lunes, 28 de septiembre de 2020

"Cuando mi corazón calma. Una alianza para un divorcio con buenos tratos", nuevo libro de José Luis Gonzalo, psicólogo clínico.

Abro la temporada muy contento porque por fin puedo anunciaros la publicación de mi nuevo libro: "Cuando mi corazón calma. Una alianza para un divorcio con buenos tratos", editado por Editorial Marcombo el cual se ha comenzado a distribuir en librerías este mismo mes de septiembre. Ya sabéis que publiqué hace dos años el cuento "Cuando mi corazón tiembla", destinado a niños entre 3 y 7 años cuyos padres se han divorciado, con el fin de ayudarles a entender esta experiencia. Al cuento del niño cuyo corazón tiembla cuando sus padres se separan, le faltaba... ¡el libro de los padres cuyo corazón calma el del niño que sufre por esta situación!. Así que tras acabar el cuento, me puse manos a la obra y.. ¡aquí está!.

Este libro recoge mis lecturas, experiencia en psicoterapia con niños y padres que se divorcian y lo que he aprendido en mi formación, a lo largo de estos años, con mis profesores, maestros y amigos Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan. ¡Creo que el libro es un homenaje a la mezcla vasco-chilena! También este libro agradece y está en deuda con los compañeros y compañeras con los que comparto amistad y trabajo diario, pues de ellos aprendo día a día: Rafael Benito, Tatiana Caseda, Cristina Herce, María José Gorrochategui e Iván Rodríguez. A todos y todas, ¡muchas gracias!

Los niños y niñas y sus familias que han cedido sus dibujos y sus historias, merecen un lugar especial y un agradecimiento centuplicado. A todos ellos y ellas, muchas gracias.

Y a la Editorial Marcombo, a todos los grandes profesionales que la forman, también mi agradecimiento. Me han dejado trabajar con completa libertad y ponen todo tipo de facilidades para que el libro pueda ser publicado como uno lo concibe.

Voy a presentaros el libro y explicaros su propósito, estructura y contenidos.


Portada del nuevo libro de José Luis Gonzalo


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La presentación del libro tendrá lugar el día 22 de octubre a las 18,00h (hora española) en directo por Facebook, en el contexto de un taller formativo sobre niños y divorcio de los padres, gratuito, abierto a todo el público. Los detalles los anunciaré en el blog y en redes sociales.


Presentación del libro

Si algo he aprendido a lo largo de mi vida profesional -en especial desde que tuve la dicha de conocer a mis maestros y mentores, el Dr. Jorge Barudy y la psicóloga Maryorie Dantagnan- es el poder que tienen los buenos tratos para favorecer un adecuado desarrollo y asegurar el bienestar infantil. Y, a la inversa, las devastadoras consecuencias que los malos tratos tienen sobre el cerebro, mente y cuerpo en desarrollo de los niños. El mundo adulto a menudo ignora que estos son seres humanos y tienen derechos.[1]

Una de las situaciones más dolorosas e incluso traumáticas que los niños sufren es el divorcio de los padres. Tenemos datos para la alarma, pues, por ejemplo, desde 2010 hay aproximadamente el mismo número de nuevos matrimonios que de separaciones. En la actualidad, se calcula que cada 3-4 minutos hay una ruptura de pareja.

En España se producen casi siete rupturas por cada diez matrimonios, lo que supone una ratio muy superior a la media europea, que no llega a cinco. A ello contribuye el hecho de que cada vez se celebran menos matrimonios –de 5,4 matrimonios por cada mil habitantes en el 2000 se ha pasado a 3,4 en 2014– y se tramitan más divorcios –la cifra se ha duplicado en los últimos diez años–, según pone de manifiesto el último informe sobre la evolución de la familia en España que ha presentado el Instituto de Política Familiar (IPF).

El diario ABC, por su parte, en septiembre de 2018, publica que cada vez en número más creciente los padres separados mantienen un conflicto permanente que provoca que tengan que recurrir a los juzgados para plantear disputas que ellos mismos no son capaces de resolver: «Los “jueces están actuando como terceros padres” y se está produciendo un “colapso” de los juzgados especializados en Familia y de Instancia. Así lo afirma la presidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA), María Dolores Lozano, quien asegura que está teniendo lugar una “judicialización de la vida familiar y cotidiana”. En los últimos años, denuncia esta letrada, “se está poniendo en evidencia una constante dificultad de los progenitores a la hora de ejercer y tomar decisiones en la patria potestad”.

