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lunes, 8 de septiembre de 2025

El lenguaje silencioso. La técnica de la caja de arena en la adolescencia, por Jose Luis Gonzalo Marrodán e Iván Rodríguez Ibarra.

Abrimos la 19ª temporada del blog Buenos tratos. Os doy la más cordial bienvenida, aquí seguimos, con las mismas ganas e ilusión con la que empezamos la primera, allá por el 11 de septiembre de 2007.

Y lo hago presentándoos con gran ilusión un nuevo libro sobre la técnica de la caja de arena, esta vez pensando en los adolescentes.


El lenguaje silencioso.
La técnica de la caja de arena en la adolescencia 

Jose Luis Gonzalo
Iván Rodríguez Ibarra

Para adquirir el libro, haz click AQUÍ.
(Para opciones fuera de España, consultar con la editorial)





Con mucha felicidad y dicha, os anuncio la publicación de un nuevo libro sobre la técnica de la caja de arena, esta vez dedicado a los adolescentes. Echaba de menos un material que versara sobre la aplicación de esta técnica a las personas menores de edad que se encuentran en la franja que va desde los doce hasta los veinticinco años (la adolescencia neurobiológica). Porque no existe nada publicado hasta la fecha -al menos cuando, hace un año, hice una búsqueda- y se hacia necesario contar con un texto especializado. Los adolescentes requieren de una psicoterapia propia, no vale ni la que usamos con los adultos ni tampoco la que utilizamos para los niños. El periodo de la vida por la que atraviesan es muy delicado desde el punto de vista del desarrollo del cerebro -este está, literalmente, en construcción-, por lo que necesita conocimientos y propuestas terapéuticas específicas. 

El libro está escrito en co-autoría, junto con mi amigo Iván Rodríguez Ibarra, Trabajador social, Orientador familiar y Traumaterapeuta sistémico, que tiene una vasta experiencia en la terapia con adolescentes y en el uso de la técnica de la caja de arena. Iván dedica, desde hace muchos años, su vida profesional a relacionarse con adolescentes, a ayudarles en un espacio terapéutico, y tiene una capacidad especial para conectar con ellos. Lo hace formando parte de un equipo multidisciplinar -dentro del Programa de Apoyo a Adolescentes NORBERA, de la Fundación IZAN-. No he podido encontrar mejor socio para hablar sobre la caja de arena, la Traumaterapia sistémica y los adolescentes. Sin Ivan este libro no tendría la riqueza que tiene. Las asociaciones entre colegas, cuando hay buena sintonía, dan mucho mejor resultado.

A la hora de aplicar la técnica de la caja de arena, los que nos conocéis sabéis que somos partidarios de integrarla dentro de un modelo más amplio de psicoterapia, y que nuestra apuesta es por la Traumaterapia sistémica, por considerarla comprensiva, moderna -basada en el conocimiento de la ciencia del cerebro-, con aportaciones de la teoría del apego, de la psicología del desarrollo, de la traumatología y de diferentes escuelas de terapia. Es un modelo abierto que integra dentro de un principio de orden neurosecuencial las distintas técnicas que podemos ir utilizando para abordar los objetivos de cada uno de los tres bloques que conforman la Traumaterapia sistémica. Por lo tanto, se trata de un libro que se basa en el uso de la caja de arena con adolescentes dentro de este modelo.

Tanto Ivan como yo hemos querido que el libro lleve fotografías de las cajas de arena de los adolescentes que nos cuentan sus historias, pero que, a la vez, contenga ilustraciones y dibujos propios, para darle ese toque idiosincrásico de la edad que una obra así necesita. Por ello, pedimos a la joven Maider Dorregaray Gorrochategui, estudiante y excelente ilustradora, que nos hiciera unos dibujos ad hoc para la ocasión y, en honor a la verdad, estos, preciosos, ensalzan el contenido y nos ayudan a meternos en el universo adolescente.

Queremos agradecer a Linda Homeyer, una referente mundial en el ámbito del sandplay, el que haya leído el libro y que haya dedicado parte de su escaso tiempo para escribir el prólogo. Es todo un honor que ella nos haya dedicado unas líneas para introducir la obra y ponerla en valor. 

También nuestro agradecimiento a los profesores y amigos Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, con quienes nos formamos en Traumaterapia sistémica, por escribir la presentación del libro y apoyar siempre todo lo que hacemos. 

Os dejamos con esta introducción, que forma parte del libro, para abriros el apetito.

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Son ya casi veinte años utilizando la técnica de la caja de arena. Acumulamos una experiencia que nos ha permitido aprender de nuestra práctica clínica. Cada paciente con el que nos encontramos en sesión realiza una representación en el espacio de la caja única e irrepetible. El conocimiento estadístico no es relevante cuando usamos este abordaje terapéutico. Nos interesa cada uno de nuestros pacientes en su singularidad y en el proceso idiosincrásico de descubrimiento de los arquetipos que pueblan su “inconsciente colectivo”, un proceso al que Jung (2009) llamó “individuación”.

Durante estos años nos hemos sentido conmovidos por los “poderes transformadores de la psique” (Kalffl, 2020), los cuales se ponen de manifiesto cuando se trabaja con una caja de arena. Los numerosos talleres impartidos nos han permitido acercarla y difundirla entre diferentes profesionales del área de la salud mental que trabajan por toda la geografía española, produciendo indirectamente un beneficio en muchos pacientes que desconocían este abordaje terapéutico. Actualmente, son muchas las consultas -públicas y privadas- que cuentan entre sus técnicas con la caja de arena. 

Nuestra apuesta decidida por la Traumaterapia sistémica hizo que desde el principio integráramos esta técnica dentro de la metodología de trabajo de este modelo, ideado y diseñado por Barudy y Dantagnan y colaboradores (2025). Esto no debe de extrañarnos, pues desde que Margarett Lowenfeld descubriera la técnica en el año 1929 trabajando en terapia con los niños de su consulta de Nothing Hill, en Londres y de que, posteriormente, Dora Kalff (tras formarse con Margarett) la desarrollara y la promoviera desde la psicología analítica, la técnica ha conocido una gran expansión y diferentes escuelas la han incluido dentro de su modelo y la han adaptado e incorporado a su metodología. Entre otras, destacan: la terapia de juego de Virginia Axline, la terapia Gestalt y la terapia adleriana (Homeyer y Marshall, 2022). 

Los actuales desarrollos de la neurociencia y de la psicología del trauma sostienen que la cura solo por la palabra no logra contribuir a la sanación emocional. Es necesario implicar al cuerpo y al hemisferio derecho en la psicoterapia (Schore, 2022) para que sea un tratamiento completo y eficaz. Porque el trauma, como se sabe, afecta al cuerpo y a sus conexiones con el sistema nervioso (Van der Kolk, 2020), puesto que los impactos traumáticos quedan inscritos en este y su afectación, si no se trata a este nivel, puede ser duradera e impactar seriamente en la salud de las personas. 

