lunes, 23 de noviembre de 2015

Entrevista en el blog de la Editorial Desclée de Brouwer con motivo de la aparición del libro Vincúlate

El psicólogo y psicoterapeuta José Luis Gonzalo Marrodán ha dedicado buena parte de su actividad profesional al estudio y sanación de los principales trastornos y disfuncionalidades del apego -el vínculo que se crea entre el bebé y la persona encargada de su cuidado- en los niños adoptados y acogidos.
Desclée De Brouwer ha publicado el libro “Vincúlate. Relaciones reparadoras del vínculo en los niños adoptados y acogidos”, escrito por este prestigioso profesional; una obra llamada a convertirse en manual de referencia útil para las familias de adopción o acogida y para todas las personas que trabajan en el ámbito de la protección de la infancia.




P: ¿Qué es la teoría del apego?
R: La propuesta del apego es asombrosamente simple, pero de una magnitud enorme: la presencia (permanencia) de una persona (denominada figura de apego preferente) en la vida del niño, capaz de mostrarse sensible, rápida en la satisfacción de sus necesidades y empática (el niño se siente sentido por ella) favorece la experimentación de sensaciones y emociones internas de calma, alivio, satisfacción y a la postre, la creación de un esquema mental -con respecto a sí mismo y a los demás- seguro. Las primeras impresiones que el mundo externo (encarnado en su principal figura de cuidado) transmite al bebé -el primer mensaje implícito- es que se satisfacen sus necesidades y por lo tanto, puede confiar en aquél y sentir seguridad. Por el contrario, cuidadores ineficaces, insensibles en la lectura de las necesidades del bebé e inefectivos en la satisfacción de las mismas favorecen la creación de modelos mentales inseguros. De una experiencia segura prolongada de relación interpersonal con al menos una figura adulta principal, el infante extraerá un modelo mental seguro a partir del cual se interpretará a sí mismo, a los demás y al mundo que le rodea; y además, dicho modelo contendrá la expectativa de cómo se comportarán los demás con él (en cuanto a la confianza, la seguridad y la comodidad en la intimidad que le merecen)
P: ¿Y el vínculo de apego?
R: La denominación vínculo de apego se utiliza para referirse a esta unión afectiva estable y duradera en el tiempo entre bebé y cuidador. Lo que caracteriza al vínculo de apego es la búsqueda de seguridad en el cuidador principal o figura de apego principal. Por vínculo entendemos otro tipo de uniones afectivas que el niño establecerá posteriormente en su vida con otras personas significativas: los amigos, los profesores, abuelos, tíos… Y en la vida adulta, también la pareja. El médico inglés John Bowlby fue uno de los pioneros de la teoría del apego. Bowlby enfatizó la trascendencia que tiene el mantenimiento de este tipo de vínculo entre el bebé y el cuidador para el bienestar psicológico y la salud mental del niño y del futuro adulto. Bowlby postuló que el ser humano nace con una predisposición biológica para buscar y mantener la proximidad con el cuidador, especialmente en situaciones de peligro. El vínculo de apego tiene una función diferente al de otro tipo de vínculos: asegurarnos la supervivencia. Por lo tanto, tiene un valor adaptativo.
P: ¿En qué consiste el trastorno del apego?
R: El apego puede definirse como un tipo particular de vínculo designado para reflejar el lazo o unión afectiva duradera que se establece en el espacio/tiempo entre el bebé y el cuidador. Si ese proceso -que tiene su periodo más sensible de gestación durante los tres primeros años de vida- se perturba (bien porque el niño sufre múltiples rupturas o abandonos primero de sus progenitores y después de otras figuras adultas sustitutas, bien porque hay una ausencia casi total de ese adulto que garantice la satisfacción de las necesidades del niño, o bien porque se traumatiza ese vínculo en forma de maltrato o abuso) podemos hablar de un trastorno del apego.
P: ¿Se produce mucho?
