lunes, 29 de junio de 2020

Amor y vínculo en las canciones de Luis Eduardo Aute (homenaje al cantautor)*. Buenos tratos regresa en septiembre de 2020. ¡Feliz verano!


*Nota: Le denomino "cantautor" varias veces a lo largo del artículo como recurso literario (para no repetir tantas veces su nombre). Pero él no está de acuerdo con esta etiqueta. Huye de este cliché que parece contener la idea de que un cantautor es alguien triste, deprimido y pesado. Hasta se mofa de ello en una canción llamada Autotango del cantautor. Luis Eduardo Aute arrastra fama de ser alguien aburrido y cansino. Y, sin embargo, es todo lo contrario, cualquiera que haya asistido a un concierto o velada con él sabrá que es gracioso e ingenioso, capaz de hacer reír de manera inteligente. Como no sé qué palabra usar como alternativa a "cantautor", a pesar de que no le agrada, en este artículo la utilizo. Perdona, Luis Eduardo. Como veis, hablo de él en presente, aunque haya fallecido, pues para mí siempre está presente en mi vida.


Artículo dedicado a todas las personas que han perdido seres queridos.

Luis Eduardo Aute. Foto: abc.es

Hace poco, durante el confinamiento por el coronavirus, concretamente el 4 de abril de 2020, falleció Luis Eduardo Aute, un cantautor y artista integral que ha influido poderosamente en mi identidad. He estado y a veces aún sigo estándolo, apesadumbrado por su muerte. Desde que llegó a mi vida, me ha acompañado en muchísimos momentos, a veces casi a diario. Él ha puesto -y sigue poniendo- palabra y música a muchos de mis estados internos y vivencias emocionales. Ningún otro músico ha conseguido llegarme tan adentro como él. Su voz profunda y de una belleza única, sus melodías (muchas insuperables) y sus letras lo convierten en un genio creativo y artístico inigualable.

No había tenido tiempo de brindarle un homenaje. Pude saludarle una vez durante un ratito que se me hizo muy corto y decirle en breve intervalo lo mucho que lo admiraba y me habían ayudado sus canciones y su arte. No quise hablarle demasiado, porque sabía que no le gustaba en exceso la exposición pública. Y aunque esto era así, jamás evitaba a nadie y era amable y atento con todo el mundo. Pero ahora que la muerte se lo ha llevado, “la muerte parto inverso, partida mal parida” como él expresa en una canción titulada La mala muerte, con un sentimiento de tristeza y echando de menos su próxima obra artística, literaria o musical, sabiendo que no habrá más, noto en lo más profundo de mi cuerpo la necesidad de hacerle desde este blog un sentido homenaje y testimoniarle mi agradecimiento por haberme dado tanto, porque su obra y su símbolo (no su persona porque, desgraciadamente, no le conocí a este nivel) han sido (y lo seguirán siendo) un tutor de resiliencia para mí.

En el blog Buenos tratos deposito mucho de mi persona y filosofía de vida. Por ello, aunque la mayoría de los artículos que escribo y escriben mis compañeros son científicos, sabéis que en algún momento he creado otros en los que se atisban mis gustos y aficiones por el cine, la música, el arte y, en especial, por cómo unir estos conocimientos con la teoría del apego y el trauma. Así, me vienen a la mente varios posts sobre esto: las esculturas de Chillida y el apego; las adicciones, el trauma y las estrellas de Hollywood; y el amor y el vínculo en la música.

Hoy os ofrezco otro de estos artículos donde, para homenajear a Luis Eduardo Aute, relacionaré su música con el apego, el trauma y la resiliencia. Creo que es la mejor manera de rendirle tributo.

Aunque de este tipo de artículos a priori parecen más bien filosóficos y como padre, madre, cuidador o profesional que crías o trabajas con niños y jóvenes traumatizados no vas a sacar mucho en claro, es decir, que no va a ser útil y práctico, cercano al mundo de lo real, ¡a lo mejor cuando lo termines de leer cambias de opinión...! Porque personas como Luis Eduardo Aute aportan tanto en nuestras vidas que son símbolos que contribuyen al proceso de individuación del ser humano del que habla Jung. 

