronado, M. D. V. C., & Romero Oliva, C. (2016). Una modalidad actual de violencia de género en parejas de jóvenes: las redes sociales. Educación XX1: revista de la Facultad de Educación.

Mesa-Gresa, P., & Moya-Albiol, L. (2011). Neurobiología del maltrato infantil: el ‘ciclo de la violencia’. Revista de neurología, 52(8), 489-503.

Mikulincer, M. y Shaver, P. R. (2011). Attachment, Anger, and Aggression. En P. R. Shaver y M. 

Mikulincer (Eds.), Human Aggression and Violence. Causes, manifestations, and consequences, 241-257. American Psychological Association

Morey, J. N., Gentzler, A. L., Creasy, B., Oberhauser, A. M., y Westerman, D. (2013). Young adults’ use of communication technology within their romantic relationships and associations with attachment style. Computers in Human Behavior, 29, 1771-1778.

Kowalski, R. M., Giumetti, G. W., Schroeder, A. N., & Lattanner, M. R. (2014). Bullying in the digital age: a critical review and meta-analysis of cyberbullying research among youth. Psychological bulletin, 140(4), 1073.

Kobak, R. (1999). The emotional dynamics of disruptions in attachment relationships: Implications for theory, research, and clini-cal intervention. In J. Cassidy & P. R. Shaver (Eds.), Handbookof attachment: Theory, research, and clinical applications(pp.21–43). New York: Guilford.

Olweus, D. (1993). Victimization by peers: Antecedents and long-term outcomes. In K. H. Rubin & J. B. Asendorpf (Eds.), Social withdrawal, inhibition, and shyness in childhood (pp. 315–341). Lawrence Erlbaum Associates, Inc.

Reed, L.A., Tolman, R.M., Ward, L.M y Safyer, P. (2016). Keeping tabs: Attachment anxiety and electronic instrusion in high school dating relationship. Computers in Human Behavior, 58, 259-268. https://doi. org/10.1016/j.chb.2015.12.019

Schwartz, D. (2000). Subtypes of victims and aggressors in children's peer groups. Journal of Abnormal Child Psychology, 28(2), 181–192. https://doi.org/10.1023/A:1005174831561

Sroufe, L. A., & Fleeson, J. (1986). Attachment and the constructionof relationships. In W. Hartup and Z. Rubin (Eds.), Relationships and development (pp. 51–76). Hillsdale, NJ: LawrenceErlbaum Associates, Inc.

Sroufe, L. A., & Fleeson, J. (1988). The coherence of family relation-ships. In R. A. Hinde & J. Stevenson-Hinde (Eds.), Relationships within families (pp.  27–47).  Hillsdale, NJ:  LawrenceErlbaum Associates, Inc

Tokunaga, R. S. (2010). Following you home from school: A critical review and synthesis of research on cyberbullying victimization. Computers in human behavior, 26(3), 277-287.

Wang, X., Yang, L., Gao, L., Yang, J., Lei, L., & Wang, C. (2017). Childhood maltreatment and Chinese adolescents’ bullying and defending: The mediating role of moral disengagement. Child abuse & neglect, 69, 134-144.

Willard, Nancy (2007), Cyberbullying and Cyber¬threats, Champaign (Illinois), Mallaoy Inc.

Wootton, J. M., Frick, P. J., Shelton, K. K., & Silverthorn, P. (1997). Ineffective  parenting  and  childhood  conduct  problems:  Themoderating role of callous-unemotional traits. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 65,301–308.

Zalaquett, C. P., & Chatters, S. J. (2014). Cyberbullying in college: Frequency, characteristics, and practical implications. Sage Open, 4(1), 2158244014526721.

Zeanah, C. H., & Zeanah, P. D. (1989). Intergenerational transmission of maltreatment: Insights from attachment theory and research.Psychiatry, 52,177–196.

Zsila, Á., Urbán, R., Griffiths, M. D., & Demetrovics, Z. (2019). Gender differences in the association between cyberbullying victimization and perpetration: The role of anger rumination and traditional bullying experiences. International Journal of Mental Health and Addiction, 17, 1252-1267.

Zych, I., Beltrán-Catalán, M., Ortega-Ruiz, R., & Llorent, V. J. (2018). Competencias sociales y emocionales de adolescentes involucrados en diferentes roles de bullying y cyberbullying. Revista de Psicodidáctica, 23(2), 86-93.


