martes, 22 de marzo de 2011

Los malos tratos a los niños alteran el cerebro y les predispone para convertirse en adultos violentos

Sabéis que trato de estar al tanto de (casi) todo lo que me llega o descubro en torno al tema de la psicología del apego, del trauma y de la resiliencia.

La revista Mente y cerebro, gran descubrimiento, trae este mes un artículo firmado por Luis Moya Albiol, profesor de psicobiología de la Universidad de Valencia, sobre violencia y empatía. En el mismo, interesantísimo, se refiere a los niños que han sufrido malos tratos de manera reiterada y prolongada.

En el mismo, páginas 14-21 de la revista, afirma lo siguiente: “…los datos de los menores maltratados podrían indicar que los daños en el circuito neuronal implicado en la violencia perpetúan su ciclo a través del incremento de la activación de ese circuito como respuesta violenta y la anulación de la modulación del mismo hacia la empatía” Continúa aseverando que “el maltrato infantil provoca graves secuelas psicológicas y biológicas. Las personas sometidas a malos tratos, abusos y negligencia durante la niñez presentan un cerebro marcado por secuelas neurobiológicas a nivel estructural (alteraciones en las propias estructuras cerebrales), así como funcional (mal funcionamiento del cerebro durante una conducta o proceso psicológico concreto)”

“En conclusión y según se ha comprobado, puede afirmarse que como consecuencia del maltrato infantil aparecen alteraciones del hipocampo, la amígdala, el giro temporal superior, el cerebelo, el cuerpo calloso, la corteza prefrontal y el volumen cerebral y ventricular (…) Las áreas cerebrales señaladas coinciden en gran parte con aquellas que presentan alteraciones en los adultos agresivos, por lo que podrían conformar la base neurobiológica del `ciclo de la violencia´ No se trata solo de que el modelo de maltrato pueda aprenderse y desarrollarse de adulto, sino que, además, las áreas cerebrales dañadas a consecuencia del maltrato predisponen a que el individuo maltratado presente un cerebro potencialmente violento, más predispuesto al desarrollo de conductas violentas”

(…) “Cuanto antes se produce el maltrato y más tiempo perdura, mayor cantidad de déficits cerebrales se observan”

“Sin embargo, las secuelas se modulan según las diferencias individuales y la capacidad de cada cual de aprender del trauma e integrarlo en la vida para crecer y madurar (resiliencia) No todos los menores víctima de malos tratos presentan psicopatologías o déficits en el funcionamiento cerebral”

Uno celebra encontrar estos artículos escritos por prestigiosos psicólogos expertos en la investigación en este campo, pues confirma lo que aprende en su práctica profesional.

Todavía son muchos los profesionales, aunque esto pueda sorprender, que soslayan la afectación cerebral que el maltrato puede producir en los menores, sobre todo cuando éste ha sido intenso, producido desde corta edad y de larga duración. Desgraciadamente, he podido constatarlo en numerosos casos de niños y niñas que he tratado en mi consulta. Trabajando interdisciplinarmente y en coordinación con otros profesionales, me he encontrado con la sorpresa de que algunos de éstos negaban que el cerebro pudiera estar afectado, cuando sugería que se practicaran pruebas de neuroimagen. Me tildaban, literalmente, de chalado. Es cierto que la constatación de una alteración cerebral poco puede hoy día aportar a los tratamientos (psicoterapias, centros terapéutico-educativos, intervenciones socio-educativas, psicofarmacología, medidas psicopedagógicas), pero sí puede ofrecer la evidencia de que esa afectación se produce, en efecto, y también avala con datos la petición de medidas de protección social (minusvalías, etc.) cuando se necesitan. Pesan demasiado determinados principios anticuados sobre la estructura y funcionamiento de la mente los cuales se resisten a dar cabida a los avances de la neurociencia. No todo el ser humano es cerebro pero no es menos cierto que tampoco todo es psicologicismo. Las posturas conciliadoras mente-cerebro son las que tienen más visos de ser ciertas y de ayudar a las personas objeto de nuestra trabajo profesional, de nuestra ayuda.

