lunes, 19 de febrero de 2018

"La niña herida que habita en ellas: trauma y apego en trastornos alimentarios", por Gema García Marco, psicóloga y psicoterapeuta.



Diez meses, diez firmas III

Profesional invitada en el mes de febrero de 2018: 

Gema García Marco

Título de su artículo: 

"La niña herida que habita en ellas: trauma y apego en trastornos alimentarios"


Conocí a Gema García en el Centro de Terapia Familiar Valencia en un taller sobre la caja de arena que impartí el pasado mes de junio de 2017. Compartimos una formación que resultó entrañable por la motivación, el alto nivel formativo y la particular conexión emocional que se generó entre los participantes. El conocimiento neuroceptivo que tuve de ella (un conocimiento basado en las sensaciones, sin todavía poder llegar a percibir) ese fin de semana me impresionó de manera positiva. Estar con Gema García genera sensaciones agradables de paz, tranquilidad e inspira confianza. Es algo que inicialmente no te lo puedes explicar muy bien, pero lo notas. Estoy seguro que sus pacientes sienten lo mismo, y es algo clave para ser psicoterapeuta pues lo que llamamos feeling, esa capacidad de conectar y hacer que el cuerpo se envuelva en sensaciones de confort, solo está al alcance de algunos/as privilegiados/as. Gema García es una de ellas.

A partir de esta experiencia, gracias a ese gran invento que es internet y en particular las redes sociales (cuando como todo en la vida, se usan para bien), mantuvimos el contacto y pude conocer más acerca de su trabajo como psicóloga. El conocimiento (esta vez ya perceptivo) que adquirí de Gema ratificó y llenó de contenido las primeras impresiones. Lo explícito se complementó con lo implícito. Gema es una joven veterana psicóloga porque para su edad atesora una trayectoria profesional con amplia formación y experiencia en psicoterapia individual y familiar. Experta en trastornos de alimentación, ofrece tratamiento psicológico a sus pacientes en el Centro TITCA de Valencia desde una óptica sistémica incorporando en la conceptualización de dichos trastornos también la visión del trauma y el apego temprano. Completa su labor profesional ejerciendo la docencia.

Pero, además, Gema está comprometida con la divulgación de una relación sana con la comida evitando que ésta se convierta en un falso consuelo emocional, haciendo una importantísima labor en la prevención tanto primaria como secundaria. Y tiene un gran talento para la comunicación, tanto que Radio Nacional (RNE5) no ha dudado en ficharla para sus radio-blogs, en los que no sólo divulga y hace llegar al gran público toda su sapiencia sobre el tema, sino que es capaz de transmitir y de llegar al corazón de las personas, al nivel emocional.

Cuando le propuse escribir para Buenos tratos sobre un tema que aquí no hemos tratado, accedió con un entusiasmo y una ilusión contagiosas. No os perdáis este artículo sobre trauma y apego en los trastornos alimentarios que ha elaborado en exclusiva para nosotros, ha trabajado mucho en el mismo y nos lo ofrece generosamente. Mil gracias, Gema García, de todo corazón por formar parte del elenco de profesionales colaboradores de Buenos tratos.


Gema García Marco. Soy licenciada en psicología y graduada en magisterio infantil. Actualmente trabajo como coordinadora clínica de un centro de trastornos alimentarios en Valencia, el Centro TITCA y formo parte del equipo docente de Norte Salud Nutrición.

Hace ya unos cuantos años, cuando empecé a trabajar en esta especialidad, hice formaciones de postgrado en psicología clínica y en trastornos de alimentación.

