lunes, 27 de octubre de 2025

Psicofármacos y tratamiento de las consecuencias del maltrato, por Rafael Benito Moraga, psiquiatra


Psicofármacos y tratamiento de las consecuencias del maltrato

Rafael Benito Moraga, psiquiatra y experto en neurodesarrollo 
y neurobiología del apego y del trauma


Presentación

Hoy tenemos como firma invitada, una vez más, a un colaborador habitual de este blog. Rafael Benito Moraga es amigo, sobre todo. Y también compañero de profesión (ambos nos dedicamos al mundo "psi" desde ópticas diferentes pero complementarias y necesarias la una de la otra), de alegrías y tristezas. Trabajamos juntos desde hace muchos años, coordinando y llevando el tratamiento de niños, adolescentes y adultos. Rafael Benito es un cerebro privilegiado. No sólo porque atesora conocimiento científico especializado y una vasta experiencia clínica, sino también porque es capaz de transmitir conceptos complejos y hacerlos digeribles y atractivos para que los podamos llegar a entender. Su forma de comunicar y llegar al público son bien conocidas y reconocidas. Para mí, es motivo de orgullo y satisfacción que Rafael Benito nos dedique de nuevo, de manera desinteresada, su tiempo para hablarnos de un tema que hace tiempo que tenía muchas ganas de que pudiéramos abordarlo desde el blog: el tratamiento farmacológico de los problemas del pensamiento, la conducta o las emociones. 

A menudo, muchas son las voces que se alzan para condenar los fármacos o, por el contrario, para ponerlos como la única y válida manera de tratar eficazmente los problemas psíquicos. No siempre quienes hablan tienen la información precisa. No es extraño encontrarnos aun con falsos mitos y con creencias equivocadas, de etiquetas que pesan en la profesión del psiquiatra. 

Por eso, el conocimiento científico que sitúe al tratamiento farmacológico en el lugar que le corresponde es bienvenido. Una propuesta integradora que saludamos porque aboga por combinar las terapias farmacológicas -cuando se necesitan- con las terapias psicológicas y las intervenciones socio-educativas. 

Os dejo con el artículo de Rafael Benito sobre farmacología.

**************

Psicofármacos y tratamiento de las consecuencias del maltrato.
Por Rafael Benito Moraga, psiquiatra.

Los desórdenes del pensamiento, la conducta o las emociones han sido valorados a lo largo de la historia desde dos puntos de vista: como producto de fuerzas sobrenaturales, o como la consecuencia de algún tipo de dolencia o enfermedad corporal. Cada una de estas posturas plantea sus propios problemas si se llevan al extremo. La visión religiosa de los problemas psíquicos, por ejemplo, llevó a considerar la depresión como pecado o algunas manifestaciones de la esquizofrenia como fruto de la posesión demoníaca. Y la reducción de los trastornos mentales a meros problemas del funcionamiento cerebral puede hacernos negar la importancia de otros fenómenos, como las circunstancias socioeconómicas en las que surgen; o diluir en una etiqueta diagnóstica estándar el modo peculiar en que cada individuo vive y sufre sus problemas.

Desgraciadamente, y en mayor medida de lo que nos gustaría reconocer, continuamos atrapados por esta dualidad que nos hace ver sólo la mitad de lo real, separando a las personas interesadas en los problemas de salud mental en dos bandos: los que niegan el valor de la psicoterapia, reduciendo todos los problemas psíquicos a alteraciones del funcionamiento cerebral; y los que rechazan el uso de la medicación, considerándolo incluso perjudicial y coercitivo. La formación universitaria de los futuros profesionales sanitarios favorece además esta división. La psicoterapia sigue sin ocupar un lugar importante en la formación especializada de los psiquiatras; en la formación de los psicólogos clínicos no hay una formación consistente en la neurobiología del comportamiento y el tratamiento con psicofármacos; e incluso fomentamos en nuestros clientes (queriendo o sin querer) este antagonismo con frases como: “Los medicamentos sólo tapan el problema“, “no quiero quedarme enganchado a las pastillas”, “los psiquiatras sólo dan pastillas, pero no te escuchan”, “la psicoterapia es un comecocos”, “el terapeuta cumple únicamente la función que antes desempeñaba el sacerdote…” 

Afortunadamente, los avances en el conocimiento del cerebro, asociados a la investigación psicológica nos van dando cada vez más razones para acabar con esa visión dualista y simplificadora. Cada vez sabemos más acerca de las bases neurobiológicas de constructos psicológicos como la empatía, el apego y la resiliencia; también se está llegando a conocer la disfunción cerebral que subyace a alteraciones cognitivas y del comportamiento como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Se ha comprobado que el tratamiento con psicofármacos produce cambios más profundos y estables de lo que pensábamos y que la psicoterapia y sus técnicas producen cambios neurofisiológicos y neuroanatómicos.

Los psiquiatras, psicólogos, médicos, educadores, y todos los profesionales que ayudamos a quienes sufren problemas psíquicos, tenemos la obligación de superar este dualismo por el bien de las personas a las que acompañamos. Quienes tienen una formación más biologicista y médica deben aprovechar los constructos psicológicos, como la disociación y la teoría del apego, para ampliar el conocimiento y guiar la investigación neurobiológica; del mismo modo que psicólogos y terapeutas deben aprovechar los avances en neurociencia para comprender mejor, y los tratamientos farmacológicos para aliviar más el estado de los que sufren. 

Y dentro de las causas de sufrimiento, el maltrato y el abandono durante la infancia y la adolescencia es un agente patógeno de primera magnitud. Se han acumulado suficientes evidencias como para afirmar que el maltrato en la infancia, en todas sus formas, causa una alteración del neurodesarrollo que afecta a las funciones cerebrales y también a la salud general en la vida adulta. Contra ese daño debemos actuar con todas las herramientas disponibles. Tanto las intervenciones psicoterapéuticas como las farmacológicas modifican las redes neurales dañadas por el maltrato, produciendo cambios persistentes. 


Entrevista a Rafael Benito sobre su libro
"Cerebro moldeando otros cerebros"




En este libro Rafael Benito desarrolla con detalle cómo
el maltrato causa una afectación al neurodesarrollo




Vamos a ver la utilidad del uso de medicamentos en el tratamiento de las alteraciones cognitivas, emocionales y de conducta que se producen como consecuencia del maltrato y el abandono.

Funcionamiento de las redes neurales

Para comprender como funcionan los psicofármacos hay que observar la actividad de las células que sostienen la actividad cerebral: las neuronas. Nuestro cerebro contiene aproximadamente 10Ù10 neuronas, similares a pequeños cables y conectadas unas a otras formando una densa y tupida red por la que discurren de manera constante impulsos eléctricos portadores de información y desencadenantes de acciones. Son las responsables de la actividad eléctrica cerebral, las que generan estados de activación en el sistema nervioso dando lugar a sensaciones, pensamientos, recuerdos y conductas.

Durante un tiempo se creyó que las neuronas estaban conectadas como los cables de una instalación eléctrica; pero los descubrimientos de Ramón y Cajal cambiaron este paradigma. El científico español comprobó, gracias al microscopio, que las neuronas no estaban unidas entre sí; aunque sus prolongaciones se aproximaban bastante conformando unas zonas denominadas sinapsis. Esto planteaba un problema: si la red neuronal no era continua, ¿cómo podía transmitirse el impulso eléctrico de una neurona a otra?

La solución no llegó hasta que se descubrió que determinadas sustancias químicas desencadenaban actividad eléctrica en los nervios de ciertos animales. Actualmente sabemos que el impulso eléctrico que hace funcionar las neuronas y, por ende, el cerebro, pasa de una neurona a otra mediante unas sustancias químicas denominadas por ello neurotransmisores.

Cuando el impulso eléctrico llega al final de una neurona, se liberan neurotransmisores al espacio intersináptico. Estos neurotransmisores actúan como “llaves” que en la siguiente neurona, la que recibe el mensaje, abren ciertas “cerraduras” denominadas receptores. Estas cerraduras abren canales que favorecen la entrada de iones en el interior de la neurona. Los iones son átomos con carga eléctrica que, al entrar en la neurona van a desencadenar en ésta un nuevo impulso eléctrico. Así pues, en el cerebro la información se transmite de neurona a neurona en una secuencia impulso eléctrico-mensaje químico-impulso eléctrico.

En el sistema nervioso humano se han identificado decenas de moléculas que actúan como neurotransmisores; pero los fármacos utilizados habitualmente actúan solamente en un grupo relativamente pequeño, pero de mucha importancia para la actividad cerebral global.

