martes, 26 de febrero de 2013

Nuevo seminario para aprender a utilizar la técnica de la caja de arena. Tendrá lugar el 21 de abril en el centro de psicoterapia Umayquipa, de Madrid



Seminario sobre la técnica de la caja de arena

Organiza: Umayquipa

Imparte: José Luis Gonzalo




Vuelvo a impartir un nuevo seminario para aprender a utilizar la técnica de la caja de arena. Tendrá lugar el 21 de abril, en el Centro de Psicoterapia Umayquipa de Madrid, el cual es dirigido por la psicóloga Loretta Cornejo. Vamos ya por la tercera edición de este seminario, que siempre tiene una fenomenal acogida. Las plazas son limitadas pues se necesita un grupo pequeño donde todos los participantes aprendan los conceptos básicos y sobre todo practiquen la técnica. El Seminario es práctico y vivencial. Ahora que acabo de publicar el libro sobre la técnica de la caja de arena (libro titulado: “Construyendo puentes”) es un momento idóneo para seguir impulsando el uso de esta apasionante herramienta terapéutica.

La técnica fue desarrollada por dos autoras: Dora Kalff y Margaret Lowenfeld y hunde sus raíces en la teoría jungiana. No obstante, la técnica también puede concebirse como un método dentro de la terapia de juego. Al primer enfoque se le llama sandplay. Y a este segundo, sandtray. En este Seminario nos centraremos en el sandtray.

La técnica consiste en la elaboración de mundos o escenas utilizando miniaturas diversas (hay que proveer al paciente de una muestra representativa de todos los seres animados e inanimados que existen en el mundo externo así como en su imaginario) que se colocan en la superficie de una bandeja (de unas proporciones determinadas) cubierta de arena hasta aproximadamente la mitad de su cabida.

La técnica me parece la más idónea para trabajar contenidos traumáticos cuando existen bloqueos emocionales que impiden al niño la verbalización. O para niños que no son hábiles o presentan un retraso del lenguaje de etiología diversa. El juego, por lo general, es el lenguaje del niño y aporta una narrativa que le permite liberar, expresar y simbolizar, desarrollando sentimientos de control, lo que le sucede y lo que vive en su interior.

Los niños, generalmente, no dominan el lenguaje verbal como lo pueden hacer los adultos. Jugar con ellos, en cambio, es acercarse a la manera que tienen de hablar y contar. La caja de arena podría insertarse dentro de este propósito porque implica un lenguaje no verbal que aporta numerosos símbolos universales, y al niño se le hace fácil y accesible.

Pero la técnica no sólo son los símbolos (muñecos, figuritas, miniaturas y todos aquellos elementos que también se convierten en símbolos como casas, puentes, árboles, vehículos, etc.) que equivaldrían a las palabras del diccionario. Es también una escenificación de todos esos elementos en la bandeja que suponen la gramática de la técnica.

El niño, además, se sitúa en una postura que le convierte en sujeto que crea y construye (visión muy resiliente): un mundo imaginario, una escena, una historia, un cuento, una secuencia… Y la gramática supone narrar. Y ya sabemos la importancia que la narrativa tiene sobre todo para los niños que necesitan reconstruir su historia. Especialmente cuando lo que se narra está cargado de emociones dolorosas que permanecen disociadas, como es el caso de los niños traumatizados por la violencia u otros acontecimientos duros y sobrecargantes para la mente en desarrollo. La técnica ayuda a la integración del trauma.

En este Seminario, eminentemente práctico, pretendemos:
OBJETIVOS

Conocer los orígenes de la técnica, hacer un poco de historia.

Perfilar para quiénes está indicada esta técnica.

Aprender los pasos en la conducción de una sesión con la técnica de la caja de arena.

Explicar cuál debe ser la actitud del terapeuta.

Alcances y límites de la técnica.


La metodología comprende la elaboración de cajas de arena por parte de los alumnos, aprendiendo los pasos en la aplicación y conducción de una sesión junto con breves exposiciones teóricas y el visionado de vídeos con casos prácticos reales.

Información e inscripción en:

Fecha: 21 de abril de 2013
Lugar:   UmayQuipa a.e Alberto Aguilera, 58, 3º I 28015-Madrid
Telefax: 91.5493878
Clases en: Donoso Cortes, 88 1º Dcha. 28015-Madrid
E mail: umayquipae@gmail.com

lunes, 25 de febrero de 2013

El dolor emocional es equivalente al dolor físico


Esta semana comparto con vosotros/as los resultados de una investigación científica reciente que viene a corroborar la impresión que los que trabajamos con niños, adolescentes y adultos víctimas de maltrato tenemos: el dolor emocional que éstas sienten es como el dolor físico.

Expongo brevemente las principales conclusiones del estudio.

El departamento de Psicología de la Universidad de Michigan acaba de descubrir en un reciente estudio llevado a cabo por Kross, Berman, Mischel, Smith y Wager que el dolor emocional es equivalente al dolor físico y que, además, compartirían las mismas zonas cerebrales y los mismos mecanismos de activación del sistema opioide. Esto es, las situaciones de rechazo social activan las mismas zonas cerebrales que activan el dolor físico (las zonas somatosensoriales)

La investigación sugiere que el solapamiento neuronal entre el rechazo social y el dolor físico es mayor de lo que la investigación había sugerido hasta ahora. Los autores proponen específicamente que las experiencias de rechazo social, cuando son elicitadas de manera intensa, implican a zonas del cerebro que se asocian a ambos componentes del dolor físico: los componentes afectivos y sensoriales.

Los resultados dan un nuevo significado a la idea de que el rechazo social “hiere” El rechazo social y el dolor físico son similares no sólo en que ambos son estresantes sino también en que ambos comparten una representación común en los sistemas somatosensoriales del cerebro.

