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lunes, 16 de mayo de 2022

Declaración por el derecho de vivir en paz

Durante las pasadas V Conversaciones, que han sido todo un éxito, según recojo de todas las personas que se han puesto en contacto conmigo y con los miembros del comité organizador, los miembros de la red apega de profesionales creamos un documento con aportaciones de varios de sus integrantes, redactado por Cristina Herce e Iciar García Varona, y leído por esta y Jorge Barudy durante las V Conversaciones, justo antes de la entrega del II Premio Jorge Barudy a los Buenos Tratos. 

La motivación que nos movió a crear esta declaración es nuestra preocupación por la sistemática violación de los derechos de la infancia en el mundo. Un congreso organizado por un blog que se titula Buenos tratos no puede celebrarse y permanecer ajeno a la terrible realidad que sufren muchos niños y niñas en el mundo.

Por eso, os hago llegar este documento para que lo tengáis los que estuvisteis físicamente en las V Conversaciones, y para que los que no pudisteis participar, lo conozcáis y si tenéis a bien, lo deis a conocer.

Os pido la máxima difusión, para que podamos concienciar a la sociedad de esta situación. Y para que los que toman las decisiones sustantivas pongan los medios necesarios para proteger a la infancia y erradicar las situaciones que conducen a que se vulneren los derechos de los niños y de las niñas. Queremos que los niños/as sean protegidos y que se ponga fin al adultismo (Jorge Barudy) imperante en el mundo. 


SI TE SIENTES IDENTIFICADO/A, PROMUEVE SU DIFUSIÓN


DECLARACIÓN POR "EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ"


Grabación y subtítulos por Lorenzo Pérez

 


DECLARACIÓN POR "EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ"

Quienes asistimos a estas “V Conversaciones de Apego y Resiliencia Infantil” compartimos nuestra preocupación por el sufrimiento infantil, así como por el impacto de las graves consecuencias de la violencia, especialmente si esta se produce en los primeros años de vida. 

Sabemos que los efectos de los traumas son acumulativos, que afectan a la salud física y mental de quien los padece, que en muchos casos persisten durante toda la vida, e incluso que se transmiten a futuras generaciones. Como conocedores de ello, bien por nuestra faceta de profesionales, bien por haber integrado en nuestras familias a niños y niñas que han experimentado adversidad temprana, no podemos quedarnos impasibles ante el horror que se está viviendo en estos momentos en Ucrania, y de manera muy especial ante la violencia extrema a la que están siendo sometidos muchos de sus niños y niñas. 

Tampoco podemos ni queremos olvidarnos de todos las niñas y niños que llevan mucho tiempo padeciendo una situación similar como consecuencia de diferentes conflictos bélicos en distintas partes del mundo: Siria, Sáhara Occidental, Etiopía, Yemen, Myanmar, Malí, Níger, Burkina Faso, Somalia, Sudán, Uganda, Congo y Mozambique, Afganistán, Palestina, … Por desgracia, la lista es muy larga y variada, pero en todos esos lugares hay un denominador común: la violación grave y sistemática de los derechos de la infancia, a lo que con frecuencia se añade el agravante de la falta de apoyo y ayuda internacional. 

En situaciones de conflicto armado y entre los refugiados, las niñas son especialmente vulnerables a la violencia, explotación y abusos sexuales por parte de los combatientes, fuerzas de seguridad, miembros de su comunidad, trabajadores de la asistencia humanitaria y otros (OMS, 2021).

Muchos niños y niñas se ven forzadas a abandonar sus hogares dada la situación de inestabilidad y/o violencia que envuelve el ambiente que los rodea y que intoxica el entorno donde crecen y se desarrollan, entorpeciendo e impactando sobre este de forma negativa.

En el cénit migratorio de 2015 se registraron 95.205 peticiones de asilo de niños que viajaban solos en Europa, o que permanecían en asentamientos sin acompañamiento ni supervisión adulta (Eurostat, 2020). A este respecto es de especial preocupación el dato de la oficina europea de policía (Europol) que constató la desaparición de 10.000 menores no acompañados en suelo europeo a lo largo de 2016 (BBC, 2016). Esta misma fuente apunta a que cuando un niño proveniente de Siria, Afganistán o Eritrea se pierde en Grecia o Italia, rara vez pasa algo, dado que pocas agencias fronterizas denuncian sus desapariciones, lo que evidencia el riesgo de estos niños a la explotación sexual y al tráfico humano, tal como resalta Save the Children (2016), cuestión que parece estar relacionada con las propias redes contrabandistas con las que cruzan la frontera (BBC, 2016).


Una niña se muestra asustada dentro de un bote atestado de 
refugiados mientras cruza el mar Egeo desde Turquía a Lesbos. 
Uso exclusivo para NdP sobre “100 asociaciones denuncian…”
©️Javier Bauluz 2015. 

Pero el sufrimiento de la infancia mundial no termina aquí, según datos de UNICEF y Save The Children: 

Una quinta parte de las víctimas de homicidio en todo el mundo son niños, niñas y adolescentes menores de 20 años; cada 7 minutos, en algún lugar del mundo, un adolescente es asesinado en un acto violento.

La población infantil supone la mitad de la población en situación de pobreza extrema en el mundo.

