Presentación, por Jose Luis Gonzalo Marrodán
Este año también publicamos un artículo especial por Nochebuena. Es una tradición en el blog Buenos tratos. En ocasiones anteriores, hemos recurrido a películas, cuentos, novelas, leyendas y tradiciones que forman parte del acervo popular. Esta vez os ofrecemos una experiencia real que nos recuerda que el espíritu de la Navidad vive, y que se mantiene todo el año. Sí, amigos y amigas. La Navidad existe al menos en un reducto de buen trato, como lo titula Iciar García: El colegio Fernando el Católico de Zaragoza.
Más allá de lo religioso, muchas personas viven el espíritu de la Navidad como un recordatorio de lo esencial: que necesitamos a otros, que el afecto nos sostiene y que incluso en momentos de pérdida o tristeza puede haber un gesto de luz. Que puede existir el amor y el cuidado (prestar atención al otro, especialmente a quien sufre o está solo), la generosidad (dar escucha y presencia), el compromiso social (implicarse en proyectos vitales socio-educativos), la esperanza (confiar en que algo bueno puede nacer incluso en medio de la dificultad) y el vínculo (seguridad y confianza a quienes más la necesitan)
El colegio Fernando el Católico reúne estos valores y lleva adelante una enseñanza sensible al trauma, es decir en sintonía con todo lo que he descrito en el párrafo anterior. Por eso, hemos querido regalaros esta experiencia, con la esperanza de que, como el espíritu de la Navidad, sople y se extienda la buena nueva: otra escuela es posible.
Gracias a Iciar García Varona por haber hecho de nexo de unión y entretejer el vínculo entre el Colegio y el blog. ¡¡Enhorabuena a Lucio Manuel Callejas y a Silvia Martínez Oliver y a toda la comunidad escolar del colegio Fernando el Católico de Zaragoza!!. Gracias por hacer Buenos tratos.
Muy Feliz Navidad para todos y todas (o felices fiestas del solsticio de invierno: la luz triunfa frente a la oscuridad).
Os dejo con esta experiencia de Buenos tratos.
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Reductos de buen trato: acciones informadas por adversidad y trauma temprano en el colegio Fernando el Católico de Zaragoza
Iciar García Varona está preparando un libro titulado: “La escuela que repara. Sistemas informados y sensibles a la adversidad y el trauma”, el cual tendré el honor de prologar. Os iremos informando.
Iciar García Varona es psicopedagogía y doctora en psicología con una tesis doctoral sobre trauma complejo y adversidad temprana. Traumaterapeuta sistémica por el IFIV de Barcelona. Psicomotricista y Master en necesidades, derechos y cooperación al desarrollo en la infancia. Es profesora asociada de la Facultad de Educación de la Universidad de Burgos y docente del Diploma de Postgrado en Traumaterapia sistémica de Barudy y Dantagnan. Trabaja para los servicios sociales de la Diputación de Burgos. Colaboradora habitual del blog Buenos tratos.
Introducción, por Iciar García Varona
En el mes de mayo tuve la oportunidad de acudir al colegio Fernando el Católico para impartir una formación sobre escuelas informadas y sensibles al trauma y a la adversidad temprana.
Fue uno de esos momentos en los que se alinean los planetas: por distintas circunstancias coincidimos en la ciudad de Zaragoza con Jean Schmitz, uno de los mayores expertos a nivel mundial en prácticas restaurativas. Optamos por conocernos y generar una intersección de caminos, con el objetivo de poner en común buenas prácticas que procuren reparación a la infancia atravesada por la adversidad y el trauma temprano.
Pero rebobinemos. Tiempo atrás, cuando ya me habían llamado para impartir esta formación y coincidiendo con una estancia previa en Zaragoza —en un piso tutelado que superviso para La Fundación para la Atención Integral del Menor, FAIM, — acudí a conocer el centro. Y ahí comenzó este pequeño “idilio”.
Al llegar, no te encuentras con un edificio de estética institucional, sino con un espacio lleno de color. Nada es casual: los alumnos y alumnas del Fernando el Católico participaron activamente en el diseño de lo que sienten como su casa. Ya en el interior, la infraestructura habla del centro que la habita: un lugar cálido y sencillo, donde la presencia de los verdaderos protagonistas —los niños y las niñas— se percibe de forma constante: en sus obras, en sus fotografías, en sus nombres. Esto debe vivirse para ellos como el calor de un hogar, un lugar donde soy parte activa y protagonista de esta historia, donde pertenezco.