Se trata, en todos los casos, de asuntos con un cierto grado de desacuerdo entre los padres que, a falta de intentar su resolución en la vía extrajudicial, motivan el inicio de un procedimiento judicial. “Cada vez es más habitual que se produzcan desavenencias por la elección del centro educativo en el inicio del curso escolar, en la toma de decisiones que implican un gasto (como son las actividades extraescolares de los hijos) o por asuntos donde subyace un componente ideológico o religioso (como la realización de la Primera Comunión o atender a Catequesis), así como decisiones que impliquen un cambio de residencia de los hijos para trasladarlos de localidad e incluso de país”, explica la presidenta de AEAFA».

Foto: diario abc


Estos preocupantes datos ponen sobre la mesa la urgente necesidad que nuestra sociedad tiene de concienciarse y hacer una alianza por lograr divorcios con buenos tratos. Hoy en día, teniendo en cuenta que las cifras dicen lo contrario, parece una quimera tener como objetivo que una ruptura de pareja y un proceso de divorcio se hagan en un clima de buen trato. Sin embargo, creo que el reto de los políticos responsables del área social y/o de la salud debería ser el diseño y la realización, con el asesoramiento de expertos en el área, de un ambicioso plan de prevención e intervención en estas situaciones para acompañar a las familias y proteger a los niños cuyos padres se divorcian, en especial a aquellos cuyos procesos de separación pueden entrar en una dinámica de conflicto perpetuo. Si no hacemos nada, es posible, a tenor de las cifras, que en un futuro los adultos de nuestra sociedad sean más vulnerables psicológicamente, con lo que ello supone para el bienestar de las futuras generaciones y las repercusiones que a nivel socio-sanitario puede conllevar

Mientras esto llega, a nivel de los profesionales que trabajamos con las familias en distintos ámbitos (educativo, atención primaria, salud mental…) tanto públicos como privados, tenemos que contribuir para lograr que los divorcios estén presididos por los buenos tratos. Con este fin, la Editorial Sentir ha publicado una colección de cuentos (Colección Senticuentos) para niños entre los que se incluye uno destinado a ayudarles a comprender la separación de sus padres: Cuando mi corazón tiembla, del cual soy autor. El sustento científico en el que me he basado para elaborar este cuento ha sido la necesidad de mirar en el interior del niño y ser capaces de ponernos en su lugar, es decir, de mostrar empatía suficiente para conectar con la vivencia y representación interna que aquel hace de una situación de divorcio de los padres. Del mismo modo, en el cuento se subraya la enorme importancia que para los niños tiene que los padres sean responsables y mantengan el vínculo afectivo con sus hijos, satisfaciendo sus necesidades y estando presentes en sus vidas (para los deberes, jugar, hablar, ayudarles en sus problemas, divertirse, pasar tiempo juntos, acompañar o estar con la persona menor de edad para brindarle apoyo y afecto, que son necesidades igual de importantes que las fisiológicas) El mensaje del cuento es que aunque te separes de tu pareja, de los hijos no te puedes ni debes de separar, con orientaciones para los progenitores al final del mismo.

Con el objetivo de seguir contribuyendo en la mejora de los procesos de separación y divorcio de los padres y en consecuencia beneficiar a los niños, la editorial y yo volvemos a colaborar con lo que pensamos que falta, después del cuento para niños: un libro para los padres (dentro de la Colección Sentilibros) que, como contrapartida, hemos titulado Cuando mi corazón calma, pues somos conscientes de que los mencionados padres tienen en sus manos la posibilidad tanto de prevenir separaciones que sean traumáticas como de revertir y redirigir las que ya estén transcurriendo por cauces que rocen lo traumático, pudiendo así reparar lo que esté siendo tóxico para los niños y minimizar el impacto que los efectos negativos del divorcio tiene sobre los chicos, especialmente si este es conflictivo y entra en dinámicas de maltrato.

Cuando mi corazón calma es un libro del que pueden beneficiarse también los profesionales que trabajen en el área o se interesen por la misma (trabajadores sociales, psicólogos, médicos, psiquiatras, educadores, maestros, abogados, terapeutas…) porque es una visión comprensiva del tema del divorcio de los padres y se fundamenta en el paradigma de los buenos tratos a la infancia y las competencias parentales de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan[2] como garantes de un divorcio lo más saludable posible para los niños, paradigma que se nutre a su vez de la evidencia científica que nos aportan los descubrimientos de la neurobiología interpersonal, el estudio del trauma y la teoría del apego.

Dibujo: Gala Aldasoro

Eventos estresantes que los niños han de padecer como consecuencia del divorcio

El divorcio de los padres es una adversidad que puede acontecer en la vida de los niños. Aunque con ello dejan de convivir con padres enfrentados o en conflicto y es bueno para ellos no presenciar y sufrir constantemente sus disputas, no deja de ser una pérdida en sus vidas que han de elaborar. Además, la ruptura puede traer consigo otros eventos estresantes que los niños tienen que padecer como, por ejemplo:

- Alteración o trastorno emocional de los padres que afecte a su disponibilidad hacia los hijos.

