lunes, 26 de noviembre de 2012

Psicoeducación para familias adoptivas y acogedoras: desarrollar respuestas consistentes por parte del cuidador (II)

Continuamos nuestra psicoeducación. Vamos a centrarnos hoy en cómo dar respuestas consistentes, como educadores, padres o madres de niños que tienen a sus espaldas una historia traumática de vida. Seguimos a las autoras Blaustein y Kinniburgh en su obra: El tratamiento del estrés postraumático en niños y adolescentes.

Las respuestas consistentes por parte de los cuidadores las vamos a centrar en los siguientes aspectos:
Guía para el uso de la alabanza y el refuerzo positivo por parte del cuidador.
El trauma crea un distrés significativo que impacta a los niños, sí, pero también a todos los sistemas de cuidados en en los que el niño se desenvuelve (la familia, el colegio, las actividades extraescolares, las relaciones con iguales…) No es inhabitual que se instale un patrón en el que los adultos que rodean al niño se identifiquen en exceso con sus dificultades, estresores y síntomas.
Esto puede traer como consecuencia que apenas nos fijemos en los aspectos o conductas positivas y que no usemos la alabanza o el refuerzo positivo. Al final, el niño puede terminar identificado y etiquetado como raro o incluso “malo”. No se rescatan sus comportamientos positivos, sus esfuerzos, su deseo de hacer las cosas bien. Hasta, a veces incluso no se destacan porque se supone que es lo que debe hacer.
El uso de la alabanza y del refuerzo positivo contribuyen a:
Aumentar las interacciones positivas entre el niño y el cuidador.
Aumentar las conductas positivas que se desean.
Favorecer la sintonización positiva entre el niño y el cuidador.
Aumentar el sentimiento de seguridad.
Construir la autoestima y la auto-eficacia para ambos, cuidador y niño.
Aumentar los sentimientos de que el niño y el cuidador pueden dirigirse adecuadamente.
La alabanza y el refuerzo deben ser una opción consciente. Sorprendentemente, es mucho más difícil darse cuenta y hacer notar las cosas buenas que las negativas o las intensamente desagradables que vivimos. Me sucede a menudo en consulta que pregunto a las familias qué destacarían como positivo de sus hijos adoptados o acogidos y… ¡se lo tienen que pensar un rato! Tan centrados están en las conductas desadaptadas... Hay que tener en cuenta que los comportamientos positivos de los niños requieren de nosotros una selección y unos blancos a elegir para reforzar.
Seleccionando conductas positivas
No alabes cualquier conducta (lo que sea) Si se alaba cualquier aspecto del niño, puede resultar falso tanto para el menor como para el padre o la madre. Selecciona cosas que sean tangibles, que son importantes, que son objetivos de trabajo con el niño… Y focalízate en ellas.
Por ejemplo:  “¡He hablado con tu maestra y me ha dicho que llevas una semana muy atento en clase, enhorabuena, lo estás consiguiendo!”
Elegir conductas que son importantes y deseadas. Específicamente, seleccionar conductas o dianas basadas en aquello que estamos tratando de construir. Por ejemplo, si tolerar la frustración sin que el niño monte una rabieta es un objetivo importante, entonces cualquier signo que el niño esté haciendo debería hacerse notar y ser destacado. Por ejemplo, si el menor fue capaz de esperar unos minutos fuera mientras hacíamos una gestión y le decimos “¡buen trabajo!” estamos siendo muy inespecíficos. Es mucho mejor ser concretos, empáticos y reforzantes: “¡Oh!, estoy orgulloso de ti. Te dije que tenías que esperar unos minutos y tú dijiste “bien”. Yo sé que ha sido difícil pero estoy orgulloso de cómo lo has manejado”
Redefinir el “éxito”. Hay que partir de que vamos gradualmente enseñando y reforzando al niño. Es un proceso con idas y venidas (donde la gestión de nuestras emociones es fundamental) Si el último objetivo es que el niño no rompa objetos cuando se enfada, por ejemplo, entonces hay que reforzar la primera vez que el niño grita pero no golpea o rompe.
Más allá de “ser bueno”. La alabanza no siempre debe estar ligada a acciones. El niño siempre es aceptado y siempre es bueno; otra cosa es que sus conductas sean desadaptadas. La alabanza no es sólo que modelemos comportamientos positivos en el niño sino la construcción de un sentido del sí mismo.
Ejemplos de frases de alabanza:
Relativas a la conducta: “Realmente has estudiado muy bien y has terminado tus deberes” “Me gusta lo bien que tú y tu hermana habéis compartido la merienda” “Me siento muy contento cuando me dices de manera clara lo que tú estás sintiendo”
Referidas a esfuerzo: “Me he dado cuenta lo bien que has trabajado en eso” “Gracias por intentarlo, incluso aunque resulte difícil para ti ahora. Si sigues así, lo conseguirás”
Referidas a cualidades de los niños: “Estoy orgulloso de lo amable que eres” “Tienes un gran sentido del humor” “¡Qué bien sabes dibujar, me encanta!” “De portero, en fútbol, eres muy bueno; me siento orgulloso de ti”
Referidas a la relación: “Tú eres un gran niño, me siento súper bien estando contigo” “Me encanta que juguemos juntos y nos riamos, nos sintamos contentos, estemos a gusto” “Me encanta ver tu sonrisa cuando te levantas”
Sobre los reforzadores
Reforzador en psicología es un estímulo positivo que sigue a una conducta que deseamos fortalecer, esto es, aumentar su frecuencia de aparición.
No soy partidario de acordar con los niños cosas tales como “si haces esto, te ganas esto” Los reforzadores deben ser consecuencias naturales no artificialmente creadas. Si el niño hace algo positivo de manera natural y espontánea, una consecuencia que la vida nos enseña es que eso va a ser destacado y aprobado.
La alabanza, los comentarios positivos, la atención que prestamos a los niños, el jugar con ellos, el celebrar juntos con una cena especial lo bien que trabajó los deberes, el poder tener un tiempo extra con los amigos… Son ejemplos de cómo la consecuencia que los padres ponemos de manera natural enseña a los niños.
Hay aspectos que nunca nunca deben ser puestos en cuestión: la pertenencia y la aceptación. Maneras de pretender cambiar al niño tales como ignorar su persona; negarle el cariño (los besos, los abrazos); no aceptar su persona (tus conductas negativas no las tolero –“no debes insultarme cuando te enfadas; yo te voy a enseñar a calmarte y tú aprenderás a hacerlo; pero a ti te quiero y te querré siempre pase lo que pase”-. Mensaje importantísimo para todos los niños pero en especial para los adoptados y acogidos que han sido abandonados anteriormente)
Realmente, observo poco en los padres y familias el trabajo de enseñar a los niños el manejo de sus emociones. Les decimos “¡pórtate bien!" pero no les enseñamos cómo. Y también no veo que los padres alaben y feliciten a sus hijos por cómo son ellos y por sus logros a la hora de ir superando sus problemas. Esto se hace poco. Lo más habitual es que escuchemos una retahíla de frases que remarcan sus problemas, dificultades, síntomas… Esto nos debe dar que pensar y el artículo de hoy va en esta línea, en que reflexionemos sobre ello.
Cuidaos / Zaindu

