lunes, 8 de octubre de 2018

"I see you" Importancia de la mentalización en la parentalidad adoptiva y acogedora (II y final)

Tal y como os prometí, aquí está la segunda parte del post dedicado al concepto de la mentalización aplicado a la parentalidad o marentalidad adoptiva y acogedora.

Un tren no es el lugar más cómodo para escribir, pero cuando no se dispone de más tiempo, me motiva más llegar puntual a mi cita mensual con vosotros/as que lo que me pueda molestar ponerme a redactar en un intercity con el portátil en mis rodillas, la espalda un tanto doblada y notando el tembleque del tren en el cuerpo. Vengo de A Coruña (Galicia), donde he recibido formación por parte de una gran profesional y excelente persona: Anabel González, psiquiatra y psicoterapeuta. Sin duda, es una de los referentes mundiales en el tema de los trastornos disociativos, una autoridad en la materia. He tenido esa suerte, la de tener un hueco en la agenda para acercarme a hacer el segundo módulo sobre este dominio programado por la Asociación EMDR España. Anabel González destaca, además, por la humanidad que desprende por todos los poros de su piel, por su capacidad de acogida y por la generosidad al compartir lo que sabe. Esa sonrisa que está siempre presente en su rostro que favorece la conexión emocional con las personas, anima a estar con y aprender de y con ella.

El curso ha sido magnífico porque Anabel González ha trascendido en disociación más allá del clásico modelo de partes, similar al que proponen Van der Hart y colaboradores (2008), hacia un modelo comprensivo del paciente donde el sistema de partes (la división de la estructura de la personalidad ante la persistencia de un trauma complejo grave) es sólo uno de los puntos de mira para valorar al paciente. 

Anabel González propone también el análisis de la capacidad de mentalización, esas capacidades “meta” (metacognitivas, pero también metaemocionales) de verse a uno mismo y ser capaz de ver al otro como una persona diferenciada de mí: me puedo representar al otro y mentalizarlo como un sujeto que tiene pensamientos, emociones, intenciones y deseos propios… Capacidad de verme primero a mí a ese nivel y observarme sin actuar (sin pasar a los sistemas de acción), observar todo ese mundo interno que las personas tenemos. Y, por consiguiente, capacidad de ver al otro y mentalizar sus afectos y devolvérselos como propios, marcándolos.

¿Cuál sería la metáfora de la mentalización? Anabel González nos hizo un regalo durante la formación y ese fue -entre muchos- mencionarnos la película Avatar -que confieso, con rubor, no he visto pero pienso ver en cuanto llegue y tenga oportunidad- y la máxima expresión de afecto que se prodigan entre los miembros de la tribu de los Na´vi, protagonistas de la película: 

“I see you!” = “¡Te veo!”

Evidentemente, hace referencia a que te veo no sólo físicamente sino a que te veo espiritualmente (o si queréis, psicológicamente).

Como podéis comprobar en esta imagen que he subido de internet sobre la película está resumida la esencia de lo que tenemos que hacer como padres y madres adoptivos y acogedores que se plantean una parentalidad reparadora, que sane a sus hijos de sus heridas psicológicas infligidas por cuidadores tempranos que no les vieron (les ignoraron o rechazaron) o distorsionaron gravemente el modo de verles porque su historia propia se enredó con la persona del niño que les gatilla a ellos sus memorias traumáticas, y no diferenciaron, cayendo en el maltrato o el abuso, lo cual implica que tampoco son vistos como sujetos con mente propia y merecedora de respeto básico a sus derechos.



