jueves, 27 de abril de 2023

Presentación del nuevo libro de Arturo Ezquerro “Apego y desarrollo a lo largo de la vida” en el Centro Riojano de Madrid, 22 de mayo de 2023.

Centro Riojano de Madrid

Día 22 de mayo de 2023

Presentación del nuevo libro de Arturo Ezquerro


Entrevista a Arturo Ezquerro en “La Vanguardia” 

con motivo 

de la publicación de su nuevo libro:

AQUI

Libro disponible en: Web de la editorial


lunes, 24 de abril de 2023

Desorganización del apego, por Ignacio Serván, psicólogo clínico

Es un honor que Ignacio Serván nos haya hecho un hueco dentro de su apretada agenda para presentarnos su libro Desorganización del apego. Clínica y psicoterapia con adultos, editado por Desclée de Brouwer. Conocí a Nacho en unas jornadas sobre apego organizadas por IAN (International Attachment Network España) en A Coruña hace unos años. Me encantó su ponencia centrada en una psicoterapia integradora para el tratamiento de los trastornos de la personalidad, porque pocas voces apuestan por la integración y sí en cambio por una defensa a ultranza de sus propios modelos. 

He leído el libro de Ignacio Serván y está escrito de una manera accesible a todo tipo de profesionales interesados por la teoría del apego, con un lenguaje claro y directo, aunando práctica clínica con investigación empírica, en un ámbito donde no se han prodigado publicaciones sobre este tema. Era necesario arrojar luz sobre un concepto que necesita ser explicado y clarificado. Por eso, él ha hecho un aporte excelente, porque sitúa el apego desorganizado dentro de una nueva mirada, que va más allá de los posicionamientos categoriales, para situarlo desde una óptica dimensional y engranarlo con otros factores como el desarrollo, la psicopatología y la personalidad. Propone una revisión del término y sus aplicaciones prácticas, porque la controversia le ha acompañado desde su origen, y ello ha contribuido a que se entienda equivocadamente.

Sólo me queda felicitar y agradecer a Ignacio Serván por escribir para Buenos tratos presentándonos su extraordinario libro. Imprescindible para todos los profesionales que trabajan con adultos, pero también con niños/as y sus familias. Nacho nos cuenta en este post qué nos propone en su libro, que acaba de ser publicado por Desclée de Brouwer y que podéis adquirir desde este enlace:



Portada del libro de Ignacio Serván



Ignacio Serván
Ignacio Serván. Es especialista en psicología clínica, ha trabajado durante 20 años en recursos hospitalarios de tratamiento intensivo con pacientes graves: unidad de hospitalización de agudos, hospital de día y unidad de trastornos de la personalidad. En la actualidad es director de CEPA: Centro Especializado en Psicoterapia y Apego, en el ámbito privado, en Madrid.

Respecto a su formación: está formado en integración en psicoterapia, realizó el máster en psicología clínica y de la salud de la Universidad Complutense de Madrid, está acreditado como Psicodramatista por la Escuela Española de Psicoterapia y Psicodrama, y ha completado el Programa de Formación en Apego de Psimática y la formación en Entrevista de Apego Adulto del Family Relations Institute.

Está acreditado como psicoterapeuta y supervisor por la Asociación Española de Psicoterapias Constructivistas (ASEPCO), coordina el grupo de investigación de la Asociación para el Estudio de la Psicoterapia y el Psicodrama (AEPP), y colabora regularmente como docente en varios másteres, en el SNS y en otras instituciones. Cumple también con trabajos de revisión para varias revistas científicas dedicadas a la psicoterapia.

Ha publicado varios artículos centrados en la clínica grave no psicótica, los procesos de psicoterapia y el papel del apego en los desarrollos evolutivos de riesgo. En febrero saldrá publicado su primer libro: “Desorganización del apego: clínica y psicoterapia con adultos” (Editorial Desclée de Brower).

Preséntanos “Desorganización del apego: clínica y psicoterapia con adultos”

El apego se ha convertido en un concepto muy popular y amable para muchos, pero el conocimiento que existe es muy poco profundo y riguroso incluso entre algunos profesionales de la psicología, y esto limita su potencial en el ámbito clínico más allá de la primera infancia. En este sentido, el libro tiene una vocación pedagógica; creo que la teoría del apego nos ofrece muchísimo a los clínicos, pero para poder sacarle partido hace falta tener un conocimiento algo más profundo del desarrollo evolutivo, que es lo que trato de transmitir. 

La desorganización del apego, en concreto, es uno de los máximos exponentes de este tipo de simplificaciones y distorsiones en el conocimiento. Siendo algo muy importante -sabemos que la desorganización persistente está muy relacionada con la psicopatología y el sufrimiento a lo largo del ciclo vital- pocas personas comprenden en qué consiste la desorganización, los modos en los que afecta al desarrollo de la personalidad y a la capacidad de procesar las experiencias vitales, y qué relación puede tener con la psicopatología.

En el libro clarifico los conceptos fundamentales sobre apego, detallo y explico todo lo referente a la desorganización y a su influencia en los desarrollos evolutivos de riesgo, reflexiono sobre la utilidad de la desorganización como dimensión que nos ayuda a entender la psicopatología, en especial la más grave, y propongo ajustes en la intervención en psicoterapia.

Apego desorganizado o Desorganización del apego ¿es lo mismo?

Desde esa mirada pop que comentaba, se suele entender el apego desorganizado como un patrón más, como el cuarto estilo de apego que completa el abanico evitativo-seguro-ambivalente (ABC+D), pero la realidad es que esto es un error nacido en la publicación original sobre desorganización en los años ochenta, que ha sido arrastrado y agravado con el paso de los años. Por eso he elegido intencionadamente hablar de desorganización del apego. Este término es dinámico, alude a un proceso, o más bien a la disrupción de un proceso, y esto es mucho más fiel a la realidad de lo que sucede en la desorganización. La desorganización es la pérdida de la coordinación de los sistemas orientados a la consecución de metas relacionadas con nuestra protección frente al peligro, de modo que el sistema de apego pierde su capacidad funcional, o al menos está a punto de hacerlo. En la primera infancia esto tiene que ver con la búsqueda de seguridad en un cuidador disponible, luego, a lo largo del desarrollo a se pueden añadir las dificultades en la capacidad individual de procesar la experiencia. 

En términos menos técnicos, la desorganización aparece cuando nuestras estrategias organizadas llegan a su límite, ya sea por la intensidad del malestar, por la ambivalencia e impredictibilidad del cuidador, por la ausencia de una figura de cuidado, etc. 