Las conclusiones me han sorprendido relativamente. Desde que empecé a trabajar con los niños víctimas de malos tratos ya intuía que el dolor que estos niños padecen se podía sentir y notar en los niveles corporales. Quizá eso les lleve a muchos o a disociarse (distanciarse de la experiencia corporal como un anestésico contra el dolor) o a hiperactivarse (moverse, mostrar inquietud, intranquilidad motora…) como una manera también de canalizar dicho dolor. Dolor que tiene que ser insoportable. Posteriormente, le escuché afirmar a Jorge Barudy, especialista en este tema y uno de mis formadores, con gran maestría y empatía, que a los niños maltratados emocionalmente les duele el cuerpo, ellos lo notan ahí. No había una investigación científica que lo avalara pero de alguna manera lo podíamos intuir y sentir.

Pero como pasa cuando algo se avala empíricamente, disponemos no sólo ya de la intuición sino de un estudio científico (hecho de una manera rigurosa) que nos dice que el rechazo social se siente con la misma intensidad que el dolor físico. ¿Cuál es la primera experiencia social que un bebé tiene? La relación con sus cuidadores, normalmente sus padres, o su padre, o su madre. Si esta relación es emocionalmente sintonizada y el cuidador muestra sensibilidad y empatía hacia las necesidades físicas y emocionales del bebé, éste se desarrolla de una manera positiva. Es el apego seguro del que hemos hablado cientos de veces en este blog. La base segura que nos permite desplegar todas nuestras capacidades emocionales, sociales, cognitivas, lingüísticas…

Pero si la primera experiencia social del bebé implica rechazo, ya os imagináis qué ocurre: el niño va a sentir dolor emocional… ¡que va a experimentar como si fuera dolor físico! Le va a doler como duele un puñetazo, un golpe… Y le va a herir. Desde edades muy tempranas soportará este dolor. Y el niño -que es muy vulnerable-, como decimos muchas veces, tendrá que ponerse como un traje para poder defenderse y adaptarse a la experiencia adversa y dolorosa que vive y sufre en sus carnes. Las emociones se corporalizan y lo corporalizado es emoción. Se acabó pues, el dualismo cuerpo/mente, como ya explicaba Rafael Benito, psiquiatra, en su magnífico prólogo para el libro sobre la caja de arena que acabo de publicar titulado: "Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)"

Si seguimos pensando en otras formas de maltrato emocional como lo son el teasing (poner motes, sobrenombres, burlarse de otro…) o el bullying, no  sólo nos daremos cuenta de que es un maltrato que deja secuelas importantes en el niño y en el futuro adulto, sino también que éste va a estar, además, soportando, durante mucho tiempo, un dolor emocional que es equivalente al físico. Es comprensible que las víctimas se lleguen a desesperar.  

Cualquier forma de maltrato emocional, por lo tanto, va a ser experimentado como un dolor físico. Se podría decir que las fronteras entre el dolor físico y el emocional quedan, por lo tanto, sin delimitar en cuanto a sentirlo: duelen igual. Son equivalentes. Ambas se viven con la misma intensidad y ambas se procesan -y comparten- los mismos sistemas cerebrales.

Por eso los niños necesitan un trabajo terapéutico específico que les ayude a enfrentarse a las experiencias de maltrato emocional grabadas en su cerebro a través de técnicas que les permitan elaborarlas sin sentir tanto dolor. Porque el dolor emocional va a ser, como decimos, equivalente al físico. Es normal que se defiendan y les cueste trabajar en terapia. Sobre todo si no les ofrecemos modelos terapéuticos adaptados a su sufrimiento.

También este descubrimiento nos reafirma aún más en que jamás hay que minimizar una experiencia de rechazo social y mucho menos de maltrato emocional (la experiencia de rechazo social más dura que puede existir es el maltrato emocional: ser vejado, humillado, insultado, menospreciado por otro o por otros; y si esos otros son significativos, aún la experiencia es más dura) Hay que reconocer el dolor a la persona que ha sufrido maltrato. Y, segundo, esto nos refuerza más todavía en la necesidad de que profesores, padres, profesionales, etc. usemos la empatía con estas personas que han sufrido estas tremendas experiencias. Y que evitemos transmitirles mitos que pueden retraumatizar tales como: “el cerebro lo olvida”; “eso pasó hace muchos años” ; “lo tendrías que tener superado” ; “eso no tiene porqué influirte ya” Y, tercero, debemos de transmitirles nuestro orgullo y admiración por ser los héroes de una historia en la que sobrevivieron, entre otras terribles cosas, a una de las experiencias más duras que existen en la vida: el dolor. Ahora ya sabemos que el cerebro usa los mismos sistemas cerebrales cuando se trata de dolor por rechazo social (y el maltrato es una forma aguda de rechazo social) que cuando es dolor físico. Ayudarles a resiliar es también -a la par que les reconocemos que han sufrido y empatizamos con ellos- poder ofrecerles medios (artísticos, deportivos, culturales, musicales…) para que transformen ese dolor y no explote dentro de ellos. El dolor puede ir apaciguándose gracias a la red psicosocial que dispongamos alrededor del niño, pero nunca se apagará del todo.

Y para terminar, cuando lo lea, os hablaré de un magnífico libro que me ha recomendado –gran sugerencia- mi amiga y colega Naiara Zamora, psicóloga, titulado: “Amar sin miedo a malcriar. La mirada a la infancia desde el respeto, el vínculo y la empatía” La autora es Yolanda González Vara. La editorial es integral. Como veis, sólo con leer el título ya dan ganas de devorar el libro. 

Zaindu / Cuidaos.

jueves, 21 de febrero de 2013

Aviso importante: agotadas las plazas para participar en las I Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil

Mediante estas líneas, os informo que se han agotado las plazas para participar en las I Conversaciones sobre Apego y Resiliencia Infantil que se celebrarán en San Sebastián-Donostia los días 15 y 16 de marzo.

Siento que las personas interesadas y que aún deseen participar no puedan hacerlo, pero se ha cubierto el aforo de la sala donde tendrán lugar y no cabe, literalmente, ninguna persona más.

Os agradezco a todos/as el interés mostrado en este evento y la alta participación. Es una muestra de la sensibilidad que por estos temas existe. Dada la fenomenal acogida dispensada a esta iniciativa, para un futuro las celebraremos en una sala con más aforo.

Así pues, desde el día de hoy, y sintiéndolo, ya no resulta físicamente posible admitir más inscripciones. A todos/as los que se apunten fuera de plazo se procederá a devolverles el importe de la inscripción. 

