lunes, 3 de abril de 2023

El apego en la adolescencia (II y final)

Continúo con el artículo dedicado al apego y la adolescencia, en esta segunda parte nos centramos en como son los adolescentes que muestran un apego seguro porque los padres muestran mayor sensibilidad ante los estados emocionales de sus hijos. Uno de los fenómenos de la etapa evolutiva adolescente es que los hijos/as necesitan más autonomía, y también separarse de los padres emocionalmente, para que cobre relevancia el vínculo con los iguales y la pareja. Aun y todo, los padres siguen siendo figuras de apego fundamentales y necesarias para el desarrollo del joven. Como veremos, la relación padres/hijos adolescentes no es la misma si estos están apegos de un modo seguro o inseguro. Daremos también unas pinceladas sobre el trabajo con los padres y en qué debemos poner el acento, así como una caracterización de la adolescencia y las relaciones de pareja.

Apego seguro versus inseguro en la adolescencia

Como refiere el profesor Oliva Delgado, la forma en que el adolescente resuelve cómo distanciarse emocionalmente de sus padres y funcionar con más autonomía y responsabilidad no es la misma si existe un modelo mental en el adolescente seguro e inseguro. Cuando los padres a lo largo de la infancia se han mostrado como unas figuras consistentes, congruentes, empáticas y sensibles, mostrando capacidad reflexiva junto con firmeza en el cumplimiento de reglas y normas, se llega a la adolescencia con una mayor capacidad de afrontar los problemas y desafíos propios de la etapa. Porque se confía en que los padres y/u otros estarán disponibles para encontrar apoyo, comprensión y seguridad. No importa que en ocasiones se discuta y se rompa la conexión (algo normal en este periodo de la vida por la intensidad con la que todo se vive); porque cuando hay seguridad en el apego aquella se recupera de nuevo mediante la reparación.

Un modelo mental seguro con respecto al apego conlleva una mayor regulación emocional, más flexibilidad mental y mejor capacidad reflexiva; con lo cual se recuperará la conexión cuando esta se pierda y se repararán las disrupciones en la comunicación por ambas partes de una manera más fácil, porque el vínculo es de calidad y se confía en él. 

Resumen de las estrategias de los adolescentes
con disposición al apego evitativo


Cuando los adolescentes muestran rasgos de apego inseguro evitativo, la tendencia es hacia una autonomía excesiva y una minimización de la emocionalidad. El adolescente puede mostrarse rechazante y cortar la relación con los padres, enfrascarse en discusiones poco productivas, no centrarse en la búsqueda de soluciones y el DISTANCIAMIENTO será la estrategia vincular fundamental. Dicho distanciamiento perjudicará las comunicaciones padres/hijos porque el chico o chica se encerrará en exceso en sí mismo, contestará con monosílabos y nunca será buen momento para abrirse y hablar. Si los padres tienen un modelo mental con respecto al apego evitativo, la comunicación versará menos sobre aspectos emocionales e íntimos y estará focalizada en normas, aspectos funcionales y realidades físicas (horarios, notas, normas…) Si uno de los dos miembros de la pareja tiene un estilo más preocupado (una disposición de apego contraria a la del joven), el chico o chica se abrumará más ante la emocionalidad y los intentos constantes de acercamiento, a veces un tanto invasivos, que este tipo de padres o madres pueden hacer, aumentando la distancia aún más.

Resumen de las estrategias de los adolescentes
con disposición al apego
ansioso-ambivalente.

Cuando los adolescentes muestran rasgos de apego ansioso-ambivalente, las discusiones con los padres son más intensas emocionalmente y la autonomía del adolescente es más complicada por la inseguridad que sienten. Los padres, si ellos mismos tienen modelos mentales con respecto al apego preocupados, pueden frenar la autonomía del hijo/a porque esta se vive como una amenaza, ya que ellos pueden tener sentimientos ambivalentes con respecto a las separaciones, al haber vivido algunas de estas como traumáticas en su vida. Los hijos con rasgos apego ansioso-ambivalentes no tienden como el evitativo a rechazar o se distancian, sino que permanecen atados o apegados ansiosamente. 

El trabajo con los padres

Acompañar y criar un hijo/a adolescente es una tarea compleja que requiere de que los padres reciban ayuda y apoyo externo de otras personas (de la propia familia, amigos y en su caso, de profesionales) Abogamos por el concepto de tribu, aludiendo a la necesidad que tienen los jóvenes para educarse satisfactoriamente de contar con una red de relaciones que dé seguridad, afecto y contención. Una red de personas que esté disponible y sea confiable. 

Muchos son los jóvenes que dicen sentirse solos e incomunicados, que sienten que no tienen auténticas relaciones gratificantes donde la conexión con el otro produzca satisfacción. Tienen multitud de dispositivos electrónicos para comunicarse, pero paradójicamente nunca se sintieron tan aislados y, a veces, con un sentimiento de que a nadie les importa lo que les pase. Cada vez más en consulta observamos a adolescentes que tienen síntomas de ansiedad, depresión y conductas de autolesión como respuesta al malestar que producen intensos sentimientos de vacío y soledad, altamente desreguladores. Y muchos afirman que los adultos tienen prisa, que no se dan el tiempo para preguntarles: ¿Cómo te sientes? “Sólo parece importarles las normas y las responsabilidades, no cómo me siento yo”, dicen. Otros afirman que sonríen, pero realmente es una máscara cubre emociones: por dentro sienten un alto malestar emocional y sentimientos de incompetencia y escasa valía. Los valores de la escuela priman en demasía el ser altamente competente y muy popular; si no lo eres, entonces no puedes considerarte una persona digna de ser valiosa. 