Dice Gómez (2013) que los símbolos se constituyen en poderosos recursos psicológicos para la mente y el cuerpo, y pueden utilizarse en distintos momentos adversos (o cuando uno lo necesite) de la vida. Por su parte, Cyrulnik (2003) ha referido que transformar lo traumático en expresión simbólica (literaria, artística, musical…) consigue que la psique dé forma a lo traumático y lo convierta en energía constructiva, a veces, muy bella. Luis Eduardo Aute ha encontrado en las múltiples formas de expresión artística que dominaba (poesía, canción, escultura, pintura, cine…) un auténtico tutor de resiliencia. El mismo decía que su trabajo era una forma de terapia, económica y que le servía para dar forma interna a todo lo que sentía. Aute hace realidad la idea del psicoanalista Carl Jung que afirmaba que el proceso de sanación y el equilibrio personal radicaban en descubrir los arquetipos subyacentes a este proceso (Robertson, 2011). Creo que hay muchos arquetipos presentes en sus canciones y en su creación artística, por eso le resultaba tan terapéutico.

Luis Eduardo Aute es un autor muy prolífico, por lo que me ceñiré en mi exposición a sus canciones (obviaré poesía, cine, escultura y pintura) y seleccionaré aquellas que primero, más conozco, y segundo, las que mi mente asocie con el tema del apego, el trauma y la resiliencia. Lo que voy a tratar de hacer es casi un ejercicio que se asemeja a la creación de un cadáver exquisito, como al propio Aute le encantaba hacer y que dejó reflejado en una canción de su álbum Templo titulada Transfiguraciones. Intentaré que el resultado sea digno.

Foto: trovadiccion.com

Este genial cantautor es una persona realmente singular y única en sus composiciones, capaz de aunar melodías preciosas, cantar con hondura y emoción y a la vez, crear auténtica poesía. Nunca se plegó a las exigencias del mercado, del “tanto vendes, tanto vales”, que él denunciaba en una mítica canción suya que muchos veneramos llamada La belleza.  Cuando la canción Aleluya le lanzó a la fama, él quiso renunciar a entrar en esa rueda productiva y mercantilista y se retiró. Su regreso se hizo bajo la condición de que ninguna discográfica le impusiera qué hacer, por muy poco comercial que resultara. Por eso, esta coherencia siempre me ha admirado. Algo así sería impensable en un cantante de hoy en día, metidos en la rueda del merchandising actual que lanza a la fama (efímera), quema y tira cantantes que en poco tiempo quedan relegados al ostracismo.

Voy a agrupar las canciones que elija de Luis Eduardo Aute en cuatro categorías y sobre las mismas haré mención a algunas (pocas) de sus canciones. Además, comentaré dichas canciones desde el punto de vista de mis conocimientos en el ámbito de la psicología. Las categorías son: vínculo de pareja y amor; desamor y pérdida del vínculo de pareja; compromiso social y niño interior. Agrupar la obra musical de Aute en cuatro categorías es una estrategia que uso solamente para ordenarla en relación a los temas que tratamos en este blog. La producción de este cantautor es, como digo, muy extensa, los temas que aborda son mucho mas amplios y, desde luego, no son reducibles a unas pocas categorías. 

Vínculo de pareja y amor

Foto: youtube.com
Este blog se centra en la teoría del apego. Luis Eduardo Aute ha cantado al vínculo afectivo entre entre la pareja. Lo ha encumbrado como el único elemento que da sentido a la vida, lo que nos estructura y asegura, lo que nos calma y tranquiliza, lo que nos mueve a actuar y levantarnos cada día. El vínculo de pareja que se establece mediante el amor y la sexualidad, ambos unidos en las canciones de Aute, aunque a veces los separa.