A todos/as las personas inscritas les doy las gracias y les esperamos el día 15 de marzo a las 17,00h en la sala de actos de la Casa de Cultura Ernest Lluch, en San Sebastián (Estadio de Anoeta, barrio de Amara)

Un cordial saludo a todos/as.

lunes, 18 de febrero de 2013

Prólogo del libro "Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)", por Rafael Benito, psiquiatra.


Esta semana os ofrezco el prólogo del último libro que publico titulado –como ya sabéis los que seguís Buenos tratos habitualmente-: “Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)” Libro que acaba de salir de la imprenta y ya está disponible; esta semana comienza la distribución por toda España. En América Latina ha de pedirse en las librerías para que éstas hagan el pedido a la editorial. Podéis comprar el libro directamente en la página web de la editorial Desclee de Brouwer.

Pedí a mi amigo Rafael Benito Moraga (psiquiatra que ejerce en su consulta privada sita en la Clínica Quirón de San Sebastián-Donostia) que elaborara el prólogo del libro. Y éste aceptó encantado. Desde aquí le agradezco su generosidad y el que me haya honrado haciendo este prólogo.

Ofrecí la posibilidad de hacer este prólogo al Dr. Rafael Benito por varias razones: La primera, porque es un psiquiatra con apertura mental. Contempla –como no puede ser de otro modo- el punto de vista neurobiológico en el estudio y tratamiento de los trastornos mentales, de la personalidad y de la conducta humana; pero a la vez considera que el cerebro se construye y crea en un contexto interpersonal. Las relaciones humanas y la neurobiología se interrelacionan para explicar cómo son el desarrollo y funcionamiento cerebrales. Por ello, para él, la psicoterapia es un tratamiento necesario y que conoce, ejerce (está formado en psicoterapia) y recomienda a sus pacientes. La segunda razón es que Rafael Benito está especializado en trauma y apego. Es un apasionado de estos temas psicológicos y los integra en su práctica clínica. Acumula una vasta experiencia porque durante muchos años ha sido psiquiatra de referencia para los menores en situación de desprotección de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Actualmente, es nuestro psiquiatra de referencia cuando necesitamos derivar a un adolescente o joven (ya no trabaja con niños) que haya sufrido maltrato o abandono en sus primeros años de vida. Trata a numerosos jóvenes adoptados. Además, es experto en déficit de atención con hiperactividad (siendo uno de los escasos psiquiatras que contempla los factores del abandono y del maltrato como potentes variables que han podido incidir en la aparición de este síndrome) Y también se dedica -y es especialista- en trastornos de alimentación. Ha analizado profusamente la relación trauma-bulimia y anorexia-trastornos de personalidad. Y la tercera, porque cursó conmigo el diplomado para psicoterapeutas infantiles organizado por el IFIV de Barcelona dirigido por Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, en Barcelona, durante cuatro veranos inolvidables. Conoce, por lo tanto, la técnica de la caja de arena porque allí nos conocimos y allí la aprendimos juntos.

Por todo ello, me parecía la persona más idónea para escribirlo. Además de nuestra amistad y el afecto mutuo que nos profesamos que de por sí, para mí, ya son razones poderosas para que participe en la redacción del prólogo, pienso que presenta todos los requisitos necesarios para redactarlo (el prólogo es una cuestión muy delicada porque es algo así como la puerta de entrada a los contenidos. Si el prólogo te engancha, es posible que entres más adentro de los mismos) Y no me defraudó. Muy al contrario: me ha maravillado lo que ha escrito. Una inteligente reflexión sobre la técnica enmarcada en el contexto histórico de los descubrimientos psiquiátricos y psicológicos que, a la par, aboga por tender puentes entre la psicología y la psiquiatría para que ambas disciplinas no caminen juntas sin mirarse la una a la otra. Esto es, por romper, de una vez por todas, el dualismo cuerpo/mente que arrastramos desde hace siglos. Además, Rafael Benito engrana la técnica de la caja de arena dentro de la neurociencia, y descubriremos cómo ésta tiene mucho de psicológica pero también de neurocientífica.

Os dejo con el prólogo. Espero os guste y sea, a la vez, una invitación a que os acerquéis a leer “Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)” Un libro que explica la historia de esta técnica; para quiénes está indicada; los beneficios de su uso; cómo aplicarla paso a paso; los materiales que se necesitan, etc. Pero no me he querido olvidar de los aspectos vivenciales que aportan el toque humano a los conceptos y al rigor científico. Por ello, la obra entera está salpicada de las historias que he vivido en consulta (y de las fotos de sus cajas de arena) con niños y adolescentes traumatizados, y cómo este abordaje terapéutico les ha ayudado a sanar emocionalmente. Son los niños y adolescentes acogidos o adoptados a los que he acompañado, semana a semana, en su tratamiento psicológico en mi día a día en la consulta.

PRÓLOGO DEL LIBRO CONSTRUYENDO PUENTES. Por Rafael Benito

"Cuando mi amigo José Luis me propuso prologar este libro me sentí halagado y sorprendido. El cariño y la larga colaboración profesional que nos une atenuaron algo mi asombro pero no podía evitar preguntarme: “¿un psicólogo de su experiencia y conocimiento pidiéndole a un psiquiatra prologar un libro sobre psicoterapia?” Incongruente en apariencia. Los psiquiatras tenemos fama de no estar interesados más que en dar medicamentos; y los psicólogos a su vez parecen trabajar con los problemas mentales como si el cerebro no tuviera nada que ver con ellos. Afortunadamente ni el autor ni yo encajamos en ninguno de estos dos estereotipos. Y me alegra ver el número creciente de profesionales de la salud mental y la neurociencia que desertan en ambos bandos, y van conformando grupos de trabajo en los que el intercambio de diferentes ideas y perspectivas acelera nuestro avance en el conocimiento de la psique humana. Y me gustaría que este prólogo, hecho por un psiquiatra a petición de un psicólogo, contribuyera a la desaparición definitiva de ese antagonismo.