Traduciendo el cartel con la imagen de la película Avatar dice:

“Yo veo tu alma.
Tu verdadera esencia.
Yo veo quién eres tú realmente.
Yo te respeto, yo te saludo, yo te amo, yo te honro, yo te reconozco.
Yo te recibo, yo conecto contigo.
Tú no estás solo”

Y si nos paramos a pensar reflexivamente durante unos minutos, caeremos en la cuenta que esa es la verdadera esencia de todo/a niño/a o joven que es nuestro hijo/a o el niño/a acogido o adoptado antes de ser traumatizado: un ser humano que realmente fue un bebé con un equipamiento básico para apegarse al cuidador, lleno de ternura y capacidad para la risa y el juego y para que le calmen el llanto. Una esencia de bebé limpio e inocente a quien un adulto o adultos tempranamente dañaron y entonces capas de defensas para protegerse se instalaron en el niño/a como costras que envuelven esa esencia que está ahí pero que no vemos porque lo que se nos aparece es la conducta observable que muestra esas defensas: evitar, esconderse, no sentir, agredir, huir, dañar… 

Por eso, estas frases de la película Avatar nos recuerdan que la esencia de niño está dentro, se conserva, hay que llegar a ella. Es verdad que cuesta mucho tiempo, pero ese es el trabajo. No podemos ver a un “adulto malicioso” como muchos adultos valoran a estos niños/as porque solo tienen capacidad para fijarse en la conducta externa y no se plantean que esta refleja siempre una traumatización compleja. Sé que es muy difícil porque muchas veces los niños/as nos lo ponen muy complicado al ser muy resistentes estas defensas, durar mucho tiempo y generar mucha perturbación y dolor hacia él y hacia quienes le rodean. A veces estas conductas precisamente se mantienen en el tiempo porque es su modo de decirnos: necesito de ti que me digas:

“I see you...”

“Veo quién eres tú realmente” = Te comportas así porque tienes heridas que se expresan acorde a tu nivel madurativo afectado por el daño del abandono y del maltrato. Pero tú eres -realmente- un niño/a. Dañado, eso sí, con intenciones positivas o si no las tienes, no es por ti sino porque un adulto perturbó severamente tu capacidad innata para apegarte sanamente. En una experiencia segura y contenedora conmigo y con otros aprenderás a que tus intenciones hacia los adultos sean buenas y no de recelo o persecutorias. Porque tú realmente, eres un niño/a…

“Yo te respeto, yo te amo, yo te honro, yo te reconozco” = Te respeto porque todo niño/a es una persona, sujeto con derechos, a quien no debo nunca pegar ni insultar ni vejar… Porque eso es, además, lo que le hicieron. Puede empujarme a mi inconscientemente a que caiga en esa espiral de vínculo insano, pero si yo le mentalizo (si veo quien es él realmente) sabré mentalizarme yo (mentalizar mis afectos alterados por su conducta, ser consciente de los botones de mi propia historia no revisada que pulsa…) podré calmarme para con tiempo, paciencia y perseverancia tranquilizarle a él y contenerle del mejor modo posible, pero respetuoso. “Te honro” Profundamente. Porque eres un héroe que tuvo que enfrentarse del mejor modo que pudo a experiencias terribles de vacío interno, rabia, soledad prolongada, hambre, violencia, guerras, muertes, ser violado en su intimidad y sexualidad y sentimientos de niño/a que no puede entender el por qué de esto y vivirlo como una traición a su confianza… “Y te amo y te reconozco” en ese dolor y me pongo manos a la obra para hacer equipo con profesionales que nos apoyen para hacer un camino largo y lento de sanación. Reconocerle a una persona su dolor y validárselo lo hemos aprendido de Jorge Barudy, quien fue de los primeros en saber que el dolor de la infancia maltratada es invisible… Hemos de verlo y reconocerlo.

