jueves, 9 de julio de 2009

El actor desenfocado

Recientemente, he vuelto a ver películas de Woody Allen, las cuales tienen la virtud de expresar, entre otras muchísimas cosas, con inteligencia y sentido del humor, nuestras debilidades como seres humanos.

Concretamente, visioné Desmontando a Harry, una divertidísima e irónica comedia sobre un escritor que, como persona, es un irredento inmaduro que se resiste al compromiso y fracasa, pero que como profesional había sido, hasta la fecha, exitoso. Pero sufre un bloqueo mental...

Personajes de ficción (de las novelas del escritor) y reales (personajes de la película) se dan la réplica –no faltan los alter ego de Woody- y se intercalan a lo largo de la película.

De todo el film, destacaría esta magistral secuencia que explica, con una metáfora, mejor que ningún psicólogo, las distorsiones cognitivas.

Aquí la tenéis, y me encantará, como siempre, que dejéis vuestros comentarios.

5 comentarios:

Unknown dijo...

¡¡¡Qué bueno!!!
¿Me puedes decir cómo obtener el link?
Voy a publicar ahora mismo una entrada en mi blog sobre esta realidad de las distorsiones cognitivas en la empresa: cómo los jefes pretenden que sus colaboradores se pongan gafas... como todos pretendemos que nuestros compañeros se pongan gafas... y cómo a lo que menos estamos dispuestos es a cambiar nuestras distorsiones.
Esto me recuerda a aquella fábula de Anthony de Mello que decía cómo un rey hizo alfombrar todo el reino para que sus reales pies no sufrieran y cómo el bufón real se partía de risa diciéndole que sería suficiente con que se pusiera unos zapatos.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola, Alberto:

Me alegra mucho que te haya gustado la entrada y, en efecto, la metáfora es aplicable a todos los ámbitos de la sociedad. Te envío el link a tu correo electrónico personal.

La fábula de Anthony tan buena como el video de Woody, desde luego que refleja a la perfección cómo queremos que el mundo se adapte a nuestras distorsiones. No se puede explicar nada de mejor manera en menos tiempo.

Un saludo muy cordial,

José luis

Josep Julián dijo...

Me he quedado a cuadros. No conocía la película pero la secuencia es para aprovecharla en no pocos foros.
Justamente estos días estoy dándole vueltas al tema del compromiso demandado en contraposición a la falta del autocompromiso. Ese es el problema de los enfoques de gestión del cambio en los que se demanda a una organización que cambie pero que lo haga en el sentido que se le demanda sin que ello suponga que el empresario esté dispuesto a moverse ni un centímetro de sus antiguos postulados.
Un saludo y hasta pronto.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Josep Julian: Pues sí, estoy de acuerdo contigo: el empresario quiere que los demás se pongan gafas para adaptarse a su distorsión, cuando el que está desenfocado es él. Es un tema delicado porque, además, al menos en mi experiencia en psicoterapia, con personas que distorsionan y no son conscientes de ello, no toleran la confrontación.

Igualmente nos pasa -al menos a mí- cuando estoy convencido de algo y pienso que los demás están equivocados... En esos momentos yo suelo agradecer que alguien se ponga primero en mi lugar para después ayudarme a darme cuenta. Pero para ello se requiere una personalidad que, aunque distorsione en algunos momentos, sea flexible. Si topamos con personas sumamente inflexibles, con patrones super-rígidos es realmente complicado.

Un saludo igualmente y gracias por tu comentario

José Luis

Jesús Hernández dijo...

Hola:

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Un saludo

Jesús
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