Hice Medicina porque era el único modo de convertirme en psiquiatra. Realmente nunca pensé en ser meramente un médico dedicado a tratar las enfermedades mentales como un traumatólogo se encarga de la patología músculo-esquelética, o un neurólogo de los problemas que afectan a la integridad del complejo cableado neuronal y sus sistemas de soporte glial. Yo buscaba entender cómo nuestros sistemas biológicos producen las emociones, los pensamientos y el comportamiento característicos de nuestro funcionamiento mental.

Pronto comprendí que para entender los procesos psíquicos hacía falta ir más allá de los conocimientos médicos y neuroquímicos. Y mi deseo de entender cada vez más y mejor me llevó a entrar en contacto con disciplinas de las que suele alejar al médico una formación puramente neurobiológica. Así es como completé mi formación en psicoterapia, durante la cual pude conocer otras teorías acerca del psiquismo humano. Algunas escuelas psicoterapéuticas parecían interesadas en la elaboración de esquemas acerca del funcionamiento mental normal y patológico, de los que podían deducirse técnicas destinadas a cambiarlo. Otras no pretendían explicar cómo somos, pero ofrecían al terapeuta procedimientos útiles para ayudar a sus pacientes. La técnica de la caja de arena pertenece a este último grupo. Como se expone en el libro, es una tarea terapéutica útil por su mera realización, un acto curativo que no requiere interpretaciones o conclusiones basadas en un modelo concreto de funcionamiento psicológico.

Cuando un psiquiatra va avanzando en el estudio de estas teorías y formas de tratamiento, descubre que el interés científico por conocer el funcionamiento mental y mejorar el manejo de su patología ha generado dos caminos paralelos con pocos puntos de contacto. Por un lado la senda de los modelos psicoterapéuticos, creados y desarrollados en gran medida por psicólogos; y por otro la de los modelos neurobiológicos, terreno explorado por médicos y neurocientíficos. De este modo, inadvertidamente, hemos hecho cada vez más profundo el abismo que nos impide conectar cuerpo y alma. Psicoterapeutas y psiquiatras caminan a ambos lados del desfiladero sin mirarse, sin hablarse, sonriendo al pensar que “los otros” no van a ningún lado. Descartes estaría contento, división de tareas: ocúpense unos de la “res extensa” y dejemos a otros el estudio de la “res cogitans”

Es curioso que el psicoanálisis, una de las escuelas psicoterapéuticas más extendida y sugerente, convertida con el paso de los años en el paradigma de la terapia, naciera gracias a un intento genial de acabar con el dualismo cartesiano. Su fundador, Sigmund Freud se refirió a uno de sus primeros manuscritos como un texto de “psicología para neurólogos”, y con este título ha sido editado en castellano. Creó el modelo psicoanalítico para ofrecer un esquema que explicara el funcionamiento mental normal y patológico, y pudiera encajar además con los descubrimientos sobre neurofisiología cerebral de su tiempo. Freud estaba convencido: debíamos encontrar una vía común que aunara nuestros esfuerzos y nos hiciera progresar más rápido. Descartes se revolvió durante algunos años en su tumba amenazado por el genio austríaco. Desgraciadamente no era el momento, y algunos años después Freud declaraba su incapacidad para lograr esa empresa titánica. Paradójicamente las teorías surgidas de su sueño dieron lugar a una de las escuelas psicoterapéuticas menos interesada en acabar con el dualismo cartesiano.

Durante algunos años más el filósofo francés pudo descansar en paz hasta que en los años 50 comienza la primera revolución en el conocimiento del cerebro como asiento del funcionamiento mental: el advenimiento de la psicofarmacología. El hallazgo de medicamentos capaces de aliviar los trastornos mentales dio lugar a una auténtica eclosión de hallazgos, que hicieron albergar de nuevo la esperanza de acabar con las disociaciones cuerpo-alma, mental-cerebral, psiquiátrico-psicológico. El descubrimiento de los psicofármacos nos ha permitido entender de un modo detallado el modo como las células cerebrales producen el movimiento, el humor o los delirios. Pero lo mejor estaba por llegar. En las últimas décadas estamos disponiendo de métodos que nos permiten ver el cerebro en funcionamiento. Las modernas técnicas de neuroimagen nos están ofreciendo información sobre lo que ocurre en el cerebro cuando, por ejemplo, estamos a punto de tomar decisiones sobre un dilema ético. El tiro de gracia al dualismo: un artículo reciente ha permitido descubrir que las situaciones de rechazo social activan zonas del cerebro idénticas a las activadas cuando experimentamos un dolor físico.


Hoy más que nunca es posible conectar el trabajo psicoterapéutico con los descubrimientos sobre el funcionamiento cerebral. Creo que ese es el futuro, y me alegro de que José Luis Gonzalo lleve compartiendo conmigo esa ilusión desde que nos conocimos trabajando con chicos y chicas víctimas de maltrato. Tras años de trabajo en común, las diferencias en nuestra formación y nuestras diversas perspectivas y conocimientos son una fuente constante de enriquecimiento mutuo. Juntos participamos en el curso de formación en el que descubrí el uso de la caja de arena como técnica terapéutica; y en el presente libro José Luis Gonzalo expone de modo sencillo y completo todo lo que hace falta saber para utilizarla.

A mi modo de ver la caja de arena se encuentra entre las herramientas terapéuticas más útiles para el trabajo con niños y adultos. Como se expone a lo largo de este libro, la realización de la caja de arena permite trabajar cuando resulta difícil la verbalización de los contenidos psíquicos; y esto es especialmente importante cuando el paciente tiene dificultades para ponerlos en palabras, como ocurre habitualmente con los niños. En otros casos la cualidad facilitadora de la técnica no tiene que ver con las características del individuo sino con las de su malestar. Cuando el origen del problema es un trauma infantil, recordar y explicar es una fuente adicional de sufrimiento. Utilizar la caja de arena permite la distancia necesaria para ir elaborando la experiencia traumática sin tanto dolor.