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| Colegio Fernando el Católico https://www.cpfeczaragoza.es/ |
El colegio Fernando el Católico data de los años sesenta y se sitúa en un barrio multicultural, con alumnado de diversos orígenes étnicos. La lucha por la supervivencia atraviesa a muchas de las familias del entorno, hasta el punto de que aproximadamente el 90 % del alumnado recibe algún tipo de intervención por parte de los servicios sociales de la zona.
Como ya advirtieron Felitti y Anda (1998), existe una estrecha relación entre la adversidad familiar y la adversidad comunitaria. Esta relación se representa en el modelo Pair of ACEs (Dietz y Ellis, 2017), ilustrado mediante la metáfora de un árbol: las hojas simbolizan los síntomas de las experiencias adversas en la infancia, fácilmente reconocibles en contextos clínicos, educativos y de servicios sociales. Estas experiencias aumentan el riesgo de estrés crónico y de estrategias de afrontamiento desadaptativas, pudiendo derivar en enfermedades crónicas a lo largo de la vida.
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| Experiencias Adversas en la Infancia |
Así, la mayoría del alumnado del Fernando el Católico experimenta, además de pobreza, discriminación o violencia comunitaria, otras adversidades como depresión materna, encarcelamiento de cuidadores, violencia doméstica o abuso de sustancias. No es difícil imaginar que este no es un entorno especialmente amable o nutritivo para que los niños y niñas puedan poner todos sus recursos al servicio del aprendizaje.
Sin embargo, invito no solo a leer este texto, sino a explorar la cantidad de proyectos impulsados desde el centro para favorecer la resiliencia escolar y comunitaria, fertilizando esta tierra adversa y generando oportunidades de florecimiento para cada integrante de la comunidad educativa.
Muchas de las prácticas informadas por el trauma ya estaban presentes antes de la formación; quizá esta solo vino a aportar coherencia, lenguaje y fundamentación teórica a acciones que ya se venían realizando.
¿Dónde reside la base de este éxito? En el compromiso humano. La mayor parte del profesorado que imparte docencia en este centro tiene su plaza definitiva en otros colegios y, sin embargo, permanece comisionado en el Fernando el Católico. Este compromiso ha generado un fuerte sentido de pertenencia, una suerte de estandarte del buen trato, como si el mensaje compartido fuera: no podemos abandonar el barco.
Un ejemplo significativo es que a la formación no asistió únicamente el cuerpo docente, sino toda la comunidad educativa: cocinera, personal de comedor, fisioterapeuta, equipo de orientación, educadoras de extraescolares… Esta es una de las claves de los sistemas informados por el trauma: una fuerza laboral formada e implicada, donde todas las personas que se relacionan con niños y niñas afectados por trauma y adversidad temprana comparten una mirada común.
Sé que esto solo ha sido el inicio de una relación bonita y profunda. Tras la formación en prácticas informadas por el trauma, Jean Schmitz ofreció al equipo docente una formación en prácticas restaurativas. Creo firmemente en su capacidad reparadora, al desactivar sistemas culpógenos y favorecer la emergencia de fórmulas de encuentro interpersonal. Este es un elemento clave en los procesos de reparación del trauma.
Para terminar, rescato y pongo en especial valor la interculturalidad que practica el Fernando el Católico. Esta aporta un valor central a las prácticas informadas por el trauma, ya que permite comprender que las respuestas emocionales, conductuales y relacionales del alumnado están profundamente mediadas por su historia cultural y social. Desde este enfoque, la interculturalidad no se limita al reconocimiento de la diversidad, sino que actúa como un factor de seguridad y protección: reduce la amenaza, previene lecturas patologizantes y evita intervenciones potencialmente retraumatizantes. Integrar una mirada intercultural favorece vínculos educativos más sintonizados, fortalece el sentido de pertenencia y posibilita prácticas pedagógicas más justas y reguladoras, imprescindibles para que el aprendizaje pueda emerger en contextos atravesados por la adversidad y para que la escuela se convierta, verdaderamente, en un espacio de reparación.
