lunes, 2 de junio de 2014

La disociación en niños y adolescentes traumatizados: esa gran desconocida (I)

Entonces, llegó un estruendo. Un ruido sordo y continuo. El suelo comenzó a temblar y en unos segundos, todas las casas y edificios se tambaleaban. Al ir cayendo éstos, una nube de polvo marrón fue instalándose sobre la ciudad. Los edificios caían uno a uno como castillos de naipes y la gente perecía bajo los mismos, presa de terror. Como era el día de Todos los Santos, muchos fieles se habían concitado en las Iglesias para honrar a sus familiares difuntos. Desconcertados, y pensando que de un castigo divino se trataba, un gran número de personas murió bajo las enormes piedras que sostenían los templos. Los pocos que vivieron salían al exterior y sin poder ver nada porque todo estaba invadido por una nube de polvo marrón consecuencia de la rotura y el desmoronamiento de cientos de casas y edificios, suplicaban a Dios pues creían ser víctimas, por sus pecados, de la cólera de Éste. ¡Pero eran ajenos! Eran ajenos a un nuevo peligro que se les cernía: el tsunami. Ignorantes a lo que se avecinaba, se arracimaban en las calles víctimas de la confusión. Al poco, una ola gigante arrasaba la ciudad y acababa con cientos y cientos de supervivientes al terremoto. Por si no fuera poco, un incendio de proporciones devastadoras comenzaba a extenderse por la ciudad. Los habitantes habían encendido miles de velas para celebrar Todos los Santos. El viento favoreció la propagación de las llamas por todo Lisboa. Reinaba la más absoluta destrucción, el caos y la desolación. Los escasos supervivientes eran, ahora, atacados por bandas de asaltantes formadas por delincuentes escapados de las cárceles destruidas por el terremoto. Para ese momento, las víctimas ya sufrían un fenómeno natural psicológico llamado disociación: ante la imposibilidad de escapar o de huir, a la persona no le queda otra solución que distanciarse de lo que está ocurriendo, alejarse de sus procesos conscientes de atención y memoria e, incluso, sentir que lo que se está viviendo no está ocurriendo, es irreal (se le denomina el fenómeno de la desrealización) o sentir que uno está fuera de su cuerpo y de su mente (despersonalización) Aquel funesto día, murieron entre 60.000 y 100.000 personas, y en Europa el aciago suceso trajo una oleada de repercusiones geográficas, culturales, sociales y psicológicas (trauma)

Este relato literario (que no literal) lo escuché en un documental que emitió televisión sobre el terremoto que asoló Lisboa en el siglo XVIII. Lo he transcrito tal y como recuerdo escucharlo. Me impactó este relato audiovisual. Fue un suceso terrible, horroroso, apocalíptico. Sí, apocalíptico para una población y una época en la que -creo, si no, corregidme- no se conocían las causas de los terremotos y todo se atribuía a la cólera de Dios (explicaciones míticas o sobrenaturales) Cuando fui por primera vez a Lisboa, la ciudad me cautivó por completo. Una urbe (no sé si ahora impresiona al visitante de la misma manera porque hablo de hace muchos años, aún no se había incendiado el Chiado) con un aire triste y decadente, con unas gentes amables y complacientes con el turista. Uno de los taxistas nos habló del terremoto. Aún se recordaba. Un trauma de semejante magnitud no se olvida, y su memoria se transmite de generación en generación. Quedan edificios en ruina que son vestigios silentes de la tragedia. Estos edificios hablan por sí solos y nos recuerdan a todos lo que la naturaleza viva y desatada es capaz de hacer. Lisboa supo reconstruirse y resiliar porque el portugués es un pueblo inteligente y trabajador. 

Vamos a otro escenario, ya en nuestros días:

Estela, una niña, ha vivido en un orfanato los primeros años de su vida. Nada más nacer, sus padres tuvieron que darla en adopción porque no podían cuidar de ella. Estuvo hasta los cuatro años en un centro de estas características y, de los cuatro a los seis, fue trasladada a otra institución. En ésta, por lo que su madre adoptiva conoce, los cuidados eran de baja calidad y le constan situaciones de malos tratos a los niños. Si al bebé, necesitado de atención rápida y sensible a sus necesidades físicas y emocionales, se le separa de su madre y se le deja horas y horas en una cuna con la única visión de un techo blanco y llorando y llorando sin que nadie acuda… ¿Qué puede ocurrir?