Felix López (2003) refiere que “es muy probable que, desde el punto de vista funcional las primeras relaciones entre el niño y la figura de apego, en la intimidad, el contacto, la ternura, el tipo de lenguaje y la comunicación no verbal sean el prototipo de las relaciones íntimas posteriores a lo largo del ciclo vital”. Luis Eduardo Aute expresa esto en multitud de canciones:

Dos o tres segundos de ternura


Por eso necesito
Aunque se que es un exceso
Que tus ojos me digan
Algo así como de acuerdo
Estoy aquí a tu lado
Para que no tengas miedo
Al miedo de estar solos
Solos en el universo.
No me hace falta la luna
Ni tan siquiera la espuma
Me bastan solamente
Dos o tres segundos de ternura.



Quiero vivir contigo
Quiero vivir contigo
Como vive el planeta en la esfera
y la luna en el mar,
Como el destino en el camino
y así siendo distintos en la misma
identidad
Seré el deseo tuyo dentro de mi voluntad,
Quiero vivir,
Quiero vivir contigo.


Y me volví,
Dormías dulcemente
Junto a mí.
"Despierta, amor"
Te dije y todo ardía
Alrededor.


Sólo por ti sigo aquí
Imán de mujer, imán de mujer
Me voy a perder
Pero sin salir de ti.



Y empapados de agua y Luna
Enlazados, cuerpo a cuerpo.
Recorrimos las espumas
Hasta el fin del Universo.



Abrázame, abrázame
Y arráncame el escalofrío
Abrázame, abrázame
Que me congela este vacío
De rascacielos y cascadas
Sobre espejismos del infiel
Y genocidas escaladas
Donde Caín hace de Abel

Y como soplan vientos
De desguace
Abrázame fuerte, muy fuerte
Muy fuerte, amor
Hasta que la muerte
Nos abrace.


Quiéreme, aunque sea de verdad
Quiéreme y permíteme el exceso
Quiéreme, si es posible, sin piedad
Quiéreme, antes del último beso
Quiéreme, haz que se incinere el mar
Quiéreme, como el vendaval que pasa
Por el resto de una brasa
Dentro de un glaciar
Quiéreme, sin el mínimo pudor
Quiéreme, con la insidia de la fiera
Quiéreme, hasta el último temblor.


También el cantautor ha cantado solo al amor con mayúsculas, como algo que mueve el mundo, lo que hace “que llegue al fin de la noche un rayo de claridad”. He aquí sólo una muestra de las canciones de Luis Eduardo Aute dedicadas al amor:


Si aún vuelve, al fin de la noche,
Un rayo de claridad,
Si aún no ha callado la Música
De un corazón sin edad,
Si aún es el cuerpo un delito
Y no una casualidad,
Si aún no revela la célula
Quién dicta su voluntad,
Amor, es porque existes,
Es porque existes.



Si aún surge del desaliento
El aire de una canción,
Si todavía algún príncipe duda
Entre el trono del rey o la ley del talión,
Si aún arde el último clavo
Que despidió el hormigón,
Si todavía hay alguna bandera
Que tenga por patria ninguna nación...
Ay, amor, es porque existes,
Aleluya, aleluya...




Me dice el corazón que no soy de este planeta
Que caí de algún cometa
Fuera de circulación
O acaso sea un clon
De algo así como un salvaje
Que articula un lenguaje de una extraña dimensión.
Porque sucede que entre la fe y la felonía, la herencia y la herejía la jaula y la jauría
Entre morir o matar prefiero, amor, amar.


La fuerza del vínculo de pareja seguro es indestructible porque las representaciones mentales de apego residen en la memoria de las personas; sufrimos mucho cuando perdemos (porque muere) a la persona significativa amada, porque desaparece una de las bases seguras más importantes. Pero lo que interiorizamos de esta experiencia vincular con esa persona, esto es, la seguridad, la calma, el afecto, la ternura... que nos transmitió (cuando ya ha pasado el dolor agudo del duelo y transitamos hacia la aceptación de la pérdida real) vive dentro de nosotros y podemos evocarlo con un aleteo de melancolía, sí; pero también con el sabor dulce y reconfortante de esa presencia simbólica estructurante en nosotros. Su legado, que nos edifica, se convierte en base segura interiorizada. Esto no se pierde nunca, vive en nuestra representación mental. Y nos guía.  

