lunes, 16 de diciembre de 2019

"Primera alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos", por Carlos Pitillas Salvá, Doctor en Psicología.


Firma invitada:
Carlos Pitillas Salvá
Doctor en Psicología


Carlos Pitillas Salvá es Doctor en Psicología por la Universidad Pontificia Comillas, donde imparte clases de Psicoanálisis, Clínica Psicodinámica de la Infancia y Adolescencia o Intervención con Familias en Riesgo de Exclusión, entre otras. Coordina el proyecto Primera Alianza: mejorando los vínculos tempranos, a través del cual ha intervenido con familias en ámbitos de exclusión, ha formado y supervisado a profesionales de la protección del menor y ha desarrollado investigación sobre innovación en el trabajo con familias. Se ha especializado en la detección, prevención y tratamiento del trauma interpersonal temprano. Recientemente, ha comenzado a trabajar sobre cuestiones de crianza e intervención centrada en el vínculo en contextos no occidentales. Es co-autor de Primera Alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos. Contacto: cpitillas@comillas.edu 

Presentación

Es un auténtico gusto presentar a Carlos Pitillas Salvá, quien en este artículo nos presenta el proyecto que lleva adelante bajo el patrocinio de la Universidad de Comillas, denominado Primera Alianza. Recientemente, el proyecto se ha materializado en un libro escrito junto con su colega, Ana Berástegui, y editado por Gedisa. Carlos Pitillas reúne en su persona los conocimientos que por su condición de Doctor atesora, como estudioso; pero a la vez está conectado con la realidad y la práctica clínica, lo cual que le hace situarse en una posición privilegiada para poder hablar de apego, desarrollo y bienestar infantil. Cuando he asistido a los cursos que Carlos organiza desde la Universidad de Comillas, invitando a renombrados académicos y profesionales, he disfrutado mucho de los mismos. Solo me queda, Carlos, darte las gracias por aceptar participar en este blog y regalarnos generosamente tu tiempo y tus conocimientos para acercarnos la naturaleza del proyecto Primera Alianza.

Título del artículo:
Primera Alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos



Es para mí un placer participar en este blog y presentar una parte de nuestro trabajo en el proyecto Primera Alianza, que fue fundado en 2012 en el Instituto Universitario de la Familia (Universidad Pontificia Comillas, Madrid) y cuyo objetivo fundamental es proteger a niños y niñas y promover su desarrollo, a través del trabajo centrado en los vínculos. Primera Alianza es un proyecto que se materializa en tres líneas de acción:

• Promovemos vínculos seguros entre padres y sus niños pequeños (1-6 años) en familias vulnerables.

• Formamos y supervisamos profesionales en nuestro modelo de evaluación e intervención centrada en el vínculo.

• Trabajamos con equipos educativos de educación infantil y preescolar para crear culturas de apego en las escuelas (programa Aprender Seguros).

En las líneas que siguen, desarrollaré algunos de los principios fundamentales que definen nuestro modelo de intervención con familias. Estos elementos se describen y detallan en el libro Primera Alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos, que escribí junto a Ana Berástegui y fue publicado por la editorial Gedisa en 2018. El texto que aquí desarrollo se organiza según el esquema de nuestro libro, y constituye una muestra del mismo. Quienes deseen tener más información sobre nuestro proyecto o nuestra oferta formativa o nuestro libro, pueden consultar nuestra web www.primeraalianza.com

Sobrevivir y desarrollarse: el apego como necesidad básica

Para el bebé y el niño pequeño, la relación de apego con sus cuidadores principales funciona como uno de los cimientos que sostienen sus funciones fisiológicas básicas, su crecimiento físico, o su desarrollo psicológico. Basándose en el estudio de la conducta animal y las observaciones sobre el desarrollo de niños y jóvenes en situación de abandono, Bowlby postuló que en el centro de las motivaciones humanas está la necesidad de establecer relaciones de apego al principio de la vida, y de mantenerlas. Según Bowlby, el cachorro humano necesita establecer apegos estables con otros miembros de su especie que puedan cuidarlo y garantizar su supervivencia. Estas relaciones tempranas no sólo incrementan las probabilidades de sobrevivir: también funcionan para el niño como un potente motor del desarrollo psicológico y social. Algunas de las facultades que nos definen como animales sociales se aprenden en el escenario de la relación de apego: la capacidad para explorar y procesar información nueva; la seguridad para moverse en espacios físicos y sociales diversos; la comprensión de las claves sociales y la capacidad de comunicarse con otros eficazmente; la empatía o el altruismo; entre otras. Por lo tanto, el nivel de seguridad, consistencia y predictibilidad que el niño vive en el seno de estas relaciones condiciona fuertemente sus futuros niveles de salud psicológica y médica, así como sus niveles de adaptación emocional y social y, tal y como desarrollo a continuación, su capacidad de cuidar a los miembros más jóvenes y vulnerables de la siguiente generación.

Repetir vs. reparar: el carácter protector de las relaciones tempranas

El trauma temprano tiende a transmitirse entre generaciones. Una proporción significativa de padres que maltratan, abusan o desatienden a sus hijos fueron, de niños, víctimas de daños semejantes. Frente a estos riesgos, las relaciones de apego al principio de la vida pueden marcar una diferencia fundamental. Para los niños nacidos en entornos vulnerables, el desarrollo de relaciones de apego seguras con sus padres tiene un efecto protector: los niños criados con sensibilidad crecen dando muestras de un funcionamiento psicosocial análogo al de niños que han vivido siempre en entornos protegidos. La investigación nos demuestra que, dentro del conjunto de padres que sufrieron traumas o pérdidas importantes durante su desarrollo, aquellos que desarrollan cierta habilidad para “leer” las necesidades de sus niños y responder a ellas, tienen hijos cuyo desarrollo será esencialmente saludable. Esto significa que el trauma no tiene la última palabra, y que las relaciones de apego son el primer recurso que tenemos para escudar al niño frente al trauma de sus padres y otras adversidades del entorno. Cuando conseguimos que los padres desarrollen una sensibilidad hacia sus hijos, las heridas de estos adultos pierden su capacidad de impacto sobre el niño.

