lunes, 22 de octubre de 2012

Psicoeducación para familias adoptivas y acogedoras: sintonizar emocionalmente con nuestro niño (III)

La semana pasada estuvimos hablando sobre los disparadores o “triggers” del presente que actúan como gatilladores de reacciones que reactivan emociones que los niños vivieron en situaciones traumáticas del pasado, por la similitud o paralelismo que el cerebro establece entre ambas.

Hoy vamos a seguir, con esta tercera parte, orientando a las familias (y también a los profesionales) sobre cómo sintonizar emocionalmente con el niño. En concreto, dos aspectos que debéis tener en cuenta: (1) Desarrollar, como padres y madres, un repertorio para comprender la comunicación del niño y (2) desarrollar habilidades que escuchen reflexivamente al niño.
Tomo como referencia, como viene siendo habitual, a las autoras Blaustein y Kinniburgh
Comprender cómo comunica el niño
La sintonización es una habilidad que requiere de los padres y profesionales el llegar a ser “detectives de sentimientos” Una vez que aprendemos a “leer” sus patrones y claves comunicacionales, podemos responder a la emoción que está tras la conducta mucho más que a la conducta en sí mismo. Normalmente, ante una determinada conducta del niño tendemos más a quedarnos con ésta que con la emoción que puede estar subyaciendo. Un ejemplo claro es el niño que cuando estudia y se le corrigen los deberes, se frustra y reacciona enfadándose y tirando los libros al suelo, o (como ya os conté la pasada semana) el niño que no quiere comer pescado.  O el niño que roba dinero en casa pero, curiosamente, no esconde demasiado ese dinero y lo deja en sitios en los que los padres lo pueden encontrar fácilmente. El “muelle” (que normalmente es muy flojo en el adulto) que nos sale es el de enfadarnos, discutir, sancionar… Centrarnos en la conducta en sí y juzgarla como intolerable. ¿Qué nos quiere transmitir emocionalmente el niño? Puede que al robar esté mostrando un sentimiento de carencia o de baja autoestima y con ese dinero quiera investirse de cualidades positivas que compensen la visión pobre de sí mismo.
Los cuidadores deben aprender a leer las estrategias de comunicación propia que usa cada niño. ¿Qué es lo que el niño quiere mostrar cuando él se enfada, está triste excitado o preocupado?
Cómo comunican los niños
Expresión facial: incluye tanto las expresiones intensas con el cuerpo como la ausencia de expresividad.
Tono de voz: muy elevado, más bajo, seco…
Extensión del discurso: muy verborreico o muy tranquilo.
Calidad del discurso: organizado, maduro, inmaduro (parece que se regresa a etapas anteriores del desarrollo)
Postura/expresión muscular: ¿Cómo comunica corporalmente? Tensión muscular, postura abierta o cerrada…
Aproximación o evitación: ¿El niño se muestra retirado, pegajoso, o de ambas maneras?
Capacidad de modular el afecto: ¿Le cuesta al niño mucho tiempo calmarse? ¿Necesita el niño ser calmado de manera externa por el adulto? ¿Cómo de receptivo es el niño a que le calmen?
Humor: ¿Cambia el niño rápidamente de humor? Por ejemplo, ¿el niño normalmente está regulado pero se torna mucho más lábil cuando ha de afrontar una intensa emoción? Si es así, esta labilidad puede servir a los cuidadores como una señal de aviso.