R: La gran mayoría de la población mundial (70%) desarrolla un apego seguro con su cuidador. El apego seguro garantiza un desarrollo saludable en el niño, le da seguridad y propicia que explore su entorno y despliegue todas sus capacidades. Sin embargo, hay niños que desarrollan un vínculo de apego con su cuidador de tipo inseguro. En estos casos, los niños se han adaptado a un determinado patrón relacional que el cuidador ha mantenido con ellos en el tiempo de una manera consistente. Si el cuidador se ha mostrado consistentemente rechazante o distante emocionalmente, pueden ser niños con una disposición a apegarse a los otros de manera evitativa (patrón de vinculación distanciante). Si por el contrario el cuidador se ha mostrado consistentemente intermitente en su patrón relacional, pueden ser niños con una disposición ansioso-ambivalente (no se pueden separar de la figura de apego, presentan gran ansiedad) Si, finalmente, el cuidador ha mostrado un patrón que contiene los estilos relacionales anteriores de manera incoherente y disruptiva, incluso lesionando el vínculo, el niño puede manifestar una tendencia al apego desorganizado (presentan manifestaciones de los dos tipos anteriores pero de una manera incoherente; se suele dar en contextos de maltrato y abuso sexual intrafamiliar)
P: ¿A qué edad se manifiestan los problemas?
R: Cuando el niño es pequeño, hasta los tres años, los problemas en el apego se mostrarán de una manera más conductual y sensorial. El niño evitativo, ante la proximidad o cercanía emocional y corporal, tenderá a bajar la cabeza, girar el cuerpo, mostrar menos expresividad gestualmente, más rigidez corporal, propenderá a evitar la conexión emocional… Además, mostrará una autonomía impropia para su edad. El niño apegado de un modo ansioso-ambivalente tiende hacia la desregulación emocional: muestra rabietas intensas (sobre todo cuando ha de separarse de la figura de apego) y dificultad para calmarse y ser calmado. El niño pequeño apegado desorganizadamente puede mostrar conductas de los dos tipos anteriores pero de una manera incoherente: puede tanto acercarse al cuidador como alejarse; irse a una esquina y esconderse; quedarse como congelado para momentos después empezar a corretear sin sentido. Todo esto es porque ante la impredectibilidad del cuidador y la vivencia del terror ante el maltrato sufrido no le ha sido posible desarrollar una estrategia de vinculación organizada y su comportamiento de apego es caótico y en ocasiones, puede mostrar hasta síntomas disociativos (es decir se distancia de su propia mente como una manera de defenderse de la angustia que la vivencia de terror por parte del cuidador le genera, pues ni retirarse ni apegarse ansiosamente son soluciones) Es un tipo de apego inseguro grave y se da cuando los cuidadores maltratan o abusan porque presentan incompetencias para ser cuidadores.
“El vínculo de apego es fundamental para el bienestar psicológico y la salud mental del niño”
P: ¿Cómo evolucionan estos comportamientos con el paso del tiempo?
R: En la medida que el niño crece, las estrategias, si las experiencias relacionales posteriores las refuerzan, se afianzan: los niños evitativos desarrollan la creencia de que los vínculos no son necesarios. Priman más los aspectos funcionales, racionales, las cosas y actividades por encima de las relaciones y las emociones. Su mundo interno puede ser un desierto emocional y suelen ser más bien distantes. Les puede amenazar la intimidad emocional e incluso el contacto físico. Suelen ser buenos estudiantes y se adaptan bien. Las amistades las hacen en la medida que comparten una tarea o actividad común. En clase se relacionan con el profesor a través de la tarea y no suelen presentar problemas de aprendizaje.
Los niños con tendencia ansioso-ambivalente en cambio, crecen con una gran angustia sobre si serán queridos o no. La creencia fundamental que desarrollan es la del temor y la angustia de no ser queridos y poder ser abandonados. Son niños más dependientes, prima la preocupación ansiosa por la disponibilidad del otro y el interesarse por las relaciones por encima de las tareas. Suelen tener más dependencia de los profesores, y están más obsesionados por éstos y por cuánto les aprecian, agradan o aceptan que por la tarea. Les cuesta mucho más separarse de las figuras de apego y presentan más miedos. El niño con tendencia a la evitación maximiza la independencia y minimiza la emocionalidad; y el ansioso-ambivalente, a la inversa.
El niño de apego desorganizado no puede crecer y desarrollarse desorganizadamente por lo que generará, para los cuatro años, unas defensas conducentes a controlar a la figura de apego (bien mediante la agresión bien mediante la complacencia) Para los cuatro años son menores que muestran mucha más agresividad, descontrol emocional, problemas de conducta… Algunos son diagnosticados de hiperactividad cuando el problema principal es un apego desorganizado.
P: ¿Y de adultos?
