Hoy escribo -lo tenía pendiente desde hace semanas- sobre el
abordaje psicoterapéutico llamado EMDR (siglas en inglés que significan Eye
Movement Desensizitation and Reprocessing – Desensibilización y Reprocesamiento
por Movimientos Oculares), en el cual me estoy formando desde septiembre de
2011, fecha en la cual los docentes de la Asociación EMDR España se trasladaron
hasta Donostia-San Sebastián y pude hacer el primer nivel de formación. Toda una suerte que ocurriera esto, y no quise desaprovechar esta ocasión brindada en bandeja. Son
varios niveles, y en ello estoy con gusto.
Para los que no conozcan este
abordaje terapéutico, han de saber que fue ideado por la Doctora Francine
Shapiro en los años 80. Esta psicóloga comprobó, según cuentan, paseando una
tarde por el campus universitario, que las preocupaciones en las que había
estado pensando mientras andaba le habían dejado de perturbar y que las sentía
con menos intensidad emocional negativa. Reflexionó sobre qué había estado haciendo
durante el paseo y cayó en la cuenta de que había movido sus ojos de izquierda
a derecha. A partir de aquí desarrolló su método terapéutico y toda una
investigación, con un protocolo básico diseñado y validado empíricamente, que se usa
para el tratamiento de distintos trastornos emocionales y, particularmente, para el
estrés postraumático (Para trauma complejo y trastornos disociativos se utiliza un abordaje progresivo, tal y como podemos aprender en este excelente libro de las psicólogas Dolores Mosquera y Anabel González) Actualmente, se ha extendido el
campo de intervención en el cual el EMDR puede usarse, junto con otras
técnicas, para un abanico variado de trastornos como los de personalidad,
depresivos, alimentación, etc.
Tal y como nos explican en la
página web de la Asociación EMDR España (transcribo literalmente, pues es el
lugar al que acudir donde obtener información y formarse de una manera fiable
pues sus profesionales están cualificados para ello): “EMDR - Desensibilización
y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares es un abordaje psiterapeútico en
el tratamiento de las dificultades emocionales causadas por experiencias
difíciles en la vida del sujeto, desde fobias, ataques de pánico, muerte
traumática y duelos o incidentes traumáticos en la infancia hasta accidentes y
desastres naturales. También se usa EMDR para aliviar la angustia y/o la fobia
de hablar en público, para mejorar el rendimiento en el trabajo, en los
deportes y en las interpretaciones artísticas.
EMDR como método combina
elementos teórico-clínicos de orientaciones tales como el psicoanálisis,
cognitivo-conductual y otras. Para muchos pacientes EMDR resulta de mayor ayuda
para sus problemas que otras terapias convencionales. En 1987, Francine
Shapiro, psicóloga norteamericana, descubrió que los movimientos oculares
voluntarios reducían la intensidad de la angustia de los pensamientos
negativos. Inició una investigación (Shapiro, 1989) con sujetos traumatizados
en la guerra de Vietnam y víctimas de abuso sexual para medir la eficacia del
EMDR. EMDR reducía de manera significativa los síntomas del Trastorno por
Estrés Post Traumático en estos sujetos.
En el proceso con EMDR, el
terapeuta trabaja con el paciente para identificar un problema específico que
será el foco del tratamiento. El paciente describe el incidente traumático, a
partir del cual es ayudado por el terapeuta para que seleccione los aspectos
más importantes y que más lo angustian de dicho incidente. Mientras el paciente
hace movimientos oculares (o cualquier otra estimulación bilateral) le vienen a
la mente otras partes del recuerdo traumático u otros recuerdos. El terapeuta
interrumpe los movimientos oculares cada tanto para asegurarse que el paciente
esté procesando adecuadamente.
La estimulación bilateral puede
ser: a) visual (el paciente mueve los ojos de un lado al otro guiado por el
terapeuta); b) auditiva (el paciente escucha sonidos alternados en ambos oídos)
c) kinestésica (el terapeuta golpetea suavemente y en forma alternada sobre las
manos o los hombros del paciente). Esto facilita la conexión entre los dos
hemisferios cerebrales logrando el procesamiento de la información y la disminución
de la carga emocional.
