lunes, 6 de junio de 2011

Los buenos tratos regulan el sistema de respuesta fisiológico y emocional del individuo desde edad temprana

Comenté hace un par de semanas que continuaba leyendo “El amor maternal” -un libro científico riguroso aunque de carácter divulgativo- sobre cómo influyen las primeras experiencias de la vida en la configuración de nuestro ser.

Me queda muy poco por terminar y lo estoy disfrutando. Algunos temas me han resultado más novedosos y otros –como, por ejemplo, la parte dedicada al apego- menos.

Hoy quiero recoger del libro la parte que dedica a la hormona del cortisol. Esta hormona se segrega en situaciones de estrés como una respuesta normal para hacer frente a las demandas de una situación exigente o de una amenaza. La autora Sue Gerhardt nos explica -en la parte del libro dedicada a esta hormona y titulada: “El cortisol es destructivo”- que la regulación de los niveles aceptables de cortisol, aunque existan diferencias individuales debidas a factores genéticos, se consigue en los primeros dos años de vida (siendo críticos incluso los seis primeros meses) y gracias a un ambiente que satisfaga las necesidades del individuo y le provea a éste de seguridad y confianza ante el mundo y su exploración, ante las amenazas que pueden surgir. Es increíble la enorme trascendencia que tiene el ambiente (donde dice “ambiente”, sustitúyase por “cuidador/a”, pues eso es el ambiente para un infante) Si el cuidador interviene calmando y reconfortando a un bebé que explora el mundo y que ha sido sobresaltado o perturbado por una amenaza, el niño recupera sus niveles normales de cortisol. Si, en cambio, la amenaza continúa y se repite y nadie puede ser un filtro calmante y reconfortante para el niño, entonces su cerebro puede sufrir una inundación de esta hormona que puede dañarlo (por ejemplo, el hipocampo, un área del cerebro importante para la memoria verbal y para situar la información histórica en un tiempo y un contexto determinados) Sobre todo si sufre amenazas extremas para su seguridad como separaciones de la madre, falta de alimentación, higiene, abandono (llora muchas horas y nadie consuela ni satisface la necesidad del niño), abusos físicos... Los traumas menores (menos continuados y/o intensos) no quiere decir que no alteren el desarrollo cerebral solo que no lo harán, probablemente, de manera tan tóxica como lo pueden hacer las carencias y los malos tratos duros y extremos.

La respuesta al estrés se produce dentro de un eje llamado HPS (Hipotálamo-pituitario-suprarrenal) Existe un feedback en este –llamémosle- circuito: el hipotálamo estimula la glándula pituitaria o hipófisis y ésta, a su vez, estimula las glándulas suprarrenales productoras de cortisol.

Sue Gerahdt nos habla (págs. 70-110 del libro “El amor maternal”) que “…en la edad bebé es cuando se construyen los sistemas de autorregulación, es decir cuando nuestras respuestas fisiológicas y emocionales automáticas se establecen” ¡Es fascinante saber cómo la bioquímica cerebral depende de que “nos toque” al nacer un adulto disponible, coherente y sensible a las necesidades físicas y emocionales de un ser –el bebé- totalmente inmaduro! La madre (o el cuidador/a) con sus caricias, palabras, gestos… es el regulador del sistema de respuesta fisiológico y emocional del bebé, preparándolo y diseñándolo para que sea, en el futuro, un adulto seguro y con confianza, en suma, como una casa con cimientos. La madre o el cuidador regula, pues, los niveles de cortisol del bebé. Mi amigo y colega Rafael Benito, psiquiatra de la Clínica Quirón de San Sebastián, estudioso e investigador de estos temas, me dice que no hay que condensarlo todo en el papel de esta hormona pues los cuidados inciden también sobre otros neurotransmisores como la dopamina, la serotonina… Vamos, que la influencia es sobre todo el funcionamiento del cerebro, sobre “todos los aceites de la maquinaria”, para entendernos.

Pero hoy hablamos del cortisol. Dice Sue Gerhardt: “Los bebés nacen con la expectativa de que alguien gestione su estrés ya que ellos no tienen capacidad para hacerlo. Normalmente, durante los primeros meses de vida muestran niveles bajos de cortisol si obtienen de los adultos el equilibrio necesario mediante el tacto, las caricias, el alimento y el acunarles. Pero sus sistemas son inmaduros, muy inestables y sensibles, y por ello, pueden llegar a altos niveles de cortisol si los padres no llevan a cabo con ellos estos intercambios saludables que acabamos de mencionar; es en este sentido que puede decirse que los bebés no pueden gestionar por sí solos sus niveles de cortisol”

“Sin embargo, de manera gradual, los bebés toleran las situaciones que les provocan ansiedad, cuando llegan a tener confianza de que un adulto solucionará dichas situaciones y, en estas circunstancias, es más difícil que el nivel de cortisol se dispare”