La moderna ciencia del cerebro ha mostrado en su investigación como este es afectado por los traumas tempranos y complejos, con lo cual se hace necesaria una psicoterapia relacional y que utilice técnicas capaces de restaurar la integración cerebral (vertical y horizontal) alterada por experiencias tan estresantes como el maltrato, el abuso y la negligencia (Benito, 2024). La técnica de la caja de arena ha mostrado que posee esta capacidad, si se utiliza dentro de un modelo psicoterapéutico informado por el apego y se trabaja también con el contexto del paciente, es decir, dentro de un paradigma bio-psico-social de intervención (Benito y Gonzalo, 2017)

Nosotros nos hemos dedicado a explicar cómo un uso relacional, no verbal y conectivo de la caja de arena produce beneficios psiconeurológicos, adaptando la técnica a nuestro modelo integral de reparación de las consecuencias que los malos tratos en sus diferentes formas dejan en los niños, adolescentes y adultos: la Traumaterapia sistémica (Barudy, Dantagnan y cols, 2025). Y no por ello hemos alterado la autenticidad de este abordaje. Al contrario, somos totalmente respetuosos con el legado de Lowenfeld y Kalff y conservamos y aplicamos la técnica tal y como ellas, tras muchos años de estudio y trabajo, la diseñaron y desarrollaron, sin perder las esencias. Solamente la adaptamos a un modelo con el que la caja de arena sintoniza muy bien. 

Por ello, nuestros libros anteriores se han centrado en dar a conocer en lengua española los principios básicos y la aplicación de la técnica, como explicamos en "Construyendo puentes" (2013); y, sobre todo, en exponer cómo trabajamos con ella dentro de la Traumaterapia sistémica: "La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia" (2017) y "Traumaterapeutas en la caja de arena" (2021). 

Nosotros pensamos que la caja de arena es un instrumento terapéutico muy beneficioso. La experiencia clínica así nos lo ha demostrado, aunque, recientemente, nos hemos preocupado también de revisar si es una técnica basada en la evidencia, esto es, si los diferentes diseños de investigación demuestran que es eficaz y que obtiene resultados terapéuticos en comparación con grupos control. Comprobar si va más allá del efecto placebo o de ser algo meramente especulativo. La psicóloga Nerea Benito es quien ha investigado sobre este tema, por lo que en este enlace -y en un epígrafe del libro- mostramos las conclusiones de su trabajo de investigación.

Como ya hemos expuesto en obras anteriores, las técnicas deben, a nuestro juicio, de integrarse en modelos globales comprensivos que tengan en cuenta no sólo la realización de un tratamiento psicoterapéutico, sino la valoración y la implicación del contexto del paciente en su proceso de sanación, porque los modelos de salud son siempre bio-psico-sociales. Y si, además, trabajamos con personas menores de edad se hace necesario y obligatoria la participación e implicación en la intervención como co-terapeutas de los padres o responsables del cuidado del niño o adolescente. Es muy importante que el profesional, antes de decidir ninguna psicoterapia, haga un análisis de la demanda. Así lo hacemos dentro del modelo de Traumaterapia sistémica. Porque es posible que una psicoterapia no sea lo prioritario ni lo que un niño o joven necesite en ese momento; e, incluso, puede que esté contraindicada (Barudy, Dantagnan y cols, 2025). 

Ninguna técnica debe de fascinarnos por sí misma. Es la calidad de la relación y del vínculo terapéutico que se va entretejiendo entre paciente y psicoterapeuta, la implicación de todo el contexto, la satisfacción de las necesidades del niño y la protección de este lo que contribuye a su sanación emocional. Sobre todo, cuando estamos hablando de que nuestros jóvenes pacientes han sufrido malos tratos y presentan trauma del desarrollo (Van der Kolk, 2020) y trastornos del apego. Es todo un equipo de personas -red de relaciones significativas y poderosas, con fuertes puntos de apoyo (Perry y Szalavitz, 2017)- lo que favorece que los niños y adolescentes puedan contrarrestar los efectos negativos que los traumas provocados por los malos tratos ejercen sobre su desarrollo y personalidad. Esto es imprescindible cuando nos relacionamos con personas menores de edad; pero también en el tratamiento de pacientes adultos es clave preocuparse por sus redes psicosociales de apoyo y entorno relacional. 

Así pues, nuestros libros más que de la caja de arena, tratan sobre la Traumaterapia sistémica y la caja de arena. Y este dedicado a los adolescentes no será una excepción. 

¿Y por qué un libro específico de caja de arena, traumaterapia y adolescentes? 

Existen poderosas razones para dedicar una obra a esta población. Primero, la adolescencia es una etapa de la vida crítica donde nuevamente el cerebro sufre espectaculares transformaciones. Es un periodo de grandes riesgos psicosociales, pero también de grandes oportunidades. El libro de instrucciones que es el ADN vuelve a abrirse y está sujeto a las influencias del entorno de una manera muy sensible. Así Rafael Benito (2021), psiquiatra experto en neurodesarrollo, dice:

“No todos los periodos del desarrollo tienen la misma importancia; ya que la proliferación y poda de las conexiones se produce sobre todo en dos etapas de la vida: los primeros dos o tres años, y la pubertad y la adolescencia. Durante esta última el sistema nervioso experimenta una revolución que lo devuelve a una situación análoga a la de los primeros años de vida; una situación en la que el sistema límbico tiene una actividad más intensa, con un déficit relativo de las funciones reguladoras del córtex prefrontal. En esta etapa se hace necesaria de nuevo la presencia de las figuras de apego para guiar la evolución del cerebro adolescente hacia el logro de ese funcionamiento integrado”. 

Por lo tanto, son necesarias personas sanas que acompañen a los adolescentes -además de sus propios padres- que se constituyan en sus tutores de desarrollo (Cyrulnik, 2003) y sean puntos de apoyo desde los cuales poder interiorizar una base segura para conducirse en el mundo. Y, al mismo tiempo, saber que dichos adultos pueden ser un refugio seguro al cual acudir en caso de necesidad (Bowlby, 1989) Es un falso mito sostener que los adolescentes priman el grupo de iguales y que no necesitan de las figuras adultas, siendo ya autónomos. Aunque el grupo y la pareja pueden ser figuras de apego prominentes, los adultos significativos son valorados y buscados por los adolescentes para desarrollarse con seguridad, sentimiento de pertenencia y vivencia de ser amado y valorado. 