Entonces… ¿todos tenemos momentos de desorganización?

Exactamente, pero tenemos distintos umbrales para la desorganización. En función de nuestras experiencias tempranas, nuestras estrategias de regulación y procesamiento serán más robustas o más vulnerables a desorganizarse. Este continuo está identificado desde el primer año de vida, por eso conviene entender la desorganización como una dimensión de vulnerabilidad, y no como una categoría.

¿Por qué sucede esto? ¿Por qué hay personas más vulnerables?

En el libro presento las diferentes propuestas explicativas que exploran las distintas variables implicadas: genética, contexto social, adaptaciones evolutivas, etc. Entre ellas, la que más peso tiene son las variables relacionadas con el cuidador, y en especial la existencia en los cuidadores de experiencias como traumas y duelos insuficientemente resueltos. 

Frecuentemente son cuidadores sensibles e implicados, pero la existencia de estas dificultades, (que conllevan tendencias de tipo disociativo cuando se activa el malestar) hace que en la interacción con el bebé aparezcan sutiles incongruencias o diálogos incoherentes que confunden al menor, haciendo que los ciclos de apego queden incompletos, dejando al niño con dificultades para la recuperación de la regulación, lo que puede hacer que la activación del apego se convierta en sí misma en una experiencia impredecible y amenazadora, en lugar de ser un camino hacia la restauración de la seguridad y el equilibrio. 

¿Qué efectos puede tener esto a lo largo de la vida?

Afortunadamente el ser humano tiene una gran capacidad de resistencia y adaptación. La plasticidad a lo largo de las primeras etapas del desarrollo es alta, y la desorganización más ocasional en un vínculo no tiene efectos deletéreos. Sin embargo, cuando hay desorganización muy persistente y extendida, lo que se genera son elevadas dificultades interpersonales y también dificultades en la constitución de las habilidades de regulación e integración de la personalidad. 

Estos niños, que frecuentemente tienen experiencias de confusión y amenaza cuando se activa su malestar, no experimentan momentos de encuentro y reparación con los cuidadores, con lo cual sus expectativas vinculares serán bastante negativas e inciertas. 

Además, la constitución de esas funciones superiores de la personalidad se lleva a cabo en la etapa preescolar en ese proceso de exploración compartida y en el juego realidad-representación. Si los niños no pueden experimentar la seguridad suficiente para explorar en sus vínculos, estas funciones pueden constituirse de forma precaria y dejarles más vulnerables en su capacidad de procesar experiencias posteriores. 

Esencialmente, la desorganización es un factor de riesgo para el procesamiento posterior de las experiencias de malestar, tanto a nivel individual como en lo que se refiere a la capacidad de beneficiarse de los vínculos de ayuda. Cuando a la desorganización se suman experiencias traumáticas posteriores, es muy probable que el desarrollo se produzca por caminos de progresiva desadaptación.

Foto: La mente es maravillosa


¿Cuál es la relación entre desorganización del apego y psicopatología?

Este es un campo precioso que aún estamos comenzando a desbrozar. Lo que yo trato de hacer, en línea con el resto del libro, es huir de simplificaciones excesivas y de categorías discretas, organizando el conocimiento de forma que resulte práctico e integrado. Simplificando un poco, propongo un mapa de la psicopatología y el apego en torno a dos dimensiones ortogonales: 

La desorganzación del apego, como he comentado, tendría que ver con el grado de integración de la personalidad, es decir, con la capacidad de procesamiento, y por tanto con la gravedad de la psicopatología. Cuanto más presente y persistente la desorganización en el desarrollo, las funciones yoicas y la confianza epistémica serán más frágiles. Nos encontraremos con patología psicótica y del espectro Borderline, pero también con personalidades extremadamente rígidas y controladoras, o con manifestaciones clínicas que escapan un poco a las clasificaciones, relacionadas con aquello que es difícil simbolizar y elaborar: actings, vacío, duelos imposibles melancolía, adicciones pertinaces, trastornos de alimentación especialmente graves, etc.

La otra dimensión tiene que ver, no ya con las capacidades, sino con los estilos de procesamiento de la experiencia, que irían de la mano del estilo de apego basal. Así, las personalidades depresivas o esquizoides encajan muy bien con los estilos evitativos, mientras que otras como las fóbicas, histriónicas o paranoides se ajustan mucho a los estilos ambivalentes. Quedan algunas otras sobre las que reflexiono en el libro, que se pueden dar en ambos estilos, pero con matices.

¿Y cómo se relacionaría esto con la intervención en psicoterapia?

Lo esencial respecto a la desorganización es que la intervención tiene que ser estructurante, tiene que estar dirigida a fortalecer las capacidades vinculares y de procesamiento. Las intervenciones interpretativas, basadas en conflictos y significados, suelen ayudar poco en estas áreas. Cuando trabajamos con pacientes menos graves debemos ayudarles a identificar y ganar agencia, presencia consciente y controlada en las pocas áreas de desorganización que aparecen. Con pacientes más graves, con un funcionamiento más deficitario, la idea es proveer un apoyo muy estructurado, poco amenazador, y que ayude a potenciar sus precarias capacidades de regulación emocional, metacognición e integración de la experiencia. Esto suele ser difícil porque se interponen numerosos problemas en el vínculo de ayuda, de modo que exige tener la capacidad de leer lo que sucede interpersonalmente y de trabajar constantemente en los ciclos de ruptura y reparación del vínculo. En el texto incido mucho en esto, creo que la teoría del apego nos aporta mucho en la comprensión y resolución de estos vaivenes vinculares, y también en la necesidad de que el terapeuta mantenga su propio funcionamiento reflexivo, que se ve amenazado con los pacientes graves. 

Estos ajustes por gravedad son prioritarios, pero también es muy útil combinarlos con ajustes de acuerdo con el estilo de personalidad/procesamiento. Se nos escapa del espacio que tenemos, pero en la última parte del libro hay indicaciones claras al respecto.

jueves, 6 de abril de 2023

Silencio en la Puerta de Brandeburgo


Puerta de Brandeburgo, Berlín
Foto: José Luis Gonzalo


En Berlín existe un lugar, en la Puerta de Brandeburgo, donde se puede entrar y estar en silencio. Es una habitación creada para tal fin. La idea es que este lugar “sea una constante exhortación a la hermandad y la tolerancia entre los hombres y una constante advertencia contra la violencia y la xenofobia” 

Personalmente, me he acordado de todos los niños y niñas (personas menores de edad) que son víctimas a diario de los malos tratos, de la negligencia y del abuso sexual. Personas, vulnerables y vulneradas en sus derechos, con pocas posibilidades de defenderse, hacia quienes se ejercen diferentes tipos de violencia. Algunos y algunas son víctimas de estilos de crianza autoritarios, invalidados como seres sintientes, y solamente instruidos para obedecer y cumplir con sus deberes, de una manera acrítica. 

