lunes, 30 de marzo de 2020

"El virus extranjero", por Arturo Ezquerro, psiquiatra.


Firma Invitada
Arturo Ezquerro



Arturo Ezquerro. El autor (psiquiatra, psicoterapeuta de orientación psicoanalítica, y grupo analista) es profesor en el Institute of Group Analysis y, a lo largo de tres décadas, ha sido Jefe de los Servicios Públicos de Psicoterapia en el distrito de Brent, Londres (primer español en conseguir esta clase de jefatura). Es autor de más de 70 publicaciones en 5 idiomas, incluyendo los libros Encounters with John Bowlby (Routledge), and Relatos de apego (Psimática). John Bowlby (‘padre’ de la teoría del apego) fue su mentor en la Tavistock Clinic durante los últimos 6 años de su vida. Email para correspondencia: arturo.ezquerro@ntlworld.com

Portada del libro de Arturo Ezquerro
"Relatos de apego. Encuentros con John Bowlby"

Es un honor contar con Arturo Ezquerro en el blog Buenos tratos como firma invitada por segunda vez. Tras "Cuento de Reyes Magos", vuelve con todos nosotros para ofrecernos un nuevo artículo, esta vez centrado en una reflexión sobre la inmigración a cuenta de la crisis motivada por el coronavirus. Un artículo que desnuda la hipocresía de una sociedad que deja morir inmigrantes en Dover mientras apela a celebrar la Navidad. Un homenaje a las personas inmigrantes reclamando su estatus de personas con derechos a las cuales se abandona a su suerte, fallecidas en su incesante lucha para encontrar un futuro mejor. Un artículo que ayuda a pensar y que llega a la piel a partes iguales. Muchísimas gracias Arturo por tu desinteresada participación, esperamos contar contigo como colaborador habitual. 


Título del artículo:

El Virus Extranjero
Autor: Arturo Ezquerro



Me hallaba en plena travesía de una adolescencia turbulenta, agitada por una crisis existencial, cuando mi profesor de literatura en el colegio me dio una copia de La peste de Albert Camus. Una vez que comencé, no pude dejar de leer. Me sentí sobrecogido por una historia trágica que contenía actos abrumadores de humanidad, en el contexto de una lucha desesperada por la supervivencia en la ciudad argelina de Orán, infestada por la peste. En aquella etapa de mi vida pensaba que la existencia humana sin Dios sería un absurdo y, sin embargo, me enamoré del carácter del doctor Rieux, a quien desde mi idealismo juvenil percibía como un santo ateo que estaba arriesgando su vida para salvar la de sus pacientes infectados.


Aún puedo recordar que, en un momento de la batalla contra esa enfermedad asesina, Rieux pensó en voz alta: "Es una idea que puede parecer ridícula, pero creo que la única forma de combatir la peste es la honestidad". Su interlocutor, sorprendido, le preguntó: "¿Qué es la honestidad?" A lo que Rieux respondió: “En general, no sabría decir qué es; pero, para mí, la honestidad sé que consiste en hacer mi trabajo”… Y se entregó en cuerpo y alma a su tarea como médico. El impacto de su comportamiento en mi desorientada alma adolescente fue tan poderoso que decidí estudiar medicina y psiquiatría. Desde entonces, muchas veces he fallado en el ideal de ser honesto. Y he necesitado escribir como terapia, para redimirme. 

Mientras escribo esto, la actual crisis del coronavirus nos está dando una lección sobre la naturaleza artificial e ilusoria de las fronteras nacionales. Y nos está ayudando a redescubrir el inmenso valor de la solidaridad y la cooperación internacional que, en teoría, impulsó el proyecto de construcción de la Unión Europea desde sus orígenes. Sí, claro, la UE ha conseguido el periodo de paz entre sus miembros más prolongado en la historia, y su presupuesto de ayuda internacional es el más elevado del mundo. Sin embargo, el lado humanitario de la UE se ha desvanecido en el manejo de la inmigración, el factor más determinante en desequilibrar la balanza a favor del Brexit en el referéndum de junio 2016 (del que fui testigo tras 37 años viviendo en Londres).

La primera muerte documentada de un inmigrante en las costas de Europa ocurrió el 1 de noviembre 1988, en la ciudad española de Tarifa, en el Estrecho de Gibraltar. El periodista Ildefonso Sena sacó una foto que mostraba el cuerpo hinchado pero vestido de un marroquí de unos 20 años, acostado boca arriba, parcialmente cubierto de arena y algas marinas; como un fantasma de Halloween, en la fiesta cristiana del Día de Todos los Santos. Detrás de él, había una pequeña barca: un naufragio que helaba el corazón. Desde entonces, llegaron muchos más; muchísimos más. Seres humanos ahogándose con los ojos bien abiertos en las playas de la rica Europa.