Cadenas de seguridad: nadie puede dar lo que no tiene

La mayoría de los padres desean hacerlo bien, cuidar a sus hijos y protegerlos. Sin embargo, las situaciones de adversidad, el estrés acumulado, la falta de apoyos, el aislamiento, el trauma temprano, entre otros, pueden hacer que a los padres les resulte muy estresante o muy confuso cuidar de una criatura dependiente como es el bebé o el niño pequeño. Cuidar implica escuchar, comprender, contener las propias emociones para atender las del otro, tolerar la dependencia del niño, respetar su autonomía y su diferencia… Y todo esto es difícil cuando uno no se ha sentido cuidado cuando le tocaba. A quienes ha faltado la escucha, la comprensión, quienes no han sido bien recibidos en su dependencia o respetados en su diferencia, pueden vivir la crianza de sus hijos como un escenario de peligro y dolor. Esto se concreta en una de las máximas que guían nuestra comprensión de las familias vulnerables: nadie puede dar lo que no tiene. Nosotros hablamos de cadenas de seguridad para designar este fenómeno, que es central para nuestra forma de entender la intervención que hacemos con las familias: como condición para que los padres puedan dar seguridad a sus hijos, en la intervención tratamos de ofrecer a estos padres una experiencia de seguridad. Nuestra prioridad no es corregir lo que los padres hacen mal, instruirlos en teorías sobre psicología infantil, o entrenarles en prácticas de crianza “mágicas”, sino promover experiencias de seguridad (algo que en la literatura psicoterapéutica se denomina “experiencias emocionales correctivas”) para que ellos puedan trasladar dicha seguridad a la relación con sus hijos. Esto supone un cambio de mirada sobre la intervención con familias.

Un cambio de mirada

Creemos que nuestra intervención incorpora un cambio de mirada sobre los padres, sobre los niños y sobre la propia práctica del profesional que trata de reparar o mejorar los vínculos. Esto se concreta en tres elementos.

En primera Alianza trabajamos con los padres en grupo, y tratamos de que el grupo funcione como lo que una “figura de apego transicional” (concepto acuñado por Patricia Crittenden). Esto significa que el grupo ofrece a los padres una experiencia de conexión social y de pertenencia, un escenario donde se obtiene ayuda para regular emociones dolorosas que previamente eran muy amenazantes, un sitio donde los padres se sienten vistos, reconocidos, validados. Todas estas funciones son análogas a las que ofrece una figura de apego sensible, y contrarrestan el efecto del trauma y la exclusión social que afecta a tantos padres a los que atendemos. Asimismo, el grupo (igual que un buen padre) promueve la exploración: los participantes intercambian perspectivas alternativas sobre los niños, se aconsejan sobre formas distintas de responder, acompañan a otros participantes en la revisión de su historia, o celebran los logros. Apego y exploración son las dos dimensiones de la interacción temprana entre padres e hijos, y también las dos áreas del trabajo grupal que desarrollamos en nuestra intervención.

Nuestro cambio de mirada se concreta también en un interés por detectar y potenciar los recursos de los padres. Con esto, tratamos de que los participantes, al verse mirados en sus aspectos más competenciales, cambien su imagen de sí mismos como cuidadores y crezca su motivación para cambiar. Incluso en las sesiones en las que dedicamos más atención a los conflictos de la relación padres-hijos, conservamos siempre una mirada capaz de detectar y extraer el sentido y las posibilidades de crecimiento que encierran dichos conflictos.

La última aplicación de este concepto tiene que ver con una técnica que está en el centro de nuestro programa: el videofeedback. Esta técnica se basa en el visionado, dentro del grupo de padres, de secuencias grabadas de interacción cuidador-niño. Con ayuda del profesional, los grupos procesan estas secuencias y desarrollan su capacidad de mirar y ver al niño, de leer mejor sus señales, de imaginar respuestas alternativas que podrían haberse dado. Al verse interactuando con sus hijos, además, los padres tienen la oportunidad de observar algunas de las capacidades que tienen y de las que no eran conscientes.

Nuestro libro

Carlos Pitillas y Ana Berastegi presentando el libro
"Primera Alianza"
Nuestro libro recoge y detalla los principios que he desarrollado más arriba, y algunas otras cuestiones que no he mencionado. Se trata de una obra que puede servir a profesionales interesados por comprender los vínculos tempranos, evaluar el nivel de seguridad de estos vínculos, y fortalecerlos. El libro incluye ejemplos de familias en diversas situaciones, de interacciones seguras e inseguras, o de conversaciones terapéuticas con padres. El recorrido que realiza el libro es el siguiente:

• Fundamentos teóricos (Las relaciones de apego al principio de la vida)

• Nuestra filosofía particular de intervención con familias (Principios y estrategias de intervención).

• Procedimiento (la selección de las familias, la estructura general de la intervención, etc.). (Componentes y estructura de Primera Alianza)

• Nuestro modelo de evaluación del vínculo (Dónde mirar).

• Técnicas específicas para usar el videofeedback (Ayudar con Imágenes), para hablar terapéuticamente con los padres (Ayudar con palabras) y para fomentar el funcionamiento de los grupos como figuras de apego transicionales (Ayudar con otros).

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