R: Lo que al principio comienza como conductas si ese patrón de apego se afianza, el niño -y posterior adulto- desarrollará un esquema mental que recoge el modo en el que se representa los vínculos y también en buena medida, le sirve para valorarse a sí mismo. Estrictamente hablando, el niño con trastorno de apego no ha tenido una figura de apego, pero los niños con apegos inseguros (evitativos, ansiosos o desorganizados) sí. El trastorno del apego lo suelen presentar con más probabilidad los menores que han sido institucionalizados a edades muy tempranas en centros u orfanatos de baja calidad y también los menores que han sufrido múltiples pérdidas de las figuras de apego (primero sus padres y después, una familia de acogida –si fracasa esta medida-. O constantes cambios de profesionales en los centros de menores) El niño con trastorno del apego puede ser extremadamente inhibido (mucho más que un evitativo, casi un desapegado) o extremadamente desinhibido (indiscriminado, puede irse con cualquier adulto y cualquier persona recién conocida .es ya cercana e íntima para él)
P: ¿Podría convertirse el trastorno del apego en una enfermedad?
R: No es una enfermedad. Incluso cuando hablamos de Trastorno del apego no debemos pensar en unaenfermedad en el sentido clásico del término. Las conductas de apego y el desorden en la manifestación de las mismas implican una alteración generalizada e intensa que puede generar desadaptación, pero no debe de entenderse la palabra trastorno desde el concepto tradicional de enfermedad. Normalmente son niños que han crecido en entornos gravemente perturbadores del proceso de creación y mantenimiento del vínculo de apego.
Los apegos inseguros con paciencia y perseverancia y disponiendo alrededor del niño y de los cuidadores (especialmente si son padres o madres adoptivos, o acogedores) de una red psicosocial de apoyo (profesionales, maestros, personas significativas de la comunidad en la vida del niño…) durante el tiempo que se precise, el menor puede ir ganando su apego inicialmente inseguro hacia la seguridad. Los apegos inseguros son disposiciones que pueden activarse o desactivarse según la situación. Por ello quizá sería más exacto decir que el apego es respecto a otro. Hay que enseñar a las familias cómo ir conduciendo un apego hacia la seguridad.
Con los menores que presentan apegos desorganizados o trastorno, el proceso es más lento y la adolescencia es una etapa mucho más complicada. El principal problema es que muchos de estos menores presentan una importante desregulación emocional, dificultades para inhibir los impulsos, problemas para planificar, organizar y secuenciar sus conductas (les falla el capitán del barco, por usar una metáfora fácil de comprender) Muchas veces son menores que tienen un modo de entrar en vinculación con los demás que genera rechazo porque no saben relacionarse o aprendieron a hacerlo de formas que pueden resultar dañinas para los otros.
Las relaciones de apego temprano se sabe que dan forma al mismísimo cerebro. Un apego seguro tiene muchas más probabilidades de modelar un cerebro organizado, armónico, eficiente en sus conexiones neurales… Un apego desorganizado altera el funcionamiento cerebral. Un autor dice que con el tiempo el cerebro del niño se parece al de los adultos significativos con los que se ha relacionado. Y si el patrón relacional es desorganizado, el niño se desorganizará. La neurociencia nos enseña que nunca se puede decir nunca. Y aunque hay casos graves que tienen muy afianzado un determinado patrón, siempre hay grados de recuperación. Hace falta una parentalidad reparadora, terapéutica.
P: ¿Es “fácil” entender a quien tiene un trastorno del apego?
 R: No es fácil entender a quien tiene un trastorno del apego. Porque la visión del ser humano hoy en día es aún demasiado patográfica (centrada en trastornos o enfermedades) Por ello, la mayoría de adultos que se relacionan con estos niños si se quedan con la manifestación externa, diagnosticarán -o pensarán- que tienen un problema hiperactivo, de comportamiento, de actitudes… Para poder comprenderles es necesario que la visión sobre el ser humano sea biográfica y relacional, esto es, que se otorgue la importancia que tienen las relaciones y el impacto del ambiente temprano en el desarrollo humano (activando o silenciando genes) Para poder comprenderles hay que preguntarles por su historia, reconocerles su dolor y lo injusta que la vida ha sido con ellos. Honrarles por lo que tuvieron que luchar y potenciar los recursos que para sanar tienen. Y entender que un entorno anormal jugó un papel decisivo en la creación de sus problemas de vínculo. Esto no está reñido con que haya que ser firmes con estos niños. Pero no sólo es un problema de límites (que también) sino de regulación emocional (ningún adulto estuvo ahí para enseñarles a regularse) y de permanencia (carecieron, sobre todo los niños de orfanatos en los cuales la presencia del cuidador era muy escasa, de esa figura adulta que necesitas para desarrollar la noción de ti mismo)