Por eso, en estas vacaciones, para algunos de Semana Santa, para otros de primavera, y siempre una oportunidad para encontrarnos con nosotros/as mismos, me ha parecido que este sería un excelente lugar al que entrar para honrar a los niños y niñas, y a través del silencio, tenerles presentes. 

Cada persona puede entrar en esta sala y tener un propósito, pues es un lugar símbolo de la paz, de la concordia por encima de todas las diferencias entre las personas.

Entrada al Lugar del Silencio 
Foto: José Luis Gonzalo

Para mí, simbólicamente, es el lugar de los niños y niñas que sufren en el mundo a causa de los malos tratos que a menudo les inflige el mundo adulto.

El Lugar del Silencio es un lugar para experimentar. Resulta muy difícil describir con palabras lo que se siente allí. Es inefable. El alma se apacigua, el silencio suena, la mente se abre a los estados internos y se respira paz, y se transmite paz. 

Voy a contaros, transcrito de un folleto que allí entregan, cómo es este sitio, su surgimiento y su filosofía. Sirva este texto para honrar a todos y todas los niños y las niñas del mundo, en especial por todos/as los que sufren.

La idea de crear, en el Centro de Berlín, un Lugar de Silencio -abierto para todos e independiente de toda religión- se originó a finales de 1988 en la parte este de la entonces todavía dividida ciudad. Después de la reunificación, en 1990, esta idea fascinó igualmente a personas en la parte oeste de la ciudad y al poco tiempo se formó un pequeño grupo iniciador de berlineses. El grupo tuvo la intención de crear en el centro de Berlín dicho lugar, en un edificio apropiado y situado lo más cerca posible de la antigua frontera entre los bloques ideológicos enemigos. Sirvió de ejemplo la sala de meditación instalada en 1954 por el secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, para sus colaboradores, en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York.

Puerta de entrada al Lugar
Foto: José Luis Gonzalo

En 1993, el grupo iniciador se constituyó como “Grupo patrocinador del Lugar del Silencio en Berlín, asociación registrada”, bajo el patrocinio de la entonces presidenta de la Cámara de Diputados de Berlín, Dra. Hanna-Renate Laurien. El día 27 de octubre de 1994, el grupo patrocinador apoyado por el Senado de Berlín inauguró el Lugar del Silencio en la Puerta de Brandeburgo. 

Según la idea de los miembros del grupo patrocinador, el Lugar del Silencio tiene dos objetivos: Por un lado -este lugar debe ofrecer la ocasión a cada ser humano, independientemente de su origen, color de piel, ideología, religión y constitución física- para entrar y tomar asiento en silencio con el fin de relajarse y olvidarse del estrés de la gran ciudad y de recobrar fuerzas nuevas para la vida diaria. Este lugar histórico también es adecuado para pensar en tiempos dolorosos del pasado, así como en tiempos más alentadores, para meditar o rezar y para dar las gracias por todo lo regalado en los últimos años. Por otro lado -visto que todos están invitados a una permanencia silenciosa y pacífica- los miembros del grupo patrocinador le atribuyen a este lugar un significado simbólico: un paso pequeño hacia la paz, tal como lo expresa la oración de las Naciones Unidas. 

Os invito a leáis esta oración:

Señor, nuestro planeta Tierra es sólo un astro en el gran universo. Está en nosotros hacer que en él sus habitantes no sean más atormentados por guerras, no les torture el hambre y el miedo, no sean separados insensatamente por su raza, color de piel o ideología, Danos valor y energía para empezar ya desde ahora con este trabajo para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos lleven algún día con orgullo el nombre de ´ser humano´”

El Lugar del Silencio no está dedicado a ninguna ideología o religión -cada uno puede entrar sin la preocupación de ser acaparado por algún interés especial, por algún programa o una institución-. Con eso no se está contraindicando que los miembros del grupo patrocinador, así como todos aquellos que cuidan desinteresadamente el lugar provengan de distintas religiones, sea de las iglesias cristianas, sea del judaísmo, del hinduismo, del behaísmo o de la religión Sij. Todos ellos -independientemente de su origen ideológico- concuerdan en la idea de que el centro de Berlín debe haber un encuentro en silencio por encima de todas las diferencias de los hombres y mujeres. 

La palabra en alemán "stille" nos recuerda que 
es un Lugar para guardar silencio.
Foto: José Luis Gonzalo



Renunciando a cualquier símbolo religioso, ideológico o político, el arreglo neutral y sencillo del Lugar del Silencio corresponde a su carácter independiente de toda confesión. La única decoración es un tapiz, confeccionado por la Sra Ritta Hager de Budapest, en el cual es diseñado simbólicamente la luz penetrando la oscuridad. En el vestíbulo hay una pared azul con la palabra “Silencio”, creado por Paul Corazolla de Berlín, mientras en el pasillo, antes de entrar en el Lugar de Silencio, un relieve de Franz Prentke de Berlín hace juego. El propósito de la promoción de la paz se expresa de manera muy especial en un cartel de paz, así como en un collage dedicado al tema de la tolerancia, lo último realizado por escolares berlineses.

El Lugar del Silencio como sitio de meditación, de hermandad, y de amor por la paz redunda -así lo esperamos- en honor y prosperidad de la ciudad y de su monumento característico.

Y para nosotros ojalá redunde en una cultura de buenos tratos a la infancia.

martes, 4 de abril de 2023

Jornadas sobre el trauma infantil en Zaragoza, online y presencial, 4, 5 y 6 de mayo 2023, organizadas por ADAFA (Asociación de Familias Acogedoras de Aragón), para profesionales y familias





Jornadas sobre el Trauma Infantil
Zaragoza, 4 y 5 de mayo
Online y presencial

Inscripción: 

Con la participación de:

Jorge Barudy, psiquiatra
Rafael Benito, psiquiatra
Maryorie Dantagnan, psicóloga
Cristina Herce, psicóloga
José Luis Gonzalo, psicólogo



PROGRAMA


Desde la ADAFA, queremos informaros de que los próximos 4 y 5 de mayo de 2023, van a tener lugar las Jornadas sobre el Trauma Infantil. Organizamos estas jornadas, en colaboración con la Universidad de Zaragoza, con el objetivo de que los profesionales y las familias nos sigamos formando en el trauma infantil, cada vez más presente en nuestra sociedad.

