lunes, 4 de febrero de 2013

Psicoeducación para familias adoptivas y/o acogedoras. La autorregulación emocional del niño: tres tipos de tentativas de modulación emocional en el niño (II)



Las autoras Blaustein y Kinniburgh en su obra el Tratamiento del estrés postraumático en niños y adolescentes (libro sólo disponible en inglés), plantean que todos los síntomas que conducen a que los padres o referentes deriven al niño a tratamiento psicológico han de ser comprendidos como intentos o tentativas de afrontamiento por parte de éste. Por ejemplo, la conducta oposicionista puede ser una manera de prevenirse o manejar el miedo al rechazo (sobre los niños que se niegan a obedecer una conducta, se autoafirman y se oponen a seguir una orden del adulto, de una manera muy radical, ya hablamos en un post. En el trasfondo suele estar el temor al abandono y la necesidad de control del ambiente; oponerse es un modo de protegerse. Es su manera de afrontar, su tentativa) Las autolesiones pueden ser tentativas para conseguir la auto-relajación. Y las conductas sexualizadas pueden ser intentos de control o conexión con el otro.

Un primer paso importante en el trabajo de las familias con los niños o adolescentes es tratar de comprender la función que subyace a la conducta. La mayoría de las familias se oponen, o van contra, o censuran, o castigan estas conductas con el fin de modificarlas. Sin embargo, la clave está en comprenderlas, ver qué sentido tienen, qué función desempeñan. Después podremos evaluar qué habilidades necesitamos construir de acuerdo a las necesidades específicas del niño o del joven. Pocos son los padres que se paran a pensar en el sentido que las conductas tienen para su niño. Casi todos dicen: "hace esto o eso y no quiero que lo haga" "Le castigo, le riño, le quito lo que le gusta" No. Hay que comprender y a veces aliarse con la dificultad del niño más que cambiarla. El cambio se consigue de otros modos (instalando habilidades y recursos y modulando al niño) no por la vía de aplicarle consecuencias aversivas.

Blaustein y Kinniburgh plantean que sería imposible recoger todas las posibles presentaciones que se manifiestan en los niños. Ellas apuntan que hay tres posibles presentaciones o tipos de niños: El inhibido o constreñido; el niño externalizante y el niño lábil o inestable. Vamos a exponer cada uno de ellos y a proponer unas consideraciones terapéuticas.

Esta semana hablamos de los dos primeros tipos y la semana próxima, del tercero; pues si no el post se hará demasiado extenso.

EL NIÑO EXCESIVAMENTE CONSTREÑIDO O INHIBIDO

A menudo suelen ser silenciosos y tranquilos, teniendo dificultades para iniciar conversaciones, actividades e interacciones en general. No suelen ser oposicionistas y, de hecho, suelen ser excesivamente complacientes. Estos niños tienen dificultades para describir emociones. Una respuesta típica a la pregunta “¿qué estás haciendo?” es “bien” o “no sé” (lo cual, para estos chicos, es una respuesta realista) El niño constreñido aparece defendido hacia las experiencias emocionales en general, y a menudo, tiene un déficit en comprender cómo conectar emocionalmente con los demás. Una adaptación típica o común para salvar esta limitación es engranarse o unirse a conductas que agradan a otros. Estos niños parecen, en efecto, subordinar sus propias necesidades, opiniones, etc. a los otros. En niños más pequeños esta dificultad con la auto-expresión puede incluir problemas para implicarse en juegos de imaginación. A veces estos niños pueden mostrar estallidos explosivos de emoción en respuesta a lo que parecen estresores menores pues su el intenso control que usan llega a ser agobiante. Como resultado de su intensa emoción, sin embargo, regresan rápidamente a un estado constreñido y tienen dificultades en reconocer o procesar la experiencia emocional. Esta apariencia es frecuentemente consistente con las conductas que manifiesta el niño de apego evitativo. Estos niños ha experimentado, como ya sabéis, distintos grados de rechazo o negligencia en los cuidados y en la relación con los cuidadores (no ha sido una relación en la que hayan predominado los cuidados sensibles y empáticos emocionalmente)

Déficits principales de este tipo de niños

Presentan un limitado vocabulario emocional.

Una limitada conciencia de su experiencia interna.

Un rango o ventana de tolerancia a la activación restringida.

Habilidades limitadas para afrontar y manejar las experiencias emocionales, incluyendo las emociones positivas.

Déficit en las habilidades para buscar apoyo social, concretamente en compartir o gestionar la experiencia emocional.

¿Qué función adaptativa cumple?

La constricción representa una estrategia del niño para afrontar emociones que le arrollan. Como no posee habilidades regulatorias y/o apoyo social, el niño se alivia negando o retirándose de la experiencia emocional.