Mecanismo de acción de los psicofármacos

Que la actividad de las neuronas dependa de la acción de esas sustancias químicas abre la posibilidad de que se pueda intervenir en el funcionamiento cerebral modificando la cantidad de neurotransmisores o la facilidad con la que se abren o cierran los receptores. Justamente así es como actúan los psicofármacos. Los fármacos utilizados para el tratamiento de los problemas psíquicos actúan en la sinapsis neuronal aumentando o disminuyendo la transmisión dell impulso nervioso. De esta forma, al cambiar la actividad de las conexiones neuronales, cambia también la de las distintas áreas y núcleos cerebrales. Por ejemplo, incrementar la actividad de las neuronas de la corteza prefrontal mejora su funcionamiento, lo que resulta conveniente cuando el “director de orquesta” del cerebro está debilitado, como ocurre con frecuencia en las personas que han sufrido maltrato durante el neurodesarrollo.

Algunos medicamentos aumentan la cantidad de neurotransmisores en la sinapsis impidiendo que sean reintroducidos en las neuronas, así permanecen más tiempo en el espacio intersináptico y aumentan la actividad de esa conexión neuronal. Entre ellos están los antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina; y los psicoestimulantes, que inhiben la recaptación de noradrenalina y dopamina en la corteza prefrontal.

Transmisión sináptica



Otros medicamentos obstruyen los receptores neuronales disminuyendo la actividad de las sinapsis en las que actúan. Los fármacos antipsicóticos, utilizados para tratar las alucinaciones y los delirios, hacen su efecto bloqueando los receptores de dopamina y serotonina.

Mito y realidad acerca de los psicofármacos

Contra lo que se suele pensar, los psicofármacos no tienen efectos indeseables graves; aunque al inicio del tratamiento pueden dar molestias leves que, habitualmente, van a menos con el tiempo. Además, teniendo en cuenta la gran variedad de fármacos con la que contamos, no es necesario mantener un tratamiento que produce intensos efectos indeseables, se puede probar con otro.

Los psicofármacos son muy seguros incluso en sobredosis

Otra de los temores que acompañan habitualmente la prescripción es que produzcan dependencia; sin embargo, la mayor parte de los psicofármacos no suponen un riesgo en este sentido. El único grupo con el que debe preocupar este problema es el de las benzodiazepinas, un conjunto de sustancias que pueden generar una dependencia grave.

Por último, se achaca a estos fármacos un efecto sedante capaz de dejar “zombis” a quienes los toman. En realidad, el efecto sedante no es una característica de todos ellos, y tampoco es un requisito necesario para el efecto terapéutico. 

Problemas del funcionamiento cerebral relacionados con el maltrato en la infancia

Existen investigaciones que nos ayudan a elegir tratamientos farmacológicos cuando hay un trastorno mental concreto, como ocurre, por ejemplo, con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o el trastorno depresivo mayor. Desgraciadamente, las consecuencias del maltrato para el neurodesarrollo no conforman un trastorno concreto, sino síndromes de desregulación emocional y conductual para los que no hay un tratamiento farmacológico específico. Aun en el caso de que el conjunto de síntomas que presentan permita un diagnóstico de trastorno por trauma complejo, trastorno por estrés postraumático o trastorno límite de la personalidad, ninguno de ellos tiene hoy por hoy un tratamiento farmacológico de elección.

Esto hace que, en muchas ocasiones se elija el fármaco atendiendo al efecto que va a producir en el funcionamiento cerebral, según los neurotransmisores en los que influye. Así, si se advierte un predominio de los síntomas depresivos, se escoge un fármaco antidepresivo; si el problema conlleva alucinaciones o delirios, un antipsicótico; y si se dan dificultades de desregulación emocional y disfunción ejecutiva, un psicoestimulante. 

Además, en algunos casos se puede afinar todavía más. Por ejemplo, entre los fármacos denominados antidepresivos, algunos tienen un efecto más bien tranquilizante, mientras que otros tienen un efecto más estimulante. En pacientes depresivos con mucha apatía, muy poca energía y dificultades para disfrutar, puede ser interesante utilizar un medicamento como el bupropion, un antidepresivo que incrementa la actividad de las conexiones dopaminérgicas, situadas en lugares del cerebro que controlan la motivación y la respuesta placentera. En cambio, en pacientes con depresiones asociadas a ansiedad, puede ser más interesante usar un medicamento que aumente la actividad de las neuronas serotoninérgicas, como el escitalopram o la sertralina, por ejemplo.

De este modo, el conocimiento de las alteraciones cerebrales que subyacen a los síntomas, y el tipo de neurotransmisores implicados, podemos escoger fármacos que actúan sobre las conexiones neuronales que queremos atenuar o potenciar. 

Prescripción de psicofármacos y traumaterapia

En el tratamiento de las consecuencias del trauma infantil los medicamentos son una herramienta más, que no siempre es necesaria y casi nunca es suficiente; pero puede contribuir de un modo decisivo a la reparación del daño traumático. Hoy día contamos con fármacos muy seguros, con pocos efectos indeseables graves o permanentes, y con mecanismos de acción cada vez más selectivos capaces de mejorar con rapidez los síndromes que aquejan a los niños y adolescentes víctimas de maltrato.

El intenso sufrimiento que causa el daño producido por el maltrato puede ser aliviado gracias al efecto de los psicofármacos. Aunque no se den los síntomas que permitirían un diagnóstico de episodio depresivo mayor, o de trastorno por angustia, los tratamientos farmacológicos pueden aliviar la depresión o la ansiedad que asolan la vida de los niños y adolescentes que han sido víctimas de maltrato.

Se pueden utilizar los medicamentos para tratar la propensión a conductas agresivas o autolesivas, muy frecuentes en los niños y adolescentes que han sufrido maltrato. Tanto los medicamentos que bloquean receptores de dopamina (antipsicóticos), como los que inhiben la recaptación de serotonina (antidepresivos) se han utilizado con éxito para tratar ese tipo de comportamientos de riesgo. También distintas conductas impulsivas pueden mejorar con estos fármacos. Por ejemplo, hay estudios que demuestran la eficacia de la fluoxetina en el tratamiento de la ludopatía, y también se han utilizado los antipsicóticos en el tratamiento de otras formas de impulsividad.

El daño producido por el trauma provoca una falta de integración del funcionamiento cerebral que pone obstáculos al establecimiento del vínculo y al avance a través de la psicoterapia. A veces, en el curso de la terapia, el trabajo sobre los contenidos traumáticos genera una angustia intensa, o estados depresivos que dificultan el progreso. Los psicofármacos actúan muchas veces como facilitadores del proceso psicoterapéutico, proporcionando una mejor regulación emocional y un alivio del sufrimiento producido por la revisión del daño traumático. No hacen que la persona afectada por el trauma se ponga en marcha y tampoco señalan la dirección; pero su efecto allana el camino, calma el dolor y proporciona fuerzas para seguir.

Resumen y conclusiones

Los tratamientos farmacológicos actuales son eficaces y seguros. Sus efectos no dependen de la mera sedación, y su uso no tiene por qué suponer un problema para mantener un buen funcionamiento cotidiano.

Los psicofármacos modernos tienen efectos que pueden contribuir a devolver un funcionamiento integrado al cerebro dañado por el maltrato. En unos casos porque sirven para tratar problemas psiquiátricos con un remedio específico; en otros casos porque pueden aliviar el sufrimiento, reduciendo los problemas emocionales y conductuales derivados del daño producido durante el neurodesarrollo.

Aunque no siempre son necesarios, su contribución puede ser decisiva para el éxito de la psicoterapia; porque facilitan la construcción del vínculo y porque allanan el camino a través del proceso psicoterapéutico.

miércoles, 22 de octubre de 2025

La educación debe ayudar a la prevención del suicidio, por Arturo Ezquerro, psiquiatra


La educación debe ayudar a 
la prevención del suicidio

Arturo Ezquerro, psiquiatra

Ante la muerte por suicidio de la joven Sandra, quien sufría una situación prolongada de acoso escolar, el blog Buenos tratos no quiere permanecer impasible y ajeno a esta desgracia. No es la primera vez que ocurre y eso es lo que nos tiene que alertar de que algo (o mucho) no estamos haciendo bien. Queremos aportar nuestro grano de arena para contribuir en lo que a nosotros nos parece fundamental que se incluya en todos los ámbitos de la sociedad, incluida la educación. Y lo hacemos de la mano de uno de nuestros colaboradores habituales, experto en apego y otras áreas de la salud. Muchas gracias, Arturo, por tu sensibilidad ante este doloroso tema. 


Agradecemos al autor el permiso que nos ha concedido para poder difundirlo por el blog. El artículo original ha sido publicado en el diario La Vanguardia, donde Arturo participa frecuentemente.