Os propongo que en lo sucesivo observéis estos aspectos en vuestro niño, en las situaciones en las que aparecen y cómo vuestras actuaciones las promueven o no. De ese modo os abriréis más a detectar y ser detectives de emociones más que fijaros en las consabidas conductas. El atender a este lenguaje emocional del niño os permitirá a vosotros conocerle mejor, regularos más como cuidadores y responder a sus necesidades emocionales subyacentes. Las familias adoptivas y acogedoras suelen hablar más de las conductas de sus niños que de sus emociones.
Desarrollar habilidades de escucha reflexiva en los cuidadores
Estamos muy acostumbrados, por la educación recibida o por forma de ser, a centrarnos en los comportamientos y las familias adoptivas y acogedoras dicen saber cómo castigar o premiar las acciones de sus niños.
Pero, las preguntas son: ¿Sabemos con igual soltura y decisión escuchar a nuestro niño? ¿Tenemos tiempo para ello? ¿Reñimos y gritamos primero y preguntamos después? ¿Concedemos importancia a la escucha de nuestro hijo? Yo dedicaría menos tiempo a otras cosas y más en entrenarme a escuchar al niño. Lo que quiero decir es que en el día a día no veo que esto se haga. Y si se hace, se hace poco.
Hablamos de escucha reflexiva, que es la que fomenta esta capacidad en los niños adoptados o acogidos que puedan presentar apegos inseguros. La reflexión es lo que marcará la diferencia entre el niño capaz de regular sus impulsos y emociones y el que no lo será. Esto es vital lograrlo antes de la adolescencia.
Los cuidadores -activamente- han de escuchar, validar y comunicar apoyo a sus niños. Esta técnica hunde sus raíces en la psicoterapia centrada en el cliente propuesta por el psicólogo Carl Rogers en los años cincuenta y puede usarse para que vosotros, padres, madres y profesionales desarrolléis la capacidad -activa y empáticamente- de responder a las comunicaciones de vuestros niños, tanto verbales como no verbales.
Creo que esto es extremadamente importante porque últimamente detecto demasiado sermón en las familias y poca escucha.
Las habilidades son las siguientes:
Aceptar y respetar todos los sentimientos de los niños: Éstos no deberían escuchar nunca la tan oída frase de: “Tú no deberías estar enfadado”
Mostrar al niño que le estamos escuchando: Usar habilidades de escucha activa; usar contacto ocular, mover nuestra cabeza, responder verbalmente…
Decirle al niño que nosotros estamos escuchando lo que él nos está transmitiendo: Reflejar lo que escuchamos y validar la importancia que para el niño tiene. Por ejemplo: “Así pues, me estás diciendo que el profesor no te escuchó mientras tú le explicabas; jo, habrá sido fastidioso, ¿no?” Podemos preguntarle (si no estamos seguros) de qué manera esto le ha afectado.
Nombrar los sentimientos, ponerles palabras: Reflejar lo que el niño puede sentir. No podemos saber qué siente exactamente el niño, lo que importa aquí es la resonancia, el reflejo. Es bueno darle varias posibilidades, e incluso prepararnos para equivocarnos. Por ejemplo: “Me pregunto si te sientes triste o enfadado;  ¿o puede que preocupado?” (dejarlo caer a modo de hipótesis)
Ofrecer consejo/sugerencias/confort/percepciones alternativas sólo después de ayudar al niño a expresar cómo se siente: Es importante no saltar hasta la solución del problema hasta que no nos hayamos tomado un tiempo para escuchar lo que el niño quiere decirnos. Validar los sentimientos primero. Después, colaboramos con el niño para poder llegar a una solución, si es apropiado. Hay que tener en cuenta que la solución puede ser simplemente ayudarle a gestionar cómo expresar y afrontar los sentimientos.
 
