lunes, 12 de septiembre de 2022

"Cuidado maternal y amor", John Bowlby en 27 pasos (I)



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Lo primero, espero que los que vivís en las latitudes donde hemos celebrado el verano hayáis pasado unas buenas vacaciones y/o temporada estival. Un curso más, inauguramos una nueva temporada -y van quince- del blog Buenos tratos. Con mucha ilusión, aquí estoy con todos y todas vosotros y vosotras para compartiros conocimientos, libros, experiencias, reflexiones, opiniones, cursos… Bueno, después de tanto tiempo, ya sabéis lo que podéis encontrar en el blog y cuál es su línea editorial.

Este curso seguiré publicando artículos míos, y de compañeros y compañeras que generosamente quieran transmitirnos sus saberes. Lo haré de una manera más aleatoria, sin seguir una frecuencia determinada de publicación. Cuando considere que tengo cosas interesantes mías -o de otros- para publicar, lo haré. Casi siempre será los lunes a las 9,30 hora española, eso no variará.

Este verano Maryorie Dantagnan -amiga, colega y mentora- me envió un mensaje y me dijo: “¡mira lo que estoy leyendo!” A la frase le acompañaba una imagen de la portada del libro de John Bowlby titulado: “Cuidado maternal y amor”, del año ¡1953! Maryorie me dijo lo imprescindible que es Bowlby y lo actuales que son sus postulados, que había disfrutado y aprendido mucho con su lectura, y que se había ratificado en muchos temas de vital trascendencia para el cuidado, tratamiento y protección de los niños y niñas. Su picada, como otras veces, hizo que aumentaran hasta deseos irrefrenables mis afanes de tener el libro en mis manos. Me costó dar con él, porque está descatalogado -a ver si alguna editorial se anima a reeditarlo-. Gracias a un portal de coleccionismo de libros antiguos, me llegó a casa en dos días; y así he podido leerlo este verano.

Portada del libro de John Bowlby de 1953

“Cuidado maternal y amor” es un libro del año 1953 y es un encargo de la Organización Mundial de la Salud a John Bowlby, como sabemos organismo especializado de la ONU. Como dice en la contraportada, el libro es un resumen de un extenso informe que John Bowlby redactó dirigido a los expertos en salud mental -y a la población en general, porque está escrito sin barroquismos y sin términos especializados, como gustaba al creador de la teoría del apego-, donde trata sobre la prevención de la delincuencia en los jóvenes y en los adultos, sobre los “hijos no deseados”, la preparación a la maternidad y las pautas recomendables para satisfacer las necesidades de los niños que no cuentan con el cuidado de sus propias madres. 

Lo que más me ha llamado la atención es que se trata de un libro que tiene ¡69 años!, y a pesar de ello, exceptuando algunas matizaciones que la investigación en apego actual ha hecho, todo lo que John Bowlby expone sigue siendo válido y de vital importancia, si queremos cuidar de los niños y niñas y sus madres con buenos tratos y garantizando su bienestar y salud mental futuras. Además, sorprende -y hasta enfada- que un libro así no haya sido de obligada lectura y aplicación para todos y todas las personas que tienen como tarea cuidar de los niños y las niñas, especialmente los y las que tienen la delicada responsabilidad de protegerles y toman las decisiones sustantivas. 

En la actualidad, el libro más reciente que tenemos y que sigue una línea similar es el escrito por Sue Gerhardt, “el amor maternal”, que sigue los pasos de su predecesor y actualiza los conocimientos a la luz de la neurociencia y las nuevas aportaciones de la psicología del desarrollo y la psicopatología; pero los aspectos fundamentales continúan siendo los descubrimientos de John Bowlby. 

Sorprende -y enfada- que el conocimiento científico acuñado por John Bowlby no haya sido tenido en cuenta hasta prácticamente hace nada... Cuando es de una sabiduría y una ciencia bien argumentada, y tiene tanta trascendencia para la sociedad y su bienestar. Incluso hace poco, en un congreso en Londres sobre apego (año 2017), ninguno de los ponentes, eminentes especialistas en trauma y apego, nombró u homenajeó a John Bowlby, con quien empezó todo y, encima, en su ciudad natal... En fin, vamos a centrarnos en el contenido, pero quede aquí plasmada nuestra admiración por John Bowlby y también por Mary Ainsworth (padre y madre de la teoría del apego, respectivamente).