Las jornadas constan de tres días: 4 y 5 de mayo serán las Jornadas para PROFESIONALES y 6 de mayo para FAMILIAS. 

JORNADA PARA PROFESIONALES (4 y 5 de mayo)

El objetivo de las jornadas para profesionales es presentar el modelo de traumaterapia infanto-juvenil sistémica de los profesores Barudy y Dantagnan. 16 horas de formación agrupadas en el siguiente programa:

Jueves, 4 de mayo.

10:00 h. a 14:00 h. 

Daño traumático y neurodesarrollo.
El cerebro resiliente. 

Prof. Rafael Benito.

16:00 h a 20:00 h. 

El paradigma de los buenos tratos infantiles y la resiliencia.
Los fundamentos neurobiológicos y psicosociales del modelo de traumaterapia sistémica. 
Prof. Jorge Barudy.

Viernes, 5 de mayo.

10:00 h. a 14:00 h. 

Las bases de la traumaterapia infantil sistémica. Prof. Maryorie Dantagnan.

16:00 h. a 20:00 h. 

Introducción a los dominios clave de la evaluación e intervención con el menor: apego, trauma y desarrollo. 

Prof. José Luis Gonzalo.

JORNADA PARA FAMILIAS (6 de mayo)

El objetivo de las jornadas para familias es introducir las claves relacionales para la parentalidad terapéutica en niños, niñas y adolescentes.

Sábado, 6 de mayo.10:00 h. a 14:00 h. 

Claves relacionales para la parentalidad terapéutica en niños, niñas y adolescentes. 
Profesores: José Luis Gonzalo, Cristina Herce y Rafael Benito.

Las Jornadas sobre el Trauma Infantil se celebrarán en el Centro de Innovación, Formación e Investigación en Ciencias de la Educación (CIFICE). Campus Plaza San Francisco de la Universidad de Zaragoza y se retransmitirán en directo por Internet. 

Para facilitar la asistencia de todos y todas, os recordamos que dispondréis de Servicio de guardería, para niños y niñas de 0 a 12 años.

A continuación, detallamos el precio de los diferentes tipos de inscripción:

Inscripciones para asistencia PRESENCIAL:

Inscripción asistencia PRESENCIAL Jornada para PROFESIONALES (4 y 5 de mayo): 80€.
Inscripción asistencia PRESENCIAL Jornada para FAMILIAS (6 de mayo): 40€.
Inscripción asistencia PRESENCIAL Jornada para todas las JORNADAS (4, 5 y 6 de mayo): 100€.
Inscripción para asistencia VIRTUAL:Inscripción asistencia VIRTUAL Jornada para PROFESIONALES (4 y 5 de mayo): 50€.

Inscripción asistencia VIRTUAL Jornada para FAMILIAS (6 de mayo): 20€.
Inscripción asistencia VIRTUAL Jornada para todas las JORNADAS (4, 5 y 6 de mayo): 60€.

* Los socios de ADAFA y ASEAF podrán asistir con precio reducido (50€) a las Jornadas de PROFESIONALES y de forma gratuita a las Jornadas para las FAMILIAS.

* Los profesores de la Universidad de Zaragoza que quieran asistir presencialmente a las Jornadas, podrán hacerlo con precio reducido: 50€. (Deberá acreditarse a la entrada al evento).

lunes, 3 de abril de 2023

El apego en la adolescencia (II y final)

Continúo con el artículo dedicado al apego y la adolescencia, en esta segunda parte nos centramos en como son los adolescentes que muestran un apego seguro porque los padres muestran mayor sensibilidad ante los estados emocionales de sus hijos. Uno de los fenómenos de la etapa evolutiva adolescente es que los hijos/as necesitan más autonomía, y también separarse de los padres emocionalmente, para que cobre relevancia el vínculo con los iguales y la pareja. Aun y todo, los padres siguen siendo figuras de apego fundamentales y necesarias para el desarrollo del joven. Como veremos, la relación padres/hijos adolescentes no es la misma si estos están apegos de un modo seguro o inseguro. Daremos también unas pinceladas sobre el trabajo con los padres y en qué debemos poner el acento, así como una caracterización de la adolescencia y las relaciones de pareja.

Apego seguro versus inseguro en la adolescencia

Como refiere el profesor Oliva Delgado, la forma en que el adolescente resuelve cómo distanciarse emocionalmente de sus padres y funcionar con más autonomía y responsabilidad no es la misma si existe un modelo mental en el adolescente seguro e inseguro. Cuando los padres a lo largo de la infancia se han mostrado como unas figuras consistentes, congruentes, empáticas y sensibles, mostrando capacidad reflexiva junto con firmeza en el cumplimiento de reglas y normas, se llega a la adolescencia con una mayor capacidad de afrontar los problemas y desafíos propios de la etapa. Porque se confía en que los padres y/u otros estarán disponibles para encontrar apoyo, comprensión y seguridad. No importa que en ocasiones se discuta y se rompa la conexión (algo normal en este periodo de la vida por la intensidad con la que todo se vive); porque cuando hay seguridad en el apego aquella se recupera de nuevo mediante la reparación.

Un modelo mental seguro con respecto al apego conlleva una mayor regulación emocional, más flexibilidad mental y mejor capacidad reflexiva; con lo cual se recuperará la conexión cuando esta se pierda y se repararán las disrupciones en la comunicación por ambas partes de una manera más fácil, porque el vínculo es de calidad y se confía en él. 

Resumen de las estrategias de los adolescentes
con disposición al apego evitativo


Cuando los adolescentes muestran rasgos de apego inseguro evitativo, la tendencia es hacia una autonomía excesiva y una minimización de la emocionalidad. El adolescente puede mostrarse rechazante y cortar la relación con los padres, enfrascarse en discusiones poco productivas, no centrarse en la búsqueda de soluciones y el DISTANCIAMIENTO será la estrategia vincular fundamental. Dicho distanciamiento perjudicará las comunicaciones padres/hijos porque el chico o chica se encerrará en exceso en sí mismo, contestará con monosílabos y nunca será buen momento para abrirse y hablar. Si los padres tienen un modelo mental con respecto al apego evitativo, la comunicación versará menos sobre aspectos emocionales e íntimos y estará focalizada en normas, aspectos funcionales y realidades físicas (horarios, notas, normas…) Si uno de los dos miembros de la pareja tiene un estilo más preocupado (una disposición de apego contraria a la del joven), el chico o chica se abrumará más ante la emocionalidad y los intentos constantes de acercamiento, a veces un tanto invasivos, que este tipo de padres o madres pueden hacer, aumentando la distancia aún más.