P: ¿Adopción o acogida?
R: Creo que las dos medidas son necesarias. En función de la situación personal de cada niño hay que valorar cuál es la medida de protección que mejor satisfaga sus necesidades físicas, de seguridad, de contención y de afecto. Los acogimientos suelen determinarse cuando se considera que existe la posibilidad de que la familia de origen del menor (usualmente sus padres) puedan capacitarse en sus funciones parentales. Algunos acogimientos, si pasan a la categoría de permanentes (se estima que el niño no podrá retornar a su familia biológica), suelen terminar en adopciones. En el acogimiento familiar, el menor tiene derecho a encuentros con sus padres, que pueden supervisarse o no. El acogimiento puede ser en familia extensa (abuelos o tíos del menor desprotegido se hacen cargo) o en familia ajena. En la adopción, en cambio, el niño ya no es acogido sino que pasa a ser hijo propio. Normalmente no hay contacto con la familia de origen aunque en algunos casos se plantean adopciones abiertas. Algunos menores según se acercan a la adolescencia, suelen plantearse la búsqueda de sus orígenes y pueden llegar a encontrar a la familia biológica y a desarrollar una relación. Es un derecho que les asiste. Necesitan preparase bien para hacer esta búsqueda, que es un auténtico viaje físico y emocional hacia su pasado. Lo que todo niño necesita es al menos un adulto que le acompañe y le dé permanencia, límites, regulación y seguridad. Y dicho adulto (padre, madre adoptivo/a o acogedor) ha de aceptar el pasado del niño, sus orígenes, sus relaciones, respetarlas y ayudarle con las mismas.
P: ¿Qué es la neurobiología interpersonal?
R: La neurobiología interpersonal parte de la idea de que el desarrollo y mantenimiento sano de nuestro cerebro y mente, de todo nuestro ser, depende de la calidad de las relaciones. Parte de la constatación de que el cerebro no es sólo un órgano biológico sino también y sobre todo, social. El cerebro humano está preparado desde el mismo nacimiento para entrar en conexión emocional con otro cerebro, normalmente adulto. Es la mente de un adulto la que crea la mente del niño. Si nos fijamos, la mayoría de los seres humanos que desarrollan problemas psicológicos o psiquiátricos han podido tener asociada una experiencia relacional tóxica (bullying, acoso laboral, maltrato en la pareja, maltrato infantil, rechazo por parte de otros, abandono en la infancia…) Como dice Jorge Barudy, no hay nada más perjudicial que el daño que un ser humano puede infligir a otro ser humano. El estrés tiene potencial para afectar al cerebro, desregularlo e incluso dañarlo. La neurobiología interpersonal afirma que la mente es la interfaz que existe entre el cerebro (sustrato biológico) y las relaciones interpersonales. De esa triple matriz se va desarrollando el ser. Uno de los principales representantes es el psiquiatra Dan Siegel.
P: Por último, ¿a quién está dirigido el libro?
R: Vincúlate está pensado sobre todo para las familias adoptivas y acogedoras. Porque ellos, aunque no en exclusiva, al hacerse cargo de menores que provienen de entornos donde han sufrido abandono y maltrato de manera temprana y a edades clave para el neurodesarrollo (los tres primeros años, porque las estructuras biológicas cerebrales se están formando) son los que tienen más probabilidad de presentar apegos inseguros y trastorno del apego. Sin embargo, considero que las familias biológicas pueden beneficiarse mucho de este enfoque basado en el apego para poder entender los problemas emocionales y de conducta que muchos chicos y chicas presentan. Los maestros tienen capítulos dedicados a ellos y podrán obtener mucho aprovechamiento para saber cómo enfocar el aprendizaje y la relación con sus alumnos, de manera que sea reparadora. Finalmente, los técnicos de protección a la infancia y los profesionales que trabajan en este ámbito -o están interesados en el mismo- pueden tener en Vincúlate un buen manual.