************

Arturo Ezquerro es médico-psiquiatra, psicoterapeuta de orientación psicoanalítica, y grupo-analista. Nacido en Logroño, La Rioja (España), lleva cuatro décadas de trabajo en salud mental en Londres. Primer español en conseguir una Jefatura de Servicios Públicos de Psicoterapia en Reino Unido, es profesor en el Institute of Group Analysis, y miembro honorario de la Red Internacional de Apego, de la Sociedad Española para el Desarrollo del Grupo, la Psicoterapia y el Psicoanálisis, y de la World Association of International Studies. Docente y conferenciante en diversos países de Europa y de América Latina, colabora regularmente con prensa, radio y televisión, y reúne más de 200 publicaciones en 6 idiomas, incluyendo 9 libros.



La educación debe ayudar a la prevención del suicidio
por Arturo Ezquerro


Antes de nada, quiero transmitir a los padres de Sandra, a toda su familia y a las personas más cercanas a ella, mi más sentido mensaje de condolencia y mi afecto desde Londres. Vuestro duelo va a ser muy complejo; quiero que sepáis que no estáis solos, que podéis contar conmigo y con otras muchas personas que os pueden ofrecer apoyo. 

Como psiquiatra de la infancia y la adolescencia, también me gustaría decir tres cosas que aprendí de John Bowlby, de quien fui discípulo, durante mi periodo de formación londinense:

- Primera, el suicidio es una enfermedad social.

- Segunda, el suicidio conlleva una crisis de apego.

- Tercera, el suicidio se puede prevenir.

John Bowlby


La muerte de Sandra por suicidio en Sevilla, con tan sólo 14 años, tras haber sufrido el acoso continuado por parte de tres compañeras de su colegio, ha resonado en Reino Unido con la muerte de Mia Janin por suicidio en Londres en 2021, a la misma edad de 14 años. 

En el caso de Mia Janin, la investigación duró 36 largos meses. El pasado año se confirmó que ella no había tenido ningún problema de salud mental previo, pero que fue sistemáticamente acosada por varios compañeros de colegio durante el periodo inmediatamente previo al suicidio.

En un estudio reciente realizado en Reino Unido, se ha demostrado que sufrir acoso escolar en la infancia y la adolescencia incrementa el riesgo de mortalidad por suicidio en dichas etapas y, también, en la edad adulta, como secuela tardía del daño psicológico que tal experiencia traumática puede causar a corto, medio y largo plazo. 

En dicho estudio se revela que casi la quinta parte de los menores que han sido acosados se han sentido invadidos por pensamientos o planes suicidas, como consecuencia de dicho acoso. 

Por otro lado, según revela otro estudio de investigación nacional confidencial, en el 22% de los menores fallecidos en Inglaterra por suicidio ha existido acoso escolar previo. Este porcentaje se incrementa a unos niveles escalofriantes en la etapa de transición entre la infancia y la adolescencia: 

En el periodo que va de 2000 a 2008, dentro de las muertes por suicidio en menores entre los 11 y 14 años, en casi la mitad de ellos había una relación clara o probable con el acoso escolar.

En España, según datos de la Fundación ANAR (ayuda a niños y adolescentes en riesgo), los casos de suicidio infantil vinculado al acoso escolar casi se han multiplicado por ocho en los últimos 15 años. Esto indica un muy preocupante empeoramiento de la salud mental infanto-juvenil, así como múltiples grietas en las estructuras sociales y en los sistemas de salvaguarda escolares. 

Con frecuencia, la transición entre la infancia y la adolescencia es una fase de turbulencias emocionales. Los patrones de apego de las etapas tempranas del desarrollo, con las figuras maternas y paternas, deben modificarse para dar entrada también a relaciones de apego fuera de la familia. Aquí, los maestros y los profesores pueden desempeñar un rol importante como figuras de apego subsidiario o secundario; a veces, incluso primario. 

En la adolescencia, el apego materno-filial y el paterno-filial ya no son suficientes para un desarrollo psicosocial completo y equilibrado; el apego grupal se convierte en un elemento esencial y ha de integrarse con los apegos filio-parentales, que continúan siendo necesarios, aunque con nuevas características de regulación de la distancia, tanto física como emocional.

La influencia del grupo de pares de cara al proceso de co-construcción de la identidad personal es clave:

La amistad, la lealtad y la confianza mutua son ingredientes imprescindibles para establecer un apego grupal sano y adquirir un sentimiento de pertenencia, que ayude a consolidar la autoestima y el sentido de la vida en la persona adolescente. Si fallan estos ingredientes, especialmente cuando miembros del grupo de pares se convierten en acosadores o agresores, se ponen en riesgo el bienestar emocional y la supervivencia psíquica.

Llevo varios lustros intentando que se incluya, en los centros escolares, una educación de calidad sobre las propiedades protectoras y saludables de los vínculos afectivos y el apego sano. Aquí en Londres son ya varios los colegios independientes que la imparten. Los colegios públicos se lo están pensando: las cosas de palacio van despacio.

A fin de cuentas, hay decisiones que deben tomarse desde los cargos políticos. Por ello, me gustaría sugerir que, antes de ocupar su sillón en uno de los parlamentos nacionales o autonómicos, sus señorías hiciesen algún curso para comprender mejor las implicaciones del apego en diversas etapas de la vida. Ayudaría a disminuir el número de casos de suicidio, de violencia sexual y otros males sociales.

El apego grupal es fundamental para un sano desarrollo


Si para obtener el carnet de conducir un coche toda persona está obligada a pasar un test psicotécnico, ¿por qué no deberían pasar sus señorías una prueba básica sobre el apego que, junto con el alimento y la sexualidad, es uno de los tres pilares de la existencia humana? Después de todo, con sus decisiones de carácter socio-político, sus señorías tienen la responsabilidad de ‘conducir’ y reconducir muchos aspectos de la vida de la ciudadanía.

Recuerdo que fui consultado, informalmente, por un político sobre un borrador de una ley de salud mental. Le dije que la omisión absoluta del apego en el texto me parecía preocupante. El político me contestó que el apego es una cosa de mamás y bebés, y que uno tiene que desapegarse lo antes posible. De hecho, se refirió a artículos que publican algunos profesionales o gurús sobre la llamada ‘ley del desapego’. 

Estos pseudocientíficos dicen que, para ser felices, hay que desapegarse. Y se quedan tan anchos, sin darse cuenta de que el apego (como el alimento y la sexualidad) es una necesidad básica que está presente en la vida del ser humano, con distintas manifestaciones, desde el nacimiento hasta el final del camino.

Uno de los objetivos de mi próximo libro es contribuir a la prevención del suicidio. Por eso le he dedicado varios capítulos a este espinoso tema y a las secuelas del maltrato infantil a largo plazo. El texto, publicado por Editorial Sentir, estará disponible en breve. Se titulará ‘Estados de ánimo: Belleza y perversión del apego’.

A modo de connotación positiva, antes de concluir, debo recordar al lector que, para ayudar a la prevención del suicidio, se ha establecido recientemente una línea telefónica gratuita, el 024, disponible 24 horas diarias todos los días del año, además del ya existente Teléfono de la Esperanza. 

La prevención del suicidio, que desgarra corazones, destruye familias y es mal social, debe ser tarea de toda la sociedad. Hemos de estar unidos en este empeño colectivo: un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.

lunes, 13 de octubre de 2025

"La historia de un bebé. Hablando de adopción con los niños", por Mónica Castañeda Urrutia, psicóloga

 

 

Este libro comparte la historia de una niña que nació de una pareja que no tuvo recursos emocionales ni económicos para criarla. Presenta una narrativa a los pequeños sobre lo que a la niña le sucedió antes de su adopción. Es un recurso que ayuda los niños que fueron adoptados a organizar pensamientos y sentimientos, y con esto dar coherencia a su propia experiencia al haber sido adoptados.



Hoy os presentamos el relato "La Historia de un bebé. Hablando de adopción con los niños". Una herramienta que puede ser de gran ayuda para todas las familias adoptivas que tienen que comunicarse con su hijo/a adoptivo/a y compartir con él/ella una narrativa sobre sus orígenes e historia. Muchas familias no saben cómo manejarse con este sensible y delicado tema, ni tampoco saben cómo empezar, aunque es cierto que de la adopción, como dice Giménez-Alvira, hay que hablar desde el principio y no hacer de ella un tema tabú. Para ello, es necesario saber hilar un relato y encontrar las palabras. Muchos padres y madres tienen miedo de herir a sus hijos y no saben qué decir, ni mucho menos encontrar un lenguaje apropiado a la edad de su niño/a.

Mónica Castañeda, psicóloga y persona adoptada, ha cubierto esta necesidad. Ha publicado el cuento "La Historia de un bebé" en el que presenta el relato que bien le podrían contar unos padres/madres a su hijo/a adoptivo/a. No utiliza terceros elementos sino que es para esos niños/as que necesitan aproximarse con delicadeza a lo real, pues se habla, de manera honesta y clara, directamente del bebé y de la familia, es decir, para niños a partir de 6/7 años (edad madurativa). 

Este relato está escrito por una psicóloga experta en el tema. La verdad es que no estamos sobrados de materiales especializados y que sean de calidad. 