La COVID-19 es la peor crisis para la infancia en los 75 años de historia de UNICEF. 

Se estima que 160 millones de niñas y niños están atrapados en el trabajo infantil. 

En la actualidad, más de 200 millones de niñas y mujeres han sufrido la mutilación genital femenina.

Cada año mueren más de 22.000 niñas a causa de los embarazos y los partos derivados del matrimonio infantil. 

El número de casos de desnutrición a nivel global podría llevar a 9,3 millones de niños y niñas más a sufrir emaciación como resultado de una desnutrición aguda que puede conducir a la muerte.

Estudios internacionales revelan que, una cuarta parte de todos los adultos del mundo manifiestan haber sufrido maltratos físicos de niños.

1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales en la infancia. 

Estas son solo algunas de las formas que adquiere la violencia hacia la infancia en todo el mundo. Por ello, y desde aquí, queremos reivindicar el derecho de los niños y de las niñas a crecer en entornos libres de violencia, así como, el derecho de ser partícipes de sociedades más justas y colaborativas. Es labor de los adultos generar sinergias que favorezcan el desarrollo saludable para todos los niños y las niñas en el mundo.

Reivindicamos el derecho de asistencia física y psicológica a toda infancia y adultos en tránsito, así como para aquellos y aquellas comunidades más desfavorecidas y desasistidas de protección. Es deber de los estados ejercer la labor de protección para todas las personas, sin condición ni discriminación alguna. 

No podemos permanecer impasibles ante la muerte y persecución de personas (adultos y niñas) desplazadas buscando lugares seguros. No podemos cegar la mirada a la desigualdad y la injusticia. No debemos tapar los oídos y la voz ante el creciente discurso del odio que nos aleja de la compasión y la humanidad.

“QUE SU VOZ SEA NUESTRO GRITO”. RECLAMEMOS, EL DERECHO DE LOS NIÑOS Y NIÑAS, DE LAS MUJERES…DE LAS PERSONAS, EXIJAMOS, COMO DICE EL CANTAUTOR VICTOR JARA “EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ”.


El derecho de vivir en paz, de Víctor Jara

 

sábado, 25 de abril de 2020

"Sobre el alivio del desconfinamiento en población adolescente con antecedentes de adversidad temprana: los/as grandes olvidados/as", por Rafael Benito Moraga, psiquiatra.

Sobre el alivio del desconfinamiento en población adolescente con antecedentes de adversidad temprana: los/as grandes olvidados/as.

Por Rafael Benito Moraga. Psiquiatra. Docente del Postgrado de Traumaterapia. 
RED APEGA de profesionales.

Rafael Benito Moraga impartiendo docencia.
La situación actual ha generado una lógica preocupación por las condiciones anómalas a las que se está exponiendo a niños y niñas. Con toda razón se argumenta que la infancia es un periodo de la vida en el que las condiciones ambientales pueden ejercer una influencia decisiva en el desarrollo de la personalidad; una influencia mayor de la que tiene para los adultos, a quienes se les supone dotados de recursos psíquicos y físicos suficientes para afrontar la situación de confinamiento que priva a los niños y las niñas del estilo de vida más favorable para su desarrollo psicofísico. 

El motivo de que debamos cuidar tanto las circunstancias en las que están viviendo los niños y las niñas es que en ellos y ellas, el sistema nervioso está en desarrollo; y el cerebro, como cualquier otro órgano, es especialmente sensible a las influencias externas durante los años en los que su crecimiento es más activo (Andersen & Pine, 2014). Así que debemos celebrar la decisión de aligerar la situación de confinamiento para los niños y niñas menores de 14 años ya que, el daño producido durante el neurodesarrollo puede afectar a la salud mental y física de por vida (Lewis & Rudolph, 2014)

El problema es que se puede pensar erróneamente que sólo el cerebro de los niños y niñas menores de 14 años está en un estado sensible, de crecimiento, desarrollo y modelado máximamente influenciable; cuando en realidad, el cerebro no deja de crecer y desarrollarse hasta bien pasados los 20 años. Si tuviéramos que señalar los dos periodos más importantes en el desarrollo del sistema nervioso, estos serían los tres primeros años de vida y la adolescencia; y en el caso de esta última, el periodo que va de los 14 a los 18 años. El desarrollo de las redes neuronales sigue procesos de proliferación, durante los que estas redes aumentan sus ramificaciones y conexiones, y procesos de poda, en los que estas interconexiones se van refinando, haciéndose máximamente eficientes. La proliferación se produce de modo espontáneo, siguiendo un programa genético; pero la poda depende de las circunstancias ambientales, y es importante que se produzca en las condiciones más favorables porque, si no se realiza adecuadamente, resulta difícil revertir los cambios más adelante. El primer periodo de proliferación y poda tiene lugar durante los primeros años de vida; de modo que durante los años previos a la pubertad, el neurodesarrollo no está tan activo; pero hacia los 10-12 años, con los cambios hormonales de la pubertad se inicia una segunda proliferación, a la que seguirá una segunda poda durante la adolescencia.