Y, finalmente, “tú no estás solo”, porque solo te dejaron muchas veces, o fuiste abandonado en instituciones que no pudieron y/o supieron dar respuesta a tus necesidades, porque la experiencia del maltrato y el abandono deja el cerebro del niño/a en unos niveles de desorganización que precisa de alguien a su lado… Dejarte solo abre tus heridas tempranas y es como echar sal en una corte en la piel… El abandono es sumamente doloroso… No podemos ni debemos dejarle solo, lo cual implica que haya presencia física pero también emocional. No podemos permitir que su historia se repita… 



Dicho esto, tan importante, que me ha venido inspirado gracias a Anabel González, psiquiatra, psicoterapeuta y experta en trauma complejo y disociación, retomo el post donde lo dejamos el mes pasado para culminar, con estas líneas que siguen, la segunda parte: dificultades en la mentalización infantil y psicopatología e intervenciones para potenciar la capacidad mentalizadora de nuestro niño/a y así contribuir a su mejoría emocional y conductual, en suma, hacia un desarrollo integral de su personalidad.

Ya vimos en el anterior post que la mentalización (aquí, dentro de este constructo de la mentalización, que tiene varios componentes, nos centramos en el que se refiere a la Función reflexiva, esto es, ser capaces de reflexionar sobre la mente infantil) Tiene componentes interpersonales: "¿qué le puede ocurrir por dentro?" Y tiene componentes reflexivos: "Y ahora, ¿cómo lo hago?"

Como padres y madres vamos más allá de lo que la conducta ha mostrado y nos planteamos: "¿qué le puede ocurrir por dentro?" Más que acertar y ser infalibles -que es imposible-, es tratar de acercarnos a esa decodificación y plantearnos hipótesis: se sintió abrumado, no era capaz de tolerar la frustración por sí solo, malinterpretó la conducta de los demás, lo ocurrido le confrontó como una pintura al fresco, con sus propias heridas… [Por ejemplo, un niño/a agrede a sus propios amigos durante la comida, les incordia sin más, sin que medie provocación…Todos los padres le riñen severamente, lo cual intensifica su rabia… Nadie es capaz de ver que, dentro de esa reunión con padres y niños, él es el único que no tiene padre, va sólo con su madre, pues este falleció dolorosamente a causa de un cáncer. Posiblemente, dolido por esto, no puede expresar ese dolor de otro modo… Pero nadie lo ve, nadie le dice: “I see you” Nadie ve que esa conducta expresa una tragedia, la de quedarse sin padre a los 5 años y comprobar, a diario, que todos los que le rodean lo tienen menos él… Nadie le dice: “Siento que sufres por la desgracia que te ha ocurrido, lo siento mucho, debe ser muy duro. Pero sacarlo así, pegando, no te va a ayudar, has de aprender a darte cuenta de qué sientes para expresarlo y controlarlo adecuadamente” El niño es etiquetado como “rebelde”, “negativo”, “incordión”… Y esta etiquetación puede marcar poderosamente su futuro…]

El “cómo lo hago” es muy importante porque quedarse solo con la conducta observable del niño/a o atribuirle etiquetas o intenciones exclusivamente malévolas lleva al adulto a desconectarse de la función reflexiva. Actuamos como un resorte y funcionamos como adultos desde la rabia (poniendo castigos imposibles de cumplir) para frenar “eso que es intolerable” O cuando ya no podamos frenarle desde el castigo, optaremos por la indiferencia absoluta. “Y el peor de los mensajes que podemos lanzar a todo/a niño/a y adolescente es que pasamos de él” (Jorge Barudy) Nos necesita imperiosamente.

El “cómo lo hago” implica un trabajo mayor por nuestra parte. Nunca dejamos de reconocer a padres y profesionales lo complejo de nuestra labor educativa y terapéutica, pero, a largo plazo, dará mejor fruto porque ayudaremos a nuestro hijo a hacer reflexiones sobre lo que le pasa, a mentalizar su mundo interno, a modular mejor sus emociones, y por lo tanto disminuirá la probabilidad de una deriva hacia desórdenes de conducta y/o emocionales.