5 comentarios:

Guillermo Ochoa Gómez dijo...

Lo primero, enhorabuena por el blog y por los libros publicados. Me acabo de comprar Vincúlate, soy padre de dos hijos adoptados con un año y, ahora que el mayor cumplió 11, me estoy metiendo con profundidad en la educación de mis hijos. Espero no llegar tarde. El caso es que hablas de que los padres adoptivos necesitamos formación. Mi problema es que vivo en el extranjero y quería preguntarte si conoces algún tipo de formación online, en español o en inglés, que crees que me pueda servir de utilidad.
Muchas gracias.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Hola Guillermo. Un gusto verte por aquí. Creo que lo mejor es que acudas a los servicios de postadopcion de la ciudad donde vivas. Este servicio dependerá de los servicios sociales. Probablemente existan entidades asociadas que ofrecerán un programa anual de charlas, ponencias, talleres, grupos de padres... Infórmate ahí, es lo mejor. Un saludo cordial

Virginia dijo...

Enhorabuena por el blog. Asistí a un curso sobre "Crianza terapéutica" y me hablaron de él. Compraré el libro, porque parece realmente interesante. Somos padres de acogida de tres niños y pertenecemos a ASPAFAC, una asociación de familias acogedoras de Cuenca. Os dejo la dirección por si alguien quiere echarle un vistazo. Un saludo. acogimientocuenca.org

Virginia dijo...

Enhorabuena por tu blog. Somos padres de tres niños de acogida y me hablaron de él en un curso sobre "Crianza terapéutica" al que acudí. Me leeré tu libro, que parece realmente interesante. Gracias. Pertenecemos a ASPAFAC, una asociación de familias acogedoras de Cuenca. Dejo nuestra dirección por si alguien quiere echarle un vistazo. acogimientocuenca.org

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Encantado de que el blog os sea útil, para mí es una gran satisfacción y colma todo el trabajo que conlleva. Espero que "Vincúlate" también os aporte. Vuestra dirección aquí queda, para que os conozcan mejor. Un saludo cordial.