Os dejo con un vídeo breve en el que Mónica Castañeda nos cuenta lo más importante de esta historia y con una entrevista que ha tenido a bien conceder a nuestro blog Buenos tratos. ¡Enhorabuena por tu trabajo, Mónica, y gracias por atender nuestra llamada!


Mónica Castañeda Urrutia ha tenido
la amabilidad de presentarnos su relato "La historia de un bebé" en vídeo

José Luis (JL): Lo primero, darte la enhorabuena por la publicación de este cuento o mejor, relato.  ¿Qué te motivó el escribir “La historia de un bebé?

Mónica (M): Tuve dos motivaciones, la primera es mi historia como hija por adopción, pues mis padres biológicos me entregaron a mis papás al nacer, ellos nunca pudieron hablar conmigo de cómo fue que llegamos a ser familia, crecí sin tener un relato cierto de mi historia de vida. La segunda motivación fue mi experiencia acompañando familias en sus procesos emocionales pre y post adopción.

JL: Las familias adoptivas están necesitadas de este tipo de materiales, porque uno de los temas más importantes es compartir con el hijo su historia de vida: cuándo es adoptado, por qué, dónde nació, qué ocurrió… se les hace muy difícil qué decirles y cómo decírselo. Este libro puede ser de gran ayuda porque pone en palabras los temas más importantes y lo hace con gran sensibilidad, ¿es así?

M: Si, José Luis, efectivamente, compartir con el hijo su historia de origen es una de las tareas más especiales y trascendentes de la crianza por adopción.

En muchas ocasiones, mamás y papás pueden pensar que lo mejor es no compartir con sus hijos lo que vivieron antes de la adopción, creyendo que así evitarán confusión o dolor, sin embargo, es importante recordar que los niños ya lo saben, lo vivieron, está en su memoria, y aunque no tengan palabras para expresarlo, sienten que hay algo que no se les dice. Intuyen que hay una parte de su historia que permanece en silencio.

Dar voz a esa historia desde el amor, la verdad y el respeto, abre la posibilidad de que ese dolor sea acompañado, validado y transformado.

JL: Pienso que este relato puede ser la oportunidad para que los padres puedan establecer un diálogo con su hijo, y para que se propicien comunicaciones sintonizadas con lo que este puede sentir…

M: Así es, en mi experiencia, este material ha podido generar reflexiones en las que surgen preguntas que no habían encontrado el momento de ser expresadas, permite hablar de las dudas y de las emociones que se logran poco a poco identificar.

JL: A veces hay miedo en los padres y familias a abordar este tema, a hacerle daño al niño con recuerdos dolorosos. ¿Aún pesa la idea de qué es mejor hacer tabula rasa del pasado y ceñirse a la vida actual? 

M: Sí, todavía sigue por ahí esa creencia, afortunadamente cada vez menos, pues hoy tenemos mucha información valiosa sobre los beneficios de hablar de una manera clara con los niños la verdad de su historia de vida, solo que es también importante abordar el tema de una manera sensible, informada y amorosa pues muchas veces los diálogos pueden darse con una comunicación que puede confundir más, como es el caso del uso del lenguaje simbólico, por ejemplo: “Naciste de mi corazón”, “Un ángel te trajo a la puerta de mi casa”, “Una estrella te trajo a nuestros brazos”, etc.

JL: Pienso que el relato está contado de una manera sencilla, clara, honesta, con un lenguaje accesible y comprensible, y esto es importante porque la honestidad y la empatía en la transmisión del relato son fundamentales. ¿Cuál es tu punto de vista sobre esto? 

M: Yo también comparto tu punto de vista al respecto; Al hablar con los niños es fundamental darles información clara y adecuada a su nivel de comprensión. Algo muy importante que he recogido en mi experiencia personal es que la manera en que los padres transmiten el relato debe estar marcada por la madurez, la ecuanimidad y la ternura porque el niño es muy sensible y tiende a asumir la emocionalidad de los padres.

JL: La idea y el sentimiento a transmitir es que se puede llegar a formar una familia por diferentes vías. Una de ellas es la adopción. Pero lo importante es tener una familia con la que puedas crear un vínculo amoroso y seguro. ¿Estás de acuerdo?

M: Totalmente, porque el tema de la diversidad familiar es en mi opinión esencial de abordar en las familias por adopción.

JL:Cuéntanos tu experiencia como profesional de la adopción abordando los orígenes.

M:En mi experiencia profesional, acompaño a las familias en varios pasos clave al momento de hablar con sus hijos sobre su historia de origen:

1. Recuperar la información disponible: animar a los padres a buscar todos los elementos posibles de la historia del niño, pues cada dato aporta claridad y sentido.

2. Construir la línea de vida: trabajar junto a los padres en la elaboración de una narrativa visual y cronológica que dé orden y coherencia a la historia de su hijo.

3. Explorar lo emocional en los padres: antes de transmitir la historia, es importante que mamá y papá trabajen sus propias emociones, de manera que el relato llegue al niño desde un lugar de serenidad y contención.

4. Acompañamiento terapéutico al niño: cuando el niño llega a terapia, se retoma lo compartido por los padres, se validan sus emociones y se exploran dudas o sensaciones que aún no comprende.


JL: ¿Puedes compartirnos alguna experiencia que te haga llegado al corazón y que se te haya quedado grabada? 

M: A lo largo de mi experiencia profesional he acompañado a muchas familias en su camino por la adopción. He vivido múltiples momentos significativos, pero lo que más me emociona es ver a los niños cuando conocen su historia de origen y, en ese proceso, se sienten amados, comprendidos y acompañados por sus padres.

Es por esa emoción que yo he sentido en mi práctica profesional que nació este libro.

JL: Las imágenes también cuentan, y el relato está bonitamente ilustrado por Adi Rivera…

M: Agradezco a Adi Rivera, ilustradora mexicana que desde el primer momento entendió lo que yo quería transmitir, la ternura de los personajes, las diferencias físicas que suelen estar presentes en las familias por adopción, ella pacientemente lo fue entendiendo y con sensibilidad lo proyecto. 

JL: Antes de terminar, ¿algo más que quieras añadir? No te olvides de decirnos dónde podemos comprar el librito. 

M: Yo espero con este libro colaborar para que las mamás, papás y profesionales puedan hablar con verdad sobre adopción a la vez que refuerzan emocionalmente a los niños.

El libro está a la venta en la plataforma de Amazon


Muchas gracias y muchos éxitos 


martes, 7 de octubre de 2025

Presentación del libro "El lenguaje silencioso. La técnica de la caja de arena en la adolescencia"

 Presentación presencial del libro

"El lenguaje silencioso. 

La técnica de la caja de arena en la adolescencia"

¡Os esperamos!

En San Sebastián, 16 octubre 2025 a las 19,15h

Facultad de Psicología.

Haz click AQUÍ para acceder a la entrevista de presentación del libro 

Espacio "Café con autor" de la Editorial Desclée de Brouwer.


*******************

Para saber más sobre el libro: AQUÍ

Para comprarlo: AQUÍ





lunes, 6 de octubre de 2025

"La teoría del apego y algunos aspectos de sus aplicaciones clínicas", artículo de Mario Marrone, psiquiatra y psicoanalista

Mario Marrone

Hoy quiero presentar a la figura del Dr. Mario Marrone, médico y psicoanalista argentino, especialista en apego y trauma, es excelente conocedor de estos dos últimos modelos porque estuvo en la cuna de la teoría del apego. Viajó a Londres a completar su formación como psicoanalista y conoció y se formó con el mismísimo John Bowlby, con quien mantuvo una relación personal, así como con su familia. 

Mario Marrone nos recuerda los fundamentos y la pureza de la teoría del apego. Hay riesgo de que esta se contamine de propuestas que no toman en cuenta a Bowlby, cayendo así en una simplificación peligrosa. Los libros de Mario son siempre una referencia para saber con precisión qué queremos decir cuando hablamos de apego. Cuáles son los postulados de este modelo y su trascendente papel en el desarrollo humano y en la salud.

Para quienes no sepáis quien es Mario Marrone y su inestimable contribución al campo de la psiquiatría, la psicoterapia y el desarrollo infantil, voy a dejar que él mismo se presente:

"Hasta hace poco yo tenía una práctica privada en psicoterapia y psicoanálisis en Londres. También realizaba tareas clínicas y supervisión en Alicante (España). En la actualidad hago terapia individual por Skype, aparte de cursos y talleres presenciales.

Hablo Inglés, italiano y español.