Os dejo ahora con los protagonistas de esta historia para que los conozcáis a fondo. No sin antes desearos unas bonitas fiestas y poner mi recuerdo en los niños y niñas del Fernando el Católico, para quienes las vacaciones y la salida de este reducto de seguridad y buen trato no siempre se viven como descanso, sino como pérdida. A veces, como una suerte de ansiedad por separación, que habla —sin palabras— del valor profundo que tiene una escuela cuando logra convertirse en refugio. ¡FELIZ NAVIDAD!
CEIP Fernando el Católico de Zaragoza.
Un colegio por descubrir.
Autores: Lucio Manuel Callejas y Silvia Martínez Oliver
Maestro en Aragón. Llega al CEIP Fernando el Católico de Zaragoza el curso 2008/2009. Ocupa el cargo de secretario del colegio durante tres cursos y medio, cuando se convierte en director del mismo. Uno de los impulsores, junto con todo el equipo docente, del proyecto de cambio que ha seguido el colegio desde el curso 2014/15. Ha impartido ponencias acerca del proceso de cambio del CEIP Fernando el Católico en distintos colegios de Zaragoza y en cursos de directores.
Maestra especialista en educación musical e infantil por la Universidad de Zaragoza y tutora de Educación Primaria durante más de 10 años. Ejerce como maestra de música y Coordinadora de Bienestar del alumnado en el CEIP Fernando el Católico de Zaragoza desde 2016, donde ha gestionado e impulsado diversos proyectos. En 2020, participó en la puesta en marcha del programa Tutorías Afectivas y que coordina desde entonces. Ha impartido formaciones a docentes de diferentes etapas educativas, equipos de orientación, y otros colectivos tanto dentro como fuera de Aragón.
Este es el título de Proyecto Educativo que se está implementando en nuestro colegio desde hace varios cursos; pero ¿por qué “un colegio por descubrir”? Durante muchos años la jornada de puertas abiertas fue un auténtico fiasco: nadie se interesaba por venir a ver qué hacíamos. Aquel era un año electoral y se nos ocurrió adornar el hall de entrada con carteles explicativos de nuestro quehacer, y de ahí surgió el título.
Vídeo Colegio Fernando el Católico
de Zaragoza
En la actualidad el CEIP Fernando el Católico ha experimentado una gran mejoría en la convivencia, la educación emocional, la apertura a las familias y a las organizaciones del barrio y a la comunidad educativa en general. Sin embargo esto no fue siempre así: durante el curso 14/15 sufrimos graves problemas de convivencia con agresiones, insultos, actitudes racistas y xenófobas; una escasa y conflictiva relación con las familias… situación que llevó al equipo directivo a presentar su dimisión en bloque. Fuimos llamados al Servicio Provincial para explicarnos y solo cuando se entendió que los motivos no eran otros que los personales, se relajó el ambiente; al mismo tiempo habíamos preparado un proyecto para la mejora del colegio, pero el inspector jefe nos dijo que sin nosotros no tenía sentido.
El proyecto que se va a presentar a continuación no nació de un proyecto “Design for Change”, pero cumple con todas las fases de tales proyectos:
Siente (reflexionar sobre las necesidades), Imagina (crear un plan de acción), Actúa (llevarlo a cabo), Evolúa: (evaluación y evolución) y Comparte (contar la historia de cambio que puede inspirar a los demás).
En la primera fase, SIENTE, sentimos la presión recibida debido a lo graves problemas de convivencia que sufríamos, la escasa y conflictiva relación con las familias… Todo ello lo comunicamos a la prensa que se hizo eco de nuestra situación: pedíamos ayuda externa, pero nos dimos cuenta de que la solución sólo podía venir de nosotros, tal y como nos expresó la Consejera de Educación de aquel momento, mientras le leíamos una carta con reivindicaciones que a nuestro modo de ver eran justas: “vosotros pedís, pero ¿qué dais?”.
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| Titulares de prensa que forman parte de la historia del centro |
Así que nos pusimos a ello, empezamos por analizar las fortalezas y debilidades tanto de familias, como de alumnado y el profesorado.