Imagen del primer inmigrante muerto (documentado) en las costas de Tarifa.
Nunca se supo su identidad.
Fuente: El País.

¿Cuántas muertes se han registrado desde 1988? La cifra es cercana a 40 mil. Pero el número real de muertes es mayor, ya que muchos cadáveres no han dejado rastro. La gran mayoría de las víctimas han fallecido mientras se dirigían a Europa, pero muchas han muerto bajo custodia o se han suicidado mientras esperaban una respuesta de las autoridades europeas. El número de muertes que continúan anónimas es devastador: madres, padres, hermanos y otras figuras de apego llorando a los suyos en tantos cementerios llenos de tumbas sin nombre...

En diciembre de 2018, Sajid Javid (entonces Ministro de Interior de Reino Unido) interrumpió con pompa sus vacaciones de safari de lujo. A su regreso a Londres, pronunció un discurso dramático y retórico en el que dijo que Gran Bretaña se enfrentaba a una "crisis total" (5 pequeños botes inflables que transportaban a 40 personas desesperadas fueron interceptados cerca de Dover tras haber cruzado el Canal de la Mancha, el día de Navidad). Javid prometió que no habría lugar en la posada para esos inmigrantes "ilegales".

Una imagen de Javid.
Fuente: Diario Sur.

Esto sucedió en el mismo instante en que a la mayoría de niños británicos se les contaban bellas historias sobre el nacimiento de Jesucristo; pero pasando por alto la realidad de que, para sobrevivir, Jesús y sus padres tuvieron que convertirse en refugiados en Egipto. Y el Papa Francisco casi fue declarado persona non-grata por sugerir que deberíamos pensar más en ello.

La sensacional actuación navideña de Javid, su lucha contra los inmigrantes ‘en las playas’, no tuvo nada que ver con la razón o la seguridad. Su estrategia parecía haber sido diseñada para alimentar sentimientos anti-inmigrantes y pro-Brexit. ¿Cómo diablos se puede etiquetar a seres humanos de ilegales, después del trauma psicológico de separarse de sus figuras de apego y emprender un viaje desesperado por la supervivencia? 

El ambiente hostil hacia los inmigrantes debe desaparecer, especialmente ahora que algunas voces lunáticas han descrito el coronavirus tal que “virus extranjero”, como si estos gérmenes necesitasen pasaporte. En un mundo globalizado, para que las sociedades sobrevivan y crezcan a largo plazo, hay que invertir más en ciencia y salud, y menos en armamento. Fomentar la solidaridad, la diversidad y la inclusión es el camino más honesto para tirar hacia delante. Pero existe una amenaza real: el virus de la insolidaridad.


Fuente: Huffingtonpost.

Ante la creciente interdependencia de todos los países entre sí, amplificada por la pandemia del coronavirus, no hay sustituto para la cooperación y la solidaridad internacional y transnacional. El Brexit sólo puede hacer más tortuoso el incierto camino en el que nos encontramos: otra circunstancia desfavorable que no debe amedrentarnos en el ejercicio de nuestra responsabilidad personal y colectiva. La búsqueda de la honestidad es un reto constante para el ser humano.

10 comentarios:

  1. Estremecedor y claro mensaje. Muchas gracias Arturo por poner tus palabras a los sentimientos de muchas de nosotras y muchos de nosotros.

    ResponderEliminar
  2. Muy preciso y adecuado para estos tiempos que nos toca vivir y que nos debieran transformar . Algo de luz entre tanta niebla de noticias desinformativas

    ResponderEliminar
  3. Esperanza, nutrición, mensaje catalizador entre tanta sobreinformación desinformante. Graciass

    ResponderEliminar
  4. Muy bueno el articulo, lastimosamente en mi país, Paraguay los eternos acaparadores de la riquezas siguen sin entender que el único camino para salir de este momento es la solidaridad.
    Gracias Dr. Arturo por el aporte!

    ResponderEliminar
  5. Muy actual y conmovedor el artículo. La solidaridad es lo que nos salva a todos. Basta de espíritus mezquinos y egocéntricos. Pero cuesta tanto....
    Ojalá esta crisis ayude en los cambios
    Gracias por compartir

    ResponderEliminar
  6. Muchas gracias Arturo. Considero una reflexión muy acertada y oportuna.
    Aún la humanidad toda tenemos tiempo de rectificar la.
    Seguimos en la búsqueda de la tierra sin mal.

    ResponderEliminar
  7. Qué bonito y qué acertado el mensaje. Gracias por la reflexión.

    ResponderEliminar
  8. Wuauuu esto sacude la estantería.

    ResponderEliminar