Veamos cómo no desarrollar esta capacidad mentalizadora se asocia a diferentes tipos de psicopatología infantil. Recojo lo que Norka Malberg, psicóloga y psicoterapeuta infantil experta en TBM (Terapia Basada en la Mentalización) expuso en su ponencia de Madrid el pasado mes de junio de 2018:

Dificultades en mentalización infantil y psicopatología

“El funcionamiento reflexivo bajo ya es en sí un factor de riesgo en términos de psicopatología, pero no toda psicopatología es el resultado de un funcionamiento reflexivo bajo” 

“El funcionamiento reflexivo es relevante para el funcionamiento adaptativo aún cuando no es la causa de la patología”

Trastorno de conducta

Dice Norka Malberg “que los niños/as con problemas de conducta (y sus padres) tienden a exhibir una capacidad pobre de mentalizar”. Desde luego que cuando uno se sienta a repasar los niños/as más graves que ha tenido en cuanto a presentar alteraciones de conducta recuerda menores rígidos de mente, con el pensamiento polarizado (“bueno” o “malo”) y que distorsionaban la mente del otro de tal manera que proyectaban o negaban cualquier responsabilidad en un conflicto o problema. Conducirles a la reflexión suponía una cerrazón y una negativa, sobre todo cuando se hacía una confrontación con la realidad. Es como si construyeran un mundo representacional simulado que se aleja mucho de un reflejo que se aproxime a los hechos. El camino con ellos era trabajar con otros métodos para tratar de llegar a ellos, dejando las confrontaciones para cuestiones relevantes y/o para cuando se construyera una confianza de base entre psicólogo y paciente niño/a o joven.

También han tenido padres con capacidad pobre de mentalizar… Así pues, si nosotros como padres tenemos un problema en este sentido o caemos por circunstancias u otras causas (estrés, agobio, queme…) en no mentalizarles, imaginaos hacia dónde caminará el menor…

Porque como afirma Norka Malberg “un enfoque exclusivo en conducta contribuye a la desregulación afectiva y conductual del niño” Y ella misma nos recuerda que “hay una tendencia en niños/as con problemas de conducta de atribuir intenciones hostiles a otros/as en situaciones ambiguas” Recordemos que muchos vivieron malos tratos, luego las intenciones serán hostiles… ¿De qué otro modo sería esperable que fueran? Los padres adoptivos y acogedores representan una esperanza, pero a la vez también encarnan simbólicamente el que se pueda volver a repetir su historia de abandono y dolor. Por ello, habrá que mostrar coherencia y firmeza (que no hostilidad) con sus conductas negativas, así como consecuencias, pero… ¡no solo esto! Hay que recoger su mundo interno como un na´vi y que pueda llegar a sentir el

“I see you...”




Finalmente, recogemos las propuestas de Norka Malberg y de mi querida profesora Maryorie Dantagnan para fomentar una parentalidad/marentalidad basada en el fomento de la mentalización.

Bloques necesarios para mentalizar (Norka Malberg)

Hemos de valorar al niño/a o adolescente en estos tres bloques y preguntarnos si es capaz de hacer lo que la autora experta indica.

Regulación de la atención

¿El niño puede notar cambios emocionales?

¿Es capaz de enfocar su atención en sí mismo y en otros? 

Para la regular la atención, probablemente tendremos que descender a nivel sensomotor, nivel de desarrollo que no ha sido estimulado lo suficiente para estabilizar estas funciones. Pueden tener dificultades con el sonido (ambientes ruidosos les excitan), con la modulación de la luz, con la percepción de la temperatura (no es raro que no discriminen que ropa es adecuada ponerse) con el movimiento… Norka Malberg nos recuerda que el sentido de nosotros mismos proviene de un “sí mismo encarnado” (la mentalización tiene sus raíces en el cuerpo)

Norka Malberg propone estas intervenciones para regular la atención:

Reflejo, sintonía y validación para estimular patrones de estar juntos.

Encontrar el mismo ritmo.

Crear estructuras predecibles.

Tomar conciencia de las señales corporales.

Detenerse y parar mientras permanece en contacto.

Regular la excitación y la impulsividad prestando atención y enseñando al niño a estar atento.

Bloque de regulación de emociones

Enfoque de lo que le ocurre en el momento.