Muchas de nuestras familias presentan una situación sociocultural baja por lo que no cuentan con las herramientas necesarias para apoyar escolarmente a sus hijos. Familias desestructuradas, muchas de ellas en clara exclusión social, situación de vulnerabilidad, con grandes carencias afectivas y pocas aspiraciones personales. La educación no se considera una inversión necesaria y útil. Muchas de las familias no muestran una visión positiva de la escuela. Esto se manifiesta en la aparición de frecuentes conflictos entre escuela – familia (tanto con el personal docente como no docente) y con una gran y preocupante falta de implicación en los procesos de enseñanza – aprendizaje de sus hijos/as y de participación en la vida del centro, bien porque no quieren, bien porque no saben.
Respecto del alumnado presenta escasa identificación con el centro educativo y por ello poca motivación a participar en la vida del centro, dificultades de comportamiento en el aula, problemas derivados de racismo y xenofobia, carencias en las habilidades sociales, escasa tolerancia a la frustración. Sin embargo, responden bien a los refuerzos afectivos, tienen buenas habilidades de la vida diaria, son capaces de imaginar y crear respondiendo positivamente ante metodologías activas.
El profesorado se implica, está comprometido con su trabajo y tiene muchas ganas de innovar, busca estrategias y modelos educativos que lleven al alumnado a mejorar su situación. Además, es consciente de las características y dificultades del que tiene que educar. No se limita únicamente a impartir un currículo, sino que realiza funciones de compensación educativa, busca la proximidad con el mismo y con sus familias y tiene una buena capacidad de trabajo en equipo. Sin embargo, casi todas las actuaciones en aquel momento eran a nivel de aula y no había una línea común en el colegio, algo que creíamos necesario.
En la segunda fase, IMAGINA, solicitamos ayuda a Inspección, al asesor del Centro de Profesores de nuestro colegio y a la Orientadora del centro. Nos ayudaron a centrarnos y a tener una idea en común: la mejora de nuestro colegio solo podía darse a través de la innovación educativa y la participación de las familias para así mejorar la convivencia y los resultados académicos.
Es así como surge nuestro proyecto, en la tercera fase: ACTÚA. Un proyecto que da respuesta a nuestras necesidades, dirigido a toda la comunidad educativa, que supone un cambio en la estructura organizativa e implica ir todos en la misma dirección, cuyo objetivo último es nuestro centro.
El CEIP Fernando el Católico, como todos los colegios, cuenta con un Claustro, un Consejo Escolar, una Comisión de Coordinación Pedagógica y Equipos Didácticos de ciclo; pero nosotros también trabajamos por “MESAS” de trabajo: la mesa de INNOVACIÓN, CONVIVENCIA E IGUALDAD, ENLAZANDO CON LA COMUNIDAD Y DIFUSIÓN. Todo el profesorado del colegio se adscribe a una de estas mesas a excepción del Equipo Directivo para no influir en las decisiones que deben tomar. Estas mesas trabajan de manera independiente y son autónomas para tomar sus propias decisiones salvo en la parte económica ya que el presupuesto del colegio no es demasiado alto. Por otro lado se creó la mesa PERMANENTE, en la están presentes las coordinadoras de cada una de las mesas anteriores, la orientadora del colegio, nuestro inspector de referencia y el asesor del centro de profesores. Esta mesa se reúne bimestralmente y en ella se expone lo que se está haciendo y las dificultades que se van encontrando.
Desde la mesa «ENLAZANDO CON LA COMUNIDAD» se pretende aumentar la participación e implicación de las mismas en el colegio, mejorar las relaciones entre toda la comunidad educativa y dar a conocer diferentes vías de participación en la vida del centro; además, coordina el Plan de Acogida para toda la comunidad educativa y busca voluntarios para las distintas actividades en las que se necesita esta figura.
La mesa de «INNOVACIÓN» pretende reflexionar sobre la práctica educativa del centro, investigar sobre nuevas metodologías y proyectos de innovación que puedan dar respuesta a las características de nuestro colegio. También es la encargada de detectar formación docente y ofrecer una introducción de los proyectos del centro a los nuevos compañeros docentes.
La mesa de «COMUNICACIÓN» procura dar a conocer las experiencias que se están desarrollando en nuestro colegio tanto hacia el exterior como hacia el interior. Ha puesto en marcha una nueva página web, difunde en redes y contacta con los medios de comunicación para dar mayor visibilidad a lo que realizamos.