Los estudios de neuroimagen que permiten ver los cambios experimentados por el sistema nervioso a lo largo de la vida indican que la adolescencia, y sobre todo el periodo que va de los 14 a los 18 años, es crucial en el neurodesarrollo (Galván, 2017); un momento en el que las circunstancias van a moldear patrones de actividad cerebral que dirigirán el comportamiento y la regulación emocional de los y las adolescentes durante su vida adulta. Desde el punto de vista neurobiológico, la adolescencia es un periodo de gran vulnerabilidad; por tanto, es muy importante prestar atención también a la influencia que la situación actual de confinamiento tiene en el desarrollo psicológico de los y las adolescentes. 

Y en este sentido, no todos/as los/las adolescentes tienen los mismos problemas y las mismas necesidades. Cuando la pubertad da inicio a esa segunda proliferación, esta se realiza sobre los resultados de la proliferación y poda de la primera infancia. Si durante esos primeros años de vida las circunstancias fueron favorables, el cerebro adolescente tendrá más probabilidades de experimentar una proliferación y poda saludables; por el contrario, si las circunstancias fueron desfavorables, bien por adversidades socioeconómicas, bien por maltrato o abandono, la proliferación y poda se producirán en un sistema nervioso dañado (Lanius, Vermetten, & Pain, 2010). Esto explica que quienes han sufrido maltrato, abandono o abuso durante sus primeros años de vida, sufran con frecuencia un empeoramiento de su comportamiento y de su regulación emocional durante la adolescencia; por lo que debemos interpretar sus conductas disruptivas y sus problemas emocionales como la consecuencia de una reactivación de los procesos de proliferación y poda neuronal sobre un terreno que fue dañado por la adversidad y el trauma. 

Por todo ello debemos considerar que, desde el punto de vista neurobiológico, y por tanto psíquico, los y las adolescentes no son todavía adultos ni se les puede pedir que se comporten como tales; porque todavía están desarrollando las capacidades cerebrales que les permitirán mantener un funcionamiento adaptado cuando sean mayores. Así pues, ellos y ellas también necesitan que les ayudemos, entendiendo su vulnerabilidad a la situación actual y proporcionándoles el mismo alivio de la situación de confinamiento que se ha previsto para los niños y niñas. 

Y entre todos los y las adolescentes, quienes necesitan más apoyo para superar las consecuencias del confinamiento son los chicos y chicas que han sufrido un daño en su neurodesarrollo por circunstancias adversas durante la infancia. Para ellos es especialmente difícil desplegar la actividad cerebral que les permitiría regular adecuadamente sus emociones; por lo que les resultará más complicado mantener la situación de confinamiento. Además, el estado de su desarrollo cerebral demanda también que se les proporcione, como se ha hecho con niños y niñas, la posibilidad de salir ocasionalmente bajo supervisión de un adulto y con las medidas de protección que se consideren necesarias, con el fin de que su evolución psíquica y física no sufra menoscabo.

BIBLIOGRAFIA

Andersen, S. L., & Pine, D. S. (2014). The Neurobiology of Childhood (S. L. Andersen & D. S. Pine, eds.). https://doi.org/10.1007/978-3-642-54913-7

Galván, A. (2017). The Neuroscience of Adolescence. In The Neuroscience of Adolescence. https://doi.org/10.1017/9781316106143

Lanius, R. A., Vermetten, E., & Pain, C. (2010). The impact of Early Life Trauma on Health and Disease (R. A. Lanius, E. Vermetten, & C. Pain, eds.). Cambridge: Cambridge University Press, Cambridge, UK.

Lewis, M., & Rudolph, K. D. (2014). Handbook of Developmental Psychopathology: Third Edition. In Handbook of Developmental Psychopathology: Third Edition. https://doi.org/10.1007/978-1-4614-9608-3

lunes, 9 de julio de 2018

La separación interminable: el apego es un derecho humano.

Recientemente hemos asistido con dolor al intento de Trump de separar a los niños de sus familias migrantes sin papeles, algo por lo que, afortunadamente, la comunidad internacional se le ha echado encima y por lo que -parece- ha tenido que rectificar, dada la atrocidad que iba a cometer. El diario El País dice en su edición del 21 de junio literalmente así: "La ola de protestas, dentro y fuera de Estados Unidos, por la separación de niños y familias migrantes sin papeles ha forzado a Donald Trump a dar marcha atrás en esta política. El presidente firmó este miércoles una orden ejecutiva que ponga fin a una práctica que ha causado estupor entre los propios republicanos, provocado la condena del Papa, la reprobación de Naciones Unidas y el rechazo de otros Gobiernos, como el de Reino Unido. Trump ha explotado electoralmente el discurso antiinmigración con éxito y sin contemplaciones hasta ahora, pero el golpe a la infancia ha roto finalmente una costura".

Este ataque que lesiona el vínculo entre los niños y sus familias, ha movilizado a los expertos internacionales en apego que han elaborado un documento en inglés para dar a conocer y condenar las secuelas que dicha separación tiene sobre el desarrollo cerebral de los niños y niñas, el cual se ha publicado en el blog Psychologytoday.com en inglés. He traducido el texto porque me parece un documento que explica de una manera científicamente rigurosa pero a la vez sencilla y clara qué ocurre cuando se separa a un niño o niña de sus padres o familiares, desde lo que Bowlby y Ainsworth -pioneros de la teoría del apego- ya dejaron bien sentado, hasta lo que hoy en día se sabe acerca de esta particular forma de maltrato que es tóxica para el desarrollo psicobiológico del niño/a.