Luis Eduardo Aute en una extraordinaria canción describió mediante los arquetipos polvo y agua, parafraseando a Quevedo, esa fuerza del vínculo indestructible y eterno, que trasciende la muerte:


No le temo a la vida ni a la muerte
Cuando siento en mi pecho palpitar tu corazón
No hay poder en el mundo que consiga
Doblegarme por la fuerza a su razón
Cuando eres tierra,
Cuando soy agua.
No hay misterio que oculte su secreto
Cuando siento en tu cuerpo que el principio es el final,
Que la vida es el sueño que me acuna
Por tu vientre más allá del bien y el mal
Cuando eres tierra
Cuando soy agua
Y si al fin no somos mas que polvo,
Seamos polvo, seamos polvo nada más...
Mas polvo enamorado.


Pérdida del vínculo de pareja y desamor

Fragmento de la canción "De alguna manera"
La vida es también adversidad. Podemos perder a la persona amada, o sufrir desamor, por diversas causas. Entonces, el cantautor exclama y concentra toda la fuerza de su poesía en poner palabras a lo que podemos sentir: tristeza, despedida, duelo, desesperación, distanciamiento… Me recuerda a Bowlby (1989), el creador de la teoría del apego, cuando describe lo que ocurre cuando perdemos o nos separamos de la figura de apego (hay una continuidad en el modo en el que establecimos el vínculo en la infancia con las figuras de apego principales y la manera en la que lo hacemos de adultos con la pareja): “Al principio [se refiere al bebé] solicita llorando y furioso, que vuelva su madre y parece esperar que tendrá éxito su petición. Esta es la fase de protesta, que puede persistir durante varios días. Más adelante se tranquiliza, pero para una mirada avezada resulta evidente que se halla tan preocupado como antes por la ausencia materna y que sigue anhelando que vuelva; pero sus esperanzas se han marchitado y se halla en la fase de desesperación. Con frecuencia alternan ambas fases: la esperanza se torna en desesperación, y ésta en renovada esperanza”.

Aute ha escrito muchas canciones sobre ese llanto de apego. Ejemplos:


De alguna manera
Tendré que olvidarte,
Por mucho que quiera
No es fácil, ya sabes,
Me faltan las fuerzas,
Ha sido muy tarde.
Y nada más, y nada más,
Apenas nada más.

En Sin tu latido, Aute se lamenta de esta pérdida del vínculo de pareja desde este grito de protesta bowlbyano:

Ay, amor mío,
Qué terriblemente absurdo
Es estar vivo
Sin el alma de tu cuerpo,
Sin tu latido.

Y en Siento que te estoy perdiendo, expresa el sentimiento de sentir que se pierde a la figura amada, cuando se teme que de la fase de protesta de Bowlby se llegue a la de pérdida:

Desde hace algún tiempo te siento distinta,
No sé que será, pero no eres la misma.
Observo en tus ojos miradas que esquivan la mía
Cansado de tanto buscar tus pupilas
Pidiendo respuestas a cada por qué
Pero adivino en ti algo que empieza a huir
Y no quiero entender. 
Cuando un presentimiento no crea razón
Sólo infunde terror
Siento que te estoy perdiendo,
Siento que te estoy perdiendo,
Siento que te estoy perdiendo,
Perdiéndote...


También en Prodigios:

Te fuiste amor
Y sólo hubo ceniza alrededor...

A veces desde un apego preocupado, la ansiedad por no tolerar la ausencia de la persona amada, en la canción No sé vivir sin ti:

Como si un gran vacío
Llenará la habitación
Como si ardiera el aire
En cada respiración
Como si, de repente,
La vida fuera un puente
Sobre unas dunas en el desierto
Helado de mi corazón.
Yo no sé vivir sin ti
Yo no sé vivir
No sé vivir sin ti.