Entre las personas que pueden conformar la red de apoyo de un adolescente pueden estar los psicoterapeutas, depositarios, si se logra establecer con ellos un vínculo terapéutico seguro, de su mundo e intimidad personales. Si el psicoterapeuta cuenta con herramientas tan idóneas para conectar con los adolescentes como la caja de arena, se logra con ellos una co-transferencia que hace que la psicoterapia sea una vivencia conectiva y transformadora. Esta técnica, en las manos de un psicoterapeuta competente, puede favorecer las conexiones corticolímbicas (Schore, 2022). Esto es muy importante abordar, con paciencia y perseverancia, en este periodo de la vida. El cerebro de los adolescentes necesita del cerebro maduro de los adultos, algo así como un préstamo, pues son las mentes interconectadas (el cerebro no es un órgano unipersonal, sino bipersonal, como dice Schore, 2022) las que son más fuertes y sabias (Bowlby, 1989), favoreciendo que el adolescente se desarrolle sanamente. Dice Schore (2022):

“Lo que ayuda al paciente a efectuar el cambio es experimentar este empoderamiento en el contexto de seguridad proporcionado por el trasfondo de la regulación afectiva interactiva psicobiológicamente armonizada del terapeuta empático”.

Consideramos que las especificidades propias de los adolescentes precisan de una adaptación de la técnica de la caja de arena a sus necesidades, y no a la inversa. Como veremos, tanto el lenguaje que debemos adoptar para acercarnos a ellos suscitando confianza, la manera de presentar la técnica y la adaptación de las fases de construcción de la caja de arena, deben de amoldarse a ellos. Nuestro conocimiento de los adolescentes y nuestro trabajo con estos durante muchos años (especialmente de Iván Rodríguez, co-autor de este libro, que dedica exclusivamente su vida profesional a la terapia con adolescentes) utilizando la caja de arena nos refrendan en la importancia que tiene aplicar esta de un modo que resulte amable, respetuoso, afectuoso y libre, pero a la vez muy protector (Kalff, 2020).

El adolescente no es un niño y no quiere que le asemejen a uno. Al mismo tiempo, sus intereses se centran en el mundo de lo real (sus amigos, sus relaciones de pareja, sus problemas, la necesidad de comprenderse, sus series y músicas…), por lo que llevarlos al terreno de las miniaturas, de la arena y al mundo de lo imaginario puede suscitarles rechazo. Del mismo modo, enfoques interpretativos, confrontadores y que usen la caja de arena como un medio para hacerles hablar de sus intimidades (cuando no quieren o no están preparados para ello), además de contraproducente, está abocado al fracaso. Más pronto que tarde dejarán de hacer cajas de arena. Finalmente, como ya se ha dicho, debemos de tener claro qué pretendemos al usar esta técnica, en qué objetivos terapéuticos puede ayudar al adolescente que tenemos delante y por qué la elegimos y no otras. No es un juego o recurso para usar sin más ni más por muy fascinante que nos pueda parecer. La técnica por la técnica no sirve de nada. 

Todo ello ha motivado a los autores a escribir este libro, para darles un lugar a los adolescentes en la literatura hispana científico-profesional de la caja de arena y disponer de un libro que pueda guiarnos en el trabajo psicoterapéutico con ellos. 

Esta obra es fruto de compartir nuestras respectivas experiencias dentro del marco profesional de la RED APEGA desde nuestros respectivos trabajos. José Luis Gonzalo en su consulta de LOTURA[1], de psicología y traumaterapia, en la que a diario trabaja con niños, jóvenes, adultos (padres) que han sufrido diferentes formas de maltrato. E Iván Rodríguez en su labor como terapeuta en el Programa de Apoyo a Adolescentes NORBERA de la Fundación IZAN[2], en el que trabaja con adolescentes en riesgo y sus familias, y donde ha acumulado una rica experiencia y un material clínico que merecen ser compartidos en este libro. 

A través del análisis de distintas metodologías de trabajo, el libro abre una ventana a sesiones reales y procesos terapéuticos complejos, narrados con detalle y enriquecidos con fotografías y dibujos realizados por una adolescente. Cada caso es un mapa que nos muestra cómo navegar en la compleja geografía emocional de la adolescencia, siempre con una mirada ecosistémica y protectora. 

En el libro hacemos primeramente un repaso de qué es la técnica de la caja de arena, pero centrándonos en la etapa adolescente, subrayando la importancia de saber presentar la técnica y del lenguaje no verbal en el trabajo terapéutico con jóvenes. A continuación, hablamos de la terapia con adolescentes y de las particularidades de esta etapa. Seguimos aportando novedades y hablamos de la caja de arena y de las técnicas basadas en la evidencia, dando a conocer el estudio de investigación llevado a cabo por la psicóloga Nerea Benito. Tras introducir el modelo de Traumaterapia sistémica y su aplicación con adolescentes, presentamos las metodologías de trabajo con la caja de arena. Comentamos, después, cuál es el proceso de creación de las cajas de arena y damos unos apuntes sobre la interpretación de las cajas. Cerramos la obra con un amplio capítulo donde contamos sesiones -con transcripciones de diálogos completos- de terapia con la caja de arena con adolescentes y exponiendo las tentaciones principales en las que podemos caer cuando trabajamos con esta técnica.

Esperamos que sea de vuestro agrado, que os sea útil y os aporte en vuestro caminar profesional. 


REFERENCIAS

Barudy, J., Dantagnan, M. y colaboradores (2025). Traumaterapia sistémica. Un enfoque comprensivo para abordar el dolor visible e invisible de los procesos traumáticos, desde un modelo terapéutico basado en los buenos tratos, la resiliencia y la justicia social. El hilo Ediciones.

Benito, R. y Gonzalo, J.L. (2017). La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia. Desclée de Brouwer.

Benito, R. (6/09/2021). Adolescencia, pandemia y adversidad temprana: claves desde la neurobiología (II y final). Buenos tratos. http://www.buenostratos.com/2021/09/adolescencia-pandemia-y-adversidad.html

Benito, R. (2024). Cerebro modelando otros cerebros. Cómo las relaciones interpersonales guían la evolución del cerebro infantil y adolescente desde el nacimiento. Desclée de Brouwer.

Cyrulnik, B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Volver a la vida después de un trauma. Gedisa. 

Bowlby, J. (1989). Una base segura: aplicaciones clínicas de la teoría del apego. Paidos Ibérica.

Gonzalo, J.L., Cáseda, T. Benito, N. y grupo Apega 5 Donostia (2021). Traumaterapeutas en la caja de arena. Desclée de Brouwer.

Homeyer, L., Marshall, N.L. (2022). Terapia avanzada de la caja de arena. Profundizar en la práctica clínica. Desclée de Brouwer.

Jung, C.G. (2009). Arquetipos e inconsciente colectivo. Paidós Ibérica.

Kalff, M. (2020). Afterword. In Sandplay. A psychoterapeutic approach to the psyque. (p. 107 -115) Analytical Psychology Press: Sandplay Editions. Oberlin, Ohio: EE.UU.