He dedicado la mayor parte del prólogo a señalar la necesidad de acabar con el dualismo y, aparentemente, nada podría estar más alejado de un fundamento neurobiológico que un técnica terapéutica como esta. Error. Lo que hace el paciente cuando crea su caja es contar una historia y los estudios de imagen cerebral refuerzan la idea de que los relatos actúan como un entrenamiento para la vida real, ya que muestran que el visionado de individuos reales y de personajes animados provoca una actividad cerebral similar. Se ha hallado una gran actividad en el hemisferio derecho del cerebro cuando creamos o escuchamos un relato. Áreas del encéfalo implicadas en la identificación y procesamiento de los estados mentales, emociones y motivaciones de otras personas, se activan cuando nos cuentan o contamos historias.

Cuando José Luis Gonzalo me propuso escribir este prólogo, pensé en hacerlo con el fin de transmitir y contagiar la pasión que mi amigo y yo sentimos por lograr finalmente un sendero común para psicoterapeutas y psiquiatras de orientación más neurobiológica. Me gustaría que este libro sea leído por profesionales de ambos grupos, pues sólo un intercambio constante de nuestras experiencias e ideas permitirá avanzar en el conocimiento del psiquismo humano y alcanzar el objetivo de aliviar el sufrimiento de nuestros semejantes"
Rafael Benito Moraga
Psiquiatra
San Sebastián, 3 de julio de 2012

Hasta la semana que viene. Cuidaos / Zaindu

martes, 12 de febrero de 2013

"Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)", publicado por la Editorial Desclée de Bouwer.



Tengo el gusto de presentaros el último libro que publico titulado: “Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)” Aquí tenéis la portada. En dos semanas -aproximadamente- ya estará disponible en librerías. En la página web de la editorial Desclée de Brouwer dan cumplida información de las novedades: http://www.edesclee.com/  Por mi parte, en cuanto tenga constancia de la presencia física de la obra en las librerías, os aviso.

Os voy a ir hablando de él para que lo conozcáis un poco más y valoréis si os resulta de interés en vuestra labor. Aunque pensado y diseñado para profesionales psicólogos o psicoterapeutas que quieran aprender sobre la técnica de la caja de arena, los padres y las madres en general, y los adoptivos y de acogida en particular, pueden encontrar atractiva esta obra porque en la misma se habla del apego; y porque las cajas de arena que he seleccionado para ilustrar el libro son las de los niños y jóvenes adoptados o acogidos que han acudido a mi consulta a lo largo de los años y presentan una historia traumática, mostrando cómo con esta técnica (idónea para ellos) les podemos ayudar a sanar emocionalmente.

En la contraportada podéis leer la reseña:




Además, hoy os transcribo el índice de la obra para que podáis haceros una idea de su contenido. El lunes que viene os copiaré el prólogo. Éste está escrito por mi amigo Rafael Benito, psiquiatra, y os adelanto que es una interesantísima e inteligente reflexión sobre la caja de arena en relación a la mente y el cerebro.

Éste es el índice del libro:


CONTENIDO-ÍNDICE DEL LIBRO: “CONSTRUYENDO PUENTES. LA TÉCNICA DE LA CAJA DE ARENA (SANDTRAY)”


1. Agradecimientos


2. Prólogo, por Rafael Benito Moraga


3. La técnica de la caja de arena


3.1. Un poco de historia


3.2. En qué consiste la técnica de la caja de arena


3.3. Para quién está especialmente indicada


3.4. Ventajas y beneficios de la técnica de la caja de arena


3.5. Materiales requeridos


3.5.1. La arena


3.5.2. La bandeja o caja de arena


3.5.3. El agua


3.5.4. Las miniaturas


3.6. Pasos en la conducción de una sesión con la caja de arena


3.7. Tipos de cajas de arena


3.8. Papel del psicoterapeuta (qué observar)



4. El procedimiento de la caja de arena en el tratamiento psicoterapéutico


4.1. La caja de arena dentro de la evaluación psicológica


4.2. La caja de arena y la metodología directiva, no-directiva y semi-directiva


4.3. La técnica de la caja de arena y EMDR


5. Estudio de casos: cómo las personas pueden elaborar los traumas mediante la técnica de la caja de arena (historias de resiliencia)


5.1. Cajas de arena de niños


5.1.1. Historia y cajas de arena hechas por Lucas


5.1.2. Historia y cajas de arena hechas por Andrea


5.2. Cajas de arena de adolescentes y adultos


5.2.1. Viaje y transformación


5.2.2. Agresividad


5.2.3. Depresión


5.2.4. Energía


5.2.5. Protección y límites


5.2.6. Integrando partes



6. Epítome final: aspectos más importantes de la técnica de la caja de arena (guía para no perderse)


7. Referencias


Hasta la semana que viene. Cuidaos /zaindu.

lunes, 11 de febrero de 2013

Psicoeducación para familias adoptivas y acogedoras: La autorregulación emocional del niño. Tres tipos de tentativas de modulación emocional en el niño (III)


La entrada de esta semana es una continuación de la de la anterior. Nos corresponde caracterizar al tercero de los tres tipos de maneras de presentarse que tienen los niños que han sido traumatizados. Nos referimos al niño lábil, inestable o cambiante.

EL NIÑO INESTABLE

La presentación del niño lábil es cambiante. Estos niños están fuertemente afectados o influenciados por los disparadores del ambiente (sucesos del día a día, en casa o en el colegio, pueden precipitar una respuesta emocional intensa), otras emociones y por estados internos. El asesoramiento a los padres o a las familias o responsables de este tipo de niños es a menudo complicado pues sus manifestaciones pueden variar de día en día e incluso de hora en hora. Sus reacciones emocionales son impredectibles y pueden ser desproporcionadas ante el estresor o suceso que las precipitó. Ellos pueden ir de 0 a 100 en un lapso corto de tiempo o, al contrario, rápidamente quedarse apagados. En la terapia también se observan estos cambios: algunos días acuden contentos y tranquilos y otros reaccionan ante cualquier pequeña frustración enfadándose, entristeciéndose o sintiéndose agobiados. Tienen dificultades en diferenciar el tipo de emoción que experimentan y el origen de la misma. Además, tienen problemas para evaluar el nivel de intensidad de la emoción –la irritabilidad es para ellos como la rabia; y la tristeza equivale a desesperación-

Suelen estar desconectados de los estados emocionales, y es difícil para estos niños acceder a la experiencia emocional y también estar en la experiencia emocional. Cuando están en medio de la experiencia emocional, ellos son incapaces de pensar. Viven como dirigidos por la emoción y tienen escasas habilidades cognitivas para comprenderla y para afrontarla de manera saludable.