Cuando he derivado a menores a tratamiento psiquiátrico (con un colega médico formado y experto en estos temas que está concienciado de que se deben realizar este tipo de pruebas) sí nos hemos encontrado en algunos casos con niños con alteraciones cerebrales (recuerdo uno en concreto con una lesión en el área orbitofrontal) En otros casos, no se ha observado ninguna alteración estructural, algo que hemos celebrado, claro está, porque nuestro deseo es no encontrar nada. Por ello, pienso que no es descabellado, siempre bajo el asesoramiento y cuando la evaluación de un equipo multidisciplinar lo avale, ni mucho menos, pedir estas pruebas.

El tratamiento que estos niños requieren es largo y debe ser multidisciplinar. La psicoterapia me parece el pilar central, junto con las medidas socio-educativas oportunas que garanticen que los menores no vuelvan a ser maltratados (todavía hay bastantes medidas administrativas y judiciales que apuestan por los regresos de los niños a los hogares cuando la rehabilitación de sus cuidadores no se ha producido o no hay garantías de que se haya producido. Esto es a mi juicio, una grave irresponsabilidad, pues a tenor de los estudios se está potenciando el ciclo de la violencia, promoviendo que un cerebro infantil se convierta en potencialmente violento en la vida adulta, como nos expone el artículo de Luis Moya Albiol) No hay tratamiento que fructifique (es más, la mayoría de las veces está contraindicado) si el menor no está protegido. La psicoterapia trata de que el circuito de la violencia deje de activarse, mediante la experiencia de un apego terapéutico y experiencias sociales y educativas positivas, para que se potencie el de la empatía, la prosocialidad, la cooperación, el altruismo… La psicoterapia también se centra en tratar otros aspectos de la persona del niño que han sido dañados (la confianza, la regulación emocional, la manera de apegarse…) así como la potenciación de la resiliencia, del crecer desde esa experiencia e integrarla y transformarla en creación y no destrucción.

Por ello, creo que todavía, aunque hemos avanzado mucho en políticas sociales y educativas, queda progresar hacia la plena concienciación de que los malos tratos dañan a la persona, al niño, mucho más de lo que se pueda suponer, formando a los profesionales de todos los ámbitos en el tratamiento integral de estos menores que se lo merecen todo porque les han robado la infancia. Porque los niños se pueden recuperar, más y mejor cuanto más protegidos y más a tiempo se detecten los casos.

8 comentarios:

GESTALTMAR dijo...

Estimado José Luis Gonzalo Marrodán:

Le felicito por este artículo tan completo, y explícito. Estamos con usted en que aunque hemos avanzado mucho en políticas sociales y educativas, aún así seguimos tardando demasiado en "sacar" a niños maltratados de hogares dónde sufren maltrato físico y psicológico.
Los Servicios Sociales de Base pueden llegar a hacer intentos durante excesivo tiempo de ayudas a familias en las cuales hay pruebas contrastadas y continuadas de dicho maltrato, con la intención de no sacar al menor de su ambiente familiar y separarle de él, como también he contrastado en mi trabajo como Psicóloga de un Centro de Menores. Potenciando así el desarrollo de unos déficits y unas relaciones vinculares sumamente desorganizadas/desorientadas o una mezcla de evitativas-ambivalentes. Lo que, como bien dice, dificulta la recuperación del menor, en su estado emocional, físico y social, haciendo que ésta sea menor y más larga en la medida en que se haya tardado en detectar dicho maltrato. A la vez que la recuperación del menor, es mayor y mejor, si la detección del maltrato es temprana, se separa al menor de dicha situación familiar, y si la intervención es rápida y protege al menor mientras la misma se realiza. Apartando a los niños de la convivencia con estas familias maltratadoras, mientas el trabajo con las familias maltratadoras no se haya constituido como un compromiso por parte de las mismas y hasta no llegar a un estado en que haya pruebas (en la evaluación psicológica y social que se haga de sus miembros maltratadores, a lo largo de la intervención con ellos) que demuestren que así está produciéndose dicho avance. De modo que el ambiente al que el menor vuelva, cuando pueda asegurarse una rehabilitación de las figuras de referencia maltratadoras sea real, y puedan aportar a estos niños un vínculo de apego seguro.

Nos alegra comprobar que hay profesionales expertos en este campo que manifiestan sus ideas con convicción aunque no siempre cuenten con el apoyo de sus colegas profesionales. Gracias por su artículo.