Portada del disco su mítico concierto "Entre amigos"
Y también la desesperación de la pérdida de la figura de apego amada de una manera terrible, ya traumática, dejando entrever una gran angustia que se desliza por toda la letra y música. Una composición que hizo eterna esta pieza. La más mítica de todas sus canciones. Él siempre dijo que es una canción de amor, pero en la transición española se hizo himno contra los fusilamientos del franquismo, aunque Luis Eduardo Aute no lo pretendió. Esta canción bien podría darle sentido a todas las personas que han sufrido un trauma por abandono. Cargada de simbolismo, Al alba dice: 






Si te dijera, amor mío,
Que temo a la madrugada,
No sé qué estrellas son estas
Que hieren como amenazas,
Ni sé qué sangra la luna
Al filo de su guadaña.
Presiento que tras la noche
Vendrá la noche más larga,
Quiero que no me abandones
Amor mío, al alba.

He escuchado a Aute cantar esta canción en directo tres veces, la última de ellas a capela, sin instrumentos, impresionante, el teatro rompió en aplausos.

Podría seguir escribiendo sobre muchas más canciones de amor, duelo y pérdida afectiva, pero este post se alargaría en exceso. Creo que recojo lo nuclear y para aproximarse a su capacidad poética es una bonita selección. Os animo a que os acerquéis a su obra e indaguéis más en su creación sobre este tema.

Compromiso social (resiliencia)

Joyana Silberg (2019), psicóloga infantil especialista en trauma y disociación, en su libro El niño superviviente tiene un capítulo dedicado al tema del terapeuta de niños como activista. Me encantó que dedicara un capítulo a esta cuestión, pues en mi opinión todos los profesionales debemos de actuar motivados por un compromiso ético y social con la infancia. Creo que muchos terapeutas, educadores, trabajadores sociales, psicólogos, abogados… que eligieron trabajar, dedicar sus esfuerzos y poner sus conocimientos especializados al servicio de los niños/as, el logro de su bienestar y defensa de sus derechos tienen esta faceta activista. El activismo tiene muchas maneras de demostrarse: desde implicarse y participar en acciones solidarias pro infancia hasta detectar una situación de malos tratos y comunicarla a los servicios sociales para que protejan al menor o menores de edad, pasando por tener la convicción de que sólo podemos ayudar eficazmente a un niño/a cuando trabajamos con la red social promoviendo cambios, elaborando informes que modifiquen medidas que nos parezcan negativas para su bienestar y desarrollo, etc. 

Portada del disco "Slowly"
¿Es Luis Eduardo Aute un activista? Sin duda. Podemos encontrar esta faceta de compromiso social en sus canciones cuando manifiesta su pacifismo, denuncia la corrupción, va contra quienes son capaces de sacrificar el patrimonio cultural de la humanidad por dinero y cuando critica ácidamente el abuso sexual perpetrado por los sacerdotes de la Iglesia.

Veamos algunos ejemplos:

En el año 1992, escribió esta canción para denunciar y protestar por la cruenta Guerra de los Balcanes, es toda una declaración de principios:




No se me ocurre otra manera
De seguir en la trinchera
Con un beso por fusil.


Para vivir
En pie de guerra
Segundos fuera, segundos fuera
Que hoy por hoy, sigo aquí
Aquí.

En esta canción denuncia que la ausencia de escrúpulos morales y por el afán de lucro algunos son capaces de destruir el patrimonio cultural. Arte, belleza y poesía no significan nada para los codiciosos y los cínicos:


…Arte, poseía, belleza ¡qué extrañas palabras!
¿Serán un conjuro?
Hoy cualquier cerdo es capaz de quemar el Edén
Por cobrar un seguro
Y así va como va.

En Libertad, reivindica que la vida tiene un mandato y un deber, como seres humanos estamos obligados a reflexionar:

Vivir es más que un derecho,
Es el deber de no claudicar
El mandato de reflexionar
Qué es nacer, qué es morir, qué es amar.
El hombre, por qué está hecho
Y qué eres tú, libertad,
Libertad, libertad, libertad.