El niño inestable ha experimentado trauma interpersonal (apego desorganizado o trauma relacional, normalmente) durante un periodo largo de tiempo. Como resultado, su sentido del sí mismo y por lo tanto de su experiencia emocional, está fragmentado.

Déficits principales de estos niños

Inhabilidad para modular la experiencia emocional (rápidamente entra en escalada, con dificultad para retornar a la línea base) Esto es herencia del trastorno del apego. Como sabemos, en el apego seguro, la madre o el padre acoge emocionalmente al niño tras la separación, y con sus palabras, sus abrazos y su voz suave le llevan en no demasiado tiempo a la línea base o calma previas al estrés de la separación.

Lectura incorrecta de las claves ambientales; umbral bajo de percepción de la amenaza. No es nada infrecuente que el niño inestable interprete incorrectamente los estímulos sociales y los perciba como amenazadores. Una discrepancia con un compañero en el colegio podría precipitar una respuesta de cólera con fuerte agresividad que requiere de la contención de los profesores. Frustrarse ante la tarea puede disparar la desrregulación emocional y el niño reaccionar corriendo y encerrándose en los baños del colegio, por poner unos ejemplos.

No puede integrar las experiencias en una narrativa cohesiva que dé sentido a su sí mismo.

Qué función cumple

Estos niños han desarrollado un sistema de alerta biológico para el afrontamiento de cualquier emoción incluyendo los estímulos externos e internos. Sus cuerpos les proveen de algo así como del combustible que ellos necesitarían para sobrevivir si estuviesen realmente en peligro. Esta intensa reactividad física deja a los niños a merced de sus emociones.

Orientaciones para las familias

Cuesta mucho estabilizar emocionalmente a estos niños. Además de que las presentaciones más graves puedan requerir de tratamiento farmacológico, es necesario que acudan a psicoterapia y trabajen con el profesional para ayudarles a desarrollar recursos regulatorios. En este sentido, la toma de conciencia de las emociones, la psicoeducación emocional al niño, la explicación de qué les pasa y por qué, son necesarias.

La terapia EMDR contribuye poderosamente con sus técnicas de instalación de recursos positivos como el lugar seguro y otros, a ayudar a que el cerebro de estos niños vaya regulándose. El trabajo de integración de los recuerdos asociados a las experiencias traumáticas es el último paso en su tratamiento.

Cuando lo prioritario en la vida ha sido sobrevivir (como les ha pasado a estos niños; es tremendo las cosas que cuentan y narran, cuando pueden hacerlo), esta respuesta de alarma es muy difícil que se apague. Lleva mucho tiempo que integren el entrenamiento emocional regulatorio. Por ello, la coordinación con el profesorado y los padres es fundamental para planificar cómo se hará la necesaria contención para calmar al niño. Éste debe saber que la contención es para pararle, tranquilizarle y evitar que dañe a los demás y a sí mismo. La contención no es para hacerle daño. Deben de sentir que la contención es sentir que alguien te sostiene.  El entrenamiento emocional tiene como objetivo reducir la intensidad a un nivel tolerable y manejable para el niño; y enseñarle a que identifique cuándo aparece; que reconozcan la intensidad emocional en sus distintos grados y proveerles de estrategias concretas de manejo de la misma.

Hay que trabajar con el niño con paciencia, perseverancia. Aunque es muy difícil la estabilización, no es imposible conseguirla.

En los siguientes capítulos referidos a la regulación emocional -dentro de esta psicoeducación que estamos desarrollando- veremos cómo enseñarles estas estrategias.

Pero antes, en las próximas semanas, nos centraremos en hablar del último libro que he escrito, titulado: "Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)" Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 2013.

Mañana publico otro post y os presento el contenido del libro "Construyendo puentes", cuya aparición y presencia en librerías será en unas dos semanas.

Estoy feliz por este nuevo libro porque en él cuento cómo los niños adoptados y acogidos con duras historias a sus espaldas han podido encontrar en esta técnica un instrumento terapéutico para poder narrar y reconstruir sus duras historias de vida. En el libro expongo cómo usar esta técnica y qué se necesita para ello. Espero que os guste y os sea útil.

Como ya sabéis, presento el libro el 15 de marzo, a las 19,00h, en la sala FORUM de la FNAC. El acto de presentación de "Construyendo puentes" se enmarca dentro de una jornada formativa titulada: "I Conversaciones sobre Apego y Resiliencia Infantil", que está teniendo una fenomenal acogida. Os recuerdo que podéis apuntaros hasta el 4 de marzo y que las plazas son limitadas (quedan ya pocas) Es una oportunidad para poder aprender todos juntos sobre apego y resiliencia en compañía de profesionales con amplios conocimientos y experiencia en el trabajo terapéutico y educativo con niños acogidos y adoptados.

Cuidaos / Zaindu.

lunes, 4 de febrero de 2013

Psicoeducación para familias adoptivas y/o acogedoras. La autorregulación emocional del niño: tres tipos de tentativas de modulación emocional en el niño (II)



Las autoras Blaustein y Kinniburgh en su obra el Tratamiento del estrés postraumático en niños y adolescentes (libro sólo disponible en inglés), plantean que todos los síntomas que conducen a que los padres o referentes deriven al niño a tratamiento psicológico han de ser comprendidos como intentos o tentativas de afrontamiento por parte de éste. Por ejemplo, la conducta oposicionista puede ser una manera de prevenirse o manejar el miedo al rechazo (sobre los niños que se niegan a obedecer una conducta, se autoafirman y se oponen a seguir una orden del adulto, de una manera muy radical, ya hablamos en un post. En el trasfondo suele estar el temor al abandono y la necesidad de control del ambiente; oponerse es un modo de protegerse. Es su manera de afrontar, su tentativa) Las autolesiones pueden ser tentativas para conseguir la auto-relajación. Y las conductas sexualizadas pueden ser intentos de control o conexión con el otro.

