sábado, 21 de marzo de 2009

Nuevo taller de padres en el Colegio La Salle de Zarautz

He sido invitado, la pasada semana, por el Colegio la Salle de Zarautz, nuevamente, para impartir y compartir, con los padres y madres de la Asociación, un segundo taller. Este grupo lleva reuniéndose varios años, reflexionando acerca de sus actitudes, valores, normas y pautas psicoeducativas en la educación de sus hijos.

En esta ocasión, el tema que tratamos fue: Las dificultades de conducta en los niños.

Tras una breve disertación por mi parte sobre los siguientes puntos: qué es la conducta; los principios de la conducta; las 4 causas que provocan dificultades de conducta en los niños y procedimientos para cambiar conductas, se procedió al debate, que fue animado, muy participativo y con conclusiones tan útiles e interesantes que transcribo aquí por si os resultan de ayuda en vuestra labor como padres:

- Es necesario aportar a los niños explicaciones acerca de por qué sancionamos una conducta. No se puede castigar sin explicar, pero en un momento dado, sobre todo con niños muy pequeños, es importante hacerles sentir el límite externo: explicarles por adelantado cuál va a ser la consecuencia a su conducta negativa y aplicarla. Esto les ayudará a crecer interiorizando la norma, gracias a que la perciben, primero, desde la pauta externa de los padres.

- En la aplicación de consecuencias, el costo de respuesta fue aprobado por muchos. El costo de respuesta es retirarle a un niño algún privilegio que le resulte gratificante (por ejemplo, no ver su programa de TV favorito) como consecuencia a una conducta negativa que haya emitido. Se explicaron cuáles son los requisitos para que un castigo (costo de respuesta) resulte eficaz. Se insistió mucho en que no se puede castigar sin reforzar a un niño, esto es, hay que alabar, felicitar… cualquier comportamiento positivo que hagan. Siempre, pero en particular si están empezando a aprender a hacerlo. Seguida la alabanza a la conducta positiva que han emitido. Un niño que no es reforzado positivamente es un niño desmotivado y triste. Excesivamente criticado y devaluado, y quizá castigado. Esto tiene repercusiones importantes para su futura autoestima. Los niños necesitan sentir que hacen bien las cosas y que colman las expectativas de los adultos que los cuidan. Castigar sin reforzar positivamente es una sinrazón que no se debe hacer.

- Nadie se mostró a favor del castigo positivo, esto es, de aplicar un estímulo aversivo a una conducta negativa (un cachete, etc.)

- Fuimos varios (entre los que me incluyo) los que nos mostramos en contra del castigo en cualquiera de las dos modalidades que hemos explicado. Apostamos más por la reparación o corrección de conductas. Cuando un niño o menor realiza un comportamiento inadecuado, ha de reparar su acción pidiendo disculpas a quien ha ofendido y haciendo una conducta que, primero, corrija el daño o perturbación causada y, después, lo repare. Salió el ejemplo de un infante que roba a su profesora unas hojas; en presencia de su madre, se puso frente a ella, le pidió disculpas, le entregó un paquete nuevo de hojas y después hizo durante una semana algo positivo por ella (llevar los papeles diariamente a la fotocopiadora) Es una pauta que ayuda al menor a contactar con los sentimientos de los otros y ponerse en su lugar, al tiempo que le permite arreglar lo que hace mal.

- Una madre comentó que ella utiliza exitosamente, con sus hijos pequeños, el llevarles a un txoko o rincón de la casa aburrido, donde les sienta en una silla durante un tiempo, si emiten un comportamiento negativo: por ejemplo, entre dos hermanos, quien inicie una pelea, va al txoko durante un tiempo. Esta técnica, muy útil con niños pequeños, se llama tiempo fuera. Es necesario no hablarle al niño, ni discutir, durante el proceso (si previamente ya se le ha advertido que irá allí en el caso de persistir en su conducta inadecuada): Llevarle al tiempo fuera y dejarle en la silla más o menos un minuto por año. Para que salga del tiempo fuera ha de prometer (no se discute en el tiempo fuera, ni se le hace caso mientras esté en el tiempo fuera) que no seguirá con la conducta negativa. Si vuelve a repetirla, de nuevo al tiempo fuera. Queda claro que se aprecia al niño y se insiste en que va al tiempo fuera por la conducta negativa que ha hecho (hay que explicitarla operativamente: No es adecuado decir "porque te has portado mal", sino que hay que señalarle qué es lo que hizo o dijo. Por ejemplo, por pegar un manotazo en la cara a tu hermano. Esto siempre a la hora de hablar con los niños sobre lo que hacen bien y lo que hacen mal)

- Con niños que han vivido carencias, malos tratos, abandono... se recomendó no usar las técnicas de modificación de conducta. Se insistió más en la reparación y en diálogo para que la consecuencia enseñe. El castigo con estos niños, y el tiempo fuera, están contraindicados. Quien lo ha perdido todo en su vida, no le importa que le quiten más cosas. Quien ha sido duramente maltratado, el castigo le es familiar y gatilla su rabia. Le sale la estrategia depredadora. Con estos niños hay que llevar pautas diferenciales porque la vida no les ha tratado, desgraciadamente, de la misma manera que a niños que están con sus padres desde el principio y tienen un apego seguro. Esto hay que tenerlo muy en cuenta.