 


lunes, 27 de noviembre de 2023

El origen de los sentimientos crónicos de vacío y soledad en personas con historias de negligencia y/o abandono grave.



Quiéreme, que no entiendo qué hago aquí

Quiéreme, si no quieres que esté muerto

Porque todo es un desierto

Fuera de ti

Luis Eduardo Aute




El origen de los sentimientos crónicos de vacío y soledad en personas adoptadas y acogidas con historias de negligencia y/o abandono grave

Jose Luis Gonzalo Marrodán
Psicólogo clínico y Traumaterapeuta sistémico



"Me siento súper triste

Tengo una bola en el pecho, me ahogo literalmente, no puedo respirar

Y esa sensación de vacío, de soledad, de tristeza profunda…

Los chicos, las compras, el alcohol... solo logran que se haga más y más grande cada vez

No sé por qué me pasa esto

Me quiero morir"


Este texto podría ser escrito por muchas personas. ¿Cuál es el denominador común de un buen número de pacientes que sienten un profundo abismo interior de vacío y soledad, acompañado de sensaciones corporales que viven como aniquiladoras? Lo que observo, más allá de etiquetas diagnósticas, es que comparten recuerdos implícitos de experiencias prolongadas de negligencia afectiva y física y/o abandono durante los dos primeros años de vida. Fundamentalmente, se puede hipotetizar que no hubo una figura adulta con la permanencia suficiente como para que las funciones del apego pudieran darse: una base segura interiorizada. O si la figura de apego estuvo, no hizo estas funciones de manera suficiente; o lo hizo de manera perturbadora.

Hasta ahora yo no había considerado tanto el papel del amor en el apego (había pensado más en la seguridad), es decir, que el bebé sienta que es amado en exclusiva. Creo que juega un rol importante. Lo intuía, pero nunca había tenido la oportunidad de leer sobre amor y apego. 

Leyendo el nuevo libro de Schore (2022) titulado “Psicoterapia del hemisferio derecho” (¡qué joya!) descubro que este autor precisamente se refiere al amor. ¿Cómo entiende Alan Schore el amor? De este modo:

“El amor puede referirse a un sentimiento de ternura, pasión y calidez, pero también a la acción de amar, que implica expresiones de afecto físico, cariño y actos de bondad”. Pienso en ello y me imagino que el cariño y la expresión del amor, y que el niño lo vaya sintiendo y grabando en su cuerpo y después representarlo en su mente, es un ingrediente necesario. Dice Schore: “El amor mutuo entre una madre y un bebé está incrustado en una relación de apego óptima, cocreada, recíproca, sincronizada, basada en el cuerpo y en la transacción emocional. Los bebés responden mucho menos al discurso y más a lo que se llama señales “extraordinarias” en forma de expresiones faciales y tonos de voz exagerados, a los que los bebés reaccionan con sonrisas, arrullos… Los bebés son seres activos en este cometido. Un comienzo afectivo temprano puede moldear epigenéticamente los procesos evolutivos que se expresan en la infancia”.

Al leer estas definiciones de Schore (2022), a uno le viene a la mente las aportaciones del psicoanalista Winnicott. Este autor afirma que una de las funciones de la madre o de la persona que haga esta función es la de Handling. “Son los soportes y cuidados concretos y reales que el niño necesita, al estar sintonizados y atentos a sus necesidades de manipulaciones de alivio sobre su cuerpo real: mirarlo, tocarlo, acariciarlo, limpiarlo es decirle: “te quiero, me importas, tú vales, mereces, eres objeto de mi amor” en el lenguaje del cuerpo; dejar de hacerlo es dar el mensaje contrario. El logro psicológico que permite un buen Handling es la vivencia de personalización, de habitarse a sí mismo…”  (Stutman, 2011).