Un primer paso importante en el trabajo de las familias con los niños o adolescentes es tratar de comprender la función que subyace a la conducta. La mayoría de las familias se oponen, o van contra, o censuran, o castigan estas conductas con el fin de modificarlas. Sin embargo, la clave está en comprenderlas, ver qué sentido tienen, qué función desempeñan. Después podremos evaluar qué habilidades necesitamos construir de acuerdo a las necesidades específicas del niño o del joven. Pocos son los padres que se paran a pensar en el sentido que las conductas tienen para su niño. Casi todos dicen: "hace esto o eso y no quiero que lo haga" "Le castigo, le riño, le quito lo que le gusta" No. Hay que comprender y a veces aliarse con la dificultad del niño más que cambiarla. El cambio se consigue de otros modos (instalando habilidades y recursos y modulando al niño) no por la vía de aplicarle consecuencias aversivas.

Blaustein y Kinniburgh plantean que sería imposible recoger todas las posibles presentaciones que se manifiestan en los niños. Ellas apuntan que hay tres posibles presentaciones o tipos de niños: El inhibido o constreñido; el niño externalizante y el niño lábil o inestable. Vamos a exponer cada uno de ellos y a proponer unas consideraciones terapéuticas.

Esta semana hablamos de los dos primeros tipos y la semana próxima, del tercero; pues si no el post se hará demasiado extenso.

EL NIÑO EXCESIVAMENTE CONSTREÑIDO O INHIBIDO

A menudo suelen ser silenciosos y tranquilos, teniendo dificultades para iniciar conversaciones, actividades e interacciones en general. No suelen ser oposicionistas y, de hecho, suelen ser excesivamente complacientes. Estos niños tienen dificultades para describir emociones. Una respuesta típica a la pregunta “¿qué estás haciendo?” es “bien” o “no sé” (lo cual, para estos chicos, es una respuesta realista) El niño constreñido aparece defendido hacia las experiencias emocionales en general, y a menudo, tiene un déficit en comprender cómo conectar emocionalmente con los demás. Una adaptación típica o común para salvar esta limitación es engranarse o unirse a conductas que agradan a otros. Estos niños parecen, en efecto, subordinar sus propias necesidades, opiniones, etc. a los otros. En niños más pequeños esta dificultad con la auto-expresión puede incluir problemas para implicarse en juegos de imaginación. A veces estos niños pueden mostrar estallidos explosivos de emoción en respuesta a lo que parecen estresores menores pues su el intenso control que usan llega a ser agobiante. Como resultado de su intensa emoción, sin embargo, regresan rápidamente a un estado constreñido y tienen dificultades en reconocer o procesar la experiencia emocional. Esta apariencia es frecuentemente consistente con las conductas que manifiesta el niño de apego evitativo. Estos niños ha experimentado, como ya sabéis, distintos grados de rechazo o negligencia en los cuidados y en la relación con los cuidadores (no ha sido una relación en la que hayan predominado los cuidados sensibles y empáticos emocionalmente)

Déficits principales de este tipo de niños

Presentan un limitado vocabulario emocional.

Una limitada conciencia de su experiencia interna.

Un rango o ventana de tolerancia a la activación restringida.

Habilidades limitadas para afrontar y manejar las experiencias emocionales, incluyendo las emociones positivas.

Déficit en las habilidades para buscar apoyo social, concretamente en compartir o gestionar la experiencia emocional.

¿Qué función adaptativa cumple?

La constricción representa una estrategia del niño para afrontar emociones que le arrollan. Como no posee habilidades regulatorias y/o apoyo social, el niño se alivia negando o retirándose de la experiencia emocional.

Consideraciones para las familias

Con este tipo de niños es mejor llevarles gradualmente de lo externo a lo interno (ayudar al niño a identificar las emociones en los personajes de sus series de televisión favoritas o  de sus cuentos. También puede ser muy práctico que realice dibujos y preguntarle por cómo se sienten los personajes o elementos de los mismos)

Ayudar al niño a identificar claves asociadas con las emociones. La conducta es siempre un buen punto para empezar, una buena base y es menos amenazante que el sentimiento en sí. Otros niños responden mejor a estados corporales o pensamientos. Por ejemplo: “Algunos niños, cuando se mueven, están nerviosos”

EL NIÑO EXTERNALIZADOR

Los niños que externalizan (lo exteriorizan a través de manifestaciones conductuales o verbales) usan un “frente” o “hacen frente a los otros” para prevenirse (de los demás y frecuentemente de sí mismos) de la falta de conciencia sobre su vulnerabilidad, el daño interior y a menudo de un profundo sentimiento de humillación y auto-culpa. Estos niños generalmente tienen acceso a las emociones “potentes” (rabia, injusticia, culpa) pero a la vez escasa habilidad para reconocer sentimientos más vulnerables como el miedo o la tristeza (no es nada raro escucharles decir que ellos nunca tienen miedo; a mí me ha pasado muchas veces en terapia; antes no lo comprendía, pero ahora, sí) Ellos pueden darse cuenta de que están enfadados con alguien o molestos por algo que les ha sucedido durante el día, pero negarán sentirse heridos o preocupados por el incidente. Estos niños frecuentemente externalizan; las emociones generalmente están conectadas a eventos o sucesos externos más que al impacto en ellos. Las injusticias percibidas por ellos son a menudo potentes disparadores, y la injusticia será, probablemente, percibida de manera frecuente.

Su presentación ante los otros puede ser oposicionista o argumentativa (son muy habilidosos para poner contra las cuerdas al adulto) con personas que representan la autoridad, aunque son capaces a menudo de construir relaciones con personas que ellos perciben menos amenazadoramente. Una de las tácticas que normalmente se adopta (tanto padres como adultos) es la de confrontarles y confrontarles (o sancionarles) Pero los límites no están reñidos con la validación de su experiencia (“comprendo lo que me cuentas; ¿podemos buscar una manera de poder entendernos?”)