Desde la mesa de «CONVIVENCIA E IGUALDAD» se coordinan actuaciones para la mejora de las mismas. Desde ella se llevan a cabo actuaciones que favorecen la Educación Emocional y las Habilidades Sociales, entre otras. Son la base del Plan de Acción Tutorial del colegio.
Y todo esto con una sola finalidad: EL ALUMNADO.
Llegamos ya a la cuarta fase: EVOLÚA. El proyecto del colegio ha evolucionado y crecido mucho desde sus inicios hasta ahora y sigue dando respuesta a nuestras necesidades. Algunas de las actividades iniciales han desaparecido o han sido reemplazadas por otras más adecuadas al momento que estamos viviendo, también se han añadido muchas más.
Tras llevar ya varios años implementando el proyecto Un Colegio Por Descubrir, poniendo en marcha estrategias de convivencia en el centro, buscando el bienestar de nuestro alumnado y de la comunidad educativa en general y logrando una mejora en todos estos aspectos, llegó 2020 junto con una pandemia mundial que nos obligó a meternos en casa, estar confinados durante al menos 2 meses y poner a prueba todos nuestros aprendizajes emocionales previos y estrategias más resilientes.
Tras ese momento insólito en nuestras vidas, volvimos al día a día del cole con nuestro alumnado, en septiembre de 2020. Reflexionando acerca de cómo habrían vivido el confinamiento, nos planteamos la elaboración de un cuestionario para que fuera respondido por nuestro alumnado y que lograra iluminarnos acerca de estas cuestiones. La jefa de estudios, la orientadora y la coordinadora de bienestar del alumnado, nos pusimos manos a la obra y tomamos como punto de partida el instrumento SENA, Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes para la detección de problemas emocionales y de conducta. A partir de él, adaptamos y clasificamos las preguntas en 5 competencias emocionales referidas por el grupo GROP, dirigido por Rafael Bisquerra en la Universidad de Lleida, a saber: Competencias en conocimiento emocional, regulación emocional, autonomía emocional, habilidades para la vida y el bienestar y competencia social.
Desde ese momento, decidimos que ese formulario sería la brújula emocional de nuestro centro, lo aplicaríamos anualmente al alumnado de primaria y sería el que nos guiaría hacia el acompañamiento más emocional de nuestro alumnado. Es por esto por lo que decidimos pasarlo todos los cursos para poder ir evaluando anualmente la evolución de nuestro trabajo en este aspecto y detectar las necesidades reales de nuestras criaturas. Pudimos apreciar cómo el alumnado de nuestro centro, en general, mostraba carencias importantes en regulación y autonomía emocional, detectamos las necesidades específicas de cada grupo clase y nos saltó la “alerta emocional” al darnos cuenta de que un número alto de nuestros chicos y chicas marcaban respuestas como “cuando trabajo en equipo no me tienen en cuenta”, “no estoy contenta conmigo físicamente”, “mi familia no me dice nada, lo haga bien o lo haga mal”, “casi nunca realizo bien las tareas”, “suelo pensar habitualmente en cosas malas que me han pasado”... Aquello nos hizo preocuparnos realmente y reflexionar acerca de cómo podíamos ayudarles, sin ser psicólogas ni terapeutas.
Así que decidimos crear un espacio para el alumnado más vulnerable, donde, durante 30 minutos a la semana, se sintieran escuchados a través de una tutoría individualizada con un docente que él o ella eligiera y en el que les acompañáramos sin juzgar, opinar o aconsejar, sino que fueran capaces de expresarse libremente, confiar y sentirse seguros, tratando de crear un vínculo de apego seguro.
De este modo nacieron las TUTORÍAS AFECTIVAS (TAF) tal y como las llevamos a cabo en el CEIP Fernando el Católico, un programa completo, estructurado y sistematizado que tantos centros educativos, de todos los niveles, dentro y fuera de Aragón, han querido conocer e implementar. Este programa se organiza en 4 fases:
Tanto el docente como el alumno/a, indica qué perfil de alumnado (edad, curso, grupo, necesidades) prefiere tutorizar, mientras que el alumnado selecciona a los y las docentes con los que tiene mayor afinidad.
