Como ya sabéis los que habitualmente seguís este blog, me
alineo con la teoría del apego como el marco comprensivo que mejor nos permite
conocer al ser humano y cómo éste se va forjando: cerebro, mente y experiencias
convergen (como en ninguna otra teoría) en la del apego.
Suelo hablar mucho del apego en los niños y adolescentes. El
apego tiene dos vertientes: una, biológica; nacemos con un equipamiento
biológicamente “escrito” para apegarnos a un cuidador. El llanto, la risa, la
mirada… son conductas que el bebé emite con el fin de atraer a aquél para que
satisfaga sus necesidades de manera empática, rápida y sensible. Es la función
supervivencial del apego. Por ello el vínculo de apego es diferente a otro tipo
de vinculaciones porque su función primordial es la de asegurarnos la
supervivencia.
La pasada semana tratamos sobre la segunda vertiente del apego: la emocional. O, lo que es lo mismo, la seguridad que
nos proporciona un cuidador que emocionalmente es capaz de contener nuestras
angustias y malestares, saber aliviarlos y actuar como filtro estabilizador y
realizar una adecuada función reflexiva: reflejar nuestras emociones sin invadir.
Refleja nuestra experiencia emocional a través del cariño, enfatizando las
emociones o transformando el afecto negativo en positivo. Pero el cuidador
reflexivo debe reflejar, valga la redundancia, nuestra experiencia emocional no la suya. Esto favorece la
mentalización, esto es, que veamos al otro con una mente independiente de la
nuestra, con intenciones, deseos, sentimientos… Este aporte a la teoría del apego, como ya apuntamos, corresponde al autor Fonagy.
Esta semana, a partir del libro “El apego en psicoterapia”,
de David Wallin (del que también os vengo hablando), recojo las aportaciones de
otra autora clave en el tema del apego: Mary Main.
Mary Main revolucionó (es la segunda revolución en el apego:
la primera, la que Bowlby y Ainsworth llevaron a cabo; la tercera, la que vimos
la pasada semana con el autor Fonagy) la teoría del apego y aportó “un
protocolo de estructura flexible, aparentemente sencillo, denominado Entrevista
de Apego Adulto (AAI, por sus siglas en inglés) en el que pedía a los padres
que formaban parte de un estudio que recopilaran la historia de su relación con
sus propios padres y reflexionaran sobre ella, incluyendo las experiencias de
pérdida, rechazo y separación” (Wallin, 2012) Es una herramienta que ha demostrado que puede
evaluar el apego en la vida adulta.
“Main observó una correlación significativa entre la
seguridad del apego en los niños de su estudio y el estado anímico con respecto
al apego de los padres (evaluados con la AAI) Es más, la clasificación de los
padres en la AAI predice el tipo de apego que el niño tendrá con una
probabilidad del 75%" (Wallin, 2012) Recordemos que los tipos de apego inseguro que el niño
puede desarrollar son: evitativo; ambivalente y desorganizado. Pues bien, “…los
padres de los niños inseguros mostraban en las transcripciones de la AAI un
patrón general de dificultad para mantener un discurso coherente y colaborativo”
“Hay tres patrones en este sentido: los padres de los niños evitativos se les
describió como “negadores” porque minimizaban el valor y la influencia del
apego. Estos padres insistían en que no
recordaban experiencias relacionadas con el apego. A los padres de los niños
ambivalentes se los caracterizó como “preocupados”, porque experimentaban los
apegos del pasado como factores que se inmiscuían continuamente en el presente.
Por último, se definió a los padres de los niños desorganizados como “irresolutos/desorganizados”,
debido a que se mostraban intermitentemente desorganizados o desorientados al
reflexionar sobre los traumas de etapas anteriores” (Wallin, 2012)
Vemos, pues, como hay una correspondencia entre el estado de
mente con respecto al apego de los padres (los esquemas mentales codificados en
la memoria) y la probabilidad del 75% de fomentar un apego inseguro en los hijos. Por ejemplo, los padres
“negadores” Es muy probable que los hijos de éstos desarrollen un apego evitativo; el niño no tendrá más remedio que adaptarse y crearse el “traje evitativo” que se
desconecta de las emociones y maximiza la independencia y la autosuficiencia.
Lo más sorprendente, en mi opinión, de todas las
aportaciones de esta gran teórica del apego es que “se puso de manifiesto una
innegable correspondencia entre el modo de discurso de los padres en la
entrevista de apego –es decir, cómo reflexionaban sobre su propia experiencia
de apego- y la conducta de apego del hijo” “Y, lo que es más crucial, esta
seguridad no depende tanto de los hechos que hayamos vivido en la historia personal,
por muy problemáticos que sean, cuanto del empeño por comprender esa historia” (Wallin, 2012)
Llego al punto que quería llegar: los padres que han
trabajado su propia historia, la han comprendido y reflexionado y son
conscientes de su estado de mente con respecto al apego, y han conseguido
transformar su historia (por muy dura que ésta sea) y resiliar, pueden ser unos padres completamente
competentes. Existen muchos casos que todos conoceremos de padres que han
padecido historias de malos tratos, abandono… y parecería que estarían abocados
a repetir los patrones de apego disfuncionales. Pues no. Si han hecho un
esfuerzo de elaboración y cambio, se transforman, renacen y pueden ser seguros
y hacer seguros a sus hijos. Estos padres tendrían un mérito enorme y habrían logrado una seguridad denominada "ganada" con respecto al apego. Son unos triunfadores, en efecto.
Todos los padres (biológicos o no biológicos) tenemos el
deber de revisar nuestras propias historias y reflexionar sobre nuestros
recuerdos en relación a nuestra experiencia de apego. Esto nos hará ser mucho
más competentes. En el caso de los padres o familias adoptivas, deben ser plenamente conscientes, además, de que se van a hacer cargo de un niño o niña que
ha podido pasar por experiencias adversas de abandono o malos tratos. Y tenemos
el deber de asegurarles padres o familias competentes para poder cuidar. No
se le puede fallar dos veces a un menor (bastante trágico es que se le haya fallado una vez) Puede re-traumatizar. Ignoro si se incluye la
valoración del apego (del estado de mente con respecto al apego) en los
procesos de valoración de las familias ¿Imagino que sí? En caso contrario, pienso que debería
de hacerse una valoración completa en base a este protocolo de los futuros adoptantes o
acogedores. Ser un cuidador competente depende de la capacidad que tengamos para ello; y ésta viene muy influenciada por el estado de mente con respecto
al apego que hayamos desarrollado. La Entrevista de Apego Adulto se revela como
un protocolo científico y riguroso a incluir en las valoraciones de los adoptantes
y acogedores.