miércoles, 13 de abril de 2011

"El apego temprano influye, pero no determina, al menos como único factor"

El apego es el marco teórico que nos proporciona el mejor modelo para comprender los problemas de los niños víctimas de abandono y malos tratos. Hemos hablado -en numerosos posts- de la importancia de la base segura con el cuidador primario, pues el niño interioriza esta vivencia y le sirve para interpretar y crear expectativas respecto a cómo definirse él mismo y a cómo le considerarán los demás. Además, la investigación científica demuestra cada vez con más evidencias, que el apego seguro equivale a un cerebro organizado y capaz de autorregular las emociones. El cuidador se convierte para el niño en una importante fuente de calma ante el estrés de cualquier tipo, convirtiéndose en filtro estabilizador. Las primeras representaciones de apego (el vínculo de apego se establece con el cuidador primario y se diferencia de otro tipo de vinculaciones en su finalidad, pues ésta es la de obtener los cuidados y protección necesarias que garanticen la supervivencia, por eso los niños activan conductas de apego hacia los cuidadores) se forman para el primer año de vida. Durante el segundo año de vida, ya puede evaluarse el tipo de apego de un niño: seguro o inseguro (tipo evitativo, ansioso-resistente y desorganizado) Si el apego inseguro ya está formado en el bebé… ¿Hay poco que hacer? ¿Ya no puede cambiar el niño? ¿Tiene una alteración o trastorno de la vinculación? ¿Existe ese determinismo?


Hemos de afirmar que esto no es así, afortunadamente. Las profesoras Cantero y Lafuente, en el libro Vinculaciones afectivas (más pensado para profesionales, es un excelente manual, escrito por dos expertas profesoras universitarias, para ponerse al día en la teoría y práctica del apego), nos dicen lo siguiente: “Distintos estudios señalan que el desarrollo de un apego seguro a la edad de un año proporciona una previsión del desarrollo social del niño y de su personalidad futura. Por ejemplo, las observaciones realizadas durante la etapa preescolar revelan que los niños de tres años con apego seguro presentan una mayor competencia social: son más curiosos, extrovertidos, populares y autónomos. En contraste, los niños con apego inseguro muestran problemas de adaptación durante la etapa preescolar, que varían en función del tipo de inseguridad desarrollada. Así (…), los niños huidizos fueron descritos por sus educadores como hostiles, aislados socialmente y con dificultades en la relación con los pares; mientras que los niños resistentes fueron descritos como impulsivos, tensos, temerosos y excesivamente dependientes de sus profesores. Asimismo, a la edad de cinco años el patrón de apego desorganizado ha sido considerado el más importante predictor de comportamientos inadaptados durante la edad preescolar. “Una cuestión –prosiguen las profesoras- que surge cuando se analiza la relación existente entre calidad del apego y adaptación social es si el apego determina por sí solo si un niño será sociable o agresivo, autónomo o dependiente, curioso o retraído, etc. La respuesta es obviamente que no, al menos como factor único. Es posible que las diferencias se deban a una continuidad en el tipo de cuidado que recibe el niño, en lugar de a la calidad del apego temprano per se.”


La práctica clínica corrobora este punto de vista. Los niños, a edades tempranas, presentan unas primeras representaciones mentales sobre el apego, nos ofrecen una primera previsión. Si se producen modificaciones posteriormente y la calidad de los cuidados mejora (por cambios en la familia del niño, porque es adoptado o acogido…) sustancialmente, entonces las representaciones de apego pueden cambiar y de hecho, cambian. Por lo tanto, cuanto antes el niño se desarrolle en un entorno que garantice la cobertura de sus necesidades y fomente el apego seguro, cuanto antes se garantice la CONTINUIDAD, como dicen las profesoras, de los cuidados, mejor que mejor. Y también apuntaría otras dos variables –de las cuales las autoras también hablan-: el periodo de la vida en el cual los niños sufren el abandono y/o los malos tratos (el periodo de los 0 a los 3 años es capital porque es una etapa sensible y el cerebro realiza una maduración dependiente de las experiencias de buenos tratos más que en ningún otro periodo) y el nivel de gravedad de las experiencias adversas sufridas; a mayor gravedad, más daño. Pero aun así, no debemos ser deterministas y afirmar que no hay nada que hacer. Las experiencias posteriores -aunque el niño haya vivido muchos años en un contexto de desprotección (abandono, malos tratos, negligencia… física y emocional)- pueden favorecer la recuperación de los niños en un grado elevado, sobre todo porque podemos trabajar para que éstos desarrollen el maravilloso fenómeno de la resiliencia. Será potenciar una resiliencia secundaria (pues la primaria, que es la que ofrece el apego seguro, fue deficitaria) en la cual entretejamos una red de apoyo para ayudar a que ese niño pueda desarrollar estrategias que le permitan rehacerse y crecer desde esa adversidad. Una vez más, el papel de unos cuidadores que sean capaces de ser tutores de resiliencia para estos niños es fundamental.