Además de para concienciar a la opinión pública y a todos y todas los/as ciudadanos/as de que esto daña psiconeurobiológicamente a los niños/as -algo que no todo el mundo conoce-, ya que muchos pueden pensar que genera angustia y pena en él/ella, sí, pero que si se le atiende bien y es reunificado con sus padres, no pasará a mayores y el niño/a restaurará su vida, funcionamiento y bienestar habituales, creo que su lectura, además, nos puede venir muy bien a todos/as los/as que nos citamos en este blog para conocer las consecuencias de toda separación. No hemos de pensar que el sufrimiento no pasa factura y el ser humano puede resetear su cerebro de las experiencias vividas, como si pudiéramos hacer un paréntesis así, olvidando o apartando lo que nos hiere y retomando la vida sin más. No es así, se puede causar mucho daño con estas medidas y, por eso, estos especialistas, de renombre mundial, han aunado sus esfuerzos para redactar este escrito y dejar patente las secuelas que esta crueldad puede acarrear a los menores y sus familias.

Aunque el vínculo sea inseguro, la separación de los niños de sus figuras de apego, usualmente sus padres, genera angustia -cada niño intentará defenderse de la misma como su cerebro pueda-, siendo una fuente de estrés que, como decimos, puede resultar tóxica para el cerebro/mente en desarrollo, más cuanto más pequeño sea el niño/a.

Hay veces que en situaciones de maltrato, abandono y/o abuso prolongado las instituciones, tras intentos reiterados, mediante programas psicoeducativos, de capacitación parental, tratan de rehabilitar a los padres o familiares en dichas capacidades, para que los menores puedan permanecer con ellos/as. Sin embargo, los padres, aunque no es su voluntad, dañan a sus hijos/as, lesionan su vínculo (insegurizándolo de manera que generan desorganización en su apego) de manera tan seria que ha de adoptarse una medida de protección porque va a garantizar su cuidado y es un derecho del niño/a el ser criado en un entorno de respeto, afectividad y normas, a proveerle de figuras de apego alternativas. Es cuando se toman medidas que se presupone serán positivas para estos menores, como la adopción o el acogimiento familiar. En estos casos también debe de cuidarse y acompañarse con medidas terapéuticas y educativas estas dolorosas separaciones de su entorno de origen, que son muy difíciles de elaborar para el cerebro/mente de un niño/a -lleva mucho tiempo, trabajo y entorno afectivo y contenedor esta elaboración-. Y hay que tratar de preservar este vínculo siempre que sea posible y desde lo que estos padres, apoyados por los educadores y psicólogos, pueden aportar, participando de la vida del niño/a, excepto si esta resulta claramente tóxica para el menor. 

En otras situaciones, los menores han convivido prácticamente desde el nacimiento en una familia de urgencia porque el desamparo se ha detectado tempranamente. A veces, el niño/a vive con esa familia durante varios años, tornándose más una medida permanente que temporal. Llega un momento en el que existe la posibilidad de que ese niño/a tenga la oportunidad de una adopción definitiva y la familia de urgencia debe de cesar en sus funciones y entregar al niño/a a su nueva familia. Muchas familias de urgencia me han escrito quejándose de la manera tan brusca y disruptiva que tienen algunas administraciones de hacer estas transiciones, aludiendo que la familia de urgencia será más un obstáculo que una base segura sobre la que el niño/a puede apoyarse. Sin embargo, a la luz de la lectura del documento que a continuación tenéis, hemos de pensar que esta práctica es equivocada e incluso perjudicial. El niño/a ha desarrollado un vínculo con estas familias de urgencia porque lo que fue tipificado como urgente se tornó estable y permanente para el niño/a, lo que le dio vínculo seguro.

Por ello, la transición debe hacerse de manera progresiva y la cesión del niño/a a su nueva familia plantearse de tal modo que este (con mayor razón si es un niño muy pequeño) pueda ir manejando el estrés y la angustia a niveles tolerables para él/ella, con los cuidadores conocidos cerca y en contacto con la nueva familia, para que el menor pueda ir confiando en ellos. Hay que tomarse el tiempo necesario y, posteriormente, cuando el menor esté preparado y seguro en su nuevo hogar y con sus nuevos cuidadores, hacer una despedida. Porque es cierto que hay que hacer un cierre de esa etapa de la vida de un niño/a, pero con transiciones tolerables, trabajando las emociones, cuidando ese periodo tan delicado donde el niño/a se puede ver abrumado y desbordado por la pérdida. Los seres humanos no somos máquinas que se reprograman. Incluso aunque un niño no dé aparentemente manifestaciones de sufrir en la separación, hay que ser cautos e ir despacio. Porque esto puede ser una pseudoadaptación. Tratar de no romper la continuidad de su desarrollo con abruptas y angustiantes rupturas debería ser un derecho del niño/a. Estas separaciones, en todos los contextos y siempre que sea posible, deben de hacerse progresiva y reguladamente. Porque es inevitable que sean dolorosas -muchas veces los menores no entienden ni aceptan dicha medida y tanto ellos/as como los padres se sienten atacados y amenazados, sobre todo cuando aquéllos han de residir en un centro o con otra familia acogedora-, pero no tienen por qué ser traumáticas. En este sentido, es encomiable el trabajo de APIR -Asociación Pro Infancia Riojana- que ha desarrollado un excelente protocolo con recomendaciones, al hacerse las salidas de los menores de los domicilios y separarse de sus padres o cuidadores, cuando la administración adopta medidas de protección.