Resumen de las estrategias de los adolescentes
con disposición al apego
ansioso-ambivalente.

Cuando los adolescentes muestran rasgos de apego ansioso-ambivalente, las discusiones con los padres son más intensas emocionalmente y la autonomía del adolescente es más complicada por la inseguridad que sienten. Los padres, si ellos mismos tienen modelos mentales con respecto al apego preocupados, pueden frenar la autonomía del hijo/a porque esta se vive como una amenaza, ya que ellos pueden tener sentimientos ambivalentes con respecto a las separaciones, al haber vivido algunas de estas como traumáticas en su vida. Los hijos con rasgos apego ansioso-ambivalentes no tienden como el evitativo a rechazar o se distancian, sino que permanecen atados o apegados ansiosamente. 

El trabajo con los padres

Acompañar y criar un hijo/a adolescente es una tarea compleja que requiere de que los padres reciban ayuda y apoyo externo de otras personas (de la propia familia, amigos y en su caso, de profesionales) Abogamos por el concepto de tribu, aludiendo a la necesidad que tienen los jóvenes para educarse satisfactoriamente de contar con una red de relaciones que dé seguridad, afecto y contención. Una red de personas que esté disponible y sea confiable. 

Muchos son los jóvenes que dicen sentirse solos e incomunicados, que sienten que no tienen auténticas relaciones gratificantes donde la conexión con el otro produzca satisfacción. Tienen multitud de dispositivos electrónicos para comunicarse, pero paradójicamente nunca se sintieron tan aislados y, a veces, con un sentimiento de que a nadie les importa lo que les pase. Cada vez más en consulta observamos a adolescentes que tienen síntomas de ansiedad, depresión y conductas de autolesión como respuesta al malestar que producen intensos sentimientos de vacío y soledad, altamente desreguladores. Y muchos afirman que los adultos tienen prisa, que no se dan el tiempo para preguntarles: ¿Cómo te sientes? “Sólo parece importarles las normas y las responsabilidades, no cómo me siento yo”, dicen. Otros afirman que sonríen, pero realmente es una máscara cubre emociones: por dentro sienten un alto malestar emocional y sentimientos de incompetencia y escasa valía. Los valores de la escuela priman en demasía el ser altamente competente y muy popular; si no lo eres, entonces no puedes considerarte una persona digna de ser valiosa. 

Por ello, el trabajo con los padres en esta etapa no puede centrarse sólo en ayudarles con su estilo de crianza, lo que siempre se les dice a la hora de que los expertos den recomendaciones: sé dialogante con tu hijo/a adolescente, comprensivo, con un estilo democrático donde la autoridad recae en los padres, con los hijos/as participando de las decisiones. Hace falta algo más. Es necesario que los padres aprendan a ser consistentes en las respuestas que dan a sus hijos; pero, además, han de ser capaces de conectar con el mundo interior de estos y recogerlo, de tal modo que lleguen a experimentar que lo que ellos sienten tiene un lugar y se valida. Luego veremos cómo negociar los conflictos, pero al adolescente hay que darle el lugar de persona. Además, se precisa que algunos padres (cuyos modelos de apego en la infancia y sus necesidades de seguridad y afecto no fueron suficientemente satisfechos) trabajen sus propios modelos mentales de apego para ganarlos a la seguridad y que puedan proporcionar a sus hijos/as estrategias de vinculación más seguras, afectivas, sensibles y empáticas. Esto que se dice fácil y queda muy bonito al escribirlo, es una tarea lenta y costosa, pero puede merecer la pena. Puede requerir el acompañamiento profesional especializado. 

Apego, amistad y amor romántico en la adolescencia

Dice el profesor Oliva Delgado que en la infancia la relación es vertical, en la mayoría de los casos, en la niñez: el infante recibe cuidados de los padres. En la adolescencia, al aparecer otras figuras con las que vincular, como, por ejemplo, los amigos, la relación será más horizontal: los adolescentes se prodigan cuidados unos a otros, si las relaciones son sanas.

En la adolescencia comienzan las primeras relaciones de pareja
que a diferencia del apego con los padres, se dan y se reciben cuidados


Un joven que ha llegado a la adolescencia con un modelo de apego seguro, tendrá más recursos emocionales y cognitivos para relacionarse, una mayor competencia socio-emocional y probablemente el contexto familiar esté caracterizado por los buenos tratos y las relaciones familiares constructivas y positivas. Un apego seguro en la adolescencia favorece una mejor regulación emocional.

Los adolescentes con una disposición al apego evitativo, en cambio, presentan una comunicación distorsionada y expectativas negativas de los demás. Pueden alejarse emocionalmente y se pueden mostrar hostiles. Por su parte, los adolescentes con una disposición al apego ansioso-ambivalente necesitan en exceso el apoyo de los iguales, de los cuales dependen; muestran mucha inseguridad sobre cómo actuar socialmente y tienen muchas dudas respecto a la disponibilidad del otro.

En cuanto a las relaciones de pareja, el profesor Oliva Delgado afirma que Las relaciones de pareja durante la adolescencia pueden servir para satisfacer cuatro tipos de necesidades: sexuales, de afiliación, de apego y de dar y recibir cuidados (Furman y Wehner, 1994) Sin duda, las primeras relaciones que establecen los adolescentes servirán para colmar fundamentalmente las necesidades sexuales y las afiliativas (compañía y diversión). En la medida en que vaya transcurriendo la adolescencia estas relaciones serán más estables, y la pareja irá ascendiendo en la jerarquía de figuras de apego. Así, durante la adolescencia tardía y la adultez temprana las relaciones de pareja empezarán a satisfacer necesidades de apoyo y de cuidados (Scharf y Mayseless, 2001). 

Las relaciones de apego románticas -refiere el profesor Oliva Delgado- van a verse influidas por el tipo de apego establecido con los padres. Las relaciones de pareja guardan mucha similitud con las relaciones entre madre e hijo, en el sentido de que se trata de relaciones muy íntimas y con contactos físicos estrechos. Pero hay otras características como la colaboración, la afiliación, o las interacciones simétricas, que no están presentes en las relaciones del niño con sus padres. 