Consideraciones para las familias

Con este tipo de niños es mejor llevarles gradualmente de lo externo a lo interno (ayudar al niño a identificar las emociones en los personajes de sus series de televisión favoritas o  de sus cuentos. También puede ser muy práctico que realice dibujos y preguntarle por cómo se sienten los personajes o elementos de los mismos)

Ayudar al niño a identificar claves asociadas con las emociones. La conducta es siempre un buen punto para empezar, una buena base y es menos amenazante que el sentimiento en sí. Otros niños responden mejor a estados corporales o pensamientos. Por ejemplo: “Algunos niños, cuando se mueven, están nerviosos”

EL NIÑO EXTERNALIZADOR

Los niños que externalizan (lo exteriorizan a través de manifestaciones conductuales o verbales) usan un “frente” o “hacen frente a los otros” para prevenirse (de los demás y frecuentemente de sí mismos) de la falta de conciencia sobre su vulnerabilidad, el daño interior y a menudo de un profundo sentimiento de humillación y auto-culpa. Estos niños generalmente tienen acceso a las emociones “potentes” (rabia, injusticia, culpa) pero a la vez escasa habilidad para reconocer sentimientos más vulnerables como el miedo o la tristeza (no es nada raro escucharles decir que ellos nunca tienen miedo; a mí me ha pasado muchas veces en terapia; antes no lo comprendía, pero ahora, sí) Ellos pueden darse cuenta de que están enfadados con alguien o molestos por algo que les ha sucedido durante el día, pero negarán sentirse heridos o preocupados por el incidente. Estos niños frecuentemente externalizan; las emociones generalmente están conectadas a eventos o sucesos externos más que al impacto en ellos. Las injusticias percibidas por ellos son a menudo potentes disparadores, y la injusticia será, probablemente, percibida de manera frecuente.

Su presentación ante los otros puede ser oposicionista o argumentativa (son muy habilidosos para poner contra las cuerdas al adulto) con personas que representan la autoridad, aunque son capaces a menudo de construir relaciones con personas que ellos perciben menos amenazadoramente. Una de las tácticas que normalmente se adopta (tanto padres como adultos) es la de confrontarles y confrontarles (o sancionarles) Pero los límites no están reñidos con la validación de su experiencia (“comprendo lo que me cuentas; ¿podemos buscar una manera de poder entendernos?”)

Normalmente no se les acoge porque, sinceramente, se les coge manía. No gustan, se les considera perturbadores y agotadores. No solemos darnos cuenta que estos niños han tenido que usar esta estrategia para poder sobrevivir ante tanta humillación y devaluación vivida en su pasado. Cyrulnik cuenta (en su magnífica biografía “Me acuerdo…”, una delicia de librito) que solamente sobrevivió a que no le llevaran a un campo de concentración nazi porque desobedeció (no se dejó engatusar por los botes de leche que los nazis les pusieron a todos los prisioneros como un señuelo para que creyeran que les iban a tratar bien cuando en realidad era una trampa para llevarles a la muerte) La desobediencia puede tener sentido en estos niños. Siempre valido sus motivos y trato de que entiendan que ahora ese traje de supervivencia hay que suavizarlo, que ya no le hace tanta falta. En cuanto se sienten comprendidos y perciben que no se les va a rechazar, van disminuyendo su estrategia. Y pueden pasar de odiarte a amarte. Nunca me olvidaré de un niño que me odiaba en consulta y trataba de fastidiarme todo lo que podía. Cuando lo comprendí y lo manejé de otro modo, ese niño se abrió y desarrolló sentimientos positivos hacia mí como nunca antes había hecho.

El niño externalizador desea, sin embargo, conectar emocionalmente con el adulto pero lo hace de manera equivocada e inefectiva. No sabe cómo relacionarse y lo hace del modo en que él lo tiene representado en su mente. Tiene un profundo sentido de desconfianza en sus relaciones y tiene problemas para creer que los otros, verdaderamente, les van a cuidar como dicen que harán. Por ello (y esto no les resulta ajeno a las familias acogedoras o adoptivas) estos niños ponen a prueba o “testean” las relaciones para comprobar si los otros les abandonarán o dañarán. Esta enactuación (una enactuación es una forma de actuar del niño que genera en el adulto, a su vez, una actuación, y a la inversa. Enactuación= “actuar en”) puede representar los esfuerzos para controlar las interacciones con los demás que anticipan como negativas, así como para confirmar su propio sentido de sí mismos (“no valgo nada, éste o ésta me dejarán”, etc.) y de los otros. Este modo de presentarse se asocia, a menudo, a niños que han sufrido un daño explícito (abuso físico, emocional o sexual)

Déficits principales de este tipo de niños

Falta de reconocimiento (y de estrategias de afrontamiento) de sus emociones de vulnerabilidad.

Dificultades marcadas para la modulación emocional, particularmente para el manejo de los disparadores como injusticias, acusaciones, culpa…; para aceptar su propia responsabilidad en los conflictos sociales (la culpa siempre es del otro)

Dificultades para vincularse empáticamente y tomar la perspectiva del otro.

¿Qué función adaptativa cumple?