- Conflicto perpetuo de los padres y judicialización de la separación.

- Manipulación de los hijos por parte de los progenitores.

- Abandono por parte de uno de los progenitores.

- Uso del niño o joven como figura confidente y de apoyo de uno de los progenitores.

- Parentificación de los hijos (Se les obliga a desempeñar un rol adulto que no les corresponde como personas menores de edad)

- Cambios de residencia, de barrio e incluso de colegio.

- Cambios de rutinas, rituales y vida familiar habitual.

- Negligencia de uno (o de los dos) progenitores no cumpliendo con las obligaciones de su rol parental.

- Visitas o relación con una figura parental incompetente en el que se pone en riesgo la seguridad de la persona menor de edad y su bienestar físico y psicológico.

Todo esto conlleva que las necesidades de los hijos no se vean satisfechas y que estemos hablando de un divorcio con malos tratos para los niños, algo bastante frecuente según las cifras que hemos referido con anterioridad. De ahí la relevante trascendencia que, a juicio del autor, tiene la valoración de las competencias parentales en los divorcios de los padres, cuestión que aún no está extendida en los equipos de valoración de los juzgados de familia.

El divorcio de los padres es duro para las personas menores de edad y les va a afectar siempre, generándoles dolor. Los niños y adolescentes mostrarán los efectos del impacto de la separación y sus consecuencias, y el duelo por la pérdida, de maneras diferentes según sus características y etapa evolutiva: con síntomas internalizantes (depresión, culpa, ansiedad…) o externalizantes (rabia, problemas de conducta, hacerse pis en la cama, consumir sustancias, agresividad…) Con todo, si los padres son competentes parentalmente y se implican llevando adelante una parentalidad bien tratante durante el proceso de separación y después del mismo, el duelo podrá elaborarse y se integrará bien en la biografía del niño o joven, siendo el impacto del divorcio menor y no apareciendo síntomas, o si estos se dan, lo harán con una frecuencia e intensidad leve o moderada. Si, por el contrario, estamos ante un escenario de padres con incompetencias parentales (Barudy y Dantagnan, 2010)[3] y los niños sufren maltrato, negligencia o abandono en diversos grados, entonces las personas menores de edad son sometidas a estrés crónico, el cual tiene poder para alterar de modo permanente el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso, además de estar asociado al padecimiento de numerosos trastornos y enfermedades físicas y psicológicas. Cuando mi corazón calma ofrece al lector una perspectiva novedosa -desde el trauma y el neurodesarrollo- del impacto que el divorcio conflictivo y maltratante tiene sobre los niños y jóvenes. Las secuelas que un divorcio de estas características puede dejar en los niños están bien recogidas en la literatura científica y sobre ellas hablaremos detenidamente en este libro.

El niño será más vulnerable en la medida en que más tempranamente comience el estrés de la separación y/o del maltrato que pueda existir en la familia, pues es más dependiente de los padres para lograr una sensación interna de calma y seguridad (Bowlby, 1989)[4] y porque durante los primeros años de desarrollo (especialmente de cero a dos años) el niño precisa de un entorno rico en afecto y estimulación, con pocas variaciones en el entorno, con rutinas y estructura familiar estables y predecibles, debido a que el cerebro sufre una importante transformación y reorganización durante ese periodo de tiempo, tal y como ha referido Benito (2019)[5]. La teoría del apego, cada vez más extendida, ofrece un marco comprensivo insoslayable de la enorme trascendencia que para la salud mental del niño o joven tiene cuidar el vínculo de apego, aunque los padres se separen. Este libro es una modesta aportación en ese sentido, habida cuenta de que el apego es una necesidad de primer orden.

Foto: otraformadevivirtuvida.com


Estructura del libro

Por ello, hemos estructurado este libro siguiendo esta lógica: para poder ser padres conscientes de lo que está en juego cuando deciden divorciarse, dedicamos la primera parte de esta obra a exponer por qué son tan necesarios los buenos tratos, pues de estos depende que un niño alcance un óptimo desarrollo y se proyecte a futuro como un adulto psicológicamente equilibrado, responsable y capaz de tratar bien a los demás. Por ello, explicaremos en qué consiste una parentalidad bien tratante y qué son las competencias parentales. Seguidamente, expondremos por qué puede ser negativa -e incluso nefasta- para las personas menores de edad una separación conyugal conflictiva, violenta o negligente. Nada más y nada menos que el neurodesarrollo del niño puede verse afectado.