- Antes de modificar cualquier conducta: ¡preguntarse por qué el niño la realiza! Comprender sus sentimientos, pero no tolerar el comportamiento. Por ejemplo, un niño que siente celos de su hermano pequeño, puede pegarle. Decirle: "Mamá te quiere, pero no puede consentir que le pegues al hermano porque le haces daño" Hay que ser comprensivo, pero a la par limitar los comportamientos negativos. Los niños necesitan sentir que empatizamos con ellos. Y necesitan sentir que quien les pone la pauta de conducta lo hace para ayudarles a aprender. En este contexto, el niño acepta mejor la consecuencia que le pongamos.
- El diálogo y la comunicación, la aceptación de la persona del niño, en suma, buen trato, no están reñidos con las técnicas para cambiar conductas. Nos referimos siempre al comportamiento del niño. Eso es lo que hay que cambiar. El niño es bueno, sus conductas negativas son las que están mal y hay que modificar porque resultan perjudiciales para él y para los demás. Es muy importante trabajar los límites normativos, ser consistentes, constantes y firmes pero cariñosos con sus transgresiones normativas.

- Finalmente, se subrayó el papel de los padres como principales modelos de referencia a los cuales los niños imitan. Es una contradicción, y casi un imposible, pretender cambiar las conductas agresivas de un niño cuyo padre o madre se muestran agresivos. Se aprende por imitación de modelos, como ya descubrió el psicólogo Albert Bandura. En el siguiente vídeo podéis ver uno de sus experimentos donde demostró cómo se aprende la conducta agresiva. Es un clásico de la psicología de la conducta.

Por este año termino en el Colegio de la Salle de Zarautz. Muchas gracias a toda la comunidad escolar, y en especial a este grupo de padres, por invitarme a reflexionar y aprender junto con ellos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola José Luis, acabo de descubrir tu blog y estoy leyendolo desde el principio. Me resulta de gran interés tanto los temas que tratas, como la orientación que les das. Me preocupa el tema de los límites. No se bien como hacerlo evitando los tiempos fuera y los castigos. He leido con gran interés lo que dices sobre ese punto.
Un coridal saludo

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

HOla: Gracias por tus comentarios. Cada caso es un mundo y es dificil dar orientaciones sin conocer a la persona, su historia, sus circunstancias vitales...

La pauta general es que el niño te sienta como una figura afectiva que le quiere ayudar a crecer y aprender. Eso supone querer siempre al niño pero no tolerar sus conductas negativas. Una compañera psicóloga refiere que un paciente psiquiátrico grave diferencia claramente al celador que le contiene cuando está descompensado del que es agresivo con él. Con este sencillo ejemplo entendemos que el niño puede diferenciar entre quien le pone el límite porque le quiere y quien se lo pone para abusar de su poder, humillar, etc.

Explicitar las normas de manera operativa (qué se puede hacer), felicitar a los niños cuando cumplen, ser constantes y no intermitentes y cambiantes, acompañar a los niños para hacerles hacer cuando desde pequeños. Ensaeñarles más que reñirles (no puedes hacer esto porque sino pasa esto; que la consecuencia enseñe)Ponerles el límite físico (con firmeza pero sin dañar: se le coge y se le impide persistir en algo negativo, por ejemplo tirar los juguetes con fuerza y se le dice con cariño pero con determinación: "eso no se hace, tiras las cosas"; entiendo además que es pequeño y tiene que aprender. No lo hace por fastidiar) desde pequeños cuando se empeñen en transgredirlo. Todo esto va haciendo que el niño nos sienta como figuras seguras (que contienen y dan afecto)

Saludos,

José Luis

Anónimo dijo...

Mi madre sin apenas saber leer y escribir aplicó en mí la mayoría de estas pautas -admito que mi personalidad no era demasiado egocéntrica, pero si lo suficiente-.
No comprendo pues, como los padres de ahora con tanta información y cultura como hay, encuentran tan difícil hacer esto. ¿Tanta lástima da el chiquillo con su pataleta que no somos capaces de ignorarlo y tener la paciencia suficiente hasta que comprenda quién manda aquí sin hacer falta pegar?
Actualmente la gente cede enseguida y crean engendros despóticos y manipuladores como cada vez más a menudo vemos en la juventud.
Así, poco a poco, la sociedad sigue enfermando y creando psicópatas y déspotas donde antes no los había.
Admito también, que mala gente siempre hubo a lo largo de la Historia y que siempre han controlado el poder, el problema es que ahora somos muchos más en la Tierra y la gente así nos afecta mucho más.
Con un poco de educación para los que deciden criar todo esto se paliaría al menos parcialmente pienso yo.
¿Fue instintivo en mi madre su acertada forma de criarme o tuvo que tener a la fuerza un componente cultural? -mis abuelos tuvieron una familia humilde con muchos hermanos dedicados a la agricultura, unos supervivientes de la postguerra vamos-

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola. Gracias por participar, entre todos hacemos esto más dinámico e interactivo y, por lo tanto, más enriquecedor.

Dices: "...actualmente la gente cede en seguida..." Quizá es que los padres tienen dificultades para ejercer su rol, pasan pocas horas con los hijos y luego no quieren hacer el papel de autoridad con los mismos cuando es necesario. O uno de ellos queda con los niños y el otro volcado en el trabajo y cuando llega su conducta es de ceder. Tu comentario me ha sugerido que somos los padres de los hijos y no los colegas y a veces hay que ejercer la firmeza, sin que nunca falte el cariño y un buen trato.

También dices "¿fue instintiva la forma de criarme de mi madre o tuvo un componente cultural?" Yo creo el instinto se vio reforzado por la pautas educativas y de crianza que a ella le transmitiron, buenas, y que ella usó contigo. Cuidar, educar a los niños depende directamente en una gran medida de cómo lo hicieron con nosotros.

Saludos,

José Luis