Obtuve el título de médico en la Universidad de Rosario, Argentina (1973). También obtuve el Diploma de Psiquiatra en el Colegio Médico de la Provincia de Santa Fe, Argentina (1976). Me formé en grupoanálisis en el Institute of Group Analysis (Londres) y en psicoanálisis en el Instituto de Psicoanálisis (Londres). He tenido supervisión clínica con un número de prestigiosos psicoanalistas británicos, incluyendo a Martin Miller, Patrick Casement, Pearl King y John Bowlby. Estudié la teoría del apego con John Bowlby durante un período de diez años en la Clínica Tavistock de Londres.

Entre 1977 y 1991 trabajé como psiquiatra y psicoterapeuta hospitalario en el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña. Adquirí una amplia experiencia en el campo de la neurosis, psicosis, trastornos de la personalidad, depresión puerperal, intervención de crisis de la familia, psiquiatría transcultural y psiquiatría forense. En el Hospital Shenley trabajé en equipo interdisciplinario con psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales.

Soy miembro  de la Sociedad Psicoanalítica Británica y la Asociación Psicoanalítica Internacional. He sido miembro de la Junta Directiva de la Asociación Internacional de Psicoterapia de Grupo, Presidente del Comité del Actividades Científicas  del Institute of Group Analysis y Director de la Clínica del London Centre for Psychotherapy. Soy miembro fundador y ex presidente del International Attachment Network (Sección Reino Unido) y co-fundador de la revista Attachment and Human Development.

He publicado numerosos libros, artículos y capítulos de libros en italiano, español e Inglés.

He mantenido una vida internacional activa y vínculos con  universidades y cuerpos profesionales de varios países. He sido profesor asociado, profesor visitante y examinador externo en varias universidades del Reino Unido y Europa. También he sido miembro del Comité de Expertos sobre Promoción de la Salud Mental de niños de 0 a 6 años de edad (Bruselas), creado por la Comisión Europea en asociación con Salud Mental en Europa".

He tenido la fortuna de poder saludarle y conocerle. Hace unos años nos recibió de una manera muy cálida y humana en Londres. Unos amigos míos (Rafael Benito y Cristina Herce) y yo pudimos cenar con él y con otros colegas y compartir una velada muy bonita. Mario nos habló de John Bowlby y nos contó sus experiencias en su relación con él. Nos indicó dónde estaba la casa familiar del creador de la teoría del apego y fuimos a visitarla. 

Recientemente, hemos tenido el honor de que Mario Marrone nos honre con su presencia en el acto de presentación en Barcelona de nuestro libro titulado: "Traumaterapia sistémica. Un enfoque comprensivo para abordar el dolor visible e invisible de los procesos traumáticos, desde un modelo terapéutico basado en los buenos tratos, la resiliencia y la justicia social".


Esta es una obra fundamental que explora la relevancia contemporánea de la teoría del apego, destacando su aplicación en psicoanálisis, psicoterapia y salud mental. La obra, revisada y ampliada, ha sido crucial para la difusión de la teoría en España y Latinoamérica, siendo un texto de referencia en formación clínica y para profesionales como psicoanalistas, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales. 


Contenido principal del libro:


Fundamentos y desarrollo de la teoría: 

Se abordan los principios históricos y los desarrollos más recientes de la teoría del apego, mostrando cómo ha reemplazado el modelo pulsional freudiano por un enfoque centrado en los vínculos afectivos duraderos. 

Relación con el psicoanálisis: 

Se explora la conexión entre la teoría del apego y el psicoanálisis, revisando las aportaciones de autores clave como Winnicott, Klein, Lacan y Fonagy. 

Aplicaciones clínicas: 

El libro detalla cómo la teoría del apego se aplica en diversos ámbitos, incluyendo:

La psicoterapia individual, de pareja, grupal y de familia. 

El trabajo con el duelo y las rupturas de vínculos. 

La prevención y asistencia psiquiátrica. 

La intervención en casos de trauma y disociación. 

 

Perspectiva multidimensional: 

 

Se incluyen componentes neurofisiológicos, psicosomáticos y representacionales del apego, así como la investigación en diferentes ramas del saber. 


Difusión y formación: 

La obra ha sido clave para la difusión de la teoría del apego y su aplicación clínica en España y Latinoamérica, convirtiéndose en un libro de texto para cursos de psicología y psicoterapia en universidades y centros de formación. 

Innovación en el campo: 

La primera edición del libro en 2001 revitalizó los estudios sobre la teoría del apego, impulsando la creación de grupos de estudio y la inclusión de la teoría en diversos planes de formación clínica. 

Autoría: 


Mario Marrone, psiquiatra y psicoanalista con una larga relación profesional con John Bowlby es un experto en la materia, lo que añade gran valor a la obra.

 

Son muchos los libros que Mario Marrone ha escrito sobre apego. Todos son una contribución inestimable al ámbito, pero yo creo que el de referencia es "Teoría del apego. Un enfoque actual" Es de imprescindible lectura para cualquier profesional que quiera que sus prácticas estén informadas por el apego de un modo riguroso y fiable. El propio Mario Marrone no se cansa de afirmar que el apego no se ciñe solo a las famosas tipologías, o que la crianza con apego y el colecho no significan necesariamente que se genere -como una mera fórmula que se aplique- un vínculo de apego seguro con el niño. 

Conviene leerle, para que mantengamos la esencia del apego intacta y hagamos buenas prácticas y conectemos con la necesidad de formarnos -como él afirma- desde la tríada que todo profesional competente debe de seguir: la académica, la supervisión y la psicoterapia personal.

Hace poco, Mario Marrone nos compartió un artículo sobre el apego que explica muy bien los conceptos más importantes, su relevancia y aplicaciones. Le pedí permiso para compartirlo en el blog y me lo concedió amablemente. He considerado que es una oportunidad única para glosar sobre su figura, contribuciones, relevancia en el ámbito, y también una ocasión para testimoniarle, en nombre de la Red Apega de profesionales, nuestro afecto y agradecimiento por su trayectoria, labor y cualidades humanas. 

Enlace al artículo: AQUÍ  


lunes, 29 de septiembre de 2025

Una nueva mirada al síndrome de Estocolmo desde la teoría polivagal

"¡Clark, te veré de nuevo!", gritó a modo de despedida la joven Kristin Ehnmark desde la camilla en la que estaba sentada, presta a ser ingresada en una ambulancia, rodeada de policías y enfermeros y, un poco más lejos, de periodistas y curiosos. Era uno de los rehenes que acababan de ser liberados tras seis días de cautiverio en el Sveriges Kreditbank de Estocolmo, Suecia. Clark Olofsson era uno de sus captores.

Parece incomprensible que un rehén tenga esa reacción hacia uno de sus secuestradores... Desde entonces se acuñó el término síndrome de Estocolmo para referirse a una relación positiva entre una víctima y su agresor, captor o maltratador. 

Este artículo de Porges y otros autores (están citados todos más abajo) arroja luz y un nuevo marco comprensivo para explicar este comportamiento. Los científicos proponen reemplazar el término de síndrome de Estocolmo por el de apaciguamiento, y plantean la teoría polivagal como marco comprensivo.

Agradezco a Lourdes Ganzarain, psicóloga y traumaterapeuta sistémica el que me haya enviado el artículo y, además, ya traducido al español. 


***********************

Acceso al artículo original:

Haz click AQUÍ

European Journal of Psychotraumatology 2023, Vol. 14, 1, 2161038

https://doi.org/10.1080/20008066.2022.2161038 


Appeasement: replacing Stockholm syndrome as a definition of a survival strategy


Rebecca Baileya (1), Jaycee Dugarda, Stefanie F. Smitha (2) and Stephen W. Porges (2) y (3)

(1) Independent Scholar; 

(2) Traumatic Stress Research Consortium, Kinsey Institute, Indiana University, Bloomington, IN, USA; 

(3) University of North Carolina, Chapel Hill, NC, USA


Videoresumen del artículo de Porges y colegas.

 

Traducción al español del artículo:

Apaciguamiento: reemplazar el síndrome de Estocolmo 

como definición de estrategia de supervivencia



Crítica del síndrome de Estocolmo

Las palabras pueden transmitir mensajes contundentes sobre intencionalidad, motivación y sanación. Considere la reciente concientización sobre el uso de "víctima" versus "sobreviviente". Algunas personas optan por usar la palabra "víctima" al describir experiencias traumáticas que ponen en peligro la vida, mientras que otras prefieren "sobreviviente", "guerrero" o "victorioso". Lo importante es que quienes han experimentado estos traumas tengan voz y voto al referirse a sí mismos y que las palabras que usemos reflejen fielmente sus experiencias vividas.