Para redactar este libro, Bowlby realizó -y recogió de otros- numerosos estudios y recopiló una importante cantidad de datos basados en observaciones sobre las consecuencias del daño que los malos tratos (separación, interrupción o alteración de los procesos de apego bebé/madre) producen entre los seis meses y los tres años (y más). Rigurosamente trabajado, como acostumbraba el científico londinense, pero sencillamente presentado, con claridad y rotundidad. 

Mary Ainsworth y John Bowlby, fotografía disponible en IAN México

Creo que merece la pena darlo a conocer, por eso voy a compartiros los aspectos clave del capítulo más importante del libro: el dedicado al daño. Lo haré, usando un símil, como los menús degustación de los grandes restaurantes: en pasos. Serán 27 pasos para que podamos digerir bien lo leído. Porque lo importante no es leer -como decía el profesor Gustavo Bueno- sino digerir bien lo leído. Y en verdad es muy duro leer sobre las consecuencias del daño que las alteraciones en el vínculo de apego generan en los niños y niñas. Difícil de digerir, sí, pero hay que hacerlo para tomar conciencia y actuar. Porque podemos hacer mucho. Esto quiere decir que todos y todas estamos llamados a la acción, esto es, a llevar a la vida real los postulados preconizados por Bowlby hace 69 años y avalados por la neurociencia actual, si es que queremos, de una vez, enterarnos de que debemos cuidar bien a los bebés y a los niños y las niñas, salvaguardando y protegiendo su cerebro y cuerpecito, sobre todo, en las edades clave. Esto es la garantía para que estos se conviertan en adultos estables, responsables, empáticos y con conciencia ética. 

Los y las que tenéis conocimientos y prácticas avanzadas, os resultará increíble comprobar cómo es posible que lo que este hombre escribió el siglo pasado, tan relevante, haya llegado tan tarde a nuestros días (por ejemplo, traducido en la Convención de los Derechos del Niño, las leyes de protección de los menores…) y que todavía haya muchas decisiones arbitrarias que se toman ignorando la gravedad de sus consecuencias; y, a veces, saltándose a la torera lo que la teoría del apego sostiene, en favor de decisiones o medidas administrativas o judiciales que nada tienen que ver con la ciencia. Los y las que no sabéis demasiado aún sobre estos temas, este libro os sorprenderá por la calidad de su trabajo y porque las conclusiones que se desprenden de este redundan, sin duda, en una mejor calidad de vida de los niños y niñas. Es muy práctico y aplicable.

Tanto John Bowlby como en la actualidad Sue Gerhardt, autora del libro antes mencionado "El amor maternal", ponen en el título de sus obras la palabra maternal. No es casualidad. Esto es una cualidad intrínseca que poseen más las mujeres que los hombres. Estos puden y deben aprender. Bien es verdad que esta capacidad maternal de dar cuidados y amor no debe nunca instrumentalizarse para someter a las mujeres y sojuzgarlas al hombre y al hogar, impidiendo su autonomía y derechos como mujeres. Los hombres pueden y deben aprender de estos cuidados y reproducirlos por el bien de los niños y niñas. Es una labor conjunta y compartida por familia y la comunidad. Y también los profesionales de la ayuda deben aprender a ser sensibles y empáticos con los bebés y los chicos y chicas. A mí la palabra maternal me encanta, ahora que mi madre ha fallecido, aún más. Porque una madre estructura profundamente a los hijos e hijas, cuando es suficientemente buena (Winnicott, 1993); y me he dado cuenta de que te prepara hasta para la separación definitiva, que es la muerte, si esta separación se ha hecho adecuadamente. 