Perry, B. y Szalavitz, M. (2017). El chico al que criaron como perro y otras historias del cuaderno de un psiquiatra infantil. Capitán Swing Libros.

Schore, A. (2022). Psicoterapia con el hemisferio derecho. Eleftheria.

Van der Kolk, B. (2020) El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro, mente y cuerpo en la sanación del trauma. Eleftheria.



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[1] Nota de los autores: Consulta situada en la ciudad de San Sebastián, País Vasco, España. www.joseluisgonzalo.com


[2] Nota de los autores: Para conocer el programa: www.izan.org

lunes, 28 de abril de 2025

La caja de arena y la integración cerebral, por José Luis Gonzalo Marrodán


La caja de arena y la integración cerebral

Por José Luis Gonzalo Marrodán

Psicólogo clínico y traumaterapeuta sistémico



Vídeo resumen del post de hoy:


Vídeo 1ª parte:

Vídeo 2ª parte:


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Portada del libro de Deyoung
Tras la lectura del libro "Comprender y tratar la vergüenza crónica", uno de los más estimulantes que han caído en mis manos últimamente, ha vuelto a mi mente con más fuerza el convencimiento de la capacidad que tiene la caja de arena para tratar el hemisferio derecho del cerebro. Esta permite acceder a este de una manera delicada y fluida, dejándonos llevar, venciendo amablemente muchas de las resistencias que nos impiden la expresión de los afectos disociados en este hemisferio y que no han sido simbolizados, lo serán a través de las miniaturas con las que damos representación formal a los mundos en la arena. Esto se debe al carácter bondadoso de la técnica, que se basa en la libertad como principio fundamental de su esencia: “Tienes completa libertad para crear lo que desees”- le decimos al paciente. Cuando nos sentimos libres, es cuando podemos crear, dice Kalff, una de las inventoras de la técnica. “No existe nada por lo que vayas a ser juzgado, nada que pueda salir bien o mal”. “Justo queremos lo que a ti te surja”- añadimos. Esto y, por supuesto, la protección, la que proporciona los límites de la caja (hay que hacer la construcción dentro de los márgenes de esta); pero también la que transmite un testigo (psicoterapeuta) seguro, regulado y conectivo. Y, obviamente, la seguridad que el paciente debe tener en el contexto psicosocial en el que se desenvuelve. Velar por esta seguridad es hacer un uso responsable de la técnica.

Cuando he leído el libro de Patricia Deyoung (2024), me he ratificado aún más en las bondades de la caja de arena. Pero no solo para lograr acceder al hemisferio derecho, a sus contenidos (sensaciones, emociones…) almacenados en la memoria implícita, muchas veces preverbales, sino para ir más allá: tratar de lograr la integración cerebral de la que nos habla Rafael Benito (2024): tanto la vertical como la horizontal.

Pero es verdad que encontrar maneras de acceder inicialmente al hemisferio derecho, sede de la regulación emocional, a la que contribuyó decisivamente nuestra figura de apego primaria, durante los tres primeros años de vida, etapa en la que este hemisferio es el preponderante, y es el que debe de ser regulado mediante vinculaciones seguras que garanticen una óptima modulación de los afectos, no es nada fácil.

La mayoría de las psicoterapias son interpretativas. La psicología cognitivo-conductual pretende, mediante la modificación de los pensamientos negativos y la sustitución por otros más realistas y adaptativos, de alguna forma, producir cambios en las percepciones del paciente que le conduzcan a sentirse más regulado en sus emociones y síntomas. Pero esto, como nos advierte Schore (2022), solo funciona cuando los niveles de activación son bajos/moderados. Cuando los niveles de activación son elevados o extremos, este tipo de psicoterapia no es capaz de producir cambios o mejoras en los estados emocionales de los pacientes. Y cuando ayudamos con psicoterapia a pacientes que han sufrido trauma temprano y acumulativo, la desregulación emocional suele ser muy continua e intensa, muy difícil de contener y modular. Cuando yo utilizaba la reestructuración cognitiva, muchos pacientes me decían que entendían que no existían pruebas de que ellos fueran un fracaso como persona, pero que no podían evitar sentirse así. Y aquí damos con otro problema: para poder favorecer la sanación emocional de un paciente con trauma temprano y crónico, necesitamos que este pueda permanecer en contacto con la emoción y las sensaciones corporales, es decir, tratar no solo las cogniciones. Además, que un paciente que sufre las intensas desregulaciones que el impacto del trauma ha generado en su sistema nervioso pueda mantenerse conectado con las emociones y las sensaciones, es algo bien difícil. Le produce un gran dolor, corporal -o una desconexión total- con riesgo de retraumatización por una excesiva abreacción -o, como digo, por una gran desconexión de lo que experimenta-. 

Con otro tipo de psicoterapias como la psicoanalítica clásica, la técnica fundamental es la interpretación a través de la cura verbal, obviando el papel que las experiencias tempranas tienen en la salud mental. Con lo cual el paciente debe de someterse al modelo, no pudiendo tener la libertad que tiene, por ejemplo, en el uso de la caja de arena, donde la interpretación tiene un papel menos relevante, y siempre que se propone es más una co-interpretación, el paciente tiene un rol activo. 

En la psicoterapia humanista, la relación terapéutica es lo más relevante y muchos de sus componentes se usan en la psicoterapia relacional actual, la que se desprende del modelo de la neurobiología interpersonal (Siegel, 2007). Si os copio esta frase y no os digo de quien es, seguro que muchos de vosotros estarías de acuerdo en afirmar que la podía suscribir Siegel, Schore o cualquier otro autor que trabaje con modelos de acceso al trauma temprano desde la relación terapéutica:

“Si puedo crear una relación que, de mi parte, se caracterice por:

Una autenticidad y transparencia y en la cual pueda vivir yo en mis verdaderos sentimientos; una cálida aceptación y valoración de la otra persona como individuo diferente y una sensible capacidad de ver a mi cliente y a su mundo tal y como él lo ve, experimentará y comprenderá aspectos de sí mismo anteriormente reprimidos; logrará cada vez mayor integración personal y será cada vez más capaz de funcionar con eficacia; se volverá más personal, original y expresivo, será más emprendedor y tendrá más confianza…”

Pues la frase es de ¡Carl Rogers! (1961) y está escrita en un libro clásico: “El proceso de convertirse en persona”, que muchos oímos (y/o leímos) en su momento en la Facultad de Psicología. Toda la importancia de la relación terapéutica, la sintonía, la mentalización… está ya preconizada en Rogers. La neurociencia actual le da la razón. Por lo tanto, las psicoterapias del siglo XXI ponen el acento en estos aspectos que retoman de la psicología humanista -así lo afirma Patricia Deyoung (2024)- y que la neurobiología ha refrendado. Lo fundamental de estas psicoterapias es su apertura a todos los aspectos asociados con el hemisferio derecho: regulación del afecto, contenidos preverbales, la relación sintonizada y resonante con el psicoterapeuta capaz de reparar el apego temprano… 