El terapeuta guía el proceso,
tomando decisiones clínicas sobre la dirección que debe seguir la intervención.
La meta es que el paciente procese la información sobre el incidente
traumático, llevándolo a una "resolución adaptativa". En las palabras
de Francine Shapiro, esto significa: a) una reducción de los síntomas; b) un
cambio en las creencias y c) la posibilidad de funcionar mejor en la vida
cotidiana” (Para seguir leyendo, haz clic aquí)
EMDR me ha
sorprendido muy gratamente. Estoy encantado. En la formación que hicimos en San Sebastián (y que se
oferta en otras ciudades de España, en la página web de la Asociación podéis estar al tanto) practicamos el protocolo básico tanto con adultos como con
niños, experimentándolo en nosotros mismos y trabajándolo con compañeros de
curso. Yo mismo me sometí a una sesión con un contenido traumático personal (un
accidente que sufrió mi hermano de pequeño, afortunadamente nada le ocurrió aunque
estuvo grave) que creía resuelto pero que aún me generaba ansiedad pensar en
ello. EMDR se centra en recuerdos que hemos vivido y que están sin procesar en
las redes neurales. La estimulación de ambos hemisferios del cerebro provoca la
activación de estas redes y "desatasca" (por entendernos) los recuerdos traumáticos que están sin
integrar, provocando la abreacción (la liberación emocional) y con ello la
reducción de la ansiedad o la sintomatología.
En el nivel I se aprende el protocolo básico. Pero EMDR son un conjunto de varios protocolos que se van aprendiendo a lo largo de todo el proceso formativo que requiere hacer nivel II y formaciones avanzadas y supervisiones. Por mi parte, comienzo mi formación y espero llegar, poco a poco, a Clínico EMDR.
En el nivel I se aprende el protocolo básico. Pero EMDR son un conjunto de varios protocolos que se van aprendiendo a lo largo de todo el proceso formativo que requiere hacer nivel II y formaciones avanzadas y supervisiones. Por mi parte, comienzo mi formación y espero llegar, poco a poco, a Clínico EMDR.
El protocolo básico está diseñado y, como todos, validado empíricamente. Debe, primero, de dotar de recursos al paciente (de relajación o de creación de un lugar mental de seguridad, con el fin de que éste tenga una herramienta a la cual recurrir si las emociones, durante el procesamiento del trauma, se vuelven muy intensas o le desestabilizan a la persona) Segundo, el paciente con ayuda del terapeuta, debe de hacer un recorrido y recoger, en la historia clínica (junto con otros datos relevantes) los recuerdos más significativos, traumáticos (tanto traumas con la “T”, esto es, sucesos puntuales o impactantes que han sido una amenaza o riesgo para la vida de la persona, como una violación o un accidente de coche; como traumas llamados “t”, no por ello menos importantes, que son una sucesión de eventos traumáticos que impactan a nivel relacional como el abandono, las carencias afectivas…) Esos recuerdos se asocian con imágenes, sensaciones y emociones que son las que se someten a procesamiento mediante la estimulación bilateral. También se puede partir de las sensaciones o emociones negativas del cliente, evaluar a qué imágenes se asocian y hacer el procesamiento.