Como muy bien dice Maryorie Dantagnan, psicóloga y psicoterapeuta del IFV de Barcelona, mi maestra y formadora, este traje que el niño se ha puesto… ¿qué función cumple? Conocer al niño y sus estrategias es fundamental si queremos ayudarle. Debemos observar y anotar, llevar un diario.

Las emociones externalizadas permiten a los niños que se sienten intensamente humillados o dañados protegerse a sí mismos de estos apabullantes sentimientos. Con limitadas habilidades para afrontar o manejar las emociones intensas, los niños son incapaces de tolerar más emociones que amenazan su frágil sentido del sí mismo.

Consideraciones para las familias

Forzar a estos niños a reconocer sus dificultades emocionales antes de que ellos estén preparados hace que aumente su percepción de que deben luchar e incrementa su sentimiento de humillación.

Normalizar el hecho de que las emociones pueden negarse (¿o acaso no lo hacemos los adultos?) Es útil usar la táctica del desplazamiento (“Yo podría entender que alguien se sintiera preocupado si le quitan su lápiz”)

En la adolescencia, en el colegio, una persona de referencia como mediador en los conflictos con compañeros, profesores, etc. es una estrategia muy útil. Siempre hay profesores más tranquilos, que favorecen que el joven se sienta escuchado, que tienen habilidades para desplazar las emociones (“Esto le podría enfadar a cualquiera, lo entiendo, pero la manera de resolverlo no es el camino”), capaces de validar sus percepciones pero a la par hacerles ver, poco a poco, su parte en los conflictos pero que esto para nada quiere decir que se les vaya a rechazar por ello, profesores capaces de crear un clima de aceptación incondicional. Se puede llegar a acuerdos con ellos fiables cuando van sintiéndose aceptados y ven sin temor a ser abandonados, su papel en el problema generado. Lo que yo siempre recomiendo es no usar ni la exclusión ni el castigo ni el tiempo fuera. Estas medidas pueden ser eficaces (no lo niego) pero no verdaderamente educativas ni reparadoras de sus daños.

Darles psicoeducación sobre los disparadores, cómo responden las personas ante los traumas (de una manera adaptada a su edad y nivel de comprensión), normaliza la rabia y les ayuda a comprender la diferencia entre el daño percibido y el daño real.

La semana que viene regresamos y hablamos del niño inestable.

Antes de despedirme, tengo el gusto de informaros que el último libro que publico titulado: “Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)” sale a la venta en librerías el día 11 de febrero.

También quiero recomendar dos blogs que estoy descubriendo (voy leyendo poco a poco, a ratos) y disfrutando. De excelente calidad y altamente recomendables. Ya llevan un tiempo de andadura, pero no he tenido tiempo hasta ahora (ya lo siento, pero no se llega a todo) de mirarlos con detenimiento. Tomaos un tiempo para verlos y leerlos. Son:

Diseñando pasados, recordando futuros. Coordina y escribe: Javier Romeu http://disparefuturo.wordpress.com/

Dando vueltas sobre vueltas http://www.dandovueltas.es/. Coordinan y escriben: Iñigo Martínez de Mandojana y Sagrario Martín.

Dos blogs magníficos. Me satisface sentir y saber que cada día somos más los que nos sumamos a los buenos tratos y al bientrato.

Otsailan 9an nire liburua argitaratuko da. Zoritzarrez, ez dakit psikologiari buruz liburu bat euskeraz idatzi. Hala ere, gustatuko zaizuela uste dut. Ondarraren caxa teknikari buruz da. Poliki poliki euskeraz idazten ikasten ari naiz.

Cuidaos /Zaindu

6 comentarios:

Unknown dijo...

Para nosotros es un placer aprender de tí y un honor que recomiendes nuestro blog. Eskerrik asko.
Esperamos con ilusión tu próximo post que seguramente nos ayudará a psocionarnos de manera mas adecuada ante nuestros niños.
Un saludo Sagra

Chedi dijo...

Buenas noches José Luis,

No sé cómo expresarte el beneficio
de este blog.
Cada vez que descubró una nueva entrada me siento más acompañada.
Es curioso, tengo la sensación de que mi hija está reflejada en muchos momentos y eso me ayuda a comprender y a mirar las cosas con otra perspectiva. Es muy, muy necesario que sigas aportando luz sobre este tema tan especial y "desconocido".
Creo que vamos abriendo camino en un terreno bastante inexplorado.
Estoy segura de que todos nuestros hijos ( o pacientes), se benefician cada día de tus aportaciones.

Grácias

(El día 12 me voy a buscar el libro, por supuesto)

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Eskerrik asko, Sagrario. Lo mismo digo de vosotros/as!

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Te lo agradezco mucho, Chedi, saber que los contenidos de este blog te aportan tanto me alegra y me satisface. Trato de hacerlo lo mejor posible y comprobar que personas como tu están ahí valorándolo me motiva un montón. Gracias a ti!

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Chedi. Tu blog es un torrente de esperanza, un básamo para el alma.
Estaba tan perdída antes de descubrir tu blog...!!!

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Muchas gracias, Lupe! Un saludo muy cordial.