lunes, 24 de mayo de 2021

Vamos a ponernos verdes. Una metáfora visual de los estilos de apego, por Andrés Climent Jordán, psicólogo



Firma invitada




Andrés Climent Jordán
Psicólogo


Presentación

Andrés Climent Jordán no necesita presentación porque ya ha colaborado en este blog, muchos le recordaréis por el excelente artículo que redactó, titulado "Malos padres" Nuevamente se ha animado a participar, y yo no puedo más que sentirme feliz y satisfecho de que nos considere para publicar sus excelentes reflexiones. En este caso nos trae una sobre el apego y sus tipologías, muy sencilla de entender y de explicar, recurriendo a una metáfora, sobre todo a la hora de psicoeducar a nuestros pacientes. Cuando leáis el artículo entenderéis por qué tenemos que ponernos verdes.

Para quienes leáis por primera vez a Andrés, deciros que es psicólogo y terapeuta familiar y de pareja. Tiene 48 años y los primeros 15 de trabajo los desarrolló en una comunidad terapéutica para personas que sufrían adicciones. Trabajó también en los servicios sociales, y en el año 2010 se inició en el aprendizaje de mindfulness y compasión como manera de cultivar “autoapego seguro”, sanar y cultivarse desde dentro y así intentar ser un mejor recurso (más que un problema) para los demás. Tiene cierta obsesión con integrar y conectar lo que estudia y conoce… Actualmente realiza práctica privada en Valencia y Xàtiva.

Muchas gracias, Andrés Climent, por entregarnos generosamente tu saber, para que pueda ser compartido por toda la tribu que sigue el blog Buenos tratos.


Título del artículo: 

¡VAMOS A PONERNOS VERDES!

Una metáfora visual de los estilos de apego

Por Andrés Climent Jordán, psicólogo

 

Por segunda vez tengo el gusto de poder colaborar en este precioso y valioso blog que dirige J. Luís. En esta ocasión me ha parecido pertinente compartir algo que aprendí de Paul Gilbert (creador de la Terapia Centrada en Compasión) y que desde el primer momento me llegó como un recurso sencillo y útil para presentar en muchos casos y contextos (consulta, formación…). Después de unos 6 años de curiosear y jugar con él puedo confirmar que la inmensa mayoría de feedbacks han sido muy favorables.

Se trata de una versión simplificada del complejo sistema emocional humano y que permite jugar con 3 círculos que representan: al sistema de amenaza, al de búsqueda de objetivos y al de calma-conexión. Como es habitual “las palabras son demasiado concretas” y raramente recogen lo que pretenden informar, pero nos aproximamos con ellas y nos permiten entendernos de manera suficiente (cada vez más aprecio las mieles de esta palabra). Para facilitarlo más los círculos pueden tomar diferentes colores (rojo para el sistema de amenaza, azul para el de logro y verde para el de calma) y también se puede añadir al color diferentes figuras para dar más opciones de elección al referirnos a ellos (triángulo para peligro por similitud con las señales de tráfico, azul para el de objetivos-logros por la misma razón al simular la señal de obligación y por último el corazón para el sistema de calma que tiene más que ver con los vínculos, el apego, etc…).

Brevemente comento sobre cada sistema para familiarizarnos (en el video sugerido abajo Gonzalo Brito lo amplía estupendamente). Sabemos que la evolución nos ha configurado más para sobrevivir y protegernos que para disfrutar y ser felices. De ello se encarga el “Ministerio de Defensa” o sistema de amenaza que cuenta con tres de las cinco emociones básicas: miedo, rabia y asco. Sabemos de la rapidez e intensidad de activación de este sistema y cómo no es tan fácil calmarlo. También de lo conservador que tiende a ser. Quizás su lema es algo así como “te avisaré por si acaso” ya mejor tener una falsa alarma y que no sea nada peligroso que pecar por el otro lado y que no avise de algo que nos pudiera perjudicar. Y, en esta línea, cabe considerar su efecto registrador de experiencias junto con la incapacidad de contextualizarlas, simplemente diría: “esto fue doloroso así que mucho cuidado”.

El sistema de logro y búsqueda de objetivos nos ayuda a movilizarnos y activarnos hacia algo que nos puede resultar placentero, útil… Tenemos un potencial: la capacidad de evolucionar, mejorar y (como dice Gilbert) cultivar nuestra mejor versión. Pero en este sistema también hay riesgo y si elegimos metas erróneas o un número excesivo de objetivos o caemos en el perfeccionismo nos vamos a encontrar en apuros más pronto que tarde. Como todo tiene relación, si algo se complica se puede activar el sistema de amenaza por no llegar a lo que deseamos (o desean otros que alcancemos) y el bucle “tengo que… y no llego… y entonces lo pasaré mal” está servido. A nivel de apego podemos adaptarlo a valorar cuánto se respetan los niveles y tempos de aprendizaje de cada uno, cuanta expectativa enfocada al rendimiento y productividad, autonomía… También podemos considerar si se hace de manera respetuosa, forzosa o inadecuada también por la otra parte: no estimular, animar, proponer… algo para lo que sí existe potencial, puede ser bueno. Así que tanto una hiperestimulación como una deficitaria dejaría desrregulado este sistema. Por supuesto que el efecto macro y microsistémico de la productividad, el rendimiento, la competitividad… contribuye claramente en este sistema de logro.