En la segunda parte, con este escenario sobre el cual sustentar la intervención, me detendré en cómo hacer que el divorcio de los padres sea doloroso, pero no traumático, proporcionando una guía -desde el paradigma de los buenos tratos- sobre qué podemos hacer como padres antes, durante y después de la separación para que los niños y jóvenes puedan atravesar esta adversidad, apoyándose en los adultos y desarrollando recursos que les permitan afrontarla. Expondré también qué ocurre cuando hay rupturas pre traumáticas (ya generan trauma en sí, como sucesos) y postraumáticas y qué podemos hacer para ayudar a los niños en esas situaciones tan duras. Finalmente, ofreceré el testimonio de una persona que se divorció y trabajó para conseguir, junto con su ex pareja, un divorcio con buenos tratos. Pienso que las experiencias de las personas le dan todo el sentido y credibilidad a lo que decimos los profesionales, sin las mismas este trabajo quedaría cojo e incompleto.

Toda separación o divorcio de los padres es un conflicto. Conflicto que se debe de manejar y abordar, porque no es tanto el conflicto en sí, sino que este pueda resolverse, negociarse y gestionarse dentro de un clima de buenos tratos para todos. A lo largo del libro utilizo la palabra «conflicto» para referirme con ello a los divorcios más negativos y tóxicos. La palabra «conflicto» significa desacuerdo u oposición, pero también tiene la acepción de guerra o combate derivados de una oposición o rivalidad prolongadas. En el libro utilizamos ambos significados, y dependiendo del contexto semántico estaremos refiriéndonos al «combate entre los padres» en el cual el niño sale perjudicado o al «desacuerdo u oposición» que existe entre ambos al divorciarse.

El apoyo a las competencias parentales es fundamental

Los padres competentes cometen errores en su crianza, pueden incluso reproducir los modelos transmitidos por la generación anterior y necesitan aprender habilidades y recursos y reorganizarse tras la ruptura de pareja. Pero antes, durante y tras esta pueden reflexionar (e incluso cambiar los modelos inadecuados de la generación anterior), expresar las emociones, comunicarse, resolver los problemas y compartir una parentalidad responsable y bien tratante llegando a acuerdos en los que prime el interés superior del menor. Porque son padres que tienen capacidad parental suficiente[6] y, por tanto, pueden manejar el divorcio poniéndose en la piel de sus hijos, manteniendo el vínculo con ellos de una manera sensible y dándoles seguridad, sabiendo el dolor y el estrés que les genera un suceso de este tipo. No queremos padres perfectos -no existen- sino conscientes y dispuestos a reflexionar. Padres que cometan errores, pero den lecciones importantes de reparación a sus hijos en estas situaciones[7]

Por todo ello, os recomiendo este libro que he escrito con idea de que os sea de utilidad. El libro está dirigido a los padres, pero si eres profesional de las ciencias sociales, educativas o de la salud, creo que este también puede ser tu libro y en él puedes encontrar un enfoque comprensivo y útil del sufrimiento infantil causado por los divorcios o separaciones de los padres, sobre todo cuando entran en un perpetuo conflicto.

Espero que se convierta en una herramienta válida y en un faro seguro que guíe vuestro caminar como padres y/o profesionales.


[1] La Convención sobre los Derechos del Niño son 54 artículos que recogen los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de todos los niños. Su aplicación es obligación de los gobiernos, pero también define las obligaciones y responsabilidades de otros agentes como los padres, profesores, profesionales de la salud, investigadores y los propios niños y niñas. (Fuente: www.unicef.es).

[2] Barudy, J., Dantagnan, M. (2010). Los desafíos invisibles de ser madre o padre. Manual de evaluación de las competencias y la resiliencia parental. Barcelona: Gedisa. 

[3] Barudy, J., Dantagnan, M. (2010). Los desafíos invisibles de ser madre o padre. Manual de evaluación de las competencias y de la resiliencia parental. Barcelona: Gedisa.

[4] Bowlby, J. (1989). Una base segura: aplicaciones clínicas de la teoría del apego. Barcelona: Paidos Ibérica.

[5] R. Benito (comunicación personal, 30 de noviembre de 2019).

[6] Nota del autor: Padres capaces son aquellos con unos niveles medios de empatía y una historia de apego seguro o ganada a la seguridad. Son padres y madres que pueden reflexionar y ser conscientes de la trascendencia que tiene el rol parental en la crianza, desarrollo y bienestar de los niños.

[7] Siegel, D.  (2014). Tormenta cerebral. El poder y el propósito del cerebro adolescente. Barcelona: Alba Editorial.

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