Un término particularmente problemático para los sobrevivientes de secuestro, así como de trata, violencia interpersonal y abuso sexual, es el "síndrome de Estocolmo". El síndrome de Estocolmo se propuso originalmente para explicar por qué algunos sobrevivientes de situaciones similares a la toma de rehenes no parecen, desde el punto de vista del observador externo, reaccionar ante su situación con una reacción de lucha o huida, y además parecen simpatizar con su agresor, como supuestamente se evidencia por la falta de cooperación con la policía y la expresión de comprensión o la ausencia de hostilidad hacia él. Desde entonces, el término se ha utilizado en otras situaciones traumáticas en las que existen desequilibrios de poder, como el secuestro y las relaciones abusivas. El término "síndrome de Estocolmo" postula una relación emocional positiva entre víctimas y agresores que se desarrolló debido al trauma (Jülich, Cita 2005 ). Este término persiste a pesar de varias críticas.

Foto: asihlatino.com



Primero, el síndrome de Estocolmo ha sido interpretado para asumir que hay una relación entre perpetrador y víctima que refleja cuidado y afecto mutuos entre ellos, pero que la mutualidad no existe en casos de secuestro, abuso y amenaza percibida de vida (Graham et al., Cita 1988 ). Además, el síndrome de Estocolmo intenta explicar la supervivencia del cautiverio como una fórmula derivada de la perspectiva del perpetrador o del observador (Namnyak et al., Cita 2008). Las variables incluyen: la amenaza percibida a la supervivencia; la creencia de que la amenaza se llevará a cabo; el cautivo percibe alguna pequeña amabilidad del captor; y el rehén experimenta la incapacidad percibida de escapar. Cada una de estas perspectivas requiere un nivel de procesamiento consciente que contradice lo que ocurre fisiológicamente durante un estado de terror. Estas dificultades conceptuales con el síndrome de Estocolmo podrían explicar por qué una revisión de la literatura profesional sobre técnicas de supervivencia utilizadas durante delitos violentos (Jordan, Cita 2013 ) demuestra la falta de criterios validados para el síndrome de Estocolmo como diagnóstico psiquiátrico, junto con una base de investigación empírica limitada (Geisler et al., Cita 2013 ). El origen del concepto en los medios de comunicación, en lugar de la investigación o la práctica clínica, y su aplicación a diversos delitos, edades y contextos interpersonales plantean interrogantes sobre su significado, validez y relevancia continua para la construcción de teorías y la investigación (Namnyak et al., Cita 2008 ).

Aunque teóricos anteriores han sugerido que el concepto de síndrome de Estocolmo podría ayudar a normalizar el comportamiento de los sobrevivientes (Graham et al., Cita 1988 ), se puede argumentar que el término no refleja la experiencia del sobreviviente, una crítica aún no reportada en la literatura profesional. Un término más preciso sería «apaciguamiento», ya que la palabra y la descripción general de apaciguamiento enfatizan la asimetría en la relación y la estrategia adaptativa para regular y calmar al captor, minimizando así posibles lesiones y abusos a la víctima (Treisman, Cita 2004)."

Basándonos en la afirmación de la Teoría Polivagal (Porges, cita 2011) sobre el impulso fundamental de internalizar una sensación de seguridad a través de la sociabilidad (Porges, cita 2022), proponemos que el término apaciguamiento pueda definirse operativamente para describir con mayor precisión una poderosa estrategia instintiva para sobrevivir y prosperar, independientemente de las circunstancias, que puede separarse del concepto de afecto mutuo y vínculo con el agresor. Esta perspectiva puede aplicarse a diversas poblaciones donde la diferencia de poder y las necesidades básicas de supervivencia perpetúan el abuso y la victimización, independientemente de la relación previa con el agresor.

Una breve historia del apaciguamiento como respuesta a la amenaza

Cantor y Price ( Cita 2007 ) introdujeron el concepto de apaciguamiento, proponiendo que es una respuesta natural de los mamíferos al atrapamiento o confinamiento. Sugirieron que el apaciguamiento podría contribuir a una mejor comprensión del TEPT, el síndrome de Estocolmo y la dinámica de los rehenes. Propusieron un paso en la articulación de la normalización de un proceso de cierre y sugirieron implicaciones para una mayor comprensión de la dinámica de las víctimas. Desde su perspectiva, el apaciguamiento era una respuesta de pacificación y sumisión. Dado que el apaciguamiento puede servir para desescalar una situación, se sugirió que la pacificación resultante podría contribuir a la supervivencia. Aunque rechazamos la definición de síndrome de Estocolmo, el concepto de apaciguamiento de Cantor y Price ayuda a operacionalizar la dinámica presente en circunstancias en las que una víctima percibe y experimenta una amenaza a la supervivencia física y psicológica, especialmente cuando hay aislamiento social.

Sin embargo, la formulación de Cantor y Price sobre el apaciguamiento omite la interacción funcional bidireccional, con el beneficioso impacto neurobiológico de la corregulación, entre el perpetrador y la víctima, que se comprende mejor al definir el apaciguamiento a través de la Teoría Polivagal. La Teoría Polivagal (Porges, Cita 2004 , Cita 2021 , Cita 2022 ) sugiere que, ante una amenaza a la vida, los circuitos fundamentales de supervivencia originados en el tronco encefálico, que regulan los órganos corporales a través del sistema nervioso autónomo, toman el control, llevando al sistema nervioso a un estado defensivo que suplanta el comportamiento intencional y las interacciones sociales. 

Este proceso se observa como una variación de la cascada de lucha/huida/parálisis y, potencialmente, colapso y parada. Esta cascada defensiva depende de estados autónomos que desvían funcionalmente la actividad neuronal de la estructura cerebral superior, lo que resulta en la reducción de la capacidad de resolución de problemas, la limitación del procesamiento cognitivo y el desplazamiento de la intencionalidad y las formas auténticas de sociabilidad por estrategias defensivas. Las necesidades básicas de supervivencia pueden determinar e influir en la definición de amenaza a la vida de un individuo. Por ejemplo, un padre que se enfrenta a la inseguridad alimentaria y de vivienda puede percibir la falta de recursos como una amenaza para su vida. La conexión social con el agresor puede ser percibida como una especie de salvavidas.

La disociación es un producto de estos circuitos del tronco encefálico orientados a la supervivencia y puede servir como un amortiguador ante la comprensión de que la propia vida está en riesgo. Desde la perspectiva polivagal, la disociación se considera un proceso inconsciente que sirve como un amortiguador protector cuando una amenaza es inminente. Cuando una persona se disocia, su nivel superior de pensamiento se altera y las funciones autónomas del sistema nervioso toman el control para optimizar la regulación de los sistemas corporales a través del sistema nervioso autónomo, incluso durante situaciones de vida desafiantes. La frecuencia cardíaca se ralentiza, la digestión se ve interferida y la consciencia se ve afectada. 

Las personas que han sufrido una experiencia traumática (que amenaza la vida) pueden internalizar un sentimiento de vulnerabilidad extrema y pueden tener dificultades para salir del estado disociativo (Cantor y Price, Cita 2007). Desde una postura puramente de supervivencia, la ralentización de la frecuencia cardíaca, la interferencia en la digestión y la percepción deteriorada de la realidad sirven para ahorrar recursos y proteger contra el pánico. Si bien estas estrategias de conservación son evolutivamente eficaces en reptiles asociales, comprometen las funciones homeostáticas y la sociabilidad de los humanos. Es más tarde, una vez superada la amenaza inminente, que la disociación continua puede volverse problemática, resultando en diversas comorbilidades mentales y físicas. Al aceptar la necesidad primordial de sobrevivir como un imperativo biológico, la disociación podría estudiarse como un amortiguador fisiológico adaptativo de supervivencia en respuesta a circunstancias abrumadoras. En períodos prolongados de cautiverio o bajo amenaza, un individuo puede funcionar en un estado disociado, lo que le permite tolerar lo intolerable.


Bajo amenaza, un individuo puede funcionar en un estado disociado
Foto: webconsultas



Una ciencia de la seguridad conduce a una comprensión de los procesos internos que sustentan la supervivencia.

La motivación para sentirse seguro es un objetivo principal del sistema nervioso (Porges, Cita 2022). La Teoría Polivagal (Porges, Cita 2021) proporciona una perspectiva científica innovadora que incluye la descripción neurofisiológica del circuito neuronal que regula a la baja las reacciones de amenaza. Este ajuste fisiológico ocurrió durante el cambio evolutivo de reptiles asociales a mamíferos sociales (Porges, Cita 2021). Desde la perspectiva de la evolución, el cambio en el sistema nervioso autónomo es el núcleo de nuestra capacidad para conectar socialmente con otros. Cuando aplicamos y refinamos el concepto de apaciguamiento a la afirmación de la Teoría Polivagal del impulso fundamental de internalizar un sentido de seguridad, podemos describir con mayor precisión el poderoso deseo instintivo de sobrevivir y prosperar, independientemente de las circunstancias. En este contexto, el concepto de apaciguamiento elimina la mayoría de las sugerencias de afecto mutuo y vínculo cuando se está en modo de supervivencia. La importancia de sentirse seguro como un sentimiento objetivo ha sido debatida desde los primeros psicólogos, como Wundt (Ogden, cita 1907).