Por lo tanto, qué importante es que el bebé experimente que los ojos de la madre lo aman profundamente y que alguien está ahí viendo su mente y sintiendo que le sienten. Winnicott no podía aventurar la trascendencia de sus observaciones y sus implicaciones para el desarrollo neurobiológico. Esto nos lo ha aportado Schore (2011) tiempo después, pues es en el cerebro derecho donde quedan disociados los terribles y aniquiladores afectos desreguladores que el bebé debe de experimentar cuando llora y nadie acude; cuando busca conexión y contacto a través del cuerpo y no hay nadie allí; cuando sólo ve durante horas y horas el techo de un orfanato; cuando tiene hambre y un gran dolor interno se le forma en todo su cuerpecito… 

Foto: Pinterest



Si entendemos todo esto, podremos entender también que nuestros niños y niñas, para poder sanar de todas estas heridas traumáticas, necesitarán sentir que estamos a su lado, acompañándolos, empáticamente. El afecto del profesional será fundamental en esta labor. Se re-experimentarán estos agujeros emocionales de vacío y soledad, pero esta vez debe ser diferente: el profesional está ahí y con su conexión y empatía le ayudará a sentirse presente y sostenido. Que "la sombra del tsunami" del trauma no le devore (Bromberg, 2011). Las técnicas y las interpretaciones quedarán en un segundo plano. Se le da demasiada primacía a lo técnico y poco a lo relacional en la formación de los profesionales. Schore (2022) habla en su libro del papel del afecto en psicoterapia como un ingrediente fundamental.

Hay otra función importante en la madre que Wnnicott investigó: el Holding, que sería algo así como el andamiaje. "Es la capacidad de sostener emocionalmente al niño, en todo momento y en todos los estados por los que pueda atravesar su afectividad y su impulsividad. Naturalmente habrá emociones placidas y otras altamente displacenteras y ahí requerirá que la madre le preste su capacidad de contención y sostén para que él logre sobrevivir a la intensidad de lo vivenciado". (Stutman, 2011)

"Si bien Bion y Winnicott, no se influyeron, ni siquiera contactaron mientras desarrollaban sus teorías, tienen mucho en común en este punto, ya que Bion propone el concepto de Reverie de la madre, como la capacidad de contención emocional. El diría que se espera que la madre en primera instancia y también el padre sean capaces de recibir las angustias, molestias y llantos del niño y transformarlos, devolviéndolos descargados de angustia, de una forma más apropiada en que sí puedan ser toleradas y recibidas por el niño". (Stutman, 2011)

Muchas personas tampoco pudieron vivir esta función de Reverie. Por ejemplo, algunos pacientes adoptados que trato fueron trasladados a un orfanato nada más nacer. No tuvieron figura de apego, los padres adoptivos recuerdan que se agarraban a un biberón y no lo soltaban durante horas. Sufrieron abandono emocional grave y desnutrición. Tras un periodo de complacencia, en la adolescencia, la desregulación emocional y los sentimientos de vacío y soledad son insoportables. La ira les produce un secuestro destructor y la angustia vital es para ellos una experiencia devastadora. No tuvieron la función de Holding, sostén, andamio, contención... Tan importante para la regulación y el desarrollo de un modelo interno de trabajo seguro. 

“Cuando la madre no cumple su función de sostén del yo, lo que surge es esta angustia impensable, portadora entonces de una amenaza de anonadamiento cuyas principales variantes se exponen a continuación: 1) Fragmentarse 2) Vivir una impresión de caída sin fin 3) Sentirse elevado a cumbres infinitas 4) Carecer de relación con el propio cuerpo y, por último, de orientación espacio temporal” (Nasio, 1996).

¿No podemos reconocer aquí a muchas personas que han sufrido abandono temprano?


"No tengo ganas de nada

Llevo horas paralizado

Nada me motiva, ni el deporte, ni el colegio, ni los amigos, ni la comida…

No disfruto con nada ni con nadie

Sólo puedo estar en la cama y que pase el día".



Esta expresiones tan tristes y duras de un adolescente que vive en un centro de acogida, que tiene doce años y sabe que (sin tener ninguna noticia de sus padres biológicos, con los que no se relaciona desde hace dos años), sin la perspectiva de ninguna familia acogedora (sabe que las familias no quieren niños mayores) su vida y necesidades dependen de los educadores del centro de acogida, que se vuelcan con él. Este niño sabe que a los dieciocho años le espera… la incertidumbre. ¿Con quién vivirá? ¿Qué será de él? Todo esto influye mucho, pero es que, además, este chico, durante los tres primeros años de vida, convivió con una madre que, por sus propios traumas y depresiones, consumía sustancias de manera muy frecuente. Eso generaba que este bebé fuera funcionalmente cuidado, pero la parte del "amor tranquilo" en el sentido de Schore (2022), no la vivió suficientemente. Y tampoco vivió lo que este autor denomina "el amor excitado", todo lo que es juego, risas, conexión… Por eso, este chico muestra esa falta de creatividad y deseo, porque no lo ha tenido, careció de ello en una etapa sensible para su neurodesarrollo; y ahora se observa en su no tener ganas de nada… Cualquiera le tomaría por un indolente, ¡qué injusto para él!. 