La formación docente
En este camino que dura 5 años, vivimos un antes y un después al descubrir a Juan Carlos Castelló Meliá, Doctor en Filosofía, docente de Educación Secundaria y escritor, entre otros muchos, del libro “La Tutoría Afectiva. Una propuesta desde la ética del cuidado”. A través de él conocimos, cómo desde la filosofía y el diálogo socrático, podíamos acompañar de manera muy rigurosa a nuestro alumnado sin necesidad de ser terapeutas. Simplemente (aunque de simple tiene poco), teníamos que escuchar a nuestro alumnado afectivo, parafrasear y preguntar.
El equipo docente se ha ido formando en tutoría afectiva y ética del cuidado, teoría del apego, trauma, educación emocional… Imprescindible para un acompañamiento completo y serio.
Además, el docente debe comprender que ha de cambiar su rol dentro de las sesiones de tutorías afectivas. Dejará de ser El Docente, autoridad que tiene las respuestas a todo, que sabe cómo solucionar cada problema e incluso nos los puede resolver. Ahora debe escuchar para comprender y no para responder. Debe utilizar los silencios activos, en actitud de escucha donde invitamos a seguir, transmitiendo que estamos aquí, que queremos seguir escuchando y estamos preparados. A través de preguntas abiertas, sin respuestas dirigidas ni evidentes, ayuda a su alumnado a expresarse realmente, reflexionar sobre lo que siente, lo que necesita y cómo lo puede resolver o mejorar, buscando su propio camino.
El desarrollo de las sesiones a través cuatro etapas
Tomando como referencia las obras de Juan Carlos Castelló Meliá, estructuramos las sesiones de tutoría afectiva a lo largo de 4 etapas. En las dos primeras debemos generar la confianza y conocer mejor las estrategias y experiencias vitales de nuestro alumno/a. Para ello nos servimos de juegos, dianas de autoevaluación, tarjetas de preguntas e imágenes, etc.
En la tercera etapa utilizamos cuentos, canciones, imágenes, o vídeos para abordar la necesidad o la conducta que hemos detectado. A través de ello hablamos de lo que les pasa a otros, reflexionamos sobre sus comportamientos y sentimientos y les aconsejamos, para después centrarnos en cómo nos vemos reflejados en esas historias y reflexionar sobre ello. En este camino, el docente puede identificar las necesidades reales del alumno para ir acompañando de la mejor manera posible.
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| Cuentos para tutorías afectivas |
Finalmente, la cuarta etapa es aquella en la que nos centramos en el presente, continuamos trabajando semana a semana.
La evaluación del proyecto
Como todo proyecto riguroso debe contar con un seguimiento y una evaluación. En nuestro caso, cada tutor/a afectivo/a tiene su propio diario, donde recoge y reflexiona sobre cada sesión; pero además, el equipo participante nos reunimos para comentar nuestras necesidades y dificultades en el proceso y poder aconsejarnos unos a otros. A final de curso, se hace una recogida de información de cada TAF.
El programa de Tutorías Afectivas trata de acompañar al alumnado a nivel personal y emocional, intentando prevenir problemas de salud mental, detectando necesidades y dificultades del alumnado más vulnerable, porque a veces, lo que una persona necesita no es una mente brillante que le hable, sino un corazón paciente que le escuche.
Referencias bibliográficas
Felitti, V. J., Anda, R. F., Nordenberg, D., Williamson, D. F., Spitz, A. M., Edwards, V., Koss, M. P., & Marks, J. S. (1998). Relationship of childhood abuse and household dysfunction to many of the leading causes of death in adults: The Adverse Childhood Experiences (ACE) Study. American Journal of Preventive Medicine, 14(4), 245–258. https://doi.org/10.1016/S0749-3797(98)00017-8
Ellis, W. R., & Dietz, W. H. (2017). A new framework for addressing adverse childhood and community experiences: The Pair of ACEs. American Journal of Preventive Medicine, 52(3S3), S291–S300. https://doi.org/10.1016/j.amepre.2016.11.024
Castelló Meliá, Juan Carlos (2021). La tutoría afectiva. Una respuesta desde la ética del cuidado. Editorial Vinatea S.L.
















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