En el capítulo del libro “Cuidado maternal y amor” titulado: “El estudio del daño provocado” se abordan los siguientes y fundamentales temas (Nótese cómo Bowlby usa la palabra daño, porque los niños y niñas sufren un daño psíquico, a veces invisible, y que en la infancia tardía y en la adolescencia se va a manifestar mediante diferentes trastornos emocionales y sobre todo, de conducta, que van, a la larga, a etiquetar al niño niña y a hacerle “culpable” del daño que otros le hicieron, tanto sus padres o madres como, después, los adultos que no lo supieron ver ni tomar la decisión adecuada ante ese daño causado).

Foto: pngwing.com

John Bowlby en 27 pasos [Comentaré algunos de ellos, y los comentarios irán entre corchetes; lo que está fuera de estos y en letra cursiva es original de John Bowlby]

Como los 27 pasos en un solo artículo resultan demasiado largo, en este primer post publico los 14 primeros y, en un segundo, los 14 restantes.

1) El término “privación materna” es un término general que abarca un buen número de diversas situaciones. Así un niño puede hallarse privado, aunque viva en el seno de su hogar, si su madre (o substituto materno permanente) es incapaz de darle el cariño y cuidado que necesitan los niños pequeños.  [Vemos que lo importante no es el vínculo de sangre o familiar como muchos profesionales mantienen, sino la calidad de este. Y que la persona sea capaz (en Bowlby ya está el concepto de competencia parental, Barudy y Dantagnan, 2010) de hacer esta función maternante. La madre es la figura idónea para hacerlo, pero para ello tiene que ser capaz. Si esta con ayuda no puede, deben ser otros, a nivel social y dentro de un concepto de tribu, quienes lo hagan. Por eso, aquí está implícita la idea del acogimiento familiar y la adopción competente, eso sí. Para que puedan dar, lo antes posible, cariño y cuidados maternales, que es lo que todos los bebés necesitan]

2) Esta privación será más o menos leve si después este bebé pasa a manos de alguien que ya haya aprendido a conocer y en quien confíe, pero será grave si la madre sustituta, aunque sea amorosa, le resulta totalmente extraña. No obstante, todos estos arreglos le dan a un niño cierta satisfacción y, por lo tanto, son ejemplos de privación parcial. [Por eso hay que evitar que, ante los desamparos, los bebés estén en familias de urgencia demasiado tiempo y se debería proporcionar hogares estables desde el principio, sin cambios ni interrupciones en los cuidados de las figuras de apego. Muchas familias acogedoras me han escrito angustiadas -y con razón- porque su hijo o hija de acogida llevaba con ellos tres años -vino para unos meses- y, súbitamente, la administración les propone una adopción para el niño o niña con una familia, siendo una separación, a todas luces, negativa. Hemos de procurar que el niño o niña tenga derecho a los buenos vínculos, como dice Hernán Fernández (2021), abogado chileno experto en leyes y teoría del apego]

3) La privación parcial produce ansiedad, una excesiva urgencia de cariño, poderosos sentimientos de venganza y, como resultado de estos últimos, sentimientos de culpa y depresión. La privación completa tiene efectos de mayor alcance sobre el desarrollo del carácter y puede invalidar completamente la capacidad de relacionarse de otras personas. Muchos investigadores han investigado la relación entre los hogares destruidos y la incapacidad de los niños para adaptarse a la vida con otras personas. [Creo que sobre esto saben mucho, y lo sufren, las familias acogedoras y adoptivas que tienen hijos e hijas que han convivido en esos hogares. Nos queda el "realismo de la esperanza" (Cyrulnik y otros, 2004) que es la resiliencia, si somos incondicionales y buscamos puntos de apoyo para los chicos, chicas, y para nosotros]

4) Existen otras maneras que no sea la privación, ya sea por separación o por franco rechazo, en que las relaciones padre y madre-hijo pueden verse afectadas. Las más comunes son a) una actitud de rechazo inconsciente oculta tras otra de amor; b) una excesiva demanda de amor y seguridad por parte de una madre y c) la obtención inconsciente de satisfacción por parte de una madre con respecto a comportamiento de su hijo, aunque crea que lo está culpando. [Este tipo de incompetencias se dan, también en las familias adoptivas y acogedoras, por eso deben de valorarse las competencias parentales usando la Guía de Barudy y Dantagnan, 2010. Las consecuencias en los niños y niñas adoptados y acogidos son severas, produce retraumatización]