Fui dándome cuenta de que estaba ante problemáticas multideterminadas y complejas, por lo que pronto entendí que necesitaba ampliar mi mochila de recursos terapéuticos para poder mirar a cada persona que tenía enfrente desde una óptica más amplia. Por ello complementé mi formación con EMDR y terapia familiar sistémica. Además de mi labor terapéutica y docente, colaboro periodicamente en el blog y radio blog de RNE5 "Cómete el mundo TCA"

Algunos de los radio blogs grabados por Gema García:

http://www.rtve.es/alacarta/audios/comete-el-mundo/comete-mundo-duelos-adolescencia-anorexia-04-10-17/4254875/

http://www.rtve.es/alacarta/audios/comete-el-mundo/comete-mundo-modelo-maudsley-afrontamiento-familiar-22-02-17/3940154/

http://www.rtve.es/alacarta/audios/comete-el-mundo/comete-mundo-docena-sucia-imagen-corporal-1-parte-28-06-17/4086545/

http://www.rtve.es/alacarta/audios/comete-el-mundo/0125-comete-mundo-059-290617-docena-sucia-imagen-corporal-2-parte-2017-06-29t10-46-15820/4088283/

Cuando Jose Luis me pidió que escribiera para Buenos Tratos sentí una gran ilusión pero sobre todo una enorme responsabilidad, ya que en este blog he leído a terapeutas y docentes a los que admiro, y de los que aprendo cada día. He escrito este post desde  el  enorme cariño que le tengo al alma mater de este blog y al trabajo con trastornos alimentarios, esperando poder aportar un granito de arena a este maravilloso proyecto.

Para empezar os voy a pedir que visualicéis un iceberg. La parte que emerge del iceberg, la que se ve, simboliza los síntomas visibles del trastorno alimentario (en adelante, TA) Síntomas que asustan a todo el mundo alrededor, incluidos a veces los clínicos que podemos quedar cegados por la gravedad con la que llegan a consulta: restricciones severas, infrapeso, rasgos obsesivos y compulsivos, depresión, ansiedad, impulsividad, atracones, vómitos, autolesiones, intentos de suicidio...

Pero exactamente igual que en un iceberg, más allá de lo que se ve, en las profundidades, se esconde una enorme complejidad intrapsíquica y relacional: se hiperfocaliza en la belleza externa quien no se siente bella por dentro, busca el control del cuerpo quien no siente el control de su vida, persigue la perfección quien se siente insuficiente... los síntomas NO son el problema.

Si vamos más allá de lo que nos enseñan en un primer vistazo, encontraremos a una niña herida (hablaré en adelante en femenino, dada la mayor prevalencia en mujeres) que se ha cubierto de defensas para sobrevivir, ser vista, sentirse reconocida... Es con esa niña que habita en ellas con quien tenemos que conectar en terapia, es una parte de ellas que tenemos que poder ver, ya que una de sus principales heridas es no haber sido vistas en el pasado.

Llegar a esa niña interior tan dañada no es fácil. Natalia Seijo utiliza la metáfora de la alcachofa como símbolo de las capas y capas de defensas que nos vamos a encontrar en las personas con trastornos alimentarios antes de poder conectar con su dolor. El trabajo a través de las capas externas nos permitirá llegar hasta la niña herida y su vulnerabilidad. El objetivo final, es llegar al trabajo con las partes de la niña herida: validarla, entender las estrategias que tuvo que adoptar para sobrevivir para así poco a poco poder sanarla (Seijo, 2017).

Las defensas son mecanismos o estrategias puestas en marcha para hacer frente a la realidad y mantener la autoimagen, son todo aquello que las pacientes han tenido que hacer para sobrevivir (Seijo, 2017). Tenemos que tener presente que, sobre todo al principio, las pacientes no se van a dejar ver, están acostumbradas a esconder lo que son detrás de un montón de capas. Algunas de ellas lo relatan como si hubieran desarrollado un personaje (un “alter ego”) que interpretan cuando están con los demás en base a  lo que creen que los demás esperan o necesitan de ellas: dentro de su mundo interno hay partes que quieren recibir ayuda, pero en la superficie nos vamos a encontrar con alguien que se muestra “aparentemente bien”, que no se da permiso para confiar ni para mostrarse vulnerable y que intenta complacernos. Las defensas entran en juego. Iremos trabajando con ellas según vayan apareciendo de forma espontánea, haciendo consciente a la paciente de cada una de ellas.