Como siempre añado, esto es una primera previsión de cómo reaccionará un niño posteriormente, cuando vaya creciendo. No es una postura determinista. Estas reacciones pueden ir cambiando y modificándose (lentamente, claro) con tiempo y esfuerzo por parte de los cuidadores que acogen, adoptan o los que trabajan como educadores de niños/as que han vivido experiencias adversas como los malos tratos o el abandono. No es imposible. Las primeras huellas están inscritas en el cerebro/mente del niño/a y es el patrón de respuesta al que éste/a tiende, sí. Pero las experiencias posteriores pueden hacer mucho por reparar si se le proporciona al niño/a una experiencia que pueda darle, al menos en parte, lo que no recibió -nutrientes físicos y afectivos- en la etapa de la vida que lo necesitó. Y esto requiere muchas dosis de paciencia y perseverancia. Y de comprensión de por qué el niño se comporta cómo lo hace. Y de aceptación. Es difícil aceptar, muchas veces, que los niños vienen carenciados o dañados emocionalmente. Tenemos que hacer un trabajo personal como padres y madres en este sentido. Para poder empatizar. Esta semana -desde Facebook- accedía a la web de Bebés y más y leía lo siguiente -que quiero resaltar- porque nos ayuda a desplegar la empatía hacia los niños que han sufrido abandono: “…está demostrado –se menciona en la web que es Eduard Punset quien lo afirma en su libro “El viaje al amor”- que el bebé abandonado en la cuna, desamparado en la oscuridad siente la misma desprotección y utiliza los mismos mecanismos cerebrales que el adulto frente al desamor. A lo mejor los adultos podemos recordar ese enorme vacío que produce el desamor para comprender al bebé que nos reclama insistentemente en la cuna" Las estremecedoras imágenes publicadas en el blog titulado Hong mi hijo sobre un niño abandonado en China en una caja de cartón también nos pueden ayudar a conectar con lo que supone el abandono (y sus consecuencias, claro)

Muchos padres me dicen en sus correos o en los comentarios si hay que adecuarse al niño y sus características y tratar de proporcionarle, en la medida de lo posible, las experiencias que no recibió. Mi respuesta es que sí. Pero eso no quiere decir frenar su autonomía y hacerle todo. Supone ser un acompañante que guíe y dé seguridad cuando el niño lo necesite; un cuidador que sea capaz de templar –y contener, si es preciso- sus reacciones de ira o explosiones ante la frustración; que ponga palabras a lo que el niño/a siente; que esté a su lado y le vaya ayudando a organizarse en hábitos y conductas; que le abrace y le bese cuando lo necesite; que le vaya exponiendo a sus orígenes poco a poco y con empatía; que ponga unos límites a sus conductas negativas que incidan en la reparación del daño que puedan causar las mismas; que vaya haciendo separaciones graduales y ayudándole a explorar el mundo sin su compañía; que apoye en los estudios al nivel que el niño/a llegue con exigencias razonables… Y mucho más. En suma, el niño/a tiene vivir una fase de dependencia sana por la que no pasó (dependencia positiva; insisto: esto no significa hacerle todo) Después, una fase de transición en la que el niño/a no tiene tanta necesidad del adulto para permanecer solo e ir haciendo las cosas y enfrentando los desafíos, con menor presencia física puede ir siendo suficiente (el adulto va siendo interiorizado como base segura, el niño/a va internalizando su figura en su ausencia) Y, finalmente, una fase de mayor independencia en todos los sentidos donde el cuidador ya ha hecho un trabajo para que el niño/a pueda permanecer solo sin que -siguiendo la metáfora- la casa se caiga.

Algunos niños/as tardan mucho tiempo en llegar a la última fase. Otros, quizá no lleguen nunca y se queden en la intermedia, si es que todo el daño no es reversible. Pero desde luego, de una cosa estoy seguro: nos han dado a todos una lección de superación que no sé si nosotros seríamos capaces de darla. Todos luchan y, lleguen a donde lleguen, son unos héroes y es meritorio lo que consigan. Debemos reconocerles su esfuerzo y valor. Sentirnos orgullosos de ellos. Se lo merecen. Porque... ¿Cómo nos sentiríamos y comportaríamos nosotros si hubiéramos sufrido un abandono o malos tratos?

9 comentarios:

Mei dijo...

Querido Jose Luis, gracias por extender el contenido de este libro que tanto me está descubriendo sobre las influencias ambientales en el cerebro de un bebé. Y por hacer mención de mi blog en donde muchos padres y madres pueden encontrar en nuestra experiencia lo que apuntan las investigaciones sobre papel, las vivo cada día con mi hijo. Yo sigo con mis investigaciones y averiguaciones sobre cómo ha podido ser su pasado para situar su presente y ayudarle a plantear su futuro, y...hace unos días recibí tres correos desde diferentes puntos del mundo, Australia, EEUU y Canadá, tres madres cuyos bebés proceden del mismo orfanato que mi hijo, Guiping, en donde, parece que las malas prácticas, o mejor dicho, las prácticas maltratadoras son habituales.
Sus hijas venían con fuertes deprivaciones, no querían contactos con alguno de los progenitores. Durante tres años una de ellas, se arrancaba mechones de pelo; junto con las otras dos tenía pánico al agua; padecían insomnios, pesadillas...y tenían otros comportamientos anormales relacionados con el apego y la seguridad que poco a poco, con amor y paciencia, han ido eliminando estas familias.
Conozco otra familia de Almería con una niña de allí, con graves lesiones neurológicas que, según han investigado muchos médicos incluso de Oregón, Alemania, Suiza...y un largo etc, no tienen explicación patológica, sino que se explican por la fuerte deprivación emocional y maltrato sentimental, sensorial y físico.
En fin, que la teoría se basa en la realidad, y como bien vamos comprobando, la realidad es tremenda y horrible.
Gracias, de nuevo...