Termino con una frase del libro Vinculaciones afectivas, de las profesoras Cantero y Lafuente: “Además, conforme los niños crecen se enfrentan a nuevos retos en su desarrollo, a nuevos entornos sociales y a nuevas relaciones, todo lo cual puede alterar los efectos a largo plazo de un apego seguro o inseguro en la primera infancia” El papel de las relaciones sociales posteriores es también clave y puede constituirse en una importante fuente de resiliencia. Encontrar en otras personas y grupos apoyo, comprensión, orientación, seguridad, actividad constructiva, transformación creativa, otras miradas, valores, sentimiento de pertenencia… puede entretejer en torno a la persona esa red -externa e interna- que le proporcione unas experiencias que le posibiliten cambiar la manera de representarse a los demás. Pienso en casos concretos que me vienen a la mente; por ejemplo niños con experiencias muy duras de privación afectiva y física extrema, durante muchos años, con los que trabajo en mi consulta. Y veo que -con mucho esfuerzo, incondicionalidad por parte de los padres, tratamientos (psicológico, farmacológico a veces), paciencia, tiempo, constancia, socialización semi-estructurada, actividades (deportivas, musicales, artísticas… que supongan expresión y creación para liberar las emociones)- salen adelante -con sus recaídas y problemas y, en ocasiones, con la reactivación de sus angustias internas, lógicamente- de manera bastante adaptada.


Espero, como siempre, con gusto, vuestros comentarios.


Me despido de todos/as vosotros/as amigos y amigas de Buenos tratos hasta el martes 26 de abril, en el que publicaré una nueva entrada, pues me voy unos días de vacaciones. Os deseo a vosotros y a vosotras, a todos/as, unas felices vacaciones de Semana Santa. Ondo pasa!

9 comentarios:

Violeta Alcocer dijo...

Hola José Luis,
excelente artículo, sobre todo por el enfoque, tan certero, sobre la precaución que debemos tener a la hora de que nuestras etiquetas diagnósticas se conviertan en "las pesadas cadenas" que un niño tenga que arrastrar en su desarrollo. Las personas somos proyectos en constante progresión y efectivamente una "pista" nunca va a determinar una vida. ¡Hay que ser muy cautos!
A mi me preocupa especialmente el sobrediagnóstico de los trastornos de apego que observo últimamente entre nuestros colegas.
Bueno, lo dicho, gracias!
Un abrazo,
Violeta A.

Mei dijo...

Muy buena tu apreciación Violeta...yo ya estaba preocupandome...por mi hijo...que llegó con 14 meses en adopción y con una absoluta dejadez emocional y de apego...aunque parece que está sabiendolo hacer...Gracias por ese enfoque de esperanza para muchos padres y madres que tenemos que esperar a tener a nuestros hijos cuando la burocracia manda y las listas de espera llegan a tu número...
Mei

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Gracias por vuestros acertados comentarios. Con la intención de que los trastornos de apego se entiendan como maneras de conocer a un niño y no como "carteles" o etiquetas demoledoras que pueden cegarnos y hacernos deterministas. Estoy completamente de acuerdo con Violeta: ¡hay que ser muy cautos!

Desde hace tiempo quería escribir esta entrada porque tenía miedo de que malinterpretara mis escritos sobre el apego y sus trastornos. Para nada he quiero ser determinista y radical, y he querido situar esta temática en su justa dimensión. Los niños pueden cambiar, mejorar, evolucionar en positivo... Existen distintas influencias a lo largo de la vida y el apego es una de muchas. Y nos ofrece una primera previsión no un final. Como digo, he sido testigo de cómo muchas personas y niños han conseguido adaptarse a pesar de sus duras experiencias, sobre todo si trabajamos para ello. Me alegro de que mis palabras y escritos se entiendan correctamente y muy oportunas vuestras intervenciones. Saludos cordiales, José Luis

Anónimo dijo...

Estimado José Luis

Es muy interesante este artículo y lo utilizaré en la sesión de junta con el personal de la casa hogar, no dejo de agradecerte compartas con todos nosotros tu experiencia y conocimientos.
Ya adquir+i tu guía y tiene estrategias geniales, que ya voy poniendo en práctica.

Un abrazo desde el norte de México, María

Mei dijo...

¿Una guía?...Cuál es? sobre qué? y donde la puedo adquirir?
Gracias

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Mei: María se refiere a una Guía que edité para el apoyo educativo de niños con trastornos del apego. Pero está dirigida a profesores. Quizá puedas extraer pautas aplicables a los niños para el ámbito familiar, pero no está concebida para los padres. Te dejo el enlace por si te interesa. Sólo se puede comprar en formato digital:

http://www.librosenred.com/libros/guiaparaelapoyoeducativodeninoscontrastornosdeapego.html

Saludos cordiales,

José Luis

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola María: Me alegro de que el artículo te resulte útil, así como la guía. Encantado de la vida. Un saludo y hasta cuando quieras. José Luis

ATINA dijo...

Cordial saludo, con respecto al apego, si un niño tiene una apego inseguro este influye en el aprendizaje ? o como seria el aprendizaje del niño según el tipo de apego que tenga.... quisiera tener mas claridad sobre eso sobre la parte afectiva en el aprendizaje y su influencia.. muchas gracias

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Atina: Es dificil de resumir en un comentario. para que puedas profundizar sobre este tema, te recomiendo el libro de Heather Geddes "El apego en el aula". Hice un resumen del mismo en estos posts:

http://www.buenostratos.com/2010/09/heather-geddes-nos-ofrece-como-ayudar.html

http://www.buenostratos.com/2010/10/heather-geddes-nos-ofrece-como-ayudar.html

Saludos cordiales