Así pues, esta semana podéis empezar a practicar quienes no lo hagáis. Y quienes tengáis ya implantadas habilidades de este tipo, pues enhorabuena y... ¡mantenedlas!
 
La semana próxima nos centraremos en los pasos que podemos seguir para poder apoyar la regulación emocional en el niño
Cuidaros / Zaindu    

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos dias Jose Luís..gracias de nuevo. Soy lucia y te cuento sobre mi hija porque se me acaban las estrategias. Sé que tiene la autoestima baja, que tiene mucho daño, dolor, sufrimiento, etc. Rechaza la ayuda y me rechaza a mí. Ella intenta tener el control en la casa y no acepta normas ( algunas sí ). No quire ir a la Psicóloga. Se acuesta a media tarde sin decir adiós y no cena ( ayer la última vez ). Se hace la " dura" cuando intento hablar con ella. Se burla de mi, se muestra orgullosa y fuerte. Creo que se siente fatal y no quiere admitirlo. Ya he leido todo lo que nos has contado hoy y te aseguro que hago casi todo pero....si quiero algo de relax en casa, sobre todo por mi otra hija, sólo lo consigo sin hablar, no decirle nada y no creo que sea la solución...vamos que a veces estoy hecha un lio...un abrazo: Lucia

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hay veces en las que tenemos que estar al lado, acompañando y transmitiendo que sentimos lo que le pueda ocurrir, aceptando incondicionalmente, empatizando, mostrándonos disponibles para poder llegar a ellos en los momentos en los que se puedan abrir. Parece que tu hija se quiere deconectar y encerrar a sí misma. Dile que le comprendes, que ella tendrá sus buenas razones, y que estás ahí y puede contar contigo pase lo que pase. Saludos.

Anónimo dijo...

Me siento como dices un detective de lo sentimientos. Ayer perdió jugando a las cartas (como niña de 9 años, perder es algo poco soportable) pero es que se puso a llorar y llorar a gritos y aullidos, miré el reloj y estuvo llorando veinte minutos. Le dejé llorar hasta que empezó a hiperventilar y me asusté. Todo el tiempo estuvo abrazada a mi.Y yo creo que lloraba porque su padre se había ido y no volverá en muchos días. Y se lo dije. Por eso también lloro, me dijo. Y al minuto, dejó de llorar y fue como si no hubiera pasado nada. (Hicimos trampa y le dejamos ganar la siguiente partida, no se si esto está muy bien)
José Luis de nuevo te doy las gracias por estas entradas, me estan ayudando mucho.
Itsaso

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Al ponerlo en palabras, lo exteriorizo y lo concreto, y a partir de ahí, al estar en tus brazos, se calmó. Me alegra mucho que te este ayudando. Un abrazo Itsaso!

Anónimo dijo...

Gracias Jose Luis por tus sabios consejos, pero de momento no me sirven. Yo estoy sin fuerzas. desgastada y haciéndome la fuerte con mi hija pero ¿ debo tolerar sus agresiones, sus humillaciones, que haga lo que quiera sin límites y convertirla en una delincuente?. Me desahogo con mi familia y amigos pero imagino que deberá pasar mucho tiempo. Ella de momento no acepta la terapia e intentaré hacerla yo. Un saludo. lUCIA.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Está claro que eso no se deben de tolerar las agresiones y las humillaciones. Si estás desgastada debes de recibir ayuda. Has tomado la mejor decisión que es la de trabajar y reunir fuerzas para poder ver el mejor modo de ayudar a tu hija, tanto en lo afectivo como en el establecimiento de límites. Animo! Un saludo cordial.

Anónimo dijo...

Hola doctor, ¿qué sucede si un niño se cierra por completo y directamente es él quien no quiere hablar?.
Hablamos mucho con él y sus hermanos, le mostramos que pueden confiar en nosotros, que no tienen que pensar que los vamos a abandonar y ahora que notamos que nos ven seguros, el mayor, sobre todo, comenzó a hacer cosas malas.
Cuando le preguntamos, ya ni siquiera responde, apenas asiente con la cabeza y si habla es para decir mentiras que ni siquiera puede sostener por incoherentes.
Se lo hacemos notar y no habla. En fin, no sabemos qué hacer.
Escondió cosas donde no podíamos encontrarlas, pero también lo hacía en el Hogar de Niños, en fin, no sabemos qué hacer ya con este niño que cada día se comportar peor y peor cada día y se cierras cada vez más. Gracias.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Para saber que le ocurre en concreto necesitaría conocerle. De todos modos, los niños adoptados suelen temer siempre que puedan volver a ser abandonados de nuevo. Es un miedo que les acompaña durante mucho tiempo. Es posible que una vez que le habéis reasegurado en que no va a ocurrir eso, el niño os esté poniendo a prueba. Portandose mal podría estar comprobando si efectivamente nunca le dejaréis. Creo que esta es una posibilidad que explicaría el comportamiento de vuestro hijo. Saludos.