Foto: https://xn--elenapieiro-7db.com/neurociencia-y-terapias-basadas-en-juego/



Así pues, Schore (2022) refiere que el amor tiene tres etapas:

1ª etapa: Primeros meses después del nacimiento. 

Domina el amor tranquilo de una madre

Madre y bebé se conectan a nivel subcortical de la amígdala: se corresponde con el inconsciente profundo de Freud y el nivel más básico de seguridad y confianza.

2ª etapa: El amor mutuo materno-infantil.

Dos o tres meses. Entra en funcionamiento el sistema de apego de todos los mamíferos. Madre e hijo conectados a nivel de la corteza cingulada anterior (media en el apego y en la ansiedad de separación) Stern le llamó el SELF CENTRAL.

Se da también un amor más excitado y comienza el juego (del que hablaremos luego) Grandes habilidades en el bebé para coreografiar juegos e interacciones espontáneas.

Participan en interacciones por turnos (8 semanas)

Son importantes los movimientos del cuerpo y cabeza como las vocalizaciones, en la interacción con la madre.

3ª etapa: Protagonismo de la corteza orbitofrontal

Desde los 10-12 hasta los 18 meses

Las conductas y emociones afiliativas amorosas dejan huellas duraderas en la corteza orbitofrontal y en sus conexiones de dopamina tegmental ventral y en los centros de recompensa del cerebro, así como en la sustancia gris periacueductal implicada en el dolor emocional de la separación.

“Esto dividirá el mundo de los bebés en dos categorías: 1.- Los bebés que no han sido significativamente dejados caer en la infancia y cuya creencia en la confiabilidad los lleva hacia la adquisición de una confiabilidad personal… Estos bebés tienen continuidad existencial, conservan la capacidad para avanzar y retroceder y llegan a ser capaces de afrontar todos los riesgos porque están bien asegurados. 2.- Los bebés que han sido significativamente dejados caen dentro de una pauta de fallas ambientales; llevan consigo la experiencia de una angustia impensable o arcaica. Saben lo que es estar en un estado de confusión aguda o conocen la agonía de la desintegración. Saben qué significa que se los deje caer, qué significa la caída perpetua o escindirse en la desunión psicosomática". (Winnicott, 1991).

Perderse todo esto tiene consecuencias graves en el desarrollo que van más allá de las lecturas que habitualmente se hacen de las conductas que estos chicos y chicas nos muestran, que en realidad son la expresión de que algo grave ocurrió en sus vidas. Seamos justos con ellos y ellas. El profesional es convocado por el niño para que este sea claramente testigo de la injusticia sufrida, y aquel debe de validarla. 

El cambio de mirada, la evaluación comprensiva y el papel reparador de todos los que estamos trabajando con ellos y ellas, el valor de las relaciones amorosas y seguras, fuente de sanación, no puede ser sustituido por nada. Esto lleva mucho tiempo y se requiere que las experiencias reparadoras sean repetitivas. Así lo creemos, y para ello trabajamos día a día, los profesionales formados en el modelo de la traumaterapia infanto-juvenil sistémica. Y muchos otros y otras, "manada de mujeres y hombres buenas y buenos", como dice el gran (y maestro) Jorge Barudy. 


REFERENCIAS

Bromberg, P. (2011). La sombra del tsunami y el desarrollo de la mente relacional. Madrid: Ágora relacional.

Nasio, J. D. (1996). Grandes psicoanalistas. Gedisa.

Schore, A. (2011). Prólogo. En La sombra del tsunami y el desarrollo de la mente relacional. (pp 18-55). Madrid: Ágora relacional. 

Schore, A. (2022). Psicoterapia con el hemisferio derecho. Barcelona: Eleftheria.

Stutman Zapata, Analia (22/07/2011). Algunos aportes de Winnicott para la reflexión en torno al rol de la madre. Centro psicoanalítico de Madrid. https://www.centropsicoanaliticomadrid.com/publicaciones/revista/numero-5/algunos-aportes-de-winnicott-para-la-reflexion-en-torno-al-rol-de-la-madre/

Winnicott, D. W. (1991). La experiencia de mutualidad entre la madre y el bebé (1969). En Exploraciones psicoanalíticas I (pp. 299-311).