Bowlby clasificó la respuesta de separación de un niño de su cuidador principal en tres fases: Inicial: El niño protesta, sufre estrés, llora y hace todo lo posible por emitir conductas de apego para atraer al cuidador y satisfacer sus necesidades. En una segunda fase, surge la angustia: El niño siente una gran indefensión, depresión y no implicación. Finalmente, ante la imposibilidad de hacer nada, con el fin de no “partirse” viene la fase del desapego: hay una ausencia de conductas de apego y expresiones faciales sin emoción y rostro como en blanco, desconectado. Este bebé tiene muchas probabilidades de desarrollar un apego desorganizado de tipo desapegado (un evitativo extremo) Es propio de contextos donde el abandono e incluso el maltrato activo han estado presentes. La disociación no es ya un mecanismo normal o habitual sino que se constituye en un estado del yo que puede tomar el control del sujeto. 

La probabilidad -si las experiencias posteriores refuerzan este estilo desapegado y se convierte en un trastorno- en la vida adulta de llegar a ser alguien insensible, frío, desconectado de las emociones, incluso un tanto interesado, son altas. Volvemos al personaje de "El Rubio" o el "Hombre sin nombre" (encarnado por el actor Clint Eastwood, esta vez en otra grandiosa secuencia, en la película "La muerte tenía un precio": el tiroteo final. La música del maestro Ennio Morricone y la coreografía puesta en escena -las miradas entre ellos son impresionantes- la convierten en una obra de arte) Fijaos cuando dice: "bravo" (tan lacónico y seco) después de que El Coronel mate a su oponente para vengar la muerte de su hija. Este personaje de "El Rubio" le ayuda al Coronel pero para hacer una buena caja de dólares. No es un psicópata sino alguien sin historia emocional, desapegado y que ha aprendido a vivir en un entorno hostil buscando sacar el máximo provecho de todo. Si de paso El Coronel se venga de su hija pues muy bien; pero lo suyo es sobrevivir y ganar el máximo dinero posible. El contexto le ha forjado, desde niño, a ser así. Vedlo y retomamos el discurso:


Por cierto, que no sabéis cuánto les atrae a los niños traumatizados jugar a temáticas de este tipo donde un personaje ajusta las cuentas con otro que, en el pasado, les hizo daño (robó, mató o secuestró a su familia...) Simbólicamente les permite elaborar así contenidos traumáticos a través del juego, el cual provee de sentimientos de control.

Cambiamos de tercio. Vamos ahora con un tercer escenario, también en nuestros días, en otro lugar del mundo:

Pedro, otro niño, estuvo en un orfanato en el que (tras estar varios años viviendo en las calles de una gran urbe de Latinoamerica mendigando para poder llevar algo de dinero a su padre para que éste pudiese gastarlo en bebida, arriesgando su vida para obtener un mendrugo de pan para poder aplacar un hambre que producía dolor físico y emocional, sometido a palizas por parte del progenitor) los educadores le castigaban físicamente con zapatillazos y humillaciones públicas ante sus compañeros cuando no obedecía. Una gran rabia y agresividad quedó apartada (disociada como un estado del yo) en su mente como un modelo operativo interno que se manifiesta en el presente cuando hay un conflicto o alguien le confronta: una violencia inusitada contra todo y contra todos que requiere de contención. Cuando se le pregunta qué le pasa, Pedro no recuerda nada. Es típico que en la disociación exista amnesia total o parcial. Los niños disociados pasan por mentirosos pero es que en realidad no recuerdan. Esto es importante tenerlo en cuenta.

¿A dónde quiero ir a parar con todo esto? A presentaros tres tipos de manifestaciones disociativas: 

La primera, la resultante de un devastador acontecimiento que pone en riesgo la vida de las personas como lo es un terremoto y un tsunami. Y el posterior trauma de ser asaltado y probablemente en aquella época, malamente atendido debido a la ausencia de una red social y sanitaria desarrolladas como en nuestros días. La experiencia de la disociación es el distanciamiento de lo que está pasando y la sensación de que lo que se vive no es real. 