Aprovecho la ocasión para despedirme temporalmente vosotros y vosotras, por haber estado un curso más ahí, al otro lado, cuando escribo os tengo a todos/as presentes. Buenos tratos se toma unas vacaciones de verano para regresar en septiembre con nuevas energías y motivación para seguir ofreciéndoos artículos sobre el apego, el trauma y la resiliencia. Contaremos con colaboradores mensuales y por supuesto, como siempre, tendremos interesantes y atractivas novedades de las que os iré informando. El blog queda operativo para anunciaros cursos y eventos.

¡Feliz verano a todos/as, un cariñoso saludo!

Espero que este documento os sea de utilidad, con ese fin lo he traducido. Lo ha publicado en el blog Psychologytoday.com Jessica L. Borelli, Ph.D.

Firman esta carta-documento los expertos internacionales en apego más reputados del mundo anglosajón.

Esta obra es fruto de los esfuerzos colaboradores que emanan de la comunidad internacional de investigadores dedicados a comprender el significado de las relaciones de apego en la infancia. Incluye la participación de:

Co-authored by Alicia Lieberman, Anna Maria Speranza, Anne Rifkin-Graboi, Carlo Schuengel, Charles Zeanah, Daniel Siegel, Dante Cicchetti, David Pederson, Debby Jacobvitz, Elizabeth Carlson, Erik Hesse, Frances Nkara, Gottfried Spangler, Howard Steele, Jean-François Bureau, Jessie Borelli. Jody Todd Manly, Jude Cassidy. Judith Solomon, Karlen Lyons-Ruth, Kazuko Behrens, Kristin Bernard, L. Alan Sroufe, Marian Bakermans-Kranenburg, Marinus van IJzendoorn, Mary Dozier, Mary Main, Mary True, Miriam Steele, Naomi Bahm, Pasco Fearon, Pehr Granqvist, Peter Fonagy, Robbie Duschinsky, Robert Weigand, Ruth Goldwyn, Samantha Reisz, Sheree Toth, Sheri Madigan, Sophie Reijman & Susan Spieker

A lo largo de 75 años, los psiquiatras y los psicólogos han sabido que la separación abrupta y/o prolongada puede implicar graves consecuencias, incluyendo ansiedad, depresión y alteraciones del comportamiento. En 1952 Bowlby y Robertson argumentaban: “Ahora hay evidencia que periodos prolongados de deprivación materna en niños muy pequeños pueden dar lugar a perturbaciones psiquiátricas extremadamente serias”. En años más recientes, hemos aprendido que este tipo de separaciones pueden impactar también el desarrollo cerebral, el aprendizaje y la salud física.

Durante las separaciones prolongadas, los niños pasan por tres fases: protesta, desesperanza y finalmente desapego. Estos efectos pueden observarse incluso cuando los niños experimentan prolongadas separaciones por razones relativamente rutinarias, y pueden suceder cuando los niños están bien alimentados, hospedados (en el sentido de guardados) y cuidados durante las separaciones

El impacto negativo de las separaciones puede aminorarse si hay otro cuidador conocido, amoroso, presente. Puede incluso ser reducido cuando el entorno físico permanece constante, y cuando, seguido a la reunión con los cuidadores, los padres progresivamente reconstruyen un sentido de seguridad para sus niños. En contraste, cuando los padres sienten indefensión o están atemorizados en el momento de la separación, el impacto que esta tiene en el desarrollo de los niños puede exacerbarse.

Cuando el gobierno separa a los niños de los padres, la situación es ya emocionalmente sobrecargante. El entorno físico es extraño al niño. No hay tíos, tías o abuelos amorosos que estén presentes para cuidar y confortar al niño mientras los padres están fuera. La reunión no sucederá en un entorno óptimo. Los padres experimentarán desesperación durante la separación, y, en el momento de la reunión, no estarán en situación de confortar ya que ellos mismos necesitan ser cuidados.

Parar las separaciones es un deber. Reconocer lo significativo que es en la vida de los niños, y ayudar en la reunificación y recuperación es ahora de crucial importancia.

¿Por qué la separación de los padres es una fuente de sufrimiento tan grave?

Porque nosotros estamos programados mentalmente para sentirnos de este modo. Cuando los animales sociales son separados de su grupo tienen más probabilidades de ser victimizados y menos probabilidades de reproducirse. Recuriendo a una revisión estadística de 208 estudios de laboratorio, Dickerson & Kemeny argumentan que casi todo el estrés social es, en su raíz, referido al miedo a ser excluido del grupo social. Pero, junto con otros pocos primates, los humanos –y especialmente los humanos jóvenes- pueden encontrar la separación especialmente estresante.