Algunos estudios observacionales de parejas en interacción indican que los sujetos seguros se implican en intercambios más positivos, ofrecen más apoyo emocional, aceptan más el contacto físico, muestran más satisfacción y compromiso y tienen menos conflictos. Además, tienden a emparejarse con otros sujetos con apegos seguros (Simpson, 1999). 

Los adolescentes con disposición al apego evitativo rehuirán el compromiso emocional y se mostrarán más fríos y distantes en sus relaciones de pareja, mostrando una iniciación sexual más precoz y una mayor promiscuidad. Y los adolescentes con una disposición al apego ansioso-ambivalente mostrarán mucha ansiedad en las relaciones que les llevará a manifestar mucha inseguridad y celos injustificados.

El blog vuelve con un artículo el día 24 de abril.

El día 6 de abril publicaré un post especial por las vacaciones de Semana Santa o Primavera. 

REFERENCIAS

Furman, W. & Wehner, E.A. (1994). Romantic views: Toward a theory of adolescenct romantic rela- tionships. En R. Montemayor, G.R. Adams y T.P. Gullotta (Eds.), Personal relationships during ado- lescence (pags. 168-195). Thousand Oaks, CA:Sage.

Oliva Delgado, A. (2011). Apego en la adolescencia. Acción Psicológica, 8 (2), 55-65.

Scharf, M. & Mayseless, O. (2001). The capacity for romantic intimacy: Exploring the contribution of best friend and marital and parental relation- ships. Journal of Adolescence, 24, 379-399.

Simpson, J. A. (1999). Attachment theory in modern evolutionary perspective. In J. Cassidy y P. R. Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications (pp. 115-140). New York: Guilford Press.

lunes, 20 de marzo de 2023

El apego en la adolescencia (I)


Os invito a visitar el blog de Janire Goizalde


https://plumaresilienteblog.blogspot.com

 

Hola y bienvenid@s a mi blog PLUMA RESILIENTE. En primer lugar, me llamo Janire Goizalde y tengo 24 años. Algunos me conoceréis por haber escrito un libro sobre resiliencia titulado “Una nueva vida florece. "Historia resiliente de mi adopción”, con José Luis Gonzalo Marrodán, un buen psicólogo y gran amigo. También han participado en este libro otros profesionales, cómo la psicóloga y psicoterapeuta familiar, Cristina Herce Sellán, que la admiro muchísimo, como profesional y como alguien cercana a mí. La razón por la que he creado este blog es porque la RESILIENCIA es una parte importante de nuestra vida. 


Para las personas que desconocen esta palabra, decirles que es la capacidad para superar situaciones adversas; por ejemplo, un trauma, una tragedia, muerte de un ser querido, problemas personales, laborales, familiares, etc. Por este motivo he querido crear un blog, ya que l@s que han leído mi libro saben que soy una persona que he hecho un proceso resiliente, por todo lo que he arrastrado de mi pasado. En el libro hay varios dibujos que he hecho sobre mis sentimientos, y me gustaría seguir compartiendo mis obras sobre cómo me siento con vosotr@s, por eso dedico este blog PLUMARESILIENTE a ello.





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Hace mucho tiempo que no escribo sobre apego y me apetece hacerlo. Al mismo tiempo, pienso que la información que traslade aquí será también útil para vosotros y vosotras, familias y profesionales. Vamos a volver hablar sobre apego y adolescencia, tema que os recuerdo ya hemos abordado en el blog en tres artículos: 




Hoy os ofrezco un artículo que divido en dos partes. En la primera -que expongo a continuación-, me centro en la caracterización de la etapa adolescente y hago mención al modelo mental con respecto al apego de los adolescentes. Termino con una reflexión sobre por qué son tan altas actualmente las tasas de trastornos mentales entre los jóvenes. 

En  la segunda -en un próximo post-, hablaré sobre cómo se relacionan los adolescentes de apego seguro e inseguro, describiré qué ocurre con aquellos que arrastran heridas infantiles en el apego y ofreceré algunas orientaciones.

Para no hablar solo de mis experiencias en consulta privada con los adolescentes y sus familias, he querido documentarme sobre el tema y he dado con un excelente artículo del profesor Alfredo Oliva, Doctor en psicología y experto en adolescencia. Así, en este post me propongo transmitiros lo fundamental que él desarrolla en dicho artículo, junto con los aportes de otros autores (algunos de ellos citados por el profesor Oliva) y mi experiencia profesional de trabajo en psicoterapia con los adolescentes. Me gustaría también esbozar un intento de dar respuesta al por qué se ha resentido tanto la salud mental de los chicos y chicas, y si todo se asocia a lo que psicológicamente nos ha traído la postpandemia o hay otros factores asociados. 

Caracterización de la adolescencia y apego

En el artículo del profesor Alfredo Oliva, este nos dice que, durante la adolescencia, en relación con el apego, hay una disminución de la cercanía emocional, las expresiones de afecto (Collins y Repinski, 1994), la cantidad de tiempo que padres e hijos pasan juntos y un aumento de la necesidad de privacidad. Esto suele conllevar que los padres experimenten un sentimiento de pérdida de la niñez de sus hijos, para comenzar a verlos como personas cuyo deseo ya no pasa por convivir la mayor parte del tiempo con ellos. El interés se desplaza del ámbito familiar al ámbito de las relaciones de amistad, y los amigos -y las parejas que se formen- se pueden convertir también en vínculos afectivos sólidos y gratificantes; la necesidad de vincular se traslada con fuerza a otras personas, incluida el área romántica, impulsada también por la aparición de la pubertad, los cambios psicofisológicos y la emergencia de los impulsos sexuales. 

Además -nos dice el profesor Oliva- la comunicación también suele experimentar un ligero deterioro en torno a la pubertad, ya que en esta etapa chicos y chicas hablan menos espontáneamente de sus asuntos, las interrupciones son más frecuentes y la comunicación se hace más difícil (Parra y Oliva, 2007). Las discusiones y conflictos entre padres e hijos pasan a formar parte de la vida cotidiana en familia, especialmente durante la adolescencia temprana (Collins y Steinberg, 2006). Reflejan el choque entre la necesidad de apoyo parental en un momento en el que tienen que afrontar muchas tareas evolutivas y la exigencia de exploración que requiere la resolución de dichas tareas.