Si buscamos funcionar con equilibrio tendrá que aparecer el sistema de calma, seguridad, conexión… claramente asociado a los vínculos y al sistema de cuidado. Este seria el que comprende (con sus dos significados de entender y abarcar) a los otros dos y el que nos interesa que “conduzca”, teniendo a los otros sistemas como acompañantes en su punto adecuado de activación. Es el que regula, está más enfocado en el presente y en un futuro más adecuado. Lo hace este sistema pues es el más capacitado para reflexionar, empatizar y decidir. De hecho, representa nuestra parte más madura y evolucionada, así que más nos conviene que sea la que nos acompañe y asista principalmente.

En este punto quizás podemos hacer un pequeño y amable autochequeo: habitualmente ¿habito más en estados de ansiedad, miedo, rabia (evitando “palos” o incluso dándolos)?, ¿o más bien en la búsqueda de satisfacciones, objetivos, metas (“persiguiendo zanahorias” de varios tipos con preocupación por no conseguirlas)?, ¿o suelo estar en calma, amablemente y en conexión conmigo y los demás mientras hago los quehaceres diarios y bien enfocado hacia el futuro?

Comentaba que estos tres sistemas, al recoger familias o grupos emocionales tiene la gran ventaja de permitir ir “de lo burdo a lo sutil” y de lo más evidente a lo más específico, personal, sutil, adaptado a cada contexto, persona y momento. También tiene la virtud de que siempre podemos referirnos a ellos, pues estos sistemas van con nosotros constantemente y se encuentran más o menos activados (en el primer video sugerido abajo se favorece mucho su identificación y comprensión). 

Dentro de las muchas posibilidades que presenta este tema creo que en este espacio tiene más sentido describir el uso relacionado con representar la metafórica y simbólica “emografía” de cada estilo de apego prototípico según la activación de los sistemas emocionales más dominantes. Así, contamos con el poder de las imágenes y tener una especie de externalización que permita conseguir una perspectiva y distancia adecuada para referirnos y trabajar con más facilidad.

Entonces, las imágenes representativas (estimadas) de cada prototípico estilo de apego podrían ser estas. Podemos ver claramente qué sistemas habría que desinflar, reducir, cuidar… y cuáles activar para un mejor equilibrio.









Si somos personas que atendemos y cuidamos de otras (cada cual desde su rol profesional, familiar…) nos daremos cuenta que nuestro estado condiciona mucho lo que hagamos con los demás. Así, empezar por “ponernos verdes” (en el buen sentido, cultivando y activando el sistema de calma, conexión) se presenta como necesario para mejor acompañar a otros. Este “autocuidado altruista” nos recuerda que para ofrecer algo sano tenemos que estar y mantenernos en buen estado… (y si no es así tenemos riesgo de “intoxicación”).

Algunas pautas que podemos animar a probar suenan muy básicas, pero no por ello son fáciles de realizar:

• El primer minuto de interacción (y el último) que sea claramente teñido de verde, amabilidad… Si nos podemos mantener siempre así mucho mejor; pero cuando no ocurra volver pronto a reparar la conexión será lo más adecuado.

• Las 3 primeras frases, gestos… también en esa línea, por lo determinante que resulta empezar y terminar bien un encuentro (“el orden de los factores" en este o ¡altera!).

• Partiendo de nuestra observación propia y reconociendo cuándo y cómo están de activados nuestros sistemas para saber lo que necesitamos. También hay que hacerlo con otros y sintonizar con ellos para responder sensiblemente.

Para terminar, quiero compartir una cita que me acompaña desde hace varios lustros (creo que la conocí durante la Formación de Terapia Familiar con mi principal maestra y mentora, Annette Kreuz). La escribió la genial Virginia Satir y me cautivó desde el primer día. Con el tiempo y con la intención de un “experto principiante” le encuentro cada vez más sentido y profundidad. Encaja claramente con lo expuesto y nos recuerda la necesidad y el poder de contextos nutricios, seguros y con buenos tratos:



“NO HAY NINGUNA FORMA DE VIDA QUE SE DESARROLLA, 

NINGUNA FORMA DE SER QUE CRECE, 

PORQUE SE LE EXIGE, 

O POR TEMOR A LAS AMENAZAS... 

LO QUE CRECE LO HACE PORQUE ENCUENTRA LAS 

CONDICIONES ADECUADAS Y LOS CUIDADOS NECESARIOS”.



REFERENCIAS

Gilbert, P. (2015). Terapia centrada en Compasión. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Videos relacionados (YouTube):

- Compasión con las voces internas: https://www.youtube.com/results?search_query=gilbert%2C+video+voces

- Tres sistemas de regulación emocional (Gonzalo Brito): https://youtu.be/zmrUHVzRS8c

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