Nosotros humanos no corremos a una cueva o a una guarida cuando estamos aterrorizados. Cuando nosotros somos pequeños, nosotros lloramos por nuestros padres. Posteriormente, nosotros gateamos hacia ellos. Más adelante, nosotros corremos hacia ellos. No importa si estos padres son “buenos” o no. Son oportunidades y ellos son nuestra mejor oportunidad para sobrevivir, especialmente desde que tenemos el más largo periodo de inmadurez física (y, por lo tanto, de indefensión) de todas las especies. Quedarse solo es inherentemente peligroso, indicando incluso el potencial de que venga más peligro. Si los padres no regresan, ¿cómo puede una cría humana encontrar comida? ¿Buscar un refugio? ¿Protegerse? Por supuesto, en tiempos modernos un mínimo de cuidado puede ser proporcionado por el gobierno, pero millones de años de historia de la humanidad fluyen a través de nuestros cerebros, gritando ¡peligro, peligro, peligro! Lo cual significa que nuestra biología responde.

Cuando nosotros somos aterrorizados, el camino menos costoso para reducir nuestra angustia es mediante un cambio en la conducta –ir hacia los padres- pero si no podemos hacer eso nuestro cuerpo reacciona. El sistema nervioso simpático se dispara hacia altas velocidades (por ejemplo, aumenta la tasa cardíaca) y las hormonas del estrés inundan nuestro torrente sanguíneo. Pasado un tiempo, demasiada exposición a las hormonas del estrés cambia la arquitectura de nuestros cerebros, nuestros niveles de ansiedad y nuestra capacidad de pensar y aprender con eficacia.

Los cambios en las hormonas del estrés representan un camino hacia el cual la separación puede tener ramificaciones a largo plazo. Incluso en roedores –animales de madriguera que pueden no encontrar la separación inherentemente tan terrorífica- las separaciones madre-cría pueden conducir a cambios neuroanatómicos para toda la vida referidos a la memoria, la regulación del estrés, el uso de alcohol, y la parentalidad en la próxima generación. En algunos estudios los efectos son inducidos mediante separaciones permanentes, pero, en otros, días –e incluso horas- de separaciones roedor-cría tienen consecuencias duraderas. Reconociendo los dañinos efectos de la separación, los comités éticos mandan que los investigadores se adhieran a ciertas guías para separar a las madres y sus crías.




¿Debemos esperar menos protecciones para las familias humanas inmigrantes indocumentadas que están en correspondencia con los animales de laboratorio?

Vayamos a estudios dirigidos por investigadores interesados en comprender la conducta de los padres y las maneras en que los niños manejan el estrés. Estos estudios a menudo usan separaciones de laboratorio muy cortas como una “ventana” al mundo de la vida real. En la infancia temprana, el procedimiento de la Situación Extraña de Mary Ainsworth se utiliza a menudo para evaluar la relación de los niños con sus madres o padres. El procedimiento de la Situación Extraña implica una serie de separaciones breves de los niños que son dejados solos o con un cuidador extraño de uno a tres minutos, y las separaciones convencionales de tres minutos son acortadas a un minuto o incluso treinta segundos, si el niño parece experimentar excesivo estrés. Como cualquier otra investigación humana, el uso de este procedimiento requiere justificaciones éticas y algunos han criticado esto en el terreno ético, sugiriendo que la potencial ganancia científica no justifica el estrés inducido durante esta separación de tres minutos.

De acuerdo al poder científico de la Situación Extraña, todos y cada uno de los firmantes de esta carta hemos dirigido miles de estas Situaciones Extrañas procedimientos experimentales – siempre asegurando que los niños nunca están solos de verdad (por ejemplo, monitorizados mediante cámara o desde un espejo unidireccional) y que la separación se acaba si el niño (o los padres) llegan a estar excesivamente angustiados. En algunos casos, esto significa que acortamos la separación o, menos frecuentemente, incluso concluimos el procedimiento. Nosotros creemos que es importante tener en cuenta la conducta del niño no sólo por razones éticas (lo cual sería suficiente) sino también porque queremos registrar la conducta del niño en el afrontamiento de estrés moderado y no severo.

El grado en que el niño encuentra la experiencia deprimente y la medida en la que la conducta resultante es reflejo de la manera habitual del niño de manejarse es dependiente de una variedad de factores incluyendo las normas culturales cuando un niño es dejado al cuidado de otros, así como la reciente historia del niño: ¿Ha tenido el niño o niña recientemente una separación del cuidador de una semana de duración? ¿Ha sido recientemente sensibilizado para encontrar la experiencia angustiante? ¿Ha sido él o ella recientemente dañado o estado enfermo/a? Esta leve separación puede invocar la protesta, llorando, aumento de la frecuencia cardíaca y cambios en el cortisol, el cual, para los niños con contextos más difíciles, puede ser prolongado. Asimismo, como se identificó por primera vez por Mary Main y Erik Hesse, profesores de la Universidad de Berkeley, cuando los niños han sido previamente expuestos a terror en forma de cuidado parental atemorizante o atemorizado, son propensos a mostrar una desorganización del comportamiento y desorientación, como mirando sin comprender o girando en círculos y cayendo al suelo.

Y tristemente, estas separaciones de tres minutos dirigidas en una sala de juegos están muy lejos de las escenas en la frontera de Méjico.