GESTALTMAR dijo...

Estimado José Luis Gonzalo Marrodán:

Le felicito por este artículo tan completo, y explícito. Estamos con usted en que aunque hemos avanzado mucho en políticas sociales y educativas, aún así seguimos tardando demasiado en "sacar" a niños maltratados de hogares dónde sufren maltrato físico y psicológico.
Los Servicios Sociales de Base pueden llegar a hacer intentos durante excesivo tiempo de ayudas a familias en las cuales hay pruebas contrastadas y continuadas de dicho maltrato, con la intención de no sacar al menor de su ambiente familiar y separarle de él, como también he contrastado en mi trabajo como Psicóloga de un Centro de Menores. Potenciando así el desarrollo de unos déficits y unas relaciones vinculares sumamente desorganizadas/desorientadas o una mezcla de evitativas-ambivalentes. Lo que, como bien dice, dificulta la recuperación del menor, en su estado emocional, físico y social, haciendo que ésta sea menor y más larga en la medida en que se haya tardado en detectar dicho maltrato. A la vez que la recuperación del menor, es mayor y mejor, si la detección del maltrato es temprana, se separa al menor de dicha situación familiar, y si la intervención es rápida y protege al menor mientras la misma se realiza. Apartando a los niños de la convivencia con estas familias maltratadoras, mientas el trabajo con las familias maltratadoras no se haya constituido como un compromiso por parte de las mismas y hasta no llegar a un estado en que haya pruebas (en la evaluación psicológica y social que se haga de sus miembros maltratadores, a lo largo de la intervención con ellos) que demuestren que así está produciéndose dicho avance. De modo que el ambiente al que el menor vuelva, cuando pueda asegurarse una rehabilitación de las figuras de referencia maltratadoras sea real, y puedan aportar a estos niños un vínculo de apego seguro.

Nos alegra comprobar que hay profesionales expertos en este campo que manifiestan sus ideas con convicción aunque no siempre cuenten con el apoyo de sus colegas profesionales. Gracias por su artículo.

Anónimo dijo...

No entiendo el cartel que acompaña su articulo, ¿Mama?, ¿Conoces datos que demuestren que los niños maltratados lo son en su mayoría por los padres?

¿Quién pasa mas tiempo con ellos?

¿Por quien son asesinados los niños en este país por los papas o por las mamas?

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Pueden darse casos de niños maltratados por el padre, por la madre o por ambos. El cartel aunque haga referencia en este caso a la violencia ejercida por el hombre hacia la mujer, lo he puesto para enfarizar el mensaje de que es el niño quien se queda siempre en una situación de indefensión sea el maltratador hombre o mujer. El que haya colocado ese cartel no quiere decir que los hombres son los únicos que infringen malos tratos. Me gustaba la imagen del niño indefenso. Y eso es lo que he querido enfatizar. No tengo datos aquí a mano. Pero en mi experiencia de trabajo he conocido casos de todo tipo donde como digo, hombres y mujeres maltratan a los niños, a veces incluso los dos.

Anónimo dijo...

"Hola me gustaría hablar con usted en privado ".
Ya que es un tema muy personal ,
Le agradecería que se pusiera en contacto conmigo si tiene a bien hacerlo ,
"YA QUE ES MUY IMPORTANTE PARA MI".

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Estimado Sr./Sra.: Este blog tiene como misión dar a conocer los temas de trauma, apego y resiliencia. Además, contesto los comentarios públicos que hacen referencia a los temas. No me dedico, en cambio, a atender los temas personales porque no doy servicio de consulta ni mediante el blog ni a través del mail. Un saludo.

Anónimo dijo...

No todos los que hemos sido maltratados en la infancia somos violentos, de hecho por haber sido golpeados, rechazamos esa conducta. Soy muy pacífica y jamás he ejercido la violencia contra nadie.

José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo dijo...

Buenos días: Gracias por tu necesario comentario. No sabes cuanto me alegro de que sea así. Efectivamente, no todas las personas maltratadas en la infancia son violentas de adultos. Tienes toda la razón y cualquier generalización es un error. El artículo dice, en el título, que predispone no que el maltrato determine para la violencia. Un saludo afectuoso.