La segunda manifestación disociativa es el desapego, quedarse en blanco y desconectado de toda emociónEs lo que vivió Estela. Cuando sea mayor, esta disociación formará parte de su persona y tendrá lugar cuando haya un suceso que sea percibido amenazadoramente por su vinculación con esa experiencia tan devastadora como lo es no tener, durante días y días, y a una edad temprana y clave para el neurodesarrollo, la atención sensible y empática a las propias necesidades afectivas mediante una experiencia de apego seguro con un cuidador competente. 

Para Pedro, por su parte, la experiencia de la disociación no está en la esfera de la hipoactivación (como Estela) sino en la de la hiperactivación. Ante un conflicto, la parte agresiva (que contiene el dolor y la humillación por el maltrato en el orfanato) se desata violentamente contra compañeros e, incluso, profesores. A ambos, Estela y Pedro, les lleva un buen rato volver a entrar en la ventana de tolerancia a las emociones, volver a tener su mente en el presente. Es entonces, cuando podrán procesar información nuevamente. 

Todavía, socialmente, y en muchos círculos, es más probable que las personas entiendan que el terremoto de Lisboa traumatice a una persona, pero no tanto que un abandono o un maltrato pueda hacerlo con un poder igual e incluso mayor que una catástrofe natural. Por cierto, que hay algunos niños/as adoptados/as que he conocido que además de las experiencias de desprotección por parte de los adultos, han vivido guerras, huracanes, matanzas, hambrunas… Son dignos de que les honremos. Nosotros, en el Taller de Resiliencia Infantil que llevamos adelante para la Asociación de Familias Adoptivas de Gipuzkoa, Ume-Alaia, una de las actividades que llevamos a cabo es hacerles un homenaje a estos niños que nos recuerdan día a día que son unos héroes anónimos. 

A estas alturas de post seguro que ya habéis captado qué es la disociación: es un mecanismo de defensa natural que utilizamos cuando una situación es sobrecargante para la mente humana. Es transitorio. Otras formas de disociación normales son evadirse, ensoñarse, conducir y no darnos cuenta de cuántos kilómetros hemos recorrido, buscar las gafas cuando las tenemos puestas… Pero cuando se vive un trauma temprano o continuado en el tiempo, de naturaleza interpersonal, con grave riesgo para la seguridad personal, la disociación no es ya un mecanismo normal sino que se constituye en un estado del yo que puede tomar el control del sujeto y hacerle actuar de maneras en las que, para entendernos, “no parece el Pedro o la Estela de siempre” Esto es de naturaleza más patológica.

La disociación infantil es pasada por alto, incomprendida o no creíble aún hoy en día. Muchos profesionales están haciendo un esfuerzo para que la disociación infantil sea conocida (por ejemplo, Montse Lapastora, en Madrid, trabaja en su consulta particular haciendo psicoterapia con niños traumatizados; además, desde su centro Psicoveritas, imparte formación para profesionales y para familias adoptivas y acogedoras con menores que han podido sufrir trauma crónico y presentar indicadores de disociación; también publicó un artículo en la revista Niños de Hoy donde la da a conocer, de una manera clara y concisa) 

Una de las causas de que la disociación infantil se pase por alto se atribuye a la ausencia de reconocimiento de las conductas disociativas en niños que son expresadas de manera diferente que en los adultos, los cuales tienen expresiones más discretas.

Además, existe un escepticismo por parte de los adultos, en los niños que informan de voces que les hablan para explicar su conducta negativa, o cuando niegan la conducta testificada. “Cosas de los niños o de su imaginación, ya sabes” – dicen los adultos. Y como veremos, es bastante común en los niños y adolescentes disociados, el síntoma de escuchar voces. Por ejemplo, cuando roban. 

Los cuidadores les castigan por “mentirosos”; por ello, los niños disociados se inhiben a comunicar estas experiencias.

A veces la disociación no es un rasgo central del trauma sino periférico.