En la historia de las personas con TA encontramos traumas de apego, heridas de humillación y/o traición,  rupturas de vínculos... por lo que el terapeuta tiene que ser una figura de apego seguro para ellas, el vínculo terapéutico será determinante en el proceso. Natalia Seijo nos dice que “dedicar tiempo al vínculo terapéutico es invertir en éxito terapéutico”

Pero, vamos al origen. ¿Cuáles son las experiencias traumáticas más comunes que nos encontramos en el trabajo con trastornos alimentarios?

Inversión de roles (parentalización o apego invertido). La inversión de roles supone estar en un lugar en la jerarquía familiar que no les corresponde, que implica poder y también mucha responsabilidad, más de la que un niño puede manejar. Nos encontraremos en consulta que estas personas han desarrollado partes de sí mismas complacientes, cuidadoras, perfeccionistas y con un exceso de responsabilidad. En la mayoría de los casos, esta conducta “adulta” ha sido muy reforzada por el entorno. Es importante que no perdamos de vista que  si hay una niña que ha tenido que dejar de serlo y crecer muy rápido, hay una niña que no pudo ser niña. Hablaremos de ambas más adelante.

·       Falta de cuidados, negligencia, desatención…
·       Control parental excesivo, sobreprotección…
·       Violencia, abuso de poder, abuso emocional
·       Abuso sexual

Además de todos esos traumas tempranos, tenemos que tener en cuenta otras situaciones adversas que pueden vivir más adelante como relaciones de maltrato, bullying…etc. y las que  trae consigo la propia enfermedad, como las continuas hospitalizaciones.

Las personas con TA han estado expuestas a situaciones traumáticas y/o experiencias vitales adversas que han ido más allá de lo que podían tolerar, esto hace que su mundo interno se colapse activando la creación de partes de sí mismas para poder proteger el sistema (Seijo, 2017).

Con frecuencia ellas mismas relatan en consulta que sienten que van en direcciones opuestas, saben lo que tienen que hacer pero no pueden hacerlo, o incluso terminan haciendo lo contrario de lo que saben que les viene bien. Manuel Hernández lo explica muy bien en su libro Apego y PsicopatologíaLas partes del mundo interno del paciente pueden tener objetivos diferentes e incompatibles. Una parte puede estar enfocada a la necesidad de afecto y otra en la de protección por el miedo al rechazo. Esto genera mucha ansiedad ya que haga lo que haga, sufrirá” (Manuel Hernández, 2017) “Dentro del mundo interno del paciente hay fuerzas opuestas: las partes heridas queriendo ser escuchadas y atendidas y las partes impulsivas y controladoras tratando de evitar el dolor”  (Manuel Hernández, 2017)

En el trabajo con partes la psicoeducación va a ser de gran ayuda: valida su experiencia interna, les alivia porque da sentido al caos que sienten y facilita la  mejor coordinación de las partes.




Mosquera, González y Leeds han desarrollado la Escala de Experiencias Familiares en la Infancia (EARLY) que evalúa aspectos de los anteriormente citados y algunos otros que también encontraremos con frecuencia en TA: abandono emocional, sobreprotección, maltrato físico, presenciar problemas en casa, inversión de roles, alta exigencia y abuso emocional.  Actualmente se encuentra en fase de análisis de sus características psicométricas, pero puede usarse con fines clínicos. Aprovecho esta plataforma para agradecer la generosidad de las autoras, ya que han puesto la escala a nuestra disposición. La podéis encontrar en el siguiente enlace:

·       https://www.intra-tp.com/investigacion-y-escalas/

Recordemos que aprendemos a calmarnos como nos calmaron y aprendemos a cuidarnos como nos cuidaron, por lo que las conductas de regulación y autocuidado las internalizamos a partir de nuestras figuras de apego. Si buscamos en la historia de las personas con TA encontramos figuras de apego inseguro: evitativo, ansioso o desorganizado. No han tenido una base segura de apego seguro y la comida funciona para ellas como elemento de base segura, es algo a lo que recurren como intento de solución  (la restricción o los atracones les han ayudado en momentos de su vida a sentirse mejor), pero que al generalizarse y perdurar en el tiempo, se ha convertido en otro problema.  