Compartiendo mi experiencia con vosotros, en la práctica que hicimos en la formación, procesé el recuerdo traumático en relación al accidente de mi hermano y el malestar,
aunque inicialmente se elevó, posteriormente se fue reduciendo hasta que me
invadió una sensación de profunda calma. Pero en cada persona es diferente, y
cada caso hay que evaluarlo cuidadosamente (no es lo mismo una persona que
tiene uno o dos eventos traumáticos que otra con una biografía con muchos
traumas y un trastorno de personalidad, por ejemplo. Las cosas son más complejas) En cualquier
caso, que nadie pruebe la técnica sin la formación adecuada. Y los
profesionales que empezamos lo hacemos con casos sencillos para ir aprendiendo
el protocolo básico. En mi opinión, la técnica es muy eficaz y consigue en menos
tiempo, para algunos aspectos, lo que hablando y hablando se tardaría meses o
años. Porque es una técnica que va al procesamiento de las emociones asociadas
a los recuerdos, emociones que no han sido procesadas por mucho que lo
hablemos con el paciente. EMDR es una técnica emocional, las emociones están en el cuerpo, y EMDR va también al cuerpo. Además, tiene dos aspectos muy
positivos de los cuales nos hablaron en el curso: (1) Es el propio paciente el
que hace el procesamiento, su propio cerebro. La técnica lo que hace es
favorecer la manera natural que el cerebro tiene de procesar (2) El paciente
tiene el control en todo momento y puede parar. El procesamiento y lo que surge
(otros recuerdos, sensaciones o emociones que se pueden generar en la persona según
se le va estimulando, es único y propio, no igual para cada uno; no existe un “suponemos
que” o “debe pasar esto”) es como si estuviésemos montados en un tren, sentados
junto a la ventana, y viésemos pasar imágenes propias de nuestra vida ligadas a emociones y
sensaciones corporales.
Posteriormente, me he animado a
trabajar y sigo trabajando con la técnica (bajo supervisión) aplicada a los
niños y adolescentes como una herramienta más, y los resultados que estoy
obteniendo (usando la técnica en combinación con otras y dentro de un proceso
de psicoterapia basado en el apego, sobre todo con los pacientes más dañados en
este sentido) son buenos y muy buenos, pero como todo en la vida, no es la
panacea y los casos graves requieren de mucho trabajo (con EMDR como con otras
técnicas), un recorrido terapéutico largo, la implicación de los padres o
familias y mucha paciencia y perseverancia. Pero ninguna técnica es la panacea.
De todos modos, a mí me ha cambiado la forma de concebir la psicoterapia y creo
que es una técnica revolucionaria porque nos enseña que la mente tiene un
lenguaje emocional propio que está intrincado en las redes neurales de nuestro
cerebro que son las que portan la información. EMDR viene avalado por la
investigación científica de los más prestigiosos autores en trauma.
Con niños se adapta el protocolo
y se utiliza el juego, el dibujo y la colaboración de los padres o referentes
con los que exista una buena relación de afectividad para realizar el
procesamiento, tanto para la instalación de los recursos como del material
traumático propio del niño. A partir de los once-doce años (edad madurativa),
más se parece el protocolo al de los adultos. Lo estoy aplicando a un niño
adoptado, bajo supervisión, con graves problemas de agresividad, y está
aportando un plus en la estabilización emocional del niño que antes no había
obtenido. Pero insisto, que ningún padre o madre piense que es milagroso. No
existen los milagros. Con este niño –como acabo de mencionar, pero lo repito-
hay que seguir trabajando con esta técnica como con otras, y el proceso de
psicoterapia requerirá de la colaboración de los padres, de la motivación del
propio niño, del buen hacer del terapeuta y de la paciencia y la perseverancia.
En junio va a tener lugar, en
Madrid, del 15 al 17, la 13ª Conferencia EMDR Europa, con la presencia de los
más prestigiosos investigadores y profesionales en EMDR y trauma. Hay un
pre-congreso previo en el que se va a exponer cómo se trabaja EMDR con niños
adoptados, una población que puede beneficiarse de este abordaje
psicoterapéutico. Allí que voy, entusiasmado. A todos los profesionales
interesados, os recomiendo, sin ninguna duda, que os apuntéis a la Conferencia como que os forméis
en esta técnica.
Termino comentándoos que esta semana, el día 10 de marzo, sábado, presentamos Óscar Pérez-Muga y servidor nuestro libro "¿Todo niño viene con un pan bajo el brazo? Guía para padres adoptivos con hijos con trastornos del apego" en Gijón. Invitados por Asturadop (Asociación Asturiana de Adoptantes), estamos felices de compartir un tiempo de diálogo con las familias adoptivas y hablarles también de nuestra publicación. Será a las 13,00h en el Centro integrado Gijón Sur ¡Allí nos vemos!