LUISA dijo...

Hola José Luis. No conozco ese libro pero creo que lo voy a comprar.
Últimamente mi hijo está teniendo unos comportamientos de dependencia total mía y no para de llorar y patalear cuando no le hago caso. Quiere estar todo el día encima mía.
Llora cuando me voy pero se le pasa enseguida y con los demás está contento. Sólo se comporta así conmigo.
Muchas veces pienso que algo estoy haciendo mal. Se que necesita más afecto y que seguro tiene miedo a que lo dejen de nuevo pero no puedo ni debo estar todo el día con él en brazos, verdad ?
Me aconsejan que lo deje llorar pero puede tirarse mucho tiempo sin parar y, la verdad, me da hasta miedo que le pase algo.
Supongo que con tiempo y paciencia todo irá mejor.
Este blog para mí, es un bálsamo para nuestros corazones y siempre estaré agradecida por haberte conocido.
Un abrazo fuerte.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Mei: Gracias a ti por tu comentario. los casos de estas familias que nos expones son escalofriantes y nos muestran -permítaseme la expresión- en "carne viva" el daño que los malos tratos y el abandono causan. Incluso para los escépticos de que puede dañar el cerebro a nivel neurológico -como el ejemplo de la niña de Almería-.

Creo que este tipo de testimonios nos ayudan a tomar conciencia más que las teorías psicológicas, aunque éstas nos permiten comprender y por ello son necesarias.

Gracias por tu aportación,

José Luis

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Alexia: Tu pequeñín comienza a centrar su vínculo en ti, ya tiene, al parecer, tu representación interna en su cabeza así como la paz y calma que le transmites. Ante todo, no te agobies. En mi opinión (habrá quien te diga lo contrario) soy partidario de hacer una transición progresiva. No se puede ni se debe pasar bruscamente de "tenerle en los brazos" a "dejarle que llore" Es un paso muy grande y desaconsejado para un niño que puede ser vulnerable. Aunque te cueste y sea cansino, yo procuraría primero estar tu tranquila y pensar que es normal que llore, que estés tranquila corporalmente. Y después mecerle suavemente (hablándole con palabras susurradas, que le calmen) hasta que se tranquilice y se duerma o deje de llorar. Con el tiempo -y tus palabras que las interiorizará como "voz autocalmante"- trataría de ir haciendo separaciones graduales, dejándole algún muñequito que tiene una función muy importante para ayudar al niño a afrontar las separaciones. No te agobies, debe de pasar por la fase de dependencia para luego afrontar la de transición y finalmente la de independencia. Para esto no hay recetas ni fórmulas, la sintonía y la conexión con él te darán las pistas, tu intuición. Un abrazo, José Luis

LUISA dijo...

Hola José Luis,

Te quiero dar las gracias por tus consejos que me tranquilizan porque estaba casi segura que dejarlo llorar no era una buena solución. Siempre le hablo mucho, se que aunque no lo entiende todo, entiende lo suficiente y pone siempre mucha atención a lo que le digo.

Creo también que la palabra es la mejor de las herramientas para calmar a un niño aunque cueste conseguir el propósito.

La paciencia y el amor incondicional hacia él también son elementos esenciales para poco a poco conseguir que el niño sienta menos inseguridad y se apoye sin miedo en su madre u otros cuidadores.

Un abrazo fuerte y de nuevo, gracias.

Luisa

soylauraO dijo...

Su texto resulta muy importante Y necesario para muchas familias, solicito permiso para difundir desde
http://lauraororbia-utopiadeunladrillosolo.blogspot.com/
LAURA ORORBIA
http://enfugayremolino.blogspot.com/
Acompañaré como N 145

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Laura: Puede disponer de los textos de mi blog para difundirlos, tan solo le pido que cite la procedencia. Gracias y un cordial saludo, Jose Luis

soylauraO dijo...

Agradezco su aporte a esta construcción de utopías colectivas.
Cumplido http://lauraororbia-utopiadeunladrillosolo.blogspot.com/2011/06/los-buenos-tratos.html

Por favor, revise la publicación y, si considera que habría que efectuar alguna modificación, no dude en avisarme...o deme un Sí.
Gracias, su trabajo es muy valioso. Laura Ororbia

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Laura: Acabo de leer el "ladrillo" que es mi contribución a su página y tiene mi aprobación; estoy encantado de que se difunda. Un cordial saludo, José Luis