En ocasiones encontramos figuras de apego (sobre todo abuelas) que desde pequeñitas las han calmado con comida, esto hace que comer les conecte con una base segura  de su infancia. En otras ocasiones, si no se han sentido vistas, calmadas o validadas por sus figuras de apego, buscan una  base segura externa.  En palabras de Manuel Hernández (2017): “Al nacer, todos los niños necesitan el amor y el afecto de sus cuidadores. Tratan de regularse emocionalmente en su relación con ellos, pero si esto no es posible, se ven forzados a buscar estrategias de regulación ajenas mediante objetos, actividades o amigos que aporten la sensación de calma que no han podido encontrar en las personas que deberían habérsela proporcionado”

En este contexto, una parte del trabajo con ellas tiene que enfocarse en que puedan progresivamente ser una base segura de apego seguro para sí mismas: que la adulta que es ahora pueda mirar a sus heridas desde los ojos de la persona que es en la actualidad,  fortalecer un “yo adulto” que pueda ver, validar, calmar y cuidar a esa niña.

A continuación os voy a presentar las principales partes en el mundo interno de las personas con TA según las expone Natalia Seijo en su artículo sobre disociación y trastornos alimentarios (2015) que os dejaré referenciado al final del post. El protocolo de trabajo con TA de la autora, será publicado a lo largo de este 2018 en un manual de protocolos EMDR.




La niña que nunca lo fue: Es la parte más dañada del mundo interno, es la parte de sí mismas que sintió que sus necesidades no eran cubiertas: es la que ha tenido que apañárselas sola, la que se ha visto obligada por las circunstancias a ser mayor demasiado pronto, la que ha tenido que tirar de la comida como forma de regularse, es la que ha aprendido a mostrarse encantadora para que la quieran. Se muestra desconfiada en consulta porque a lo largo de su historia ha sentido que no era seguro confiar ¿Cómo podemos validar a esta parte? Trasmitiéndole confianza (“está bien pedir ayuda”, “está bien poder confiar”) y validando de su dolor (“está bien ser vulnerable”, “las experiencias que has vivido no te las has inventado y has sufrido por ello”).

La niña que no pudo crecer: Esta parte de sí mismas que no pudo hacer un desarrollo madurativo adecuado porque no ha podido ser niña, ha encontrado en sus problemas con la comida la forma en la que se la vea. ¿Cómo podemos validar a esa parte? Validando sus emociones (“tienes derecho a sentirte cómo te sientes”, “está bien sentirse así”) y haciéndola sentir vista sin necesidad de que se haga ver a través de los síntomas.




La piraña (autocrítica patológica): Es la parte de la crítica interna, una crítica feroz y cruel que las somete a un machaque constante. Esta parte contiene los mensajes interiorizados de las figuras críticas de la historia de la paciente y contiene mucha culpa. Las personas con TA cargan con una enorme mochila de culpas, se culpan a sí mismas de las cosas difíciles que les han pasado. Culparse a ellas mismas les permite “salvar” a sus figuras de apego para poder seguir vinculadas, y les da cierta sensación de control (“si es mi culpa, hay algo que puedo hacer para que esto deje de ser así”). Encontraremos en ellas culpa por nacer, culpa por los problemas de pareja de sus padres, culpa por un abuso, culpa por un abandono, culpa de que les hayan pegado, culpa por el bullying que sufrieron… etc. Terminan interiorizando creencias sobre si mismas como: “Soy mala”, “no me merezco ser feliz”, “hago daño a todo el mundo a mi alrededor”... etc.

El yo rechazado: Es la parte de sí mismas que contiene la distorsión de la imagen corporal, representa la parte de ellas que nunca quieren volver a ser. El “yo rechazado” se empieza a integrar cuando el rechazo y la vergüenza dan lugar a la compasión, por lo que tenemos que acompañarlas a entender qué rechazan de aquella que fueron, a conectar con su dolor en ese momento. Algunas preguntas que pueden ser de ayuda son: "¿Qué estaba pasando en tu vida cuando fuiste consciente de que no te gustaba tu cuerpo?" "¿Sólo rechazas de esa que fuiste su cuerpo o hay otras cosas de ella que te cuesta aceptar?"