Por ello, no hay hogar donde no exista una tensión manifiesta u oculta entre la dificultad de los padres en aceptar que su hijo ha cambiado y el de los adolescentes de explorar el mundo, a la vez que ellos también han de hacer el duelo por el niño que acaban de dejar de ser, teniendo que asimilar muchos cambios físicos y psicológicos que en esta fase se producen. Las confrontaciones sobre la hora de llegada, el poco tiempo que pasan en casa, el posible descuido de los estudios y del orden en su habitación, la cantidad de horas que dedican al móvil y a las redes sociales, las discusiones porque la omnipotencia paterna/materna ha caído y ya no aceptan lo que digan sus padres, sino que tienen ideas propias y a veces contrarias… son habituales en los hogares de todo el mundo a estas edades. La imagen típica es la de un padre o madre hablando a un adolescente y este sin hacer caso y diciendo: "ya rayas" 

Foto Radio Polar

La pareja, antes volcada en los niños, ahora se tiene que mirar, de nuevo, la una a la otra, y si la llama que la mantenía viva se ha apagado mucho, puede surgir una distancia que antes no se percibía, a una edad en la que los padres llegan a la madurez de su vida, que coincide con el verdor esplendoroso del adolescente. Si la pareja no tiene estructura sólida, el adolescente encontrará fisuras por donde entrar, triangulará a los padres y se beneficiará de las posibles inconsistencias entre lo que uno y el otro digan y ordenen. Lo cual agravará los problemas y desorientará más al adolescente.

Al mismo tiempo, todos los riesgos posibles rodean al adolescente, y si la comunicación no resulta fácil con ellos, se colude con no hablar de temas que son importantísimos: las relaciones afectivo-sexuales, las redes sociales y cómo manejarse, las adicciones, las relaciones con los iguales, los estudios y su orientación futura… Todo ello va a requerir que los padres no se harten del adolescente, que no le lancen el peor de los mensajes que se le puede lanzar: “no te soporto”; “vete por ahí”; “haz lo que quieras” O que no se le diga nada, se le ignore y se le haga el vacío, de tal modo que en casa sienta que no puede contar con nadie ni confiar para buscar orientación y apoyo afectivo. Casi es peor hacerles el vacío y hacerles sentir que no son los hijos que queremos “porque no estudian…, etc.” que entrar al choque y discutir; porque, aunque nos podamos enfadar, siempre existe la posibilidad de reconocer que me disparé y dije cosas que no sentía, pudiendo reparar y volver a empezar. Es más fácil y seguro discutir con los padres cuando se sabe que se podrá seguir contando con ellos (Scharf y Mayselles, 2007).

Foto: Prezi


Para poder acompañar a los hijos en esta etapa -mucho más complicada en estos albores del siglo XXI que a finales del siglo pasado, porque nuestra sociedad es más compleja- es muy importante el grado de seguridad en el apego que estos desarrollaron con nosotros en la niñez, que modelo representacional con respeto al apego (es la imagen de los padres representada como figura segura o insegura, confiable o no confiable, sensible y disponible o insensible y no disponible) Es decir, ¿el grado de seguridad o inseguridad en el apego se mantiene desde la infancia, o la adolescencia cambia los modelos de apego con respecto a los padres?

Continuidad o discontinuidad de los modelos de apego construidos en la infancia

En relación a este tema, el profesor Alfredo Oliva afirma que existen datos que indican cierta continuidad entre los modelos de apego construidos en la infancia y los manifestados en la adolescencia, sobre todo cuando las circunstancias contextuales son estables y favorables. Efectivamente, si las competencias parentales para cuidar, proveer de un apego seguro a los hijos y darles empatía se mantienen como una constante a lo largo de todo el proceso de crianza, el modelo mental con respecto al apego en la adolescencia se mantendrá con representaciones de uno mismo y de los demás como seguras, atravesando esta complicada etapa y sus desafíos evolutivos no sin problemas o adversidades, sino confiando en los padres para pedir ayuda, buscar confort y sentir que se podrán resolver esos problemas.

Sin embargo, los modelos representacionales pueden experimentar modificaciones, de la seguridad a la inseguridad cuando se producen cambios importantes en las condiciones de crianza (Hamilton, 2000; Weinfield, Sroufe y Egeland, 2000) En efecto, que los padres o cuidadores por diversos factores que afectan temporal o definitivamente a su competencia para cuidar, o por la experimentación de adversidades o acontecimientos estresantes y/o traumáticos (pérdida de uno de los progenitores, divorcio conflictivo…) favorezcan que las representaciones de apego se vean afectadas y desarrollen inseguridad con respecto a los progenitores.

Sobre todo, si las conductas parentales relacionadas con el apego (Belsky, 1999) inciden negativamente en los hijos porque estos no están disponibles, rechazan o maltratan. Y cuando los adolescentes deben hacer frente a situaciones especialmente estresantes (Allen et al., 2003) como las que hemos mencionado (pérdidas, muertes, malos tratos, violencia de género, enfermedad grave de los progenitores…)

Las conductas parentales relacionadas
con el apego han de ser seguras
Foto: mentes abiertas psicología

Además, el profesor Alfredo Oliva afirma que la experiencia en la relación con los iguales o con la pareja a lo largo de estos años también podría explicar la discontinuidad en la seguridad del modelo de apego, Así pues, puede ser fuente que refuerce la seguridad previa en el apego, o, al contrario, que acentúe una inseguridad preexistente. Sobre todo, los vínculos románticos, cuando los adolescentes (seguros o inseguros en el apego temprano) forman una pareja más estable y en ella se transfieren inconscientemente los propios modelos de apego temprano. Si ambos miembros de la diada son inseguros, entonces la relación puede tornarse una experiencia que en vez de vivirse con felicidad y disfrute es fuente de ansiedad y dolor.

Los padres, en contra de lo que se piensa, son figuras de apego fundamentales en la adolescencia

En todo caso, los padres son figuras de apego claves en esta edad, aunque el joven tenga una tendencia a volcarse más con los amigos y relaciones románticas. Y no sólo los padres, en mi opinión otros adultos (seguros, confiables, empáticos y disponibles) juegan un papel muy relevante como figuras en quienes encontrar calma, orientación, confort y seguridad. Son figuras de apego subsidiarias hacia las cuales los chicos y las chicas pueden sentir afecto y formar parte de su universo vincular. No nos olvidemos que la adolescencia es otra etapa bebé en la cual el cerebro experimenta una gran revolución (Benito, 2020), vuelve a producirse un periodo de poda neuronal (qué conexiones se afianzarán y permanecerán, y cuáles se desecharán por su irrelevancia), con lo cual la necesidad de contar con adultos que sean buenos arquitectos del cerebro de los jóvenes es fundamental. El profesor Alfredo Oliva coincide con este punto de vista cuando afirma que los adolescentes mostrarán una mayor tendencia a la exploración cuando sientan que sus padres están disponibles y les muestran su apoyo. De hecho, y aunque chicos y chicas aumentan sus conductas exploratorias y reducen las manifestaciones abiertas de apego en su tránsito a la adolescencia, la mayoría disfrutan de relaciones cálidas y estrechas con sus padres, necesitan su respeto y aprecio, y en condiciones de estrés tornan a sus padres, que continuarán siendo importantes figuras de apego, incluso durante la adultez emergente. Por ello, necesitamos padres y adultos con mayor sensibilidad ante los estados emocionales de sus hijos, porque la seguridad en el modelo mental de apego favorece la autonomía de estos, dice Alfredo Oliva.