Y entre las técnicas que pueden ofrecer un modelo de acercamiento al hemisferio derecho amable y respetuoso con el paciente está la caja de arena. ¡Qué curioso que una técnica como esta haya estado en España en el ostracismo hasta hace bien poco! Porque es una manera de acceder no sólo al hemisferio derecho, es aún más completa: de este, al cuerpo (sensaciones) para, bidireccionalmente, de nuevo conectar con el hemisferio derecho y acceder, ya reguladamente, al hemisferio izquierdo, a la palabra, que se va a hacer cargo de lo que el derecho le susurre (Benito, 2024) Es decir, favorecer la integración vertical y horizontal del cerebro, un modelo expuesto por Rafael Benito, quien insiste -a mi juicio, acertadamente- en que ninguna terapia debe centrarse solo en un aspecto del sistema nervioso: por ejemplo, solo teoría polivagal. O tratar solo las sensaciones corporales. O solo las cogniciones. El desafío está en poder trabajar integralmente con todo el sistema nervioso: el central y el periférico. 

Como Benito (2024) ha descrito magistralmente, los pacientes con trauma temprano y crónico presentan alteraciones tanto en la integración vertical (corteza prefrontal y sus conexiones con el cingulado, la amígdala, la ínsula…), como en la conexión vía cuerpo calloso -el equilibro- entre el hemisferio derecho y el izquierdo. Benito (2024) presenta su Modelo T de la integración cerebral: si esta no funciona, asistiremos a muchos golpes de estado por parte del cerebro inferior, y muchas partes de la personalidad tomarán el control ejecutivo del paciente (por ejemplo, ataques impredecibles de ira). Si la integración horizontal no funciona adecuadamente, el balance entre las valoraciones que hace cada hemisferio estará descompensado: o bien el paciente se muestra rígido, lógico, literal, analítico, frío…; o bien se muestra con fuertes tormentas emocionales, cataratas de emociones intensas que su hemisferio izquierdo no ha podido poner en palabras y que desgobiernan todo el sistema; o un funcionamiento alternante, unas veces el paciente será dominado por el izquierdo, otras por el derecho. La T arriba/abajo y derecha/izquierda que forma la interconexión neuronal del cerebro debe de integrarse equilibrada y armónicamente para su correcto funcionamiento. 

Para acceder a una explicación y a unos contenidos mucho más completos, podéis leer el excelente libro de Rafael Benito (2024) “Cerebro moldeando otros cerebros”, donde se abordan estas cuestiones y otras muchas relacionadas con el neurodesarrollo. Está escrito de un modo riguroso, pero muy ameno y atractivo. Leyéndolo podéis ver el sentido de la neurobiología y el porqué de su importancia en nuestro trabajo. Otro de los mejores libros que he leído en esta última temporada.

Portada del libro de "Cerebro moldeando otros cerebros"
de Rafael Benito


Paso a continuación a describir el trabajo con la caja de arena y la integración cerebral. En el libro “La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena”, Rafael Benito precisamente nos cuenta qué pasa en el cerebro cuando un paciente construye una caja de arena, desde el principio hasta el final, con las dos metodologías: no directiva y directiva. Así pues, os recomiendo su lectura, un magnífico y original texto que explica paso a paso lo que ocurre en nuestro cerebro al usar el sandtray, un apasionante viaje por sus entrañas.

El libro de "La armonía relacional" de Benito y Gonzalo
ha sido publicado en inglés por Routledge

Por mi parte, me voy a centrar ahora en cómo se trabaja traumaterapéuticamente con la caja de arena. Todo comienza cuando el paciente, ya delante de la estantería, elige las miniaturas. Mucha gente pregunta: ¿Es obligatorio que las miniaturas e ítems estén expuestos en baldas, por categorías? Y la respuesta siempre es sí. De lo contrario, las imágenes -que son las figuras- no pueden activar el hemisferio derecho, estimularlo, y hacer que este sea el que se interconecte principalmente mientras se construye la caja. El paciente, al hacer esta tarea, por mucho que quiera controlarlo, no puede desactivar este hemisferio. Sin embargo, no es un sentimiento de impotencia el que se vive. Aquel puede ir con una idea fija sobre lo que quiere construir, pero al llegar y ponerse delante de la estantería, todo se transforma. Incluso quien es muy de ideas fijas, sin quererlo, cambia y hace otra escena. O modifica algún elemento de esta, o mete alguna figura o ítem que no tenía previsto. Otros eligen las miniaturas completamente al azar, y al terminar la sesión..., ¡comprueban estupefactos que todo cobra un sentido! Y lo mejor, nada sucede a la fuerza, todo fluye como un río, de una manera en la que te dejas llevar… Este aspecto no violento de la técnica, sutil, es fundamental para quienes han sufrido cualquier forma de maltrato. 

"La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena
a la Traumaterapia", por Rafael Benito y José Luis Gonzalo 


Vamos a referirnos a cómo se trabaja con la caja de arena con los pacientes adultos que han sufrido maltrato y a quienes este ha generado un trauma temprano y/o complejo.

El paciente termina su caja, y ambos, este y su psicoterapeuta, observan la escena, girando alrededor de aquella. Ahora sabemos por Rafael Benito que ambos, hemisferio derecho e izquierdo del cerebro, comienzan a interconectarse a través del cuerpo calloso. Esta fase es muy importante, la que más, porque va a producir conexiones con el hemisferio derecho y el cuerpo también, a través del sistema nervioso autónomo: activación simpática (sensaciones corporales fuertes en garganta, pecho, estómago…) con intensas y desreguladoras emociones de miedo -incluso pánico-, dolor, abandono, soledad, angustia… El paciente aún no sabe por qué con exactitud. O activación parasimpática: desconexión y bloqueo emocional e incluso disociación (no estar presente en la experiencia e irse mentalmente a otro lugar) Los pacientes pueden no tolerar la visión de la escena en la arena, incluso algunos pueden “cargar” contra la imagen que no toleran. En estos momentos atraviesan un periodo de dolorosísima desregulación, todo su hemisferio derecho ha evocado implícitamente los contenidos traumáticos preverbales y lo ha hiperactivado desde la ruta prefrontal derecha, pasando por el cingulado, la ínsula, la amígdala, el hipocampo y de ahí con sus conexiones al sistema nervioso autónomo. Los pacientes necesitan de la presencia reguladora del psicoterapeuta, de su templanza, de su sostén seguro, de su estar-con silencioso pero totalmente conectivo, además de ofrecerle alguna técnica de regulación.