5) La relación del niño o niña con su madre, que, sin duda alguna, y en circunstancias normales, es el vínculo más importante del primero durante estos años. Es ella quien lo alimenta y lo baña, quien lo mantiene tibio y lo conforta. Es a su madre a quien se dirige cuando algo lo aqueja. Para el niño pequeño el padre es una figura secundaria, y su valor aumenta solo cuando el niño empieza a valerse por sí mismo. [Aunque los hombres se están abriendo a la ternura y al afecto, y a los cuidados, y en muchas parejas hacen estas funciones maternales, todavía en nuestra sociedad es la mujer en quien recae esta labor. También tenemos las parejas homosexuales, dentro de estas, los dos miembros pueden hacer estas funciones, aunque es probable que una de ellas, en cuanto a la función del apego, sea la figura maternal, por ser tener más capacidad para este tipo de cuidados, que deben hacerse -recordemos- con sensibilidad y empatía. Por eso cuidar es una capacidad. 

El otro miembro de la díada es muy importante, aunque no se prodigue en cuidados directos de este tipo, porque ha de dar apoyo a la pareja, y seguridad. Recientemente Cyrulnik ha dicho que la seguridad que el padre da a la madre durante los primeros años de vida del bebé es fundamental porque esto hará que ella se sienta cuidada y segura, dando así seguridad a su bebé.]

6) Lo que ocurre en los primeros meses y años de vida puede tener efectos profundos y duraderos, y para demostrar que las teorías expuestas en este libro, lejos de ser improbables en sí, están en estricto acuerdo con lo que la ciencia biológica ha confirmado tanto del crecimiento corporal como del mental. [Hemos de añadir, en la actualidad, del cerebral, pues la neurobiología le ha dado la razón a John Bowlby, pues es un hecho contrastado que el maltrato afecta al desarrollo del cerebro y lo puede alterar de manera grave y permanente. Solamente hay que echar mano de la reciente investigación científica y de las observaciones clínicas de profesionales dedicados al tratamiento de personas víctimas de malos tratos por acción u omisión]

7) El tipo de cuidados que da una madre sin pensar, ese es el cuidado del que han carecido los niños y niñas. Todos los mimos y el jugueteo, las intimidades de la lactancia por la que un niño se da cuenta de la comodidad del cuerpo de su madre. Los rituales de bañarlo y vestirlo por los que, gracias al orgullo y ternura maternos hacia su cuerpecito, aprende a valorar su ser, todo esto ha faltado. [Bowlby en esta frase ya nos adelanta el concepto de "función reflexiva" de Bateman y Fonagy (2004) y la enorme importancia de incorporar el trabajo corporal en las intervenciones terapéuticas. Porque fuimos al principio sólo cuerpo, y si no tuvimos comodidad porque las interacciones con la figura de apego fueron desagradables o maltratantes, el componente somático se revelará como fundamental en el tratamiento de los posibles trastornos]

8) El dejar a cualquier niño de menos de tres años es algo muy delicado que sólo deberá hacerse por motivos válidos y suficientes, y que, cuando se haga, deberá plantearse con sumo cuidado. En ningún caso deberá dejarse al niño con personas que no conozca, y por esa razón los parientes o los vecinos son las personas más adecuadas. La madre sustituta debe estar consciente de que el niño echará de menos a su madre, especialmente a la hora de acostarse, y exigirá su atención con mayor insistencia que un niño corriente de la misma edad. [Aquí Bowlby ya nos advierte que las separaciones de la figura materna deben hacerse cuando sean estrictamente necesarias y justificar muy bien las razones. Esto es importante para que el niño no sea movido de un hogar a otro por reclamaciones judiciales y se respete su derecho al buen vínculo (Hernán Fernández). Por otro lado, nos sensibiliza sobre el cómo hacer las separaciones, con sumo cuidado, algo que todavía se hace de una manera brusca y rupturista. Estas actuaciones, si no se miman, pueden dejar secuelas en la vida adulta]