Curiosidad sobre la percepción y los movimientos.

Estimular la fantasía y el juego (son contenedores)

Ayuda al niño a expresar sus sentimientos

Jugar con límites

Ofrecer seguridad y predectibilidad.

Ayudarle a asumir la responsabilidad en lo que hace.

Bloque de mentalizar

¿Tiene el niño algún sentido, alguna representación de sí mismo o de los demás?

¿Puede el niño dar sentido a las relaciones?

¿Puede el niño explicar su comportamiento en términos de estados internos / mentales?

¿Usa el niño fantasía e imaginación sin perder el sentido de la realidad?

¿Puede el niño jugar, usar símbolos o humor en el juego o en el diálogo interpersonal?

¿Cuándo el niño interrumpe la mentalización?

Técnicas para apoyar y promover la mentalización explícita

Ofrecer apoyo y empatía en el contexto de desregulación y rupturas de mentalización.

Parar y retroceder y explorar.

Buscar oportunidades de validar manifestación de estados mentales tales como pensamientos, sentimientos, deseos e intenciones en historias y juego.

Mejorar toma de perspectiva y diferenciación entre el yo y los otros a través de la mentalización de relaciones, dentro y fuera del contexto terapéutico.




¿Cómo podemos fomentar las capacidades mentalizadoras en la parentalidad/marentalidad terapéutica? (Maryorie Dantagnan)

Trabajando desde una perspectiva mentalizadora, como padres/madres acogedores y/o adoptivos, tenemos que ver cuál es nuestro nivel de intensidad emocional y cuál es nuestro nivel de funcionamiento mentalizador. Si es pobre o bajo, somos candidatos a hacer terapia con un profesional que trabaje desde este enfoque. Si no, seremos con nuestros niños/as o jóvenes como ciegos que conducirán a otros ciegos…

Después, hemos de valorar cuál es el nivel de intensidad emocional del niño/a o joven y cuál es su funcionamiento mentalizador. Para que podamos hacer intervenciones que potencien este nivel, dependiendo de estas variables, necesitará más o menos ayuda de nuestra parte.

Reconocer qué implica una parentalidad o marentalidad mentalizadora

Lo más difícil en la parentalidad o marentalidad terapéutica es contener los afectos inquietantes del niño/a, por tanto, ayudaremos a los padres para que… (Los padres necesitan de todo nuestro apoyo y experticia profesional)

Puedan comprender la causa de la angustia de su hijo, y la de ellos, así como el impacto emocional en cada uno.

Puedan afrontar mejor la angustia y aliviarla.

Puedan reconocer lo que hay detrás del comportamiento de su hijo/a, mejorando su capacidad de inferir las intenciones, deseos, necesidades, motivaciones que subyacen a la conducta.

Ofrecer recursos psicoeducativos que promuevan la mentalización parental/marental

Espero que os haya resultado interesante y útil.

Este mes, la firma invitada que colabora escribiendo un post es José Ángel Giménez Alvira, psicólogo y responsable del servicio de adopción en Aragón durante muchos años, padre adoptivo de un hijo cuya historia familiar la narra (es un relato de resiliencia pura en adopción) en el genial y famosísimo libro “Indómito y entrañable. El hijo que vino de fuera” Es un honor contar con José Ángel Giménez Alvira entre el elenco de ilustres colaboradores del blog porque tiene mucho y muy bueno que enseñarnos en este ámbito, además de encarnar la esperanza realista de que es posible que los menores hagan procesos resilientes si nos damos el tiempo, el trabajo, la paciencia y la perseverancia que él y su pareja, Carmen Julve, se dieron. A pesar de las enormes dificultades por las que pasaron, nunca tiraron la toalla y son la prueba más visible y clara de lo que es y significa la aceptación incondicional, clave en resiliencia con menores. Estará disponible el 22 de octubre de 2018.

Gracias por construir y difundir Buenos tratos.

Cuidaos / Zaindu

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