Diagnósticos más reconocidos y populares como TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad-Impulsividad), trastornos de adaptación, somatizaciones, trastornos del desarrollo y trastorno bipolar pediátrico son asignados a los niños traumatizados. Con ello, la disociación no es reconocida. Lo cual resulta en años de dolor emocional, confusión de identidad, problemas de memoria, trauma no resuelto y tratamientos inefectivos. 

Dentro de quince días continuamos con la segunda parte de este post.

Terminamos, como siempre, con nuestra picada, que es un clásico en este blog. Hoy, además, tenemos ración doble:

1) Saludamos la aparición de un nuevo libro que, además, es específico del tema que nos ocupa y nos concita aquí, en nuestro blog Buenos tratos: Una obra que acabo de adquirir y que he empezado a leer poco a poco (me pasa como a muchos/as de vosotros/as, no damos abasto con los libros, todos tan apasionantes, que nos esperan) Es de reciente publicación. Se titula: Neuropsicología del abandono y el maltrato. Rosa María Fernández García (profesora de la Universidad de la Coruña y madre adoptiva, a quien tuve el gusto de conocer personalmente hace dos meses)  es la compiladora, y en el mismo ha conseguido juntar a un buen número de excelentes (como ella) profesionales concienciados y formados en este ámbito para crear una obra completa que se convierta en un marco comprensivo, explicativo y, por qué no, interventivo con los menores que han sufrido estas duras experiencias en los primeros años de vida. Os lo recomiendo porque no es frecuente encontrar un libro tan específico y en el que participen multidisciplinarmente profesionales que están en la práctica diaria con el niño y adolescente y sean expertos en el tema.

2) Edorta es un padre adoptivo, biólogo y profesor residente en Bilbao (a quien tuve el gusto, finalmente, de conocer en persona y compartir una jornada formativa el pasado mes de noviembre) entusiasmado por la neurociencia y volcado en dar a conocer los nuevos descubrimientos para poder concienciar a familias y colegas de profesión de las necesidades de los menores adoptivos. Habitualmente tiene el detalle de enviarme picadas interesantísimas. No hace mucho, recibí un estudio que vincula los ácidos grasos esenciales de cadena larga con el TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad-Impulsividad) Una alternativa al tratamiento de los menores que sufren de este trastorno puede estar en éstos ácidos presentes en los alimentos como el pescado azul. Una carencia de estos ácidos grasos podría asociarse al TDAH, como una de las hipótesis explicativa, al menos en parte. Hay evidencia científica que recoge su efectividad, como este estudio de Sandra Jarrin que Edorta tuvo a bien enviarme y que os recomiendo leais. Los ácidos grasos de cadena larga se encuentran en las cápsulas de aceite de pescado que venden en herboristerias o parafarmacia. Además, podéis aumentar la dieta de pescado de los niños y jóvenes, esto es, unas buenas sardinas asadas como las que se pueden comer en el Norte (Euskadi, Cantabria y Asturias. ¡En Llanes recuerdo haberlas comido enormes y deliciosas!)

Cuidaos / Zaindu, y hasta dentro de quince días.

19 comentarios:

Unknown dijo...

!Ya han pasado dos meses!. Dios bendito!!!

Fue un gustazo para mí poder conocerte, disfrutar de tu experiencia, junto con la del excelente equipo de ALEN ( Elena, Eduardo, Laura...) un gustazo y un privilegio poder compartir con vosotros ese tiempo.

Y por supuesto, muchísimas gracias por recomendar nuestro libro. Es un honor ya solo que nos menciones en tu blog. Como puedes ver no tiene mucho que ver con el primero. Es más técnico... pero precisamente por eso supongo que tendrá otro público.

Un abrazo muy fuerte
Rosa

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola, Rosa, igualmente para mi ha sido un honor poder compartir esa jornada formativa contigo y demás participantes. Me alegra mucho que te hayas animado a reunir a un grupo de profesionales porque realmente hacen falta libros técnicos también. Gracias por tus palabras, un abrazo!

Carmen desde Tenerife dijo...