Trastornos mentales en la adolescencia y apego

Creo que una de las causas de que estemos ante una oleada de trastornos y alteraciones mentales en la adolescencia (consultad esta reciente noticia) no sólo es por las consecuencias de la pandemia, sino porque, en mi opinión, cada vez observo que la calidad del vínculo de apego entre padres e hijos se resiente más. No porque los padres hagan daño a sus hijos en forma de maltrato activo, sino precisamente porque los padres “no hacen” lo que deberían hacer: ser adultos presentes, sintonizados emocionalmente con sus hijos, capaces de mostrar empatía, de mantener conversaciones con ellos donde estos aprendan sobre las emociones y a comprender su mente y la de los otros, a regular estas y a disfrutar juntos. Y esto es así desde la infancia, periodo en el cual los niños experimentan mucha soledad y vacío, y al llegar a la adolescencia, con el cambio y las exigencias de ser autónomos, no tienen una seguridad interiorizada ni unas herramientas psicológicas desarrolladas. Entonces, ante los problemas, se derrumban anímicamente, y si se dan otros factores asociados (externos o internos), aparece el malestar emocional e incluso los trastornos. 

Los padres no son los únicos responsables de esto, el marco laboral tal y como está concebido, pensado para trabajar y producir, se da de tortas con las necesidades de los niños, es un horario pensado para que los padres lleguen agotados, sin tiempo, fuerza y ganas para poder estar con sus hijos. Apenas hay tiempo para los deberes (siempre deberes escolares), las duchas, la cena, la cama… y ojalá un ratito para leer un cuento, si es que hay tiempo. No hay más. Los fines de semana, los videojuegos o cualquier ocio más claustrofílico predomina por encima de que los niños tomen la calle y se relacionen entre sí. Cada vez es más habitual ver a adolescentes juntos... cada uno absorto en su móvil. 

En las escuelas, no se habla sobre relaciones, no se estrechan los vínculos aprendiendo como una tribu, fomentando la cooperación y el apoyo de los unos hacia los otros. Así, se llega a la adolescencia con una gran inseguridad de base, con lo cual la exploración del mundo y el afrontamiento de las exigencias de este se hacen totalmente imposibles para los adolescentes. Se crea así un caldo de cultivo óptimo para poder desarrollar síntomas como la ansiedad, la depresión y las autolesiones, reflejo de un mundo interno que no pueden mentalizar y que colapsa, mostrando un sufrimiento del que no saben cómo salir ni tienen la expectativa de que los otros vayan a poder ayudarles. Fue desde la infancia, estallando en la adolescencia, donde se gestó en la persona menor de edad un esquema cognitivo-afectivo que contiene creencias tales como:  "mis necesidades emocionales no importan"; "los adultos no están disponibles"; "mejor me lo resuelvo solo"; "no puedo confiar"

El lema de la "Asociación para el Desarrollo y la Promoción
de la Resiliencia" (ADDIMA), cobra su máxima importancia
en el acompañamiento a adolescentes


Con todo, soy optimista, porque si proveemos a los adolescentes de adultos en los que puedan confiar, empáticos y sensibles, gracias a esos puntos de apoyo, podrán ganar en seguridad, afrontar los desafíos de la vida y disfrutar de nuevo de esta. Es una etapa de gran riesgo pero también de gran oportunidad (Benito, 2020). Ahora bien, hemos de ser incondicionales y acompañarlos, que no se sientan solos, con respeto y fomentando la autonomía y la capacidad para resolver problemas, y que sepan que vanos a estar ahí para ellos y ellas. 


REFERENCIAS

Allen, J. P., McElhaney, K. B., Land, D. J., Kuperminc, G. P., Moore, C. M., O’Beirne-Kelley, H. et. al. (2003). A secure base in adolescence: Markers of attachment security in the mother-adolescent relationship. Child Development, 74, 292-307

Belsky, J. (1999). International and contextual determinants of attachment security. En (J.Cassidy y P.R. Shaver, eds.). Handbook of Attachment: The- ory, Research and Clinical Applications, pp. 249- 264. New York: Guilford.

Benito, R. (2020). Bases neurobiológicas y desarrollo en la infancia y la adolescencia. Madrid: El Hilo Ediciones.

Collins, W. A. & Repinski, D. J. (1994). Relationships during adolescence: Continuity and change in in- terpersonal perspective. En R. Montemayor, G. R. Adams, y T. P. Gullotta (Eds.), Personal rela- tionships during adolescence (pp. 7-36). Thousand Oaks, CA: Sage.

Collins, W.A. & Steinberg, L. (2006). Adolescent de- velopment in interpersonal context. En N. Eisen- berg (Vol. Ed.), Social, emotional, and personality development. Handbook of Child Psychology (W. Damon and R. Lerner, Eds.). (pp. 1003-1067). New York: Wiley.

Hamilton, C. E. (2000). Continuity and discontinuity of attachment from infancy through adolescence. Child Development, 71, 690-694.

Oliva Delgado, A. (2011). Apego en la adolescencia. Acción Psicológica, 8 (2), 55-65.

Parra, A. & Oliva, A. (2007). Una mirada longitudinal y transversal sobre los conflictos entre madres y adolescentes. Estudios de Psicología, 28, 93-107.

Scharf, M. & Mayseless, O. (2007). Putting eggs in more than one basket: A new look at develop- mental processes of attachment in adolescence. En M. Scharf, y O. Mayseless (Eds). Attachment in Adolescence: Reflections and New Angles: New Directions for Child and Adolescent Development. (No. 117) (pp. 1-22). San Francisco: Jossey-Bass (Wiley).

Weinfield, N. S., Sroufe, L. A., & Egeland, B. (2000). Attachment from infancy to early adulthood in a high-risk sample: Continuity, discontinuity, and their correlates. Child Development, 71, 695–702.