Aute se lamenta de los incendios de Atenas, cuna de la civilización actual. Europa mira insolente (como mira ahora disociándose de la tragedia de los campos de refugiados):



Y Atenas en llamas y Atenas en llamas...
Contra un Occidente narciso e insolente
Rompiéndose a trizas...
Atenas ardiente
A veces sueña que va a renacer
De sus cenizas.

En Siglo XXI cantó a la corrupción, denunciando sin ambages el país de trileros en el que vivimos, recurriendo para ello a Bob Dylan y a un cantante de tangos:

El camello del futuro no será aquel criminal
Que vendía matarratas cuando aun era ilegal…
Para entonces será el presidente de «coca-control»
En su rama de entertainment: «sexo, droga y rock’n’roll».


En la canción que comparto a continuación denuncia una sociedad únicamente movida por el afán de lucro, incapaz de apreciar otro valor que no sea el dinero. “No hay más Dios ni más Rey que el maldito dinero”, dice Aute. Incluso por quienes tiempo atrás parecían “profetas y hoy el éxito es su meta”. Me estoy refiriendo como muchos sabéis a La belleza, una de las mejores y más aclamadas canciones del cantautor. Reivindica el “espejismo de intentar ser uno mismo”. La última vez que la escuché fue con una compañera traumaterapeuta muy querida, Iciar García Varona, profesora de la Universidad de Burgos, que en noviembre de 2019 me invitó a pronunciar una conferencia y la puso para inaugurar la misma. Fue un momento emotivo e insuperable. Ella también profesa admiración a Luis Eduardo Aute:

Reivindico el espejismo
De intentar ser uno mismo
Ese viaje hacia la nada
Que consiste en la certeza
De encontrar en tu mirada
La belleza.

Y también denunció con fiereza, como debe ser, los abusos sexuales de los curas a los niños/as, siendo sensible a esta dolorosa tragedia que ha sacudido -y dañado psicológicamente- a innumerables menores de edad a lo largo de la historia. Así el estribillo de No es en vano dice con sardónico humor, de una manera tragicómica:

Eso sí que no... ¡ah, no!
Y aquí viene el estribillo
que masculla el monaguillo:
No es en vano, ano, ano,
que se llame, ame, ame
Vaticano el Vaticano
ano, ano, ano, amén.
No es en vano, ano, ano,
ano, amén.

Niño interior

Foto: zendalibros.com
Podríamos seguir hablando mucho más de Luis Eduardo Aute, sus canciones y su legado social y cultural, dado su extenso cancionero. Pero para poder ilustrar y cumplir el objetivo de este post que no es otro que vincular su creación con nuestros temas favoritos referidos al apego y al trauma, es suficiente. Y también para rendirle mi homenaje sentido y expresar mi pena por su fallecimiento, que nos deja huérfanos de este tipo de autores.

Pero no lo haré sin antes recordar una de las canciones para mi más bellas y que forma parte de un álbum de su última etapa: El niño que miraba al mar. En esta canción Luis Eduardo Aute se encuentra emotivamente con su niño interior y le canta desde el Luis Eduardo adulto. Hace un precioso ejercicio terapéutico, pues la carta al niño interior es una técnica que se suele utilizar en terapia para, desde el yo adulto, poder acercarse al registro niño que vive en nuestro interior, mirarle con compasión y ternura, y acogiéndole, hacerle sentir que le sentimos y estamos con él, a su lado.

De este modo, me despido hasta el próximo post. Me viene justo ahora a la mente la primera vez que vi a Luis Eduardo Aute en un concierto. Yo tenía 19 años y él cantó en el Polideportivo de Donostia, sentado en un taburete con una luz cenital, haciendo un repaso a sus canciones más importantes hasta la fecha. Me acuerdo que su voz y sus canciones, en un concierto intimista, me llegaron profundamente. Era el día de su cumpleaños porque unas personas gritaron desde la grada: “¡Felicidades!” 