Buenos días! cada cosa que leo en esta pagína no hace sino ir aclarandome el comportamiento y el sentir de mi hijo mayor, adoptado hace 11 años en Ucrania cuando tenía 4. Tiene todos los síntomas y presenta todos los problemas que se describen en casi todas las entradas y aunque me ayudan a comprender por que "es" así me veo en la necesidad de encontrar un buen terapeuta que sepa reconducirlo, sanarlo y orientarnos como padres para poder hacer de mi hijo una personita Feliz. Hemos ido a 1000 terapias y terapeutas pero nada consigue que el se sienta Querido.

Conoces a alguien en Tenerife que lleve todo esto a la práctica? que al menos conozca esta problemática de los niños adoptados?
Ha sido agotador hacer mil terapias contraproducentes en esto 10 años, estamos agotados y hoy al leer este post se volvió a iluminar una velita en el camino.

Muchas gracias por todo lo que escribes, me ayuda mucho.
Carmen

Carmen

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Carmen: Te agradezco mucho las palabras de elogio al blog que dedicas en tu comentario. Para mí la mayor satisfacción es comprobar que estos apuntes que escribo aquí os pueden ayudar a comprender y a orientar mejor a vuestro hijo. Estás en lo cierto cuando dices que tu hijo necesita un terapeuta especializado en apego y trauma que le pueda tratar adecuadamente y acompañaros a vosotros en esa tarea. Lo que pasa es que no conozco a nadie en vuestra comunidad. Y dar nombres a ciegas sin saber cómo es el profesional no va conmigo. Habéis pasado ya por bastantes y conviene asegurarse. Te sugiero que preguntes en el Colegio de Psicólogos de tu ciudad. Están para eso y al menos, te podrán decir qué profesionales trabajan con adoptados. Un saludo cordial

Anna Badia dijo...

Carmen, puedes ponerte en contacto con José Ángel López, psicólogo, clínico y consultor en EMDR y formado en trauma y apego, si él no puede quizá te puede orientar, te paso el contacto que tengo:
https://www.facebook.com/emdrtenerifecanarias?fref=nf

Espero que te sirva. un abrazo grande

Anna

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Que bueno que estuviste al tanto Anna y que conoces a un profesional que se puede hacer cargo u orientar! Gracias, un abrazo!

Anónimo dijo...

Muchas gracias Anna! ya pasamos por José Ángel también, el EMDR fué bien con su hermano pequeño que presenta muchos menos problemas pero con el mayor no sirvió de mucho, también pasamos por él su padre y yo, fue toda una terapia familiar. Creo que mi hijo padece demasiados problemas juntos, también estuvimos dos años yendo al servicio de post-adopción del Gobierno de Canarias y tampoco arreglamos nada, creo que incluso fue contraproducente, ni se hablaba de apego, de trauma, de resilencia ni de problemas derivados de la desnutrición y el abandono y sólo se seguía una terapia conductista.

Pero no pierdo la Esperanza, seguiré buscando, al menos lo que leo aquí me ayuda a comprender a mi hijo.

Muchas Gracias
Carmen

Marina dijo...

Bon dia Jose Luis:

Desconocía todo lo que escribes en esta entrada hasta que hace tres años acogí a un nene con diagnostico de autismo muy grave.
Cuánta razón tienes en todo lo que aportas!, pues en estos 3 años del peque en casa, hemos comprobado que no es real su diagnostico, ya que es increíble cómo avanza en muchos aspectos.
También hemos descubierto que fue muy dura su vida anterior a estar con nosotros.
Yo digo que ahora estamos en el "camino de las emociones",pues al llegar la hora de irse a dormir afloran sus miedos, su pasado, su incertidumbre...lo pasa mal, lo pasamos mal...ahí andamos "luchando" cada noche.
Yo me digo a mi misma "es tiempo", todo el amor que le estamos dando, la vida que le estamos ofreciendo... mi familia, amigos, vecinos, profesores....entre todos le ganaremos la batalla a su pasado...entre todos estamos sacando a flote a un niño que andaba muy desconectado y muy perdido...necesitamos a toda la tribu.
Gracias por confirmarme mis dudas.