Hace poco, trabajando este “yo rechazado” con alguien en consulta, me dijo una frase que creo que puede ayudar a entender este concepto: “Tengo que atreverme a mirar al dolor de esa que fui en la adolescencia y que llevo rechazando toda mi vida, para poder dejar de verla en el espejo cada vez que me miro”



Yo escondido: Es una parte de sí mismas que contiene miedo y vergüenza, la parte que ha sentido que mostrarse era peligroso y que hay algo rechazable en ella. Hay que dar tiempo a esta parte para que pueda sentirse suficientemente segura como para poderse mostrar.


Trabajar con el mundo interno de las personas con TA es una estupenda llave de acceso a su compleja organización interior, acompañarlas a descubrir y entender las diferentes partes de sí mismas es un trabajo complejo pero apasionante.




Las pacientes se van a relacionar con nosotros como aprendieron a relacionarse con sus figuras de apego, y hasta considerarnos alguien seguro para ellas, nos van a poner constantemente a prueba. Por ello, como terapeutas, tenemos que prepararnos para unos cuantos retos: mostrar interés genuino por la persona que tenemos enfrente, ser confiables y consistentes en todo momento, acompañar en mucho dolor, tolerar la frustración, confiar en el proceso y no desmotivarnos porque no haya resultados rápidos, no contagiarnos de la prisa de la familia, buscar constantemente un equilibrio entre poner límites y ser compasivos, estar suficientemente cerca pero no contagiarnos de sus emociones ni sobreprotegerlas, confiar en ellas incluso cuando ellas mismas no ven ni un poquito de luz (ahí es cuando más necesitan nuestra confianza), moverlas con suavidad para que puedan explorar más allá de sus zonas de seguridad pero siempre sin que salgan de su ventana de tolerancia, ver más allá de lo que se nos enseña… y tantos otros.

Pero creedme cuando os digo que todo merece la pena.

Con un tratamiento adecuado, las  personas con TA recuperan sus ganas de vivir, su capacidad de regular sus emociones y cuidar de sí mismas, consiguen llorar su duelos y hacer las paces consigo mismas, con su cuerpo y con su historia.

De tratamiento hablaremos en otro post dedicado a ello.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

González A. No soy yo. Entendiendo el trauma complejo, el apego y la disociación: una guía para pacientes y profesionales. Anabel González; 2017

Hernández M. Apego y Psicopatología: la ansiedad y su origen. Conceptualización y tratamiento de las patologías relacionadas con la ansiedad desde una perspectiva integradora. Bilbao: Desclée de Bouwer; 2011.

Seijo N. EMDR y trastornos alimentarios. Nivel 2. Asociación española de EMDR. 2017

Seijo N. El yo rechazado. Trabajando la distorsión de imagen corporal en los trastornos alimentarios. ESTD Newletter. 2016.

Seijo N. Trastornos alimentarios y disociación. ESTD Newsletter. 2015; 4


6 comentarios:

Unknown dijo...

Maravilloso!! Gracias!!

Unknown dijo...

GENIAL EL ARTICULO! LO DIGO DESDE MI PROPIA EXPERIENCIA PERSONAL.GRACIAS DESDE EL CORAZON.

Gema Garcia Marco dijo...

Gracias a ti por leerlo ;)

La niña invisible dijo...

Maravilloso artículo,primera vez que leo algo en el que me siento muy identificada salvo que en mi caso el trastorno alimentario lo causa mis nervios.Esto me ocurre con 25 años y hasta que no he tenido los 40 no he sido capaz de hablar de mi niña interna.En la actualidad voy quitando las capas de las k soy capaz de hablar.
Gracias por el artículo por pone palabras a lo k muchas personas sentimos y no sabemos explicarlo

Cynthia Barra dijo...

He realizado dos terapias y el TA siempre es un tema pendiente, y los diversos enfoques que considera este artículo han asertado por lo menos en mi situación, es como si hubiesen puesto mi vida en este artículo. Muchas gracias por la investigacion, reflexión y experiencia compartida.

Unknown dijo...

Verdades verdaders....siii