En 1960 John Bowlby escribió esto acerca de la comprensión de un niño sobre la separación: "Él no conoce la muerte, sino solo la ausencia; y si la única persona que puede satisfacer su necesidad imperiosa está ausente, ella podría también estar muerta, así es su abrumadora sensación de pérdida"

Los niños más mayores también les marca esta experiencia. La poderosa necesidad de conexión con figuras de apego persiste durante todo el desarrollo de la infancia, en la edad de la educación primaria necesitan confiar firmemente más en la disponibilidad psicológica de los padres que en su constante presencia física. Los niños en edad escolar separados de sus cuidadores muestran reacciones fisiológicas cuando se reúnen con ellos, y la presencia de cuidadores en situaciones en que los niños experimentan estrés ayuda a calmar la respuesta a estrés fisiológico del niño. En todas las mediciones, la presencia y la disponibilidad de los cuidadores es parte integrante de la seguridad emocional en todo el desarrollo de la infancia.

La importancia del contacto continuo con los padres o figuras parentales establecidas, especialmente en momentos de angustia, es extremadamente importante. Cuando la separación es prolongada, son esperables cicatrices mentales, emocionales e incluso biológicas. Incluso en el caso de solicitantes de asilo es un crimen, separar a los niños de sus padres es una forma de "penalización parental", el tipo de tratamiento que se encuentra en regímenes autoritarios que es la antítesis de los Estados Unidos y también ilegal. Reconocer el impacto que la separación prolongada puede tener en los niños nos obliga a reunificar y a poyar a las familias lo más rápido posible, y asegurar que esto no vuelva a suceder de nuevo.

sábado, 12 de mayo de 2018

Apariciones en los medios de comunicación en relación al Comunicado de psicólogos y psiquiatras ante los juicios por violación

APARICIONES EN ALGUNOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN




















domingo, 6 de mayo de 2018

Vídeo comunicado psicólogos y psiquiatras #SaludMentalTeCree

El 27 de abril de 2018 un grupo de profesionales de la psicología y la psiquiatría hicimos un llamamiento para elaborar un comunicado de repulsa sobre la sentencia tras el juicio conocido como "La manada", extensible a todos los juicios por violación. 

Tras la firma digital de 1790 profesionales en documento conjunto que se publicó el día 2 de mayo, cada día se adhieren más de forma individual, suscribiendo este comunicado. 

Queremos que este vídeo sirva de testigo de nuestro firme compromiso para trabajar unid@s en la erradicación de las violencias machistas, por una sociedad más sensible, igualitaria y justa, donde siempre se promueva el buen trato entre todas las personas.

¡¡¡Gracias a todas las personas que han participado en esta iniciativa!!!

miércoles, 2 de mayo de 2018

Juicios por violación: Carta abierta de los/as profesionales de la psicología y la psiquiatría al Ministerio de Justicia y a la ciudadanía.

Como director de este blog cuya finalidad fundacional es la difusión del paradigma de los buenos tratos, he promovido y colaborado en la creación de este comunicado, y también lo suscribo. Os pido la máxima difusión del mismo. Que numerosos colegas nos hayamos puesto de acuerdo en un texto, y organizado y coordinado por una causa justa, es para celebrarlo. Hoy es uno de esos días en los que siento satisfacción, pues uno se reconcilia con la profesión, el mundo y la posibilidad de cambiar éste. Si conseguimos sensibilizar a la sociedad sobre el particular, habremos, no obstante, avanzado mucho. Porque es en la educación temprana y en el vínculo niños-cuidadores donde tenemos la oportunidad de sentar las bases para la creación futura de un mundo más justo y más humano.

Agradezco a todos/as los/as compañeros/as que se han sumando solidariamente a este movimiento.

Carta abierta de los/as profesionales de la psicología y la psiquiatría al Ministerio de Justicia y a la ciudadanía

#SaludMentalTeCree

A propósito de la sentencia emitida sobre los cinco hombres condenados por un delito de abuso sexual durante los San Fermines y del debate que se está produciendo estos días, desde nuestro profundo y enérgico rechazo a dicha sentencia, las personas abajo firmantes emitimos un comunicado elaborado por profesionales de la psicología y la psiquiatría, entre quienes se encuentran especialistas en trauma y tratamiento psicoterapéutico de víctimas de diversas formas de maltrato, abuso sexual, abandono y negligencia, así como personas expertas en sexología, género y violencias machistas. 

Con este comunicado, que aúna la voz de más de 1.700 profesionales de la psicología y la psiquiatría que nos hemos reunido en un grupo creado para tal fin, queremos lograr un doble propósito: (1) Aportar información científica que contribuya a esclarecer aspectos problemáticos de este caso; y (2) Realizar una reflexión basada en evidencias acerca del sistema patriarcal y las consecuencias tan graves que tiene, para la sociedad en general y para las mujeres y los/as niños/as en particular, sobre todo cuando se sitúa en la base de toma de decisiones que nos interpelan a todos y a todas. 

En definitiva, nos mueve un deseo de colaborar con la Justicia como parte de una ciudadanía responsable y como profesionales especialistas en estas áreas de conocimiento, de cara a trabajar por una sociedad más saludable. 