Marina

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Marina: Vuestra tutorización de resiliencia dará sus frutos. Y si no ganáis la batalla a su pasado, haréis que en su mente crezcan nuevas redes que contengan información de cuidados y buen trato, que es lo que necesita, que hará que ese pasado se desplace o se suavice. El trabajo es lento, paciencia y perseverancia, pero da sus frutos. Un saludo cordial.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por este artículo tan interesante, que por casualidad ha llegado a mis manos. Espero que no te importe que lo haya compartido en nuestra página de facebook "Psicodrama Garoa"
Yolanda

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola, al contrario, es un honor que lo difundáis, está a libre disposición de todo el mundo interesado. Un saludo cordial.

Unknown dijo...

Gracias Jose Luís, muy bueno y real artículo,se lo voy a llevar impreso a los psiquiatras de algún hospital....para que de verdad entiendan algo sobre niños de orfanato maltratados y luego pasarón a la adopció que en muchos casos equivale a familias desesperadas, hijos extresados, profesores enfadados, psicologos y psiquiatras perdidos, incluso aislamiento social de los niños...esto es un poco así....y mientras vueltas sobre vueltas como podemos ayudar a estos pequeños.... tu lo haces....muy buena tu exposicion. GRACIAS.Antonio.

vicen dijo...

Hola José Luis, mi nombre es Vicen, soy madre de dos niñas adoptadas (una en china y otra en España), acabo de descubrir tu blog y llevo toda la mañana leyendo los documentos y enlaces que en él aparecen. Me están ayudando a encontrar algunas respuestas, o al menos orientaciones, a situaciones y preguntas que me hago a diario.
Este es un mensaje para Carmen de Tenerife, yo también vivo en Tenerife y quería hablarte del Servicio de Psicomotricidad Relacional de la Universidad de La Laguna, no sé si lo conoces, si has llevado a tus hijos a este servicio o no... Mis hijas (tienen 4 y 6 años) llevan 8 meses asistiendo al mismo, y la verdad que tanto ellas como su padre y yo estamos contentas con el trabajo que hacen, están ayudando a que mi hija pequeña se "vaya abriendo al mundo" y la mayor vaya ganando en confianza y seguridad hacia ella y hacia el mundo. Te mando el enlace
por si quieres echarle un vistazo http://serviciodepsicomotricidadull.blogspot.com.es/

Saludos

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Antonio: La disociación en niños es muy desconocida y además, incluso, no reconocida por algunos profesionales. Espero que a quienes se lo hagas llegar estén receptivos. Gracias por tus palabras, saludos cordiales.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Vicen; Conozco la psicomotricidad relacional y es una terapia muy adecuada y que ofrece muy buenos resultados a los niños. También hunde sus raíces en la teoría del apego, que es desde donde hay que trabajar con los niños, especialmente con los adoptados. Espero que Carmen te lea.

Me alegro de que los artículos del blog te estén aportando orientaciones o caminos. De eso se trata. Gracias.

Saludos cordiales

Unknown dijo...

Hola José Luis, soy Agueda Rojo, psiquiatra en Vigo y con interés por estos temas. Soy terapeuta EMDR e hice mi tesis sobre Disociación. Gracias por la recomendación del libro de Rosa Fernández. Lo leeré.
Un saludo,
Agueda Rojo

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Agueda, encantado de saludarte, gracias a ti!

Anónimo dijo...

Tengo una hija adoptada de 17años, hace terapia cognitiva conductual, su psicóloga me dice que hay aspectos que no mejora porque no quiere, que ella tiene capacidad si quiere, yo no estoy muy de acuerdo, creo que hay algo que le impide avanzar. Me gustaría llevarla a otro psicóloga que a mi me parece muy buena, utiliza EMDR, pero no es especialista en trastornos de vínculo. En mi provincia no hay especialistas en este trastorno o al menos yo no lo conozco. Pregunté al colegio oficial de psicólogos y me dijeron que ellos no pueden dar esa información. ¿Sería adecuado cambiarle de psicólogo y utilizar EMDR para trabajar los traumas? Saludos.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Buenas noches: escríbeme a mi mail privado: jgonzalomarrodan@yahoo.es

Y te contesto privadamente.

Un cordial saludo

José Luis