Normalmente no se les acoge porque, sinceramente, se les coge manía. No gustan, se les considera perturbadores y agotadores. No solemos darnos cuenta que estos niños han tenido que usar esta estrategia para poder sobrevivir ante tanta humillación y devaluación vivida en su pasado. Cyrulnik cuenta (en su magnífica biografía “Me acuerdo…”, una delicia de librito) que solamente sobrevivió a que no le llevaran a un campo de concentración nazi porque desobedeció (no se dejó engatusar por los botes de leche que los nazis les pusieron a todos los prisioneros como un señuelo para que creyeran que les iban a tratar bien cuando en realidad era una trampa para llevarles a la muerte) La desobediencia puede tener sentido en estos niños. Siempre valido sus motivos y trato de que entiendan que ahora ese traje de supervivencia hay que suavizarlo, que ya no le hace tanta falta. En cuanto se sienten comprendidos y perciben que no se les va a rechazar, van disminuyendo su estrategia. Y pueden pasar de odiarte a amarte. Nunca me olvidaré de un niño que me odiaba en consulta y trataba de fastidiarme todo lo que podía. Cuando lo comprendí y lo manejé de otro modo, ese niño se abrió y desarrolló sentimientos positivos hacia mí como nunca antes había hecho.

El niño externalizador desea, sin embargo, conectar emocionalmente con el adulto pero lo hace de manera equivocada e inefectiva. No sabe cómo relacionarse y lo hace del modo en que él lo tiene representado en su mente. Tiene un profundo sentido de desconfianza en sus relaciones y tiene problemas para creer que los otros, verdaderamente, les van a cuidar como dicen que harán. Por ello (y esto no les resulta ajeno a las familias acogedoras o adoptivas) estos niños ponen a prueba o “testean” las relaciones para comprobar si los otros les abandonarán o dañarán. Esta enactuación (una enactuación es una forma de actuar del niño que genera en el adulto, a su vez, una actuación, y a la inversa. Enactuación= “actuar en”) puede representar los esfuerzos para controlar las interacciones con los demás que anticipan como negativas, así como para confirmar su propio sentido de sí mismos (“no valgo nada, éste o ésta me dejarán”, etc.) y de los otros. Este modo de presentarse se asocia, a menudo, a niños que han sufrido un daño explícito (abuso físico, emocional o sexual)

Déficits principales de este tipo de niños

Falta de reconocimiento (y de estrategias de afrontamiento) de sus emociones de vulnerabilidad.

Dificultades marcadas para la modulación emocional, particularmente para el manejo de los disparadores como injusticias, acusaciones, culpa…; para aceptar su propia responsabilidad en los conflictos sociales (la culpa siempre es del otro)

Dificultades para vincularse empáticamente y tomar la perspectiva del otro.

¿Qué función adaptativa cumple?

Como muy bien dice Maryorie Dantagnan, psicóloga y psicoterapeuta del IFV de Barcelona, mi maestra y formadora, este traje que el niño se ha puesto… ¿qué función cumple? Conocer al niño y sus estrategias es fundamental si queremos ayudarle. Debemos observar y anotar, llevar un diario.

Las emociones externalizadas permiten a los niños que se sienten intensamente humillados o dañados protegerse a sí mismos de estos apabullantes sentimientos. Con limitadas habilidades para afrontar o manejar las emociones intensas, los niños son incapaces de tolerar más emociones que amenazan su frágil sentido del sí mismo.

Consideraciones para las familias

Forzar a estos niños a reconocer sus dificultades emocionales antes de que ellos estén preparados hace que aumente su percepción de que deben luchar e incrementa su sentimiento de humillación.

Normalizar el hecho de que las emociones pueden negarse (¿o acaso no lo hacemos los adultos?) Es útil usar la táctica del desplazamiento (“Yo podría entender que alguien se sintiera preocupado si le quitan su lápiz”)

En la adolescencia, en el colegio, una persona de referencia como mediador en los conflictos con compañeros, profesores, etc. es una estrategia muy útil. Siempre hay profesores más tranquilos, que favorecen que el joven se sienta escuchado, que tienen habilidades para desplazar las emociones (“Esto le podría enfadar a cualquiera, lo entiendo, pero la manera de resolverlo no es el camino”), capaces de validar sus percepciones pero a la par hacerles ver, poco a poco, su parte en los conflictos pero que esto para nada quiere decir que se les vaya a rechazar por ello, profesores capaces de crear un clima de aceptación incondicional. Se puede llegar a acuerdos con ellos fiables cuando van sintiéndose aceptados y ven sin temor a ser abandonados, su papel en el problema generado. Lo que yo siempre recomiendo es no usar ni la exclusión ni el castigo ni el tiempo fuera. Estas medidas pueden ser eficaces (no lo niego) pero no verdaderamente educativas ni reparadoras de sus daños.

Darles psicoeducación sobre los disparadores, cómo responden las personas ante los traumas (de una manera adaptada a su edad y nivel de comprensión), normaliza la rabia y les ayuda a comprender la diferencia entre el daño percibido y el daño real.

La semana que viene regresamos y hablamos del niño inestable.

Antes de despedirme, tengo el gusto de informaros que el último libro que publico titulado: “Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)” sale a la venta en librerías el día 11 de febrero.

También quiero recomendar dos blogs que estoy descubriendo (voy leyendo poco a poco, a ratos) y disfrutando. De excelente calidad y altamente recomendables. Ya llevan un tiempo de andadura, pero no he tenido tiempo hasta ahora (ya lo siento, pero no se llega a todo) de mirarlos con detenimiento. Tomaos un tiempo para verlos y leerlos. Son:

Diseñando pasados, recordando futuros. Coordina y escribe: Javier Romeu http://disparefuturo.wordpress.com/

Dando vueltas sobre vueltas http://www.dandovueltas.es/. Coordinan y escriben: Iñigo Martínez de Mandojana y Sagrario Martín.

Dos blogs magníficos. Me satisface sentir y saber que cada día somos más los que nos sumamos a los buenos tratos y al bientrato.

Otsailan 9an nire liburua argitaratuko da. Zoritzarrez, ez dakit psikologiari buruz liburu bat euskeraz idatzi. Hala ere, gustatuko zaizuela uste dut. Ondarraren caxa teknikari buruz da. Poliki poliki euskeraz idazten ikasten ari naiz.

Cuidaos /Zaindu