El lenguaje ambiguo utilizado para describir emociones y sentimientos se suma al desafío de operacionalizar una "sensación de seguridad sentida" (Porges, Cita 2022). La Teoría Polivagal sugiere una definición de resiliencia en víctimas/sobrevivientes que conceptualiza una explicación jerárquica de los sentimientos como interpretaciones cerebrales superiores de las señales neuronales que transmiten información sobre los órganos viscerales (por ejemplo, corazón, intestino, etc.) al tronco encefálico (Geisler et al., Cita 2013). Esta perspectiva biopsicoevolutiva enfatiza la función fundacional del estado autónomo en las experiencias subjetivas de sentimientos globales y emociones específicas. Dentro de esta conceptualización jerárquica, los sentimientos de seguridad son preeminentes y forman el núcleo de un sistema motivacional duradero que cambia el estado autónomo, que a su vez impulsa comportamientos, emociones y pensamientos.

Cuando se enfrenta a una amenaza física, la respuesta natural es volver a una postura defensiva, incluyendo lucha/huida o un bloqueo total de las respuestas emocionales (Porges, Cita 2022). Enfrentados a una situación en la que no es posible escapar de inmediato, algunos sobrevivientes pueden tener el recurso de expresar un tipo de "compromiso súper social" que puede permitirles involucrarse y corregular y calmar eficazmente a su perpetrador. Operativamente definimos esta capacidad de corregular y calmar al perpetrador como apaciguamiento. La capacidad de acceder al proceso de apaciguamiento se conceptualiza como un tipo de "compromiso súper social" que requiere la capacidad neuronal para gestionar un estado híbrido que permite el acceso a la calma y las señales sociales del sistema de compromiso social (Porges, Cita 2011, Cita 2021, Cita 2022), mientras que simultáneamente se mantiene el acceso al sistema simpático de movilización energética para involucrar comportamientos de lucha/huida si es necesario (Porges, Cita 2011). Los testimonios directos de sobrevivientes de secuestros subrayan su conciencia de la importancia de establecer algún tipo de conexión social con el agresor. La necesidad de establecer dicha conexión se reitera en entornos terapéuticos y es descrita por estos sobrevivientes. En términos de la Teoría Polivagal, este proceso de conexión entre el sobreviviente y el agresor se considera «corregulación», un proceso mediante el cual se produce una expresión bidireccional mutuamente beneficiosa de señales de seguridad que calman funcionalmente el sistema nervioso autónomo y la conducta observable (Mohandie, Cita 2002).

La interacción social no solo ayuda a calmar el sistema nervioso autónomo, sino que su retirada puede desregular el sistema. Esto puede requerir una necesidad continua de interacción social para que el superviviente se mantenga a salvo. En un estudio sobre la corregulación entre madres e hijos, el cuidador de niños pequeños proporciona señales para calmar a los bebés. Específicamente, se demostró que el tono prosódico ayuda a regular a un bebé con problemas de conducta. Además, los bebés parecían angustiados después de que se les retirara la interacción social a su cuidador. Este estudio en particular no solo se centró en el impacto del tono prosódico en el estrés interno de los bebés, sino que también presenta el impacto de la disregularidad de la retirada social, lo que sugiere el impacto biodireccional entre dos sistemas nerviosos autónomos (Sarrate-Costa et al., Cita 2022 ).

La capacidad de apaciguar cuando se está en un estado activado requiere suficiente regulación para que el perpetrador parezca estar tranquilo. Esta forma de regulación no es de fácil acceso ni está disponible universalmente, pero requiere habilidades innatas para inhibir la excitación simpática que desencadenaría la defensa del perpetrador. Parecer tranquilo y enviar señales de interacción cuando se enfrenta a un depredador brinda una oportunidad para que se produzca la corregulación. La respuesta visceral a la amenaza es un circuito de supervivencia fundamental ubicado en el tronco encefálico y compartido por varias especies de vertebrados que precedieron a la evolución de los mamíferos sociales. Estos circuitos coordinan la excitación simpática o el cierre vagal dorsal para apoyar la supervivencia mediante comportamientos defensivos. La capacidad de estar cerca de un individuo o evento potencialmente mortal, sin cerrarse, huir o luchar, requiere la capacidad de acceder al sistema de interacción social con su dependencia neurofisiológica del complejo vagal ventral que regula las estructuras primarias (p. ej., la expresión facial, la entonación de la voz) de las que dependen la conexión social y la corregulación (Porges, Cita 2022). Activar el sustrato neuronal para apaciguar supone un desafío para el sistema nervioso y no es una conducta intencional fácilmente accesible. Más bien, requiere reajustar el estado autónomo que, de forma oportunista, mantiene suficiente inhibición sobre las reacciones adaptativas de amenaza del sistema nervioso simpático (es decir, lucha/huida) o del sistema vagal dorsal (es decir, bloqueo, colapso, desmayo, defecación). Al situar un estado autónomo en el centro de los sentimientos de seguridad o amenaza, las conductas pragmáticas de supervivencia de lucha/huida y las estrategias complejas de resolución de problemas que conducirían al escape son consecuentes y dependen de la función facilitadora del sistema nervioso autónomo para optimizar estas estrategias. De igual forma, desactivar las reacciones de amenaza y calmar el estado autónomo a través de la vía vagal ventral promoverá la accesibilidad interpersonal, a la vez que favorecerá la corregulación de los estados autónomos tanto del superviviente como del agresor. Este modelo sitúa el estado autónomo como una variable interviniente, que media en la interpretación de las señales contextuales y configura las reacciones tanto del depredador como del cautivo. Según esta conceptualización, dependiendo del estado autónomo del individuo, las mismas señales y desafíos contextuales pueden generar diferentes reacciones conductuales, cognitivas y fisiológicas. Esto sería cierto tanto dentro de cada individuo como entre ellos.

El apaciguamiento es una poderosa herramienta para la supervivencia, la adaptabilidad y la resiliencia

Existe una gama de respuestas entre individuos que comparten el mismo contexto ambiental traumático. Estudios sobre rehenes indican que un estado tranquilo y regulado puede aumentar las tasas de supervivencia (Jaeger et al., Cita 2014). Además, la utilidad adaptativa del apaciguamiento en las experiencias de sobrevivientes de abuso puede neutralizar funcionalmente las estrategias defensivas en la víctima, así como en el perpetrador a través de circuitos neuronales que comunican señales de seguridad. Por lo tanto, si el perpetrador comienza a sentirse seguro con la víctima, entonces existe la posibilidad de que el sistema nervioso del perpetrador se calme y reciba señales de seguridad emitidas por la víctima, lo que resulta en menos violencia, ira y lesiones. Esto no debe confundirse con la noción de adulación. La adulación es el uso de complacer a las personas para disipar el conflicto y ganarse la aprobación de los demás (La asociación entre la orientación teórica de un psicoterapeuta y la percepción del trauma complejo y la ira reprimida en la respuesta de adulación - ProQuest , Cita nd). Es una forma desadaptativa de crear seguridad en nuestras conexiones con los demás al reflejar esencialmente las expectativas y deseos imaginados de otras personas.

Proponemos que la víctima no está utilizando técnicas de adulación, sino que de hecho está influyendo en el perpetrador mediante un proceso interno de corregulación (Porges, Cita 2004 ). La corregulación fomenta la regulación tanto del captor como del secuestrado. Es una característica que permite a todos los mamíferos regular a la baja las estrategias defensivas como gritar y chillar, y en cambio promueve la sociabilidad al permitir la proximidad psicológica y física sin las consecuencias de las lesiones, incluso en situaciones de supervivencia. Es este mecanismo de calma que se ajusta adaptativamente para protegernos cuando estamos en modo de lucha o huida (Geisler et al., Cita 2013 ). Este mensaje ha sido confundido por algunos como el síndrome de Estocolmo o como un tipo de afecto en lugar de una poderosa reacción adaptativa de supervivencia. De hecho, la adulación no utiliza las poderosas fuerzas biológicas de la corregulación. La adulación implica menos sintonía y es más unilateral. Además, desde una perspectiva polivagal, la adulación puede tener el efecto opuesto al apaciguamiento porque podría ser percibida por el agresor como un estado altamente vulnerable, incitando a más agresión (Reid et al., Cita 2013 ).