Por ello, como bien dice Deyoung (2024), “no se trata de darles una explicación o interpretación a los clientes de ellos mismos ni de dirigir sus pensamientos o comportamientos”. Esto ahora no sería bien tolerado. Debemos de favorecer la regulación vertical para conseguir la modulación de las emociones. De este modo, no empezamos a preguntar sobre los contenidos de la caja, sobre los personajes y sus emociones, sobre lo que hacen y piensan, sobre lo que está pasando, en suma, no podemos hacer un abordaje verbal, con narrativa, porque la ruta de acceso al hemisferio izquierdo está bloqueada (recordemos que deja de funcionar cuando sucedió la experiencia traumática, con lo cual esta no se procesa como una narrativa coherente sino con fragmentos emocionales y sensoriales sin integrar). Lo que hacemos es, como digo, mostrarnos presentes y conectivos con el paciente, mediante la receptividad empática. Como bien dice Deyoung, la competencia clave “es estar con los clientes”. Acompañarlos todo el tiempo que dure la tormenta emocional. Es en estos momentos de altísimo estrés emocional donde la capacidad para mantenerse regulados con ellos mismos y con los otros cuando les resulta un reto a los pacientes. Pero juntos somos más fuertes, y si logran regularse, estaremos haciendo un muy buen trabajo de reconexión y mejora del funcionamiento del hemisferio derecho. Los pacientes necesitan (Deyoung, 2024):

Empatía: “Comprendo cómo te sientes” “Comprendo que es doloroso”, cualquier frase que el paciente pueda ver que capta su mundo interno y que el psicoterapeuta lo devuelve mediante una frase que sea una representación lo más aproximada posible a lo que están sintiendo, haciéndoles sentir sentidos. 

Regulación del afecto propio: El psicoterapeuta previamente ha conectado con su self, con su agencia, con su seguridad interna, se mantiene respirando y seguro, mostrando presencia y calma interna.

Habilidad de recibir y expresar comunicación no verbal: Estos componentes son extremadamente importantes. No hablamos mucho al paciente, sino que, mediante la comunicación con la expresividad facial, la mirada, el cuerpo… nos mostramos sintonizados con lo que está ahí pasando, que es reexperimentar pero esta vez junto con alguien que está a su lado y que se mantiene estrechamente conectado con el paciente en el aquí y ahora de la sesión. Si hay un vínculo de apego seguro creado entre ambos, estos componentes visuales, gestuales y corporales funcionarán del mismo modo que funcionan en el caso de las diadas bebés/cuidador seguras: calmando poco a poco al paciente. 

Conciencia de la experiencia subjetiva e intersubjetiva: Aquí es donde tratamos de que el paciente pueda conectar progresivamente con esa conciencia de lo que siente en ese momento. Para guiarle y que se sienta sostenido, como si le lleváramos de la mano, le podemos proponer que se fije solo en las sensaciones del cuerpo como experiencias físicas, mientras camina o se mantiene en contacto con una suave respiración. Esto puede llevar un tiempo, pero finalmente el paciente logra estabilizarse. Ahora al describir las sensaciones como experiencias físicas, podemos hacer una incursión al hemisferio izquierdo, al cual no le resultará abrumador poner en palabras lo que experimenta. Por ejemplo, el paciente dice: “Tengo agobio en el pecho” “¿Puedes decirme cómo es físicamente?; por ejemplo, ¿puedes hacer como un dibujo del perímetro que ocupa ese agobio? ¿Es continuo o por intervalos? ¿Es frío o caliente? ¿Es duro?  Esto ayuda en la regulación emocional y el hemisferio izquierdo al catalogar interviene en ayudar a este fin.


Un paciente de treinta años, tras crear esta escena, reaccionó
expresando una alta desregulación emocional, con
intensos sentimientos de dolor, asociado a los recuerdos 
de su etapa adolescente. Acompañarle en estos momentos
para que pudiera modular toda la experiencia, al lado de un
psicoterapeuta seguro, fue lo más importante.


Después, es más probable que el paciente se sienta más regulado, pudiendo estar en contacto con las emociones, su prefrontal se está haciendo cargo de estas, y de las sensaciones tan intensas que le llegan desde el cuerpo, se está empoderando… Ahora es momento de proponer que el paciente (incluso se puede hacer antes) ponga la mano en el pecho en la zona donde más intensamente siente la desregulación y mientras respira, trate de observar la experiencia -yo y la experiencia- pidiéndole espacio a esta y viéndola como una reacción… (González y Mosquera, 2012). Tras un tiempo, donde lo intersubjetivo también cuenta -y mucho, pues nos centramos en que el paciente ponga el foco en que estamos con él-, si puede notar nuestra presencia, si le ayuda y regula, aquel logrará estabilizarse y sentirse seguro y tranquilo.

Entonces, llega la hora de la integración horizontal: más regulado su hemisferio derecho y su sistema nervioso autónomo en la zona vagal ventral, abrimos la puerta para que el izquierdo pueda dar sentido y narrativa a lo vivido. Ahora el paciente, después de haber atravesado la tormenta emocional, puede desde la ruta arriba/abajo de su lado derecho del cerebro, entrar en el lado izquierdo y empezar a tratar de poner palabras a lo que el derecho creó. Una vez que ya se ha empatizado con el paciente, este logró la regulación, su capacidad mentalizadora se recupera -sobre todo si no está muy afectada de base-. Ahora, con el refugio seguro que es su psicoterapeuta, ya puede explorar el mundo en la arena y usar el lenguaje verbal. Puede suceder que la tormenta emocional haya sido de tal calibre, cual tsunami, que el paciente desee acabar la sesión, no pueda concentrarse o termine cansado. Si puede seguir, se explora la caja de arena. Y si no, no pasa nada, porque esta exploración puede hacerse días después. Lo importante es no olvidarse del hemisferio izquierdo. Como dice Rafael Benito (2024), el trabajo no es completo si no se hace la narrativa. Podemos hacer en sesiones posteriores muchas narrativas sobre la fotografía e incluso el vídeo que hemos grabado de la sesión. 

La exploración se hace con preguntas mentalizadoras, abiertas, que son una oportunidad de fomentar la curiosidad y el aprender más sobre los personajes de la caja, las zonas de la caja, sus relaciones… ahora es cuando el paciente puede y completa la escena con las palabras que son capaces de redondear una actuación terapéutica completa, atendiendo a toda la integración cerebral. No hay que preguntar en exceso, es mejor hacer pocas preguntas y sobre toda ninguna que perturbe el proceso. El paciente es el experto en su caja de arena, no lo olvidemos.

Los pacientes terminan las sesiones con la caja de arena en paz, transformados, empoderados y habiéndole encontrado un sentido, pero también una experiencia vincular reparadora, estrechamente conectados: con su terapeuta, pero también con su mundo en la arena, tremendamente revelador. Y muchas más apreciaciones y valoraciones propias irán llegando a la mente, pero podrán ser recibidas en contacto con unas emociones muy diversas pero que no desbordan o desconectan.