Por ello, el trabajo con los padres en esta etapa no puede centrarse sólo en ayudarles con su estilo de crianza, lo que siempre se les dice a la hora de que los expertos den recomendaciones: sé dialogante con tu hijo/a adolescente, comprensivo, con un estilo democrático donde la autoridad recae en los padres, con los hijos/as participando de las decisiones. Hace falta algo más. Es necesario que los padres aprendan a ser consistentes en las respuestas que dan a sus hijos; pero, además, han de ser capaces de conectar con el mundo interior de estos y recogerlo, de tal modo que lleguen a experimentar que lo que ellos sienten tiene un lugar y se valida. Luego veremos cómo negociar los conflictos, pero al adolescente hay que darle el lugar de persona. Además, se precisa que algunos padres (cuyos modelos de apego en la infancia y sus necesidades de seguridad y afecto no fueron suficientemente satisfechos) trabajen sus propios modelos mentales de apego para ganarlos a la seguridad y que puedan proporcionar a sus hijos/as estrategias de vinculación más seguras, afectivas, sensibles y empáticas. Esto que se dice fácil y queda muy bonito al escribirlo, es una tarea lenta y costosa, pero puede merecer la pena. Puede requerir el acompañamiento profesional especializado. 

Apego, amistad y amor romántico en la adolescencia

Dice el profesor Oliva Delgado que en la infancia la relación es vertical, en la mayoría de los casos, en la niñez: el infante recibe cuidados de los padres. En la adolescencia, al aparecer otras figuras con las que vincular, como, por ejemplo, los amigos, la relación será más horizontal: los adolescentes se prodigan cuidados unos a otros, si las relaciones son sanas.

En la adolescencia comienzan las primeras relaciones de pareja
que a diferencia del apego con los padres, se dan y se reciben cuidados


Un joven que ha llegado a la adolescencia con un modelo de apego seguro, tendrá más recursos emocionales y cognitivos para relacionarse, una mayor competencia socio-emocional y probablemente el contexto familiar esté caracterizado por los buenos tratos y las relaciones familiares constructivas y positivas. Un apego seguro en la adolescencia favorece una mejor regulación emocional.

Los adolescentes con una disposición al apego evitativo, en cambio, presentan una comunicación distorsionada y expectativas negativas de los demás. Pueden alejarse emocionalmente y se pueden mostrar hostiles. Por su parte, los adolescentes con una disposición al apego ansioso-ambivalente necesitan en exceso el apoyo de los iguales, de los cuales dependen; muestran mucha inseguridad sobre cómo actuar socialmente y tienen muchas dudas respecto a la disponibilidad del otro.

En cuanto a las relaciones de pareja, el profesor Oliva Delgado afirma que Las relaciones de pareja durante la adolescencia pueden servir para satisfacer cuatro tipos de necesidades: sexuales, de afiliación, de apego y de dar y recibir cuidados (Furman y Wehner, 1994) Sin duda, las primeras relaciones que establecen los adolescentes servirán para colmar fundamentalmente las necesidades sexuales y las afiliativas (compañía y diversión). En la medida en que vaya transcurriendo la adolescencia estas relaciones serán más estables, y la pareja irá ascendiendo en la jerarquía de figuras de apego. Así, durante la adolescencia tardía y la adultez temprana las relaciones de pareja empezarán a satisfacer necesidades de apoyo y de cuidados (Scharf y Mayseless, 2001). 

Las relaciones de apego románticas -refiere el profesor Oliva Delgado- van a verse influidas por el tipo de apego establecido con los padres. Las relaciones de pareja guardan mucha similitud con las relaciones entre madre e hijo, en el sentido de que se trata de relaciones muy íntimas y con contactos físicos estrechos. Pero hay otras características como la colaboración, la afiliación, o las interacciones simétricas, que no están presentes en las relaciones del niño con sus padres. 

Algunos estudios observacionales de parejas en interacción indican que los sujetos seguros se implican en intercambios más positivos, ofrecen más apoyo emocional, aceptan más el contacto físico, muestran más satisfacción y compromiso y tienen menos conflictos. Además, tienden a emparejarse con otros sujetos con apegos seguros (Simpson, 1999). 

Los adolescentes con disposición al apego evitativo rehuirán el compromiso emocional y se mostrarán más fríos y distantes en sus relaciones de pareja, mostrando una iniciación sexual más precoz y una mayor promiscuidad. Y los adolescentes con una disposición al apego ansioso-ambivalente mostrarán mucha ansiedad en las relaciones que les llevará a manifestar mucha inseguridad y celos injustificados.

El blog vuelve con un artículo el día 24 de abril.

El día 6 de abril publicaré un post especial por las vacaciones de Semana Santa o Primavera. 

REFERENCIAS

Furman, W. & Wehner, E.A. (1994). Romantic views: Toward a theory of adolescenct romantic rela- tionships. En R. Montemayor, G.R. Adams y T.P. Gullotta (Eds.), Personal relationships during ado- lescence (pags. 168-195). Thousand Oaks, CA:Sage.

Oliva Delgado, A. (2011). Apego en la adolescencia. Acción Psicológica, 8 (2), 55-65.

Scharf, M. & Mayseless, O. (2001). The capacity for romantic intimacy: Exploring the contribution of best friend and marital and parental relation- ships. Journal of Adolescence, 24, 379-399.

Simpson, J. A. (1999). Attachment theory in modern evolutionary perspective. In J. Cassidy y P. R. Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications (pp. 115-140). New York: Guilford Press.

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