6 comentarios:

Chedi dijo...

Buenos días José Luis,
Este ha sido un buen fín de semana para mi hija y para mí. Suponía un gran reto porque debía preparar los exámenes que tendrá durante cada día de esta semana. Yo estaba "temblando" ante la perspectiva que se avecinaba...
Lo cierto es que ha ido francamente bien. ¿Por qué? (Esto es lo más importante):
1º) El viernes acordamos que si todo iba bien, pediríamos una cenita a domicilio. ¡Funcionó!
2º) Hicimos intercambio con mi vecina: Ella ayudó a Elena durante una hora y yo entretuve a su niña de tres años. ¡Funcionó!
3º) Ayer me pidió que quería ir a verºlas iluminaciones de Navidad y fuimos después del tiempo de estudio.
Eso sí, he estado a su lado ayudándola todo el tiempo. No puede organizarse sola...Se bloquea...
Pero la he felicitado por la buena letra y presentación de las preparaciones de los exámenes.

Un abrazo

Chedi

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Fantástico, Chedi! Es una experiencia personal la tuya de como utilizar adecuadamente el refuerzo. Estos retos que nuestros niños superan deben ser motivo de celebración, como habéis hecho. Además has sido muy concreta cuando le devuelves el refuerzo. Me alegra mucho que haya ido bien, esto es un paso más en su caminar. También nos muestra que debemos confiar más en nuestros niños. Saludos cordiales,

Chedi dijo...

Hola José Luis,
Por si puede servir a alguien, quería comentar que ayer, y después de un año, decidimos, de acuerdo con un psiquiatra que nos recomendó la psicóloga que trata a Elena, suspender la medicación. Por indicación de otro psiquiatra y otra psicóloga, estaba tomando Risperdal (un anti-psicótico, como sabrás).
No nos sentiamos bien con ese equipo porque no querían ni oír hablar del tema de la adopción.
Nos dejamos aconsejar por ellos. Pero entonces se cruzó en mi camino una maravillosa conferéncia sobre "Adopción y aprendizaje" organizada por la Generalitat de Catalunya. Se me abrieron los ojos de nuevo. Les expuse las principales ideas al psiquiatra y a la psicóloga pero su reacción fué de rechazo total...
Entonces, y grácias a este blog también, volvimos a la primera psicóloga que tuvo Elena hace años. Ha recuperado el vínculo con ella y nos ha orientado hacia este último psiquiatra que propone eliminar la medicación.
De momento, todo va bien. Si te parece, iré comentando su evolución.
Grácias

Un saludo cordial

Chedi

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Me parece muy bien que nos comentes la evolución si a ti te ayuda compartirlo, pero con el debido anonimato. Como os suelo decir, los casos individuales no puedo orientarlos porque sin conocer al paciente, la familia, su historia, etc. no es posible. Y porque para tratarlos es necesario el contacto persona a persona, donde la información no verbal y el vínculo son fundamentales. Sólo te diré que si los profesionales que tratan a tu hija lo han decidido así, me parece bien porque ellos son los que están cerca del caso y los que saben. Espero que vaya evolucionando positivamente. Ese es mi deseo. Saludos cordiales.

Mei dijo...

Gracias Jose Luis...por recordarnos lo que sabemos pero que con la vorágine de los días olvidamos...un saludo
Mei

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Gracias a ti, Mei, un abrazo!