9) Los tiempos que una madre [o figura de apego] deja a su hijo, los tiempos de separación, han de ser lo más cortos posible, aunque en algunos casos esto no depende enteramente de ella. [Se refiere a separaciones con retorno, como posibles vacaciones, ingreso en guarderías, hospitalizaciones de la madre…En las guarderías es estrictamente necesario que las organicen y fundamenten en torno a la teoría del apego, con figuras de apego subsidiarias, no más de dos cuidadoras por niño y con el personal formado. Todavía en algunos hospitales prohíben las visitas del niño a su madre, cuando sólo por razones médicas muy fundadas deberían no permitirse] El niño no debe estar sin relacionarse con su madre o figura de apego más de diez días, dice Bowlby.

10) Cuando el niño llega a los tres años el tiempo de separación puede ser más prolongado, siempre que el pequeño quede al cuidado de alguien a quien aprecie y en quien confíe, y que las ansiedades que inevitablemente se producirán en él se reconozcan y respeten. 

11) Los estudios directos son los más numerosos. Dejan bien sentado que, al faltar el cuidado materno, el desarrollo de un niño casi siempre se retrasa -física, intelectual y socialmente- y que pueden aparecer síntomas de padecimientos físicos y mentales. [Nada que añadir, solo que la ciencia de hoy en día ha ratificado esto sobradamente, baste hacer una búsqueda en las bases de datos de los artículos de investigación o trabajar en terapia o educación con niños y niñas que han sufrido privación materna. Los casos más graves son los de los niños y niñas provenientes de los orfanatos donde fueron criados en aislamiento]

Foto: etapainfantil.com

12) El niño privado difícilmente sonríe a un rostro humano o responde a un mimo, puede tener mal apetito o, a pesar de estar bien alimentado, no aumentar de peso, puede dormir mal o no mostrar iniciativa alguna. En general, desde el nacimiento hasta los seis meses los niños de orfanato siempre son menos expresivos que los que viven en familia. El retraso en el habla es característico del niño de institución de todas las edades. 

13) Los niños que reciben toda la atención de una madre substituta [entendemos acogimiento familiar, adopción…] tenían en promedio mayor desarrollo, mientras que los que tenían que compartirla con otros niños estaban retrasados.

14) En un estudio completo de treinta niños entre los treinta y cuatro y treinta y cinco meses de edad, la mitad de los cuales había vivido en una institución y la otra mitad en hogares sustitutos, desde los cuatro meses, se encontró que el desarrollo del grupo de hogares sustitutos era normal mientras que el de los niños de institución rayaba en la deficiencia mental.

En el próximo post, los 14 pasos siguientes.

Feliz comienzo del curso escolar 2022/23.

REFERENCIAS

Barudy, J., & Dantagnan, M. (2010). Los desafíos invisibles de ser padre o madre: Manual de evaluación de las competencias y la resiliencia parental. Editorial Gedisa.

Bateman, A. W., & Fonagy, P. (2004). Mentalization-based treatment of BPD. Journal of personality disorders, 18(1), 36.

Cyrulnik, B. Tomkiewicz, S., Guenard, T. (2004). El realismo de la esperanza. Testimonios de experiencias profesionales en torno a la resiliencia. Barcelona: Gedisa.

Winnicott, D. W. (1993). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría del desarrollo emocional. Buenos aires: Paidós.





3 comentarios:

Ester cabanes dijo...

Con ganas de leer los otros 14

Anónimo dijo...

Buenas, me suena haber leído una publicación.
Qué un bebe de 18 meses puede separarse de sus figuras de apego durante un fin de semana.
Y un niñ@ de dos años máximo de 10 días en entorno familiar, cuidado por personas que conoce. Sin que llegue a suponerle un daño.

Pero no encuentro donde está.
No sé si estoy equivocada.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola, gracias por tus aportaciones. Desconocía ese dato. A los dos años entienden el concepto de separarse y reencontrarse, y como bien dices si están con personas conocidas, pueden quedarse sin que sufran estrés, durante un tiempo, aunque no sé si tanto como diez días. Un saludo, Jose Luis