Desde entonces, he seguido su obra, disco a disco, y me ha acompañado en muchos momentos de mi vida. Le voy -y le vamos- a echar mucho de menos, ya no podremos comentar: “¿ha sacado Aute un nuevo disco?”; pero sí podemos volver a su recuerdo y al legado que nos deja, enorme, de canciones, poesía y arte. Sabiendo que él ya es “polvo enamorado” y que "no le teme ni a la vida ni a la muerte”, pues la fuerza del vínculo es indestructible y trasciende más allá de la experiencia sensible. 

Para ti Luis Eduardo, llegó el final del trayecto (Templo):

Siguen los años pasando, impasibles.
Por ahí asoma
El final del trayecto, cerca,
Tan cerca que anuncia los labios
Que habrán de sellar el último
Beso.
Bésame, bésame
Y dame tu nombre:
Yo, Tú, Él,
Las tres personas del Verbo.

Muchas gracias Luis Eduardo Aute, hasta siempre, estás en nuestra mente, corazón y cuerpo. 


Cada vez que veo esa fotografía
Que huye del cliché del álbum familiar
Miro a ese niño que hace de vigía
Oteando el más allá del fin del mar
Aún resuena en su cabeza el bombardeo
De una guerra de dragones sin cuartel
Su mirada queda oculta, pero veo
Lo que ven sus ojos porque yo soy él

Y daría lo vivido
Por sentarme a su costado
Para verme en su futuro
Desde todo mi pasado
Y mirándole a los ojos
Preguntarle ensimismado
Si descubre a su verdugo
En mis ojos reflejado

Mientras él me ve mirar
A ese niño que miraba el mar
Ese niño ajeno al paso de las horas
Y que está poniendo en marcha su reloj
No es consciente de que incuba el mal de aurora
Ese mal del animal que ya soy yo
Frente a él oscuras horas de naufragios
Acumulan tumbas junto al malecón
Y sospecha que ese mar es un presagio
De que al otro lado espera otro dragón

Y daría lo vivido
Por sentarme a su costado
Para verme en su futuro
Desde todo mi pasado
Y mirándole a los ojos
Preguntarle ensimismado
Si descubre a su verdugo
En mis ojos reflejado
Mientras él me ve mirar
A ese niño que miraba el mar.

Epílogo

Mencioné Aleluya nº 1, Al Alba y La belleza. Quizá las canciones más representativas de su carrera por distintos motivos. Pero no puedo terminar sin mencionar Rosas en el mar, que fue la que le dio a conocer, interpretada inicialmente por Massiel (al igual que Aleluya nº 1

Con este vídeo en el que él y Massiel cantan Rosas en el mar, puedo concluir, triste y feliz, este post homenaje al cantautor natural de Manila.



Buenos tratos regresará con nuevos artículos en septiembre de 2020.

En verano es posible que publique algún post especial, permaneced atentos al blog (suscribiros para ello) Porque estaremos de guardia en función de cómo evolucione la pandemia de Covid-19 (¡ojalá no más confinamientos!), por si es necesario volver a apoyar desde el blog. También seguiremos publicando posts informativos sobre cursos, formaciones y campañas.


REFERENCIAS

Bowlby, J. (1989). Una base segura: aplicaciones clínicas de la teoría del apego. Barcelona: Paidos Ibérica.

Cyrulnik, B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Barcelona: Gedisa.

Gómez, A.M. (2013). EMDR and adjunct approaches with children. Complex trauma, attachment and dissociation. New York: Springer Publishing Company.
López F. (2003). Apego y relaciones amorosas. Informació psicológica, 82: 36-48. 

Robertson, R. (2011).  Introducción a la Psicología junguiana. Una guía para principiantes.  Barcelona: Obelisco.
Silberg, J. (2019). El niño superviviente. Bilbao: Desclée de Brouwer.

1 comentario:

Unknown dijo...

Vaya regalo de verano que nos has dejado José Luis. Siempre es un placer leerte, y en está ocasión el placer es doble, pues la música te a lugares placenteros. Un fuerte abrazo y buen verano