Con una sola caja de arena es probable que no sea suficiente, será necesario hacer un proceso y repetir esta experiencia completa varias veces. Habrá personas que quizá no puedan trabajar a este nivel, por lo que nos adaptaremos a su ritmo y posibilidades. Hay que trabajar en paralelo con el cuerpo, pues el trauma se graba en este, y hay que proponer a los pacientes una aproximación progresiva y amable de contacto con este. Es posible que algunos pacientes necesiten modalidades más libres de la caja de arena donde van creando escenas sin palabras, para después llegar a aproximaciones más conscientes y directivas.

Los alumnos que han hecho los talleres de la caja de arena pueden dar fe de cómo lo hacemos en las formaciones. 

Como dice Deyoung (2024), la terapia que implica al hemisferio derecho:
 
es un proceso de apego a través del cual los clientes con modelos inseguros de funcionamiento del apego tienen la oportunidad de “ganar” apego seguro en la edad adulta.

El hemisferio derecho es el hogar de las capacidades dañadas por el trauma relacional en edades tempranas

La desregulación del afecto es un mecanismo fundamental en todos los trastornos psiquiátricos

Relacionarse con los pacientes hemisferio derecho a hemisferio derecho.

Las experiencias e interacciones de hemisferio derecho a hemisferio derecho son insistente y confiablemente cercanas. 

Mientras los clientes hablan sobre cualquier cosa que tengan in mente los terapeutas del hemisferio derecho muestran un INTERÉS GENUINO y AFABLE en desarrollar la conversación, entender y explorar mejor eso que los clientes están expresando.

La parte más importante de ese entendimiento es la resonancia afectiva.

El terapeuta puede usar las palabras para establecer un contacto que regule el afecto y para provocar que surjan más sentimientos, pero evitará explicar o interpretar el momento. 

Con el tiempo y muchas repeticiones de momentos emocionalmente resonantes a salvo, el cliente será capaz de convivir con estados afectivos amplificados cuando estos surjan, y puede que incluso comience a hablar de ellos.

Esta es la manera en la que el afecto disociado se convierte en un afecto coherente y regulado.

Se convierte en estados emocionales experimentados de manera subjetiva y partes tolerables del yo.

REFERENCIAS

Deyoung, P. (2024). Comprender y tratar la vergüenza crónica. Sanar el trauma relacional del hemisferio derecho. Barcelona: Eleftheria.

González, A., & Mosquera, D. (2012). EMDR y disociación. El abordaje progresivo. Pleyades.

Gonzalo, J. L., & Benito, R. (2017). La armonía relacional, aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia. Ed. Desclée de Brouwer. Zarautz. España.

Marrodán, J. L. G., & Moraga, R. B. (2023). Sandtray applications to trauma therapy: A model towards relational harmony. Routledge.

Rogers, C. R. (1961). El proceso de convertirse en persona: mi técnica terapéutica. In El proceso de convertirse en persona: mi técnica terapéutica (pp. 356-356).

Schore, A. (2022). Psicoterapia con el hemisferio derecho. Barcelona: Eleftheria.

Siegel, D. J. (2007). La mente en desarrollo. Bilbao: Desclée de Brouwer.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Congreso Internacional de Psicoterapia Sistémica, presencial en Pozuelo de Alarcón (Madrid) y online, del 15 al 17 de noviembre de 2024

Congreso Internacional de Psicoterapia sistémica

On line y presencial en Pozuelo de Alarcón (Madrid)

15 al 17 de noviembre de 2024




Madrid, imagen de la Gran Vía


Participan un elenco de profesionales especialistas en psicoterapia sistémica con dilatada trayectoria profesional y prestigio -todo un logro reunirlos a todos-, en un congreso que abordará diferentes y actuales temáticas de gran relevancia para la práctica de la psicoterapia y el desarrollo humano:

José Antonio Luengo, Alfredo Cannevaro, Guillermo Mattioli, Rafa Guerrero, Loretta Cornejo, Begoña Ibarrola, Mercedes Bermejo, Milena González, Esteban Laso, José Luis Marín, Juan Luis Linares, Luis Fernando López, Begoña Aznárez, Luis Ángel Saúl, Annette Kreutz, Marcelo Cebeiro, Maryorie Dantagnan, Timanfaya Hernandez, Carmen Bermúdez, José Luis Gonzalo, Íñigo Ochoa y Manuel Paz.

El lema de este año es «Perspectivas emocionales: una mirada sistémica hacia el futuro», y nuestro objetivo es abordar los retos y avances en la profesión, brindando a los asistentes una perspectiva única sobre las tendencias emergentes.

Temáticas como Avances en la psicoterapia actual, Retos de la psicoterapia con las familias actuales, Avances en la regulación de la psicoterapia, Familia de origen del psicoterapeuta, cuando nuestras heridas no han sanado, Relevancia del vínculo en psicoterapia, Tomarse el amor en serio:la terapia de pareja en clave emocional, Traumaterapeutas en la caja de arena... y muchas más. 

En esta página web tienes toda la información que necesitas sobre el congreso: conocer a los ponentes, las temáticas, pósters, talleres y comunicaciones que pueden proponerse -para participar en el congreso activamente-, formulario de inscripción, lugar del evento, información sobre Madrid y alrededores...


Es un honor participar, junto con Maryorie Dantagnan, en este congreso como miembros de la red apega para dar a conocer en una ponencia cómo trabajamos con la caja de arena dentro del modelo de traumaterapia sistémica.

¡OS ESPERAMOS!

lunes, 6 de mayo de 2024

La caja de arena en el tratamiento del trauma con niños/as y adolescentes: Una revisión sistemática, por Nerea Benito Herce, psicóloga

Muchas personas que seguís el blog conocéis la técnica de la caja de arena y el modo de utilizarla desde el sandtray, integrándola dentro de un modelo terapéutico comprensivo, con visión sistémica y teniendo en cuenta el contexto de vida donde vive el niño o el adolescente. Un uso responsable y ético de esta herramienta terapéutica implica, como decimos, el trabajo con padres y con los profesionales que conforman el contexto del niño o joven que acude a recibir psicoterapia, así como conocer los alcances y precauciones en su utilización. 

Si es la primera vez que has oído hablar de este abordaje terapéutico, puedes leer estos posts que escribí en el blog y/o leer alguno de los libros que están publicados y que lo desarrollan con detalle: su historia, definición, beneficios, limitaciones, contraindicaciones, cómo conducir una sesión con la caja de arena, qué observar, cuándo y cómo interpretar y las aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia.