La investigación de Bonanno y colegas (Bonanno y Burton, Cita 2013) se basa en el creciente cuerpo de literatura que subraya la aceptación de que el proceso fluido del sistema nervioso y la autorregulación se ha convertido en una variable importante para comprender la resiliencia (Bonanno, Cita 2021 ; Chen y Bonanno, Cita 2020 ; Jiang et al., Cita 2021). En resumen, el primer paso de la autorregulación es una evaluación de lo que se requiere en el escenario específico. El segundo paso, según la teoría de Bonanno, es la elección de lo que describen como una respuesta reguladora. La pregunta es, ¿qué puedo hacer? Por último, la pregunta es, ¿está funcionando? La última pregunta requiere una evaluación consciente de la estrategia. Se puede asumir que en una situación de vida o muerte, la pregunta es, ¿qué probabilidades tengo de mantenerme vivo? Esta investigación respalda la noción de que el sistema nervioso, especialmente las estructuras cerebrales involucradas en la regulación del comportamiento intencional, juega un papel importante en la supervivencia. Sin embargo, desde una perspectiva biológica, lo que falta es comprender el papel que desempeñan los mecanismos fundamentales de supervivencia del tronco encefálico en respuesta a un peligro inminente. Tampoco está claro cómo se desarrolla un estado autónomo lo suficientemente resiliente como para poder tener una respuesta de apaciguamiento ante dicha amenaza.

Está bien documentado que el pensamiento consciente se ve afectado por la respuesta biológica al terror (Pyszczynski et al., Cita 1999 ). En tiempos de amenaza a la vida, los circuitos de supervivencia fundamentales en nuestro sistema nervioso toman el control e interfieren con el funcionamiento ejecutivo, lo que sugiere que el pensamiento lógico y el desarrollo de estrategias son procesos completamente inconscientes. Todos los mamíferos operan desde la perspectiva de seguridad versus vulnerabilidad. Un sistema nervioso flexible proporciona opciones para la supervivencia y la resiliencia, aunque estas acciones pueden ser el resultado de procesos inconscientes. Los modelos animales también han presentado datos para apoyar que todos los mamíferos alcanzan un nivel de saturación en el que el umbral es demasiado alto para que un sistema nervioso influya en el otro sin descanso y desactivación (Chemtob et al., Cita 1992 ). Esto es importante para comprender la resiliencia porque, en muchas situaciones, el destino de la víctima está, por supuesto, determinado por la patología o motivación del perpetrador.

Implicaciones clínicas

El tratamiento de las víctimas/sobrevivientes de traumas no es un proceso único para todos. Existen numerosos enfoques de tratamiento, muchos de ellos respaldados por una sólida investigación basada en la evidencia (Han et al., Cita 2021 ; MacFarlane y Kaplan, Cita 2012; Review of Narrative Therapy: Research and Utility – Mary Etchison, David M. Kleist, 2000, Cita nd ; Warshaw et al., Cita 2013 ; Williamson et al., Cita 2010). La variable común en todas las modalidades es el sistema nervioso adaptativo del individuo que intenta dar sentido al horrible pasado. La pregunta inicial es "¿por qué no te fuiste?", pero una pregunta más importante es "¿cómo sobreviviste?". El enfoque clínico debe apoyar el proceso instintivo natural que mantuvo vivo al individuo. Después de la recuperación, el desafío es cómo ayudar a apoyar la internalización y la comprensión de que ya no hay peligro ni amenaza para la vida. Ahí radica el dilema: a las víctimas/sobrevivientes del abuso prolongado y aislado que se observa en secuestros y violencia interpersonal, a menudo se les hace creer que siempre habrá peligro y amenaza de muerte, incluso cuando el agresor no esté presente. El miedo inmoviliza y compromete el procesamiento superior, reforzando la dependencia.

La creencia de que uno se enamoró del perpetrador puede ser confusa y aterradora para una persona que ha experimentado cautiverio. La preocupación puede llevar a temores de mayor vulnerabilidad y puede connotar el mensaje de que la persona es capaz de ser engañada fácilmente. Otro factor es el mensaje dado a los miembros de la familia de que la persona no escapó intencionalmente por una lealtad retorcida al perpetrador. Este mensaje también es confuso y desregulador para los miembros de la familia y los partidarios, lo que puede evitar que los miembros de la familia apoyen activamente al sobreviviente. La percepción de apoyo es importante para la curación y el bienestar de todo el sistema familiar (Bailey et al., Cita 2020 ). Para comenzar a recibir y brindar este apoyo, es importante que los sobrevivientes y sus familias comprendan que el secuestro, la trata y la violencia de pareja, por definición, ocurren en contextos de diferencias. El cautiverio en estas circunstancias puede confundirse fácilmente con el amor, ya que las necesidades de supervivencia moldean la dependencia de la misma manera que un niño pequeño se ve obligado a depender del cuidador.

"La creencia de que uno se enamoró del perpetrador
puede ser confusa y aterradora para una persona
que ha experimentado cautiverio"
Foto: El Correo


Finalmente, la vergüenza se ha identificado como uno de los factores clave subyacentes a muchos síntomas traumáticos (López-Castro et al., Cita 2019 ; Saraiya y Lopez-Castro, Cita 2016). Ideas como el síndrome de Estocolmo pueden aumentar la vergüenza. Proporcionar a los sobrevivientes el marco de apaciguamiento normaliza y elogia el mecanismo de supervivencia, dada la inusual capacidad de interactuar con la red social cuando se ven amenazados. El apaciguamiento puede y debe enmarcarse como una explicación alternativa para lo que podría ser una sólida táctica de supervivencia, una táctica no solo intencional, sino que depende de las capacidades de un estado autónomo resiliente como recurso.

Propósito y resultado esperado de este artículo

En el campo de la investigación del trauma, reconocer la resiliencia como la norma ha pasado de ser considerado raro a ser visto como un resultado mayoritario (Bonanno, Cita 2021). Lo que no está tan claro es qué variables constituyen la resiliencia. Un gran cuerpo de investigación ha analizado las variables de personalidad, los recursos de apoyo, los activos financieros y educativos, la búsqueda mínima de significado y experiencia, y la expresión de emociones positivas (Bonanno, Cita 2004 ; Bonanno et al., Cita 2015). Otra variable importante citada son las estrategias de regulación emocional. Planteando la pregunta de ¿cómo o qué hace que un individuo sea más capaz de manejar eventos adversos de manera más positiva que otros? La investigación no ha podido evaluar con precisión la futura capacidad de afrontamiento de los individuos percibidos como resilientes en el momento del estrés traumático.

Dado que la investigación de Bonnano presenta un panorama de resultados modestos al aislar y categorizar variables individuales presentes en la literatura sobre resiliencia (Bonanno, Cita 2021), postulamos que la operacionalización de una explicación singular para la supervivencia y el logro de la resiliencia no puede resumirse en una fórmula única o multivariable. Lógicamente, un estado que preserve los recursos y altere la realidad de las circunstancias sería óptimo para prevenir la ansiedad abrumadora y, en algunos casos, lo que denomino muerte vudú (Cannon, Cita 1942 ; Lex, Cita 1974).

El objetivo de nuestro modelo propuesto de apaciguamiento es proporcionar una alternativa al síndrome de Estocolmo para comprender cómo un sobreviviente puede haber navegado y negociado de manera funcional y adaptativa con el sistema nervioso del perpetrador. Además, proponemos la introducción de una poderosa respuesta de supervivencia inconsciente. El apaciguamiento no garantiza la supervivencia, pero proponemos que el apaciguamiento sea un posible proceso inconsciente cuando se enfrenta a una amenaza de vida en el contexto de la violencia interpersonal. Esta amenaza de vida es el factor clave para que se produzca el apaciguamiento. 

La comprensión de que el sistema nervioso de una persona puede afectar inconscientemente el sistema nervioso de otra ha sido identificada en la investigación que analiza la presencia terapéutica y las variables que contribuyen a intervenciones terapéuticas efectivas (Geller y Porges, Cita 2014 ; Porges y Dana, Cita 2018). Cuando esta teoría se aplica a circunstancias que involucran cautiverio y amenaza de vida, proporciona una explicación plausible de cómo podemos comprender y honrar a los sobrevivientes que han tenido un sistema nervioso regulado que, cuando se enfrentan a amenazas de vida, les permite expresar características de calma, interés y compromiso social. Por lo tanto, es posible atenuar o alterar el estado de agitación del perpetrador. 

Cabe destacar que el modelo es puramente explicativo para reconocer la capacidad de los sobrevivientes que han tenido la oportunidad de acceder al apaciguamiento durante situaciones que amenazan su vida. El modelo no implica que esta capacidad pueda aprenderse o entrenarse. Se recomienda investigar más a fondo el impacto de la operacionalización de este concepto para apoyar la sanación y el bienestar de los sobrevivientes de diversos delitos. Una pregunta importante de investigación es: «Si el comportamiento de los sobrevivientes se apoya como un factor de resiliencia y se etiqueta en términos que resaltan procesos inconscientes, ¿impactará positivamente en el proceso de recuperación si su experiencia se conceptualiza desde su perspectiva y no desde la de quien preparó el proceso?».

Declaración de divulgación

El/los autor(es) no informaron de ningún posible conflicto de intereses.

Referencias

Por optimizar esfuerzos, las referencias están consignadas en el original en inglés que puedes descargarte haciendo clic AQUÍ.