Respecto al primer punto, aunque entendemos que el foco no ha de ponerse en la víctima, viendo el cariz de las bases de las decisiones que se han tomado, queremos ofrecer nuestro conocimiento sobre el impacto traumático que diversos sucesos y acontecimientos causan en las personas y en cómo éstos determinan sus reacciones. En este sentido, nuestra aportación debe arrojar luz a una labor compleja y delicada como es la determinación o no del consentimiento de la víctima y de sus posibles reacciones ante una situación como la que describen los hechos probados. 

De acuerdo a la Teoría Polivagal de Porges, ante una situación de amenaza de muerte, lesión grave o violencia sexual, es común una respuesta de inmovilización cuando no es posible luchar ni huir. En estas situaciones, se activa la rama dorsovagal del sistema nervioso parasimpático, con el resultado de una respuesta de inmovilización, con latidos más lentos del corazón y reducción de la sensibilidad al dolor. Esta es una forma rápida de reacción de nuestro sistema nervioso para tratar de sobrevivir y minimizar el impacto del suceso amenazante cuando, insistimos, no es posible luchar ni huir. Por tanto, en una situación así, no tiene sentido plantear la cuestión del consentimiento o la resistencia, ya que esta capacidad estará anulada dada la magnitud de la amenaza. Esta teoría ha sido demostrada científicamente y avalada por profesionales especialistas en trauma y de alto prestigio a nivel internacional como lo son Stephen Porges, Daniel Siegel, Pat Ogden y Bessel Van der Kolk, entre otras personas.

Tampoco hay lugar para preguntarle a la víctima ni es determinante el hecho de que tuviera respuesta sexual, pues en esos momentos el organismo genera sustancias para producir una analgesia frente al dolor, estando disociada e inmovilizada. Y, en cuanto a la capacidad de resistir y recuperarse de la crisis de adversidad, conocida como resiliencia, en todo caso habría que apoyar la superación que la víctima ha podido llevar a cabo tras la experiencia traumática en lugar de criticarla o someterla a vigilancia. Lo contrario solo sirve para seguir agrediéndola e, incluso, contribuir a su retraumatización. 

Respecto al segundo punto, como profesionales de la psicología y la psiquiatría, asimismo somos perfectamente conocedoras de que las personas interpretamos la realidad que nos envuelve desde nuestros filtros mentales y emocionales, los que a su vez se configuran en relación a nuestra cultura, los vínculos afectivos significativos y nuestras experiencias vitales. 

En esa línea, nos parece profundamente sintomático de la sociedad en la que vivimos el excesivo peso que ha tomado el debate en torno a la víctima en lugar de en torno a medidas que puedan ayudarnos a conseguir una sociedad libre de violencias que vulneran los derechos humanos en general y los de la mujer en particular. Entendemos que el patriarcado, como sistema cultural y de valores, constituye un marco interpretativo en el que debemos inscribir tanto la propia agresión como las leyes que rigen nuestra justicia, así como la actuación de profesionales que la aplican. En una sociedad es responsabilidad de todas y todos, desde policía a profesionales de la judicatura, actuar con profesionalidad, objetividad y ética, sin cuestionar situaciones de violencia probada ni confundirlas con jolgorios, ya que conforma un caldo de cultivo para la violencia, que aquí denunciamos. Así, la mujer y, en particular, su cuerpo sufren una cosificación que la transforma de persona en objeto. Un objeto que, como tal, puede ser utilizado, ni siente ni padece y no es vulnerable al sufrimiento. 

Paralelamente, son de sobra conocidos y reflejados en estudios sociológicos, los imaginarios colectivos que dominan nuestra sociedad, conforme a los cuales tenemos instaurado que las mujeres necesitan ser insistidas y aceptan el sexo aunque “en principio no quieran”. Creemos que esta fantasía arraigada en nuestra cultura motiva gran parte de las preguntas de jueces y juezas en este tipo de procesos, cuestionando constantemente las reacciones de la víctima. Así, son estas víctimas las que tienen que demostrar que “no lo desean”, resistiéndose explícitamente a pesar de que la paralización y el bloqueo sean reacciones automáticas y normales ante el pánico desde el punto de vista psicobiológico. Lejos de contribuir a ayudar a la salud de la víctima y al propósito de la justicia, consideramos que esto solo consigue culpabilizar a la persona agredida, retraumatizarla y revictimizarla. 

Por todo ello, a la luz de la evidencia científica y como profesionales de la psicología y la psiquiatría, consideramos por tanto esencial que los informes periciales que se emitan en procesos como éste cuenten con el asesoramiento técnico de personas expertas y que los/as profesionales de la Justicia así como los Cuerpos de Seguridad del Estado, y en general todo el personal técnico implicado en este tipo de casos, reciba formación con perspectiva de género. 

Y, por último, añadimos la urgente necesidad de la prevención, incluyendo desde la infancia una educación sexual no patriarcal, con perspectiva de género, transversal y estructural, que favorezca el cumplimiento de los derechos y agencie a las mujeres, que no relacione la violencia como parte de la sexualidad, que permita lugares para repensar las masculinidades y para reconstruir el respeto hacia las mujeres, así como la promoción de las relaciones de buen trato.

Suscriben este comunicado las personas aquí firmantes.