Una de las cuestiones que habéis planteado en los talleres, que no es baladí, es si es una técnica basada en la evidencia, es decir, si se ha sometido a estándares de investigación, utilizando métodos que han probado su eficacia. "Basado en la evidencia" quiere decir que hay un cuerpo de investigación que avala una técnica psicológica y esta no es algo meramente especulativo o un placebo.

Este libro cuenta las experiencias de los profesionales
con la caja de arena. Nerea Benito participa con un capítulo.



Siempre he contestado a esta pregunta afirmando que la caja de arena sí está basada en la evidencia. Existen varias revistas donde se publican artículos de investigación con los resultados obtenidos con diferentes poblaciones. Hasta la fecha, sin embargo, no se había hecho -que yo sepa- en nuestro entorno una revisión sistemática de la literatura existente sobre los estudios de investigación que recogen los diferentes resultados y conclusiones. Y menos aún sobre la caja de arena y el tratamiento del trauma, el tema al que nos dedicamos en este blog. 

Este libro permite conocer el ABC de la técnica


Por eso, tengo el gusto de presentaros este trabajo de investigación, de Fin de Grado en Psicología, realizado brillantemente por la psicóloga Nerea Benito Herce, bajo la dirección del profesor de la Universidad del País Vasco Iñigo Ochoa, titulado: La caja de arena en el tratamiento del trauma con niños/as y adolescentes: Una revisión sistemática.

Necesitábamos que alguien hiciera esta labor y ella lo ha hecho de una manera rigurosa, recopilando los diferentes estudios, sus resultados, los alcances y las limitaciones. Nerea conoció la técnica durante sus prácticas en nuestra consulta Lotura. Ella pudo practicar con esta y participar como co-terapeuta en sesiones de psicoterapia con pacientes, y también en los talleres de formación que impartimos dentro del Postgrado de Traumaterapia Sistémica de Barudy y Dantagnan en San Sebastián (España), demostrando gran capacidad en su uso. 

Este libro permite aprender a trabajar con la caja de arena
aplicándola dentro de la Traumaterapia de Barudy y Dantagnan


Dado el alto interés que su trabajo tiene, pusimos este en conocimiento de Linda Homeyer, una experta mundial en Sand therapy. Ella realizó una revisión del trabajo de investigación y lo valoró muy positivamente. Por ello, decidió publicarlo en su revista sobre el ámbito, titulada: World Journal for Sand Therapy Practice. Promoting The Ethical Practice of Sand Therapy.

Logo de la World Journal For Sand Therapy Practice,
que dirige Linda Homeyer.



Os comparto el enlace al artículo de Nerea Benito Herce porque creo que podéis necesitar referenciarlo en vuestra práctica profesional. Además, los pacientes os lo pueden pedir, y para que la incluyáis en los informes que elaboréis, tanto para el ámbito clínico como para el educativo y el judicial. Resulta primordial contar con este trabajo para que en los informes diagnósticos podamos incorporar la caja de arena entre las técnicas utilizadas, y para que respondamos en los juicios que la técnica está basada en la evidencia. Es cierto que es complicado someter esta herramienta (por su riqueza y complejidad) a los estándares clásicos de la investigación. Jung no era partidario del conocimiento estadístico, estaba interesado en el proceso de individuación, que es propio de cada ser humano. Pero actualmente la ciencia sí puede comprobar, estudiando algunas variables, que tras la aplicación de este abordaje terapéutico se obtienen mejorías significativas en los pacientes, especialmente indicada cuando hay un trauma psicológico. Es una técnica respetuosa con los pacientes, y eso queda puesto de manifiesto también el magnífico trabajo de Nerea. 

Enlace al artículo: CLICK AQUÍ

Quiero terminar estas líneas felicitando a Nerea Benito Herce por el excelente trabajo que ha realizado. Ella ha cubierto una necesidad que teníamos. Gracias a su aportación, pueden producirse beneficios para muchos pacientes jóvenes y adultos, porque podemos defender científicamente la terapia de la caja de arena que hacemos con ellos. También le agradezco de todo corazón el reconocimiento que me ha dado al incluirme como co-autor de la revisión, al ser mi persona fuente de inspiración de este trabajo, que es mérito suyo. 

viernes, 5 de abril de 2024

Caja de arena: taller especializado trauma (nivel II) en el centro de psicoterapia UmayQuipa, Madrid, 26 de mayo de 2024

 Taller especializado de la técnica de la caja de arena


Nivel II: Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia.


En Madrid, UmayQuipa, 26 de mayo de 2024
Horario: 10,00h - 18,00h
(Comida: 14,00h a 15,30h)




PRESENTACIÓN 

Cuando se padecen trastornos emocionales o traumas, hablar resulta potencialmente peligroso porque sitúa a los pacientes fuera de la ventana de tolerancia a las emociones y éstos se des-regulan (se hiperactivan o se hipoactivan) Transformar los contenidos psíquicos internos traumáticos en formas físicas concretas que representan símbolos (que se pueden tocar y manipular) y hablar desde lo que se ha representado con ellos en el mundo en la arena, favorece la expresión y elaboración psicológica sin tanto dolor y de una manera segura. 

En este taller aprenderemos qué particularidades tienen los pacientes víctimas de traumas y qué precauciones debemos de tener. Además, veremos las diferentes metodologías de trabajo con la técnica de la caja de arena: desde la libre o no directiva (que tiene poder para capturar los traumas del paciente) como la directiva, en la cual este representa contenidos traumáticos genéricos o con miniaturas que le representan. El acercamiento al contenido traumático se hace desde la distancia máxima (no directiva) hasta la menor distancia (directiva) 

La caja de arena potencia el pensamiento en imágenes propio del hemisferio derecho del cerebro; posteriormente, en la co-exploración, participa el izquierdo dando sentido a lo representado. 

Conoceremos qué preguntas concretas se pueden hacer para reflejar y ayudar al paciente a regularse emocionalmente, a empoderarse y a elaborar lo traumático. Desde el respeto absoluto al ritmo y posibilidades (recursos) del paciente.


ASPECTOS A TRATAR

Concepto de trauma: ampliación de la visión clásica.

Cómo la caja de arena ayuda a la integración de contenidos traumáticos.

El modelo de traumaterapia de tres bloques de Barudy y Dantagnan en el cual integrar la técnica de la caja de arena.

Metodologías de aproximación a la técnica de la caja de arena, según distancia del contenido traumático o problema emocional. 

  Caja arena libre 
  Caja arena enfocada: intermedia 
                                   directa

Limitaciones y precauciones en el uso de las metodologías.

METODOLOGÍA DEL TALLER

La metodología del curso es vivencial y el/la alumno/a trabaja los contenidos temáticos elaborando cajas de arena.

Es necesario haber asistido al taller de nivel 1 (básico) de la caja de arena.

Se darán certificados de asistencia.

Información e inscripciones para reserva de plaza:

Teléfono: 91 549 38 78